La conquista de México y Centroamérica

La siguiente historia tiene lugar entre el año 1521 y el 1535 d.C.

¡Un momento!

Antes de sumergirte en este contenido, sería genial echar un vistazo primero al material sobre Hernán Cortés. Te ayudará a entender mejor lo que viene a continuación.

LA CONQUISTA DE MÉXICO y CENTROAMÉRICA (1521-1535)

La guerra contra el Imperio Mexica había acabado. Hernán Cortés había conquistado Tenochtitlan. Ahora, en este capítulo, vamos a ver cómo fue el resto de la conquista del territorio que hoy conocemos como México. Y es que a veces parece que con la conquista del Imperio Azteca ya Cortés automáticamente conquistó todo México, pero eso es muy ciudad-de-mexico-céntrico. Aun hay mucho tema del que hablar.

Por cierto, hablando de Ciudad de México, así fue como Cortés renombró a Tenochtitlan, en honor a los mexicas, y al territorio continental lo llamó Nueva España, porque le recordó al clima de allí.

La ciudad tuvo que ser reconstruida porque había quedado muy hecha mierda durante el asedio. Fueron construyendo nuevos edificios al estilo renacentista europeo. Algunos de estos fueron construidos con las piedras de los templos, los cuales fueron desmontando poco a poco. Los españoles aprovechaban la piedra mientras muchos pueblos de la zona querían ver estos lugares destruidos, ya que para ellos era un símbolo de la opresión sistémica de los aztecas.

Hernán Cortés fue nombrado gobernador de Nueva España por el emperador Carlos, y Diego Velázquez tuvo que reconocerle como tal. Pronto Cortés se instaló en Coyoacán, y empezó a organizar la administración del lugar. De España llegaron tesoreros, contables, veedores y frailes, como Pedro de Gante o Toribio de Benavente, apodado Motolinía, encargados estos últimos de evangelizar a la población nativa. Aparte, el primer obispo del lugar fue Juan de Zumárraga, nombrado en 1528.

Gracias a su ayuda contra los mexicas, pueblos como los tlaxcaltecas y alguno más, como los purépechas, tuvieron bastantes privilegios, y no fueron ni sometidos ni encomendados, y quedaron libres bajo la protección de la Corona.

Realmente la Corona, con sus leyes, venía prohibiendo el tema de las Encomiendas, y Cortés tampoco era partidario de ellas, pero si no recompensaba de alguna forma a los que le habían ayudado en la conquista, habría rebeliones y movidas. Así pues, fue repartiendo señoríos tanto a conquistadores como a nobles indígenas aliados. Porque también recordemos que los españoles eran muy pocos, y necesitaban delegar en la élite indígena un montón de tareas.

Poco a poco se fueron introduciendo cultivos nuevos como la vid, el trigo o el azúcar, y también ganado, como cerdos y vacas.

En 1533 se fundó el Colegio de Santa Cruz en Tlatelolco, la primera institución de educación superior de América exclusivo para muchachos indígenas, aunque de la nobleza. Allí se estudiaba gramática, retórica, lógica, aritmética, geometría, astronomía, música, medicina y pintura. Y por supuesto, religión. Los profes eran franciscanos, y muchos aprendieron náhuatl para poder enseñar mejor. De aquí salió el filólogo Andrés de Olmos, famoso por publicar en 1547 la primera gramática náhuatl. La adaptaron al alfabeto latino y esta lengua se difundió bastante y tuvo mucha importancia en los virreinatos.

Por otro lado, sí que se crearon algunas escuelas abiertas para todos, independientemente de clase social o color de piel. Por ejemplo, Catalina de Bustamante está considerada la primera maestra de América, y creó una escuela en Texcoco solo para niñas indígenas.

La esposa de Cortés murió en 1522 durante una fiesta en su residencia de Coyoacán. Parece que de un ataque de asma o un ataque cardiaco, pues tenía una salud delicada; aunque pronto surgieron rumores de que Cortés la asesinó, pero realmente no se sabe qué ocurrió. Tras su muerte, Cortés siguió teniendo buena relación con la familia de ella.

Aparte, Hernán estuvo enrollado bastante tiempo con Malinche y tuvieron un hijo juntos: Martín Cortés, quien acabó siendo paje del rey Felipe II.

