HISTORIA DE ESPAÑA 2: EL REINO DE ASTURIAS, EL REINO DE PAMPLONA, EL EMIRATO DE CÓRDOBA Y LA MARCA HISPÁNICA
EL VALIATO DE AL-ÁNDALUS (711-756)
A partir del año 711, los musulmanes del Califato Omeya comenzaron a conquistar la Península Ibérica. Este fue el inicio del llamado Valiato de Al-Ándalus, siendo el valí una especie de gobernador y siendo Al-Ándalus una provincia del extenso Califato Omeya con capital en Damasco. También se le suele llamar a este periodo Emirato Dependiente de Córdoba, pero es que realmente no había ningún Emir.
Como ya conté, el primer valí fue el hijo de Musa ibn Nusair, Abd al-Aziz. Durante los 50 años que duró este valiato hubo muchísimos valíes que no duraron una mierda en su cargo. Casi uno por año. La primera capital fue Híspalis, Sevilla, aunque luego se movió a Córdoba.
Por cierto, Al-Ándalus fue el nombre con el que estos musulmanes llamaron a las zonas que controlaron de la Península Ibérica. ¿De dónde viene? Unos dicen que viene de “Vandalia”, o por la expresión bereber “tamort uandalos”, que significan “tierra de los vándalos”, ya que los vándalos se asentaron allí por el siglo V.
Otra teoría dice que vendría de una arabización de la expresión goda “landa-hlauts”, es decir, “tierra de sorteos”, porque los visigodos repartían las tierras conquistadas mediante sorteos. De todas formas, nada de esto está 100% confirmado.
El resto de la Hispania que no pudieron controlar estos musulmanes fue llamado Isbaniya (isbania).
Como también conté, muchos hispano-godos e hispano-romanos se rindieron y gracias a ello conservaron sus propiedades, y también pudieron seguir siendo cristianos. Aunque, lógicamente, tenían que pagar más impuestos. Luego hablaré más de esto.
De todas formas, hubo gente que cogió las maletas y huyó hacia el norte. En ese caso, sus propiedades fueron repartidas entre los mandamases musulmanes.
El gran problema de este valiato fue que hubo muchos enfrentamientos entre los conquistadores de origen árabe y los de origen bereber por el desigual reparto de tierras. Los árabes acaparaban todo lo bueno y dejaban el resto a los bereberes, y se dieron de leches entre ellos durante muchos años.
En fin, tras casi una década de conquista, los musulmanes se hicieron con el control de toda la península. Incluida la Septimania, la provincia visigoda más al norte, gobernada hasta el año 720 por un tal Ardón. Algunos consideran a este tipo el último rey visigodo, hasta que llegó el valí Al-Samh y se lo cargó.
Sin embargo, hubo zonas, especialmente por la cordillera cantábrica, donde grupos de hispano-romanos resistieron. Estos formarían el Reino de Asturias.
LOS INICIOS DEL REINO DE ASTURIAS (718-791)
El más famoso núcleo de resistencia ante el invasor musulmán fue el de Asturias. Parece ser que, en el año 718, este grupo rebelde con sede en la ciudad de Cangas de Onís, alzó como prínceps, o líder, a un tal Don Pelayo, que algunos dicen que era hijo de un duque de la zona llamado Favila.
Ya aviso de que todo este tema está bastante lleno de leyenda, y no sabemos del todo qué cosas son ciertas, medias verdades o simplemente mitos. Una cosa es segura, y es que este Reino de Asturias, o Asturum Regnum, fue la primera entidad política cristiana establecida tras la conquista musulmana. De aquí saldrían después el Reino de León, y más tarde el Reino de Castilla y el Reino de Portugal. Lo iremos viendo a lo largo de este documental.
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El caso es que, según cuenta el mito, un pequeño destacamento bereber al mando de un tal Munuza, hijo de Musa ibn Nusair, llegó a la ciudad de Gigia, luego conocida como Gijón. Si no la conocéis, es una ciudad importante en la costa de Asturias. La misión de Munuza era consolidar el dominio musulmán en la zona, pero el mencionado Pelayo empezó a instigar rebeliones por la zona con ayuda de astures y de cántabros.
