ISRAEL Y LA BIBLIA 4: LA VIDA DE JESUCRISTO
Jesucristo, quizás uno de los personajes más relevantes en la cultura contemporánea occidental. ¿Existió realmente este profeta o mesías? Es probable que sí, al igual que otros profetas como Buda o Mahoma. En este episodio vamos a conocer su historia a través de la Biblia, pero también a través de otras fuentes, para tratar de dilucidar hasta qué punto esta figura que dividió al judaísmo y dio origen al cristianismo es real o un mito.
Para empezar, Jesús no nació un 25 de diciembre del año 1 antes de Cristo, es decir, justo al inicio de nuestra Era Cristiana que marca nuestro calendario. Se cree que pudo nacer por el año 4 a.C. y eso del 25 de diciembre ya explique que fue un invento del Concilio de Nicea para que coincidiese con la celebración romana del Sol Invictus. Con su nacimiento, comienza el Nuevo Testamento, y su vida está narrada en los cuatro Evangelios, el de Mateo, Lucas, Marcos y Juan.
LOS EVANGELIOS: LA VIDA DE JESÚS
Todo comienza cuando el Arcángel San Gabriel anuncia a María, una virgen de la ciudad galilea de Nazaret, que va a tener un hijo, pero no de su esposo, José, sino directamente de Dios, cumpliéndose así la profecía de Isaías de un mesías. María flipa, pero lo acepta. Meses después, un censo obliga a María y José a ir a Belén y la mujer se pone de parto, así que se guarecen en un pesebre. Los rumores del nacimiento de un mesías se expande por todo el lugar y hasta unos magos de oriente llegan a Jerusalén guiados por una estrella y preguntan al Rey de Judea por aquel entonces, Herodes el Grande, por el “rey de los judíos que acaba de nacer”. La reacción de Herodes es “pero qué me estás container”, y ordena cargarse a todos los recién nacidos de la zona. Los reyes magos logran visitar al niño Jesús, pero el peligro se cierne sobre ellos y la familia se pira a Egipto unos años, para volver tras la muerte del tirano. Jesús se cría en la ciudad de Nazaret ayudando en la carpintería de su padre.
A los doce años, la familia viaja a Jerusalén, como todos los años a celebrar la Pascua en el Templo, el Pésaj. María y José se iban a pirar cuando se dieron cuenta de que Jesús no estaba con ellos. Al final le encontraron filosofando con los ancianos. El chaval se había venido arriba con eso de la religión.
Su primo, el profeta Juan el Bautista, le bautizó en el río Jordán a los treinta años, y el Espíritu Santo, en forma de paloma blanca, descendió de los cielos. Fue el Espíritu Santo este quien guió a Jesús al desierto. Allí el hombre tuvo una prueba de fe, superando las tentaciones de Satanás durante cuarenta días de ayuno. Casi nada. Tras eso, Jesucristo estaba listo para comenzar a predicar la llegada del Reino de Dios en la tierra, especialmente por Cafarnaún, en Galilea.
Para esta tarea comenzó a rodearse de gente a la que fue reclutando, los doce apóstoles. Muchos eran pecadores, que acabaron arrepentidos y uniéndose a la causa de un mundo mejor, más justo, de igualdad, amor y de perdón a los enemigos que predicaba el Yisus. Pedro y su hermano Andrés, Santiago el Mayor y su hermano Juan, Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo, que era recaudador de impuestos, Judas Tadeo, otro Santiago, Simón el Zelote y Judas Iscariote, el traidor, que después sería sustituido por Matías. Se cree que María Magdalena fue otra de sus apóstoles, e incluso, según algunos textos apócrifos, que llegó a ser su esposa y depositaria de una tradición cristiana feminista ocultada por la iglesia. Esto ya es muy discutible. Para más info, leed El Código Da Vinci.
A Jesús le encantaba contar parábolas, que eran como chascarrillos con mensaje. La más famosa, la del hijo pródigo. La del hijo que pide la herencia a su padre para gastárselo en putas y luego vuelve to jodido pidiendo que le trate como un jornalero para poder comer algo y su padre lo acoge como un rey. Una parábola a favor de la misericordia. O también la parábola del buen samaritano, en el que un tipo herido en mitad de un camino no es ayudado ni por un sacerdote ni por un levita que pasaban por allí, pero sí por un samaritano, visto por los fariseos como parias. El paria es al final el que ayuda al hombre, definiéndose así por sus acciones, y no por el nombre o rango.
