El Sintoísmo y la Mitología Japonesa

Mitología Japonesa

Desde tiempos ancestrales los japoneses han creído en un conjunto de dioses y leyendas que fueron conocidas como Kami-no-michi, el camino de los dioses. Después, este conjunto de creencias sería llamado Shinto, o Sintoísmo. Los primeros habitantes en llegar a Hokkaido y luego a Honshu tenían cultos animistas, quizás originarios de sus posibles antepasados mongoles.

Sin embargo, con el paso del tiempo, fueron surgiendo explicaciones más complejas a los hechos naturales. Para los sintoístas antiguos, al principio de los tiempos sólo existía un caos primigenio, del que surgieron el luminoso cielo, las nubes y un océano de lodo envuelto por la oscuridad más absoluta.

Fue en la llanura celestial del Takamagahara de donde surgieron 17 dioses, entre los que se encontraban la pareja de Izanagi e Izanami, los más importantes y los que inician los ciclos mitológicos, pues fueron ellos quienes crearon el archipiélago japonés moviendo el océano con una lanza.

Tuvieron muchos hijos, y el último en nacer fue el príncipe de fuego, Kagutsuchi, que quemó a Izanami durante el parto, y fueron al inframundo, al Yomi. Izanagi, enfadado, mató al engendro ígneo y de su sangre salieron infinidad de nuevos dioses menores que no importan a nadie.

Izanagi, enfadado, fue a buscarla al Yomi, un lugar completamente oscuro, pero no logró hacerla volver a su mundo porque ya había comido del reino de los muertos. Sí, todo muy parecido al mito de Deméter y Perséfone. Al parecer Izanagi volvió a intentar buscar a su amada, entró en su residencia, y encendió un fuego.

Cuando miró a su amada vio un rostro deforme y lleno de gusanos, como si fuera la niña del exorcista recién levantada, así que el pavo se largó de allí cagando leches y encerró a la diosa por siempre en el Yomi. La mujer, ofendida, dijo que cada día se llevaría 1000 almas de su mundo, y él le respondió que procrearía 1500. Así explicaron los nipones la vida, la muerte y el equilibrio natural entre ambas.

Izanagi fue a limpiarse las cenizas y el hedor de muerte que tenía, y se baño en un riachuelo. De este acto de purificación nacieron tres nuevos dioses o kamis. El dios de las tormentas Susano; el dios luna Tsukuyomi, y la gran diosa del sol Amaterasu. Esta es importante, porque se convirtió en la gobernante suprema de la luz y de la vida en la tierra.

Al igual que pasó en la mitología egipcia con Osiris y Set, aquí también va a haber un conflicto entre hermanos, entre el bien y el mal, entre Amaterasu y su hermano Susano, destructor de cultivos y tocador de cojones oficial. Todo empezó cuando Susano fue a donde la diosa con buen rollito, en son de paz, pero Amaterasu no se fiaba ni un pelo. En señal de honestidad decidieron hacer un rito Ukei.

En este rito ambos se intercambiaron regalos: él le dio una espada de la cual surgieron 3 princesas; y ella le dio un collar de piedras preciosas del cual surgieron 5 dioses.

El conflicto gordo surgió después, ya que la pareja empezó a pelearse por ver a quién le correspondía el mando supremo del mundo. El dios de las tormentas lo destrozaba todo y llenaba los altares de excrementos, como si fuera un puto gato, y Amaterasu siempre le disculpaba ante los demás dioses. Pero la muerte de una de las hilanderas celestiales y de uno de sus caballos mágicos fue la gota que colmó el vaso.

La diosa se puso depre y se encerró en una cueva del cielo conocida como Iwayato, haciendo que el caos y la oscuridad volviese a reinar libre tanto en la tierra como en el Takamagahara. Los cientos de dioses que allí vivían estaban acojonaos, tenían que volver a hacer que Amatarasu volviese. Crearon un collar y espejos mágicos, que junto a la espada forman la trinidad de reliquias sagradas imperial, y después la diosa del alba y el jolgorio Ame no Uzume empezó a bailar y cantar en bolas.

Todo esto hizo que la diosa se asomase, viese su propio reflejo en el espejo, se quedase maravillada, y otro dios aprovechó para sacarla fuera. Una vez fuera, todos los kamis reunidos decidieron expulsar a Susano a la tierra, concretamente a Izumo.

Susano no se tomó bien su expulsión y mató a Ogetsu-hime, diosa de la comida, y de su cuerpo nacieron los cinco cereales: arroz, mijo, trigo, judías y soja, que le salió por el culo, por cierto. Ahora todos los humanos podrían plantarlas y consumirlas.

En la tierra Susano no se lo pasó nada mal. Se cuenta el mito de Yamata no Orochi, un temible dragón de 8 cabezas y 8 colas que tenía secuestrada a una princesa. El dios logró tenderle una trampa con sake, que se bebió y acabó dormidito. Fue entonces cuando lo mató y de ahí surgió la famosa espada mágica que había regalado a Amaterasu.