Se refugiaron en el monte Auseva, concretamente en una de sus cuevas, Cova Dominica, mejor conocida como Covadonga. Fue allí donde las escasas tropas rebeldes emboscaron en el año 722 a un destacamento bereber y lo aniquilaron. Esa fue la llamada Batalla de Covadonga, o más bien, escaramuza, que hizo que Pelayo obtuviese mucho prestigio y que más astures se le unieran. Pelayo fue entonces a tomar Gijón, y Munuza se vio obligado a salir cagando leches de allí. Finalmente le capturaron y terminó ejecutado.
Se supone que es aquí cuando nace como tal el Reino de Asturias, con capital en la localidad de Cangas de Onís, con su famoso puente romano. Y es también en este punto cuando comienza lo que algunos denominan la Reconquista, un periodo de unos 770 años en los que los reinos cristianos de la península van a luchar contra los musulmanes de Al-Andalus hasta su completa expulsión. Eso ocurrió en el año 1492 con los Reyes Católicos, el mismo año de la llegada de Colón a América y el cambio de edad media a moderna. Ya llegaremos a ello, paciencia.
Ahora vamos a conocer a los 8 primeros reyes de este Reino de Asturias. Pelayo murió en el año 737, y fue sucedido por el hijo que tuvo con su esposa Gaudiosa: Favila I. Pero el pobre no duró nada, pues acabó despedazado por un oso durante una cacería.
En esta época, el control territorial siempre fue un problema, por eso Pelayo había empezado a establecer enlaces con peña importante del norte. En este caso, mantuvo muy buenas relaciones con el duque Pedro de Cantabria.
Y diréis… ¿de dónde sale este Ducado de Cantabria? Bueno, pues era una región administrativa que ya existía durante el reino visigodo. No se sabe exactamente cuáles eran sus límites, pero se cree que el ducado ocupaba toda Cantabria, parte de Asturias, Vizcaya y Álava y el norte de Burgos y Palencia. De todas formas, otras teorías hablan de que el núcleo del ducado era La Rioja; no hay nada claro, como podéis ver. Bueno sí, parece que es seguro que la capital estaba en la Peña Amaya, en el actual Burgos, una pequeña villa amurallada situada junto a un risco donde más adelante se construiría un castillico.
Lo que pasa es que esta ciudad fue asediada y tomada por Tariq ibn Ziyad en el año 712, y ahí fue cuando Pedro de Cantabria huyó de allí para arrejuntarse con Pelayo y colaborar juntos en la resistencia contra los musulmanes, y parece que incluso llegó a participar en Covadonga.
La hija de Pelayo, Ermesinda, y el hijo de Pedro de Cantabria, Alfonso, se casaron, y este Alfonso, yerno de Pelayo, se convirtió en el rey Alfonso I el Católico, en el 739.
En esos años, en Al-Ándalus, ocurrió la Gran Revuelta Bereber, etnia que se levantó contra los árabes por los abusos que ya he contado antes. Que los árabes básicamente se quedaban con las tierras buenas del territorio ocupado y a los bereberes les dejaban las migajas. Y encima les obligaban a ir a las batallas en primera línea y demás. Vamos, que se comían todos los marrones.
Aprovechando esta movida, Alfonso I comenzó con la expansión del pequeñito Reino asturiano desde los Picos de Europa hacia el oeste, hacia Galicia; hacia el este, hacia Álava, Vizcaya y norte de Burgos; y también hacia el sur, hacia el río Duero.
Se cuenta que el rey, cada vez que tomaba pueblos y ciudades de esta zona, se llevaba a sus habitantes a zonas más seguras al norte, y este despoblamiento fue llamado el Desierto del Duero, que servía como frontera protectora contra los ataques musulmanes. Actualmente se pone bastante en duda que toda esa zona fuese un completo desierto. Sí que no serían zonas muy habitadas, pero desde luego, no sería un yermo despoblado.
