Tanto en el canal de Youtube como en esta web ya hemos visto la religión de los griegos, cómo los antiguos griegos interpretaban la naturaleza a través de mitos. Los rayos eran provocados por la ira de Zeus y esas cosas. Pero durante la época arcaica, más de 500 años después de aquella época de los héroes, fue apareciendo gente que buscó resolver los misterios de la naturaleza a través de la razón, el logos. Los pensadores griegos comenzaron siendo físicos, y buscaron los secretos de la naturaleza. Esta búsqueda de conocimiento fue llamada Filosofía, que significa amor a la sabiduría.
LOS PRESOCRÁTICOS
Los filósofos presocráticos se caracterizaron por la búsqueda de un principio primordial y único de donde salían todas las cosas del universo. Estos filósofos fueron llamados cosmológicos por eso, buscaban el origen del cosmos a través de la razón. Este principio universal fue conocido como Arjé, y variaba dependiendo la opinión de cada filósofo. Tales de Mileto fue el primero en hablar abiertamente de esto, y dijo que ese elemento era el agua. Del agua salía todo y todo volvía a ella. Además también fue a Egipto y calculó el tamaño de las pirámides comparando la altura de su sombra con la de un bastón. El tipo era tan bueno en mates que hasta predijo el eclipse solar del año 585 a.C., por lo que fue el primero en demostrar que de intervención divina nada.
Anaximandro, un alumno suyo, dijo que ese arjé era algo abstracto, indeterminado, y lo llamó ápeiron. Era como una fuerza mágica capaz de crear a todos los seres de la tierra. Lo definió como una especie de torbellino, que equilibraba el cosmos de entre sus opuestos: calor-frío o seco-mojado. Esta lucha entre opuestos era lo que hacia funcionar o moverse a lo ápeiron. Y cuando se alcanzaba un equilibrio aparecía un objeto o lo que fuera. Años después, uno de sus alumnos, Anaxímenes, dijo que por el aire se formaba todo lo demás: el fuego, el agua, las nubes y la tierra. Y hasta el alma era aire.
En el año 530 a.C., en Crotona, un tipo llamado Pitágoras de Samos fundó una escuela, la pitagórica, y sus enseñanzas se extendieron rápidamente por toda Grecia. Era una hermandad religiosa y mística dedicada al estudio de las matemáticas y la naturaleza. Pitágoras metió en la filosofía la idea de dualismo entre alma y cuerpo, que era algo más bien religioso. La obsesión pitagórica por el alma les llevó a decir que era incorruptible, inmaterial y eterna. Era lo que nos daba la vida.
Y este alma estaba muy relacionada con las matemáticas, ¿cómo? Pues a través de la armonía. Decían que en los números estaba el principio natural de las cosas, que todo el mundo se regía por reglas matemáticas, y que con ellos era posible desentrañar la estructura de todo el cosmos. Esto lo demostró con su célebre Teorema de Pitágoras, una verdad universal que sorprendió a muchos en aquella época. Esa armonía también estaba en la música, donde de un determinado orden de notas podía dar lugar a una bella melodía.
En esos años, en Éfeso estaba Heráclito, apodado el Oscuro, no porque fuera gótico, sino porque tenía ideas un poco locas. Al contrario que los filósofos anteriores, para él todo es cambio, nada permanece estable, fijo, sino que fluye. Para Heráclito todo estaba transformándose continuamente, y ese arjé o fuerza primaria creadora y a la vez destructora era el fuego.
“En los mismos ríos entramos y no entramos, pues somos y no somos los mismos” -> Cita correcta.
Cita errónea: “Nadie se puede bañar dos veces en el mismo río”.
Este proceso de transformación se llevaba a cabo a través de la lucha de los contrarios, dos fuerzas antagónicas, una disgregadora y otra agrupadora. Un ciclo eterno que creaba y deshacía las cosas. ¿Pero quién maneja estas transformaciones? Pues Heráclito hablaba de un logos o razón eterna, una ley que rige todos estos cambios. A ver, no hace falta entenderle, quizás nadie pueda. Se dice que un día decidió alejarse de la gente e irse a vivir al monte a comer hierba, y cuando estuvo enfermo parece ser que se enterró en estiércol para intentar curarse y acabó ahogado en mierda.
