CALIFATOS MEDIEVALES: El Califato Omeya y el Califato Abasí

La siguiente historia tiene lugar entre el año 661 y el 945

CALIFATOS MEDIEVALES 3: Los Omeya y los Abasíes

Empecemos con un breve resumen del vídeo anterior. Un mecano llamado Mahoma empezó a predicar, a partir de año 610, una nueva religión: el islam. Venía a ser una mezcla entre judaísmo, cristianismo y elementos folclóricos árabes preislámicos, y tuvo mucho éxito.

En el 632 Mahoma murió, y para esa fecha prácticamente todo el Hiyaz había caído en poder musulmán. Fue entonces cuando se constituyó el Califato Ortodoxo o Rashidun, un estado musulmán gobernado por un califa, a quien se veía como sucesor de Mahoma. Su poder se expandió con gran rapidez especialmente durante el gobierno del califa Abu Bakr y también durante el de Umar, quien extendió las fronteras del califato ortodoxo desde Egipto hasta Mesopotamia.

Uthmán conquistó Persia en el 651 gracias a su éxito en batallas como la de Nihavand. Tras Uthman llegó Alí, el primo y yerno de Mahoma. Éste comenzó la 1ª Fitna o guerra civil por el poder del califato con su rival Muawiya, de la familia de los Omeya. De aquí saldrían las dos ramas del islam más famosas, el chiismo y el sunismo. El caso es que el sunita Muawiya venció a Alí, y se estableció el Califato Omeya, que duraría 90 años.

EL CALIFATO OMEYA (661-750)

Cuando se constituyó el Califato Omeya allá por el año 661 los musulmanes vieron que el territorio era vastísimo, así que el califa Muawiya I decidió fijar su capital en Damasco, en Siria, un buen sitio donde llevaba siendo gobernador ya 20 años. Para organizar el califato se mantuvieron las estructuras administrativas de la extinta Persia Sasánida y del Imperio Bizantino, las cuales sirvieron como modelo organizativo y artístico. Vamos, que si algo funciona, no lo toques. Las iglesias cristianas de estos territorios conquistados fueron usadas a modo de mezquitas, como la Iglesia de San Juan Bautista. Además, las lenguas griega y persa se siguieron usando en la gestión del califato, aunque más tarde se cambiaría por el árabe.

Muawiya murió en el 680 y su hijo Yazid I heredó el reino. La idea de Muawiya había sido convertir el califato en un estado monárquico y teocrático, alejado del sistema de electores del Califato Ortodoxo. Y claro, cuando Yazid I se hizo califa por pura herencia se armó la de dios, o la de alá, y comenzó la 2ª Fitna.

Por un lado, los chiitas de Kufa, al sur de Irak, querían poner a uno de los hijos de Alí con Fátima, hija de Mahoma, Husein. Decían que califa no podía ser cualquier Quraysí, sino sólo un descendiente directo del profeta. Y por otro, los jariyíes decían que eso daba igual, que el califa tenía que ser fuerte físicamente e intachable moralmente.

Husein fue asesinado por los omeya sunitas durante la Batalla de Karbala (680), pero aquello sólo fue el principio de nuevas rebeliones. Es famosa la del nieto de Abu Bakr, Abd Allah al-Zubayr, que tomó La Meca y Medina, se autoproclamó califa, y no le echaron de allí hasta 12 años después, en el 692, y así acabó la 2ª fitna.

En esos años ya reinaba el califa Abd al-Malik, quien era primo de los 1ºs califas omeya. Con el territorio más o menos pacificado emprendió numerosas reformas administrativas. El califa, como hemos visto, era la máxima autoridad tanto política como religiosa de todo el mundo musulmán. Los valíes eran los gobernadores provinciales, pero también estaban los emires, que eran gobernadores, pero tenían más poder militar, y como vamos a ver, varios se van a ir independizando del califato. Sin embargo, estos emires seguirán respetando al califa como autoridad religiosa en mucho de los casos.

Hasta ese momento toda la burocracia se escribía en griego y persa, porque los árabes necesitaban sí o sí a los funcionarios bizantinos trabajando sin parar con el papeleo y esas cosas. Sin embargo, cuando ya hubo un buen número de funcionarios arabizados se echó a los dimís de sus puestos, se puso a árabes musulmanes y se oficializó el árabe para todo, tanto la lengua como el alfabeto, de ahí que gran parte de los países musulmanes compartan ciertos elementos de cultura árabe.

