Cristóbal Colón y el descubrimiento de América

La siguiente historia tiene lugar entre el año 1451 y el 1493 d.C.

Aquí comienza nuestro viaje por la historia de América a partir del año 1492. Si queréis saber qué pasó antes, tenéis el vídeo de América Precolombina, y si os interesa saber qué pasó antes en España, tenéis el vídeo de Historia de España Antigua y Medieval.

Fue precisamente en esos vídeos donde corté justo con la llegada de Cristóbal Colón a América, así que ahora voy a retomar la historia justamente desde ese punto.

Tras él hablaré de otros conquistadores y exploradores, luego del funcionamiento de los Virreinatos, lo que pasó durante los tres siglos de dominación hispánica, y acabaremos viendo las independencias del siglo XIX.

Dicho esto, empezamos.

¿Fué Colón el primero en llegar a América?

El Homo Sapiens empezó a habitar América desde hace al menos 35.000 años, y desde el final de la Glaciación, todo el continente y sus gentes quedaron aislados del resto del mundo. Al menos hasta que llegó Cristóbal Colón. ¿Fue Colón el primero en llegar a América desde otra parte del mundo? Pues parece ser que no.

El primer asentamiento Vikingo en América

Ya hacia el año 982 sabemos que Erik el Rojo fue exiliado de Islandia y creó el primer asentamiento en Groenlandia. Su hijo, Leif Eriksson, por el año 1000, parece que cogió un barco y navegó hacia el oeste, donde encontró una tierra nueva a la cual llamó Vinland, o tierra de los viñedos. Este lugar parece que fue Terranova.  

Y esto está demostrado gracias a los restos de una aldea de estilo escandinavo en esa zona, yacimiento conocido como L’Anse aux Meadows, o la Ensenada de las Medusas.

De todas formas, este asentamiento no duró mucho. Dicen que los vikingos y los nativos algonquinos… no se llevaron del todo bien.

Galeses en América, ¿mito o realidad?

Ahora avancemos al año 1170. Aquí se cuenta la aventura de un príncipe galés llamado Madoc, hijo del rey Owain de Gwynedd, que escapó en barco con su hermano y más gente… huyendo de las luchas intestinas del reino.

Según la leyenda, Madoc estableció en Norteamérica un asentamiento de unas 100 personas y regresó para llevar a más, pero cuando puso de nuevo los pies en América, los nativos lo habían arrasado todo. De esta historia no hay prueba ninguna, y todo apunta a que es simplemente un mito.

El Imperio de Malí intentó explorar el Atlántico

Viajemos ahora a África, concretamente al poderoso Imperio de Malí. Resulta que, en 1310, el rey Abubakari II decidió explorar el Atlántico, y envió una flota de 400 naves. Sin embargo, una fuerte tempestad hundió todas las naves menos una, que volvió a Malí. Abubakari II no se achantó y él mismo se embarcó en una nueva expedición.

Sus naves desaparecieron y jamás se supo qué pasó con ellas.

Zheng He: el marino chino que recorrió el mundo en la Dinastía Ming

Tenemos que viajar a la China de la Dinastía Ming, ya que, durante el primer tercio del siglo 15, el marino y explorador chino Zheng He se dedicó a explorar con su flota un montón de sitios. El Sudeste Asiático, Indonesia, la India, el Golfo Pérsico, Arabia, el oeste africano… Y algunos dicen que también habría llegado a América.

¿Podría haber ocurrido esto? Lo cierto es que sí. Los barcos chinos de la época tenían la tecnología suficiente como para haber cruzado todo el Pacífico sin problemas.

Ahora bien, ¿llegaron realmente los chinos a América en 1421, es decir, unos 70 años antes que Colón? No hay pruebas de ello, solo un libro de Gavin Menzies lleno de pajas mentales.

Se habla de este mapa atribuido a Zheng He en el cual aparecen América y Oceanía, sin embargo, el asunto tiene bastante polémica, porque luego resultó que ese mapa era una copia de 1763, y es muy probable que se agregaran cosas que no salían en el original.

