Las Primeras Independencias de América

La siguiente historia tiene lugar entre el año 1808 y el 1816 d.C.

Después de haber resumido todo el periodo virreinal hispanoamericano, ahora toca hablar de la historia de las primeras independencias de América.

Me gustaría comenzar este interesantísimo tema retomando una revolución ya mencionada anteriormente: la Revolución Haitiana. Haití fue la 2ª nación americana en independizarse, por detrás de Estados Unidos.

Os cuento un poco el resumen de la historia. En 1791 lo que hoy llamamos Haití era la rica colonia francesa de Saint-Domingue, dedicada a la producción de azúcar, café y cacao usando mano de obra esclava negra. En ninguna otra parte de América había tantos esclavos. Se estima que en esos años había 500.000 esclavos para una población de 30.000 colonos libres.

Con la llegada de noticias de la Revolución Francesa todo cambió. Diferentes grupos sociales pensaron que aquello traería nuevos derechos, pero no. En 1790, un rico mulato llamado Vincent Ogé se levantó contra el gobierno colonial, pero acabó ejecutado. igual que otro de los líderes de la revolución, el sacerdote vudú Dutty Boukman.

En vista de que se iban a quedar igual, los esclavos negros se levantaron en armas. El protagonista de esta revolución fue el liberto Françoise Dominique Toussaint, apodado L`Ouverture porque para sus seguidores abrió una puerta hacia la libertad. Otras figuras importantes fueron George Biassou y Jean Francois Papillón.

Desde 1793, Toussaint dirigió la revuelta, pero no con ánimo revanchista. Él era católico, y respetaba a los franceses, incluso había llegado a ser propietario de una pequeña plantación. También, con la decapitación del rey francés Luis XVI, Toussaint pensó en poner la colonia bajo el poder de Carlos IV, el rey de España, ya que pasó una temporada en Santo Domingo y fueron las tropas españolas las que le adiestraron en combate.

Sin embargo, la revuelta se radicalizó y acabó convirtiéndose en una carnicería. Los esclavos empezaron a masacrar a cualquier persona blanca. Los franceses pidieron ayuda a los británicos de Jamaica, pero acabaron muriendo 1/3.

En 1801, Toussaint logró una gran victoria sobre los franceses, entró en Port-au-Prince, Puerto Príncipe, y se proclamó gobernador general de Saint Domingue. Y luego también se metió en guerra con el Santo Domingo español para que pararan el comercio de esclavos. Gracias a ello, Toussaint gobernó toda la isla de La Española.

Y entonces, al poder de Francia llegó Napoleón. Éste quería recuperar la colonia, y envió una gran flota a Haití. Toussaint se rindió y acabó en una prisión francesa, donde murió un año después.

De todas formas, la revolución haitiana continuó ahora con el liderazgo del liberto Jean-Jacques Dessalines. Éste venció a las tropas napoleónicas en 1804 y proclamó el 1º Imperio de Haití, que sería una monarquía electiva, con Jacques I a la cabeza. Pero resulta que fue un déspota, y 2 años después un grupo de mulatos le asesinó. Entonces Haití se dividió en dos: al norte, un reino gobernado por Henri Christophe, y al sur, una república dirigida por un mulato llamado Alexandre Pétion.

Mientras tanto, el resto de la Isla de La Española, siguió bajo poder francés, aunque de forma bastante precaria.

Y tras la Batalla de Palo Hincado de 1808, España lograría recuperar su mitad y echar definitivamente a los franceses.

Hacia el 1822, Jean Pierre Boyer, el sucesor de Petion, entró en el Santo Domingo español y lo conquistó, unificando así toda la isla. Se dedicó a expropiar a los dominicanos, a llevar a cabo matanzas en plazas públicas, e impuso una especie de esclavitud para blancos y mulatos.

Hasta febrero de 1844, los dominicanos no lograron sacudirse del yugo haitiano, y lo hicieron gracias a una sociedad secreta conocida como La Trinitaria. Así nació la 1ª República Dominicana. Y Haiti siguió siendo una república, pero ambas divididas.

Así concluyó una de las pocas rebeliones de esclavos que tuvo éxito. Pero no todo podía ser bueno, y es que Haití acabaría convirtiéndose en uno de los países más pobres del mundo, pero eso es otra historia.   

Tenemos que tener en cuenta que esta revolución fue una excepción. En esta, fueron los esclavos quienes se levantaron contra sus amos, pero las demás independencias de América, no fueron así.

Tanto en las revoluciones americanas, incluso en la revolución francesa, los que se levantaron contra el poder no fue el pueblo oprimido como muchas veces se ha romantizado. Los que empezaron a protestar y a reclamar poder político fueron los criollos, gente rica, aristócrata, burgueses que buscaban prosperar gracias al comercio y otras actividades.

En Francia, su poder estaba limitado por los nobles y por el rey, cuyo poder absoluto impedía que ellos pudieran tomar cualquier decisión.

En Hispanoamérica pasaba un poco parecido, con el agravante de que el rey estaba muy lejos del lugar donde reinaba, y el poder del virrey, salvo contadas excepciones, estaba reservado solo para gente venida de la península. Y esto era así porque el rey quería tener gobernando América a alguien qué él conociera personalmente y fuera de su confianza.

Pero claro, a los americanos criollos, no les molaba mucho. Porque no era solo el cargo de virrey. A partir de los Borbones, como ya vimos en capítulos anteriores, empezaron a dar otros cargos importantes a otra peña venida de la península, recortando el poder de estos burgueses. Y claro, se empezaron a mosquear.

Por supuesto, después, diferentes grupos sociales se unieron a un bando u a otro, en función de sus intereses, muchas veces cambiantes. Bueno, y eso sería simplificar bastante, porque en algunos casos llegó a haber como 5 bandos luchando entre ellos. O uniéndose a uno de los bandos para luego traicionarse. Lo iremos viendo.

