Las Últimas Guerras Italianas

La siguiente historia tiene lugar entre el año 1521 y el 1600 d.C.

ITALIA MODERNA 6: ITALIA EN EL SIGLO XVI

LAS ÚLTIMAS GUERRAS ITALIANAS (1521-1559)

En los capítulos anteriores conocimos las cuatro primeras guerras italianas, guerras entre España y Francia, las dos grandes potencias europeas, que se disputaban el territorio italiano. Ahora conoceremos las cinco últimas guerras, que, alerta spoiler, darían la supremacía sobre la península italiana al Imperio Español.

Pero primero hagamos un breve repaso. En las anteriores guerras Francia había intentado en varias ocasiones reclamar el Reino de Nápoles, pero todo le salió mal y fueron los Reyes Católicos, los monarcas de España, quienes se apoderaron de ese reino en 1504, y fue gobernado por un virrey, que ejercía como gobernador.

En 1519, Maximiliano I de Habsburgo, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, la palmó, por lo que su puesto recayó en su nieto: Carlos I de España y ahora V del Sacro Imperio, quien también era nieto de los fallecidos Reyes Católicos y monarca de España. Este chaval tenía como 1/3 de Europa bajo su control, era una auténtica locura.

El papa León X, el papa Medici, murió poco después, en 1521, y justo en ese año comenzó la 5ª Guerra Italiana, o Guerra de los 4 años. La causa de esta guerra fue que al rey de Francia Francisco I no le sentó bien que Carlos fuera nombrado emperador, ya que él quería optar a ese puesto, así que se alió con Venecia, con el rey de Navarra en el exilio Enrique II, y comenzó atacando los Países Bajos y también Navarra, siendo famosa la Batalla de Noáin. En 1521, los franceses recuperaron Navarra, pero unos meses después los castellanos la reconquistaron.

Mientras esto pasaba, en Alemania ocurría la Dieta de Worms, en la que el emperador Carlos se enfrentaba a Martín Lutero y a su reforma protestante. La respuesta de la Iglesia Católica para evitar el avance de las doctrinas de Lutero es lo que se conoce como Contrarreforma. Si queréis saber más de esto, id a este vídeo.

Con la victoria en la Batalla de Bicoca, de 1522, las tropas de Carlos, dirigidas por Fernando de Ávalos, expulsaron al ejército francés del Milanesado. El Ducado de Milán pasó entonces a Francisco II Sforza, el heredero legítimo, aunque estaría bajo protección hispánica. Las tropas de Ávalos también lograron expulsar a los franceses de Génova, algo que ya vimos en el capítulo anterior, y aquí empezarían las buenas relaciones entre España y Génova, con sus consiguientes préstamos bancarios.

Carlos además selló una alianza con los ingleses de Enrique VIII, quienes empezaron a invadir Francia por mar. Con esto, Francisco I se apichonó y Francia estuvo al borde del colapso. Todos sus aliados, como Venecia o el papado, le habían dado la espalda.

De todas formas, en 1523, Francia comenzó a recuperar terreno, y el nuevo papa, Julio de Medici, o Clemente VII, decidió retirar el apoyo al emperador Carlos y declararse neutral. Este papa deseaba la paz en Europa y la unión de todos los cristianos contra la amenaza turca, pero no le hacía caso ni dios.    

En febrero de 1525, Francisco I contraatacó y, en una operación relámpago, trató de recuperar el Ducado Milanés con un ejército de más de 40.000 hombres. Sin embargo, el francés acabó sufriendo una desastrosa derrota en la Batalla de Pavía. La caballería pesada francesa no fue rival para los lansquenetes y arcabuceros españoles.

Francisco I no sólo perdió, sino que también fue capturado y encarcelado en España, concretamente en la Casa y Torre de los Lujanes, en Madrid. Allí firmó el Tratado de Madrid, de 1526, en el que renunciaba a sus aspiraciones en Italia, Borgoña y Flandes. También Carlos le casó con su hermana Leonor, pero se cuenta que Francisco I pasaba de ella y nunca tuvieron hijos. Finalmente, otro punto fue que dos de los hijos de Francisco I se quedarían retenidos en España como garantía del cumplimiento del tratado.

