En este canal ya conocimos en detalle cómo fue la conquista de América, pasando por personajes como Cristóbal Colón, Hernán Cortés o Francisco Pizarro. Podéis ver todo esto en esta serie de 9 vídeos o todos juntos en este recopilatorio.
Ahora vamos a continuar con la historia Virreinal de América, y vamos a conocer qué pasó desde la creación de los Virreinatos de Nueva España y del Perú hasta las Independencias.
En este capítulo no vamos a avanzar en la historia, sino que me voy a centrar en explicar algo fundamental, que es el funcionamiento de los virreinatos. Empecemos con la organización político-administrativa.
POLÍTICA Y ADMINISTRACIÓN DE LOS VIRREINATOS DE AMÉRICA
Dentro de esta jerarquía, el rey tenía la autoridad suprema y tomaba todas las decisiones concernientes al gobierno de América. Primero fueron los Reyes Católicos, y luego llegaron los Austrias, o los Habsburgo: el emperador Carlos, Felipe II… hasta el 1700 que son sustituidos por los Borbones, quienes marcaron el último siglo de los virreinatos. Lo iremos viendo.
Este rey tenía un consejo dedicado específicamente a tratar temas relacionados con los virreinatos, y ese fue el Consejo de Indias. Fue creado en 1524 y su primer presidente fue el obispo García de Loaysa, elegido por el rey, ya que era su confesor y persona de muy alta confianza. Luego había un secretario, un fiscal, un abogado, un gran canciller… Cargos diferentes que fueron variando con el tiempo, y que se dedicaban a la buena gobernación del Nuevo Mundo.
Sus miembros se dedicaban a elaborar leyes, y también actuaba como tribunal de apelación cuando había movidas entre altos funcionarios en los virreinatos.
Por otro lado, también estaba la Casa de Contratación de Sevilla, creada en 1503 por los Reyes Católicos. Esta institución regulaba el comercio entre España y América. Aquí se contrataban barcos, se organizaban los viajes, se emitían licencias de embarque, se formaban pilotos, navegantes, cosmógrafos… se hacían controles de pasajeros y mercancías, se resolvían pleitos comerciales etc. Todo esto se registraba en informes que eran guardados en el Archivo General de Indias, construido en 1572.
Navegantes y comerciantes tenían que pagar la avería, es decir, una especie de seguro marítimo que cobraba el rey por si se hundía el barco o alguna mercancía valiosa.
Esta sede de Sevilla, más adelante, se trasladaría a Cádiz.
Estas instituciones que hemos visto estaban en España, mientras que en América, quien gobernaba era el Virrey. Esta figura era como un delegado del rey en América. De hecho, era investido por él, y dirigía la política y la economía en el virreinato asignado. El cargo siempre recayó en personas muy cercanas al monarca, de su confianza, y casi siempre de grandes familias nobiliarias. Prácticamente todos fueron peninsulares, y más concretamente del Reino de Castilla. Solo en 4 ocasiones, los virreyes fueron criollos; eso sin contar algunos religiosos que fueron virreyes interinos.
Los virreyes nombraban funcionarios que estaban por debajo de él, promulgaba provisiones, ordenanzas y bandos… otorgaba tiendas y encomiendas, velaba por el buen trato al indio y conservaba la moral pública.
También controlaba la Real Hacienda, que se encargaba de llevar la cuenta de los impuestos, fijar estos tributos, y en general, de la economía.
Los tesoreros recibían los ingresos y hacían los pagos; los contadores o contables llevaban registro de los movimientos; los factores controlaban la venta y distribución de las mercancías del rey; y el veedor se encargaba de recaudar el quinto real, es decir, la parte de lo recaudado que iba para los reyes, generalmente de la explotación minera.
Impuestos había unos cuantos. El Almojarifazgo gravaba el transporte de mercancías al Nuevo Mundo, y era de entre el 7,5 y el 15%, y luego fue sustituido por el palmeo, que grababa el espacio que ocupaba una mercancía en el barco, medido en palmos. La Alcabala era un impuesto de compraventa del 2%, algo similar al IVA. La Composición de Tierras fue el impuesto sobre las tierras. El Diezmo Eclesiástico sobre las propiedades de la Iglesia. El Tributo Indígena era un impuesto a los indígenas varones de entre 25 y 55 años (o 18 en el caso de Perú), quienes tenían que pagar una cantidad fija de productos agrícolas o bienes manufacturados, o metales preciosos, o también podía ser un pago en metálico, y era entre 5 y 8 pesos anuales. Los caciques y nobles indígenas estaban exentos.