Otra cosa importante que hay que saber es que los primeros levantamientos no buscaban la independencia, sino simplemente mejores derechos y que los Borbones no les tocaran tanto los huevos. Lo que viene siendo autonomía, pero dentro del reino, algo en plan rollo commonwealth. Solo cuando esto se les fue negado, empezaron las voces a favor de la independencia o emancipación.

Esta idea independentista fue ganando apoyos por diferentes factores. El ejemplo de Estados Unidos o Haití, con sus repúblicas más o menos democráticas estaban ahí, o la Revolución Francesa, aunque no sería un buen ejemplo porque acabó en una época de terror, una auténtica carnicería, y la dictadura de Napoleón. Aun así, los ideales ilustrados de libertad e igualdad de muchos revolucionarios… empezaron a calar fuerte gracias a la difusión de sus ideas a través de libros y periódicos, así como en universidades y en tertulias celebradas tanto en salones privados como en cafés.

Y también estas ideas se expandieron gracias a la masonería, aunque es bastante complicado saber el alcance de esta sociedad secreta en Hispanoamérica, porque era eso, secreta, hasta cierto punto.

De aquí podríamos hablar de Francisco de Miranda, un militar nacido en Caracas que fue oficial del ejército español en Cuba, que participó en la Guerra de independencia de Estados Unidos y en la Revolución Francesa, y que estaba metido en la masonería. De hecho, parece que creó una logia en Londres y es considerado como uno de los padres de la masonería en Hispanoamérica, pues parece que fue el fundador de la Logia Lautaro, que primero se estableció en Cádiz, y luego en Buenos Aires y Santiago de Chile.  

Este tipo soñaba con crear una nación independiente llamada Gran Colombia que abarcara toda América, idea que luego tomaría su colega Simón Bolívar.

Apoyado por los ingleses, en 1806, intentó en dos ocasiones tomar el poder de Venezuela, sin éxito, ya que el pueblo no parecía muy dispuesto a ayudarle. Ese mismo año, los británicos llevarían a cabo la invasión del Río de la Plata, pero eso ya lo comenté en este otro capítulo.

Si bien el pensamiento ilustrado trajo cosas buenas para la sociedad, también iba acompañado de cosas negativas, como el racismo científico. Pensadores ilustrados como Buffon, Diderot o William Robertson decían que los seres humanos de América eran más pequeños y débiles, y menos inteligentes y guerreros, y que los europeos que vivían allí iban poco a poco degenerando. Eran textos llenos de prejuicios, un poco revanchistas por la pérdida de las colonias británicas y francesas en América, y este pensamiento causó cierto rechazo al Viejo Mundo por parte de los intelectuales americanos. Los jesuitas fueron los que más defendieron a los habitantes del Nuevo Mundo, y en parte, contribuyeron al crecimiento del patriotismo.

También, durante la época Habsburgo, los virreinatos eran bastante descentralizados y existía bastante autonomía. No existían Cortes, pero son importantes las corporaciones. Los cabildos, grupos eclesiásticos, universidades y gremios tenían bastante autogobierno, y sus representan podían hablar en nombre de sus contribuyentes ante el rey y el Consejo de Indias para solventar sus problemas. Los Borbones intentaron cambiar eso y centralizar mucho más el gobierno.

Aparte, el desastroso reinado de Carlos IV y de su corrupto ministro y valido Manuel Godoy, quien tomó la decisión de aliarse con la Francia Revolucionaria desde 1796, hizo que España se metiera en guerra contra Inglaterra, que fueron la 8ª y 9ª Guerra angloespañola. Y en esta guerra, España perdió casi toda su flota en la Batalla de Trafalgar de 1805, y se paralizó el comercio con América, lo que terminó provocando la ruina del país.

En 1807, el ministro Godoy permitió a los franceses de Napoleón atravesar España para atacar a Portugal en el Tratado de Fontainebleau, ya que Portugal estaba aliada con Inglaterra. Al final, la familia real portuguesa abandonó el país y se instaló en Brasil.

¿Pero qué pasó con España? Que Napoleón aprovechó y comenzó a tomar el control de diferentes ciudades españolas.

En 1808 estalló el Motín de Aranjuez, contra las políticas de Godoy. Debido a esto, Carlos IV abdicó en su hijo Fernando VII, quien era un tipo bastante corto de miras. Negligente, titubeante, no abierto a ninguna reforma liberal… Incluso la gente de España acabó hasta los huevos de él. Normal.

Como veis, se juntaron una serie de factores en un corto espacio de tiempo, y el tema es mucho más complejo de lo que puede parecer a simple vista. Pero bueno, intentaré explicar todo lo mejor que pueda. Así que, tras esta larga introducción, empecemos con las independencias de Hispanoamérica.

Empecemos esta historia en mayo de 1808, pero no en América sino en España, donde pasó algo tremendamente importante: las Abdicaciones de Bayona. Napoleón Bonaparte había conquistado gran parte de España, y tanto Carlos IV como Fernando VII fueron obligados a abdicar y acabaron presos.

El nuevo rey de España fue José Bonaparte, hermano mayor de Napoleón.

Los españoles contrarios al dominio francés se levantaron en Madrid y comenzaron la Guerra de la Independencia Española, y por toda la península se crearon juntas de gobierno provisional, para gobernar la España que resistía durante el vacío de poder que dejaba Fernando VII, pero siempre hasta que éste volviera al trono.

Tras la Batalla de Bailén de julio de 1808, los españoles pudieron crear la Junta Central Suprema, en Aranjuez, aunque luego se trasladó a Sevilla y finalmente a Cádiz. Esta junta central fue reconocida por las otras juntas provinciales como la que asumiría el gobierno provisional, y que además contaría con representantes americanos, aunque acabó disuelta antes de las elecciones. Esto dio paso al Consejo de Regencia, que empezó a organizar unas cortes.