Uno de los momentos míticos fue su Sermón de la Montaña, donde Jesús expuso las principales disciplinas del cristianismo, como por ejemplo las Bienaventuranzas y el Padrenuestro. Su mensaje era de perdón a enemigos, expiación de los pecados, igualdad entre el hombre y la mujer, no a sacrificar corderos, basta de cortar prepucios, ayudar al pobre, al prójimo, nada de lapidar a prostitutas, que salvó unas cuantas. “Aquel que esté libre de pecado que tire la primera piedra”, dijo. Todo esto rompía un poco con el judaísmo tradicional, bastante sectarizado, especialmente por los que controlaban el cotarro, los fariseos. Jesús se metía mucho con ellos, les acusaba de ser unos hipócritas. De enriquecerse a base de los devotos. De hecho, en una de sus visitas a Jerusalén, Yisus se enfadó mazo porque habían convertido el templo en un mercadillo.
Pero Jesucristo parece que no era el típico que hablaba mucho y luego nada. El tío hizo milagros, un montón, como curar enfermedades, hacer exorcismos, resucitar a tres muertos y muchas otras cosas. Fue en el pueblo de Betania donde resucitó a Lázaro diciendo “Levántate y anda”. Probablemente este sea el primer caso zombie de la historia. Otro día estando en el mar de Tiberíades con una multitud multiplicó los panes y los peces para dar de comer a todos. Y una noche hasta llegó a caminar por las aguas.
Poncio Pilato fue el prefecto de la provincia romana de Judea a partir del año 26, y gobernaba desde la ciudad costera de Cesárea Marítima, pero se desplazaba con sus soldados a Jerusalén en ciertas festividades, en las que podía haber follón. Fue en el año treinta cuando Jesucristo entró a Jerusalén montado en un asno y siendo aclamado por las multitudes. Iba a celebrar la Pascua. Sería la última. Durante La Última Cena, reunió a todos los apóstoles y les instruyó en la eucaristía. El pan y el vino representarían el cuerpo y sangre de cristo resucitado, el redentor que quitaría el pecado del mundo. Les dijo que iba a morir y que uno de ellos le traicionaría. Y es que los fariseos, liderados por el Sumo Sacerdote Caifás, estaban muy enfadados, y presionaron a los romanos para que lo arrestaran.
Y aquí viene una curiosidad. ¿Por qué algunos en Estados Unidos pintan huevos en Pascua? Según el cristianismo ortodoxo, María Magdalena predicó en Roma el evangelio, y el emperador romano Tiberio se rió de ella. Le dijo que era igual de probable la resurrección de Cristo que un huevo que sostenía se pusiera rojo. Y el huevo se puso rojo. Ahora los huevos de pascua son secretos en los videojuegos y en las películas, qué cosas, ¿eh?
Por la noche, en el huerto de Gatsemaní, el Huerto de los Olivos, oró a solas y sangró sudor. Jesús tenía miedo, pero al final aceptó su destino. Judás llegó y le dio un beso, con el que le traicionaría por treinta monedas de plata. Los romanos le cogieron, aunque Pedro le cortó la oreja a un soldado. Jesús le paró, pues la violencia solo generaba más violencia, y le curó la oreja al soldado. Que aún así se lo llevó preso. Caifás quería lapidarle, pero hacer eso en Pascua podría causar indignación, así que le pidió a Pilatos que le castigara él con el castigo romano, la crucifixión. Pilatos no quería cargárselo, el tío le parecía majete, pero Caifás fue muy insistente. En un intento por salvarle, dio al pueblo judío la opción de perdonar la vida a un preso: Barrabás, asesino confeso; o el pobre Yisus, acusado de desorden público y blasfemias. El pueblo eligió a Barrabás, Pilatos se lavó las manos y Jesús fue torturado a latigazos. Durante su pasión llevó la cruz y la corona de espinas hasta la colina del Gólgota, a las afueras de la ciudad, y allí fue crucificado ante la mirada de su madre y María Magdalena.
Judas, arrepentido, acabó ahorcándose, y Pedro, al que Jesús había dicho que le negaría tres veces, acabó negándole como le dijo. El mesías acabó muriendo y un soldado le clavó una lanza en el costado, la famosa lanza de Longinos, conocida por la leyenda como la lanza del destino.
El caso es que una vez muerto, Jesús fue envuelto en un sudario, la Sábana Santa, y metido en un sepulcro. Tres días después resucitó. María Magdalena fue la primera en verle y fue corriendo a avisar a los apóstoles. Estuvo con ellos 40 días y les dijo que predicasen por todo el mundo su mensaje, y después ascendió a los cielos y desapareció.
LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
Tras la muerte de su maestro, el Espíritu Santo dio fuerzas a los apóstoles para comenzar un viaje por medio mundo con el objetivo de predicar el evangelio y extender la religión cristiana, una religión que sería perseguida durante mucho tiempo. De hecho, en esta época no era ni religión, sino una secta del judaísmo.