Y había muchos impuestos más, pero esos fueron los más importantes. Y por supuesto, tantos gravámenes acabaron fomentando el fraude: modificar los registros de carga de los barcos, descargando parte de la carga en playas españolas simulando una avería, sobornando funcionarios de aduanas, contratando contrabandistas que transportaban productos a la costa a cambio de un porcentaje… Muy picaresco todo.
La Real Hacienda distribuía todo el dinerito entre las 48 cajas que existían en América, donde se custodiaba para que los funcionarios pagasen a quien tuviesen que pagar. Estas cajas eran protegidas con tres llaves, una por oficial, y para abrirla tenían que estar todos presentes. Por otro lado, las comunidades indígenas tenían su propia caja, y parte de la recaudación iba para ellas, y eran administradas por un cacique de confianza o por algún funcionario.
Hacia 1600 se crearon Tribunales de Cuentas para velar por el correcto funcionamiento del sistema, y vigilar que nadie se quedase unas moneditas.
Por lo general, los virreyes eran elegidos cada 3 o cada 6 años, aunque su mandado podía ser prorrogado por el rey. Y muchas veces, el virrey de Nueva España acababa como virrey del Perú, que era algo visto como un ascenso, ya que el Perú era más rico.
Ah, y cuando terminaban su cargo, todos los funcionarios (virrey incluido) tenían que pasar por un Juicio de Residencia. Esto era un procedimiento judicial que revisaba todas sus actuaciones y se dirimía si había gobernado bien o mal. El juez era, por lo general, la persona que venía a sustituirle. Las sanciones por mal gobierno podían ir desde pagar una multa, a no volver a tener un cargo, y hasta ir a la cárcel unos añitos.
Y es que, el rey tenía una figura en la corte virreinal conocida como veedor, un inspector que velaba porque el virrey y otros cargos cumplieran las órdenes que les daban desde España, y si cometían abusos y demás. Y como ya dije, que controlaba que llegase el quinto real.
Aparte del virrey estaban las Audiencias, que eran tribunales civiles que tenían el poder judicial. Estaban formadas por un presidente y diversos jueces, conocidos como oidores. Aparte de los fiscales, alguaciles, intérpretes, protectores de indios… Estos últimos actuaban como una especie de abogado de oficio para nativos pobres que quisieran querellarse contra su encomendero, contra algún funcionario, o contra cualquier persona en general.
Muchas veces el propio virrey era nombrado presidente de una real audiencia, o también gobernador de la zona donde gobernaban, o capitán general, que le daba control de las tropas. De todas formas, el virrey no tenía voto en la audiencia, pero sí podía ratificar las sentencias. También sus jurisdicciones podían coincidir con las divisiones político-administrativas o no, son dos cosas completamente diferentes.
La primera Real Audiencia fue la de Santo Domingo. Y luego se crearon la de México, la de Panamá, la de Lima, la de Guatemala, la de Nueva Galicia, la de Santafé de Bogotá, Charcas, Quito, Concepción y la de Manila. Más tarde se crearon las de Chile, Buenos Aires, Caracas, Cuzco y La Habana.
Estas se dividirían en 3 tipos: las audiencias virreinales, presididas por el mismo virrey (Mexico y Lima)… las pretoriales, regidas por un gobernador… y las subordinadas, cuyo presidente no tenía a ningún alto cargo.
Por debajo del virrey también estaban los Gobernadores territoriales, que administraban las diferentes provincias o subdivisiones políticas de los virreinatos, las cuales, como ya dije, podían coincidir o no con la jurisdicción de las Reales Audiencias, ojo.
Estos gobernadores podían otorgar encomiendas, atender el desarrollo de obras públicas, fomentar el desarrollo económico de su provincia…
Finalmente, cada gobernación era dividida en pequeños municipios o villas, cuyo centro de poder era el Cabildo, o ayuntamiento. Y estaba compuesto por alcaldes. Esto en Nueva España, porque en Perú fueron más habituales los Corregidores, pero es parecido.
Estos se dedicaban a resolver pequeñas disputas o problemas que surgían en su ciudad o pueblo. Tenían que asegurar el abastecimiento de agua y alimentos, y también perseguir a los criminales y delincuentes que alteraban el orden público. Y también tenían que impedir que los encomenderos o caciques indios abusaran de su autoridad sobre la población nativa que tenían bajo su control.
Las ordenanzas municipales de los cabildos tenían que ser aprobadas por el virrey. Su cargo duraba un año desde el 1 de enero.
Mucha parte del dinero de América se gastaba en pagar soldados y en construir fortificaciones, que en muchas ocasiones eran destruidas por los nativos no conquistados o por los piratas ingleses o neerlandeses.
Dentro del Consejo de Indias existía la Junta de Guerra, que se dedicó a administrar la financiación militar.
Las zonas más calientes eran las que aun estaban por conquistar, las zonas fronterizas, que fueron conocidas como Capitanías Generales, y cuyo máximo líder era un capitán general, que actuaba como gobernador.
