IMPERIO BIZANTINO: La Conquista de los Cruzados y los Imperios Latino y de Nicea

La siguiente historia tiene lugar entre el año 1081 y el 1259

IMPERIO BIZANTINO 4: La Conquista de los Cruzados y el Imperio de Nicea 

DINASTÍA COMNENA II (1081-1185)

Con la llegada de Alejo I Comneno, el Imperio Bizantino pasó a estar regido por la nobleza latifundista, quienes instauraron un régimen pseudo-feudal. Eso sí, a diferencia del feudalismo de occidente, aquí no se descentralizó el poder a saco entre diferentes nobles a cambio de ayuda militar. Todavía había dinero en las arcas para pagar a mercenarios, aunque se iría agotando con el paso de los años.

Su gobierno empezó con la invasión normanda liderada por Roberto Guiscard. El ejército mercenario de Alejo, conformado por bizantinos, turcos y de otros grupos, lograron detener su avance por los Balcanes con bastante esfuerzo. Otro peligro lo representaba la secta cristiana de los Bogomilos, surgida por Bulgaria con influencia pauliciana y que rechazaban todo lo material. Esta herejía se fue extendiendo con rapidez por todo el imperio, y empezaba a ser un problema. Bizancio necesitaba gente ruda y cachas, no santurrones apáticos. 

Más problemas comenzaron en los siguientes años, cuando los pechenegos invadieron toda Tracia y se propusieron asediar Constantinopla. La derrota en la Batalla de Drastar (1087) fue brutal, pero Alejo logró solventar la situación aliándose con los cumanos. Todos juntos derrotaron a los pechenegos en la Batalla de Levounion (1091) y más tarde ocuparon sus territorios. Al final Alejo sólo logró cambiar unos enemigos por otros. Muchas de las historias de su reinado fueron recogidas por su hija Ana Comneno en La Alexiada, siendo una de las primeras mujeres historiadoras occidentales. 

Alejo I logró superar todas estas eventualidades, pero le quedaba un gran enemigo: los Turcos Selyúcidas. El bizantino estaba de suerte porque por guerras civiles y mierdas, los selyúcidas se habían fragmentado en los reinos de Rum o Iconio, Cilicia, Alepo y Siria. Era el mejor momento para atacar, sin duda, pero no le quedaban casi efectivos. ¿Qué hacer? Alejo habló con el papa Urbano II para ver si Europa occidental estaba dispuesta a ayudarle en la tarea y de paso recuperar Tierra Santa, aquel lugar tan mítico donde había nacido Jesucristo y que estaba invadido por musulmanes. A cambio de la ayuda, Alejo I pondría fin al Cisma. 

Urbano II acabó convencido y en el Concilio de Clermont (1095) declaró el inicio de la 1ª Cruzada. Todo el mundo, fuera cual fuera su condición, estaba llamado a las armas para recuperar Tierra Santa. Mucha gente se unió, pero la mayoría era gente sin experiencia militar y no estaban organizados en absoluto. Se pegaron una caminata por Europa hasta llegar a Constantinopla y Alejo se quedó flipando con la chusma que le había llegado dirigida por un tal Pedro el Ermitaño. Les mandó rápido a Siria y el resultado, os lo podéis imaginar. Los turcos mataron a casi todos.  

Luego ya, en 1097 llegaron los nobles franceses y normandos, que estos sí estaban más preparados. Alejo recibió a su líder, Godofredo de Buillón, con bastante pompa, pero era postureo total. No se fiaba de ellos ni un pelo. Los turcos rindieron Nicea a los bizantinos antes de que los cruzados la saquearan, y estos después tomaron Quíos, Rodas, Esmirna, Éfeso, Filadelfia, Sardes, Antioquía… y finalmente, en 1099, las tropas de Raimundo IV de Toulouse lograron capturar Jerusalén. Estos cruzados, que eran en su mayoría caballeros de la baja nobleza, fundaron señoríos latinos propios que en Europa no les habrían dejado tener. 

Godofredo de Bouillón se coronó rey de Jerusalén; Bohemundo de Tarento fue el Señor de Antioquía; y Balduino de Boulogne creó el condado de Edesa. Alepo, lo que ahora es Siria, continuó en manos de los árabes, así como el Reino de Damasco, gobernado por una familia Selyúcida. Poco después surgiría el pequeño condado costero de Trípoli, conquistado por Raimundo IV de Toulouse. De todas formas, cuando haga los episodios de Francia hablaré de todo esto con más detalle. 

Al final a Alejo I le salió bien el asunto, y nunca reconoció al Papa autoridad suprema religiosa. Le sucedió en el trono su hijo Juan II. Tuvo fama de ser un rey bastante bueno, que además derrotó a los Pechenegos definitivamente en la Batalla de Beroia de 1122, también llamada Stara Zagora, y también fulminó a húngaros y serbios. Sin embargo, poquita información se ha conservado de su reinado. Se casó con Piroska de Hungría, luego llamada Irene, y de ahí salió su heredero, Manuel I, coronado en 1143. Manuel era un gran amante de la cultura occidental, de hecho fue muy amigo del emperador del Sacro Imperio Conrado III. Fue un caballero enérgico, luchador y con mucho carisma. 