Alfonso I tuvo un hermano llamado Fruela. Si bien nunca fue rey, sí que gobernó el Ducado de Cantabria. Cuando murió en el año 768, todo ese ducado fue troceado en pequeños condados. Parece que la zona oriental del ducado, la antigua Bardulia, se convirtió en una especie de marca fronteriza que los árabes llamaban Al-Qila, es decir, los castillos. Puede que debido a que se crearon muchas fortificaciones en esa zona como protección. Ese sería el origen de Castilla. Luego volveré a este tema.
El siguiente rey fue el hijo de Alfonso: Fruela I. Llegó al poder en el 757, justo un año después de la proclamación del Emirato de Córdoba por parte de Abderramán I, pero eso lo veremos en el capítulo siguiente.
Fruela I se enfrentó a un ejército de este Abderramán I en Galicia, y el asturiano consolidó el río Miño como frontera. También el rey Fruela se dio de leches al este contra los vascones que incursionaban por la frontera oriental, y logró quedarse con todo Vizcaya y todo Álava en el 765. Tras esto, los vascones del territorio pidieron la paz y Fruela I se casó con la noble vascona Munia de Álava, hija de Lope II, señor de Gascuña y bisnieta de Pedro de Cantabria.
Fruela I fundó varios monasterios para la Orden de San Benito, como, por ejemplo, el de San Vicente de Oviedo, que fue el origen de la ciudad de Oviedo, actual capital de Asturias. Aquí podemos ver esta ciudad por el siglo 9, con el Palacio real de Fruela, la Cámara Santa, la torre de San Miguel, y la Primitiva Iglesia de San Salvador.
También parece que es de esta época el Castillo de Gauzón, situado en la costa asturiana, quizás la fortaleza más emblemática de los reyes de Asturias.
Estos reyes asturianos eran cristianos, sí, pero tenían todavía muchas tradiciones más antiguas y paganas, relacionadas con su pasado celta. Por ejemplo, en Cangas de Onís, todavía se hacían ciertos rituales en el dolmen de Santa Cruz. Pero conforme nuevos habitantes fueron llegando del sur, huyendo del territorio musulmán, ese paganismo se fue volviendo más y más residual.
Este rey Fruela I tenía un hermano llamado Vimarano que debía de caer muy bien a la aristocracia, y por celos lo mató. La nobleza se enemistó con Fruela por este hecho y decidieron matarlo a él. Y así acabó su reinado en el 768.
Y después de esto vienen 4 reyes no muy importantes. Es un periodo del que hay muy poca información y donde la capital va a cambiar varias veces. En el 768 llegó al trono Aurelio, primo del anterior, y estableció la capital en San Martín del rey Aurelio, o Langreo, que es un vallecito un poco al sureste de Oviedo. Está bastante cerca.
El siguiente rey fue Silo, un jefe local asturiano, de Pravia concretamente, que estaba casado con Adosinda, una hija de Alfonso I. Su reinado coincide con todo el tema de Carlomagno y Roncesvalles, que ya veremos en otro capítulo. Y destaca el “Diploma del rey Silo”, considerado el escrito medieval más antiguo de la península ibérica que se haya encontrado.
En el año 783, Silo murió y fue elegido rey un joven Alfonso II, hijo de Fruela I. ¿Pero qué pasó? Que un hijo bastardo de Alfonso I, Mauregato, su tío, comenzó una rebelión contra él y le robó el trono. Alfonso II tuvo que huir con su madre Munia a Álava, de donde era ella. Allí pasó una década refugiado y más tarde lograría retomar el trono.
A este Mauregato se le atribuye el Tributo de las 100 doncellas. Es más una leyenda, pero bueno, se cuenta que pactó con Abderramán I el pago anual de 100 doncellas cristianas vírgenes a cambio de que no le atacase.
Otra cosa importante del reinado de este tipo fue el tema de la Herejía del Adopcionismo. Esta doctrina salía del arrianismo, y decía que Jesús empezó siendo humano y que sólo fue divino cuando Dios lo “adoptó” en algún momento de su vida.