En 1810 se crearon las Cortes de Cádiz, siendo Cádiz la última ciudad que resistía a la invasión francesa.

Esta fue una asamblea constituyente, es decir, que buscaba crear una constitución. Aquí hubo tres grupos, los absolutistas, que querían poner a Fernando VII de Borbón como rey, los Jovellanistas o moderados, que querían rey, pero compartiendo poder con las Cortes y el Parlamento, y finalmente estaban los liberales, que solo querían un Parlamento y nada de rey.

Ahora bien, ¿qué pasó en América? Desde luego las noticias de la invasión napoleónica y la abdicación del rey de España llegaban a cuentagotas y a menudo eran bastante confusas. ¿Quién mandaba en España? ¿A quién debían obedecer?

Las autoridades virreinales se vieron debilitadas y desacreditadas, ya que técnicamente carecían de autoridad a no ser que reconocieran al nuevo gobierno de José Bonaparte, mientras que la oligarquía criolla se vio fortalecida social y políticamente.

Pronto se empezaron a formar algunas juntas, donde se reunieron los representantes de las principales instituciones, como la Audiencia, el Obispado, el Cabildo, y las principales Corporaciones de dicha ciudad. La idea era reunirse para ver qué hacer. Estas juntas solían realizarse en ayuntamientos o cabildos, controlados por criollos, mientras que el poder de los peninsulares residía en las Audiencias Reales.

De todas formas, al principio, estas juntas se establecieron pacíficamente y mantuvieron el equilibrio entre americanos, españoles peninsulares y funcionarios reales.

Sin embargo, pronto los criollos se vieron con el poder suficiente para pedir introducir sus propias reformas en los virreinatos, como más participación política, transformación de las intendencias en diputaciones provinciales, menos impuestos, fin de los monopolios y más libre comercio.

Para estos cambios hacía falta que la junta creara un congreso, una especie de parlamento o diputación, donde se van a reunir los diputados, es decir, políticos elegidos democráticamente, supuestamente, y que son los que van a tener poder de decisión.

Ahora centrémonos en Nueva Granada. Los criollos querían organizar unas fuerzas militares para una posible invasión francesa del virreinato, pero el virrey Antonio José Amar y Borbón, virrey de Nueva Granada, se negó a ello, y le acusaron de “afrancesado”.

Y es que, los criollos americanos no se fiaban mucho de los peninsulares porque pensaban que iban a venderse a Napoleón, mientras que los peninsulares consideraban que los americanos buscaban en realidad la independencia cuando proponían juntas, aunque gobernaran en nombre de Fernando VII. Y las noticias sobre los desastres militares de España en la península aumentaron estas preocupaciones.

Así, en noviembre de 1808 ocurrió la Conjuración de los Mantuanos en Caracas. Aquí, un grupo de criollos venezolanos intentó formar una junta autónoma de gobierno, liderados por José Félix Ribas y Luis López Miras. Sin embargo, el capitán general de Venezuela, Juan de Casas, les arrestó a todos.

El 10 de agosto de 1809, en lo que hoy es Ecuador, se creó la 1ª Junta de Gobierno Autónomo de Quito. Resulta que un grupo de sublevados derrocó a Manuel Ruiz Urriés de Castilla, presidente de la Real Audiencia de Quito, y decidió formar un gobierno revolucionario criollo, cuyo líder sería Juan Pío de Montúfar, marqués de Selva Alegre.

Este hecho es conocido como el Primer Grito de Independencia Hispanoamericano, pues constituyó el inicio de este proceso emancipador.

La cosa es que el bando realista pronto rodeó Quito y acabó con los rebeldes, arrestando a gran parte y metiéndoles en prisión.

Sin embargo, pronto se produjo el Motín del 2 de agosto de 1810. En él, una turba bien organizada asaltó el Real Cuartel de Lima, en Quito, y la cárcel de la ciudad, donde estaban los rebeldes presos, para liberales. Aquí se produjo un asedio, un tiroteo, y los guardias de la prisión respondieron ejecutando a muchos de estos rebeldes presos. Luego hubo una batalla por las calles de la ciudad que dejó unos 200 muertos.

Mientras tanto, en Caracas, el 19 de abril de 1810, ocurrió una revolución contra el nuevo capitán general, Vicente Emparan, quien había sido designado por José Bonaparte. Como la gente no quería a un afrancesado, se creó la Junta Suprema de Caracas en favor de Fernando VII.

En marzo del año siguiente se creó el 1º Congreso Nacional de Venezuela, siendo el Congreso más antiguo de Hispanoamérica. Aquí, sus 43 diputados votaron y eligieron declarar la independencia, creando así la 1ª República de Venezuela… el 5 de julio de 1811.

Esta duró poco más de un año, y solo abarcó la parte central de la actual Venezuela.  

Pronto se organizó el 1º Congreso Nacional y en él declaró la independencia de Venezuela el 5 de julio de 1811. Su primer presidente fue Cristóbal Mendoza, y luego Francisco Espejo, y finalmente Francisco de Miranda. Este personaje va a tener su importancia, pero más adelante.

Su capital fue la ciudad de Valencia; y la Casa de la Estrella, su sede de gobierno.

Esta república duró poquito. Tuvo algunas victorias en la campaña en la Guayana, en la zona del Orinoco, y poco más. Pronto, realistas de Valencia, Caracas, Los Teques y Maracaibo montaron una contraofensiva.

Así pues, el ejército realista de Domingo Monteverde logró la capitulación de los rebeldes en julio de 1812 en San Mateo, debilitados estos tras un fuerte terremoto que destrozó varias de sus ciudades. Y con esto, adiós a la 1ª república venezolana.

