Mesopotamia: El Renacimiento Sumerio y la III Dinastía de Ur

RENACIMIENTO SUMERIO (2150-2004 ac)

Tras el caos de la caída del Imperio Acadio, las ciudades del sur de Mesopotamia se organizaron en pequeños reinos.

Urbaba fue el primero de los monarcas de esta nueva etapa desde el 2164 a.C.. Era en ensi de Lagash, pero obtuvo la hegemonía de toda Sumer. Además enchufó a su hija Enanepeda como sacerdotisa del templo de Ur, dedicado al dios lunar Nanna, también conocido como Nannar, Sin o Sinaí.

Gudea (2144 a.C.), su hijo, fue otro de los gobernadores de Lagash, bastante pacífico por lo que se ve. Gudea era más de construir que de destruir, y eso le hizo muy célebre. Construyó templos, como el de Eninnu en Girsu, consagrado al dios Ninurta/Ningirsu. También palacios y muchas estatuas, sobre todo suyas, echas con una roca volcánica llamada diorita. En los documentos de la época aparecen muchas obras públicas pero ninguna guerra. Es más, las relaciones con pueblos lejanos mejoraron y tuvieron  comercio con Magan, el valle del Indo o tierras mediterráneas.

Pero a partir de aquí todo cambia para Lagash. Es en el 2124 a.C., en el gobierno de Urningirsu, cuando los gutis vuelven a la carga y empiezan a tocar los cojones.

No sería hasta el 2100 ac cuando un ensi de Uruk, Utu-hengal, expulsa definitivamente a los gutis de tierras sumerias y apresa a su débil líder, Tiriqan. Todo esto fue posible gracias a una coalición de ciudades-Estado lideradas por él. Tras esto se nombró Rey de las cuatro regiones. Pero no duraría mucho.

Un general sumerio descontento, Ur-Nammu, le apartó del poder (2112 a.C.) y gobernó toda la región de Sumer y Akkad bajo la llamada III Dinastía de Ur, que fue a donde trasladó la capital. Durante esta famosa dinastía tuvo lugar un esplendor en Mesopotamia como no se veía desde tiempos de Sargón.

Al igual que los sargónidas, creó un sistema de gobierno centralizado, pero no estaba interesado en construir un gran imperio. Prefirió unir a ciudades cercanas, reformar la administración y construir infraestructuras. Aseguró los caminos, reactivó el comercio y la prosperidad volvió a la zona. La ciudad de Ur llegó a tener durante este tiempo unos 250.000 habitantes. Y aquí se levantan ya algunos de los zigurats más famosos, como el de esta ciudad, dedicado a Nanna, y su hija Ennirgalanna fue su sacerdotisa. También engrandeció el templo de Enlil en Nippur.

Y algo que lo petó fuerte fue el correo, creando un sistema de postas y caminos, que mejoró el transporte de mercancías.

Es famoso el Código de Ur-Nammu, escrito en sumerio, con el que unificó la jurisprudencia y fijó la equivalencia entre las diferentes formas de pago existentes. No había dinero, los pagos se hacían mayormente por trueques pero también usaban pesos fijos de plata para pagar deudas o contratos y el grano para medir el valor de salarios y alimentos. Se sabe que existieron códigos anteriores, pero este es el más antiguo que se conoce. Era un código bastante progresista para la época, donde no había tanto castigo físico sino más compensaciones económicas. También se crean escuelas, especialmente de escritura, como la Eduba.

El ensi quedó como gobernador civil y el shagin como gobernador militar. El primero se dedicaba más a la justicia, ofrendas en templos y pago de salarios. Los shagin, en cambio, se encargaban de cuidar de las tropas y de la construcción de infraestructuras

A Ur-Nammu le sucedió en el trono su hijo Shulgi en el 2095 a.C.. Gobernó como Rey supremo, y tomó de los acadios la divinización del monarca, como Naram-Sin. Eso no le convertía en dios, pero sí en un intercesor entre los hombres y los dioses.