También las monedas bizantinas y sasánidas se reemplazaron por el dinar de oro y el dírham de plata. Más tarde surgirán el qirat y el habba. En el tema fiscal, todos los musulmanes tenían que pagar el zakat, un impuesto al califato, mientras que los Dimís (cristianos, judíos o zoroastrianos) tenían que pagar la yizia y también el jaray, un impuesto territorial.

Por un lado, esto estaba bien porque favorecía la conversión al islam… pero por otro estaba mal, porque la gente se convertía sin creérselo tampoco mucho, solo para pagar menos impuestos, y eso, al final, perjudicaba al califato económicamente, y los califas vivían con unos lujos de cagarse y bebiendo vino todo el día, que antes no estaba tan prohibido.

Los que se convirtieron al islam sin ser árabes fueron llamados Mawali, y pasaron a convertirse en clientes de los árabes mandamases. Eso sí, ateos y politeístas eran forzados a convertirse a alguna de esas religiones o directamente los ejecutaban o los ponían a currar como esclavos.

Lógicamente la desigualdad entre unos grupos y otros… creó problemas sociales, y aquí aparecen los primeros juristas coránicos, los faquíes o alfaquíes. La idea era crear un sistema legal más justo, pero sin salirse de la ley coránica, es decir, la ley sharia. El mayor experto jurídico del periodo Omeya fue Abu Hanifa, y luego saldrían más escuelas diferentes.

Tras morir Abd al-Malik en el año 705, empezó a gobernar su hijo Al-Walid I. Su década de gobierno fue el punto álgido de los Omeya, y el califato alcanzó su máxima expansión territorial. Conquistó partes de la Transoxiana, una región atravesada por la famosa Ruta de la Seda. Todo eso cayó en manos musulmanas, incluyendo importantes ciudades comerciales como Bujará y Samarcanda.

Al mismo tiempo, al oeste, las guerras contra las tribus bereberes del norte de África no cesaban, y para el 707 Túnez y gran parte del Magreb, lo que se llamó Ifriqiya, cayó en manos omeya, siendo nombrado gobernador Musa ibn Nusair. Tras convertir a estos magrebíes al islam se les reclutó para un ejército, y Nusair los envió en el 711 a la Hispania Visigoda para conquistarla.

Estaba a huevo porque los visigodos se habían sumido en una guerra civil de la leche. Vencieron al rey Rodrigo en la Batalla del río Guadalete, y prácticamente se hicieron con toda la península ibérica en menos de lo que canta un gallo, y a ese territorio lo llamaron Al-Ándalus. Fueron a tomar el Reino Franco, pero lograron ser contenidos por el líder franco Carlos Martel en la Batalla de Poitiers del 732.

En el tema arquitectónico, la ya mencionada Iglesia de San Juan Bautista de Damasco fue reconvertida en una enorme mezquita, una de las más grandes del mundo. Ahora está considerada como el 4º lugar más sagrado del islam, por detrás de La Meca, Medina y Jerusalén. Precisamente es en Jerusalén donde también construyeron mezquitas. Destaca la famosa Mezquita de la Cúpula de la Roca, que fue levantada por arquitectos bizantinos. Y también en lo que es la explanada encontraríamos la Mezquita de Al-Aqsa, que se supone que se construyó justo debajo del antiguo Templo de Salomón.

Luego también se construyeron muchísimos palacios, los llamados Castillos del Desierto, destacando el de Qusair Amra, en Jordania, un buen ejemplo del 1º arte islámico. En el ábside de esta construcción encontramos un fresco del califa enfrentándose a sus enemigos bizantinos, visigodos, persas, etíopes, chinos y turcos. Es decir, que en esta época todavía se pintaban iconos, aunque fuera en privado.

Los siguientes califas tras Al-Walid I no estuvieron a la altura. En el año 724 comenzó a reinar el califa Hisham. Estuvo 20 años y más o menos pudo mantener el control a pesar de las constantes rebeliones de las provincias más lejanas.

De este Hisham es el castillo de al-Hayr al-Sharqi, o castillo del este, situado en mitad del desierto sirio. Parece que fue construido como puesto de avanzada y también como palacete de caza.