Contactos entre Polinesia y América desde 1200: pruebas genéticas y arqueológicas

También es muy probable que algunas culturas polinesias hubieran tenido contactos puntuales con América desde el año 1200. Los cráneos de la isla de Mocha y la genética de mapuche así lo atestiguan. Así como el haberse encontrado en Chile huesos de gallinas polinesias de épocas precolombinas. También la expedición Kon-Tiki demostró que la navegación oceánica en aquella época era posible.

Teorías locas de llegadas a América mucho antes

Para acabar, habría más historias de posibles llegadas a América con fenicios, romanos, templarios, el monje de San Brandán… pero no vale la pena ni mencionarlos, pues no tienen base alguna.

De todas formas, nada de esto le quita mérito a Cristóbal Colón, ya que él no solo llegó y descubrió a ojos de los europeos un nuevo continente. Porque sí, aunque ya hubiese gente viviendo allí, “descubrir” implica dar a conocer algo al resto del mundo.

También Colón regresó, promocionó este descubrimiento, se montaron nuevas expediciones, se establecieron vínculos permanentes, rutas seguras, y se oficializó en la historia este contacto entre dos mundos.

Se suele decir que la llegada de Colón a América marcó la frontera entre la Edad Media y la Edad Moderna, y aunque estos términos al final sean un poco ambiguos, el mundo cambió para siempre.  

Cristobal Colón: el marinero con un pasado incierto

Hablemos ahora de la vida de Cristóbal Colón. ¿De dónde salió este tipo? Pues la mayoría de expertos dice que nació en la República de Génova, concretamente en Savona en 1451, con el nombre de Cristoforo Colombo. Esto se sabe por el testamento de su hijo Hernando Colón y por algunas actas notariales. En el documento Fundación de Mayorazgo, el mismo Colón afirmó que era genovés.

Sin embargo, existen algunas teorías que afirman que pudo tener un origen diferente. Se dice que Colón o era judío, o vendría de una familia judía que huyó de algún lugar de España un siglo antes. Para unos es catalán, para otros es mallorquín, para otros es gallego, para otros es portugués… Estas teorías vienen porque, aunque Colón escribía en castellano, tenía ciertos dejes de otras lenguas peninsulares, pero vamos, de momento nada de esto tiene validez. Por poder, podría ser hasta de Albacete.

Y es que era común que muchos marineros de la época hablaran un mejunje de diferentes idiomas sin dominar ninguno. Algunos incluso usaban, independientemente de su origen, la jerga levantisca, que era una especie de lengua franca para marineros del mediterráneo.

De Genova a la historia: la vida de Cristóbal Colón antes del viaje a América

Pero bueno, empecemos a hablar de su vida. Su biografía anterior a lo de América es un poco oscura, no la conocemos muy bien. Parece que nació en una familia de comerciantes y que él fue marinero desde los 14 años. Viajó mucho, y en 1476, un ataque pirata hizo naufragar su barco y acabó recogido en la costa portuguesa. Fue en este reino donde Colón acabó residiendo una temporada.

Hacia 1480, Colón se casó en Lisboa con Felipa Moniz, quien era la hija de Bartolomeu Perestrelo, un marinero y noble portugués famoso por ser el colonizador de las islas de Madeira. El matrimonio se instaló en estas islas, en Porto Santo concretamente, y allí tuvieron a su único hijo: Diego Colón.

Durante su estancia en estas islas, Colón siguió viajando, y estuvo en lugares tan lejanos como Islandia o Mina, en Guinea. En algún lugar de estos surgió la teoría del prenauta. Y es que se cuenta de que Colón acogió en su casa a un náufrago moribundo que decía que al otro lado del océano habían encontrado tierras extrañas y maravillosas. Algunos dicen que este marinero se llamaba Alonso Sánchez de Huelva, pero no hay ningún dato de su existencia.

