La independencia de México y Centroamérica: El Grito de Dolores y Miguel Hidalgo

La siguiente historia tiene lugar entre el año 1800 y el 1821 d.C.

Virreinato de Nueva España. Año 1800. Comienza el siglo 19, mejor conocido como siglo XIX. Bueno, vale, técnicamente los siglos empiezan en el año uno, pero eso no importa ahora.

En la Nueva España, en el año 1800, fue nombrado virrey el alicantino Félix Berenguer de Marquina.

Eran tiempos convulsos. Los británicos no paraban de atacar las costas novohispanas, mientras que los estadounidenses intentaban conquistar las tierras del salvaje norte.

Esto hizo que, en 1800, España cediera el territorio de la Luisiana a Francia, aunque Napoleón decidió poco después, en 1803, vendérsela a los Estados Unidos.

En enero de 1801 comenzó una insurrección de nativos en Tepic, en Nayarit, liderados por Indio Mariano, un cacique de Tlaxcala que se dedicaba al comercio. Parece ser que Mariano trataba de restaurar el Imperio Mexica. De todas formas, la revuelta fue un fracaso y Mariano acabó huyendo.

En 1803 llegó a virrey José de Iturrigaray.

A este se le conoce por haber autorizado las corridas de toros en la Plaza del Volador de Ciudad de México. También fomentó la minería de todo el virreinato, teniendo especial importancia la mina de La Valenciana, en Guanajuato.

En 1805, este virrey autorizó a Jacobo de Villaurrutia la creación del Diario de México.

Estos periódicos serían una herramienta fundamental para que mucha gente del virreinato, especialmente la clase criolla y burguesa, comenzara a empaparse de ideas liberales, como la soberanía popular, la división de poderes, la igualdad de derechos y demás.

Algunos intelectuales ilustrados novohispanos fueron antiguos alumnos jesuitas. Destacan el clérigo Francisco Javier Clavijero, que escribió Historia Antigua de México… el naturalista y botánico José Mariano Mociño, el astrónomo Antonio de León y Gama, el polímata José Antonio Alzate, quien inventó el obturador flotante automático, y el filósofo Benito Díaz de Gamarra.

Como ya he contado, en 1808, Napoleón Bonaparte invadió toda España, y Carlos IV y su hijo Fernando VII, abdicaron del trono español, pasando a reinar José Bonaparte, hermano mayor de Napo.

Los españoles pronto comenzaron la Guerra de la Independencia Española, y en medio de este caos político, por todo el territorio se formaron diferentes grupos de resistencia popular: las Juntas, que eran gobiernos autónomos. Luego se crearía la Junta Central Suprema, que convocó elecciones para designar representantes tanto en España como en América. Esto es importante porque fue la primera vez que se reconoció el derecho de representación de los americanos dentro del gobierno nacional.  

En América pasó algo parecido ante el vacío de poder. Surgieron Juntas en muchos lugares, cuyo propósito era conservar la soberanía en sustitución del legítimo rey de España, hasta que éste fuera reinstaurado. Estas juntas fueron dominadas en muchos casos por criollos ilustrados.

Una de estas juntas se creó en el Ayuntamiento de Ciudad de México, la Junta de México, creada en septiembre de 1808 y dominada por criollos. Su objetivo era autogobernarse hasta que se restituyera a Fernando VII en el trono español. Y algunos de estos criollos querían aprovechar las circunstancias para hacer ciertas reformas liberales al régimen virreinal, y entre estas reformas estaba la autonomía.

En esta Junta de México participaron personajes como el abogado Francisco Primo de Verdad y Ramos, y el fraile Melchor de Talamantes. Incluso participó el propio virrey Iturrigaray y otros españoles. Aquí nunca se habló de independencia, pero los que se oponían al poder de esta Junta entendieron lo contrario.  

Así pues, el bando realista, fiel a Fernando VII, decidió expulsar al virrey Iturrigaray por haber recibido al comisionado francés que había llegado hacía poco a imponer la autoridad de José Bonaparte.

Este fue el Golpe de Estado de Gabriel de Yermo, un militar de origen vasco fiel a los Borbones. La Junta fue disuelta porque se pensaba que iban a venderse a los franceses, y algunos de sus miembros acabaron encarcelados.

En 1808, los criollos de Santo Domingo se levantaron contra el dominio francés liderados por un militar de nombre Juan Sánchez Ramírez. Tras la Batalla de Palo Hincado, los españoles recuperaron el control de Santo Domingo, y comenzó el periodo llamado la España Boba, en la que esta provincia tuvo una escasa intervención de la metrópoli.

Este periodo de descontrol duró hasta el 1 de diciembre de 1821, con la Independencia Efímera de José Núñez de Cáceres. Se llama efímera porque duró poquísimo, dos meses, y pronto toda la isla fue anexionada a la República de Haití por Jean Pierre Boyer.