Bajo él estaban los Tenientes Generales, los Capitanes y los alcaldes de Fortaleza.
Prácticamente no existieron ejércitos regulares en América, y en caso de guerra, eran los encomenderos quienes tenían que presentarse a filas para ser soldados. Esto iría variando con el tiempo, obviamente.
Aparte de que la gran mayoría de los ejércitos españoles estaba compuesto por nativos aliados que gozaban de privilegios, siendo los más conocidos, los guerreros tlascaltecas, quienes acabarían luchando contra samuráis en el Pacífico. Ya lo veremos.
En el Perú fueron famosos los Cañaris, quienes se convirtieron en el brazo armado de la justicia en zonas como Cuzco, siendo los servidores del corregidor, custodiando la sala del Cabildo en sesión, la armería de la fortaleza y acompañando en las rondas a los alguaciles entre otras funciones.
En el mar se creó una armada para proteger el tránsito de galeones por el Atlántico y por el Pacífico. La Armada de Barlovento actuaba en el Caribe y la Armada del Sur en la Costa Pacífica.
En 1547, el emperador Carlos creó los tres primeros arzobispados de América: el de Santo Domingo, el de México y el de Lima. Veinte años después creó el de Santafé de Bogotá.
Aquí es importante hablar de Patronato Regio Indiano, un permiso del papa de Roma a los reyes de la Monarquía Hispánica para elegir directamente cargos vinculados a la iglesia católica. A cambio, los monarcas se comprometían a construir iglesias y evangelizar el nuevo mundo. Los reyes abusaron bastante de este poder, y lógicamente al papa no le hizo nada de gracia, pero al final, los monarcas hispánicos hicieron lo que les dio la gana en América en el tema eclesiástico.
Las órdenes religiosas más comunes en América fueron los franciscanos, los dominicos, los agustinos, los mercedarios y los jesuitas. Estos últimos fueron famosos por crear misiones en lugares muy remotos.
ORGANIZACIÓN SOCIAL DE LOS VIRREINATOS DE AMÉRICA
Ahora toca hablar de la organización social de los virreinatos.
Como ya conté, podemos dividir a la población en peninsulares (blancos europeos venidos de España, llamados por los locales como Gachupines o Chapetones)… en criollos (hijos de españoles pero nacidos en América)… nativos americanos o amerindios… mestizos (hijos de españoles con nativas)… negros africanos… mulatos (hijos entre blancos y negros)… y zambos (hijos entre nativos y negros).
Los blancos peninsulares que llegaron a América eran nobles de segunda o gente más o menos pobre sin posibilidades de una mejor vida en España. Vieron en viajar a América una oportunidad de conseguir revertir su situación.
Sin embargo, no todos tuvieron acceso a las tierras recién conquistadas. La encomienda fue un privilegio otorgado solo a una minoría, los beneméritos. Sin embargo, con la emigración de nuevos españoles y los matrimonios con los hijos de estos, se fue creando una oligarquía que pronto accedió al control de alcaldías y puestos de importancia, esos fueron los criollos.
La gran mayoría provenía sobre todo de Andalucía o Extremadura, de ahí que el español latino tenga muchas similitudes con el acento del sur de España. Aunque también vamos a ver que hubo muchísimos vascos, vizcaínos y guipuzcoanos, sobre todo, ya que eran muy buenos marineros.
El mestizaje fue algo bastante común, ya que los conquistadores y colonos españoles que llegaban a América eran el 90% hombres. Muchos caciques indígenas ofrecían a sus hijas para que se casaran con estos conquistadores y tuvieran hijos con ellos, para así formalizar alianzas. Esto dio lugar a los mestizos, quienes para finales del siglo 18 ya eran más de 1/3 del total de la población virreinal, solo superados por los nativos.
Los nativos o indios, como ya conté, fueron en gran parte sometidos al régimen de la encomienda. Los antiguos modos de organización comunitaria fueron desmantelados progresivamente en favor de un único ordenamiento jurídico, mientras que los antiguos curacas o caciques, se convirtieron en intermediarios de los españoles, conservando bastantes privilegios a cambio de mantener el orden y control sobre sus poblaciones vasallas.
Esta nobleza indiana aliada de los españoles fue educada en colegios especiales, y podían aspirar a ser hidalgos, llevar armas y también estaban exentos de impuestos.
Esta nobleza indígena era educada en escuelas especiales, donde se les enseñaba el trívium y el cuadrivium, es decir, gramática, dialéctica, retórica, aritmética, geometría, astronomía, música… también se les educaba en clásicos de la literatura e incluso cosas de su propia cultura, y hablaban sin problemas en lenguas propias como el quechua y el náhuatl. En resumen, que esta gente contó con una educación equiparable a la de un noble español.