Mientras los griegos se enfrentaban a los persas en las Guerras Médicas, en la ciudad italiana de Elea, colonia griega en aquella época, surgió una escuela filosófica menos cosmológica y más ontológica (Escuela Eleática). Se preguntaron menos por la naturaleza y más por saber qué es el ser, el arjé. Fue creada por Jenófanes, y su discípulo Parménides marcó un cambio drástico en la forma de pensar de la época. Dijo que el pensamiento de Heráclito era basura.
No le iba la dualidad, y para Parménides solo había un ser. Un ser único, eterno, inmóvil, finito, homogéneo y complejo. Y también indivisible y esférico. Para poder llegar a la esencia de las cosas estas no podían cambiar, es lógico. Para Parménides todo viene de la mezcla entre el fuego (calor) y la tierra (frío). Incluso llegó a afirmar que el alma está hecha de estos elementos, y que es el fuego lo que nos da la vida.
Uno de sus discípulos fue Zenón de Elea, precursor del método dialéctico para hacer zascas a los que se burlaban de su maestro. Algunos de sus argumentos para negar el cambio fueron un tanto absurdos, pero lógicos, como el de Aquiles y la tortuga o el de la flecha y su movimiento.
Otro filósofo nacido en la Magna Grecia fue Empédocles. Dijo que el arjé no era un solo elemento, sino 4: aire, agua, tierra y fuego. A este pensamiento se le llamó pluralismo, frente al monismo que hablaba de una sola sustancia para todo. La mezcla de esto crea todas las cosas pero, ¿por qué se separan? Empédocles dijo que el amor (filias) y el odio (neikos) eran las dos fuerzas cósmicas que provocaban los cambios y la separación de estos elementos.
Otro filósofo, Anaxágoras, hablaba de múltiples arjés, pero no sólo 4, sino más, y los llamó semillas (homeomerías). Semillas pequeñas, diferentes entre sí e infinitas, solo visibles para el intelecto. Cada una tiene cualidades específicas y, dependiendo de qué tipo predominen, crean una cosa u otra. Por ejemplo decía que en un árbol había semillas de todo tipo, pero que formaban un árbol porque las semillas predominantes eran la de las hojas, las del tronco etc. Para explicar el cambio habla del Nous, la mente o espíritu, e incluso una inteligencia superior, que lo ordena todo. Sócrates era joven cuando iba a sus clases, pero dijo que le defraudaron mucho.
Este rollo de las semillas caló en algunos otros pensadores y de ahí surgió la idea de átomo (gr. indivisible). Quizás el atomista más famoso fue Demócrito. Este decía que la materia no era divisible infinitamente, sino que la unidad mínima era el átomo, y estos eran todos iguales y se agrupan al azar, formando figuras geométricas que daban lugar a todas las cosas. Es cuando chocan entre ellos cuando nosotros tenemos la impresión de que los objetos cambian. Donde no hay átomos existe el vacío, dijo. Junto a Leucipo crearon la primera visión mecanicista del universo. La ciencia moderna se lo agradecería.
LOS SOFISTAS Y LOS CÍNICOS
Tras las Guerras Médicas llegó la Pentecontecia, medio siglo de relativa paz, y Atenas se hizo la polis hegemónica de la Hélade. Además, con Pericles en el poder, la democracia se desarrolló como nunca. En este contexto tuvieron mucho auge los sofistas. Estos eran como profesores de sabiduría para jóvenes que enseñaban en cualquier lugar público a cambio de pasta. Eran muy buenos en retórica, en el arte de persuadir, y muchos otros filósofos les consideraban unos chantajistas. Algunos famosos fueron Gorgias, Hipias, Pródico y Protágoras, que fue consejero de Pericles y un firme defensor del agnosticismo.
Todo su pensamiento estaba encaminado a lo útil socialmente hablando. Su objetivo consistía en hacer fuerte al argumento más débil a través de la retórica y la dialéctica, todo orientado a ganar discusiones en las asambleas (Erística). Para ellos, saber hablar bien era la clave del éxito en la sociedad ateniense. Los sofistas eran escépticos, no creían en el conocimiento universal; y relativistas, no hay ninguna verdad absoluta, solo opiniones mejores o peores. Eso también hinchaba las pelotas a los demás filósofos, que buscaban una verdad o principio absoluto y universal.
