EL NACIMIENTO DE LA REPÚBLICA DE VENECIA (697-1071)
Hablemos de Venecia. Se dice que esta ciudad en la costa del mar Adriático fue fundada en el año 421 más o menos. Parece ser que sus primeros habitantes eran refugiados que huían de la destrucción de los hunos, o quizás de los lombardos, y decidieron asentarse en las marismas de la desembocadura del río Po. Ya sabéis cómo es Venecia. Está construida sobre un grupo de islas unidas con puentes y en vez de carreteras está llena de canales donde la gente podía transitar con barcas o góndolas. Estos primeros habitantes se dedicaron a la pesca y a la extracción de sal, mayormente.
Más tarde, como ya vimos, los bizantinos conquistaron la zona. Los exarcas bizantinos tenían a diferentes tribunos que ejercían el poder local en los diferentes distritos, y en la zona del Véneto la capital estaba en Eraclea. Pero cuando los bizantinos empezaron a perder el control, en el año 697, los venecianos sustituyeron a este tribuno por el primer dux de Venecia. Dux se traduce como duque o como dogo. Según el relato legendario, ese fue Paolo Lucio Anafesto. De todas formas, el primer dux veneciano del que existen pruebas de su existencia es Orso Ipato, elegido en el 727. Estos primeros duques eran elegidos de forma vitalicia y concentraban todo el poder absoluto del lugar, aunque manteniendo fidelidad a los bizantinos.
El emperador bizantino reconoció este cargo de dux y cierta autonomía para Venecia. Pero años después, en el 751, los lombardos conquistaron el Exarcado de Rávena y Venecia alcanzó la independencia de facto, aunque siguió ligada al Imperio Bizantino un tiempo más.
*Sin embargo, el dogo Guiovani Galbaio la lió en el 803 cuando intentó acercarse a los francos de Carlomagno. Una revuelta popular en su contra le obligó a huir de Venencia, pero las constantes amenazas bizantinas hicieron a los venecianos pedir sopitas a los francos y ponerse bajo su protección. En el 807, el general bizantino Nicetas logra un acuerdo para que Venencia vuelva a manos griegas, pero en el 809, el hijo de Carlomagno, Pipino, logró someter Venecia, aunque tras su conquista continuó con su autonomía.
El rey Lotario reconocería oficialmente a Venecia en el 840 como ducado.
Con el paso de los años, los venecianos crearon una república, y se esforzaron en evitar que un solo hombre concentrara todo el poder. Aunque existía el dux o dogo, éste debía rendir cuentas ante el Consejo Mayor, compuesto por 480 aristócratas venecianos.
Esta Serenísima República de Venecia duraría 1100 años, hasta 1797, cuando llegó Napoleón y acabó con todo. A lo largo de esta serie iré hablando de sus diferentes etapas.
Como la ciudad estaba situada sobre un conjunto de islas en mitad de una laguna… nadie tenía ningún interés en conquistarla, de ahí lo de “serenísima”. Era un lugar tranquilo y sin follones.
Pronto el lugar comenzó a prosperar como un puerto seguro para el comercio, especialmente durante el gobierno de Angelo Participazio. A este se le atribuye haber construido el primer palacio ducal, sede de gobierno de estos dogos.
Los venecianos se pusieron a fabricar barcos cada vez mejores, superando a los demás reinos de Europa y de Oriente Próximo, y se dedicaron al transporte marítimo de mercancías por el Adriático. Poco a poco, los venecianos pasaron a dominar todas las rutas comerciales del Mediterráneo oriental. Comerciaban con cristianos, con judíos y con musulmanes. Ni la religión ni la política fueron un problema para hacer negocios. Los venecianos eran bastante pragmáticos en ese sentido.
Lo que más exportaban a países islámicos fueron sal, hierro y madera, pero también jóvenes panonias, es decir, de esta región, que acababan en los harenes de los árabes más poderosos. Muchas de ellas eran de etnia eslava, y parece que de este hecho surgiría el término “esclavo”. De todas formas, tiempo después, el dogo Pietro IV Candiano prohibió el comercio de esclavos.