Ahora hablemos de los Tarascos de Michoacán, o mejor dicho, los Purépechas, liderados por su cazonci Tangáxoan Tzíntzicha. Habían sido el segundo imperio más grande de la región, enemigos acérrimos de los mexicas, y estaban contentos con la desaparición de estos.

Cristóbal de Olid llegó a Tzintzuntzan, la capital, y les propuso un tratado de amistad y estos juraron lealtad a la corona española. Gracias a su buena disposición, Cortés permitió a Tangáxoan seguir gobernando y bastante autonomía.

En la zona de Tuxtepec, actual Oaxaca, Pánfilo de Narváez había instalado una guarnición con algunos soldados y mujeres españolas. Las tribus de la zona, los chinantecas y los mazatecos, atacaron la guarnición y mataron a prácticamente todos.

Cortés envió un destacamento liderado por Gonzalo de Sandoval y, tras una breve guerra, sometió a estos nativos y quemó en la hoguera a sus líderes.

Luego Sandoval intentó que los zapotecas se rindieran de forma pacífica. No lo consiguió y hubo guerra, aunque poco después, los zapotecas se rindieron y solicitaron una alianza con los españoles para ir contra los pueblos mixes. Gracias a este pacto, la conquista de Oaxaca fue pan comido. En 1522, Pedro de Alvarado conquistó el Señorío de Tututepec y Francisco de Orozco fundó en la zona la villa de Tututepec.

Con Oaxaca pacificada, Sandoval atravesó el istmo de Tehuantepec y fundó en 1522 la Villa del Espíritu Santo, comenzando a colonizar lo que hoy es el estado de Veracruz.

El siguiente objetivo fue tomar el Señorío de Yopitzinco, en lo que hoy es el Estado de Guerrero. Los yopes fueron uno de los pocos pueblos que resistió la conquista azteca, y también se resistieron a los españoles.

Con el paso de los meses, los españoles dirigidos por Cristóbal de Olid y Juan Rodríguez de Villafuerte, tomaron el control de Zacatula, en Guerrero. Allí fundaron una villa que más tarde sería llamada Acapulco, que se convertiría en el puerto más importante que conectaba América con el continente asiático.

También Gonzalo de Sandoval logró someter al Reino de Colimán al vencer a su líder Colímotl. Allí Sandoval fundó la Villa de Colima. Esta región pasaría luego a llamarse Estado de Colima.

Desde aquí se procedió a la conquista de Jalisco, donde habitaban los caxcanes, de etnia chichimeca. Chichimeca en náhuatl significa bárbaro, y así eran considerados por los mexicas; indígenas nómadas que apenas conocían la agricultura y eran muy salvajes. A todo este territorio del norte se lo llamó la Gran Chichimeca.

En 1523, Cortés envió embajadores a la zona del río Pánuco, con ofertas de paz para los Huastecos, un pueblo que había sido desplazado y sometido en parte por los mexicas tiempo atrás. Sin embargo, los Huastecos mataron a todos los embajadores y Cortés les declaró la guerra.

Aunque los huastecos opusieron una gran resistencia a las tropas de Cortés, finalmente acabaron rindiéndose. En esa zona, Cortés fundó la villa de Santiesteban del Puerto, luego llamada Pánuco. Así, gran parte de lo que hoy es Veracruz quedó en poder español.

Los conquistadores intentaron ascender más al norte, pero al llegar al Río Grande de Santiago decidieron volver. De momento, no valía la pena adentrarse más en aquel territorio. El clima y la ferocidad de las tribus chichimecas impedían un avance efectivo por la zona.

En esta época se conformó el Reino de México, o Temixtitan, como una región dentro del virreinato colombino, a su vez dividida en las provincias de México, Puebla, Antequera o Oaxaca, Veracruz, Valladolid o Michoacán y Guerrero.

Mientras tanto, Cortés envió en 1523 a Pedro de Alvarado y a un destacamento de soldados españoles, cholultecas, tlaxcaltecas y mexicas hacia lo que hoy es Guatemala, región conocida en la época como Quauhtlemallan. Allí vivían los grupos mayas más poderosos y organizados. Alvarado firmó alianzas con varios de estos pueblos mayas como los cakchiqueles, los cuales le ayudaron a someter a otros pueblos enemigos como los zutuhiles, los panatacat, y mayas quichés, estos últimos liderados por Tecún-Umán.