Estos indios fueron excluidos de los cargos públicos fuera de sus comunidades, y también de la carrera eclesiástica. Aunque claro, en la práctica, ante la escasez de españoles, sí que hubo indios que alcanzaron puestos religiosos de importancia, como en las parroquias indígenas, y lo mismo con cargos públicos, especialmente en las zonas menos pobladas.
A partir del siglo 17, muchos religiosos crearon misiones en regiones aisladas, para congregar a nativos tanto de los desiertos del norte de México, como de la selva peruana y paraguaya. Se trataron de utopías aislacionistas donde las órdenes religiosas llevaban a cabo su labor religiosa sin apenas contacto con otros colonos o autoridades españolas.
Los nativos no estaban excluidos de la educación universitaria. Hubo muchos indios que hicieron carreras, ya que la mayoría de estas universidades no estaban reservadas solo a ricos o a blancos. Si en las escuelas veían que había niños nativos aplicados, se les podía pasar a estudiar una educación superior.
Finalmente tendríamos a los esclavos negros. Estos fueron comprados por los portugueses a los reinos subsaharianos y revendidos a España, quienes los enviaba en barco a los lugares donde el declive poblacional había sido mayor, como las Antillas, y también a las costas de Venezuela.
En Venezuela la gran mayoría de africanos fueron puestos a trabajar en las minas, pero en Cuba destacaron como trabajadores en las Haciendas, sobre todo en las plantaciones de caña de azúcar. En muchos casos vivían en barracones en condiciones precarias y obtenían alimentos a través de los conucos, pequeños huertos para ellos.
Para estos esclavos existía la manumisión, es decir, que podían comprar su libertad pagando una cuantía a su dueño. En otros casos, era el mismo dueño quien le liberaba pasado un tiempo. Según la ley, la esclavitud no duraba toda la vida, pero muchas veces el hacendado trataba de retener a los esclavos por más tiempo. Algo que era perseguido.
Hubo también casos en los que los esclavos denunciaban a las autoridades malos tratos por parte de sus dueños, y como pena, estos eran obligados a liberarles.
Otra forma de acabar libres era sirviendo de forma temporal entre los ejércitos de los conquistadores. Ya conté que hubo algunos contingentes famosos compuesto solo por personas africanas, los llamados batallones de morenos. Algunos de estos soldados llegaron a tener bastante riqueza. Por ejemplo, Juan Garrido ayudó a Cortés en la conquista de México, y luego obtuvo una rica encomienda con esclavos negros bajo su cargo.
En resumen, hablar de un sistema de castas en los virreinatos es bastante absurdo. La Corona fomentaba los matrimonios mixtos y el mestizaje, que estaba bastante extendido, y no eran estamentos inamovibles. Todo lo contrario, había mucha movilidad social.
Lo que de verdad generaba discriminación en esta sociedad virreinal era la clase social, la riqueza, y no tanto el color de piel. Como mucho, en los círculos aristocráticos criollos sí que se valoraba y se tenía en cuenta cierta filiación étnica, no tanto por el color de piel sino cosas como su origen familiar, si sus padres eran de la península, si descendía de nobles, de conquistadores, del prestigio en su oficio, y cosas así.
Blancos pobres e indios pobres estaban en la misma escala social. Y como en todas las sociedades de la época, en los virreinatos existían muchas desigualdades. Entre los ricos es verdad que predominaban los blancos criollos, pero también muchos indígenas y negros se enriquecieron montando negocios y comerciando. Puede que la gran mayoría no fueran mega-ricos, pero desde luego tuvieron una posición envidiable no solo para muchos blancos de América, sino también para muchos españoles pobres de la península, como bien decía Humboldt en sus libros sobre Nueva España. Dejaré varias citas de este señor al final del capítulo.
Muchas veces la línea entre razas era algo muy difuso. Algunos mestizos podían hacerse pasar por criollos para ganar más aceptación social de la aristocracia. Y algunos blancos eran capaces de hacerse pasar por mestizos para evitar que el tribunal de la Inquisición les investigara. O como contaré más adelante, un andaluz se hizo pasar por un rey inca durante varios años.
Durante los primeros años de conquista, gracias al Régimen de la Encomienda, el encomendero pudo someter a los indios bajo su cargo… a trabajos forzosos y de forma no retribuida.
A partir de más o menos el año 1550, se puso más de moda el Régimen de los Repartimientos. Esto consistía en el reparto temporal de indígenas entre los españoles que solicitaban trabajadores para alguna tarea concreta… como trabajo en el campo, minas, obras públicas o servicio doméstico, a cambio de un salario.
Con las nuevas normativas de la Corona, el trabajo en América debía ser libre y remunerado, y el trabajo debía de estar limitado a unas horas al día.