Con el derrocamiento de Al-Walid II comenzó una 3ª fitna, y aquí entra en escena Abu Muslim, un agente abasí enviado al Jorasán para encauzar todas las protestas a favor de los Abásidas. Y se le unieron esclavos, mawalis iranios y hasta árabes descontentos con la dejadez hacia las provincias del gobierno central.

El último califa del Califato Omeya fue Marwan II. Su reinado comenzó en el 744, y las rebeliones se salieron de madre. Por un lado, los chiitas querían poner en el trono a un bisnieto de Mahoma… por otro los Abasíes, que también eran Quraisíes sunitas, querían poner a uno de los de su familia (jorasán)… y luego los Jariyíes querían poner al musulmán más machote.

Luego estaban los bereberes del Magreb, que estaban hasta los huevos de tener que pagar más impuestos por no ser árabes, aunque se hubieran convertido al islam. Ese rollito de supremacía racial árabe que tenían los Omeya… no molaba en absoluto a otras etnias del califato… que vieron incumplidas las promesas de promoción social si se convertían, y los jariyíes les prometieron igualdad si se unían a sus revueltas.

Abu Muslim organizó un ejército en el Jorasán a favor de los abasíes y así, en el año 747, comenzó el complot contra los Omeya. Tras la Batalla del río Zab del año 750, Marwan II fue derrotado y huyó a Egipto, donde fue capturado y ejecutado. Tras esto, el líder de los abasíes, Abu al-Abbas al-Saffah, tataranieto de al-Abbas, el tío tanto de Mahoma como de Alí, fue proclamado califa en Kufa. Este hecho marca el comienzo del Califato Abasí.

EL CALIFATO ABASÍ (750-945)

La primera medida que tomó Abu al-Abbas Al-Saffah fue la de organizar un gran banquete para hacer las paces con los miembros omeya supervivientes. Sin embargo… “it’s a trap”. Aquel banquete se convirtió en algo parecido a la Boda Roja… cuando todos los Omeya fueron brutalmente asesinados.

Solo uno de ellos pudo escapar de la masacre, Abderramán. Este muchacho logró llegar hasta al-Ándalus, y allí pudo fundar el Emirato Independiente de Córdoba en el 756. Ya hice varios vídeos hablando de Al-Ándalus en detalle, así que arriba os dejaré el enlace.

El califa Abu al-Abbas consolidó su dominio en Asia Central gracias a su victoria en la Batalla del río Talas del 751, en la que logró vencer a las tropas chinas de la Dinastía Tang. Se dice que los chinos capturados fueron llevados a Samarcanda para que trabajaran en fábricas de papel, un bien preciado que usarían mucho los musulmanes y que después pasaría a Europa. A pesar de su éxito, al-Abbas no duró con vida mucho más.

En el 754 le sucedió su hermano Al-Mansur. Al igual que el anterior, su primera medida fue eliminar a todos sus enemigos, especialmente a Abu Muslim, el líder del ejército del Jorasán que había aupado a su familia al poder y del que tenía bastante miedito. Los abasíes habían llegado al poder yendo muy de pro-chiitas, pero luego aniquilaron a muchos. Otros enemigos eran los jariyíes del norte de África. Se dividieron en dos. Los ibadíes rostomitas fundaron el emirato independiente de Tahert hacia el 770, y los sufríes el de Tremecén poco después, en lo que ahora es Argelia.

La administración del califato se fue modernizando y se fue volviendo una monarquía más absolutista, pero a la vez más multiétnica, y los mejores cargos de poder se abrieron a personas musulmanes no árabes, los mawali. Es famosa la familia mawali de los Barmakíes, oriunda del Jorasán, y que habían apoyado a los abasíes desde el comienzo de su rebelión.

El califa delegó parte de sus responsabilidades en un visir de su elección, que pasó a ser como un 2º al mando, o jefe de gobierno y director de la administración. Controlaban la oficina del impuesto territorial, hacienda, el tesoro… y también el ejército de mercenarios, cuyos mandos acabaron siendo hereditarios, dando lugar a una aristocracia militar, y eso a la larga sería un peligro. También se mejoraron mucho los caminos y el sistema de correos, lo que dio al califa más control de las provincias. Y además empezó a hacerse popular el Hach/Hajj, la peregrinación anual a La Meca.