Con esto le dejaron libre, pero Francisco I dijo que “a la mierda, eso lo firmé coaccionado, os voy a matar a todos, cabrones”, y se alió con el papa Clemente VII, ya que este papa veía peligrar sus posesiones papales por el creciente poder de los españoles en Italia.

Así empezó la Guerra de la Liga de Cognac, de 1526, que para unos entra dentro de la 5ª Guerra italiana y para otros sería la 6ª.

La Liga de Cognac, o Liga Clementina, estuvo compuesta por el papado, Francia, Florencia, Venecia, Milán y otros estados italianos que no querían que el Imperio Español tomara más territorio italiano. Fue una auténtica coalición contra el poderío de los Habsburgo.

El resultado fue que las tropas de Carlos atravesaron Lombardía. El duque de Milán Francisco II Sforza se vio forzado a abandonar su ducado ante el imparable avance español.

Más tarde tomaron Florencia y, en 1527, asediaron Roma y se produjo el famoso Saqueo de Roma, o Saco di Roma. Aquí las tropas imperiales entraron por la fuerza en Roma causando caos, saqueos, incendios y destrozos. El papa Clemente VII, que estaba refugiado en el Castell de Sant Angelo, se rindió y fue arrestado.

Al año siguiente, franceses y genoveses pusieron en jaque la ciudad de Nápoles, pero el inesperado cambio de bando del almirante genovés Andrea Doria dio la victoria a la Monarquía Hispánica.

En 1529 destaca la Batalla de Landriano, en el norte de Italia, donde los franceses fueron completamente derrotados. Al final todos hicieron las paces en la Paz de Cambrai de 1529, o Paz de las Damas, en la cual Francisco I renunció a sus pretensiones y tuvo que pagar para que liberaran a sus hijos, retenidos en España desde lo de Pavía. Además, España recibió territorios al sur de Italia, como Apulia.

Como colofón, en 1530, Clemente VII coronó en Bolonia a Carlos I como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, con el nombre de Carlos V. Este papa también excomulgó al rey de Inglaterra Enrique VIII porque quería divorciarse. El rey se enfadó y rompió con la Iglesia católica para crear la suya propia: la Iglesia Anglicana. Pero eso es otra historia que ya conoceremos más adelante.

Durante la Guerra de Cognac, los florentinos aprovecharon para expulsar a los Medici de su ciudad, y proclamaron una nueva república libre de esta gente. Sin embargo, tras la Paz de Cambrai, el emperador Carlos se puso de lado de los Medici exiliados y asedió Florencia. Gracias a ello, los Medici recuperaron el poder de la ciudad florentina en 1530. Esto también lo expliqué en un vídeo anterior.  

Por cierto, en 1530, los sicilianos entregaron la isla de Malta a los Caballeros Hospitalarios, como baluarte contra los turcos tras la caída de su base en la isla de Rodas. A estos monjes soldado se les conoce también como la Orden de Malta.

Esta gente se dedicó a combatir contra los corsarios otomanos y piratas berberiscos que atemorizaban a los marineros de todo el Mediterráneo. En esos tiempos destaca la figura de Barbarroja, un corsario otomano que no paraba de atacar a los cristianos. En el contexto de las guerras turco-venecianas, este señor tuvo grandes victorias como la de la Batalla de Préveza, 1538, donde derrotó a una liga formada por el papa, Malta, Venecia, Génova y España.

En el Reino de Nápoles, el emperador Carlos ordenó a su arquitecto Pedro Luis Escrivá la construcción de diferentes fuertes de planta estrellada, como el Castillo de San Elmo en Nápoles, o el Fuerte Español de L’aquila, en la zona de Abruzos.

Por cierto, el virrey napolitano Pedro Álvarez de Toledo dictó un decreto para la expulsión de los judíos de su territorio en 1542. Los judíos manejaban importantes actividades financieras y comerciales, y su expulsión provocó problemas económicos.