Eso sí, hubo casos de reclutamientos forzosos, sobre todo para el trabajo en las minas, y especialmente con aquellas tribus sometidas que no se habían rendido a los españoles durante la época de la conquista, los llamados prisioneros de guerra. Así como los antropófagos, que eran sometidos a más dureza.
De todas formas, este trabajo forzado no era algo nuevo para los nativos, ya que en la época prehispánica pasaba algo parecido, con el cuatequil en México y la mita en Perú.
Tras varias reformas, en 1632, se suprimieron definitivamente los repartimientos forzados, menos en el trabajo minero. Y también en las zonas más alejadas, con menos presencia española, este sistema duró bastante más.
La abolición definitiva del trabajo forzado no llegó hasta 1812, poco antes de las independencias, aunque en ese tiempo era bastante residual.
El caso es que, a partir de mediados del siglo 16, en ciudades y grandes zonas colonizadas, el repartimiento y el régimen de encomiendas se sustituyó por el Régimen de la Hacienda.
En este régimen, grandes zonas de tierra eran controladas por los hacendados, que vienen a ser como grandes propietarios o terratenientes. Las pequeñas haciendas eran llamados Ranchos en México, y Chacras en los Andes. Las grandes eran Haciendas de Labor si eran agrícolas, y Estancias si eran ganaderas.
Estos hacendados contratan los servicios tanto de nativos como de mestizos o españoles blancos que quisieran trabajar en sus tierras. Eran asalariados libres por contratación voluntaria, es decir, que trabajaban a cambio de un salario allá donde hubiera trabajo, ya fuera en una hacienda o en otra.
Eso sí, lógicamente esto tampoco fue perfecto, ya que también se cometieron abusos hacia los jornaleros, como el peonaje por deudas o la obligación de comprar productos en la tienda de raya, la tienda de la Hacienda, con precios más caros de lo normal. También hubo casos de hacendados que sobornaban a caciques de comunidades indígenas para retener indebidamente a trabajadores.
En otros casos, los hacendados cedían porciones de sus tierras a trabajadores a cambio de unas rentas, los llamados huasipungos, y que era parecido a la servidumbre feudal.
Por otro lado, la estancia, la hacienda de ganado, apenas requería mano de obra, solo grandes pastos y ya.
Su producción estaba orientada a satisfacer la demanda de alimento de núcleos urbanos y centros mineros, es decir, que el consumo era mayormente interno.
Mientras que las Haciendas era mayormente para el comercio interior, el Sistema de Plantaciones fue para el exterior.
Los productos más importantes de las plantaciones fueron el azúcar, el cacao, el tabaco, el café, el algodón y los colorantes vegetales. Y estas plantaciones fueron localizadas en zonas tropicales y cálidas, como las Antillas, Nueva Granada y América Central. De aquí destaca sobre todo la mano de obra esclava de africanos.
En Cuba se habla de una “sacarocracia”, donde la aristocracia se hizo rica gracias a las plantaciones de azúcar y de tabaco. Y en Venezuela destacó por sus plantaciones de cacao, que se convertía en chocolate.
Junto con estos sistemas, también existió el Sistema Comunitario Indígena. Eran pequeñas explotaciones de familias dentro de comunidades indígenas, y estaban orientadas al autoconsumo. La única conexión con el mercado de los españoles era que tenían que pagar un diezmo al gobernador, y también el llamado “reparto de mercancías”, habitual en el Perú, en el que entregaban una cantidad fija de productos a las autoridades locales (al corregidor de indios concretamente) para su distribución. Esto contribuyó a la integración de la población indígena rural al mercado colonial, tanto como productora como consumidora.
Por supuesto, muchas comunidades indígenas criaron ganado europeo y gallinas para su autoconsumo. También existió el comercio, pero fue más minoritario, y también la mesta trashumante, un poco más habitual sobre todo en la zona andina.
Muchos animales se convirtieron en animales de carga, y entre eso y la mejora de las carreteras y la construcción de carruajes, los indígenas fueron poco a poco abandonado el transporte de mercancías a larga distancia a hombros, uno de los trabajos más duros en los tiempos prehispánicos.
Luego había nativos que no participaban en estos sistemas, pues eran maestros de oficios, como carpinteros, herreros, albañiles, sastres, zapateros, veleros, caldereros, tejedores, tintoreros, plateros, pintores, vidrieros, panaderos… Tuvieron bastante más libertad y se aculturizaron más rápido al mundo hispano.
Aparte existieron los gremios de muchas de estas profesionales, y dentro de estos, cofradías, y trabajaban en talleres en pueblos o ciudades. Otros trabajaban desde casa, en lo que se llamó artesanía domiciliaria. En contraposición estaba el obraje, que algunos dicen que fue el antecedente de la fábrica. Grandes talleres o telares donde los trabajadores manufacturaban un producto textil. Estos obrajes, en general, fueron de propiedad comunal bajo la supervisión de los virreyes.