En Cuba, el abogado Francisco de Arango, jefe de la élite criolla de la isla, también intentó crear una junta autónoma. Sin embargo, esto no triunfó, pues la mayor parte de esta élite criolla, bastante beneficiada con las reformas borbónicas, prefirió seguir siendo fiel a España, y la revolución no triunfó. Además, la población temía un levantamiento de eslavos como en Haití, y no les apetecía meterse en esas movidas.

Mientras tanto, el bando realista nombró a Pedro de Garibay como virrey interino en Nueva España, un anciano de 80 años. Este virrey desmanteló la Junta de México y persiguió a sus miembros con un cuerpo militar realista que acabó siendo apodado “chaquetas”, o “gachupines”, o “chapetones” y este sería el término con el que se conocería a los partidarios del dominio español.

Durante este tiempo, el virrey tuvo noticias de un plan secreto para rescatar al rey Fernando VII de la prisión donde estaba, en Valensay, y que fuera llevado a Ciudad de México mientras reconquistaban España de manos francesas. Este plan nunca se llevó a la práctica.

Ni tampoco la pretensión de la infanta Carlota Joaquina de Borbón, hermana del rey y esposa del rey regente de Portugal, para imponer como soberano de Nueva España a su hijo Pedro, quien luego sería Pedro I de Brasil.

El virrey pensó que quizás este plan era alguna argucia de Napoleón y no colaboró.

En 1809, el arzobispo de México, Francisco Javier de Lizana y Beaumont, fue nombrado nuevo virrey por la Junta Suprema Central, es decir, el gobierno de la resistencia de España.

En esta Junta Suprema se reconocía a los dominios americanos como parte integrante de la Monarquía Hispánica, por lo que tenían derecho a representación en aquellas cortes, un representante por virreinato y capitanía general. España, por el contrario, tuvo uno por cada provincia, por lo que estaban 36 para españoles y 9 solo para representar a toda América.

Esto pareció injusto a muchos criollos novohispanos, y perdieron la esperanza de obtener resultados favorables para sus causas. Estas eran: representación igualitaria, libertad de cultivo, de comercio, abolición de la esclavitud, de estancos, ocupar puestos de poder, reconocimiento de las juntas locales, bajada de impuestos… Muy pocas de estas propuestas fueron aprobadas.

Pronto se empezaron a formar varios bandos: unos querían reconocer la autoridad del rey francés, como si fuera un simple cambio de dinastía. Otros eran fieles a Fernando VII y se negaban a reconocer a José Bonaparte como soberano, sobre todo por los ideales que defendía. Otros también eran fieles a Fernando VII y solo querían más autonomía para América. Y finalmente, otra facción pensó que lo mejor era independizarse del todo y decidir por ellos mismos.

De ahí que pronto comenzaran las conspiraciones, como la Conjura de Valladolid, actual Morelia, en Michoacán, donde una junta de criollos trató de formar un gobierno autónomo. Destacan el abogado José Mariano Michelena, el militar José María García Obeso, y el sacerdote Manuel de la Torre Lloreda.

Estos tenían el apoyo de varias milicias locales, y también buscaron el apoyo de indígenas, libertos negros y mestizos a cambio de la abolición de tributos. Sin embargo, la conspiración se filtró, fueron arrestados antes de dar su golpe, y luego el virrey Lizana les liberó unos meses después intentando buscar la concordia.

En 1810, la sede del gobierno español resistía a los franceses en la ciudad de Cádiz, la única ciudad no tomada por Napoleón. Allí se crearon las Cortes de Cádiz. Esta vez con más representación de americanos, pero pocas propuestas suyas fueron aprobadas.

El gobernador de esta ciudad de Cádiz fue Francisco Javier Venegas, quien acabó nombrado virrey de Nueva España.

Entre sus primeras medidas estuvo la de suspender el pago de tributos por parte de pueblos indígenas y mulatos. Y también prohibió toda publicación susceptible de propagar ideas revolucionarias relacionadas con la independencia. Para contener este ideario creó una policía especial y juntas militares.

Sin embargo, de poco iban a servir. Solo 2 días después de asumir el cargo, el 16 de septiembre de 1810, se produjo el conocido Grito de Dolores, considerado como el acto que dio inicio a la Guerra de Independencia de México.

En él, el sacerdote Miguel Hidalgo llamó a sus fieles a la rebelión contra el gobierno virreinal tocando las campanas de la Parroquia del Pueblo de Dolores, en lo que hoy es Dolores Hidalgo, en Guanajuato. Era una de las zonas agrícolas y mineras más ricas del virreinato, pero en aquel momento atravesaba una grave crisis económica. Esta fue una de las causas por las que este grito tuvo tanto éxito entre la población.