Tras derrotarles en la Batalla de El Pinar, Alvarado, tomó el control de la capital quiché, Kumarkaj, o Utatlán… y en las cercanías de Iximché, capital de los cakchiqueles, fundó la villa de Santiago de los Caballeros de Guatemala, actual Tecpán de Guatemala. Pedro de Alvarado acabó siendo nombrado gobernador de Guatemala en 1527.

En 1522, el gobernador de Castilla del Oro, el temido Pedrarias Dávila, envió a Gil González Dávila a explorar zonas de Centroamérica. Recorrió la costa pacífica de lo que hoy es Costa Rica, y allí tuvo contacto con el Reino de Nicoya, cuyo centro político era Nicoya. El rey Nicoa les regaló objetos de oro y permitió que bautizaran a parte de la población.

Por cierto, unos dicen que el término Costa Rica viene porque Colón dijo que en aquel lugar había muchas riquezas. Otros dicen que viene de un término nativo, Cotaquerrique, un topónimo de la zona.

Los barcos, capitaneados por Andrés Niño, continuaron hacia el norte y llegaron hasta el Golfo de Fonseca, entre Nicaragua, Honduras y El Salvador.

Mientras tanto, Gil Dávila y sus hombres, por tierra, se toparon con el Reino de Nicarao, un poderoso reino centroamericano junto al Gran Lago de Nicaragua con capital en Nicaraocallí. Gil y el rey Niqueragua intercambiaron regalos, pero pronto llegó la tribu vecina de los chorotegas a molestar. Esta tribu, liderada por el cacique Diriangén, parece que estaba en guerra con todos sus vecinos, y empezaron a luchar contra los españoles hasta echarles de allí. Aunque no sin antes hacerse con un rico botín de oro y piedras preciosas.

Poco después, Francisco Hernández de Córdoba también viajó al territorio de Nicoya y fundó Villa de Bruselas, la primera población española en Costa Rica, cerca de la actual Puntarenas. Este tipo no es el mismo que exploró el Yucatán. Es que los dos se llaman igual.

Luego, Hernández de Córdoba, en Nicaragua, fundó Santiago de los Caballeros de León, a orillas del Lago Xolotlán, y Granada, a orillas del Lago Cocibolca, o Gran Lago de Nicaragua. Se le suele considerar el fundador de Nicaragua, ya que el territorio se conformó como provincia en esos años, y fue llamada así por Nicarao. Uno de los acompañantes de Córdoba fue Hernando de Soto, conquistador que será importante más adelante.

Al año siguiente, en 1524, Gil Dávila viajó a Las Hibueras, una región en la actual Honduras. Fue el primer español en intentar conquistar el lugar, y allí fundó la villa de San Gil de Buena Vista.

Poco después, Hernán Cortés se enteró de que en esa zona de Las Hibueras podía haber riquezas interesantes. Para disputarle la conquista a Gil Dávila, envió a su capitán Cristóbal de Olid con cinco naves y 400 españoles. Allí Olid apresó a Gil Dávila y fundó la villa de Triunfo de la Cruz. Sin embargo, pronto Cortés se enteró de que Olid estaba tramando contra él junto con el gobernador Velázquez.

El extremeño se enfadó mazo y envió a su primo Francisco de las Casas a pararle los pies a Olid, pero fue recibido a cañonazos y naufragó por una tormenta. Él y sus hombres acabaron arrestados por Olid.

Días después, Olid reunió a de las Casas y a Dávila, les liberó y les invitó a comer pensando que se habían pasado a su bando. Pero pronto se le rebelaron y Olid acabó arrestado y posteriormente ejecutado.

Aunque todo había salido bien, Cortés no sabía nada de esto. La impaciencia hizo que decidiera viajar él mismo a Las Hibueras, y aquel viaje fue un auténtico desastre. Por miedo a que Cuauhtémoc se le rebelara en Tenochtitlan, decidió que él y algunos nobles mexicas viajaran con él. Aparte de Malinchita, claro. Y Bernal Díaz del Castillo.

Pasaron por Veracruz, la villa del Espíritu Santo, y por Itzamkanac. Allí estuvieron varios días descansando en este asentamiento maya, cuyo cacique se llamaba Paxbolonacha. Se cuenta que Cuauhtémoc le pilló por banda y trató de convencerle de que matase a los españoles, pero Pax dijo que no y se lo contó a Cortés, y éste decidió ejecutar al último tlatoani colgándole de un árbol.