En Santafé de Bogotá ocurrió la Conspiración de Andrés Rosillo, un sacerdote que protestaba en contra del gobierno virreinal. Fue arrestado en 1809.

Sin embargo, el 20 de julio de 1810 tuvo lugar el Incidente del Florero de Llorente. Todo empezó porque un comerciante español llamado José González Llorente se negó a prestar un florero a un tal Luis de Rubio.

Este lo quería para usarlo en la cena de visita con el comisionado real Antonio Villavicencio, nacido en Quito. Estos comisionados reales tenían la misión de mantener la autoridad real en los dominios americanos.

Con esto, Luis pretendía mosquear a Llorente, y según se cuenta, contestó algo bastante grosero contra los americanos.

Los ánimos se caldearon y esta discusión provocó que un montón de gente empezara a decir por la calle “abajo los chapetones”, en referencia a los españoles.

Y así, por un simple florero, comenzó el proceso de independencia de lo que hoy conocemos como Colombia.

Eso sí, dicen que esto fue un altercado provocado y planificado por los criollos, quienes, liderados por Joaquín Camacho, habían pedido al virrey Amar y Borbón la creación de una junta, y éste se había negado, y además se rumoreaba que iba a detener al tal Villavicencio. Vamos, que es posible que Llorente no hubiese dicho nada contra los americanos. Incluso se duda si el florero existió realmente.

El caso es que el incidente este provocó una gran revuelta popular, y al final el virrey dejó crear la junta, aunque él estaría en ella. Sin embargo, las sospechas de que era un afrancesado continuaron y la gente protestó para que lo echaran.

La cosa se fue tan de madre que pronto el virrey Antonio José Amar y Borbón fue depuesto y arrestado, y más tarde metido en un barco rumbo a España.

Así pues, los criollos crearon la Junta Suprema de Gobierno de Nueva Granada, en Bogotá, que buscaba la independencia.

El problema es que, en diferentes ciudades, aparecieron otras juntas que se declararon independientes unas de otras, lo que llevó a una fragmentación de la leche. Y claro, esto se tradujo en conflictos militares entre independentistas.

Cartagena y Cali, por ejemplo, deseaban obtener autonomía de Santa Fe de Bogotá, mientras que Panamá, Santa Marta, Riohacha, Pasto y Popayán, siguieron siendo fieles a España. También Mompós, Vélez de Socorro y Tocaima de Mariquita decidieron ir por su cuenta.

Volviendo a Quito, allí se creó la 2ª Junta de Gobierno de Quito, que duró de 1810 a 1811. Fue presidida primero por Ruiz de Castilla y luego por Carlos de Montúfar, hijo del anterior Montúfar. Y más tarde formaron un triunvirato con José de Cuero. El cargo de vicepresidente fue para Juan Pío Montúfar, lo que no sentó nada bien a las autoridades españolas y a algunos nobles criollos, quienes veían que esta familia Montúfar se estaba haciendo con las riendas de todo. 

Al final echar a los realistas tras un motín, y Quito proclamó la independencia de España y creó el Estado de Quito, con José de Cuero como presidente y Juan Pío como vicepresidente.

Este nuevo estado ocupó Quito y algunas ciudades más, pero no la zona de Guayaquil, Cuenca o Loja, que no querían unirse al poder de la junta.

El caso es que los quiteños promulgaron su primera constitución, que establecía una República con división de poderes. El palacio presidencial sería el Palacio de Carondelet.

Sin embargo, las tropas realistas, dirigidas por Toribio Montes, el presidente de la Real Audiencia de Quito, pronto comenzaron a luchar contra este estado rebelde. Y no solo eso. Los quiteños cometieron el error de intentar anexionarse Popayán y Pasto, que ahora era territorio neogranadino. Eso causó una nueva guerra entre independentistas.

El nuevo virrey neogranadino fue Francisco Xavier Venegas, pero rápidamente fue nombrado virrey de Nueva España y nunca gobernó Nueva Granada. Le siguió en el cargo el barcelonés Benito Pérez Brito en 1812.

Este logró recuperar el Estado de Quito, que se estaba yendo a la mierda debido a sus luchas internas y con los junteños neogranadinos.

Estos junteños de lo que hoy es Colombia, en 1811, fundaron la 1ª República de la Nueva Granada, conocida despectivamente como la Patria Boba.

En realidad, esta 1ª república eran dos que se llevaban mal: las Provincias Unidas de la Nueva Granada, liderada por Camilo Torres Tenorio, con capital en Tunja… y el autoproclamado Estado Libre de Cundinamarca, en el cual se incluía la ciudad de Santafé de Bogotá, y que estuvo liderado por Antonio Nariño, del que ya hablé en un capítulo anterior.

En resumen, que cada provincia estableció su propia autonomía, generando un poco de caos en los nuevos procesos independentistas.

Unos eran más federalistas (los de Tunja, que defendían la independencia total del sistema español) y otros más centralistas (los de Bogotá, que querían que el gobierno español permaneciese en América, pero concediéndoles mucha autonomía).

Estos dos bandos nunca llegaron a ponerse de acuerdo. De hecho, entre ellos hubo una guerra civil entre diciembre de 1812 y diciembre de 1814.

Las Provincias Unidas declararon la guerra a Cundinamarca porque acusaban a Nariño de dictador. Este derrotó a los federalistas en la Batalla de San Victorino de 1813, cuando se dirigían a tomar Bogotá.

Esta capital había caído en manos de las tropas de Nariño, así que el virrey Benito fijó una nueva capital: Portobelo, en Panamá, zona que había permanecido fiel al bando realista.

Otros territorios que permanecieron fieles al rey fueron la provincia de Pasto y Popayán al sur… y Santa Marta y Riohacha al norte. Lo que convirtió a la Patria Boba en una guerra a tres bandas. Muy loco todo.