En este grupo también estuvieron Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Abásolo. Parece que todos formaban parte de la Conspiración de Querétaro, un movimiento clandestino nacido en Santiago de Querétaro para constituir una junta de gobierno.

No se saben las palabras exactas de la arenga del Grito de Dolores, aunque sorprende ver que se diga “Viva América, viva el rey Fernando VII, viva la religión, y muera el mal gobierno”.

Entonces, ¿estaban en a favor del rey o querían la independencia? Desde luego, el objetivo de Hidalgo era destituir a todos los españoles de sus puestos de gobierno, aunque otra versión dice que solo querían echar a los que pretendían entregar el reino a los franceses, que era una sospecha que venía de rumores.

Recordemos que Miguel Hidalgo era religioso, era un sacerdote católico, y Napoleón y los revolucionarios franceses no eran muy católicos que digamos, y claro, con este señor dominando España… se ponía en peligro todo el engranaje del clero en América, lo que a Hidalgo le parecía horripilante.

Por otro lado, no podemos obviar el tema de las máscaras fernandinas. Muchos revolucionarios que se alzaron contra el gobierno colonial, encubrieron que también iban contra el rey, porque sabían que, si no hacían esto, su movimiento no sería secundado por la masa general del pueblo. Esto lo decía Allende en una carta. 

En resumen, que es muy probable que la gente que empezó a seguir a Hidalgo pensaba que estaban luchando por la defensa de la cristiandad y de Fernando VII contra la invasión de los franceses.

El virrey Venegas se acojonó porque el movimiento este parecía algo serio, y rápidamente envió a sus tropas contra los insurgentes. Destacan los militares Gabriel de Yermo, Torcuato Trujillo, quien comandó un contingente de 500 libertos negros contra los rebeldes, y Agustín de Iturbide, quien luego sería el primer emperador de México.

Los insurrectos tomaron Atotonilco, y allí se hicieron con el estandarte de la Virgen de Guadalupe, que se convirtió en su bandera.

A finales de septiembre de 1810 cayeron Celaya y Guanajuato, donde los insurgentes tomaron la alhóndiga de Granaditas, donde se escondía el intendente Riaño, el cual acabó asesinado.

Después de tomar la alhódinga, los insurgentes masacraron tanto a la escasa guardia que la defendía como a numerosas familias de civiles allí refugiadas.

Y es que el problema fue que Hidalgo se vio incapaz de dominar a sus seguidores, que se dedicaron al saqueo indiscriminado sin distinguir entre propiedades de españoles buenos y malos ni entre criollos y la clase media. Incluso provocaron, como ya digo, esta masacre en Guanajuato que aterró a las clases altas y medias. Más que una revuelta por la independencia parecía una revuelta de clase. Pobres contra ricos. Por eso, este grupo dejó de ser apoyado por la clase criolla.

De todas formas, fue en esa ciudad donde Hidalgo proclamó el fin de la esclavitud, del tributo indígena, y creó el Despertador Americano, un periódico de corta vida a favor de sus ideales.

Poco después, en octubre de 1810, Valladolid cayó en poder de Hidalgo. Se rindió para evitar un baño de sangre igual que el de Guanajuato.

Finalmente, Hidalgo e Ignacio Allende derrotaron a las tropas realistas muy cerquita de la capital, en el Monte de las Cruces, y se hicieron con muchas de sus armas.

En este punto, el virrey Venegas estaba ya acojonao perdido, porque veía cómo los rebeldes estaban a nada de tomar Ciudad de México, la capital. Y su ejército dejaba bastante que desear.

Se cree que Miguel Hidalgo podría haber tomado la capital fácilmente, pues apenas estaba defendida por las tropas virreinales, y él contaba con unos 80.000 guerrilleros.

Sin embargo, no se sabe por qué, pero decidió retirarse a Valladolid. Y esto hizo que la mitad de sus tropas desertaran, que su relación con Allende se debilitara bastante, y que la guerra de la independencia durara 11 años más.

En noviembre de 1810, los insurgentes tuvieron una victoria en la Batalla de Zacoalco, lo que permitió que tomaran Guadalajara. Otras victorias fueron las de Aguanueva y Puerto del Carnero, con las tropas lideradas por José Mariano Jiménez.

En 1811, el militar realista Félix Calleja tuvo varios éxitos contra los rebeldes, destacando la Batalla de Aculco y la Batalla del Puente de Calderón, una victoria en la que Calleja logró desarticular la insurrección.

Los principales dirigentes rebeldes, como Manuel Hidalgo, Ignacio Allende, José Mariano Jiménez y Juan Aldama, acabaron hechos prisioneros poco después, mientras intentaban huir hacia Estados Unidos. Parece ser que el caudillo Ignacio Elizondo, en Nuevo León, les traicionó y los entregó al bando realista en julio de 1811. Todos acabaron fusilados en Chihuahua acusados de alta traición.

