Carlos V y la Reforma Protestante de Martin Lutero

La siguiente historia tiene lugar entre el año 1500 y el 1558

SACRO IMPERIO ROMANO GERMÁNICO 7: El emperador Carlos V y la Reforma Protestante de Martín Lutero

La historia de Carlos V comienza durante un baile en el palacio Casa del Príncipe en Gante en el año 1500. La archiduquesa Juana de Castilla, o Juana la Loca para los amigos, según se cuenta, dio a luz a un niño cuando fue a hacer caca, al que pondría de nombre Carlos en honor a su bisabuelo Carlos el Temerario.

En 1504 murió su abuela Isabel la Católica, y dos años después también la palmó su padre Felipe el Hermoso, el rey de Castilla, tras un partido de pelota. Su esposa Juana se supone que iba a asumir la regencia, pero se dice que estaba loca y no paraba de pasear el cadáver de su marido por toda la península, y debido a esto, su padre Fernando el Católico decidió encerrarla en un convento de Tordesillas… y él y el Cardenal Cisneros asumieron la regencia de Castilla.

Mientras que Carlos se educó en Flandes con Maximiliano y su tía Margarita, su hermano Fernando I de Habsburgo lo hizo en Valladolid con Fernando el Católico. Y ya en 1516, tras la muerte del último rey católico, el flamenquín de Carlos V fue coronado rey de Castilla y Aragón, y su hermano pequeño se tuvo que pirar para Alemania.

LOS INICIOS DE CARLOS V (1516-1530)

El llamado popularmente Carlos I de España y V de Alemania había heredado varios territorios la hostia de extensos. Bajo su poder estaban las Coronas de Castilla y Aragón, Navarra, Nápoles, Sicilia, Cerdeña, los territorios americanos, que todavía estaban siendo conquistados… y tras la muerte de su abuelo Maximiliano I en 1519, también Flandes, Austria, el Franco-Condado y también partes del norte de Italia. Además, al año siguiente, fue nombrado emperador electo del Sacro Imperio, aunque no sería coronado oficialmente hasta una década después.

A lo largo de su reinado pasaron muchas cosas, especialmente en España, que técnicamente todavía no era España, sino la unión de Castilla y Aragón, pero en este vídeo me centraré más en todo lo relacionado con Alemania. Cuando retome los vídeos de Historia de España ya le dedicaré un vídeo más completo.

En fin, en este momento hay un personaje en Alemania más importante que Carlos. Hablo de un monje llamado Martín Lutero. Lutero había sido criado en una familia alemana de bastante pasta, y mientras estudiaba Derecho se ve que un rayo le cayó cerca y se acojonó tanto que lo dejó todo para ser monje. Durante su estancia en el Monasterio de Erfurt vivía sus creencias a lo bestia, ayunando y flagelándose por no ser el cristiano perfecto, así que los monjes le dijeron: “Tío, necesitas salir a que te dé un poco el aire” y acabó dando misas y también como profe de Teología en la Universidad de Wittenberg. Empezó a estudiar la Biblia en profundidad, y se dio cuenta de que no se estaban respetando las leyes sagradas de Dios.

El tío estaba hasta la polla dela falta de moralidad de muchos representantes de mundo eclesiástico, de la primacía del papa, criticaba el celibato, quería que la misa se diera en lengua vulgar y no en latín, y también quería poner fin al tráfico de indulgencias. Esto era básicamente que, a cambio de dineritos, los curas te perdonaban los pecados y te regalaban el cielo a ti y a tus muertos. Pero es que Lutero vio que eso no tenía ninguna base en las Sagradas Escrituras; vamos, que era trola todo. Ese dinerito iba en su mayoría a Roma, donde el papa Julio II lo estaba despilfarrando en una faraónica obra: la actual Basílica de San Pedro en el Vaticano, un derroche que estaba dejando las arcas de Roma a mínimos.

Así, el 31 de octubre del año 1517, Lutero clavó sobre la puerta de la Catedral de Wittenberg unas hojas con 95 tesis para reformar por completo toda la Iglesia cristiana. Gracias a la imprenta, el texto se extendió por muchas ciudades de Europa, y esto fue la mecha que prendió una revuelta religiosa que acabaría dando lugar a la reforma luterana, luego llamada reforma protestante.

El papa León X condenó a Lutero por Herejía en 1520, y ordenó quemar todos sus textos. Y fue Lutero, cogió su bula condenatoria, y la quemó en la plaza de Wittenberg. León X contraatacó excomulgándole y el emperador Carlos V decidió convocarle a la Dieta de Worms de 1521, para ver qué se contaba el monje. Aquello fue una especie de juicio donde todos querían que Lutero se retractara, pero no lo hizo.