Otra leyenda famosa es la de Okuninushi, (u Onamuji), un kami de la medicina, los negocios y mil cosas más que paseaba junto a sus 80 hermanos. Todos iban a conquistar el amor de la princesa de Inaba Yagami. Por el camino se encontraron un conejito mohíno que estaba algo jodido. Pedía ayuda, pero los hermanos pasaron bastante de él. Le dijeron que se bañara en el mar, y cuando el conejo lo hizo le empezó a picar todo, y se rieron de él.

Okuninushi fue el único que le ayudó, y le curó de sus heridas. Resulta que el conejo era un dios y prometió al chaval que él se casaría con la princesa, y no sus hermanos. Cuando todos llegaron al palacete y la chica dijo que Okuninushi era el que le hacía tilín, los hermanos se lo cargaron tirándole una piedra. Pero la diosa de la vida Kami-Musubi, puede que su madre, le resucitó.

La situación era peligrosa y Oku tuvo que refugiarse en el Castillo de Suga, en Izumo, donde reinaba Susanoo, y fue allí donde conoció a la hija de éste, Suseri. El chaval acabó enamorao. Se ve que al dios de las tormentas no le hizo gracia esta relación y le hizo un par de putadas, como meterle serpientes en su cuarto, pero al final parece que se ganó su respeto. Le entregó la espada legendaria de Kusanagi y le dijo que su linaje conjunto gobernaría la tierra.

Susano fue nombrado rey del inframundo y Oku se quedó gobernando Izumo. Pero claro, a Amaterasu eso le parecía una mierda, así que intervino enviando a uno de sus hijos: Oshihomimi.

Sin embargo, el chaval dijo que Izumo era un puto caos, y que pasaba de movidas, así que enviaron a más dioses pero todos se pasaban al bando de Okuninushi. No sería hasta la llegada de Takami Musuhi y Kami Musuhi cuando Oku se rindió y tuvo que retirarse como su padre al Yomi.

Ninigi, nieto de Amaterasu, fue el encargado de gobernar Izumo, y le otorgaron para ello las 3 reliquias sagradas sintoístas: el collar, el espejo y la espada. Gobernó desde Himuka, en la isla de Kiushu, y fue en el monte Fuji donde conoció a la princesa Sakuya, de la que se enamoró perdidamente.

El padre, el dios de las montañas Oyamatsumi/Yamatumi le dijo que ya de paso se casara con otra de sus hijas, Iwanaga, quien estaba bendecida con la eternidad… pero era tan fea que Ninigi la rechazó, y por ello el soberano se convirtió en mortal.

A pesar de todo, Sakuya tuvo 3 hijos con Ninigi: Hoderi, el heredero, y Hosuseri y Hori/Howori. Este último perdió un anzuelo mágico que le prestó Hoderi, y claro, se enfadó muchísimo. Lo buscó con ayuda del dios de los mares, Watatsumi/Watatumi, y en ese tiempo se casó con su hija Toyotama.

La mujer veía que Hori todavía buscaba el anzuelo, y convocó a todos los peces para encontrarlo. Y lo encontraron, junto a dos bolas que controlaban las mareas, y fue a devolverlo… pero el hermano Hoderi se puso farruco y Hori se lo cargó, convirtiéndose así en el nuevo soberano de Japón.

Cuando su mujer salió del agua para dar a luz, Hori se dio cuenta de que era un monstruo marino, un tiburón o algo así, y le dejó un hijo antes de darse el piro para siempre por la verguenza: Ugaya Fukiaezu. El chaval se casó con su tía y tuvieron 4 hijos, uno de ellos fue Jimmu, el considerado primer emperador de Japón, quien habría sido coronado en el año 660 a.C.

Este emperador establecería el primer gran estado japonés: Yamato. Según la creencia popular, la línea imperial nunca ha sido interrumpida, y el actual emperador desciende directamente de esos padres celestiales Izanagi e Izanami.

Todos estos relatos están contenidos en varias obras del siglo VIII, entre las que destacan el Kojiki, el registro de cosas antiguas; y el Nihon Shoki, las crónicas de Japón. El shinto es una religión que sigue practicándose a día de hoy, aunque se ha mezclado con el budismo y otras religiones. Es lo que se denomina Ryobu-Shinto.

Se puede ver esta mezcla en la arquitectura. Al principio los lugares de rituales shinto se hacían en santuarios muy sencillos, con minicasitas donde se guardaban las reliquias de los kami y se les rendía culto a través de rezos, ofrendas y danzas como las Kagura. Luego ya se construyeron templos con ciertos parecidos a los recintos budistas, aunque también con diferencias, como los colores rojos y los famosos Torii, que servían de entrada a los lugares sagrados.

Con el tiempo fueron surgiendo diferentes tipos de sintoísmo, 4 en concreto, cada uno con sus respectivos ritos. El imperial, el que realiza el emperador en su palacio, es el Koshitsu Shinto. Uno de los rituales más conocidos es el Niinamesai, en otoño, donde se agradece a Amaterasu la recogida del arroz y de las fruticas.

El de los santuarios y templos es el Jinja Shinto, la modalidad más antigua y llevada a cabo por sacerdotes. Es como ir a misa, básicamente. Algo parecido es el Minzoku Shinto, solo que más folclórico y popular, donde los rituales son realizados por la propia gente. A finales del siglo XIX surgió el sintoísmo de las sectas, el Shuha Shinto.