Bueno, técnicamente se siguieron eligiendo gobernadores mexicas un tiempo más, pero era mero postureo. Cortés nombró sucesor a Juan Velázquez Tlacotzin, pero murió enfermo durante esta expedición, por lo que a la vuelta fue nombrado Andrés de Tapia Motelchiuh, que era un mexica plebeyo que había ganado cierta fama como capitán y le había caído bien a Cortés.

El viaje continuó, pero fue durísimo, debido al intransitable camino selvático y a la climatología adversa. Cientos de ciénagas y pantanos impedían el paso de la numerosa expedición, y se dice que cada dos por tres tenían que parar para construir puentes con los árboles de la zona. A todo esto, habría que añadir mosquitos, enfermedades y emboscadas de nativos, los cuales practicaban la tierra quemada, es decir, que incendiaban sus propios poblados y huían a las montañas para que los exploradores no pudieran aprovisionarse de alimento.

Cerca de Tayasal, Cortés tuvo contacto con los mayas itzáes, liderados por el Halach Uinik Ah Canek. Cortés les dijo que se convirtieran al cristianismo. Éstos le dijeron que mejor no, y Cortés continuó su camino dejando solamente un caballo moribundo que Canek prometió cuidar.

Lo curioso de esta historia es que, un siglo después, cuando un grupo de misioneros llegó a esa zona, se encontraron a los descendientes de estos mayas adorando un caballo de madera y con el cráneo del caballo muerto conservado como objeto de culto.

Finalmente, tras un largo camino de pesadilla, la expedición llegó a las Hibueras, y total, para nada, porque Olid ya llevaba meses muerto. Eso sí, Francisco de las Casas fundó en la zona un pueblo llamado Trujillo, que luego se convertiría en un puerto muy importante. Otra villa que fundó Gil Dávila fue Natividad de Nuestra Señora, también llamada Puerto Cortés o Puerto Caballos, porque cuando desembarcó Cortés en barco, una tormenta lo hundió y murieron 17 de estos animales.

Pronto Cortés se fue de vuelta a México, y el gobernador de Honduras fue Diego López de Salcedo. Este tuvo un enfrentamiento gordo con Pedrarias Dávila, gobernador de Castilla del Oro.

Este Pedrarias Dávila envió a Francisco Hernández de Córdoba y a Hernando de Soto a internarse en lo que hoy es El Salvador, para quitarle terreno a Alvarado. Por su parte, Alvarado envió a su hermano Gonzalo de Alvarado y éste fundó allí la primera villa salvadoreña: Divino Salvador del Mundo, de ahí el nombre del país. Aunque el lugar fue incendiado por los nativos cuzcatlecos dos años después.

En 1526, Pedrarias se enteró de que Córdoba le había traicionado y se había hecho con el control de Nicaragua. El viejo fue para allá con un ejército y se cargó al traidor. Así, Pedrarias Dávila fue nombrado gobernador de Nicaragua de 1528 a 1531, que fue cuando murió. La ciudad capital, León, fue abandonada por la erupción del volcán Momotombo.

En 1526, Gonzalo de Alvarado fundó la villa de San Salvador, pero la tuvo que abandonar debido al ataque del Señorío de Cuzcatlán.

En 1528, Diego de Alvarado, un sobrino de los otros Alvarado, conquistó el Señorío de Cuzcatlán, una nación formada por nahuas pipiles en la zona salvadoreña, y refundó la villa de San Salvador, en lo que hoy es el sitio arqueológico de Ciudad Vieja. Los nativos fueron repartidos en las encomiendas, pero comenzaron una rebelión y ésta no fue controlada hasta 1540.

Mientras tanto, Luis Marín y Diego de Godoy luchaban en la región de Chiapas contra las tribus mayas de allí. Los zoques y los toztziles fueron los que ofrecieron mayor resistencia, pero al final acabaron rindiéndose. En 1528, Diego de Mazariegos se enfrentó a los chiapanecas, muchos de los cuales prefirieron arrojarse por el cañón de Tepetchía antes que rendirse. Al menos eso cuenta la leyenda. Tras esto, Diego fundó Villa Real de Chiapa, hoy Chiapa de Corzo… y San Cristóbal de Las Casas.  