Este pensamiento fue promovido por Elipaldo de Toledo, arzobispo de Toledo durante el sometimiento del emirato de Córdoba. Esta propuesta fue rechazada por Beato de Liébana. Este era un monje del Monasterio de Santo Toribio de Liébana, en Cantabria, y es considerado la figura cultural más importante de Reino de Asturias. Dijo que Elipando era un tarado y el testículo del Anticristo. Hasta el emperador Carlomagno se puso de su parte.
Por cierto, este Beato de Liébana también es famoso por su Comentario al Apocalipsis de San Juan, con unos dibujos bastante intensos. Interpretaba la conquista musulmana como el comienzo del fin de mundo, y por esta razón rompió con la Iglesia metropolitana de Toledo, que estaba bajo influencia enemiga.
En el año 788 accedió al trono Bermudo I el Diácono, hermano de Aurelio. El tipo no estaba destinado a ser rey, y había hecho carrera eclesiástica. Reinó durante tres años, pero tuvo varias derrotas, como la Batalla del río Burbia (791), en la que se perdió un cacho de territorio. Por ello decidió abdicar en alguien más joven y más preparao. Y ese no fue otro que Alfonso II, el que había sido exiliado por Mauregato. Luego hablaré de su reinado.
EL EMIRATO DE CÓRDOBA (756-929)
Tras la conquista musulmana de la península ibérica se creó el Valiato de Al-Ándalus, una provincia dentro del gran Califato Omeya, con capital en Siria, en la ciudad de Damasco concretamente. Sin embargo, eso estaba a punto de cambiar.
Dentro de este califato había familias rivales. Una de ellas era la de los Abasíes, y estos, en el año 750, asesinaron en Egipto al califa Marwan II. El nuevo califa, Abu al Abbas, para calmar las aguas, invitó a la familia Omeya a un banquete cerca de Damasco, pero todo era una trampa y toda la familia Omeya fue masacrada.
Así comenzó el Califato Abasí, y se trasladó la capital a Bagdad. Sin embargo, un sobrino del califa muerto, Abderramán, logró escapar junto con un liberto griego, su hermano, varias hermanas y su hijo de 4 años. Se dirigieron hacia el Norte de África y sólo Abderramán y el liberto lograron llegar de una pieza. Durante su viaje por el norte de África, Adberramán se rodeó de fieles, y viendo que la situación en Al-Ándalus era un caos de guerras intestinas constantes, decidió quedárselo todo.
Desembarcó en Almuñécar en el 755 y en Archidona se proclamó Emir, que es como un gobernador militar, un cargo superior a valí pero inferior a califa, siendo el califa la máxima figura religiosa del islam. De hecho, ahora pasaría de haber un valí a muchos, cada uno gobernando una región concreta. El caso es que Abderramán I se instaló en el Castillo de Turrush, o de Cesna, cerca de Granada, y empezó a organizar un buen ejército para acabar con los rebeldes.
Destaca la Batalla de Al-Musara (756), o de Alameda, donde venció a Yusuf, el último de los valíes del valiato. Se cuenta que Abderramán I, como no tenía bandera, improvisó una con un turbante verde y una lanza, que se convertiría en la bandera de los Omeya de Hispania. Otros dicen que era blanca, pero bueno, gracias a esta victoria, el emir entró en la capital, Córdoba, y se instaló en el palacio, o alcázar.
Así comenzó el Emirato independiente de Córdoba, el último enclave que mantendría la familia Omeya. Esta independencia no era total. Era independiente política y administrativamente, que eran las prerrogativas del emir; pero se mantuvo el vínculo religioso con el Califato Abasí, pues era como el papa y era complicado hacer que la población musulmana no le tuviera respeto.
Abderramán I pasó gran parte de los 32 años de su reinado consolidando la Iberia musulmana y dándose de leches contra rebeldes del valiato, sobre todo Yusuf, que seguía vivo y molestando desde Toledo.
Un año importante fue el 759, año en el que murió Yusuf, pero también año en el que los habitantes de Narbona mataron a la guarnición musulmana de allí y entregaron la provincia de la Septimania a los francos.
Dos años después, Abderramán logró arrebatar Toledo, controlado por el primo de Yusuf, Hisham.