Las tribus seminómadas de los Zagros volvieron a tocar las pelotas. Tras años de luchas con ellos decidió buscar el apoyo de Elam. Casó a su hija con el gobernador de Anshan, en Persia, pero se ve que la cosa no acabó del todo bien. De hecho acabaron en guerra. A saber qué pasó entre estos dos. Tras vencerles, vino un periodo de paz para Sumeria y el renacimiento alcanzó su máximo apogeo. Durante estos años reconstruyó templos, ciudades y elaboró algunas reformas. Creó un cuerpo de arqueros e hizo evolucionar las medidas y los pesos.

Le sucedió su hijo, Amar-Sin (2047 a.C.). Los sumerios inventaron la rueda o la cerveza, sí, pero lo de poner nombres épicos no se les daba demasiado bien. El caso es que su reinado fue relativamente pacífico si no tenemos en cuenta su conquista de Erbil.

No como el reinado de su hermano, Shu-Sin (2038 a.C.), que acabó de luchar contra los amorreos hasta la polla. Construyó la Muralla de Martu para contenerlos, de casi 300 kilómetros de largo. Martu era otro nombre de los amorreos, como los amoritas, cada uno los llamaba como le daba la gana.

Ibbi-Sin fue el último soberano de esta III Dinastía de Ur, hermano de los dos anteriores (2026 a.C.). Fueron tiempos de hambrunas debido a los continuos saqueos y ataques por parte de los nómadas amorreos. Que dices, esta gente de qué va. Aquí hay gente guay intentando construir una civilización, ¿por qué no paráis de tocar las pelotas y os vais a comer lagartijas al puto monte?

El caso es que toda esta inestabilidad trajo rebeliones internas de las diferentes ciudades. Tras esto, pues os lo podéis imaginar. Caos, fragmentación política, dinastías locales, luchas internas… Lo de siempre. Eso sí, a los amorreos les moló el rollo sedentario y se quedaron a vivir en las ciudades conquistadas. Incluso comenzaron a luchar contra otros amorreos nómadas que venían a tocarles las pelotas.

Pero del caos surgió un tipo llamado Ishbi-Erra (2003 a.C.), gobernador de Mari, que vio aquello como una oportunidad. Ibbi-Sin le había puesto al mando de algunas regiones fronterizas que se estaban yendo a la mierda. Sin embargo se rebeló contra Ur, con el apoyo de Nippur e Isín y fundó su propia dinastía, la Isín, porque fue ahí donde puso la capital.

Mientras tanto, por el 2004 ac, nómadas de los Zagros y elamitas tomaron Ur, la arrasaron y esta III dinastía de Ur se fue a tomar por culo. (relatado en las lamentaciones de Ur).

Por el contrario, a Ishbi-Erra y a sus sucesores  le fue bastante bien con su dinastía Isín, al menos durante 50 años, cuando le salió competencia. Una de ellas fue Larsa, donde en el 1932 ac el rey amorreo Gungunum, de la dinastía Larsa, conquistó primero Elam, después Ur y finalmente se hizo rey de Sumer y Acad.

Su sucesor, Abisare, (1906 a.C.) expandió el  imperio de Larsa conquistando ciudades acadias como Kish y Nippur.

Mientras los Isín y los Larsa, las dos grandes potencias de la época, se daban de hostias, los nómadas amorreos se fueron colando en Sumeria. Concretamente en una ciudad por aquel entonces no demasiado importante llamada Babilonia. Y se ve que les gustó mucho y se asentaron. 

Tras un siglo de luchas, en 1793 a.C., llegó al poder de Babilonia un rey amorreo llamado Hammurabi. Rim-Sin, de Larsa, quería conquistar la ciudad, pero Hammurabi se lo impidió. Y no sólo eso, luchó contra él y conquistó toda Mesopotamia, formando el Primer Imperio Babilónico o Paleobabilónico, que conoceremos en el próximo episodio. Ajeno a todo esto, en el norte, en la ciudad de Assur, el rey amorrita Samsi-Adad, funda el Reino de la Alta Mesopotamia (1813), que en el futuro se convertiría en Asiria y conquistaría toda Mesopotamia.