Y en este contexto podríamos destacar a Policarpa Salavarrieta, mejor conocida como La Pola, una chavala que hacía como de espía para el bando patriota, comprando material de guerra y pasando información importante.

El Estado de Quito seguía siendo independiente, pero por poco tiempo. El ejército realista, liderado por el coronel Juan de Sámano, fue a tomar Quito, y en la Batalla de Ibarra, de 1812, logró derrotar y apresar a Carlos de Montúfar y a su tío Pedro de Montúfar. Con esto se puso fin a la rebelión quiteña y al Estado de Quito.

Por su parte, Juan Pío de Montúfar acabó exiliado y enviado a España, y José de Cuero se trasladó a Lima, donde murió poco después.

Tras todo esto, Toribio Montes volvió a ser presidente de la Real Audiencia Quiteña. La represión posterior contra los patriotas quiteños fue bastante dura, y ejecutó a muchos de los rebeldes.

El virrey Benito tuvo un ataque de ansiedad al ver que se le acumulaban demasiados problemas, y presionado por el gobierno español en Cádiz, decidió dimitir y pirarse de allí lo más rápido posible.

El criollo nacido en la Habana, Francisco José Montalvo y Ambulodi, le sustituyó en el gobierno. Desde 1813 fue gobernador y capitán general del virreinato y luego, en 1816, ya fue nombrado virrey de forma oficial.

En esos años, es importante saber que las Cortes de Cádiz promulgaron la Pepa, es decir, la Constitución Española de 1812, o Constitución de Cádiz. En su redacción participaron diputados tanto españoles como americanos y filipinos. Fue la primera constitución de España y una de las más liberales de su tiempo.

En ella, concretamente en su primer artículo, se reconocía que la nación española era la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios, es decir, que todos los habitantes del imperio eran considerados ciudadanos españoles.

También se establecía la Soberanía de la Nación, no del rey, aunque el sistema sería una monarquía constitucional. Habría separación de poderes entre las Cortes y el Rey, quien pasaría a tener poderes limitados. Finalmente habría libertad de imprenta y sufragio universal masculino.

En diciembre de 1813, viendo Napoleón que tenía las de perder en su guerra europea, acabó firmando con Fernando VII el Tratado de Valensay, gracias al cual, Fernando VII fue reconocido de nuevo como rey de España.

¿Y qué hizo Fernandito nada más ser aupado en el poder de España? Pues derogar la Constitución de Cádiz y volver al férreo absolutismo monárquico, al Antiguo Régimen tan odiado por los liberales, lo que cabreó a muchos de los diputados e intelectuales españoles y americanos. Así comenzó el periodo conocido como Sexenio Absolutista.  

Era el año 1814, y aquí ya empezaría a coger gran fuerza el movimiento independentista, sobre todo con Simón Bolívar, pero esta historia merece un capítulo aparte. Ahora dejemos el norte sudamericano y viajemos al Río de la Plata.

Año 1808. Napoleón había conquistado España. Un mes después llegó un enviado de Napo a Buenos Aires para hablar con virrey Santiago de Liniers con la intención de que reconociera a José Bonaparte como rey de España. Liniers lo recibió a pesar de que la junta rechazó ponerse de lado de los franceses.

Pronto empezaron los rumores de que Liniers, de origen francés, estaba pactando con los gabachos, y los ánimos en las calles se caldearon.

El general Francisco Javier de Elío, gobernador de Montevideo, rechazó a Liniers acusándole de traidor y convocó un cabido abierto en esta ciudad, y creó una Junta de Gobierno en septiembre de 1808, la cual gobernaría la región en nombre de Fernando VII.

El 1 de enero de 1809 ocurrió la Asonada de Álzaga, en la que el alcalde de Buenos Aires, Martín de Álzaga, junto con un grupo de milicianos peninsulares de origen vizcaíno, gallego y catalán, intentó deponer a Liniers.

Sin embargo, el cuerpo de milicianos criollos, dirigidos por Cornelio Saavedra, aseguraron por la fuerza la continuidad de Liniers, y Álzaga acabó desterrado a Carmen de Patagones.

Gracias a esto, los criollos se hicieron con el control de la ciudad, y Liniers acabó recibiendo el título de conde de Buenos Aires. El poder militar criollo se había impuesto.

Sin embargo, su suerte se acabó pronto. La Junta Suprema Central, el órgano que regía España durante la invasión napoleónica, le depuso y lo exilió por sospechas de favorecer al bando francés, y puso como nuevo virrey a Baltasar Hidalgo de Cisneros.

La misión de Baltasar era recomponer la autoridad virreinal, y para ello disolvió la junta de Montevideo de Elío, en junio de 1809. Pero la que se le venía encima iba a ser mortal.

En ese 1809 tuvieron lugar dos revoluciones en el Alto Perú, o Provincia de Charcas, lo que hoy es Bolivia para entendernos, que también estaba dentro del Virreinato rioplatense.

El 25 de mayo ocurrió la Revolución de Chuquisaca, lo que hoy es Sucre, también conocida como La Plata. Aquí, los sectores más revolucionarios se levantaron contra el presidente de la Audiencia de Charcas Ramón García Pizarro por haber detenido a un regidor llamado Jaime Zadáñez, quien era el líder de este movimiento.

Un movimiento en contra del comisionado español José Manuel de Goyeneche, porque corría el rumor de que quería venderle el reino a la infanta Carlota Joaquina de Borbón, que vivía en Rio de Janeiro con su marido el rey de Portugal Juan VI, lo que unos pensaban que supondría la anexión a Portugal, aunque Carlota decía que gobernaría por su cuenta. En fin, un lío.  