La siguiente zona en caer bajo el poder español fue Tabasco. Durante años, los españoles estuvieron intentando recuperar el control de Santa María de la Victoria, cuya fundación vimos en el capítulo anterior. Esto no se consiguió hasta 1535, cuando Francisco de Montejo comandó una expedición a la zona acompañado por Francisco de Montejo el Mozo, un hijo ilegítimo suyo. Tras la pacificación del lugar, Montejo fue nombrado teniente de gobernador de Tabasco. De todas formas, la conquista completa de Tabasco no se consiguió hasta 1564, tras someter a los mayas cimatecos.

Francisco de Montejo había sido nombrado gobernador de Yucatán, así que fue a conquistar este territorio también. Se cuenta que visitó las ruinas de Chichén Itzá, pero pasó de ellas y continuaron abandonadas e ignoradas hasta el siglo XIX. La dureza del terreno y las emboscadas mayas le hicieron abandonar todos los intentos de conquista.

Y es que, la conquista completa de Yucatán no acabó hasta 1697, ya que en la zona del Petén resistieron un grupo de mayas en la ciudad de Tayasal.

En Honduras, tras Salcedo, fue nombrado gobernador Andrés de Cereceda, pero las constantes quejas de los colonos hicieron que Pedro de Alvarado le comprara la gobernación en 1536, y parece que con él la situación se tranquilizó bastante. Fundó villas como San Pedro de Sula o Gracias a Dios, pero no fue tarea fácil.

Por el camino tuvo que enfrentarse a una revuelta de nativos lenca dirigidos por el cacique Lempira. Este tipo logró reunir a una fuerza de unos 30.000 guerreros, mientras que los españoles solo eran 80, a los que habría que sumar 4000 aliados nativos guatemaltecos. No se sabe bien cómo, pero al final los españoles lograron cargarse a Lempira en 1537.

Con esto se consolidó el dominio español sobre Centroamérica. En 1542, gran parte de Centroamérica (Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y parte de Chiapas) sería integrado dentro de la Capitanía General de Guatemala.

Ahora retrocedamos un poco en el tiempo, porque tenemos que hablar de América del Norte. Se cuenta que, en 1521, un explorador llamado Francisco Gordillo llegó a Florida y nombró una región como Cabo Cañaveral, porque encontró muchas cañas de azúcar. Ahora allí se lanzan cohetes de la NASA. Luego Gordillo ascendió hasta lo que hoy es Carolina del Norte.

Dos años después llegaría otro explorador de nombre Lucas Vázquez de Ayllón. Buscando un paso más corto hacia la Especiería, exploró las costas de lo que hoy son los estados de Virginia y Carolina del Norte, 100 años antes de la llegada del Mayflower. En 1526 trató de colonizar el lugar, y fundó San Miguel de Guadalupe, en la actual Bahía de Chesapeake (chesapik), considerada la primera ciudad europea de lo que hoy son los Estados Unidos, aunque duró solo unos meses debido al frío invierno y al ataque de los nativos. Ayllón palmó, y los supervivientes se volvieron a La Española.

En junio de 1527 tuvo lugar la fallida expedición de Pánfilo de Narváez a Florida. El emperador le seleccionó como gobernador de la Florida, pero tendría que conquistar el lugar para reclamarlo, así que reunió una flota de 5 navíos en Sanlúcar de Barrameda y partió hacia allí. El segundo al mando sería Alvar Núñez Cabeza de Vaca, el personaje protagonista de esta historia. Otro personaje importante sería Estebanico, un esclavo marroquí.

En Cuba, un potente huracán destruyó dos de los barcos, y la expedición se pospuso unos meses. Tras hacerse con un nuevo barco y un bergantín, y partieron hacia la Florida.

En 1528 la expedición se plantó en la Bahía de Tampa. Cerca de allí encontraron un poblado de nativos tocobaga, quienes indicaron a los conquistadores que podrían encontrar oro más al norte, en la Provincia de Apalache. También encontraron cajas de mercaderes de Castilla, con algunos cadáveres dentro. Mal augurio, desde luego.

Narváez dividió la expedición. 300 hombres (entre los que estaban Narváez y Cabeza de Vaca) marcharían por tierra mientras 100 lo harían en barcos, y se reunirían más al norte. Los que fueron por tierra casi murieron de inanición, y para poder comer tuvieron que invadir una aldea india y robarles el maíz.

Uno de los españoles, Juan Ortiz, fue capturado por los tocobaga y acabó esclavizado. No sería rescatado hasta 12 años después, por la expedición de Hernando de Soto.

Para empeorar las cosas, los barcos se habían marchado, por lo que todos los que se quedaron en tierra estaban solos ante el peligro.