La ciudad de Edesa fue asaltada por los selyúcidas, y el príncipe de Antioquía Raimundo tuvo que pedir sopitas a Manuel. Ante la invasión, el Papa Eugenio III convocó en 1145 la 2ª Cruzada. Esto a Manuel no le apetecía una mierda, ya que en la 1ª su imperio se había llenado de vándalos que saqueaban y lo dejaban todo hecho una mierda. De hecho, el nuevo príncipe de Antioquía, Reinaldo de Chatillón, saqueó Chipre de forma brutal, mutilando a los soldados capturados, y Manuel se cabreó tanto que fue a por ellos e invadió Cilicia, quienes también habían participado. Al final Reinaldo le pidió perdón y juró vasallaje con una soga al cuello y vestido de saco. 

Manuel estaba interesado en reconquistar la Italia de los normandos, y también quería debilitar el poder de su competencia comercial: Venecia. Por ello firmó acuerdos comerciales con las otras dos ciudades libres italianas, Pisa y Génova, y los Venecianos se picaron mazo y aquí empezó un pequeño conflicto que acabó con esta gente expulsada del mar Egeo. 

Otro de sus objetivos fue Hungría. Como su madre era una princesa de allí se sentía con derecho sobre la corona, y quería que el rey Geza II le rindiera vasallaje. Hubo guerra (1151-1153) y Manuel I acabó desistiendo. Con la paz, los hermanos del búlgaro, Esteban y Ladislao, se mudaron a la corte bizantina, pero una década después, con la muerte de Geza II llegó al trono su hijo Esteban III.  Manuel I empezó una guerra para colocar en el trono húngaro a los dos hermanos del muerto, primero a Ladislao II y después a Esteban IV. Los dos murieron y Manuel logró resolver la situación casando a su hija María con el hermano de Esteban III. Al final de la guerra éste se convirtió en Bela III de Hungría. 

En los siguientes años preparó junto a los cruzados de Jerusalén un asalto a Egipto, que fue un auténtico fracaso. En el año 1171, un líder kurdo llamado Saladino fue ayudar a los egipcios del ataque de los cruzados, y con la tontería se hizo con el control de todo Egipto, expulsando al Califato Fatimí y fundado el Sultanato de la Dinastía Ayubí.  Poco después las tropas bizantinas fueron emboscadas en un estrecho paso por los selyúcidas, en la Batalla de Miriocéfalo (1176), y Manuel I se puso pachucho y 4 años después la palmó.

En Jurusalén mandaba Balduino IV el leproso, el de la peli del Reino de los Cielos, y tuvo un fuerte encontronazo con los musulmanes liderados por Saladino. Fueron años de intensas batallas y finalmente, en 1187, Saladino logró tomar Jerusalén y expulsar a los cruzados cristianos de la ciudad. Debido a esta invasión, el papa Gregorio VIII convocó la 3ª Cruzada. Fue en esta contienda en la que se involucraron reyes y grandes señores europeos: Felipe II de Francia, Ricardo I Corazón de León de Inglaterra y Federico I Barbarroja de Germania, quien perdería la vida durante el conflicto. Aunque lograron conquistar la ciudad de Acre y también Jaffa, tuvieron que olvidarse de Jerusalén, pues su fuerzas acabaron mermadas por diferentes enfermedades. Además durante el conflicto Bizancio se quedó sin la isla de Chipre. El primer videojuego de Assassin’s Creed transcurre durante esta época, por cierto. 

Entre la crisis económica, la falta de efectivos militares y la pérdida de territorio, al nuevo monarca Andrónico I todo el mundo se le subía a la chepa. Bulgaria se independizó en el 2º Imperio Búlgaro y años después su líder Kaloyán asaltaría la ciudad de Varna gracias a una enorme torre de asedio capaz de atravesar el foso de la muralla. El viejales de Andrónico I sólo reinó dos años y tuvo una muerte horrible, pero la historia de este Andrónico es para hacerle una película. Otro día la contaré en detalle. 

DINASTÍA ÁNGELO Y DUCAS II (1185-1204)

Tras derrocar a Andrónico I el nuevo emperador fue Isaac II, de la familia de los Ángelo, que era una rama de los Comnenos. No duró mucho, pues su ambicioso hermano Alejo III le echó del poder y le sacó los ojos. Es su tradición y hay que respetarla. Este Isaac II tenía un hijo llamado también Alejo, y cuando se hizo mayor decidió rebelarse contra su malvado tío y liarla pardísima. 