Pero vamos, los siguientes años fueron una locura de rebeliones por todas partes, especialmente de partidarios de abasíes, yemeníes, y también de bereberes, que le veían como un árabe conquistador más. Y Abderramán se puso fino cortando cabezas.
En menor medida, este emir continuó con las razias o aceifas contra el Reino de Asturias, que eran como pequeñas incursiones sorpresas, a veces más interesadas en pillar botín que en tomar territorios.
La capital del emirato sería la ciudad de Córdoba, y los emires residieron en el Alcázar de Córdoba. Parece que antiguamente era un palacete visigodo situado cerca del puente romano. Con el tiempo sería ampliado para albergar una enorme biblioteca, baños y jardines. El agua llegaba a través de norias instaladas en el río Guadalquivir y era transportada a través de un acueducto.
También Abderramán comenzó a construir la Mezquita de Córdoba sobre una antigua iglesia cristiana, y esta mezquita se convertiría en la más importante de Al-Ándalus. Se dice que tanto esta mezquita como el palacio estaban conectados por un pasadizo secreto.
Hablemos de la administración territorial de Al-Ándalus. Todo se dividió en Coras, o regiones, basadas en las divisiones ya existentes en época visigoda y romana. Este es un mapa aproximado de las coras del periodo de emirato. Parece que hubo unas 16 coras interiores y luego otras fronterizas que formaban 3 marcas o “thágar”. Están la Marca Superior, con capital en Zaragoza; la Marca Media, con capital en Toledo; y la Marca Inferior, con capital en Mérida.
A su vez, cada cora se dividía en distritos, o iqlim. Cada iqlim solía estar gobernado por un pueblo o por una fortaleza.
Una cosa importante es saber que en la parte riojana de la Marca Superior gobernaba una familia muy importante: los Banu Qasi, los hijos de Casio. Se llamaban así porque descendían del conde Casio, un noble visigodo que gobernaba la región de Tudela, Nájera, Tarazona y alrededores… y que, cuando ocurrió la conquista, se rindió, se convirtió al islam y el valí musulmán de aquella época le dejó seguir gobernando el territorio.
La sociedad en Al-Ándalus era compleja. En la parte superior de la pirámide estaba la Umma, es decir, todos los musulmanes andalusíes. Para ellos se empezaron a construir mezquitas como la Mezquita de Córdoba, que se iría ampliando con los años. Los cristianos llamarían de forma genérica a estos musulmanes como sarracenos, moros, mahometanos o ismaelitas.
Pero no todos los musulmanes que llegaron eran iguales. Los que se quedaron con los grandes dominios territoriales fueron los árabes, pero incluso dentro de ellos había clanes enfrentados. Por ejemplo estaban los Qaysíes, o árabes del norte, camelleros nómadas en su mayoría; y los Yemeníes o Kalbíes, los árabes del sur, hortelanos sedentarios. Bajo los árabes estaban los Bereberes, grandes guerreros del Magreb que habían sido conquistados e islamizados, y que los árabes despreciaban en muchos aspectos, pero les necesitaban. Eso sí, en el año 739 hubo una sublevación de bereberes gordísima que reclamaba igualdad de trato, y acabaron tomando Tánger. Finalmente estaban los Muladíes, los conversos, hispanogodos que se habían pasado al islam.
Otros hispanogodos estaban contentos con rezar a Cristo y decidieron no convertirse. Ellos fueron los Mozárabes, que aunque cristianos, adoptaron muchas costumbres árabes. Aun así mantuvieron durante bastante tiempo instituciones visigodas como las sedes eclesiásticas, el Fuero Juzgo… y algunos condes y nobles se convirtieron en los líderes de estas comunidades, y recogían impuestos para los árabes. Otros que mantuvieron su religión fueron los Judíos, quienes vivieron en barrios apartados llamados juderías. Todos estos grupos eran los Dimmíes, las Gentes del Libro, que seguían las religiones abrahamicas. Con ellos hubo una relativa tolerancia, pues en el fondo, estas tres religiones tenían el mismo origen, de hecho Jesucristo es un profeta más en el islam.