Con la conquista de América, muchos nuevos cultivos y alimentos llegaron a Europa: maíz, patata, cacao, tabaco, pimientos, calabazas, tomates, piña, chirimoya, guayaba, papaya, frijoles, cacahuetes, aguacates, el maguey (de donde salía la bebida alcohólica pulque), la yerba mate en el Río de la Plata, y la vainilla, que revolucionaría la industria pastelera europea. También fue importante la producción de aguardiente y colorantes como el palo Brasil, el palo Campeche, el índigo y la cochinilla. Y luego estarían las plantas que podríamos decir medicinales, como la coca, la quina y la zarzaparrilla.
Y de Europa llegaron a América cereales como el trigo, la cebada, la avena o el centeno, así como la vid y el olivo. Leguminosas como lentejas, garbanzos y habas; hortalizas como lechuga, acelgas, berzas, coliflores, alcachofas, espinacas, nabos, remolacha y zanahorias; cítricos como naranjas y limones; y frutos como melocotones, cerezas, granadas, y el membrillo. Finalmente tendríamos las plantas forrajeras, es decir, para alimentar al ganado, como la alfalfa.
Y también otros cultivos como el arroz, el café, los plátanos y la caña de azúcar.
Además, se introdujeron especies animales como el cerdo, la cabra, las ovejas, las vacas, los caballos, el asno, bueyes… y aves de corral, como las gallinas.
Y finalmente destacaría la introducción de objetos como la rueda, los arados, textiles varios, y las armas de fuego, entre otras muchas invenciones.
Este intercambio alimenticio tuvo consecuencias buenas. Los europeos vivieron la revolución de los carbohidratos y los americanos ganaron una dieta con más proteínas, lo que mejoró la salud en general y la esperanza de vida.
Como ya conté, en muchos casos, los nativos vivieron separados de los españoles. Es lo que se conoció como la República de Indios. Mientras los españoles creaban las grandes ciudades, los nativos podían seguir viviendo en sus tierras, aldeas, y manteniendo sus tradiciones y usando su lengua, pero obedeciendo a los caciques, que pasaron a ser intermediarios de los españoles, y quienes organizaban los sistemas de trabajo que ya vimos.
Llevarse bien con estos líderes indígenas era muy necesario para los españoles, porque sobre todo al principio de la conquista, estos españoles eran muy muy pocos.
La conversión al cristianismo era obligatoria, y en cada república de indios debía haber un sacerdote encargado de la evangelización. Y también de la educación, pues los niños tenían que aprender a leer y escribir castellano, así como de obtener una educación básica.
Más tarde, se estipuló que todos los conventos en los poblados tenían que tener una escuela, en la cual, durante dos años, los niños aprendían gramática española, retórica y latín. Y más tarde, los jesuitas crearon escuelas que impartían una educación más compleja y rigurosa.
Podríamos destacar el Colegio de San Andrés de Quito, una escuela de arte donde se enseña a los indios dibujo, pintura, música y otras artes. O la escuela de arte del jesuita italiano Bernardo Bitti en Lima.
En los poblados de indios también existía la figura del fiscal de doctrina, un puesto mayormente para caciques nativos que actuaba como intermediario entre el pueblo y el sacerdote católico. Se encargaba de mantener la parroquia local, y de evitar que los nativos practicaran la idolatría, se emborracharan con pulque, o tuvieran comportamientos adúlteros.
Las lenguas de los nativos no se prohibieron. Al contrario, muchos religiosos las aprendieron y las estudiaron. Es famoso fray Andrés de Olmos, quien creó la primera gramática de náhuatl. Su compañero profesor Bernardino de Sahagún escribió en esta lengua la Historia General de las Cosas de Nueva España, una obra muy importante que investigaba la cultura del México prehispánico. Y durante este siglo se tiene registro de unas 800 obras escritas en lenguas nativas.
Algo de lo que también hablé fue de la Inquisición de América. Esta Inquisición solo perseguía a los españoles que podían ser judíos, protestantes o musulmanes, y tenía prohibido perseguir a indígenas. Lo cual es normal, porque no tiene ningún sentido ponerte a perseguir a gente que todavía está en proceso de cristianización, lo cual lleva tiempo.
La cosa es que, tras la expulsión de los judíos de España en 1492, muchos de estos decidieron embarcarse a América para ver si allí no les perseguían, los llamados criptojudíos. Fue en enero de 1569 cuando se estableció oficialmente la Inquisición en América, pero fue bastante más laxa que la española, y eso que la española ya de por sí era la inquisición más laxa de Europa y aún así es la que peor fama tiene. Otro día ya hablaré de este tema.