Cerca de la región de Apalache, los exploradores se encontraron con los indios Timucuas. Narvaez habló con Dulchanchelin, el jefe de la tribu, y le contó que iban en busca de los Apalaches. El timucua dijo que genial. Resulta que se llevaban fatal con esa tribu, eran sus enemigos más acérrimos. Les indicaron por dónde tenían que ir, pero a la mañana siguiente, cuando los españoles despertaron, se encontraron su pueblo vacío. No se sabe por qué.

En junio de 1528, la expedición llegó hasta un pueblo que pertenecía a los Apalaches. Lo ocuparon por las armas y pillaron todo el maíz que pudieron. Pronto comenzaron a recibir ataques de los apalaches, y los españoles huyeron de allí con algunos prisioneros. Estos les contaron que los indios autes tenían mucha comida, así que fueron hacia su poblado, que estaba cerca de la costa.

Sin embargo, cuando estaban atravesando un pantano, los españoles fueron atacados con una lluvia de flechas. Tras una ardua caminata, los supervivientes llegaron hasta el poblado aute, pero el lugar había sido quemado y abandonado. Algo de comida pudieron pillar, eso sí.

En las semanas siguientes, los 240 supervivientes decidieron huir construyendo barcas con los árboles del lugar. También se tuvieron que comer a los caballos, y en su honor llamaron a aquel lugar Bahía de los Caballos.

Tras construir cinco barquitos se hicieron a la mar en septiembre de 1528, con el objetivo de llegar a Nueva España. Iban unos 50 en cada balsa. Con las velas y los remos lograron ir bordeando la costa de lo que hoy es el sur de los Estados Unidos. Sin embargo, la fuerte corriente del río Misisipi les arrastró mar adentro, y las tormentas, el hambre y la sed redujeron la expedición a 80 supervivientes. Uno de los que murió fue Narváez. 

Un huracán hizo que el barco en el que iba Cabeza de Vaca acabara encallado en lo que hoy es Galveston, en Texas. Aquí solo quedaron 15 supervivientes, que fueron acogidos por los indios Carancaguas, que vivían en esa zona. Luego les esclavizaron y les repartieron entre varias familias.

Cabeza vivió seis años como esclavo aprendiendo la cultura del mimbre y la cultura de aquella tribu. Contaba que le daban palizas diarias, apenas le daban de comer, y que su vida era un infierno, pero gracias a sus conocimientos de medicina europea logró salvar la vida al hijo de un cacique, y en agradecimiento lo liberaron.

Cabeza trabajó como mercader entre las tribus de la zona, intercambiando conchas marinas por pieles y sílex. Un buen día, por pura casualidad, se encontró con antiguos compañeros suyos: Alonso del Castillo, Andrés Dorantes y Estebanico. Los cuatro hablaron y decidieron intentar llegar a Ciudad de México andando.

Llegaron a la zona de las grandes llanuras, y entraron en contacto con tribus como los siux y los comanches. Además, también vieron búfalos, unos animales que les impresionaron mucho. Incluso llegaron a ver las ruinas de pueblos grandes, como Paquimé.

Por el camino ganaron fama de buenos curanderos, y se ganaron el respeto de muchas tribus indígenas. Tanto fue así que se convirtieron como en un fenómeno de masas, y muchísimos indígenas de aquellas regiones viajaban para darles regalos y pedirles curaciones milagrosas.

Tras una larga travesía, finalmente, en julio de 1536, tras casi una década perdidos, lograron llegar a Culiacán, una población del Virreinato de Nueva España. Fueron rescatados y estos personajes aún vivirían más aventuras, pero las veremos más adelante.

Retomemos la historia de Hernán Cortés. Tras su vuelta a Ciudad de México vio cómo los tipos que había dejado en el poder se habían peleado entre ellos y también habían quitado poder a sus partidarios. Ante el vacío de poder, un grupo de españoles decidió intrigar para hacerse con el gobierno de Nueva España.

Ahora entra en esta historia Nuño Beltrán de Guzmán, un tipo que había sido gobernador de Pánuco hacia 1525. Se encontró gobernando una tierra semi-vacía y poco rica, pero sus ansias de riqueza y poder le llevaron a traficar con esclavos nativos desde el puerto de Santiesteban.