Ahora bien, ¿por qué tantos hispanogodos se volvieron musulmanes? En la sociedad andalusí todos tenían que pagar impuestos al emir, una limosna llamada Zacat. Otro impuesto era el Jaray o Jarach, contribución territorial en especie. Pero si no eras musulmán, te sangraban con otro impuesto más, la Yizya. Vamos, que la Jassa, o aristocracia, recibía todas las pelas, mientras que la Amma, o masa popular, se cagaba en todo. Sí que había una clase media formada por grandes comerciantes, terratenientes, funcionarios de menor rango, profesionales y también alfaquíes, que vienen a ser expertos en la ley del Corán, el libro sagrado musulmán.
Todas las tierras pertenecían al estado, concretamente a las comunidades de creyentes, quienes ponían iqtadares, que eran como jefes militares que la disfrutaban y la defendían, pero no les pertenecían. Recaudaban impuestos pero no tenían autoridad sobre la población de esa iqtá; de eso se encargaba el imán, una especie de sacerdote que dirige el rezo en las mezquitas. Dentro de estas comunidades podía ser el líder espiritual.
Volvamos con Abderramán I. El emir estaba teniendo problemas para controlar la Marca Superior debido a los Francos de Carlomagno. El gobernador musulmán de Barcelona, Sulaymán ben al-Arabi, quería rebelarse contra Abderramán I para proclamarse emir, y se unió al gobernador de Zaragoza, Husain, para enviar una embajada y aliarse con el poderoso rey franco Carlomagno.
Parece ser que Sulaymán le prometió al franco entregarle Zaragoza, y bueno, a Carlomagno le pareció todo guay, y atravesó los Pirineos y entró en la península ibérica. Llegó a Pamplona y ésta se rindió. Y no se sabe por qué, pero cuando Carlomagno fue a tomar Saraqusta, es decir, Zaragoza, el tal Husein dijo que ni de coña se iba a someter a él, que eso se había malinterpretado y que la culpa era de Sulaymán. Que él solo quería que se cargaran al emir y ya. Sulaymán quedó como el culo y fue capturado por el rey franco.
Tras eso, comenzó el asedio de Zaragoza, pero tras un mes sin casi avances, Carlomagno decidió retirar sus tropas, llevándose con él a Suleymán. Parece ser que, por su camino de vuelta, enfadado, arrasó Pamplona y destruyó sus murallas.
El caso es que, cuando las tropas francas se largaban por los Pirineos, ocurrió la Batalla de Roncesvalles (778). Resulta que un grupo de vascones, quizás aliados con los zaragozanos, atacaron la retaguardia del ejército, liderados por Roldán, sobrino de Carlomagno. La lucha fue muy salvaje, y parece ser que Roldán acabó muerto… y las tropas francas tuvieron que largarse cagando leches para evitar la aniquilación total. Ah, y Sulaymán fue liberado.
Al año siguiente, el que logró tomar Zaragoza fue Abderramán I, así como Pamplona, y terminó de someter a los vascones. Los últimos años de vida de Abderramán I fueron también de locos, porque se tuvo que enfrentar a varios intentos de asesinato por parte de familiares suyos.
Cuando escogió como sucesor a su hijo Hisham I, sus hermanos intentaron matarlo, pero pudo con ellos. Hisham I reinó 8 años en relativa paz. Alguna revuelta de vez en cuando, pero poca cosa. El chaval tenía fama de culto y piadoso, todo lo contrario que su hijo Al-Hakam I, que comenzó a gobernar a su muerte en el 796.
A Al-Hakam I le encantaba el vino, las mujeres y los placeres mundanos. Además, se le considera el más sanguinario y déspota de los emires omeya. Entre su propio círculo, los alfaquíes y los miembros de la escuela de los malaquíes, que buscaban más ortodoxia musulmana, veían todos sus hábitos como pecado total, pero el emir sudaba de ellos.