Pero es que es normal que la Inquisición americana funcionase regulinchi. No había personal suficiente como para abrir muchos procesos a la vez, y solo fue efectiva en grandes ciudades.
En estos años destaca Bartolomé de las Casas, un monje español que luchó para denunciar los abusos de los españoles contra los indígenas, y con todas estas denuncias, el emperador Carlos creó las Leyes Nuevas en 1542.
Esto ya lo conté en detalle en este vídeo dedicado a Bartolomé, que está incluido en el recopilatorio de la Conquista de América de 4 horas. También, en ese vídeo, hice una pequeña introducción a lo que es la famosa Leyenda Negra, de la que iré haciendo comentarios a lo largo de estos capítulos.
ECONOMÍA VIRREINAL EN LOS VIRREINATOS DE AMÉRICA
Ahora hablemos de Economía. Poco a poco, en América comenzó a entrar el sistema económico predominante en Europa: el Mercantilismo. ¿En qué consistía? Pues era un sistema cuyo objetivo principal era aumentar la riqueza de un país a través de la exportación de bienes y la importación de materias primas, y eso se hacía explotando diferentes colonias para extraer metales preciosos y otros productos, e introducirlos en el comercio internacional. Para los mercantilistas, la riqueza de un país se medía por la cantidad de oro y plata que tenían sus arcas.
También se defendía el proteccionismo económico, a través de barreras arancelarias y políticas comerciales que limitaban la importación de productos extranjeros para favorecer la industria nacional.
Eso luego daría pie a problemas con el contrabando, por el cual, competidores nacionales o potencias extranjeras trataban de introducir sus productos de forma ilegal en los virreinatos.
También, otra medida habitual fue la de establecer monopolios estatales de productos, sobre todo con las reformas borbónicas. Esto, como veremos, dio origen a muchas revueltas tanto de criollos como de trabajadores blancos, mestizos e indígenas, y será algo clave en el tema de las independencias.
Las minas encontradas en América pasaban automáticamente a ser propiedad del rey, y la Corona las cedía a particulares para su explotación a cambio de un porcentaje de la producción, el quinto real, aunque más tarde se redujo a un décimo, el diezmo.
De estas minas se extraía sobre todo oro y plata, pero también plomo o cobre. Mientras que el hierro se importó casi exclusivamente de España, ya que en América no había mucho.
Luego también fue importante el hallazgo de minas de Mercurio, o azogue. Y es que, al principio, para quitar las impurezas de la plata, se usaba la fundición, pero se necesitaba mucho combustible vegetal y dejaba poca plata pura. Eso cambió con el descubrimiento del método de la amalgama, que requería mercurio, y se extraía mucho mejor la plata pura.
Esta amalgamación se hizo primero con el método de patios, llamado así porque se hacía en un patio de las haciendas. La piedra se trituraba, se mezclaba con mercurio y otros productos, y luego se pisoteaba durante semanas. Y luego se creó el método de cazos, hacia 1609, llamado así porque se hacía en recipientes de cobre poco profundos. Este método requería mucho menos tiempo.
También hay que aclarar que la gran mayoría de oro no se obtenía de minas, sino de lavaderos de oro.
Toda esta plata y oro extraído, se convertían en lingotes o en monedas. Estas monedas se creaban en las cecas, y la pieza más común fue el Peso, o el real de a ocho, llamados así porque cada uno de ellos tenía un valor de 8 reales de plata, o 272 maravedíes.
Para que os hagáis una idea, con 1 real podías comprar 2 kg de carne de vaca. Se calcula que un jornalero al día podía ganar 3 o 4 reales.
El trabajo en las minas era el más duro que había, especialmente en la mina de Potosí. El virrey Toledo introdujo la reforma para crear tres turnos de mineros. Cada uno trabajaba una semana y descansaban dos, y así durante un año, y cuando acababan no podían volver a trabajar en la mina hasta pasados 7 años.
Todo esto los organizaban los curacas indígenas de la zona, quienes actuaban como repartidores. Algunos nativos pagaban sobornos a estos curacas para evitar el trabajo en las minas, y estos fueron conocidos como Indios de Faltriquera.
Durante la última época virreinal, la mita había declinado prácticamente para dejar paso a la minga. La minga o minka es básicamente trabajo comunitario y asalariado voluntario, no solo para el trabajo de las minas, sino también agricultura u obras públicas. La remuneración era comúnmente denominada “cachorreo”, y durante 28 días el minero trabajaba para el contratista, y dos o tres días, toda su producción iba íntegra para el trabajador.