Por ejemplo Protágoras decía que el hombre era la medida de todas las cosas. Alguien del norte podía decir que en Atenas hacía calor y alguien del sur que hacía frío. Ambos decían la verdad, desde su perspectiva. Para él los valores morales o éticos dependían de la sociedad, y no existía ninguna definición absoluta de justicia o de verdad.
Por el contrario, para Gorgias todo es falso, incluso las opiniones. Es lo que se conoce como Nihilismo filosófico. Decía que nada existe, y si existe no lo podemos conocer, así que a tomar por culo. Uno de sus discípulos, Antístenes, crearía la Escuela Cínica, que continuaría con esta filosofía de vida de forma más radical. Esta gente rechazó todo lo que consideraron una atadura para el hombre: normas, instituciones, costumbres, dioses… Vivían con lo mínimo necesario, y siempre decían lo que pensaban sin importar las consecuencias. [Cínico viene de Kynikos, “como perros”, porque vivían de ese modo.]
Uno de sus alumnos fue Diógenes de Sinope, que quizás os suene por el Síndrome de Diógenes que es acumular cosas en casa, lo contrario a lo que él hizo, pues se desprendió y vivió despreciando todo bien material. Nadie le quería, pues comía, dormía, cagaba y se masturbaba en cualquier lugar público. Parece ser que un perro lo mató mientras peleaba con él por comida.
SÓCRATES
Cuando estalló la Guerra del Peloponeso entre Esparta y Atenas, Sócrates se convirtió en un héroe de guerra, ya conté que salvó la vida a Alcibíades, y luego Alcibíades se la salvó a él. Tras el fallecimiento de su padre heredó tanta pasta que pudo vivir sin trabajar junto a su mujer Jantipa. Fue alumno de Anaxágoras, pero dejó de buscar respuestas en la naturaleza y se centró en el ser humano. Al igual que los sofistas pensaba en la filosofía como una guía para que el hombre supiese vivir.
A diferencia de los sofistas, él rechazaba que la virtud fuese relativa. El bien y el mal eran absolutos, así como la belleza, la valentía… y matar era malo en todos los lugares del mundo. Decía que el mal era consecuencia de la falta de sabiduría. Para él, la razón de nuestra existencia era adquirir conocimiento, solo así podíamos ser felices.
El problema ahora era… ¿Cómo llegar a esta verdad absoluta de las cosas? Pues a través de la Mayéutica, un método basado en un diálogo compuesto por preguntas y respuestas, cuyo objetivo era exponer las contradicciones (dialéctica). A través del argumento inductivo, el que va de lo particular a lo general, Sócrates intentaba llegar a una definición, y ese sería el conocimiento verdadero de algo.
La mayéutica se compone de dos pasos: la ironía (fingir ignorancia sobre un tema y darle la razón al interlocutor); y la refutación (demostrar que el pensamiento de ese interlocutor tiene contradicciones y que no tiene ni idea de lo que habla).
“Sólo sé que no sé nada”, decía, porque la propia ignorancia es el 1º paso para buscar el conocimiento.
Tras la guerra, formó parte del gobierno despótico de los 30 tiranos, liderado por Critias, alumno y sobrino suyo. Al final el hombre fue condenado a muerte bebiendo cicuta por supuestamente corromper a la juventud e inventarse dioses. El hombre lo aceptó, aunque se consideraba inocente, porque para él respetar la ley era muy importante. Realmente los demócratas le vieron como una amenaza, y haber sido maestro de traidores no ayudaba. Sócrates no dejó nada escrito, no le gustaba escribir, y todo su pensamiento nos ha llegado a través de Platón, que escribió sus discursos en sus famosos Diálogos.
Tras su muerte, muchos de sus alumnos fundaron nuevos movimientos. Antístenes llegaría a ser alumno suyo a edad avanzada y después creó la escuela cínica que hemos visto antes. Otro alumno importante fue Arístipo de Cirene, que fundó la escuela cirenaica, mejor conocida como hedonista, que buscaba solo el placer. De ahí salieron otras corrientes como el epicureísmo. Pero eso ya lo veremos en el próximo episodio.