Por otro lado, los muladíes, los conversos, se sentían muy discriminados por ser considerados musulmanes de segunda. Así como cristianos y judíos. Y es que vale, estos dimmíes tenían tribunales propios si había un litigio entre ellos mismos. Pero si el jucio era un mozárabe o judío contra un musulmán, era un tribunal quien resolvía el juicio, y eso casi nunca lo iba a ganar un no-musulmán.
En resumen, que al chaval le estallaron rebeliones por todas partes. ¿Solución?
Es conocida la sublevación de los muladíes de Toledo, brutalmente sofocada en la Jornada del Foso, del año 797. Se cuenta que más de 5000 hispanogodos fueron ejecutados en una tarde.
La subida de impuestos abusiva sobre los cristianos también provocó otro levantamiento en el año 818, concretamente el del arrabal de Secunda, o Saqunda, en Córdoba. Los rebeldes pretendían expulsar a Al-Hakam de la ciudad, pero fracasaron y el emir arrasó por completo el barrio y prohibió su reconstrucción. Hubo matanza de cristianos, deportación de unas 20.000 familias al norte de África y se crucificaron a 300 rebeldes importantes.
Como curiosidad, un grupo de estos refugiados huyó y acabó en Creta, donde fundaron un emirato de corta duración.
Todos estos problemas fueron aprovechados por el nuevo rey franco Ludovico Pío, hijo de Carlomagno, para ganar terreno hacia el sur. Atravesó los Pirineos y se hizo con un territorio que iba desde Pamplona hasta Barcelona, ciudad que fue tomada en el año 801. Esa fue la llamada Marca Hispánica. Luego explicaré más cosas de ella.
El siguiente emir fue Abderramán II, y este fue muy importante. Se le considera el verdadero organizador del emirato independiente de Córdoba. Llegó al poder en el año 822 y llevó a cabo multitud de reformas políticas.
Ahora el Estado iba a estar dirigido por el Diván, un cuerpo gubernamental de alto rango liderado por el Hayib, una especie de primer ministro que asesoraba al rey. Bajo el Diván hubo dos secciones dirigidas por sendos visires: la Cancillería (encargada de la burocracia) y el Tesoro (encargado de los impuestos). Gastó muchos dinares en construirse una gran biblioteca que acogió un montón de obras de todo tipo, como las de Aristóteles, que fueron rescatadas del olvido gracias sobre todo a su contacto con bizantinos; y también matemáticas, introduciendo los números indoarábigos en Europa, los que usamos ahora. En los próximos años irían llegando nuevas innovaciones, como el uso del papel, un invento chino.
El territorio fronterizo se dividió en tres marcas: la Superior, la Media y la Inferior. Al ser los territorios más alejados tenían más autonomía, y se sublevaban con más facilidad, especialmente cuando las autoridades empezaron a meter el Islam en vena a los no conversos. De ahí que en muchas capitales aparecieran fortificaciones militares como la Alcazaba de Mérida o el famoso Alcázar de Toledo, que antes era un palacete romano. Ahí estarían protegidos de las hordas bereberes rebeldes y mozárabes exaltados, ya que muchos de ellos fueron ejecutados por blasfemos en el episodio llamado Los Mártires de Córdoba.
Se habla de una batalla mítica entre el rey astur Ordoño I y los pamploneses de García Íñiguez contra los Banu Qasi: la 2ª Batalla de Albelda (859). Los cristianos se refugiaron en un castillo riojano y acabaron venciendo gracias a la llegada in extremis del fantasma del apóstol Santiago, a caballo y con espada. Le apodaron Santiago Matamoros, y el mito la llama Batalla de Clavijo.
Para empeorar las cosas, hacia el año 840 llegaron los vikingos con sus famosos y veloces drakkar y empezaron a liarla parda. Claro, como hacía frío en su tierra, les dio por venirse al sur una temporada para saquear todo lo que pudieran. Llegaron hasta Sevilla remontando el río Guadalquivir, y los musulmanes las pasaron canutas para echarles. Debido a esto, el emir decidió construir fortalezas, murallas y torres por todo el territorio, así como los famosos astilleros de Sevilla, donde creó una poderosa flota para volver a darles por saco en caso de que volviesen. Y volverían. Estos vikingos normandos, en la década siguiente, lograrían tomar Algeciras, las Baleares e incluso no se sabe bien cómo, por el río Ebro se supone, llegaron hasta Pamplona y apresaron a su rey García Íñiguez en el 859. Tuvieron que pagar casi 100.000 dinares para que lo soltaran.