Pues bien, en 1528, este Nuño de Guzmán fue nombrado gobernante de la primera Real Audiencia de México y capitán general de la Nueva España. Así, este tipo se convirtió en el enemigo nº1 de Hernán Cortés. Fijaos si se llevaban mal, que Guzmán arrestó a Pedro de Alvarado solo por hablar bien del extremeño.

Hernán Cortés había sido suspendido de todas sus funciones. Por ello viajó en 1528 a España para reclamar lo que era suyo. El emperador Carlos no le dio lo que pedía, se quedó sin el poder efectivo de Nueva España, pero a cambio fue recompensando con un gran latifundio, el Marquesado del Valle de Oaxaca, que comprendía diferentes territorios del centro y sur de México.

Es famoso el Palacio de Hernán Cortés en Cuernavaca, en Morelos, donde se instaló a partir de 1531. O los astilleros de Tehuantepec, que fue importantísimo durante décadas.

También el conquistador financió personalmente la construcción del primer hospital de México, el Hospital de la Purísima Concepción y Jesús Nazareno, también conocido como Hospital de Jesús, que sigue activo a día de hoy. El propio Cortés ordenó que se atendiera a españoles y nativos sin distinción. A su lado está la Iglesia de Jesús Nazareno, donde fue enterrado temporalmente este conquistador. En los siguientes años se siguieron construyendo hospitales por toda la América conquistada.  

Tras esto, Hernán volvió a casarse, esta vez con la noble Juana Ramírez de Arellano y Zúñiga, con la que tuvo seis hijos. En esa misma época, Cortés acababa de tener una hija, Leonor Cortés, con una de las hijas de Moctezuma II.

Y diréis. ¿Qué pasó con Malinche? Cortés aseguró su bienestar económico entregándole tierras y sirvientes, concretamente las encomiendas de Huilotlán y de Tetiquipac, y la casó con uno de sus lugartenientes de confianza: Juan de Jaramillo. Disfrutó de una buena posición social, y más allá de esto, poco más se sabe de ella. Bueno, como curiosidad, se cuenta que se reencontró con sus familiares que la habían vendido como esclava, y les perdonó y les dio riquezas.

Mientras tanto, Nuño de Guzmán la liaba parda. ¿Recordáis que Cortés firmó un pacto de amistad con los purépechas de Michoacán? Pues Nuño se lo cargó en 1529 al asesinar al líder de este pueblo, Tangáxoan. Esto provocó el levantamiento de los purépechas. El mito cuenta que la hija del cacique, la princesa Eréndira Ikikunari lideró la resistencia durante los siguientes años. Sería el obispo de Michoacán Vasco de Quiroga, conocido como Tata Vasco, quien calmaría los ánimos y quien se ganaría la amistad de los nativos. Y procedería a su evangelización.

En los siguientes años, Nuño emprendió por su cuenta y sin permiso de la Corona, campañas militares contra las tribus chichimecas del norte: pames, guamares, tecuexes, caxcanes, guachichiles, zacatecos o tepecanos. Los más temibles fueron los guachichiles. Eran extremadamente violentos, iban casi desnudos y se pintaban con pinturas de guerra roja. Empalaban a sus enemigos y esclavizaban a otras poblaciones de alrededor.

Nuño, junto a un ejército de 500 españoles y 20.000 nativos del valle, fue conquistando zonas de los actuales estados de Nayarit, Jalisco, Colima, Aguascalientes, Sinaloa, Zacatecas, San Luis Potosí y Durango. A los que no se sometían por las buenas les destrozaba el poblado.

Una vez con gran parte del territorio conquistado, en 1531 fundó el Reino de Nueva Galicia, que estaría dentro de Nueva España. La capital sería Guadalajara, en el estado de Jalisco, llamada así por ser el lugar de nacimiento de Nuño. Además, también fundó ciudades como Culiacán, Mazatlán, Tepic y Ciudad Valles.

La cosa es que la crueldad de Nuño hizo que muchos nativos que estaban en paz con los españoles se levantaran contra él, y Nuño tuvo que someterlos con su brutalidad característica. Todos sus abusos provocaron protestas tanto de españoles novohispanos como de nativos, y acabó denunciado a la corona por, entre otros, el obispo Juan de Zumárraga.

Tras una investigación y un juicio, Nuño de Guzmán fue declarado culpable y llevado preso a España. Murió en 1558 encarcelado en el Castillo de Torrejón de Velasco.