Tras esta Dieta de Worms, Carlos V le condenó al exilio. Lutero no tenía ganas de pirarse de su querida Alemania, y el príncipe de Sajonia Federico el Sabio hizo como que lo secuestraba para ayudarle a esconderse en su Castillo de Wartburg. Durante su año de reclusión se dedicó a traducir la Biblia al alemán. Probablemente Lutero hubiera acabado como Jan Hus si no hubiera tenido a la mitad de los nobles alemanes de su parte, aunque no por el afán de reformar la Iglesia, sino como forma de oponerse a un emperador con ganas de centralizarlo todo.

En algunos lugares de Europa surgieron otros movimientos reformistas. Por ejemplo, en Zurich tenemos a Ulrico Zuinglio, o Ulrich Zwingli, que decía que la misa, las imágenes religiosas, el ayuno y el celibato eran basura, todo eso fuera. Lutero tuvo alguna reunión con él y acabaron llevándose como el culo, porque el tío era un radical de narices. Los católicos suizos se levantaron con los seguidores de Zuinglio en las Guerras de Káppel (1529-1531), que acabarían con la muerte del reformador.

Otro revolucionario fue el predicador alemán Thomas Müntzer, seguidor de Lutero y que también llevó su discurso hasta el extremo. Reclutó a 6000 campesinos y comenzó la Guerra de los Campesinos Alemanes (1524-1525). El movimiento se expandió por gran parte del sur y oeste alemán hasta congregar a más de 300.000 insurgentes. Fue un movimiento tan violento que hasta Lutero exigió la rendición de estos rebeldes, y toda la buena relación que había tenido con Müntzer se desvaneció por completo.

Tras la derrota en Batalla de Frankenhausen de 1525, Müntzer fue empalado y su cabeza clavada en una estaca a las puertas de la ciudad de Mühlhausen. Por otro lado estaban los Anabaptistas, que rechazaban el bautismo de niños, sólo permitían el de adultos. Actualmente, como ejemplo de anabaptismo tenemos a los famosos Amish de Estados Unidos. Ante estos movimientos, los católicos alemanes crearon la Liga de Dessau, y también la de Ratisbona, mientras que los protestantes respondieron con la Liga de Torgau.

Mientras todo esto pasaba, Alberto de Prusia, gran maestre de lo que quedaba de la Orden Teutónica, se hizo luterano, se nombró duque, y el territorio pasó a llamarse Ducado de Prusia, acabando bajo la soberanía de Polonia-Lituania poco después. Y también, al mismo tiempo, Hernán Cortés entraba en Tenochtitlan y ponía en jaque al Imperio Azteca. Si queréis saber más de esta conquista arriba os dejo el enlace al otro vídeo.

En 1521 comenzó la 1ª Guerra Contra Francia (1521-1526). El rey de Francia Francisco I, aprovechando que Carlos V estaba conquistando Navarra, acordó con el rey de este reino, Enrique II, intentar conquistar el Milanesado. Sin embargo, tras la Batalla de Pavía de 1525, el rey francés acabó hecho prisionero en Madrid, y no fue liberado hasta prometer en el Tratado de Madrid, renunciar a Milán, el Franco-Condado, Nápoles y más sitios, pero cuando volvió a Francia no cumplió con su palabra el muy joputa.

El papa Clemente VII se quedó acojonao por el poderío de Carlos V, así que se alió con Francia, Venecia, Florencia y otros estados italianos y formó la Liga de Cognac. Ninguno fue rival para el ejército imperial, y las tropas de Carlos acabaron saqueando Roma en 1527 en el famoso Saco di Roma. Clemente acabó rindiéndose, y teniendo que aceptar todo lo que Carlos le dijera; y con la Paz de Cambrai de 1529, Carlos V renunció al Ducado de Borgoña y Francisco I de Francia a Flandes, Italia y todo lo que venía siendo el Tratado de Madrid. Se le llamó también la Paz de las Damas porque fue firmada por Luisa de Saboya, madre del rey francés, y Margarita, la tía de Carlos.

Por otro lado, Carlos se casó en Sevilla con su prima Isabel de Portugal, hermana del rey de aquel reino, Juan III de Avis, que a su vez estaba casado con la hermana de Carlos Catalina de Austria. Carlos e Isabel tendrían al futuro rey Felipe II, entre otros críos.