Ahora pasemos a la 7ª Guerra Italiana. Sí, esto es un no acabar. Año 1535, Francisco II de Sforza, señor de Milán, murió, y el ducado fue heredado por el hijo del emperador Carlos, Felipe. Vamos, que ahora el Milanesado iba a formar parte de España, con el nombre de Estado de Milán. Y así seguiría hasta 1714. Esta Milán se convirtió en el centro de la contrarreforma europea. Las figuras más importantes de este estado fueron el gobernador, que representaba al soberano… y el archicanciller, que presidía el Consejo Secreto, el órgano administrativo principal. En 1543 se creó la Congregationi di Stato, una asamblea en la que estaban representados condes y alcaldes tanto de ciudades como del campo.  

Francisco I de Francia se enfadó mazo, no quería que su archienemigo controlase la valiosa Milán, y decidió invadir Lombardía a través de Saboya y el Piamonte. Allí logró conquistar la ciudad de Turín en 1536, pero fracasó asediando Milán.

Como respuesta, el emperador Carlos invadió la Provenza, aunque se retiró al llegar a Aviñón pues estaba muy fortificada.

Francisco, viendo que no tenía mucho que hacer, pidió la paz y se firmó la Tregua de Niza, por la que gran parte del Ducado de Saboya y del Piamonte quedaron en manos francesas. Se cuenta que, durante la firma del tratado, los dos monarcas rechazaron estar sentados en la misma habitación de lo mal que se llevaban, y el papa Paulo III tenía que ir de habitación en habitación mediando entre ambos.

Y este odio iba a continuar en una última guerra entre ambos. La 8ª Guerra Italiana comenzó en 1542, cuando Francisco I de Francia se alió con el sultán otomano Solimán el Magnífico. Para el francés cualquier cosa valía con tal de joder al emperador Carlos.

Juntos lanzaron una invasión a Italia. Una flota conjunta franco-otomana liderada por Barbarroja capturó la ciudad de Niza, (que era parte del Ducado de Saboya). De todas formas, la ciudadela resistió, y destaca la defensa de una lavandera de la ciudad llamada Caterina Segurana. Muchos consideran a esta mujer como ficción, todo hay que decirlo.

La llegada de la flota española al mando de Alfonso de Ávalos, y de la genovesa al mando de Andrea Doria, puso en retirada a franceses y turcos.

Después, los franco-turcos vencieron a las tropas imperiales en la Batalla de Cerisoles, de 1544. A pesar de esta victoria, Francisco I ordenó la retirada de Lombardía, pues el francés estaba temeroso de una invasión conjunta del emperador Carlos y de Enrique VIII de Inglaterra a Francia.

En 1544, el ejército español derrotó a un ejército mercenario del francés en Italia en la Batalla de Serravalle, que marcó el final de esta guerra. Ambos contendientes acabaron bastante jodidos, y Carlos estaba mal de fondos debido a la cuestión religiosa en Alemania. Por ello se firmó la Paz de Crepy, de 1544. Nadie salió ganando de este conflicto, y todos perdieron muchísimo dinero haciendo el canelo.

Poco después, en 1547, murieron Enrique VIII de Inglaterra y también Francisco I de Francia. Éste fue sucedido por su hijo Enrique II.

Por cierto, el nuevo papa, Pablo III o Paulo III, aprobó hacia 1540 nuevas órdenes religiosas, entre las que se encontraban los capuchinos y los jesuitas. Esta orden de los Jesuitas, o “Compañía de Jesús” fue creada por Ignacio de Loyola. Esta orden se dedicó a renovar la vida espiritual católica y consiguieron que fuera una institución más respetada.  

En 1545, Paulo III convocó el Concilio de Trento. Trento era una ciudad imperial libre situada en el norte de Italia. Se convocó en respuesta a la Reforma Protestante de Lutero, y durante los casi 20 años que duró, los diferentes religiosos fueron definiendo mejor la doctrina católica a la par que condenaban muchos dogmas protestantes. Este concilio está considerado como el más influyente de la Iglesia Católica.