La revolución social de Hidalgo hizo que los ricos criollos moderados de México que querían autonomía o incluso independencia… ya no lo vieran tan bien. Básicamente, por esta razón, la independencia costó tanto en Nueva España, y finalmente llegó por derroteros bastante imprevistos, como veremos en breve.

El caso es que la insurrección parecía haber acabado… pero no. Pronto surgieron nuevos focos rebeldes, como el de Ignacio López Rayón en el centro del país, quien era el secretario de Hidalgo. Este es famoso por haber organizado la Junta de Zitácuaro, en la ciudad de Heroica Zitácuaro, en Michoacán. Esto fue el 19 de agosto de 1811.

Y fundó El Ilustrador Americano, un periódico creado para difundir ideas autonomistas por todo el virreinato.

Estas ideas liberales propuestas por filósofos como Jean Jacques Rousseau o Montesquieu llevaban expandiéndose por muchas zonas de América desde finales del siglo XVIII. Destaca el arzobispo de Guatemala Cayetano Francos y Monroy, que reformó la educación de la zona para expandir estas ideas entre su alumnado.   

Otro rebelde importante fue el sacerdote José María Morelos, que combatía en la parte sur. Destaca su éxito en la Batalla de Tenancingo, de enero de 1812, y la toma de la villa de Cuautla, en lo que hoy es el Estado de Morelos.

Cuando Félix Calleja llegó a la zona puso el lugar bajo asedio. Ese fue el Sitio de Cuautla, de 1812, y Morelos resistió cerca de 3 meses. Aquí destacó un batallón infantil insurgente conocido como Los Emulantes. El líder de este batallón fue el joven hijo de Morelos, Juan Nepomuceno Almonte, quien tiempo después sería veterano de la Batalla de El Álamo.

Poco después, Morelos logró una victoria en Huajuapan, y la toma de la ciudad de Orizaba, en Veracruz, que posibilitó la conquista de Oaxaca, en noviembre de 1812, donde instituyó un gobierno autónomo. Allí fundó el periódico Correo Americano del Sur, y recibió los Elementos Constitucionales redactados por Rayón.

En España, las Cortes de Cádiz promulgaron la primera constitución española, la Constitución de Cádiz de 1812. En ella se hablaba de Soberanía Nacional, división de poderes, igualdad entre todos los ciudadanos, libertad de imprenta. La idea era no poner fin a la monarquía, pero sí acabar con el Antiguo Régimen y su rígida sociedad estamental… así como sentar las bases de un Estado democrático. Una especie de monarquía parlamentaria donde el Parlamento iba a tener gran importancia.

Los criollos y burgueses de América vieron esto como su oportunidad de brillar, mientras que la oligarquía nobiliaria, compuesta sobre todo por peninsulares, no quería saber nada de esto. Y es que claro, ellos acaparaban los mejores cargos del gobierno.

En América, el virrey Venegas juró respetar esta constitución, pero no lo hizo, pues él era de ideología absolutista, y aprovechando el estado de sitio en el que se encontraba el virreinato, comenzó a combatir estos ideales y a prohibir la libertad de prensa.

Con el apoyo de muchos mestizos y criollos novohispanos que no veían bien esta revolución… logró formar un potente ejército. También dio un golpe autoritario al anular las elecciones al primer ayuntamiento constitucional de la capital, aduciendo que entre los criollos elegidos había miembros de los Guadalupes, una sociedad secreta relacionada con los insurgentes… a los que no paraban de pasar información desde la capital.

Una mujer espía que destaca fue Gertrudis Bocanegra.

Cuando esta Junta española se enteró de los desmanes del virrey, le destituyó en marzo de 1813, y puso como nuevo virrey al militar Félix Calleja, del que esperaban una política más liberal, pero que al mismo tiempo derrotara a los insurgentes.

Rápidamente Calleja comenzó a reorganizar tanto el gobierno como el ejército. Para pertrechar a sus soldados solicitó un préstamo de 2 millones de pesos y confiscó propiedades de la Inquisición, aprovechando que ésta había sido abolida por la Constitución de Cádiz. También restableció el libre comercio y comenzó una reforma fiscal.

De todas formas, con la derrota de Napoleón, el rey Fernando VII volvió a ser coronado como rey de España. ¿Y qué fue lo primero que hizo? Abolir esta constitución y volver al absolutismo monárquico.

Con esto, Félix Calleja no tuvo que fingir más y pudo anular la labor de las Cortes. Incluso arrestó a algunos criollos, regidores y diputados electos de los que no terminaba de fiarse. Esto lógicamente, cabreó a este bando criollo liberal.