También en estos años entra en escena Solimán el Magnífico, un sultán otomano que estaba intentando penetrar en Europa Central. Tras la Batalla de Mohacs (1526) derrotó a Hungría y Bohemia, y su rey Luis II acabó palmando, quien por cierto, era el cuñao de Carlos porque estaba casado con su hermana María de Hungría. Fue entonces cuando el trono de este reino pasó a manos del hermano menor de Carlos V, Fernando I de Habsburgo. Aunque eso sí, los turcos ahora tenían casi todo el territorio invadido, incluyendo la capital, Buda.

Y no sería la única ciudad importante en estar en peligro. En 1529, Solimán llegó a las puertas de Viena y la asedió sin miramientos. A pesar de que los otomanos eran como 5 veces más numerosos, entre la lluvia, la nieve, los lansquenetes alemanes y los 700 arcabuceros españoles, las tropas de Solimán acabaron por darse el piro.

Para Lutero, el celibato era una chorrada, y se casó con Catalina de Bora y tuvieron 6 hijos. Con el apoyo de 6 príncipes alemanes y de 14 ciudades libres, presentó en la Dieta de Espira de 1529 la Protesta de Espira, un documento para protestar contra la represión de Carlos V. De este documento vendría el nombre de “protestantes”, como se conocería a estos reformadores. 

EL EMPERADOR CONTRA EL PROTESTANTISMO (1530-1558)

El 24 de febrero de 1530, justo cuando cumplía 30 años, Carlos V fue coronado emperador por el papa Clemente VII en Bolonia, y juró defender el catolicismo de sus enemigos, y fue a partir de esta fecha cuando el tipo dejó las Coronas Ibéricas a un lado para volcarse en combatir el luteranismo en Alemania.

Carlos V convocó la Dieta de Augsburgo de 1530. Lutero no fue, pero sí su discípulo Philipp Melanchthon. Éste le entregó al emperador la “Confesión de Augsburgo”, que era una obra que recogía los principios básicos de este movimiento protestante. Se intentó llegar a un acuerdo, pero entre que los protestantes querían abolir el papado y la jerarquía eclesiástica, y que Carlos V no pasaba ni una, la cosa acabó en fracaso.

Lutero comprendió que todo se había ido de madre. El hombre sólo quería liberar a los cristianos de la corrupción de la Iglesia, pero acabó avivando una discordia que condujo a la guerra. Él mismo dijo que no se iba a oponer al emperador, pero los príncipes alemanes tenían otros planes. (risa malvada)

Carlos V veía el imperio demasiado grande para su hijo Felipe II, así que nombró a su hermano Fernando I rey de romanos del Sacro Imperio, y también le entregó el Archiducado de Austria y demás títulos habsburgueses de la zona. Todo esto lo hizo sin el visto bueno de los príncipes alemanes; éstos protestaron y organizaron la Liga de Esmalcalda en 1531, una coalición de nobles y ciudades alemanas con ejército y caja común que también sería llamada la Liga de los Protestantes. Los católicos, por su parte, crearon la Liga de Nüremberg o Liga Católica. Y durante los siguientes años, ambos bandos lucharon por toda Alemania.  

Fijaos si el rey francés Francisco I le tenía tirria a Carlos que en 1535 firmó una alianza con Solimán para ir a por él. Así comenzó una nueva guerra contra Francia (1535-1538). Los franceses invadieron el ducado de Saboya, aliado de los Habsburgo, y los otomanos atacaron desde el este. Estos se aliaron con el corsario argelino Barbarroja, mientras que los alemanes lo hicieron con el almirante genovés Andrea Doria. Tras años de luchas, el papa obligó al rey francés a entrar en razón y a traicionar al Turco, que en el fondo era enemigo de todos, y al final Francisco se retiró de la guerra.

Y otra cosa que pasó en esos años fue que Dinamarca y Suecia derrotaron a Lübeck y destrozaron su flota al completo, lo que hizo que la Liga Hanseática perdiera casi todo su poder.

En este punto de la historia apareció otro reformador. Ese fue Juan Calvino. Estudió Derecho en la Universidad de la Sorbona de París, y fue allí donde conoció las ideas reformistas, y al final, por el año 1530, tuvo que huir y refugiarse en Ginebra, en Suiza. En 1538 el Consejo de Ginebra le expulsó y se fue a Estrasburgo, aunque volvería años después, y ya Ginebra aprobó sus leyes eclesiásticas reformistas. Con los años Calvino se convertiría en un radical de mucho cuidao, y por ejemplo, ordenó quemar en la hoguera a todos los que le llevaran la contraria, como fue el caso del aragonés Miguel Servet.