El emperador le había dicho a Cortés que, si encontraba nuevas tierras, le daría su control. Así pues, en 1532, Hernán Cortés organizó una expedición al mando de su primo Diego Hurtado de Mendoza. Su objetivo era explorar hacia el norte el litoral pacífico, pero la mitad se volvieron con las manos vacías y de la otra mitad nunca más se supo. Todo apunta a que el barco de Mendoza naufragó en algún punto de la costa de Sinaloa y murieron todos los tripulantes.

Cortés envió una segunda expedición en 1533, liderada por Diego de Becerra y Hernando de Grijalva, capitanes de la Concepción y la San Lázaro respectivamente. La San Lázaro llegó hasta las Islas Revillagigedo y luego se volvió, mientras en la Concepción, el navegante Fortún Jiménez se amotinó y mató al capitán mientras dormía. Convertido en una especie de pirata del Pacífico, Fortún siguió explorando la zona y llegó hasta la península de Baja California.

Allí él y los suyos se encontraron con nativos que iban desnudos, y la tripulación se dedicó a abusar de las mujeres y a extraer perlas de los moluscos de la bahía. Todo esto provocó que los nativos pericúes les atacaran y mataran a varios de los marineros, incluido a Fortún. Los pocos supervivientes lograron huir en el barco y llegar hasta lo que hoy es Jalisco, donde fueron arrestados por Nuño de Guzmán. Este tipo, además, requisó el barco a Cortés, ya que era suyo.

Las expediciones de Cortés estaban fracasando, pero aún así envió una tercera. Envió tres barcos a Chametla, en lo que hoy es Sinaloa, y un ejército de tierra comandado por él, y desafió a Nuño pasando por su territorio. Aún así, parece que, en la ciudad de Compostela, Nuño acogió a Cortés durante varios días en su casa, no porque ahora fueran amigos, sino porque Cortés tenía más soldados.

Luego, más al norte, la expedición se reunió, y en 1535 Cortés llegó hasta la Bahía de Santa Cruz, en la Paz, en la península de Baja California. Allí se fundó una colonia a la que llamaron Santa Cruz, y quedó a cargo de Francisco de Ulloa. El problema es que aquel lugar era estéril, no había nada y encima los nativos eran hostiles. Todos querían volverse a su casa, y eso hicieron.

Otro nuevo fracaso para Cortés. Pero aún así todavía patrocinaría un último viaje en 1539, esta vez liderado por Francisco de Ulloa. Pasaron por Santa Cruz, navegaron el Golfo de California, y llegaron hasta la desembocadura del río Colorado, llamado así por el lodo rojizo que dejaba en las riberas. La desembocadura también fue bautizada como Ancón de San Andrés. Al Golfo de California también se le conoce como Mar Bermejo o Mar de Cortés.

Antes de esto, se pensaba que el lugar era una isla, a la que llamaron California. Este nombre viene por un lugar imaginario mencionado en una novela de caballerías publicada en 1510 titulada Las Sergas de Esplandián, de Garci Rodríguez de Montalvo. En ella se contaba que era gobernada por una reina negra rollo amazona llamada Calafia, donde no había hombres, sus armas eran todas de oro y existían criaturas como grifos.

Luego la expedición de Ulloa dobló el Cabo de San Lucas e ingresaron en el Océano Pacífico. Pasaron por la Bahía Magdalena, la Isla de Cedros, y después de eso nunca más se supo de Ulloa y la expedición. Tras una última carta, desaparecieron sin dejar ni rastro en 1540.  

Por cierto, el 17 de abril de 1535, se creó oficialmente el Virreinato de Nueva España. Su primer virrey sería Antonio de Mendoza, quien también fue gobernador, capitán general y presidente de la Real Audiencia de México. La historia de este Virreinato la conoceremos en un futuro capítulo.

En 1541, Hernán Cortés regresó a España junto a su hijo Martín. Era famoso y rico, pero sus reclamaciones sobre Nueva España no avanzaban. Participó en la Jornada de Argel contra Barbarroja y su nido de piratas, pero el emperador seguía sin hacerle casito. Sus últimos años de vida las dedico a tertulias literarias y poco más. Falleció 6 años después, en 1547, con 61 años, en la Casa Palacio de su amigo Alonso Rodríguez, en Castilleja de la Cuesta, en Sevilla, donde Cortés residía. Actualmente, los restos de Hernán Cortés están en la Iglesia de Jesús Nazareno en Ciudad de México.