Pero lo más importante que hizo Al-Mansur fue trasladar la capital del califato a Madinat al-Salam, la ciudad de la paz, mejor conocida como Bagdad. Era una enorme ciudad de forma redonda construida a orillas del río Tigris, en lo que ahora es Irak; que ahora es su capital. Allí se estableció la Corte del Califa, su harén y su guardia personal, y se construyó el gran palacio califal de Dar al-Khalifa, una mezquita, edificios administrativos varios y alrededor, cientos de barrios de viviendas para la población y bazares para el comercio.

A 120 km de la ciudad tenemos el Palacio Fortificado de Ujaidir, levantado por el 3º califa, Al-Mahdi, con su mezquita, torres circulares en las esquinas y un gran Iwán, que es algo muy típico del arte islámico y persa, un porche grande con arco apuntado.  

En esta zona se vivió un fuerte auge en el arte, tanto arquitectónico como en el cerámico, y se puso muy de moda el azulejo esmaltado de color azul. El color azul en castellano, de hecho, viene por la palabra árabe “az-zulaiy”, que vendría a significar “el ladrillito”. Y no podía faltar el arte textil. Los califas musulmanes descubrieron un montón de técnicas to’ wapas de los habitantes de esas zonas, y crearon grandes talleres, los tiraz, donde con algodón se fabricaban lujosos tejidos que luego vendían por todas partes del mundo conocido.

En el año 786 comienza a reinar Harún al-Rashid, y durante sus casi 25 años de gobierno, el Califato Abasí alcanzó su máximo apogeo. Fue este califa quien fundó la Casa de la Sabiduría, o Bayt al-Hikma. Era una enorme biblioteca en Bagdad donde se juntaron las mejores mentes del califato para traducir e investigar textos antiguos.

Fueron cristianos arabófonos los que se pusieron a traducir muchos textos de Aristóteles, Platón, Euclides o Galeno al árabe, y fue así como los abasíes retomaron mucho del conocimiento científico que gran parte de Europa consideraba perdido. Se descubrieron ideas nuevas con las que entender mejor el mundo al margen del Corán, procedentes del mundo helenístico, de la India y de muchos otros sitios, y eso hizo que algunos califas y eruditos empezaran a orientalizar el islam, mezclarlo con ideas zoroástricas o maniqueas, y también con ideas helenísticas, como el Mutazilismo, pensamiento que buscaba unir el islam con el racionalismo filosófico griego.

Se hablaba de libre albedrío y justicia divina, igualdad entre musulmanes y rechazaban el lujo. También que el Corán había sido creado por el hombre aunque fuera un mensaje divino, y al contrario que los jariyíes, los mutazilíes decían que sólo Alá sabía quién era el califa más apto, y no se mojaban. Y luego estaría la aparición de un islam de corte más místico y esotérico, como el Sufismo, con aires más cristianos y espirituales que más centrados en las leyes.

En ciencias, el erudito que más destacó fue el persa Al-Juarismi. El álgebra y estos números que tenemos nosotros se los debemos a él. No fueron una invención suya, los descubrió en la India, pero sí que fue él quien los popularizó y los expandió por occidente. Y hasta fundó un observatorio astronómico en Bagdad.

Al-Battani estudió astronomía a través de la trigonometría y muchos de sus descubrimientos llegaron a Europa gracias a la escuela de traductores de Alfonso X de Castilla.

Otros científicos famosos fueron por ejemplo, Al-Razi, que hizo una compilación de todos los saberes médicos de la antigüedad e inventó el alambique entre otras cosas… Yabir ibn Hayyan fue un químico y maestro de la alquimia muy famoso, aunque muchos piensan que ese nombre era un pseudónimo para un grupo de gente… Tiempo después llegó Alhacén, creador del método científico y padre de la óptica… Y mucho más tarde llegarían Avicena y Averroes, pero eso lo dejo para los vídeos de ciencia.

También fueron importantes los poetas, como Al-Isfahaní con su Libro de la Flor… o Al-Mutanabbi con sus recopilaciones poéticas. Ibn Ishaq fue uno de los primeros biógrafos de Mahoma y Abu Atahiya fue un poeta famoso que acabó enchironado por escribir versos románticos a una concubina del califa al-Mahdi.

E importantísima fue la recopilación de historias de ficción persas que daría lugar a Las Mil y Una Noches. Aladino sale de estos cuentos, o Alí Baba y los 40 ladrones.