A su vez, tuvo lugar la Expedición de Bernardo Gutiérrez de Lara, que se alió con el estadounidense Augustus Magee. Juntos lideraron el Ejército Republicano del Norte, que tuvo victorias como la Batalla de Windcrest, en el sur tejano, o la Batalla de Rosalis. Aunque eso sí, el bando realista fue poco a poco ganando terreno.

Mientras tanto, el padre Morelos obtenía varios éxitos, como la Toma de Acapulco, de abril 1813. Su conquista fue fundamental, pues era uno de los puertos más importantes del virreinato.

Ese mismo año tuvo lugar el Congreso de Chilpancingo, el primer congreso independiente que proclamó la independencia del sur mexicano con él como máximo líder, así como la división de poderes y la abolición de la esclavitud.

Al año siguiente, el 22 de octubre de 1814, se estableció un poder ejecutivo compuesto por 3 miembros: Morelos, José María de Cos, y José María Liceaga. Estos proclamaron una constitución en el Congreso de Apatzingán. Se basó en la Constitución de Cádiz y estos fueron sus artículos más relevantes. Fue una constitución más moderada, con el objetivo de atraer a esos criollos liberales descontentos con el virrey Calleja, y con los desmanes de la revuelta del cura Hidalgo. Sin embargo, no tuvo mucho efecto.

Los éxitos de Morelos acabaron en la Batalla de las Lomas de Santa María, frente a Valladolid, en la que el jefe realista Agustín de Iturbide logró una gran victoria contra los insurgentes. Y otra más en la Batalla de Temalaca, de finales de 1815. En esta, Morelos acabó capturado y fue posteriormente ejecutado.

Más tarde, Valladolid pasaría a llamarse Morelia en su honor, así como el estado de Morelos.

Para diciembre de 1815, la rebelión parecía estar otra vez acabada. Pero no. Surgieron nuevos caudillos de manera aislada, entre los que destaca el militar zambo Vicente Guerrero, que operó en la Sierra Madre del Sur. El estado de Guerrero se llamará así por él.

También podemos destacar a Andrés Quintana Roo y a su esposa Leona Vicario. Y sí, lo habéis adivinado, el estado de Quintana Roo viene por este tipo.

Guadalupe Victoria y Nicolás Bravo centraron sus esfuerzos en tomar zonas de Veracruz.

Otro líder rebelde a destacar es Pedro Moreno, que luchó en el Cerro del Sombrero, en Guanajuato.

Otro fue Manuel Mier y Terán, cuya resistencia se centró en Puebla; en Tehuacán concretamente.

Y finalmente tendríamos a Francisco Osorno, que luchó por Zacatlán y alrededores. Hubo alguno más, pero estos serían los más importantes.

Aquí habría que añadir a la Gobernación de Yucatán. En ella estaban los Sanjuanistas, un grupo de criollos de la zona que se reunían en la Iglesia de San Juan de Mérida para hablar de movidas ilustradas.

Este grupo comenzó a ser perseguido por los Rutineros, grupo conformado por funcionarios de la aristocracia y el clero. La gran mayoría de sanjuanistas acabaron detenidos y en prisión durante 3 años.

Por otro lado, el virrey Félix Calleja tuvo fama de brillante estratega, pero también de ser extremadamente cruel con los rebeldes. Y en parte es cierto, ya que se dedicó a ejecutar a mazo de peña sospechosa de revolucionaria. Por otro lado, también es verdad que los rebeldes exageraron hábilmente sus abusos para conseguir apoyos, haciendo ver que el gobierno realista era injusto y desalmado. Y funcionó.

En 1816, Calleja acabó relevado del gobierno virreinal por sus abusos de poder, y tuvo que volver a España, y entonces llegó Juan José Ruiz de Apodaca y Eliza, considerado el último virrey de Nueva España.

Este tipo tenía mucha más mano izquierda, era mucho más clemente, y prohibió las ejecuciones, y ofreció el indulto a los insurrectos. Esta medida tuvo muy buenos resultados, y muchos insurgentes se rindieron y aceptaron el perdón real. Como Manuel Mier y Francisco Osorno.

Solo 2 focos permanecieron en rebeldía: Vicente Guerrero en el sur, quien sufrió una gran derrota en la Batalla de Cañada de los Naranjos… y Guadalupe Victoria, que siguió peleando en la zona de Veracruz.

El virrey Apodaca saneó la economía, y revitalizó el comercio y la minería. También, como curiosidad, prohibió que los niños volaran cometas, porque habitualmente lo hacían en azoteas y hubo muchos casos de niños que se habían matao.

Todo parecía ir genial, y la insurrección ya casi era inexistente. Pero no. Todo cambió en abril de 1817, cuando al puerto de Soto la Marina, en Tamaulipas, llegaron 3 barcos.