Fue precisamente en esta época cuando Colón empezó a darle vueltas a la idea de llegar al Lejano Oriente, lugar conocido como Las Indias, dando la vuelta por el Atlántico. Porque sí, tanto en esta época como en la Edad Media, incluso en la Antigüedad Clásica, la gente ya sabía que la Tierra era redonda. Lo que no tenían tan claro era el diámetro. Colón pensaba que la circunferencia era de unos 30.000 km, cuando el diámetro real de la Tierra es de 40.000.

Esta idea de llegar a la India por el Atlántico no era nueva, lo que pasa es que era un viaje largo y peligroso, y muchos marineros hablaban de peligrosas tormentas, olas gigantescas y monstruos marinos.

Se sabe que el matemático florentino Paolo dal Pozzo Toscanelli tenía un mapa con una posible ruta, y parece que Colón tuvo acceso al documento.

¿Pero por qué tanta gente en esta época buscaba una ruta al Lejano Oriente por el Atlántico? Pues porque en 1453 el Imperio Bizantino fue conquistado por los turcos del Imperio Otomano, algo que expliqué en este otro vídeo. Esto cortó las rutas comerciales terrestres y mediterráneas de la antigua Ruta de la Seda. Bueno, no se cortó del todo. Siguió funcionando, pero con el monopolio turco, que daba permiso a unos pocos europeos para comerciar por su zona, como venecianos o genoveses; menos cuando estaban en guerra, pero de eso ya hablé en este otro artículo de las Guerras Turco-Venecianas. Tantos intermediarios y tantos impuestos encarecieron una barbaridad todos los productos.

El acceso a las especias descendió de golpe. Estas especias eran importantísimas, ya que ayudaban a la conservación de alimentos y porque daban mucho sabor a las comidas. La insulsa carne en salazón era mil veces mejor con pimienta, canela o nuez moscada. Una cerveza mediocre mejoraba muchísimo con jengibre. Y estas especias también tenían usos medicinales. Aparte, otros productos como la seda, pieles exóticas o perfumes eran muy codiciados en Europa, sobre todo por las clases altas.

Lo mejor para Europa era conseguir las especias directamente de la India. ¿Pero cómo llegar hasta ella sin pasar por territorio turco? Pues en 1488, el navegante portugués Bartolomé Díaz logró doblar el Cabo de Buena Esperanza y encontró una ruta al Océano Índico, mientras que una década después, el también portugués Vasco de Gama fue más allá y pudo establecer una ruta a la India por mar circunnavegando el continente africano. Misión cumplida.

Ahora Portugal tendría el monopolio de las especias en Europa, el control de la costa africana y el control del Índico. Reinos como España, Francia o Inglaterra se quedaron a dos velas.

La lucha de Colón para financiar su sueño: de la negativa de Portugal al apoyo de España

Colón tenía una idea interesante, pero necesitaba convencer a algún rey para que la financiara. En 1483 se entrevistó con el rey Juan II de Portugal, y este consultó el plan de Colón con varios expertos. Estos expertos le dijeron que su plan no iba a funcionar y que pasara del tema. Con la ruta de África, a los portugueses les bastaba, aunque un barco tardase medio año en llegar.

Y es que lo más seguro era la navegación de cabotaje, es decir, que los barcos iban de cabo en cabo, sin alejarse mucho de la costa, o teniéndola siempre como referencia. Lo de la navegación en mar abierto, o navegación de altura, era algo tremendamente arriesgado, e invertir en ello no motivaba demasiado.

De todas formas, existía la leyenda de Antilia, una mítica isla situada en algún lugar del Atlántico. Fue también conocida como la Isla de San Brandán. El mito de San Brandán cuenta la historia de un monje irlandés del siglo 6 que se cree que viajó por el Atlántico hasta una isla que definió como el Paraíso bíblico.