Entre las importaciones más importantes encontramos sobre todo las especias que venían del lejano oriente por la Ruta de la Seda: pimienta, canela, jengibre, azafrán, nuez moscada…
Luego Venecia se metería en el negocio del trigo, la cebada, la avena, el vino, el aceite o el azúcar de caña. Y también, hacia el siglo XIII, la ciudad se convirtió en una gran productora de vidrio.
Se cuenta la historia de que, en el año 829, unos mercaderes venecianos que estaban en Alejandría robaron de allí el cuerpo del evangelista San Marcos, ya sabéis, uno de los cuatro tipos que escribió el Nuevo Testamento. Parece que creían que los musulmanes lo iban a profanar, así que se lo llevaron a Venecia para ponerlo a salvo, y este santo se convirtió en el patrono de la ciudad, y de ahí que haya tanta simbología con leones y que la iglesia más famosa del lugar se llame la Basílica de San Marcos. Aunque antes había otra más antigua, la basílica actual data del año 1063, y se construyó sobre el modelo de la Iglesia de los Santos Apóstoles de Constantinopla.
Uno de los dux más famosos de este periodo de tiempo fue Pietro II Orseolo, que comenzó a gobernar Venecia desde el año 991. Fue bajo su mando cuando Venecia comenzó a expandirse por las costas de Dalmacia, destacando la toma de Zadar, o Zara, en la costa del reino de Croacia. Estos lugares costeros conquistados sirvieron como puertos o fortalezas estratégicas para su comercio. Aunque por ejemplo esta Zadar, sería perdida y recuperada varias veces a lo largo de los años.
También en el 992, los venecianos pactaron con el emperador bizantino Basilio II un importante acuerdo comercial que les daba importantes privilegios.
El último dogo importante de este periodo fue Domenico Contarini, que gobierno del 1043 al 1071. Bajo su mando, Venecia vivió una fructífera época de paz y la ciudad se amplió, a la par que se construían iglesias y monasterios. Sin embargo, pronto Venecia comenzaría a tener competencia. Ya lo veremos.
CARLOMAGNO Y LOS ESTADOS PONTIFICIOS (800-1000)
En los primeros años del siglo 9, algo muy importante ocurría en la Europa medieval. Gracias a sus conquistas, el rey Carlomagno había logrado pasar a controlar la mayor parte de Europa Occidental. Se consideraba el auténtico heredero del Imperio Romano, y fomentó un renacimiento cultural a la vez que promovía la unión política y religiosa. Gracias a esto, el papa León III le coronó en la Antigua Basílica de San Pedro en el Vaticano como el Emperador de Occidente. ¿Por qué? Pues básicamente el papa buscaba afirmar que el papado y el pueblo romano aún conservaban la dignidad imperial de nombrar emperadores, y con ello ganaba respeto y un soberano amigo y protector muy poderoso, especialmente contra los ortodoxos de los bizantinos y los musulmanes de Oriente Próximo.
Con esto comenzó el cesaropapismo, es decir, la amistad entre el papa y el emperador de Europa. A partir de aquí, estos dos centros de poder van a estar muy vinculados. Y como veremos, el tema de a ver quién tiene más poder será una fuente de conflictos en los siglos venideros.
Vale, empecemos con la parte complicada. El basto Imperio Carolingio de Carlomagno fue subdividido en pequeños reinos, controlados por familiares suyos. El que nos interesa ahora es el Reino de Italia, en manos primero de su hijo Pipino y que después fue a parar a su nieto Bernardo.
En el 814, Carlomagno murió, y le sucedió como emperador su hijo Ludovico Pío, mientras el hijo de éste, Lotario I, reinaba en Italia como subrey. Ludovico reinó durante 30 años y en este punto de la historia, sus nietos decidieron pelearse por el imperio. Al final se llegó a un pacto con el Tratado de Verdun del 843, por el que los tres hijos se repartirían el territorio de esta forma: Frankia occidental fue para Carlos el Calvo, Frankia oriental fue para Luis el Germánico, territorio que luego daría lugar a Alemania. Finalmente, Lotario I, con el título de emperador, recibió una estrecha franja absurda llamada Lotaringia, que incluía Italia, aunque estaba gobernada por su hijo Luis II el Joven como subrey. Aquel territorio no tenía pinta de durar mucho porque era indefendible, y en el 855, la muerte de Lotario I hizo que el resto de familiares se lanzara como víboras a por él.