La muerte de Saladino en el año 1193 hizo que el Papa Inocencio III empezara a organizar una nueva cruzada para tomar Jerusalén. En 1202 , el pequeño Alejo escapó de Constantinopla, llegó a Venecia y pidió ayuda a estos caballeros cruzados. Así, esta 4ª Cruzada se desvió de Egipto y puso rumbo a la capital bizantina para echar al usurpador del trono. El asedio a la ciudad por parte de los cruzados comenzó, y Alejo III, cuyas decisiones políticas le habían creado muchas enemistades, acabó siendo expulsado. El ciego Isaac II y Alejo IV, padre e hijo, recuperaron el trono que legítimamente les pertenecía gracias al duque de Venecia Enrico Dándolo

El problema fue que ahora los cruzados querían cobrar, y las arcas estaban vacías. Alejo IV se vio incapaz de manejar la situación, y además, el marido de una de las hijas de Alejo III, Alejo V Murzuflo, de la familia de los Ducas, logró cargarse al chaval y se proclamó emperador en enero de 1204. Esto fue una excusa maravillosa para que los cruzados tomaran el control directo de Constantinopla en abril de ese mismo año. El asedio fue duro, debido a las fuertes murallas y a las catapultas bizantinas, pero los cruzados venecianos contaron con barcos con plataformas levadizas, que sortearon gran parte de los obstáculos. Una vez atravesaron las murallas, apenas hubo oposición. Los soldados saquearon con gran violencia la capital más rica de toda Europa, y se hicieron con su control efectivo, repartiéndose todo el territorio. 

DINASTÍA DE LOS LÁSCARIS Y EL IMPERIO DE NICEA (1204-1259)

En 1204 el Imperio Bizantino fue desarticulado y se dividió en dos. El Imperio Latino pasó a estar gobernado por los cruzados liderados por el conde de Flandes Balduino I. Sin embargo, este tipo nunca tendría gran control de otra cosa que no fuera Constantinopla. Los venecianos se repartieron gran parte de las islas griegas, y el Reino de Tesalónica (Bonifacio de Montferrato), el Ducado de Atenas (Otón de la Roche), el Principado fracés de Acaya o Morea (Guillermo Champlitte) estuvieron gobernados por los demás cruzados. 

La familia bizantina de los Comneno, por su parte, conservaron el control de varios territorios. Uno sería el Despotado de Epiro, dirigido por Miguel I y con capital en Arta. Otro fue el Imperio de Trebisonda, fundado por Alejo y David Comneno, nietos de Andrónico I y aliados de la reina Tamara de Georgia. Los líderes bizantinos crearon el estado griego más potente, el Imperio de Nicea. Teodoro I Láscaris, casado con una Comnena, comenzó una dinastía que intentaría volver a unificar todo el imperio. En 1211 se enfrentó en Antioquía al sultán de Rum Khalikosru, y se lo cepilló, ganando como trofeo su cabeza. 

El pobre Balduino I tuvo un traspiés en Adrianópolis (1205) y acabó siendo capturado por el zar búlgaro Kaloyán, que acabó asesinándole. Éste caudillo estaba que se salía, le salía todo bien, y decidió invadir gran parte del territorio cruzado. En el año 1224 el déspota de Epiro Teodoro Ángel se apoderó del reino de Tesalónica, fraccionando de forma considerable el Imperio Latino. En los años siguientes, el emperador de Nicea, Juan III Vatatzés logró recuperar gran parte de Tesalia y Tracia de manos de los epirotas y los búlgaros. 

Pero cuando todo parece ir a mejor, siempre viene alguien nuevo a tocar los cojones. Y es que por el año 1243 los Mongoles hicieron su aparición en Oriente Próximo y se comieron media Anatolia tras la Batalla de Kose Dag (1243). En 1250, los caballeros de la 7ª Cruzada atacaron Egipto. El sultán ayubí al-Salih decidió reclutar esclavos jóvenes no islamizados, los mamluk, y entrenarlos como soldados. A la muerte del sultán, el jefe de estos esclavos guerreros, Aybak, puso en el trono a la viuda, pero eso de que mandara una mujer encendió tanto los ánimos que Aybak se autoproclamó él mismo sultán, y aquí empieza la historia del Sultanato de los Mamelucos, con capital en El Cairo. Poquito después, el gran imperio mongol se dividió en varios kanatos, siendo llamado el de Oriente Medio el Ilkanato, liderado por los iljaníes de Irán. 

Teodoro II Láscaris murió, y el trono fue a parar a su hijo de 8 años Juan IV. Se necesitaba un regente, y su primo segundo Miguel VIII, de la familia de los Paleólogos, dio un golpe de estado y gobernó como emperador asociado. Hacia el año 1259 decidió cortar por lo sano, sacó a su primo los ojos y gobernó en solitario, dando comienzo a la Dinastía Paleóloga, la última dinastía bizantina. 

Fue este tipo quien logró reclutar un ejército y una flota con ayuda de Génova y poner rumbo a Constantinopla, gobernada por Balduino II. De este se cuenta que estaba tan desesperado por que los occidentales le dieran dinero para defenderse que empeñó a su propio a los venecianos. En la Batalla de Pelagonia (1259) los nicenos derrotaron a Acaya, Epiro y a los sicilianos, lo que supuso vía libre hacia la capital. Balduino II, acojonado, huyó, y las tropas de Miguel VIII lograron recuperar la capital. Era el año 1261 y tras casi 60 años de interludio, el Imperio Bizantino volvía a resurgir con fuerza, pero sólo para volver a caer.