Más adelante, en el año 734, durante la conquista musulmana del Reino Visigodo, se cuenta la historia de siete obispos lusos que huyeron en barco hasta una isla mítica, donde fundaron 7 ciudades, una cada obispo, donde vivieron en paz y armonía. Este sería el mito de la Isla de las 7 ciudades, como Cíbola y Quivira.

Parece ser que el rey portugués pasó de Colón, pero copió algo de su plan y encargó una expedición para encontrar esta isla de Antilia a un aventurero flamenco llamado Ferdinand van Olmen, quien vivía en las islas Azores, que eran parte de Portugal.

Tiempo antes, se cuenta que el rey también envió a otro navegante, Joao Vaz Corte-Real, a buscar una isla mítica llamada Isla Bacalao, donde había muchos de estos peces para pescar. Según una teoría que explica David Nievas, pescadores anteriores a Colón ya habrían llegado hasta la zona de Terranova buscando grandes bancos de bacalaos.

Pero ahora volvamos a Colón que estaba el pobre muy jodido. Al rechazo de su plan se le sumó la muerte de su esposa. Debido a esto, Colón cogió al pequeño Diego y en 1485 se fueron a vivir a Castilla.

Allí reinaba Isabel la Católica, casada con Fernando II, rey de Aragón. Como ya conté en los vídeos de Historia de España Medieval, técnicamente, a pesar del casamiento de estos Reyes Católicos, tanto la Corona de Aragón como la de Castilla seguían manteniendo su autonomía y técnicamente no se podría hablar de “Reino de España” como tal. A esta unión se la suele denominar “Monarquía Hispánica”, pero yo voy a usar los términos “España” o “españoles” de forma general para no liar.

En aquel tiempo, España y Portugal estaban a la cabeza de desarrollo tecnológico marítimo mundial en alta mar. Solo superados por la China Ming. Poseían todos los instrumentos necesarios para no depender del cabotaje y poder guiarse con las estrellas. El astrolabio, el sextante, la brújula, el timón de bisagra… Los remos típicos de las galeras perdieron importancia y se desarrollaron nuevos barcos como las carabelas, un velero de tres mástiles usadas para carga y exploración.  

Colón llegó a Huelva y se alojó en el Monasterio de la Rábida, un convento franciscano cercano a Palos de la Frontera, donde vivía su cuñada. En el monasterio se hizo amigo de varios monjes: fray Antonio de Marchena, fanático de la astronomía, fray Hernando de Talavera, confesor de los Reyes Católicos, y fray Juan Pérez. Estos tres consiguieron un pase vip a Colón para que hablase con la Reina Isabel y le expusiera su plan.

El problema era que estos reyes estaban muy ocupados con la Conquista de Granada, el último reino musulmán que quedaba en la península ibérica. Colón, que vivía en Sevilla, trató de convencer a los reyes de una expedición a través del Atlántico. Hubo muchas dudas, porque, aunque España quería abrir una nueva ruta de las especias por el Atlántico, el asunto era caro y arriesgado de cojones, e Isabel le dijo a Colón que de momento no le financiaría, pero que se esperase a la Conquista de Granada y luego… ya hablarían.

Colón decidió quedarse a vivir en Castilla durante los siguientes 7 años. En esta época conoció a la cordobesa Beatriz Enríquez de Arana, con quien mantuvo una relación, aunque nunca se casaron. Fruto de este amor nació Hernando Colón.

Las Capitulaciones de Santa Fe

En 1492 acabó por fin la Guerra de Granada y los Reyes Católicos decidieron financiar el viaje a Colón tras muchas discusiones sobre el presupuesto, que acabaría siendo de 2 millones de maravedíes. Todo el asunto se discutió en las Capitulaciones de Santa Fe, que tuvieron lugar en el campamento real de Santa Fe.

El ambicioso Colón logró que los Reyes aceptaran que, en caso de descubrir algo, él sería nombrado almirante, gobernador y virrey, y se quedaría con un diezmo de las riquezas que se encontrasen y de las ganancias del tráfico comercial que se generaran. La Corona se quedaría con 1/5.