Así fue cómo el imperio franco carolingio se dividió en cinco pedazos hasta que con las luchas quedó solo en tres. Lo que nos interesa saber es que el Reino de Italia, ahora independiente, fue gobernado por Luis II el Joven, el hijo de Lotario, y que además también fue emperador. Durante sus 30 años de reinado, luchó mazo contra los musulmanes en Bari y contra el príncipe de Benevento Adelchis, quien le apresó pero luego hicieron las paces.
De estos años es interesante hablar de la leyenda de la Papisa Juana, una mujer disfrazada de hombre que logró ser nombrada papa. Durante varios años engañó a todo dios hasta que fue descubierta por los dolores de un embarazo que tuvo debido a que tenía un amante. Al final, la chavala acabó siendo arrastrada por un caballo y apedreada. Algunos asocian esto al papado de Benedicto III, entre los años 855 y 858. De todas formas, todo apunta a que la historia es un invent como una casa.
Otro supuesto bulo a raíz de este tema es el de los palpati, los tocahuevos papales, un señor que comprobaba que los nuevos papas fueran varones palpando su huevera.
Tras el reinado de Luis II el Joven, en el 875 llegó Carlos el Calvo, luego Carlomán de Baviera y después, en el 880, Carlos el Gordo, que de ser un pequeño rey de Suabia logró hacerse con el control de todo el imperio, aunque por poco tiempo.
A su muerte en el 888, el Reino de Italia volvió a ser independiente bajo el gobierno de Berengario I de Friuli, un nieto de Ludovico Pío que era marqués de la región de Friuli, o Friul. Luego el duque Guido III de Spoleto le robó el trono, y el rey de Germania Arnulfo de Carintia trató de conquistarles Italia a ambos. En el 896 invadió Italia, pero tuvo que volverse a Germania debido a una epidemia entre sus tropas. Lamberto II de Spoleto, el hijo de Guido, fue nombrado nuevo rey de Italia.
El final del siglo 9 y en general el siglo 10, constituye la época más decadente, cruel e inmoral de la historia de los papas de Roma. Las continuas luchas carolingias e invasiones sarracenas se tradujeron también en luchas internas por cargos de poder. Especialmente por el hecho de que ahora los emperadores francos empezaban a tener poder sobre la elección de los nuevos papas, lo que generó infinidad de conspiraciones.
Y aquí tenemos otra historia curiosa del papado: el Concilio Cadavérico, ocurrido en el año 897. Resulta que Lamberto de Spoleto y el papa Esteban VI acusaron al fallecido papa Formoso de haber accedido al papado ilegalmente y de haber apoyado a su rival Arnulfo de Carintia. Se cuenta que, para juzgarle, desenterraron su cadáver y lo llevaron al estrado en plan momia. Luego, cuando le condenaron culpable, le fueron arrancando sus insignias, sus ropas y hasta le arrancaron los tres dedos con los que solía bendecir. Finalmente tiraron el esqueleto al río Tíber, pero un pescador lo recuperó y ahora se encontraría descansando en el Vaticano.
Por el año 900, el trono italiano fue ocupado por Luis III el Ciego, pero Berengario I de Friuli logró recuperarlo en el 902, y hasta fue nombrado emperador en Roma por el papa Juan X en el año 915.
Berengario fue derrotado por Rodolfo II de Borgoña en el año 923, y acabó muerto y sin reino. Tras él, tenemos algunos reyes italianos más que no son muy importantes, como Hugo de Arlés y alguno más.
En la historia de Roma o de los Estados Pontificios hay una época curiosa llamada la Pornocracia, o ginecocracia, que va desde el año 904 hasta el 935, aunque otros dicen que continúa unas décadas más. El nombre no me lo he inventado yo. Hace referencia a que fue una época de muchas luchas de poder en el seno de la iglesia, muchas veces motivadas por amantes nobles y cortesanas, es decir, prostitutas.
Este periodo se inició cuando la familia del noble Teofilacto se hizo con las riendas del poder papal junto con su esposa Teodora. Este Teofilacto era el protector y administrador de los papas, además de cónsul y comandante de la milicia romana. Destaca la hija de Teofilacto, Marozia, quien fue amante del papa Sergio III. Sin ningún tipo de escrúpulos, Marozia pasó a manejar al papa como si fuera su marioneta, y se mudó al Castillo de Sant Angelo, desde donde estableció su propia tiranía en Roma, que duró 15 años.