En ellos iba el militar navarro y liberal Francisco Javier Mina, junto a 300 soldados voluntarios procedentes de Londres y de Nueva Orleans.

Mina retomó la revolución, aunque dijo que no combatía la soberanía de España sobre los virreinatos en América, sino la tiranía del rey Fernando VII, quien había abolido la constitución liberal de Cádiz, y para ello pidió ayuda a Estados Unidos e Inglaterra.

Mina avanzó hacia el centro de México, donde tuvo algunas victorias, como en Valle de Maíz, Peotillos, Fuerte del Sombrero y San Diego de la Unión. Finalmente se unió a la rebelión de Pedro Moreno.

Tras esto, los dos juntos fueron hacia el Bajío, pero ambos acabaron atacados en la Hacienda del Venadito. Moreno murió en el combate y Mina fue capturado y ejecutado.

Con esto, parecía que la revolución había acabado. Pero no.

Tras el torpe intento de Mina de tomar el poder, hubo 3 años de relativa paz, donde el virrey trató de revitalizar la maltrecha economía novohispana.

Sin embargo, la insurrección había convertido a muchos criollos en jefes militares con bastante poder a nivel local y regional. Estoy hablando de Agustín de Iturbide, Antonio López de Santa Anna o Anastasio Bustamante. Estos eran militares realistas, pero ahora que habían ganado cierto poder, empezaron a ver que eso de la independencia… quizás no estaba tan mal.

En 1820, en España triunfó la Revolución Liberal tras el levantamiento del coronel Rafael de Riego, que obligó al rey Fernando VII a aceptar la Constitución de Cádiz. Así comenzó el Trienio Liberal en España. La aplicación de esta constitución hizo que, en 1821, se extinguieran los virreinatos de América y surgieran las provincias constitucionales. En este caso, nació la Provincia de Nueva España.

Así, Apodaca pasó de ser virrey a jefe político superior de Nueva España, que era parecido, pero con menos atribuciones.

El régimen liberal en España trató de poner fin a la guerra en América recurriendo a la conciliación. Mandaron instrucciones a los virreyes para que reconocieran la Constitución de Cádiz y que perdonasen a los rebeldes, los cuales podrían conservar su autoridad si reconocían la constitución y la monarquía española. Pero las cosas se habían ido tan de madre que esto no se aceptó.

El propio virrey Apodaca no vio bien esto, igual que muchos sectores monárquicos absolutistas, y liderados por el inquisidor general Matías de Monteagudo, empezaron a reunirse en la Iglesia de La Profesa de Ciudad de México, también conocido como el Oratorio de San Felipe Neri.

Esta fue la llamada Conspiración de la Profesa. El objetivo de esta conspiración era evitar la implantación en Nueva España de la Constitución de Cádiz y de todas sus ideas liberales, y si para ello había que independizarse, se independizarían. Pero por supuesto, nombrando rey a algún hijo del rey de España.

En este punto, el proyecto independentista dejó de ser un movimiento popular e ilustrado, sino todo lo contrario. Se convirtió en un proyecto de la oligarquía novohispana para defender la monarquía borbónica.

Dentro de esta conspiración parece que estuvo el militar Agustín de Iturbide y su amante, María Ignacia Rodríguez de Velasco, mejor conocida como la Güera Rodríguez, famosa porque dejaba su salón para organizar junto a la élite de Ciudad de México los planes a seguir.

Así pues, Apodaca nombró coronel a Agustín de Iturbide, partidario de combatir aquella constitución liberal. Salió de Ciudad de México para someter el foco rebelde de Vicente Guerrero y de Pedro Ascencio. Sin embargo, Iturbide comenzó a enviarse cartitas con Guerrero y parece que ambos llegaron a un acuerdo en favor de la independencia, aunque sus motivos fueran completamente opuestos.

Parece ser que Guerrero decidió apoyarle a cambio de que pudiera conservar el control del sur.

El caso es que ambos se encontraron y se aliaron en el famoso Abrazo de Acatempan, supuestamente ocurrido el 10 de febrero de 1821. Digo supuestamente porque existen dudas de que se produjera realmente.  

Pasara lo que pasara, parece que absolutistas y liberales se unieron para llevar a cabo la independencia.

Entonces Iturbide confeccionó el Plan de Iguala, en Guerrero, en el cual se declaraba a Nueva España como país independiente, pero monárquico, y la corona sería otorgada a Fernando VII o a algún infante suyo. Se establecieron 3 principios (religión católica, independencia y unión entre los bandos rebeldes), y esto se convirtió en las Tres Garantías. Por eso, el ejército de Iturbide es conocido como Ejército Trigarante.