El problema era que no encontraban marineros que se quisieran embarcar en tan arriesgada campaña, pero pronto Colón conoció a Martín Alonso Pinzón, un destacado navegante de la zona. Básicamente fue Martín quien organizó el viaje (junto a sus hermanos Francisco y Vicente, los conocidos como hermanos Pinzón). Consiguió dos carabelas, la Pinta y la Niña, una nao, la Santa María… y también el resto de la tripulación, como los hermanos Niño de Moguer o los Quintero. Esta tripulación fue mayormente andaluza, cántabra y vasca.

La Niña era propiedad de la familia Niño, y fue capitaneada por Vicente Yáñez Pinzón… la Pinta era de los Pinzones, capitaneada por Martín… y la nao Santa María originalmente se llamaba La Gallega, fue capitaneada por el mismo Colón, y era propiedad de Juan de la Cosa, uno de los cartógrafos de la expedición.

Ya estaba todo listo para comenzar el primero de los cuatro viajes que Colón haría al Nuevo Mundo.

El primer viaje de Colón: del 3 de agosto de 1492 al 15 de marzo de 1493

El 3 de agosto de 1492, Cristóbal Colón y su tripulación salieron del puerto de Palos de la Frontera, en la actual provincia de Huelva, a bordo de dos carabelas y una nao.

Desmoralizados y a punto del motín

La expedición se detuvo en las Islas Canarias para avituallarse y dejar la flota a punto. Tras eso, el 9 de septiembre, se adentraron en el Atlántico sin saber qué les iba a deparar el destino.

Lo cierto es que el viaje empezó tranquilo; iban a buen ritmo siguiendo los vientos alisios. Sin embargo, todo se fue complicando con el paso de los días. Y es que, tras casi un mes de travesía ya deberían haber encontrado algo según los cálculos, pero no; lo único que veían era un horizonte azul infinito.

La comida y el agua potable escaseaban. Como curiosidad, en estos viajes se llevaban legumbres y arroz, bizcocho (que era una galleta muy dura), queso y luego carne, jamón, cecina y pescado en salazón, que duraba más tiempo. Y para el agua potable solían tener tanques de madera en la bodega. O a una mala recogían agua de lluvia. También se solía llevar vino, que no se ponía malo.

Pronto empezaron los intentos de motín por parte de la tripulación, que estaba harta y quería volver a casa. Se contaron tres, pero por suerte, los hermanos Pinzón lograron aplacarlos todos.  

Se animaron cuando encontraron algas y plantas flotando en el mar, lo que indicaba que podría haber tierra cerca. En realidad, estaban en el Mar de los Sargazos, situado en mitad del giro oceánico atlántico.

¡Tierra a la vista!

Fue el 12 de octubre, más de un mes después de haber zarpado de Canarias, con los ánimos por los suelos, cuando el grumete Rodrigo de Triana gritó “tierra a la vista”. Aquella tierra a la que llegaron era una isla. No se sabe bien cuál fue esta primera isla a la que llegó Colón, pero todo apunta a que fue a la isla de Guanahaní, en el archipiélago de las Bahamas. A esta isla la bautizaron San Salvador. Luego los ingleses la llamarían Isla Watling.

El clima tropical era durillo, y tuvieron que lidiar con la peligrosa fauna local. Pronto se toparon con los primeros nativos, los lucayos, una rama de los indios taínos. Les enseñaron su poblado y unas cosas donde dormían a las que llamaban hamacas, término con el que se quedó para todo el mundo. Tras esto, hicieron algunos pequeños intercambios de objetos y poco más.

En los días siguientes, Colón y sus marineros recorrieron otras islas de las Bahamas, como Santa María de la Concepción, Fernandina, La Isabela, y finalmente llegaron hasta la isla de Cuba, que en aquel momento fue llamada Isla Juana. Allí Colón entró en contacto con los Guanahatabeyes, una sociedad bastante primitiva que se cree que pudieron haber sido los primeros habitantes de las Antillas, pero con el tiempo fueron arrinconados por la expansión de los taínos.

