El Pentateuco – El Génesis, los Patriarcas y el Éxodo de Moisés

ISRAEL Y LA BIBLIA 1: EL PENTATEUCO. Génesis, patriarcas y éxodo

GÉNESIS: EL ORIGEN DEL MUNDO

En el principio, Dios creó el cielo y la tierra. Creó el sol diciendo, hágase la luz. En 7 días creó la tierra, y la llenó de agua, animales y árboles. El séptimo día, descansó. Que es nuestro domingo, y para los judíos es el sabat. Más tarde, Dios creó a su imagen y semejanza, del barro, al primer hombre: Adán. Después, para que no estuviera solo, de su costilla creó a la mujer: Eva.

Así empieza el mundo según el mayor bestseller conocido: La Biblia. En este bloque conoceremos la historia del pueblo de Israel junto a la historia de su libro sagrado. ¿Por qué mezclarlo? Porque va a ser mucho más divertido y también porque en esta zona geográfica, Levante, prácticamente las únicas fuentes históricas son el antiguo testamento. Hay mucha mitología, pero con el tiempo, los arqueólogos han ido descubriendo que muchas cosas contenidas en la biblia han resultado ser verdad. Otras son obviamente cuentos, invenciones; y en muchas partes hay contradicciones, lo que hace pensar que hubo muchos escritores del Antiguo Testamento, conocido por los judíos como Tanaj, o Biblia judía. Se cree que al menos hubo 4 fuentes, las más conocidas son la fuente J, que llama a Dios Yahvé, y la fuente E, que lo llama Elohim. Pero bueno, para los judíos el nombre de su dios sería Yahvé, y para los cristianos Dios. Finalmente está el Talmud, que para los judíos es una especie de tradición oral basada en el Tanaj, una especie de catecismo que va más allá de lo escrito.

Vamos con el contenido del libro. Los primeros cinco libros forman el Pentateuco, los 5 rollos, al que los judíos llaman la Torá. Son el Génesis, el Éxodo, el Levítico, Números y Deuteronomio. Tras ellos hay un montón de libros históricos como Jueces, Reyes, Crónicas… después libros sapienciales, de sabiduría, como Job, o cantares, como Salmos, y finalmente libros proféticos, como Isaías o Jeremías. Todo esto formaría el Antiguo Testamento o Tanaj. Los cristianos tienen más libros, los escritos tras el nacimiento de Jesucristo, como los Evangelios, los Hechos de los Apóstoles, las Cartas de San Pablo o el Apocalipsis de San Juan. Es el Nuevo Testamento, algo que no es aceptado por los judíos. Luego los cristianos tienen diferentes cánones de la Biblia, ya que los católicos aceptan ciertos libros mientras que los ortodoxos o los protestantes quitan otros o dan válidos otros libros. Por ejemplo, el libro de Enoc solo es aceptado por la iglesia ortodoxa etíope. Un pifostio, vamos.

Tras esta introducción volvemos al Génesis. Adán y Eva eran muy felices en el Paraíso, en el Jardín del Edén. Podían hacer todo lo que quisieran menos una cosa, comer del fruto prohibido del árbol de la ciencia del bien y de mal. Sin embargo, el demonio, en forma de serpiente, sedujo a Eva y luego le convenció a Adán para que ambos comiesen. Dios se pilló un rebote de la leche y les expulsó. En su alma se instaló el pecado original, y este pasaría a todos su hijos: nosotros. Los dos perdieron su inmortalidad y tuvieron que vagar por el desierto. Se cree que el paraíso podría haber estado en algún lugar de Arabia, un lugar frondoso hace miles de años que en el 6000 a.C. se volvió árido por el cambio climático. Tras esto, los dos tuvieron hijos, como Caín y Abel, y después Set entre otros. Abel era un tipo muy simpático y Caín era un envidioso y resentido que acabó matándole. Con él empieza la violencia en el mundo. Algo que parece que a los humanos nos encanta. El hijo de Caín sería Enoc, y fundaría una ciudad durante su exilio. Los hijos de Adán y Eva serían conocidos como los patriarcas antediluvianos, y se dice que vivieron de media más de 500 años cada uno. Son Set, Enós, Cainán, Malálel, Jared, Enoc y el famoso Matusalén, abuelo de Noé.