Por otro lado, el 16 de julio ocurrió la Revolución de La Paz. Aquí, el intendente Francisco de Paula Sanz recibió a Goyeneche, pero entre la población surgió el mismo temor que en Chuquisaca. Dos líderes mestizos, Juan Pedro de Indaburu y Pedro Domingo Murillo, depusieron al intendente y formaron una junta de gobierno, la llamada Junta Tuitiva, con sede en La Paz.

Pronto Goyeneche envió un ejército a ambas ciudades y los principales cabecillas fueron ejecutados.

Meses después llegó un barco inglés con periódicos donde se contaba que España ya estaba completamente bajo el control de Napoleón, y la noticia corrió como la pólvora por todo el virreinato.

Con esto, el 18 de mayo de 1810 ocurrió en Buenos Aires la Revolución de Mayo. El abogado Juan José Castelli y el militar Martín Rodríguez, así como el coronel Cornelio Saavedra y su unidad de los Patricios, exigieron al virrey Cisneros la celebración de un Cabildo abierto para decidir el destino del gobierno de la región. A Cisneros no le quedó más remedio que aceptar, y así se creó la Primera Junta de Gobierno, presidida por Saavedra.  

En estas juntas hubo tanto españoles peninsulares como criollos americanos, y cada uno de ellos con sensibilidades políticas muy variadas. Unos apoyaban los derechos de Fernando VII, mientras que los más revolucionarios sostenían que como Fernando VII había abdicado, la cadena burocrática del Imperio Español ya no era legítima, y la soberanía volvía al pueblo.

Los miembros de este último bando, el que tenía claro que iba a luchar por la independencia, se hicieron llamar los Patriotas.

Durante la mañana del 25 de mayo, una gran multitud de revolucionarios patriotas comenzó a reunirse en la Plaza Mayor, la actual Plaza de Mayo, llamada así por este evento. Allí, los milicianos Domingo French y Antonio Beruti reclamaron la renuncia del virrey Cisneros y la formación de una nueva junta de carácter mucho más revolucionario. Ante la presión, Cisneros acabó dimitiendo como virrey.

Así nació la Junta Grande, que sucedió a la Primera Junta. Su presidente fue el militar Cornelio Saavedra, pero destacaron otras figuras como Manuel Belgrano, el líder criollo con mejor preparación, el joven abogado Mariano Moreno, y Juan José Castelli.

Por cierto, este Belgrano era primo de Casteli, y es famoso por ser un economista reputado amante de Adam Smith y de las ideas ilustradas. En los años anteriores a las independencias creó varias escuelas, como una de náutica y otra de geografía y dibujo. También participó en la fundación del primer periódico de buenos aires, el Telégrafo mercantil, pero tuvo problemas con las autoridades virreinales. Luego, Belgrano se convirtió en militar y participó en la defensa de Buenos Aires contra los británicos. Y también creó la actual bandera de Argentina. Ahora, continuemos con el tema de la Junta Grande.

Esta junta rompió con la Regencia de España, expulsó a los funcionarios españoles, creó un Tribunal de Seguridad Pública para perseguir a los subversivos, y fundó las Provincias Unidas del Río de la Plata, un nuevo estado que agrupaba lo que hoy son Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia. Aunque técnicamente nunca declararon la independencia.

El caso es que pronto se decretó la creación de Juntas Provinciales para dar participación a los pueblos de interior, aunque muchos de ellos estaban alienados en el bando realista. Montevideo y Asunción habían reconocido a la Regencia, el Alto Perú solicitó la protección de Lima… y el antiguo virrey Liniers, ahora gobernador en Córdoba, decidió montar su propia contrarrevolución.

Y es que, la libertad de comercio decretado por esta junta no convenía nada a las provincias del interior, que habían vivido siempre al amparo del proteccionismo hispano.

En resumen, que los patriotas tendrían que conquistar aquellos territorios por la fuerza. Porque sí, mientras Buenos Aires exigía su autonomía, se la negaba a las provincias del interior. Y este intento de recuperar el control de los territorios que formaban su antiguo virreinato llevó al cono sur a una guerra civil de más de 10 años.

Más luego, hubo movidas entre los propios revolucionarios. Saavedra y los representantes de las provincias eran más moderados, mientras que Moreno y Castelli tenían una posición más radical, y se dedicaron a la persecución de españoles para arrestarlos o expulsarles de allí, no sin antes expropiar sus propiedades.

En resumen, que los patriotas pronto enviaron unas tropas dirigidas por Castelli al Alto Perú, es decir, a Bolivia, y tras la victoria en la Batalla de Suipacha, los patriotas lograron liberar el área de Potosí, aunque se dedicaron a saquear y a ejecutar a los realistas capturados sin juicio previo.

Poco después serían expulsados por los refuerzos llegados del Perú en la Batalla de Huaqui, liderados por el comisionado español Goyeneche.

Por su parte, los patriotas, dirigidos por Manuel Belgrano, intentaron también someter Paraguay, pero fue un fracaso, y acabó derrotado en la Batalla de Tacuarí de 1811.

El intendente de la región, Bernardo Velasco, fue a pedir ayuda a Brasil contra los porteños, y eso provocó que estallara en Asunción una revolución criolla, el 14 de mayo de 1811. Fecha considerada como el de la independencia de Paraguay.

Se creó una Junta y se nombró a dos socios para que gobernaran: el coronel español Juan Valeriano de Zevallos y el abogado criollo José Gaspar Rodríguez de Francia, conocido como Doctor Francia. De aquí también destacó el militar y cónsul Fulgencio Yegros.

La Junta dijo que no se iba a someter ni a Buenos Aires, ni a los portugueses ni a los españoles, y así, el 12 de octubre de 1813, nació lo que hoy es la República del Paraguay como país independiente.