Del papa Juan X se dice que mantuvo relaciones amorosas con la viuda Teodora. De todas formas, no quería dejarse engatusar por aquellas mujeres, y la leyenda dice que Marozia le asfixió con una almohada. Y también se cuenta que Marozia se casó con Hugo de Arlés, el rey de Italia en aquel tiempo.
El papa Juan XI parece que era un hijo de Marozia que tuvo con Sergio III. Otro hijo de Marozia era Alberico II, quien encarceló a su madre y al papa, este último como arresto domiciliario en Letrán. Así, durante los siguientes 22 años, Alberico II hizo lo que le dio la gana en Roma, y eligió a los siguientes 4 papas de Roma como sus moñecos.
Ahora llegamos al reinado de Berengario II de Ivrea, nieto del primer Berengario, quien en el 947 obligó a Hugo de Arlés a abdicar y poco después mató a su hijo, Lotario II de Arlés. Su reinado fue breve, pues como estaba siendo presionado por todas partes, en el 952, a través de la Dieta de Augusta, el Reino de Italia se convirtió en vasallo y feudo de la Corona Germánica, cuyo rey era Otón I. Este rey alemán buscaba imponer su autoridad en Roma ahora que Frankia Occidental estaba en plan decadente y la dinastía de Teofilacto agonizaba en Roma.
El papa Juan XII, conocido como el papa fornicario, era un hijo ilegítimo de Alberico II, y nieto de Marozia. El apodo le viene porque le gustaba mucho el ñaca-ñaca.
El caso es que en el año 962, este Juan XII coronó a Otón I como rey de Italia y como emperador de la cristiandad, hecho que dio comienzo a la historia del Sacro Imperio Romano Germánico. Si queréis saber más sobre este 1º Reich alemán, id a este vídeo que hice. De todas formas, Juan XII le traicionó, aunque eso da igual porque fue asesinado poco después a martillazos, supuestamente por el marido de una tipa a la que se follaba.
Desde esta fecha hasta el año 1400, el Sacro Imperio dominaría todo el norte de Italia, aunque su control sería altamente complicado. Además, con el Privilegium Othonis, Otón I reconoció la independencia de los Estados Pontificios, pero asumió poder sobre el papa y las elecciones pontificias. Es decir, que el papa sería elegido por los obispos como siempre, pero el emperador podría meter mano en la elección a través de sus representantes. Esto es importante porque traerá muchos conflictos que ya veremos.
Esta época de despiporre eclesiástico fue atenuándose con la reforma de Cluny, una orden directamente sometida a la Santa Sede y no a los poderes laicos y feudales, que ofreció un cambio de mentalidad espiritual que se expandió por casi toda Europa. Los cluniacenses aspiraban a la regeneración moral de la sociedad, empezando por el clero.
Esto se ve bien con el papado de Silvestre II, el primer papa francés, amigo y consejero del emperador Otón III. Silvestre II fue uno de los grandes sabios de su tiempo, que estudió ciencias, retórica y filosofía. Condenó la simonía (es decir, cobrar por favores espirituales) e impuso el celibato.
Finalmente hay que comentar el Cisma de Oriente, ocurrido en 1054. El papa León IX declaró la supremacía de la sede romana sobre el sur de Italia, e intentaron plantar allí sus dogmas católicos, y claro, el patriarca de Constantinopla Miguel Cerulario se picó y los dos dirigentes religiosos se excomulgaron mutuamente. Esto significó la ruptura definitiva de ambas iglesias, la católica y la ortodoxa. Este cisma continúa a día de hoy.
LA LLEGADA DE LOS NORMANDOS (840-1072)
Mientras tanto, en el sur de Italia, región conocida como el Mezzogiorno, sobrevivía el Ducado de Benevento, pero por poco tiempo. Resulta que tras el asesinato del duque Sicardo de Benevento, este ducado comenzó a dividirse. Mientras su asesino Radelgiso o Radelchis ocupaba el trono de Benevento, el hermano del asesinado, Siconulfo, ocupó el principado de Salerno. El Ducado de Nápoles también se independizó aprovechando la debilidad de poder de los anteriores.
