CIENCIA Y TECNOLOGÍA 2: De la invención del Calendario y la invención de los Alfabetos
En el anterior vídeo vimos cómo de monos con piedras pasamos a ser señores construyendo ciudades y escribiendo cosas. También hablé de primitivos relojes solares construidos con rocas. Pero con todo esto de la agricultura y las estaciones, se hizo necesario saber cuándo volvería a ser primavera o calcular más o menos cuánto duraría el invierno. Sabían que se repetían periódicamente, así que esas gentes vieron necesario establecer un calendario.
Se piensa que el primer calendario creado por los mesopotámicos fue uno lunar, basado en las fases de la luna, cuyo ciclo dura más o menos 30 días. De ahí salieron lo que ahora llamamos meses. 12 o 13 meses formaron el año de este calendario sumerio. Los egipcios, sin embargo, no se fijaron en la luna para llevar la cuenta del tiempo, sino en las crecidas del Nilo, que era la única cosa importante por la que tenían que preocuparse. Había tres estaciones: siembra, cosecha e inundación. Esto último ocurría en verano más o menos cada 365 días, hecho que coincidía con los extraños movimientos cíclicos del sol. Todavía no sabían que descubrieron el año solar, que significaba que la Tierra acababa de dar una vuelta completa al Sol.
Luego hicieron como los sumerios. Agruparon esos días en 12 meses fijándose en los ciclos lunares, y cada mes en 30 días, que iba cada uno desde el amanecer de un día hasta el amanecer del siguiente. En total salieron 360 días, a los que añadieron al final los días extras, los días epagómenos. Aunque con algunas modificaciones posteriores, este calendario egipcio es básicamente el mismo que usamos a día de hoy. Estos tíos eran muy putos amos. Sin embargo, al no tener años bisiestos, se fue acumulando tiempo no contado, lo que con el paso de los siglos acabó en un error descomunal que tenía desconcertado a muchos escribas. Los romanos ya se encargarían de arreglarlo, o de complicarlo todo un poco más.
Los egipcios ya tenían algunos conocimientos de geometría, aplicados a la agrimensura, la medición de terrenos cultivables. Cuando el Nilo crecía las marcas de tierra se borraban, y era necesario recalcular qué partes correspondía a cada uno. Pero los faraones egipcios querían sentir la gloria en sus venas, y con estos conocimientos construyeron palacios, luego mastabas y finalmente pirámides. La primera fue la de Zoser, datada del año 2686 a.C. Fue diseñada por su visir Imhotep, quien para hacerla más resultona simplemente colocó varias mastabas una encima de otra. Casi 150 años después Keops levantaría la mayor pirámide de todas, la Gran Pirámide de Guiza.
Todo esto fue construido con piedras, porque perduraba para siempre, o eso creían. Pero para extraer piedra tenías que tener a peña picando en las canteras, y luego transportar bloques por el desierto. Se desarrollaron técnicas como la palanca, muy útil para erigir obeliscos en las entradas de los templos; o la rampa, para subir piedras a grandes alturas. Era una movida muy costosa. El resto de casas se construyeron de barro o arcilla, por eso apenas ha quedado ni rastro. Durante siglos se construyeron vanos con arquitrabes, es decir, con dinteles horizontales. El arco tardó en conocerse. Se piensa que los sumerios fueron los primeros en usarlo aunque muy poco.
Y os preguntaréis. Tener casa es genial, ¿pero cómo la gente veía por dónde caminaba de noche? Desde hace miles de años los humanos ya contábamos con antorchas, cirios o velas. Luego se crearon lámparas de aceite, que tenían una mecha flotante fabricada con fibras vegetales. No se sabe mucho sobre la vida nocturna de esta gente. La noche es oscura y alberga horrores, desde luego, y más sin iluminación por la calle, pero seguro que había gente pasándolo bien en tabernas o prostíbulos. Hay cosas que no cambian con los siglos.
También comenzó a usarse el vidrio, calentando arena a altas temperaturas como si fuera cerámica, pero no penséis que se harían ventanas. Se empezó por la fayenza, que es cerámica vidriada, y luego el vidrio como tal se usó más que nada para objetos decorativos como abalorios y ese tipo de cosas.