La expedición se bifurca

En este punto del viaje las expediciones de Colón y Martín Alonso Pinzón se separaron para explorar cada uno por su cuenta, no se sabe si por un enfado o qué. El caso es que mientras que Pinzón llegó hasta Jamaica, Colón arribó a una isla conocida como Quisqueya, a la que llamaron La Española. Actualmente la isla de La Española está formada por dos países: Haití y República Dominicana.

Fue en esta isla donde la nao Santa María quedó encallada el 25 de diciembre de 1492, quedando inservible. Colón usó sus restos para construir el Fuerte de La Navidad, considerado el primer poblado español en América. Allí se quedarían a vivir 39 españoles al mando de Diego de Arana.

Pronto empezaron los contactos con los taínos nativos de la isla, liderados por un cacique llamado Guacanagarix, que gobernaba sobre el Cacicazgo de Marién. Parece ser que le regaló algunos objetos de oro a Colón, y éste se alegró mazo. Quería oro con el que fardar a su vuelta.

A cambio del oro, Colón prometió protección a esta tribu contra su gran enemigo, un cacique rival llamado Caonabo, líder del Cacicazgo de Maguana, un grupo que parece que tenía costumbres antropófagas.

Aparte de las rivalidades entre los mismos taínos, existían otros enemigos más, los caribes o kalinagos, que habitaban sobre todo en las Antillas Menores y el norte sudamericano, y que solían hacer incursiones a territorio taíno en pequeñas embarcaciones.   

El mar Caribe se llama así por estos caribes. Y también de estos caribes viene el término “caníbal”, pues parece que esta tribu estaba constantemente depredando a los taínos para cazarles y comérselos. También se cuenta que secuestraban a niños taínos, les esclavizaban, los cebaban con los años, y cuando crecían del todo ya se los comían.

Otra curiosidad es que a todas estas islas del Caribe se las llama Antillas, y esto viene por el mito famoso de la isla Antilia.

Fuente: Wikimedia Commons

La vuelta a España de la expedición

Volviendo a la trama principal, Colón y Pinzón se reencontraron, y Pinzón le dijo que los nativos locales les habían regalado cosas de oro. Visto lo visto, el almirante decidió volver a España con las buenas noticias. Aunque no había encontrado Cipango, parece que iban por el buen camino.

Colón no pensaba que había llegado a la India, sino a un territorio muy cercano a esta, y por eso se las llamó Las Indias Occidentales, y a sus habitantes “indios”. Lo que Colón no sabía era que aquello era un continente completamente nuevo tanto para europeos como para asiáticos.

Durante la vuelta, las dos carabelas se separaron durante la travesía debido a una pedazo tormenta tremenda. La Pinta logró llegar hasta Bayona, en Galicia, en febrero de 1493 y la Niña, donde iba Colón, a pesar de casi hundirse por la tempestad, logró arribar a las Azores primero y luego a Lisboa. Juan II de Portugal le apresó, y hubo tensión por supuestamente haber violado el Tratado de Alcazovas, que impedía la expansión marítima de España hacia el sur. Pero no pasó nada y le dejaron libre.

Al final los dos barcos regresaron a Palos de la Frontera y Colón hizo el Voto Colombino en el Monasterio de Santa Clara por haber sobrevivido a las tempestades. Por cierto, Martín Alonso Pinzón murió poco después de haber llegado, de sífilis al parecer. Una enfermedad que haría caer a muchos españoles al chingar con las nativas.

Colón viajó a Barcelona, donde estaban los Reyes Católicos, y les contó toda la movida. Les enseñó objetos de oro de los nativos, papagayos, y también trajo consigo 10 taínos, dos de los cuales eran hijos de Guacanagarix y acabaron formando parte de la aristocracia española. Los reyes se alegraron del descubrimiento y concedieron a Colón multitud de dignidades, y hubo un fiestón.

La historia sigue en la colonización de América.