Uno de sus perseguidores fue Pablo de Tarso, un fariseo que lapidó a Esteban, el primer mártir del cristianismo. Pablo fue a Damasco para cazar a más seguidores de Cristo, pero durante el camino este se le apareció y le dejó ciego. Ahí Pablo comenzó a creer. Ananías fue a visitarle y le curó de su ceguera, y después fue bautizado. Pablo se convirtió en uno de los apóstoles clave, y suyas son las cartas o epístolas de San Pablo. Predicó en Éfeso para contrarrestar el culto a Artemisa, que tenía un templo la leche de grande, otra de las maravillas del mundo antiguo, y en Antioquía. En el año 46 emprendió viajes como misionero por el Mediterráneo acompañado por Bernabé y Silas. Sus últimos días los pasó preso en Roma bajo el gobierno de Nerón.
Pedro bautizó al primer romano en convertirse al cristianismo, Cornelio, pero más tarde fue arrestado en Jerusalén. Parece que un ángel le liberó y nunca más se supo de él. Se cree que acabó igual que Pablo, en Roma y torturado, e incluso que lo crucificaron al revés. Muchos cristianos tuvieron que pasar a la clandestinidad y esconderse en ciudades subterráneas, como los gnósticos, que crearon algunas protoiglesias en Alejandría, o los habitantes de Derinkuyu, en la Capadocia, una gigantesca ciudad subterránea donde llegaron a vivir más de 30.000 personas.
El apóstol Santiago el Mayor, también llamado Jacobo, acabó llegando a Santiago de Compostela, en España, y su ruta dio origen al Camino de Santiago, que muchos peregrinos recorren actualmente. Otros apóstoles fueron al sur, a África, como Felipe, que fue a Cartago, o Simón, a Mauritania, y luego se reunió en Persia con Judas Tadeo. Allí serían asesinados. Igual suerte corrió Tomás en la India.
En el año 70 más o menos, Marcos comienza a poner por escrito la historia de Jesús a través de su evangelio. Acabaría asentado en Alejandría, Egipto, como obispo, fundando la Iglesia Copta. Por la misma época, Mateo, el recaudador de impuestos, también escribió su versión de los hechos. Además parece que llegó hasta Etiopía y de su evangelización nacería la Iglesia Ortodoxa etíope. Lucas, un médico griego amigo de Pablo, escribió para su gente el tercero de los evangelios y finalmente Juan, el más joven de los apóstoles, escribió el último para dar una versión complementaria a los otros. San Juan acabaría preso en la isla de Patmos y allí tuvo visiones muy extrañas. Eso le inspiró para el último libro del Nuevo Testamento y de la Biblia: Revelaciones, mejor conocido como el Apocalipsis. Esta profecía del fin del mundo la veremos y analizaremos en el próximo capítulo.
Mientras tanto, en Judea, en el año 66, comenzó la 1º Guerra Judeo-Romana. Al parecer, las leches empezaron cuando los romanos robaron el tesoro del Templo y los judíos se rebelaron. El emperador Vespasiano mandó a su hijo Tito tomar Jerusalén y en el año 70 destruyó el segundo templo y solo quedó la pared occidental, el conocido Muro de las Lamentaciones. Poco después, el rabino Yohanan ben Zakai pudo formar una asamblea, el Sanedrín de Yavne, la semilla del judaísmo rabínico. Años después comenzaría a coger forma el Talmud, un libro que recoge discusiones e interpretaciones de la Torá por parte de sabios judíos a lo largo de los siglos. Si un día ves a un tipo leyendo moviendo la cabeza así es que es un talmudista.
En el año 113 comenzó la segunda guerra judeo-romana cuando Trajano se puso duro con la religión judía y en el 132 estalló la tercera guerra. Simón Bar Kojba se rebeló contra los imperialistas romanos por prohibiciones varias y por los rumores de que iban a levantar un templo a Júpiter donde estaban las ruinas del Templo de Jerusalén. El Reino de Israel volvió a ser independiente… durante tres años. Los romanos se cargaron a los rebeldes y Jerusalén fue arrasada por completo. Además, para tocar aún más los cojones, los romanos deportaron a miles de judíos a otros lugares del imperio en la llamada Segunda Diáspora y llamaron a esa provincia Palestina, por los peleset, los filisteos, sus antiguos enemigos. Los judíos se dispersaron por el mundo durante siglos y siglos, hasta que tras el holocausto de la 2º Guerra Mundial se creó el Estado de Israel y muchos pudieron volver a su añorada tierra. Ahora podrían volver a reconstruir el templo… oh, mierda, alguien había construido una mezquita sobre ella. Pero eso es otra historia.