En esos años, los árabes del Califato Abasí habían conquistado la isla de Sicilia. Por ello, en el 876, los bizantinos crearon al sur de Italia, en el poco territorio que controlaban, el Catapanato de Italia, con capital en Bari. Este lugar fue gobernado por catapanes, que eran altos oficiales militares. Aquí habría, durante los siguientes dos siglos, una guerra constante con los musulmanes, o sarracenos, como eran llamados por los europeos.
Todo esto cambiaría a mediados del siglo XI, con la llegada de los normandos. Estos normandos eran antiguos vikingos reconvertidos en franceses, ¿puede haber algo peor?
Se cuenta que los primeros normandos llegaron al sur de Italia hacia el año 1000, cuando en el Principado de Salerno gobernaba el príncipe Guaimario III. Estos normandos habían peregrinado al Santo Sepulcro de Jerusalén, y este príncipe les acogió temporalmente. Entonces el lugar fue atacado por piratas sarracenos, y los normandos vieron la debilidad de Guaimario y sus gentes. Guaimario III rogó a los normandos ayuda contra los sarracenos, y estos aceptaron y acabaron con los piratillas.
Parece ser que se corrió el rumor de la fuerza de estos normandos, dirigidos por el aventurero Ranulfo Drengot, y los príncipes lombardos del sur de Italia comenzaron a contratarlos como mercenarios para quitarse de encima el poder del Catapanato de Italia y a los piratas sarracenos. Curiosamente, años después, por el 1027, estos normandos se pasaron al bando del duque bizantino de Nápoles, Sergio IV. Bajo el mando bizantino, los normandos lucharon contra Pandolfo IV, duque de Capua.
Gracias a su ayuda, en 1030, este duque regaló a Ranulfo Drengot el condado de Aversa como feudo, y ese fue el primer principado normando de Italia. Poco después conquistó Capua al príncipe Pandulfo IV. Con el paso de los años, más y más forajidos normandos fueron llegando al sur italiano.
En este contexto hay que hablar de los hijos del normando Tancredo de Altavilla, o Hauteville. El primero importante fue Guillermo de Altavilla, quien luchó contra los sarracenos como mercenario al servicio de los bizantinos. Tras su éxito en el asedio de Siracusa se ganó el apodo de “Brazo de Hierro”. En 1042, Guillermo se unió a los lombardos contra el control bizantino de Apulia, los derrotó, y allí fue nombrado conde por la población local, y fundó un nuevo condado: el condado de Melfi, luego llamado el ducado de Apulia.
Luego se alió con el príncipe Guaimario IV de Salerno para conquistar Calabria. Ambos construyeron allí el Gran Castillo de Stridula, como base de operaciones para dominar la zona.
Poco después Guille murió y fue sucedido por su hermano Drogo, quien fue nombrado oficialmente duque de los normandos de Apulia y Calabria. En 1051, Drogo fue asesinado y le sucedió otro de los hermanos: Hunifredo.
En 1053 ocurrió la Batalla de Civitate entre los normandos de Hunifredo y las tropas del papa León IX, quien estaba harto de los normandos, que no paraban de liarla y de saquear sus tierras. El papa perdió y fue apresado en la ciudad de Benevento una temporada.
El sucesor de Hunifredo fue su hermano Roberto Guiscardo, que fue nombrado conde de Apulia en 1057.
El papa Nicolás II necesitaba aliados contra el creciente poder de los emperadores germanos y bizantinos, así que reconoció a los normandos como condes a cambio de ayudita. A cambio de esto, el papa pidió a Guiscardo que conquistara Sicilia de manos musulmanas. Así, con la ayuda de su hermano Roger comenzó la conquista de Apulia, Calabria y Sicilia, que duraría 30 años.
En el 1071, Roger I y Guiscardo lograron tomar Bari, con lo que se hicieron con el poder de gran parte del Mezzogiorno.
Al año siguiente, Roger I conquistó Palermo, en Sicilia, y fue investido por su hermano como Gran Conde de Sicilia, aunque seguiría siendo vasallo de Apulia y además todavía quedaba parte de la isla por conquistar. De todas formas, el condado siciliano de Roger I sería el germen del estado normando de Italia, que veremos en el siguiente capítulo.