Esto es algo similar al cachito o cachetada, es decir, 12 horas de extracción para beneficio propio por cada 2 semanas de curro… o el cuñaqueo o rataqueo, 1 o 2 horas de extracción propia por cada día de trabajo.
Una cosa importante es saber qué es un Asiento. No, no es un objeto sobre el que poner el culo. Un asiento era un documento o contrato que daba a una serie de comerciantes el monopolio sobre un producto o una ruta comercial.
Estas licencias eran creadas por la Corona, y propició la aparición de compañías privilegiadas, pues su negocio estaba protegido por el estado. Es famoso el Asiento de Negros, y fue el monopolio que España le dio primero a Portugal y luego a Inglaterra tras el Tratado de Utrecht en 1713… para la venta de esclavos negros en la América Hispánica.
Luego estaba otra cosa llamada Estanco. No, no es donde compraban tabaco; pero bueno, tiene mucho que ver. El Estanco es algo parecido al asiento. Era un monopolio estatal, que se dedicaba a la producción, distribución, importación y venta de un producto. Por lo general eran con la sal y el tabaco (incluyendo puros y cigarros), pero también con los sellos postales, barajas de naipes, pólvora, mercurio, la cerveza, o aguardientes y licores.
Luego, los sitios donde se vendían algunos de estos productos eran llamados estancos, algo que ha perdurado hasta la actualidad.
Finalmente nos encontramos con las Compañías Privilegiadas de Comercio. Estas eran empresas privadas con sus flotas propias pero creadas por la monarquía para controlar el comercio con regiones insuficientemente abastecidas y para combatir el contrabando, algo que perjudicaba tanto a ellas como a la Corona.
A cambio, estas compañías disfrutaban de ciertos privilegios comerciales, como la exclusividad de comerciar con ciertos productos o la exención de impuestos.
Esto permitió a las emergentes burguesías periféricas de España el acceso más directo a los beneficios del monopolio, como es el caso de Vizcaya, Galicia y Cataluña. La primera fue la Compañía Guipuzcoana de Caracas, de 1728, con sede en San Sebastián y monopolio en Venezuela. La gallega actuó en la zona de Campeche, con el monopolio del palo Campeche, un producto tintóreo. Otras fueron las de San Cristóbal de la Habana, para comerciar con Cuba, la de San Fernando de Sevilla, y la de Barcelona, que comerciaba con algunas islas de las Antillas.
Finalmente estaría la Compañía de Filipinas, creada en 1785.
Cuando las mercancías llegaban a los puertos de Veracruz, Acapulco o de Portobelo pasaban a las Ferias, un lugar para intercambiar las mercancías de la flota por productos americanos. Por cierto, la Feria de Veracruz luego se trasladó a Jalapa.
Siempre leo muchos comentarios de “Iñaki, devuelve el oro”, pero leo pocos diciendo “devuelve la plata, maldito encomendero”. Y es que fue la plata el recurso que más se extrajo del Nuevo Mundo. Pero… ¿cuánto se extrajo y se llevó a España?
No se puede saber con certeza, pero según Earl Hamilton, entre 1500 y 1600, el primer siglo de dominio, donde la producción alcanzó su pico, se calcula que el envío de oro y plata fue de más o menos 18.000 toneladas de plata y 2.000 de oro. Yo creo que podría haber sido bastante más, porque entre archivos que se han perdido, el contrabando y mil movidas que pasaron vete a saber. Luego súmale el siglo 17 y el 18. ¿60.000 toneladas? ¿80.000? No lo sé.
De todas formas, si comparamos esto con la cantidad de producción de oro y plata de países latinoamericanos hoy día, vamos a ver que es algo irrisorio.
Por ejemplo, datos solo de 2021. Ese año México produjo 200 toneladas de oro y 5.000 de plata. Y Perú 100 toneladas de oro y 3.600 de plata.
Y ya si contamos la de los demás países hispanoamericanos vemos que, solo en la última década ya se ha extraído más oro y plata que lo que extrajeron los españoles en 3 siglos. Y ahora sumad 200 años más. La gráfica se sale de madre.
Y también tenemos que tener en cuenta que, para los españoles, muchos otros recursos naturales que en aquella época no eran importantes, ni los tocaron. El petróleo y el gas natural son vitales en la actual economía de Venezuela, México, Argentina y Colombia. Y luego destacan minerales esenciales para la fabricación de ordenadores y teléfonos móviles, como el litio de Chile, Argentina y Bolivia… o el cobre, siendo Chile y Perú sus mayores productores mundiales.
Si es que, durante la época colonial y tras las independencias, Hispanoamérica era una de las regiones más ricas de todo el mundo. Luego llegó el siglo XX y todo se fue a tomar por saco. ¿Cuáles fueron las razones? Varias, y las iremos viendo a lo largo de estas series y vídeos sobre historia de América.