Pero no todo fue tan bonito. Con el auge del comercio la esclavitud se intensificó la hostia. Los abasíes se forraron a base de joder a muchas poblaciones tribales africanas e iranias. Las élites vivían aisladas del mundo, entre caros refinamientos, y harenes al estilo sasánida con muchísimas mujeres, cuando el Corán decía que con 4 ya tenías de sobra. Vamos, que se estaban alejando de la ley coránica.

Harún al-Rashid tuvo muchas leches contra los bizantinos de la Emperatriz Irene y obligó a que le pagara mucha pasta, aunque luego al emperador franco Carlomagno le regaló un elefante. Se dio de leches contra chiitas y herejes y logró someterlos, y comenzó a perseguir a los dimís, fruto de una revitalización islámica del califato. Incluso ordenó asesinar a aquella poderosa familia mawali irania de los Barmakíes. El califa intentó centralizarlo todo cada vez más, pero su califato comenzó a resquebrajarse por todos lados.

Para empezar, en el 789, Idris I se independizó en el Emirato Idrisí, en lo que ahora es Marruecos, y con capital en Fez. En el año 800, Ibrahim I hizo lo mismo en el Emirato Aglabí de Ifrikiya, lo que viene a ser Túnez.

La idea del mismo califa al-Rashid era dividir el califato en dos para que sus dos hijos se lo repartieran a su muerte. Pero pasa lo de siempre, que acaban los hijos dándose de hostias entre ellos. Muhammad al-Amin envió al ejército califal a Jorasán para joder a su hermano Abd Allah al-Mamún en el 811… y así empezó la 4ª Fitna. Al-Mamún envió al general Tahir ibn al-Husain a conquistar Bagdad y, tras años cercando la ciudad y el califa al-Amin desesperado dando armas a los pobres y a los presos, lograron acabar con él y al-Mamún llegó al poder del califato en el 813.

Pero la lio bastante cuando decidió vivir en Merv, en el Jorasán, y nombrar heredero a un chiita, al-Rida. Lo cierto es que muchos árabes se habían vuelto un poco más orientales, más persas, y todo esto hizo que muchos nobles abásidas se volvieran en su contra. En resumen, que la 4ª Fitna continuó y, al final, al-Mamún decidió instalarse en Bagdad y echar a los iranios y tener paz por fin. Pero luego se hizo mutazilista, y empezó a decir que el Corán tampoco era tan sagrado y cosas así, y se volvió a liar.  

Y fue en estos años cuando los musulmanes inventaron la Inquisición. Bueno, ellos lo llamaban Mihna, y servía para erradicar a los herejes Ahle Hadiz, que promovían las viejas tradiciones y sólo consideraban como las fuentes de autoridad religiosas el Corán y los Hadices. Basados en estos, ya en el siglo XIX surgiría el Salafismo, que es como la rama más radical y ultraconservadora del islam suní, de aquí saldría el yihadismo y todo eso. Además, el califa intentaba defenderse de los Ulema, unos eruditos legales del islam, una especie de guardianes de la fe, que buscaban controlar el poder teológico del califa y que consideraban a Mahoma como el ejemplo normativo único. 

Y para emporar la situación… ¿recordáis al general Tahir ibn al-Husain? Bien, pues en el 821 independizó el Jorastán en el Emirato Tahirí.

Tras la muerte de Al-Mamún llegó su hermano Al-Mutasim en el 833, quien era gobernador de Egipto y tenía un ejército muy poderoso y fiel compuesto por esclavos turcos comprados en Samarcanda, los llamados mamluks, o mamelucos. Los turcos eran tribus que venían de Asia Central, aún no estaban en Turquía… Más tarde serán importantes, porque estos turcos empezarían a ganar poder en la administración. En este momento ayudaron al califa Al-Mutasim a sofocar las grandes rebeliones que había por todo el reino.

Decidió seguir expandiendo la doctrina mutazilista, y en el 836 trasladó la capital a Samarra, a varios km de Bagdad, lejos de las intrigas y movidas. De allí destaca el lujoso palacio abásida… y también la Gran Mezquita, famosa por este minarete en espiral al estilo mesopotámico. Sin embargo, el califa al-Mutawakkil I tuvo que claudicar ante los Ulemas. Ellos harían a partir de ahora las normas, y volvió el sunismo ortodoxo al califato, y la mística filosófica de los Ahle Hadiz se impuso.