Y diréis, ¿de dónde sale el demonio? Es algo que no se cuenta en el Génesis. Pues bien, Dios es el único dios en la tradición judeocristiana, y vivía solo en el cielo, pero en algún momento creó a los ángeles. Un grupo de estos ángeles, liderados por Lucifer se le rebeló. Querían ser como dios, pero eso era imposible, así que tras una lucha entre ellos Dios expulsó a estos rebeldes a los confines de la tierra. Allí Lucifer se convirtió en Satanás, y los ángeles caídos fueron convertidos en demonios. En todos los episodios de mitología cuento que la Biblia tiene muchas influencias de las tradiciones Sumerias, Babilónicas e incluso Egipcias. Ya en el libro de la creación sumero-babilónico, el Enuma Elish, se habla de la lucha entre Marduk y Tiamat, una diosa con forma de serpiente, y cómo un líder rebelde, Kingu, fue expulsado del panteón. Sobre serpientes hay para rato, como la diosa Ningizzida, señora del árbol de la vida, custodiada por serpientes formando una especie de caduceo. También tenemos el Mito de Enki y Ninhursag, donde Enki cedió una costilla suya para crear a la diosa Ninti. También que crearon a los humanos, como esclavos, y que como comenzaron desobedecer a los dioses, pues les echaron de su reino. Parece ser que el dios Anu llamó al primero de los humanos Adapa, muy similar a nuestro Adán. Algo que ya conté es que, según el folclore judío, Eva pudo no ser la primera mujer creada, sino que hubo otra llamada Lilith, que acabó huyendo del paraíso tentada por Samael y acabó creando una prole de demonios, el origen de los súcubos y vampiros. En occidente estos seres también son conocidos como Lamias.

También encontramos en los textos sumerios multitud de referencias a un gran diluvio, como en la Epopeya de Gilgamesh que ya resumí en su día. Se piensa que este gran diluvio puedo haber ocurrido en una zona geográfica concreta, alrededor del año 2900 a.C. y que pudo afectar a Mesopotamia. Según el relato bíblico, Dios veía que la tierra se había llenado de vicios y corrupción, de mala gente, y que tenía que hacer limpieza. Iba a mandar un diluvio, así que dijo a Noe que construyese un barco gigantesco, el Arca, y allí metiese a su familia y a una pareja de animales de cada especie. Y eso hizo. Según el apócrifo libro de Enoc, este diluvio también sirvió para destruir a los vigilantes, ángeles rebeldes que mantenían relaciones con humanas y que habían engendrado una raza de gigantes llamada nefilim. Al final el nivel del agua bajó y el arca quedó posada sobre una montaña. Hace unos años unos arqueólogos descubrieron maderos en la cima del monte Ararat, en Turquía, y dijeron que podían ser los restos del barco bíblico. Noé tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jafet. De Sem viene el pueblo Semita, originario de Arabia; de Cam los Camitas, origen de todos los pueblos norafricanos así como Canaan, y de Jafet viene la rama aria, los Indoeuropeos. Al parecer Noe plantó olivos y acabó borrachísimo y en bolas, y Cam se rió de él. Por eso acabó maldito y sus descendientes serían conquistados por los de su hermano Sem.

La nueva generación de humanos se dispersó por el mundo. Todos hablaban el mismo idioma, y eso estaba muy bien. Un día decidieron comenzar a levantar una gigantesca torre para llegar hasta el cielo. A Dios esta idea no le moló nada así que decidió trolearles. Les hizo que hablaran diferentes lenguas y no pudiesen entenderse entre ellos, lo que hizo que no pudieran acabar al torre. ¿Existió esta torre de Babel? Se cree que este relato podría estar basado en el Etemenanki, el zigurat que los hebreos conocieron durante su destierro a Babilonia en tiempos de Nabucodonosor II. Se cree que ya existía en tiempos de Hamurabi, y fue destruida muchas veces y reconstruida otras tantas.

GÉNESIS: LOS DOCE PATRIARCAS

En la antigüedad, la gente estaba organizada por familias y clanes. El patriarca era el líder, generalmente el más anciano o el más fuerte, el que tomaba todas las decisiones. El primero de los patriarcas del pueblo judío fue Abraham. De él aparecen las tres religiones abrahámicas: el judaísmo, el cristianismo y el islam. Abraham vivía en la ciudad de Ur, pero Dios le habló, y le dijo que tenía algo especial para él. Le prometió una tierra prometida y una gran nación que saldría de él, Israel. Eso sí, le dijo que tenía que circuncidarse, y de ahí que esto se haga entre los judíos. Abraham cogió sus cosas, a su esposa Sarai, a su sobrino Lot y alguna gente más de su tribu y partió hacia la tierra de Canaán. Al final llegaron a Hebrón, aunque antes de llegar la tribu se separa por la falta de comida. Los que se separan son los seguidores de Lot, que acabarían estableciéndose en Sodoma. En estas tierras se enfrentan con los cananeos que allí vivían, especialmente con tribus amorreas del norte, Amurru, que se extenderían por todo el Creciente Fertil.