También en esta época, Nicolás Copérnico, un astrónomo polaco-prusiano, publicó su teoría heliocéntrica, es decir, que la tierra y el resto de planetas se movían en torno al sol y no al revés. Para muchos, este descubrimiento se considera el inicio de la astronomía moderna. Sin embargo, muchos otros científicos y religiosos venían mal que la tierra no fuese el centro del universo, y además Copérnico no pudo demostrar sus teorías con pruebas matemáticas. De eso se encargarían Giordano Bruno y Galileo Galilei unas décadas después.

Tras esto ya sólo nos queda una última guerra, la 9ª Guerra Italiana. Fue una guerra larga, que comenzó en 1551 y acabó en 1559. Empezó porque el joven Enrique II de Francia decidió atacar a Carlos I para retomar Italia y acabar con la hegemonía de los Habsburgo en Europa, para que Francia fuera la gran potencia, algo que no ocurrió.

La invasión comenzó bien, con el apoyo de las tropas papales de Paulo IV, pero sus tropas se atascaron en la Toscana, y sufrieron un revés en la Batalla de Marciano, de 1554. Aquí, Cosme I de Toscana, apoyado por España y el Sacro Imperio, derrotó a la República de Siena, que apoyaba a los franceses. Esto hizo que Florencia acabara absorbiendo el territorio sienés.

Los españoles también ocuparon toda la Toscana y se hicieron con algunos enclaves costeros e isleños, creando los Presidios de Toscana, que fueron parte de España hasta 1707.

El emperador Carlos I estaba ya muy mayor, y decidió abdicar en su hijo en 1556, y se retiró a un monasterio a vivir de tranquis.

Su hijo Felipe II se quedó con España, mientras que su tío Fernando de Habsburgo, el hermano de Carlos I, se quedó con el Sacro Imperio.

Felipe II decidió atacar a los franceses, pero no en Italia, sino en Flandes, y aquí tuvo lugar la famosa Batalla de San Quintín, de 1557, en la que el duque Manuel Filiberto de Saboya se puso al servicio de los españoles.

Ese mismo año, en la Batalla de Civitella, en Nápoles, los españoles lograron otra victoria sobre Francia.

Al año siguiente ocurrió la Batalla de Gravelinas, con una victoria española tan rotunda que supuso la retirada definitiva de las tropas francesas tanto de los Países Bajos como de Italia.

Esto hizo que el duque de Saboya pudiera recuperar los territorios del Ducado de Saboya que Francia le conquistó tiempo atrás. Fue en este punto cuando este ducado comenzó a despegar.  

Tras todo esto, los dos enemigos firmaron la Paz de Cateau-Cambresis, en la que Francia renunciaba ya por fin y para siempre, a sus reivindicaciones italianas. Eso sí, recuperó Calais, la última plaza inglesa en suelo francés desde la Guerra de los 100 años. Y con esto, ya se acabó el tiempo de las Guerras Italianas.  

¿Qué consecuencias tuvieron estas guerras? La primera, que Italia quedó devastada y en la mierda. Aun así, los Medici de Florencia crearon un nuevo estado conocido como el Gran Ducado de Toscana. Aquí podéis ver el mapa de la época; no habría muchos más cambios en los siglos siguientes.  

Y la segunda consecuencia fue que todos estos monarcas, los de España y Francia sobretodo, se arruinaron bastante y acabaron endeudados con todo el mundo. Aún así, la Casa de Austria, a la que pertenecía Felipe II de España, se asentó como la primera potencia mundial. La Monarquía Hispánica controlaba España, Países Bajos, gran parte de América, y gran parte del norte y sur italianos. Casi nada.