Esto fue obra de José Gaspar Rodríguez de Francia, el cual acabó siendo nombrado dictador y empezó un periodo de represión contra los españoles y la élite local, hasta que quedó como el amo y único señor del territorio hasta su muerte en 1840. Yegros intentó destronarle, pero acabó ejecutado.

Y es que, las Provincias Unidas del Río de la Plata nunca llegaron a controlar la totalidad del antiguo virreinato, y pronto todo acabaría subdividiéndose en países independientes. En 1813, como ya digo, nació Paraguay… Bolivia en 1825 y Uruguay en 1828. En 1831, nació como tal la Confederación Argentina, pero eso ya lo veremos en otra serie de vídeos.

Como ya dije, Santiago de Liniers, desde Córdoba del Tucumán, decidió atacar a los porteños para acabar con la revolución. Castelli logró conquistar esta ciudad y Liniers acabó capturado y fusilado en agosto de 1810. Esto encolerizó tanto a los realistas como a las comunidades indígenas de Charcas.

Así pues, el Consejo de Regencia, en enero de 1811, nombró como virrey a Francisco Javier de Elío, pero se quedó en Montevideo, declarando esta ciudad como la nueva capital, porque en Buenos Aires no reconocían su autoridad, obviamente.

Este virrey pidió ayuda a Brasil para luchar contra Buenos Aires, y debido a esto, los criollos de la Banda Oriental dejaron de reconocer su autoridad con el llamado Grito de Asencio, o la Admirable Alarma, un estallido revolucionario iniciado en febrero de 1811 y comandado por Pedro José Viera y Venancio Benavides.

Por otro lado, José Gervasio Artigas era un hacendado ganadero de Montevideo que decidió luchar contra los españoles. Tuvo una gran victoria en la Batalla de Las Piedras, de 1811, que fue la primera gran victoria de los patriotas contra las fuerzas realistas dirigidas por el general José Posadas.

Luego los revolucionarios fueron a tomar Montevideo, y el virrey Elío decidió claudicar y firmar un acuerdo con Buenos Aires. A cambio de reconocer al Río de la Plata como parte de España, el virrey se comprometió a levantar el bloqueo naval y a no tomar represalias, y continuaría controlando la zona uruguaya.

Artigas se disgustó con este armisticio, pero le nombraron gobernador de la provincia de Entre Ríos. Aquí ocurrió el llamado Éxodo Oriental, o la Redota, una emigración masiva de población de la Banda Oriental, unas 16.000 personas, que siguió a Artigas hasta asentarse en el Salto Chico del río Uruguay. Querían huir de los ejércitos portugueses invasores.

De todas formas, Elío pronto decidió pirarse de Montevideo y volverse a España, por lo que los porteños reanudaron el sitio a esta ciudad, todavía en manos realistas.

Pero esperad que la cosa se complica más.

La Revolución del 5 y 6 de abril de 1811 ocurrió cuando el presidente de la Junta Grande, Saavedra, ordenó eliminar a los partidarios de Mariano Moreno, considerados radicales, y quienes preparaban un levantamiento en su contra.

Sin embargo, en septiembre de 1811, la Junta Grande fue disuelta por un golpe de estado. El sector radical, ahora liderado por Bernardino Rivadavia, derrocó a los moderados, y se conformó el 1º Triunvirato, de tendencias centralistas. Sus tres cabecillas serían Feliciano Antonio Chiclana, Juan José Paso (luego sustituido por Martín Pueyrredón) y Manuel de Sarratea. Por su parte, Bernardino Rivadavia, en calidad de secretario, se convirtió en el ejecutivo de facto.

Manuel Belgrano, del sector moderado, y nombrado por el triunvirato como general del Ejército del Norte, intentó dar un contragolpe, pero fracasó.

Martín de Álzaga, del bando realista, trató de recuperar Buenos Aires, sin éxito, y fue ejecutado.

Este triunvirato declaró la libertad de prensa, se creó una ley de seguridad individual y la prohibición de introducir esclavos en el territorio.

Sin embargo, la población empezaba a cansarse del radicalismo de esta gente, y de la persecución de cualquiera que alzara la voz contra ellos. Y también los sectores provinciales se hartaron de sus medidas centralistas.  

Así, poco después, este triunvirato se tuvo que enfrentar al Motín de las Trenzas, en diciembre de 1811, una sublevación militar del Regimiento de Patricios, que se negaban a acatar las órdenes del triunvirato. Se llamó así porque obligaron a estos soldados a cortarse su característica trenza. El motín fracasó, los cabecillas acabaron ejecutados, y el gobierno tomó el control de estas milicias urbanas. También los diputados del interior fueron expulsados de Buenos Aires acusados de participar en el motín.

En 1812, llegó a Buenos Aires venido de Europa el famoso José de San Martín, un coronel del ejército español que había estado luchando contra Napoleón. Le acompañaba Carlos de Alvear, su primo. El triunvirato le encargó a San Martín la creación de un cuerpo militar de élite, los granaderos de a caballo.

Parece ser que estos dos, junto con otro militar llamado José Matías Zapiola, fundaron la Logia Lautaro, a imitación de las sociedades secretas fundadas por Francisco de Miranda en Londres y en Cádiz.

Su objetivo era independizar los estados de América y extender la ideología liberal.

También parece ser que esta Logia Lautaro planificó un golpe de estado conocido como la Revolución del 8 de octubre de 1812, en el cual ocuparon la Plaza de Mayo con las tropas del Regimiento de Granaderos a Caballo bajo el mando del ya mencionado José de San Martín. Y también participó el Batallón de Arribeños, al mando de Francisco Ortiz de Ocampo. La razón de este alzamiento fue el impopular autoritarismo de Rivadavia, y el miedo de este a declarar oficialmente la independencia.