Desde hace miles de años, los antiguos cogían el trigo o la cebada que cultivaban y hacían harina, que mezclada con agua, daba lugar a una torta de pan duro. Pero al mezclarlo con levadura, un hongo que se alimenta del azúcar de la masa, vieron que ese pan se ponía esponjosillo, y este descubrimiento posibilitó el invento de la cerveza. Para ello tuvieron que descubrir antes la fermentación. Ponían el trigo o cebada en una tinaja con agua y le echaban levadura. Tocaba esperar hasta que la levadura se comiese el azúcar y se transformara en alcohol. La mención más antigua de las cervezas está en una tablilla sumeria datada del año 2800 a.C., que contenía la distribución de pan y cerveza entre varios jornaleros. Este producto se volvió tan amado que algunos monarcas tuvieron que crear leyes para que la gente no estuviera borracha todo el santo día.
Con la planta de papiro los egipcios crearon eso, los papiros, un genial soporte para escribir, muchísimo mejor que las engorrosas tablillas de arcilla sumerias. Como curiosidad, la palabra “papel” viene del griego “papyros”, y biblioteca o Biblia viene de la ciudad fenicia de Biblos, muy metida en el comercio de este producto. Ya fuera en este medio o en tablillas, la peña ahora podía escribir todo lo que se le pasara por la cabeza.
La más antigua obra literaria de la que se tiene constancia es la Epopeya de Gilgamesh, que podría haber tenido su origen en el año 2500 a.C. En esta historia se cuenta su búsqueda de la inmortalidad y también se habla sobre una gran inundación del valle de los ríos Tigris y Éufrates que como ya conté pudo haber dado origen al mito del Diluvio Universal.
En el año 2270 a.C. todo estaba a punto de cambiar. Un tipo llamado Sargón de Akkad formó un pequeño ejército y sometió a Sumerios y otras gentes, dando comienzo al Imperio Acadio, el primer imperio de la historia. Digamos que mientras el rey manda sobre un pueblo o cultura en concreto, el emperador mandaría sobre un conjunto de culturas con diferentes lenguas y costumbres.
Los ejércitos sumero-acadios eran todavía un poco primitivos. Tenían lanzas, espadas y también carros, pero no tirados por caballos sino por bueyes y onagros, una especie de asnos. Hasta el año 2000 a.C. no se domesticarían los primeros caballos. Esto se lo debemos a tribus nómadas de la zona del Turquestán, quienes a través de Irán y del Cáucaso empezaron a dar a conocer la monta de estos animales. Los jinetes se volvieron muy ágiles y reinos como el de Mitani y el hitita fueron los primeros en crear carros de guerra.
Hacia el año 1750 a.C. llegaron los Babilonios, quienes gracias a su rey Hammurabi pasarían a dominar gran parte de Mesopotamia. Este rey es famoso por su código legal, uno de los primeros del mundo. Hasta entonces, en general, con la excepción del código de Ur-nammu por ejemplo, la ley estaba compuesta por normas consuetudinarias, no escritas pero que eran costumbre. Pero la sociedad cada día era más compleja, y más gente nueva llegaba con otras tradiciones. Se hizo necesario escribir las normas para que no hubiera follones, y así nació el Derecho.
La historia de Babilonia es larga y complicada, como también lo es algo que fueron desarrollando poco a poco: las matemáticas. Para empezar, desarrollaron un sistema posicional de cómputo sexagesimal. Se cree que no contaban con los dedos sino con las falanges, y podían contar hasta 12 con una sola mano. Todos sus cálculos estaban basados en el número 60, de ahí que nosotros contemos ahora el tiempo en minutos de 60 segundos y horas de 60 minutos. También midieron el círculo en 360 grados y se acercaron al número pi.
Otro gran avance científico de los babilonios fue la astronomía. El tema de la luna y el sol lo dominaban desde hacia siglos. Sin embargo, veían que varias estrellas del cielo se movían de forma rara respecto a las demás. Los griegos las llamaron “planetes”, que significa “errantes”, y después los romanos les pusieron los nombres de sus dioses: Mercurio, Venus, Terra, Marte, Júpiter y Saturno. Urano y Neptuno serían descubiertos muchísimo tiempo después, porque hacen falta telescopios para verlos.
Más adelante estos planetas, además de la luna y el sol, dieron nombre a los días de la semana: Lunes, luna; martes, Marte; miércoles, Mercurio; jueves, Júpiter; viernes, Venus; sábado, Saturno; y domingo hace referencia al sol, el sunday en inglés, y en latín primero fue “dies solis”, dedicado al Sol Invicto, y después “dies dominicus”, el día del Señor.
Los babilonios se dieron cuenta de que los eclipses eran periódicos y se obsesionaron con calcular cuándo volvería a haber uno, porque lo asociaban a cosas malas. Otra cosa que inventaron fue el Zodiaco, es decir, el conjunto de constelaciones por las que pasaba el sol, la eclíptica. Los babilonios kasitas tenían unas 18 signos o así, realmente dependía de las formas que viera el astrónomo de turno. Con los siglos se redujeron a 13, pero este número no exacto les parecía feo, y quitaron a Ofiuco, el cazador de serpientes, y quedó como lo conocemos ahora.