Aparte, para ganarse el favor de los otros insurgentes, aceptó la creación de una junta, una constitución, la abolición de la esclavitud, el libre comercio y mantener los privilegios del clero, así como el perdón general a todos los combatientes.

El virrey Apodaca y otros miembros de La Profesa no aceptaron este plan porque trastocaba muchos de sus objetivos. Así pues, el Ejército Trigarante comenzó una serie de campañas para hacerse con el control del país. A Iturbide le apoyaron Vicente Guerrero, Nicolás Bravo, Francisco Osorno, Pedro Ascencio, Antonio López de Santa Anna, Guadalupe Victoria, Pedro Celestino Negrete… El bando realista empezó a tener muchas derrotas por parte de su mejor general realista.

Por su ineptitud, el 5 de junio de 1821, Apodaca fue depuesto de su cargo debido a un golpe de estado efectuado por los mandos militares españoles, y estos nombraron como “virrey provisional” al general Francisco Novella.

Este tenía que luchar contra las fuerzas independentistas, pero firmó un armisticio con Iturbide hasta la llegada desde España del nuevo jefe político superior, Juan O’Donojú, un militar sevillano de ascendencia irlandesa. Era de ideas liberales y parece que fue un alto cargo dentro de la masonería española.

Tras el resultado indeciso de la Batalla de Azcapotzalco, O’Donojú vio todo el apoyo que tenía Iturbide y dijo que lo mejor era no meterse en más batallitas.

Por ello, se reunió en Córdoba con él para llegar a un acuerdo pacífico. Aquí, el 24 de agosto de 1821, se firmaron los Tratados de Córdoba, un documento de 17 artículos donde se reconocía la independencia de Nueva España y la creación de un gobierno monárquico constitucional moderado.

Poco después, el 13 de septiembre de 1821, O’Donojú, Novella e Iturbide se reunieron en la Hacienda de La Patera, cerca de la Villa de Guadalupe. Allí tuvo lugar la Junta de Tacubaya, donde acordaron poner fin a las hostilidades, el fin de la guerra, y la independencia.

Tras esto, Agustín de Iturbide entró triunfal en Ciudad de México acompañado por su Ejército Trigarante, el 27 de septiembre de 1821. Se creó una Junta Provisional Gubernativa con una regencia compuesta por Iturbide y por O’Donojú. Finalmente, el 28 de septiembre de 1821, se firmó el Acta de Independencia del Imperio Mexicano, con lo que quedaba consumada la tan ansiada independencia.

Poco después, O’Donojú murió, algunos dicen que envenenado, e Iturbide se hizo con el poder absoluto. En contra de los deseos de los liberales insurrectos, quienes buscaban crear una república, Iturbide decidió crear una monarquía y ofreció el trono a Fernando VII, que lo rechazó, ya que aceptarlo sería como aceptar la independencia.

Tras esto, Iturbide se hizo nombrar emperador de México con el nombre de Agustín I, y aquí comienza la historia del 1º Imperio Mexicano, que incluía a gran parte del oeste de lo que hoy son los Estados Unidos… y a casi todos los países que hoy forman Centroamérica. Por cierto, ahora hablemos de Centroamérica.

Centroamérica era llamada en aquel entonces la Capitanía General de Guatemala. ¿Hubo algún movimiento independentista en esta zona? Pues sí.

Para conocerlo tenemos que retroceder al 5 de noviembre de 1811. En esa fecha, en El Salvador, dos curas comenzaron una conspiración para tomar el poder. Estos fueron José Matías Delgado y Nicolás Aguilar. Intentaron hacerse con las armas de una casamata de San Salvador, pero no contaron con apoyos suficientes, y Delgado y los demás fueron arrestados, aunque les soltaron poco después.

En un convento de Guatemala, en 1813, tuvo lugar la Conjuración del Convento de Belén. Aquí, un grupo de criollos se levantó contra las autoridades de la Capitanía General de Guatemala, liderada por José de Bustamante y Guerra. Y parece que también querían echar al Clan Aycinena, un grupo de adinerados criollos que no querían la independencia. El golpe fue descubierto y fracasó, y algunos de los conjurados fueron ejecutados.

En 1814, volvió a haber un segundo movimiento independentista en San Salvador. Sin embargo, su líder, el médico liberal Santiago José Celís, acabó asesinado, y el resto de cabecillas fueron encarcelados.

Durante los siguientes años, Bustamante y Guerra hizo honor a su apellido, y persiguió a los rebeldes de forma implacable, aunque acabó destituido en 1818. Su sustituto, Carlos Urrutia, fue un hombre débil de carácter, y los movimientos de independencia ganaron terreno.

Y más aún en 1820, cuando Fernando VII se vio forzado a reestablecer la Constitución de 1812.