ITALIA A FINALES DEL SIGLO XVI (1559-1600)

Tras 70 años y 9 guerras italianas, toda la península de Italia quedó en la mierda, pero en calma, lo cual es de agradecer. España dominaba el norte y el sur, mientras que en el medio dominaban los Estados Papales (que incluía Urbino, Bolonia otros pequeños territorios feudatarios) y el recién creado Gran Ducado de Toscana, heredero de la República Florentina. Luego estaban los ducados de Parma, Módena y Mántua, y la pequeña República de Lucca, además de San Marino. Finalmente, alrededor de Turín estaba el Ducado de Saboya, liderado por Manuel Filiberto.

Dentro de Saboya encontraríamos los pequeños marquesados de Saluzzo y de Montferrato, que técnicamente eran feudos del Sacro Imperio. Y aparte tendríamos la república de Génova al oeste y la de Venecia al este.

También habría que hablar de la isla de Malta. Ya conté que había sido cedida a la Orden Hospitalaria, ahora conocida como Orden de Malta. Resulta que en 1565 ocurrió en Gran Sitio de Malta, un asedio bestial por parte de los turcos otomanos. La isla era importante por su estratégica posición, ya que controlaba las rutas comerciales de todo el Mediterráneo.

Durante el asedio al Fuerte de San Telmo murió Turgut Reis, un importante corsario otomano. Aunque más tarde los turcos tomaron la fortaleza, las tropas del gran maestre de la Orden de Malta Jean Parisot de La Valette, lograron expulsarles con ayuda de los tercios españoles. Esto supuso un freno a las ansias expansionistas de los turcos, pues perdieron casi la mitad de su ejército.

En honor a este La Valette, la capital de este país, Malta, se llama así, La Valeta. Aquí rodaron parte de la última película de Jurassic World, por cierto.

En 1566 comenzó a gobernar en la Santa Sede el papa Pío V, quien estaba empeñado en la renovación moral de la Iglesia. Todo aquel que le llevara la contraria era depuesto fulminantemente. Pío V prohibió las corridas de toros bajo pena de excomunión, redujo drásticamente el número de trabajadores domésticos del Palacio Apostólico y obligó a los miembros de la Guardia Suiza que tontearan con concubinas a casarse con ellas.

A los cardenales les dijo que se fueran a vivir cada uno a su diócesis y que llevaran vidas simples y austeras. Y a cualquiera que pillara haciendo actos de sodomía sería degradado inmediatamente.

Finalmente, a los ciudadanos romanos les prohibió el juego, llevar prendas lujosas, la blasfemia, propagar fake news, el adulterio, el concubinato, la prostitución y la mendicidad.

Finalmente, también promovió la creación de una Liga Santa junto con España, la Toscana, Saboya, Venecia y Génova. Esta Liga se enfrentó a los turcos otomanos en la famosa Batalla de Lepanto, de 1571, donde los cristianos lograron una aplastante victoria que dejó a los turcos un tiempo sin poder de maniobra.

Mientras tanto, en Alemania, el movimiento protestante destruía imágenes y proscribió el arte religioso, mientras que Roma, sede de la Iglesia Católica, como contestación, multiplicó ese arte, dando lugar al arte barroco, un estilo recargado opuesto a los ideales reformistas. Se potenciaron los colores, la ornamentación y los materiales preciosos. Se levantaron estatuas de mármol y se pintaron coloridos frescos y cuadros.

Ignacio de Loyola fundó la Universidad Pontificia Gregoriana en 1551, dedicada al nuevo papa Gregorio XIII por su gran apoyo a la orden de los jesuitas. Este papa es famoso por la reforma del calendario juliano, que tenía algunos fallitos de cálculo, dando lugar al Calendario Gregoriano, que es el que tenemos hoy día.

En esta época de relativa paz la población comenzó a crecer tanto… que Italia se convirtió en el lugar con mayor densidad de población de Europa. Por toda Italia se crearon nuevas ciudades, nuevos municipios y nuevos campos de cultivo (sobre todo de trigo, y también olivares para hacer aceite y viñedos para hacer vino).

También aumentó la producción de lana, y se introdujo la manufactura de seda, siendo ambas las principales actividades económicas de las ciudades. Los gusanitos de seda se alimentaban de las hojas de los árboles de las moreras, que fueron traídos de oriente por los venecianos.