También surgió la astrología, que es básicamente intentar adivinar el futuro mirando las posiciones de los astros. A los egipcios y sobre todo a los babilonios les pirraba aquello, y estos últimos practicaban sacrificios animales y lecturas de tripas en lo alto de los zigurats, para ver si recibían alguna respuesta cósmica sobre lo que estaba por venir.
Para estas gentes, las enfermedades se producían por espíritus o demonios malignos que te entraban en el cuerpo. Con el tiempo se dieron cuenta de que algunas plantas tenían efectos beneficiosos sobre heridas y demás, y hacia 1550 a.C., en Egipto, se escribió el Papiro Ebers, que contenía tratamientos para ciertas patologías, desde sarpullidos a tumores, pasando por la depresión y los embarazos. Algunos remedios eran a base de rezos y magia, pero en otros casos desarrollaron técnicas quirúrgicas como la operación de cataratas, de fimosis, tratamientos por fracturas de huesos, prótesis… Sabían de anatomía pues era costumbre sacar los órganos de algunos difuntos. Todo lo relacionado con la medicina se enseñaba en las llamadas Casas de la Vida, edificios que generalmente estaba junto a los templos y que funcionaban más o menos como hospitales.
Las escrituras más usadas eran la jeroglífica egipcia y la cuneiforme mesopotámica. Pero entre ambas regiones existían unas gentes llamadas fenicios, quienes había desarrollado buenos barcos mercantes y se dedicaban al comercio con uno y con otro. Pero claro, para entenderse tenían que conocer ambas lenguas, y muy sencillas no eran, pues tenían cientos y cientos de símbolos. Tenían que buscar una forma simple de entenderse, y hacia el año 1500 a.C. se creó el primer alfabeto.
La idea de este alfabeto fenicio era tener pocos símbolos, unos 22, y asignar a cada uno un sonido concreto. Su origen pudo haber estado en un antiguo alfabeto consonántico llamado proto-sinaítico, que gentes del Sinaí fueron desarrollando cogiendo símbolos egipcios random y usándolos para representar su lengua. Este invento fue una revolución pues lo facilitó todo. La gran mayoría de los alfabetos que usamos hoy en día proceden de este fenicio: el griego, el romano, el árabe, el hebreo, el cirílico…
Otra gran creación fenicia fue el tinte púrpura. Fijaos si es famoso que fenicio en griego significaba púrpura. De hecho, en el mundo greco-latino ese era el color asociado al poder, a los emperadores. Durante los siglos anteriores, los egipcios también tintaron su ropa. De algunas plantas obtenían el color azul y de una raíz sacaban el rojo, pero era de muy mala calidad. Con el sol y los lavados acababan yéndose. Pero todo cambió cuando los fenicios de la ciudad de Tiro descubrieron la tinta de un molusco llamado Múrice. La calidad del tintado era excelente y la demanda convirtió a esta ciudad en una gran exportadora.
Las ciudades fenicias otra cosa no, pero barcos tenían a montones. Desde hace miles de años ya se venían construyendo embarcaciones, pero eran muy limitadas. Los cretenses lograron crear barcos para navegar por mar abierto y llegar a cientos de islas del Egeo. Los fenicios hicieron lo mismo hasta dominar este arte por completo.
Gracias a la estrella polar, la única que no se mueve en el cielo del hemisferio norte, éstos fueron capaces de orientarse sin tener que ir siempre bordeando la costa. Hace 5000 años la estrella polar era Alfa Draconis, o Thuban, pero debido a la precesión de la Tierra va cambiando hasta que 26.000 años después se completa el ciclo. Hacia el 1500 a.C. la estrella polar pasó a ser Kochab, y en la época de Julio César no había ninguna justo en el eje de rotación, y claro, era un poco liada. Actualmente nuestra estrella polar es Polaris, en la constelación Osa Menor.
También, como depender del viento y las velas era un poco coñazo, adoptaron los remos, un invento creado por los egipcios tiempo atrás. Otra cosa que copiaron de los egipcios fue calafatear el casco de las naves con brea, una especie de petróleo. Con esto evitaban que se colara el agua por entre las maderas del barco, y en algunas construcciones también lo usaron como cemento.