Así acabó el primer triunvirato y comenzó el segundo triunvirato, en sintonía con los ideales de la Logia. Básicamente fue su marioneta.

Los miembros del triunvirato fueron Nicolás Rodríguez Peña, Antonio Álvarez Jonte y Juan José Paso. Luego fueron reemplazados por José Julián Pérez, Gervasio Posadas y Juan Larrea.

Este nuevo triunvirato convocó a principios de 1813 una Asamblea General Constituyente, o Asamblea del Año XIII, pero no se pudo crear una constitución porque había mucha división interna. Los centralistas porteños y los federalistas provincianos seguían a malas, y finalmente estaban los diputados de la Banda Oriental, dirigidos por José Gervasio Artigas, un caudillo uruguayo que se negaba a someterse a Buenos Aires. Los porteños expulsaron a este bando y pusieron precio a la cabeza de Artigas.

Por su parte, las provincias de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones y Córdoba formaron la Liga Federal de los Pueblos Libres, y nombraron a Artigas como su protector frente al centralismo de Buenos Aires.

Mientras tanto, Manuel Belgrano lograba detener a las tropas realistas de Goyeneche en Tucumán, y tras eso, logró expulsarles de la provincia de Salta. Aunque eso sí, poco después su ejército acabó aplastado en la Batalla de Vilcapugio, de 1813, por las tropas del general Joaquín de la Pezuela, el nuevo jefe militar del Perú. 

Estas invasiones fallidas al Alto Perú por parte de los porteños mataron cualquier esperanza de unir Charcas a las Provincias Unidas.

El pánico cundió en Buenos Aires, y en enero de 1814, el triunvirato fue sustituido por un gobierno unipersonal llamado El Directorio, dirigido por Gervasio Posadas. Aunque duró poco, porque enseguida el ambicioso Carlos de Alvear se hizo con su control. Parece que tenía la intención de poner a Buenos Aires bajo el dominio británico, algo que no consiguió porque una sublevación militar le echó del poder.

Álvarez Thomas fue nombrado nuevo director, y nombró nuevo jefe del ejército a José Rondeau.

Los realistas de Pezuela parecía que iban a tomar todo el Tucumán, pero su avance fue frenado por el caudillo gaucho salteño Martín Miguel de Güemes, gobernador de Salta. Esta fue la llamada Guerra Gaucha, una guerra de guerrillas contra las tropas realistas enviadas desde el Perú. Se suele llamar gaucho a los habitantes o a jinetes de las zonas de llanuras de esta parte del cono sur.  

Este tipo descendía del fundador de San Salvador de Jujuy. Sin embargo, como militar se hizo famoso cuando, durante la 1ª invasión inglesa al Río de la Plata, dirigió una carga de caballería contra un barco inglés llamado Justine que había encallado en la zona. Esta fue una de las pocas veces en la historia en la que un cuerpo de caballería capturaba un buque de guerra.

Luego, durante las independencias, formó parte del Ejército del Norte como capitán, y su participación fue decisiva en la Batalla de Suipacha. Estuvo al frente de una guerrilla de guachos conocidos como los infernales, por el color rojo de sus ponchos.

La Banda Oriental, es decir, Uruguay, seguía en manos realistas. El Capitán General Gaspar de Vigodet no fue virrey, pero se le considera el último gobernante del bando español del Río de la Plata. Como gobernador de la Banda Oriental, resistió el asedio a Montevideo durante 20 meses, hasta que finalmente la ciudad cayó en manos del Gobierno de Buenos Aires en junio de 1814.

Y finalmente, la flota española fue derrotada en el Combate de Martín García, de 1814, por una flota patriota dirigida por Guillermo Brown, o William Brown, un irlandés que decidió colaborar con los revolucionarios.

Con esto cayó definitivamente el Virreinato de la Plata para pasar a convertirse oficialmente en las Provincias Unidas de Río de la Plata.

Aún quedaba por tomar el Alto Perú, pero José Rondeau fracasó con la derrota en la Batalla de Sipe-Sipe, en 1815. Así, las Provincias Unidas perdieron para siempre la posibilidad de incorporar esta rica zona minera.

Pero a pesar de llamarse Provincias Unidas, la Liga Federal no se les había unido.

Artigas seguía dando por saco, y para calmarle, los de Buenos Aires decidieron retirar las tropas de la Banda Oriental y darle vía libre. Y así, Artigas tomó el control de la zona. Sin embargo, pronto convocó el Congreso de Oriente de 1815 y fueron a declarar la independencia de la Provincia Oriental, lo que luego se llamaría Uruguay.

Sin embargo,  pronto llegaron tropas luso-portuguesas e invadieron todo Uruguay, y Buenos Aires se negó a ayudarles. Tras una pequeña guerra, en la Batalla de Tacuarembó de 1820, Artigas fue definitivamente derrotado por los brasileños. Así Uruguay, o Estado Cisplatino, como se lo llamó en esos años, acabó anexado al Reino Unido de Portugal y Brasil los siguientes 8 años.

Por otro lado, la independencia del Río de la Plata no se formalizó hasta el Congreso de Tucumán, ocurrido el 9 de julio de 1816. El director fue Juan Martín de Pueyrredón, propuesto por San Martín. Así nacieron oficialmente las Provincias Unidas del Río de la Plata, o Provincias Unidas de Sudamérica.

Eso sí, las provincias de la Liga Federal de Artigas no participaron, y siguieron en guerra contra el Directorio. Las guerras civiles entre unitarios y federalistas marcó las primeras décadas de esta recién creada nación.

Y es que este directorio gobernó de forma autoritaria, apoyó una política fiscal dura, y creó una leva obligatoria para enviar a las tropas a conquistar Chile y después Perú, convencidos de que esa era la única forma de mantener la independencia. De eso se encargará San Martín y su ejército, historia que conoceremos próximamente.