En Canaán, Abraham y su tribu viven una vida semi-nómada y polígama, lo típico en aquella época. Abraham  había tenido a Ismael con una esposa secundaria, Agar. Un ángel se le apareció a Abraham y le dijo que le daría un hijo de Sarai, Isaac. Sarai se cambiaría el nombre por el de Sara. Sin embargo, el ángel también le dijo que iba a destruir Sodoma y Gomorra, que eran antros de perversión. Abraham le dijo que no lo hiciera, que allí estaba Lot y era buena gente. Al final tres ángeles llamaron a la puerta de Lot en Sodoma para hablar con él, pero los sodomitas entraron en su casa para abusar sexualmente de los ángeles. Y va Lot y les ofrece a sus hijas antes que a los visitantes. En fin, que Lot acaba huyendo con su mujer e hijas de la ciudad mientras caen bolas de fuego y les dicen que no miren atrás. Y la mujer de Lot va y lo hace, y se convierte en estatua de sal.

Lot le dijo a Abraham que se iba a una cueva a vivir, y mientras tanto, en la tribu de Abraham empiezan a surgir celos entre Sara y Agar, y acaba echándola a ella y a Ismael. Y años después Dios prepara el trolleo epic para Abraham. Le dice que tiene que hacerle un sacrificio, y es cargarse a Isaac. Cuando está a punto de hacerlo Dios le dice que pare el carro, que era una cámara oculta. Isaac tendría que vivir, para casarse con Rebeca y tener a Esaú y a Jacob. Jacob consiguió la primogenitura de su hermano a cambio de un plato de lentejas, y más tarde consiguió la bendición de su padre Isaac, que estaba casi ciego, haciéndose pasar por su peludo hermano poniéndose por encima piel de un cabrito. Los hermanos acabaron llevándose muy mal y en uno de estos episodios de lucha Jacob vio la famosa escalera de Jacob, una escalera por la que los ángeles subían y bajaban del cielo, el vínculo entre el cielo y la tierra.

Jacob pasaría a llamarse Israel tras una lucha contra un ángel, y de sus doce hijos vendrían las 12 tribus de Israel: Rubén, Simeón, Leví, que dio origen a los levitas, sacerdotes, y por ende no tenía tierras, Judá, Isacar, Zabulón, Dan, Neftalí, Gad, Aser, José y Benjamín. Estos dos últimos fueron con Raquel, y son los más importantes. El territorio de Canaán se dividió entre esta gente. Y el territorio que correspondía a José se dividió entre sus hijos: Efraín y Manasés. Muchos de ellos estaban influenciados por las creencias Cananeas, que adoraban a multitud de dioses a los que había que sacrificar animales y hasta niños. El principal era El, de ahí viene Elohim, y también estaban Baal y Asera o Astarot. Se cree que Yahvé y El se sincretizaron para dar origen al dios único judío. En otras ciudades como Ebla o Ugarit el dios principal era Dagan, dios de los cultivos, que fue adoptado por los fenicios como Dagon,  dios pez, ya que ellos eran más de pescar.

El hijo favorito de Jacob era José, pero sus hermanos, celosos, lo vendieron como esclavo a unos mercaderes y José acabó en el Egipto de los hicsos, primero a las órdenes de Potifar, un oficial egipcio, y después como preso. El faraón tenía sueños raros con vacas y José tenía fama de interpretar sueños, así que el faraón le convocó en la corte. José le explicó que su sueño de 7 vacas gordas en el Nilo que son devoradas por 7 vacas flacas, y lo mismo con espigas de trigo. Siete años de abundancia y siete de escasez y hambre. El consejo era claro: haz acopio o te hundirás en la mierda. José se convirtió así en Gran Visir y vivió muy bien. Y siete años después la hambruna llegó y estuvieron preparados. Muchos cananeos, entre ellos los hermanos de José, visitaban la región egipcia de Gosén para pillar comida. Los diez hermanos mayores fueron a la corte del faraón a pedir comida y José les reconoció, pero ellos a él no. José les hizo un par de putadas y acabaron yendo Jacob y Benjamín, a quien iban a apresar por orden de José. Al final, viendo que los hermanos le defendían, es decir, que habían cambiado, se reveló ante ellos como su hermano perdido y todos se alegraron y se quedaron allí a vivir.