Una nueva guerra contra Francia (1542-1544) comenzó en 1542, cuando Francisco I y Solimán el Magnífico trataron de invadir Italia. Carlos V entró en el conflicto, pero tras la Batalla de Cerisoles todo quedó en tablas.

El papa de Roma Paulo III reconoció que una reforma de la Iglesia católica era necesaria, y por ello convocó el Concilio de Trento en 1545, que duraría unos 7 años. La idea era contrarrestar la reforma protestante, y a esto se le llamó Contrarreforma. Al año siguiente, en 1546, Lutero murió en Eisleben.

Sin embargo, los príncipes protestantes se negaron a reconocer el Concilio de Trento, y fue entonces, en 1546, cuando Carlos V empezó otra guerra contra ellos, la Guerra de Esmalcalda (1546-1547). El ejército pontificio de Octavio Farnesio, el austriaco de Fernando de Austria y el neerlandés del Conde de Buren sumaban 40.000 efectivos, dirigidos todos por el castellano Fernando Álvarez de Toledo, mejor conocido como el Duque de Alba. Las tropas luteranas eran más, 60.000, pero aún así, Carlos V logró acabar con esta Liga Esmalcalda en la Batalla de Mühlberg de 1547 y en la consiguiente Capitulación de Wittenberg.

Los príncipes alemanes acabaron rindiéndose y subordinándose al emperador, y se redactó un decreto llamado el Interim de Augsburgo, que ordenaba a los luteranos volver al catolicismo, pero dejaba a los sacerdotes casarse y otras cosas. Pero a pesar de estas tibias concesiones, el conflicto no acabaría ni de coña. Los protestantes no iban a abandonar sus creencias de un cristianismo reformado, y muchos de ellos, liderados por el duque Mauricio de Sajonia, se aliaron con Enrique II de Francia. Esta nueva guerra, la denominada Guerra de los Príncipes (1552), tuvo lugar en 1552.

Tras tomar Metz, el emperador fue atacado por sorpresa en su Castillo de Innsbruck, en Austria, y tuvo que salir pitando por una puerta secreta y huir por los Alpes a Italia. Pidió ayuda al Duque de Alba y éste levantó al ejército milanés y fue a por los franchutes amigos de Mauricio. Pero Metz resistió, el emperador estuvo una temporada enfermo, y encima su madre Juana la palmó poco después. Todo disgustos.

El Imperio Germánico estaba ya casi sin recursos, y el rey de romanos Fernando I firmó con los seguidores de Mauricio el Tratado de Paz de Passau (1552), en el cual se iba a garantizar la libertad de culto de los protestantes.

Tres años después llegó la Paz de Augsburgo (1555). Tras largas discusiones se llegó a un acuerdo entre católicos y protestantes y se logró una Paz Religiosa que duró más de 60 años, hasta 1618. Se reconocía el derecho de los alemanes a adherirse a la confesión que eligieran: al catolicismo o al protestantismo. Además se decretó la igualdad de derechos respecto a los estados católicos, y se instauró en Alemania el principio del Cuis Regio Eius Religio, que atribuía al príncipe de un territorio el derecho absoluto de instituir la religión oficial del estado y la de sus súbditos. Es decir, que si tú vivías en un territorio gobernado por un luterano, tenías que ser luterano por narices. Si no, te tocaba migrar.

Al final Alemania quedó dividida en dos partes con sus diferencias. La parte norte y este, la protestante, cultivó más la lengua y la literatura, así como la música sacra; mientras que, en el oeste y sur, católicos y más influenciados por Francia e Italia, acabaron floreciendo las artes plásticas y representativas, es decir, pintura y teatro, sobre todo.

El emperador Carlos V había fracaso en su intento de frenar la reforma protestante y de unificar política y socialmente toda Alemania. Y lo cierto, es que esto fue una de las causas que le hicieron abdicar en 1555, estaba ya cansao el hombre. Sus posesiones fueron heredadas por su hijo Felipe II: Castilla, Aragón, Nápoles, Flandes y América; mientras que el hermano de Carlos, Fernando I, rey de romanos y tras la muerte de Carlos nuevo emperador, siguió rigiendo Alemania y Austria hasta 1564.  

Carlos vivió los últimos años de su vida retirado en un monasterio en Yuste, Extremadura, donde moriría pocos años después. En 1558. A pesar de la paz, la Contrarreforma duraría un siglo más, hasta el final de la Guerra de los 30 años en 1648, resultando en la Paz de Westfalia.