Estos barcos con remos serían llamados galeras. Se piensa que con ellos los fenicios se aventuraron por el Océano Atlántico y llegaron hasta Cornualles, en Inglaterra. E incluso hay alguna teoría de que pudieron haber circunnavegado África, pero no parece muy probable. En esta misma época los habitantes de la Hélade ya estaban desarrollando su pequeña marina, los pentecónteros. Éstos evolucionarían en los famosos birremes griegos, llamados así porque tenían dos filas de remeros.
Y llegamos al año 1200 a.C. Aquí podríamos situar el inicio de la Edad del Hierro. Y es que el hierro es uno de los metales más comunes del planeta, pero entonces… ¿por qué los antiguos no lo usaron antes? Pues sí que lo usaron, pero el que caía en meteoritos. Obtenerlo en forma pura era complicado, porque siempre estaba mezclado con otros metales… y encima para separarlos había que calentar los hornos a temperaturas muy altas, 1500 grados por lo menos. Mejor seguir usando bronce mezclando cobre con estaño.
Se cree que los primeros en usar este metal de forma generalizada fueron pueblos provenientes de Europa o Asia. Uno de los que se asentaron cerquita de Mesopotamia y Egipto fueron los Hititas. Aunque en un principio guardaron su fórmula para tener ellos la supremacía, un buen día llegaron los infames Pueblos del Mar y con ellos la crisis del bronce. El reino hitita se fue a la mierda y eso lo cambió todo. Resulta que algunos reinos tenían cobre y otros estaño. Cuando se podía comerciar todo era muy bonito, pero el caos que provocó esta gente rompió aquel orden. Había que buscar un nuevo metal y el hierro fue el elegido.
¿Y qué fue lo que gustó tanto del hierro? Pues que tiene más dureza y tenacidad que el bronce. ¿Problemas? El óxido y en parte su fragilidad. Sin embargo, en esta misma época las gentes, sin querer, calentaron hornos con madera y carbón, y ese hollín, o carbono, contaminó parte del hierro durante la forja. El resultado fue el acero, que es básicamente hierro con menos de 2% de carbono, y esto le daba al arma mucha más dureza.
Hacia el año 700 a.C. un rey asirio llamado Senaquerib construyó el primer gran acueducto del que se tiene constancia, el de Jerwan. Se trataba de una enorme estructura de piedra que canalizaba el agua de un río para llevarlo a la ciudad de Nínive. También el rey de Judá Ezequías construyó un canal por debajo de Jerusalén para que pasara por allí el agua de un manantial. La idea era buena, pero durante una guerra sus enemigos se colaron por allí y tomaron la ciudad.
Otra de las construcciones de Senaquerib fue un gran palacio bellamente decorado. Pero lo más característico de éste era un zoológico que se montó el tío. Al parecer recibía como regalo de otros monarcas muchos animales exóticos de diferentes partes del mundo, y para tenerlos controlados se construyeron recintos especiales para ellos.
En tiempos de otro rey llamado Asurbanipal, en Nínive también se creó una gran biblioteca, para conservar todos los libros y conocimientos antiguos. De hecho, de las ruinas de esta construcción se sacaron cientos de tabillas de arcilla y papiros que nos dieron gran información sobre la historia de Mesopotamia.
Para acabar el vídeo tenemos que hablar de una gran revolución surgida en el Reino de Lidia hacia el año 650 a.C. Estoy hablando de la moneda. En el mundo en general, lo que más se usaba era el truque. Yo tengo manzanas y tu peras, vamos a cambiarlas. Pero a veces intercambiar manzanas por vacas, por ejemplo, era una labor complicada. ¿Cuántas manzanas vale una vaca? ¿Puede el comerciante cargar con tantas? Las manzanas se pudren, la vaca no. ¿Qué pasa si cultivo kiwis y nadie con chococrispis me los cambia? Si quiero chococrispis estoy jodido.
Debido a este problema de que a veces los deseos de los que hacen el truque no coinciden, se empezaron a realizar pagos en pesos fijos de oro o plata, algo que molaba a todo el mundo y que tenía valor general. Al ser metales nobles no se oxidan y también eran raros y muy bonitos y brillantes. Para poder pesar estas cantidades tenían balanzas, pero te podían timar de muchas maneras. O bien el peso estaba desajustado o tu pepita de oro podía estar mezclada con otros metales de menor valor.
Durante el gobierno del rey Ardis de Lidia se empezaron a emitir piezas de oro de peso uniforme, con el valor marcado por un sello gubernamental, lo que daba confianza de que no había ni trampa ni cartón. Ya no hacía falta pesar, ya no hacía falta discutir durante horas. Gracias a esto el comercio se aceleró la hostia, y el uso de las monedas empezó a expandirse por todas partes. Sobretodo por dos civilizaciones muy importantes: Grecia y Roma.