Una cosa que hizo Al-Mutawakkil I fue llevarse al 10º imán chiita de Medina a Samarra, en plan bajo arresto domiciliario, y le aisló de los suyos por completo. Si lo recordáis, el líder religioso de los chiitas doudecimanos eran más estos imanes, descendientes directos de Mahoma, que el propio califa. Cuando murió el imán nº11 se dijo que había tenido un hijo, el último descendiente de Mahoma, y se había tenido que esconder para salvarse. A partir de ahí los chiitas hablan de un imán oculto que volverá como un Mesías, el llamado Mahdi, y traerá una era de justicia.

Al-Mutawakkil I también conspiró contra sus privilegiadas tropas turcas y lo asesinaron en el 861, y tras esto llegó una época llamada la Anarquía de Samarra, con una 5ª Fitna entre dos califas que querían el poder y revueltas por todo el califato. Justo ese mismo año, Yaqub al-Saffar, un persa pobre que no sabía árabe y que había formado una milicia guerrillera, se levantó en Sistán y creó el Emirato Safárida. Derrotó a los Tahiríes y empezó a molestar al califato.

Otros que se independizaron fueron los egipcios. El gobernador turco de aquella provincia, Ahmad ibn Tulún, creó el Sultanato Tuluní de Egipto en el año 868, aunque mucho no duró, pero le dio tiempo a construir una gran mezquita en Fustat, en lo que hoy es El Cairo, la capital. El término sultán era como un jefe militar turco que controlaba un territorio, y luego derivó a algo más parecido a emir o rey.

A partir del 870 el Califato abasí vivió una pequeña recuperación con el califa al-Mutamid, aunque el que en realidad gobernaba en las sombras era su hermano al-Muwaffaq. “what the fuck”. Pero la estabilidad no duró casi nada.

Destaca la revuelta de los Zany o Zanj, esclavos negros sudaneses que vivían en condiciones muy lamentables por lo que ahora es Kuwait. Su líder, un predicador llamado Alí ibn Muhammad, era como Espartaco, y llegó a destruir la ciudad de Basora en el 871. Tras 24 años de guerra, estos esclavos acabaron masacrados por los abasíes. 

Luego habría que hablar de los Samánidas, una dinastía de origen persa que se levantó hacia el año 900 y conquistó a los Safáridas creando el Emirato Samaní. Gobernaron el Turquestán durante cerca de un siglo, con ciudades como Bujará, Samarcanda o Nishapur, y fomentaron un renacimiento de la cultura persa sobre la árabe.

En el 909 los Fatimíes conquistaron gran parte de Magreb, incluyendo al emirato aglabí de Ifriqiya, y proclamaron el Califato Fatimí, de orientación chiita ismailí. Se llaman fatimíes porque se creían herederos de Fátima, la hija de Mahoma. Su 1º califa fue Ubayd Allah, y su capital fue Kairuán.

Otro que se autoproclamó califa fue el emir Abderramán III en el 929, con el Califato de Córdoba, porque fue en esta ciudad hispana donde se estableció la capital. Finalmente, en el 935, el Egipto controlado por los abásidas volvió a cambiar de manos, y se estableció el Emirato Íjsida.

Y finalmente hay que hablar de los cármatas del sur de Irak, que dirigidos por Hamdan Qarmat, pedían más igualdad y reformas religiosas. Uno de los líderes guerrilleros cármatas llegó hasta la Meca en el 930 y robó la piedra negra de la Kaaba, la piedra sagrada. Los abasíes se cabrearon la hostia, y aún así tardaron 20 putos años en recuperarla y volver a dejarla en la Kaaba. Para el colmo, durante esos años, las grandes ciudades, que estaban superpobladas, acabaron llenas de millares de muertos debido a epidemias de peste y tifus.

Finalmente, entre todo este caos, Bagdad cayó en manos de generales turcos que usaron a los califas como títeres, y ya en el 945 Ahmad ibn Buya, o Muizz al-Dawla, un chiita persa de las costas del Mar Caspio, conquistó la capital con un poderoso ejército. Permitió a los abásidas seguir siendo califas, en plan figuras meramente religiosas, pero ahora el control político estaría regido por este Emirato Búyida.