MOISÉS Y EL ÉXODO

Llegamos a Moisés, un descendiente de Levi, y un profeta para judíos, cristianos y musulmanes. Su vida se narra en el Éxodo, y también en los otros tres libros que componen el Pentateuco: el Levítico, Números y el Deuteronomio. Vamos con el primero, el Éxodo, algo que más o menos todo el mundo conoce. En aquella época, parece que durante el reinado del faraón Seti I o quizás durante el de Tutmosis III, el pueblo de Israel era esclavo, y se dedicaban a construir las ciudades de Pi-Ramsés y Pithom según la Biblia. Los hebreos cada vez eran más y más y Seti, temeroso de una rebelión, ordenó matar a muchos niños. La madre de Moisés metió a este en una canasta y lo dejó por el río, acabando frente al palacio y siendo recogido por la hija del faraón.

Moisés se crió en la corte como un hijo más, junto al que podría ser Ramsés II, heredero al trono. Un día se enteró de que era adoptado y le jodió mazo que tuviesen esclavizado a su pueblo, los apiru como ellos los llamaban. En un arrebato se cargó a un guardia que daba latigazos a un hebreo y no tuvo más remedio que huir del país. Vivió en el pueblo de Madián durante 40 años. Allí formó una familia, casándose con Séfora, pero entonces Dios apareció como una zarza ardiendo y le dijo que su misión era liberar a su pueblo y llevarles de nuevo a la tierra prometida.

Así que Moisés allí que volvió y se infiltró entre su pueblo. Conoció a sus hermanos de sangre, Aarón y Miriam, y les explicó el plan de Dios. Intentó convencer al faraón, ahora Ramsés II, y hasta convirtió su vara en una serpiente, pero el faraón le dijo que ni de coña iba a liberar a sus esclavos. Entonces comenzaron las diez plagas. Primero convirtió el agua de Nilo en sangre, luego llegaron miles de ranas, después piojos. La siguiente plaga fue de mosquitos y demás insectos, que no afecto a Gosén, donde vivían los israelitas. Más tarde, el ganado de los egipcios contrajo la peste y murieron, pero el faraón seguía desafiando a Moisés. Luego a todos los egipcios comenzaron a salirles úlceras en la piel. La séptima plaga fue una lluvia de ceniza y fuego. Más tarde llegaron las langostas. El faraón rogó que acabara y acabó, pero después dijo que no liberaba a los hebreos, que era coña, y Moisés envió la novena plaga, la oscuridad. Un insulto al dios supremo egipcio, Ra. Finalmente Moisés le advierte que matará a todos los primogénitos, pero ni puto caso. Los israelitas pintaron las puertas de sus casas con sangre de cordero para que el ángel exterminador no entrara en ellas. El hijo del faraón murió y acabó, por fin, dejando a los israelitas pirarse.

Como siempre, estas plagas pueden tener su explicación real. Se sabe que alrededor del 1500 a.C. el volcán de la isla de Santorini entró en erupción. El hierro y el dióxido de carbono podrían haber teñido las aguas del Nilo en roja, y esta contaminación habría hecho salir a las ranas. La falta de agua limpia habría traído piojos, insectos y epidemias. La séptima plaga podría ser granizo volcánico tras la erupción. Esta nube de cenizas y polvo también explicaría la oscuridad. La última plaga se explicaría con una fuga de gas. El gas pesa más que el aire, por lo que se cree que afectó más a los que dormían más cerca del suelo, y esos eran los hijos de los faraones, que tenían camas sin patas.

Volviendo a la historia, cuando ya se habían ido, el faraón se lo pensó mejor y fue a vengarse. Pilló a sus tropas y fueron a matarles a todos. Pero Moisés abrió las aguas del Mar Rojo y su pueblo pasó y cuando pasaron los carros egipcios cerró las aguas y muchos murieron. Ya libres, se encaminaron por el desierto hacia su destino. Meses después Moisés subió al Monte Sinaí durante 40 días y allí recibió de Dios las Tablas de la Ley, los diez mandamientos. Pero cuando bajó se quedó flipando. En su ausencia el pueblo había construido un becerro de oro al que estaban venerando. Malditos desagradecidos. En un ataque de ira Moisés lanzó las tablas de la ley contra el ídolo y lo destruyó. De esta forma, Moisés transmitió la Ley de Dios al pueblo hebreo y firmó la Alianza con Dios. En este contrato básicamente les dijo que no les daba la tierra prometida porque se la merecieran, sino porque en Canaán había una gente muy mala que se merecía morir, y que les iba a regalar esa tierra prometida si le ayudaban a cargarse a los politeístas que sacrificaban a sus hijos. A Moisés se le atribuye la autoría del Pentateuco, aunque todo parece indicar que son diversos autores quienes lo fueron escribiendo a lo largo de los siglos. Moisés rehízo las tablas y para transportarlas construyó el Arca de la Alianza, y para llevarla creó el Tabernáculo, palabra que daría lugar al templo donde albergarla. En estos primeros templos se sentó las bases para el sacerdocio, el culto y su dogma.