Gracias a esto, hubo libertad de prensa, y Pedro Molina Mazariegos comenzó a publicar El Editor Constitucional, un periódico crítico con el gobierno virreinal. Este tío, más tarde, será jefe de gobierno de la Guatemala independiente, pero eso ya lo veremos cuando toque.

Al año siguiente, México declaró su independencia. Presionado por los independentistas, Carlos Urrutia dejó su puesto de gobernador general, y se puso en el poder centroamericano a Gabino Gaínza, que era del agrado de los indepes mexicanos.

Gaínza reunió una Junta en Guatemala y José Cecilio del Valle hizo un largo discurso explicando por qué era necesaria la independencia. Eso sí, primero había que oír el voto de las demás provincias. Con esto, el 15 de septiembre de 1821, de forma totalmente pacífica, proclamaron oficialmente la Independencia de Centroamérica.

Así se puso fin al dominio español en lo que hoy son Chiapas, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica. Panamá no, porque formaba parte de la Gran Colombia.

El caso es que Centroamérica decidió adherirse al Plan de Iguala de Iturbide, pasando a formar parte del 1º Imperio Mexicano.

En 1823, cuando este imperio se fue a tomar por saco, los centroamericanos se reunieron en Guatemala y se independizaron tanto de España como de México, dando origen a las Provincias Unidas de Centroamérica.

Este nuevo estado duraría hasta 1838, cuando comenzó una guerra civil en la zona, y tras esto, ya sí, surgieron los países que conocemos hoy día.

Mientras tanto, las únicas posesiones que España lograría retener fueron las Islas Filipinas, Cuba y Puerto Rico, y también la isla de Guam, o Guaján. Todo esto acabó en manos de Estados Unidos en 1898.

Ahora bien… hay una cuestión interesante y es… ¿por qué se llamó al nuevo estado “Imperio Mexicano” y la bandera tuvo el símbolo del águila con la serpiente en el nopal, que era el símbolo del origen del Imperio Mexica?

Pues esto fue algo habitual en muchos próceres de la independencia. Para ganarse a las clases indígenas y que lucharan por ellos, se dedicaron a idealizar el pasado prehispánico y usarlo como propaganda.

Parece que esto viene de la obra Historia Antigua de México, del novohispano Francisco Javier Clavijero, quien escribió esta obra para rebatir a los ilustrados del Viejo Mundo que decían que las culturas prehispánicas de América eran inferiores, como ya comenté en el capítulo anterior. Y en esta obra asemejó a los mexicas con los antiguos romanos y un montón de cosas más, y los criollos y mestizos cultos novohispanos empezaron a descubrir un pasado glorioso que podían adoptar como propio, y diferenciarse aún más de Europa.

El jesuita Juan de Velasco también escribió Historia del Reino de Quito siguiendo esta línea. En ambos casos, hay partes de verdad, y partes inventadas.

Lo mismo pasaba con el símbolo de la bandera argentina, que tiene un sol inca. Los incas nunca dominaron ni controlaron Argentina por completo, solo un poco la zona andina del norte, pero no importaba.

La idea era buscar símbolos de unión de los americanos contra los europeos, para así lograr apoyos para la independencia.

En el caso mexicano, la unión de toda la población bajo el centralismo de Ciudad de México fue el principal motivo del inmenso peso del mito azteca.

Eso sí, mucho reivindicar su pasado prehispánico, pero luego muchas de estas repúblicas entraron en guerra contra los nativos,

como la conquista del desierto, donde la república argentina sometió a indígenas pampa, ranqueles y tehuelches… la guerra del chaco, en el centro sudamericano…

la ocupación de Chile de la Araucanía contra los mapuches…

la guerra del yaqui entre México y nativos de Sonora…

la guerra de castas de México contra los mayas yucatecos…

Sin embargo, esto también causó bastantes problemas de identidad. No todos los habitantes de la Nueva España estuvieron de acuerdo con unirse a un proyecto donde se ensalzaban elementos de los mexicas, especialmente entre la clase indígena.

Los mexicas o aztecas ocuparon solo este territorio de lo que hoy es México, bastante poco, y hasta podríamos quitar a los territorios sometidos que solo eran tributarios. Gran parte de los antiguos pueblos prehispánicos no les tenían mucho aprecio, y también es cierto que muchos nativos de la época de la independencia ni siquiera recordaban qué había ocurrido en el pasado, 300 años antes.

Otros nativos, sobre todo en el norte, o en la zona de Yucatán, ni siquiera tuvieron contacto con ellos, y fueron ajenos a esta cultura. De hecho, durante el gobierno de Santa Anna… Yucatán se independizó de México un par de veces. Y Texas. Y Zacatecas, Tamaulipas y Nuevo León lo intentaron.

En fin, todas estas problemáticas las conoceremos en detalle en el futuro.