ARTE 1: El arte prehistórico, mesopotámico y egipcio
El arte existe desde los albores de la humanidad. Las gentes de la prehistoria comenzaron pintando sus manos y animales y personas en escenas de caza en las paredes de las cuevas. También crearon esculturas, como la venus de Willendorf, una diosa de la fertilidad. No se sabe con exactitud la función de este arte primigenio, unos dicen que eran manifestaciones mágico-religiosas, pero parece que no tenían una función decorativa.
La revolución neolítica, ocurrida hace unos 12.000 años, trajo la sedentarización. La gente salió de sus cuevas y se comenzaron a construir grandes obras arquitectónicas de piedra, como el crómlech de Stonehenge, en Inglaterra, cuya función aún está en debate. ¿Culto al sol? Podría ser. ¿Monumento funerario? También. Sí que está comprobado que los dólmenes servían como tumbas colectivas (Dolmen Dombate). En España hay muchos, pero es en las Baleares donde encontramos obras megalíticas bastante curiosas. Son los Talayots, que eran como unas torres; las taulas y las navetas.
Aun hay mucha polémica, pero se cree que el primer templo de la historia es el de Gobekli Tepe, descubierto en 1994 por Klaus Schmidt en Turquía. Y es que la construcción podría haber sido realizada hace 10.000 años, muchísimo antes que cualquier otro. Otro templo con polémica es el de Baalbek, en el Líbano, dedicado al dios semítico Baal. Bueno, más que el templo, lo interesante es la terraza que está bajo él, construida por bloques de piedra gigantescos que aunque se dice que son muy antiguos ahora todo parece indicar que se hicieron en época romana.
En esta época se empezó a trabajar la cerámica y tras ello llegó la Edad de los metales, como el cobre, el bronce y más tarde el hierro, naciendo así la siderurgia. Se fabricaron las primeras espadas y escudos, y con el oro, la plata o el lapislázuli crearon estatuillas y ornamentos varios.
Jericó, Uruk o Catal Huyuk fueron las primeras ciudades conocidas del mundo, donde ya había gente asentada desde por lo menos el 7000 a.C. Esta última tenía la peculiaridad de que no tenía calles, y se entraba a las casas por el tejado.
En las sociedades egipcias y mesopotámicas, la función del arte era servir al Estado y a la religión, estando ambas íntimamente ligadas. Se solía mostrar el poderío del rey ante sus enemigos y sus ofrendas ante los dioses. Y este arte tenía que ser bonito y guay, claro está, pero ese no era el fin último. Había muchas reglas que no se podían violar, como por ejemplo en Egipto el tamaño de las figuras denotaba jerarquía, los dioses eran más grandes que los reyes, y estos eran más grandes que los demás. También sus pinturas se hacían siempre de perfil, y las estatuas eran hieráticas y siempre debían tener las manos en las rodillas… (Abu Simbel) Con ello el arte egipcio no varió apenas en 3.000 años, pero tampoco innovó demasiado, al menos hasta que llegaron las conquistas extranjeras.
El único que se atrevió a cambiar las cosas fue Akenatón y su esposa Nefertiti, y bueno, digamos que su reforma amarniense bien no acabó. Si os perdisteis ese episodio podéis verlo aquí.
En la arquitectura de la época, los palacios reales se convirtieron en el centro de las ciudades. Destacan el de Sargón II en Dur Sharrukin y el de Senaquerib en Nínive. En el centro también encontramos los templos, importantísimos para rendir culto a los dioses. En Mesopotamia tenemos los zigurats, comenzados durante la 3ª dinastía de Ur como ya vimos en otros episodios. Su función era acercar al soberano a los cielos, donde estaban los dioses. Precisamente era en la cima del zigurat donde estaba el santuario. El más famoso fue el Etemenanki de Babilonia, que según la leyenda, dio origen al mito de la torre de Babel cuando los israelitas fueron desterrados allí.
En Mesopotamia no había mucha piedra ni madera, así que casi todo se construyó en barro cocido o adobe. Ellos crearon el arco y la bóveda, así como la cerámica vidriada y esmaltada, y los relieves, como podemos ver en la famosa puerta de Ishtar, en la antigua Babilonia, construida por Nabucodonosor II por el año 570 a.C. También podríamos destacar los Jardines Colgantes de Babilonia, pero lamentablemente siguen siendo más un mito que una realidad.
En Egipto también había templos, templos colosales con enormes pilonos decorados con bajorelieves a todo color y jeroglificos, avenidas con esfinges, patios con columnas y salas hipóstilas, es decir, con hileras de columnas. A diferencia de los mesopotámicos, los egipcios no usaron el arco, sino que gracias a su construcción en piedra, basaron su arquitectura en dinteles, el sistema de arquitrabes, con enormes columnas con capiteles inspirados en la vegetación. Había muchos tipos: los papiriformes, los campaniformes, los palmiformes, los lotiformes… (Templo Deir el-Bahari de Hatshepsut)
Pero lo que más destaca sin duda eran las pirámides. No eran templos en sí, sino tumbas para los monarcas egipcios. Primero fueron pequeñas mastabas, pero a partir de la III dinastía ya se levantan las primeras pirámides. La primera fue la escalonada de Zoser, diseñada por su visir Imhotep. Algunas fueron mal hechas como la de Meidum, y otras salieron bien como la de Keops en Guiza, la más grande de todas.
Estas tumbas tenían que construirse en piedra, abundante allí, porque el sentido de todo era que aquella morada durase para la eternidad. Y con adobe eso es bastante imposible. Aun así, el barro se dejaba para cosas menos importantes como viviendas, fortalezas o algunos palacios. Egipto tuvo muchos periodos de crisis y entre los recortes, la falta de material y los continuos saqueos se decidió enterrar a los faraones del Reino Medio y Nuevo en hipogeos, como el Valle de los Reyes.
Una obra egipcia que destaca sobre el resto es la famosa Esfinge de Guiza, supuestamente atribuida al faraón Kefrén, que esculpió su jeto en ella. Como la cabeza parece más pequeña en proporción al cuerpo hay gente que dice que la esfinge antigua tenía cabeza de león o de chacal, pero que fue retallada. Además por el tema de las marcas de erosión de agua de lluvia que tiene algunos dicen que el monumento podría datar de hace unos 10.000 años, cuando en la zona había inundaciones periódicas gordas. Vete a saber.
Ambas culturas tenían en común las esculturas votivas de oferentes o las imágenes donde se conmemoraba al rey de turno en alguna victoria o hecho prodigioso (Estela de Naram-Sin), y también escenas mitológicas relacionadas con los dioses. A los asirios les gustaba colocar en las entradas de sus edificios a los lammasu, unas estatuas de hombres toro-alados que hacían de guardias espirituales, y que heredarían los persas. Otras obras tenían funciones más político-sociales, como el Código de Hamurabi, hecho en diorita, donde vemos a este conocido rey babilonio recibiendo las leyes del dios Shamash. Y usaron los famosos sellos cilíndricos para crear relieves de forma sencilla sobre la arcilla.
Por último, los mesopotámicos también hicieron técnicas como la del mosaico y la taracea, como el Juego Real de Ur o el Estandarte de Ur, donde en una cara vemos una escena de guerra, con carros y soldados, y en la otra una escena de paz, con el rey hablando con su corte mientras escuchan música, y sirvientes llevando comida.
Toda la carga religiosa y utilitaria de la arquitectura o de la escultura iría diluyéndose por la llegada de una cultura instalada al sur de los Balcanes: los griegos.