40 años se tiró esta gente viviendo en el desierto como nómadas antes de entrar en la tierra prometida, que Moisés no llegaría a ver. A la gente le daban bajones en plan “cuando llegamos”, pero Moisés hizo milagros como hacer llover maná del cielo para que no se volviesen locos. También se enfrentaron a tribus amorreas y más movidas chungas. Por ejemplo, cuando llegaron al Reino de Edom, el rey les cortó el paso. No querría israelitas en sus tierras. ¿Por qué? Porque los edomitas eran descendientes de Esaú, hermano de Jacob, y después de lo de las lentejas…

Realmente podrían haber entrado en la tierra prometida mucho antes, al de dos años, no había tanta distancia, pero en vez de hacer lo que Dios decía, de cruzar el Jordán a lo loco, Moisés prefirió hacer caso a los suyos y enviar doce espías. Estos a la vuelta dijeron que la cosa estaba muy chunga, que los cananeos estaban bien armados, había gigantes y que tenían murallas y espadas. Era cierto, pero también era cierto que habían desobedecido a Dios, y por esta razón les tuvo todos esos años en el desierto y Moisés, con 120 años, fue castigado con no llegar a entrar a Canaán. Ni él ni la generación que partió con él. Menos dos, Josué y Caleb, dos de los espías que atravesaron el Jordán, pues fueron los únicos que dijeron que a la mierda todo, vamos a entrar. Antes de morir, le pasó el testigo a Josué cuando estaban en los Llanos del Moab, tierra que pertenecía a los descendientes de Lot. El sucesor cruzó el río Jordán rumbo a la primera batalla: Jericó.

LEVÍTICO, NÚMEROS Y DEUTERONOMIO

Los últimos tres libros del Pentateuco tienen algunas partes históricas, pero en general son más dogmáticos y de leyes.

En el Levítico conocemos cómo el pueblo judío fue organizado doctrinalmente a través de normas. Es una especie de manual religioso para adorar a Yahvé, que este le dictó a Moisés una vez construido el Tabernáculo, la iglesia móvil, que daría origen al Talmud. La familia de Moisés provenía de Levi, y estos fueron llamados levitas, que serían los sacerdotes de Israel y ellos se encargarían de la liturgia hebrea. Estos sacerdotes iban a ser ese nexo para ayudar a este pueblo a encontrarse con un dios al que apenas recordaban y expiar sus pecados. Eso era muy necesario teniendo en cuenta que esta gente ya arrastraba una tradición de casi 400 años de costumbres egipcias. Se hablaba de sacrificios de animales, rezos, leyes, y hasta higiene. De aquí viene el concepto kosher, que prohíbe comer cerdo, camello o marisco o juntar carne con lácteos entre otras mierdas. También se habla del calendario judío, el año nuevo con su fiesta de las trompetas, el Yom Kippur, día de la expiación y del ayuno; del sabat, día de descanso; la fiesta de los Tabernáculos y del año del jubileo, celebrado cada 50 años, para descansar también.

El libro de Números se llama así porque está lleno de eso, números. En él Moisés y los suyos se dedican a registrar todo lo que ocurre durante su travesía por el desierto del Néguev. Anotaban los pueblos y oasis donde se establecían, los jefes de las tribus, el número de gente que había en cada una, los guerreros, el número de animales sacrificados o hasta el reparto del botín que conseguían. También el número de sublevaciones, que hubo unas cuantas, la más famosa, la de Coré. Y también se establece la Pascua, para conmemorar el aniversario de la salida de Egipto. Como curiosidad, una de las historias que se cuenta en números podría ser el origen del símbolo del caduceo, asociado a la medicina. Parece que una plaga de víboras tenía aterrado a los israelitas, y dios le dijo a Moisés que hiciera una serpiente de bronce y la pusiera en una vara, y todos los mordidos que la mirasen, se curarían.

Finalmente tenemos el Deuteronomio, que significa “segunda ley”. Es el mensaje que Moisés entrega a la nueva generación de judíos como prolongación de la primera, de los diez mandamientos, antes de entrar en la tierra prometida. El libro gira en torno a la obediencia del pueblo a las leyes, al pacto, que pueden traer bendiciones si se cumple. Pero si no habría muchas maldiciones para ellos: muerte, mutilaciones, subyugación… Y esta gente no paró de cagarla una vez tras otra, ya lo veremos en los próximos episodios.