La actividad bancaria también continuó a tope de la mano de los Medici de Florencia y también de los genoveses.

Como ya conté, a través de diferentes escritores humanistas, el dialecto toscano se extendió por toda la península itálica convirtiéndose en la lengua culta del lugar, y eso daría origen al italiano actual.

Las Universidades de Padua o Bolonia, entre otras muchas, se convirtieron en referentes en el estudio de anatomía, matemáticas y otras ciencias. Y este conocimiento también se fue difundiendo a otras universidades europeas.

La educación humanista y la visión romántica del mundo clásico propios del Renacimiento… dieron cohesión a todo el lugar a pesar de las diferentes guerras y conflictos. La ropa y la gastronomía italiana se pusieron muy de moda en las cortes principescas de media Europa. Eso sí, aún no se había inventado la pizza. Eso ocurriría en los barrios marginales de Nápoles durante el siglo XVIII.

El Reino de Nápoles, una de las posesiones del Imperio Español, se forró de lo lindo gracias a las manufacturas de seda. El virrey y su corte vivían rodeados de lujos. El sistema de gobierno apenas cambió con los españoles. Siguió siendo bastante feudal, y los barones y el clero reforzaron sus privilegios territoriales e influencia política durante esta época.

Los órganos de gobierno más importantes fueron el Consejo Colateral o Consejo de Aragón (compuesto por el virrey y tres juristas)… la Sala del Sumario (que administraba y controlaba que las cuentas estuvieran bien)… El Tribunal de la Vicaría (para asuntos civiles y penales, con sede en el Castel Capuano de Nápoles)… y el Tribunal del Sacro Real Consejo (o tribunal supremo de reino).

Las tropas reales de Nápoles pasaron a estar al mando de un Gran Condestable.

Muchos virreyes de esta época invirtieron mucho dinero para combatir el bandolerismo y en la construcción de obras públicas. Se modernizó la red de carreteras del reino, las estructuras defensivas y también se levantaron multitud de edificios públicos. Destaca el Palacio Real de Nápoles, en la actual Plaza del Plebiscito, que sería la residencia de los virreyes desde más o menos el año 1600, obra de Domenico Fontana. Otra de sus obras es la fuente de Neptuno de Nápoles.

En 1592 llegó al poder de Roma el papa Clemente VIII, famoso por haber quemado en la hoguera al dominico Giordano Bruno en el año 1600. Otra a la que parece que ejecutó fue a Beatrice Cenci, una chavala que era maltratada por su padre, y al que defenestró por una ventana tras haber intentado envenenarlo.

También este papa, en 1598, absorbió el Ducado de Ferrara, que pasó a ser parte de los Estados Pontificios. César de Este fue el último duque de Ferrara, aunque lo continuó siendo de Módena y Reggio.

Bajo el gobierno de este papa, el sacerdote español José de Calasanz creó en 1597 la orden de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, mejor conocida como Escolapios. Su intención era educar a la juventud, y se crearon multitud de escuelas gratuitas para niños pobres.

Mientras tanto, en esos años, el dominico Tomasso Campanella trató de llevar a cabo una conjura contra los españoles para implantar en Nápoles una teocracia utópica que describió en su obra Ciudad del Sol.  

A finales de siglo, una gran crisis económica hizo temblar toda Italia. La fabricación de lana quebró, la construcción naval se derrumbó, la actividad mercantil se resintió muchísimo. ¿Qué estaba pasando? Pues básicamente que América y el Océano Atlántico se convirtieron en el nuevo eje del comercio mundial. El peligroso Mediterráneo, lleno de piratas berberiscos y turcos otomanos ya no era tan atractivo. También la industria inglesa y holandesa tenía menos restricciones que las fábricas italianas, dominadas por los gremios, y vendían más barato.

Con todo esto llegó desempleo y pobreza, y aumentó mucho el número de bandidos en las zonas rurales. ¿Saldría Italia de este pozo negro? Pronto lo veremos.