La clave del éxito de Al-Ándalus en estos años fue la revolución agrícola. De Oriente se trajeron muchas técnicas nuevas para mejorar la producción de los campos y también cultivos nuevos. En las tierras de secano plantaban cereales, trigo, cebada, judías, habas, garbanzos y sobre todo vid, para hacer vino, que en aquella época el alcohol no estaba tan prohibido como ahora en el islam. Aunque el producto más importante era el aceite sacado de los olivos, con el que comerciaban muchísimo.
Por otro lado, tenemos los cultivos de regadío, dedicados a hortalizas y a cítricos. Por ejemplo, algunos árboles que introdujeron en la península fueron el naranjo, el limonero, la morera… También el arroz, el azúcar, las berenjenas, la palmera datilera, el algodón… y hasta la cría del gusano de seda.
Para mejorar el regadío se introdujeron complejos sistemas de acequias, con norias y la técnica del Qanat, que ayudaba a captar aguas subterráneas.
¿Y qué idioma se hablaba en la península? Pues los árabes, en árabe, obviamente, pero los conversos o cristianos y judíos que allí vivían empezaron a hablar una mezcla entre su latín vulgar mezclando con lenguas autóctonas y el árabe. Ese fue el mozárabe, también conocido como romandalusí o romance andalusí. Apenas nos han llegado a la actualidad textos en mozárabe, sólo algunas jarchas, que son como poesías. Y están escritos en Aljamía, es decir, en escritura árabe y hebrea.
Gracias a esta influencia, actualmente en castellano tenemos muchísimas palabras que vienen del árabe. Especialmente muchas empiezan por “al”. Alcalde, alcohol, alambique, albañil, almacén, alacena, alfalfa, almohada, algodón, alcaudón… La palabra ojalá viene de “sha alá”, “si alá quiere”.
Una cora que adquirió importancia en esta época fue la de Tudmir. ¿Recordáis el pacto de Teodomiro? Pues de Teodomiro viene esta región situada en la actual Murcia que tuvo bastante autonomía. La capital se trasladó en el año 825 desde Uriula, Orihuela, hasta Madina Mursiya, lo que en el futuro será la Ciudad de Murcia.
Abderramán II también amplió el número de naves de la Mezquita de Córdoba y se prolongaron las arquerías. Era bastante necesario pues la ciudad estaba creciendo una barbaridad. Esto fue importante para la celebración de los viernes, la jutba, que es una especie de misa.
Uno que se rebeló contra el emir Abderramán II fue Musa ibn Musa, o Musa el Grande, de la familia de los Banu Qasi. En el 843 se alió con sus parientes del Reino de Pamplona, ya que tenía lazos con la dinastía Arista, y se rebeló contra Abderramán II. Estuvieron un tiempo dándose de leches, pero al final Musa ibn Musa reconoció al emir.
Tras eso, en el 852, Musa se enfrentó a los cristianos asturianos y vascones en la 1ª Batalla de Albelda. Tras su victoria, Musa ibn Musa conquistó gran parte de lo que hoy es La Rioja y fue nombrado gobernador o valí de la Marca Superior, y se hizo llamar “3º rey de Hispania”, siendo los otros dos el rey de Asturias y el emir cordobés.
En esos años, Musa se apoderó también de Huesca, y mandó construir la fortaleza de Albelda. Estaba el tipo muy subidito, y los cristianos querían bajarle los humos. Por ello, el rey pamplonés García Íñiguez abandonó su tradicional alianza con estos Banu Qasi para irse del lado de Ordoño I de Asturias, y juntos fueron a por el musulmán en la 2ª Batalla de Albelda, del 859. Atacaron la fortaleza y la lograron destruir, derrotando a los Banu Qasi.
Mientras el emir se rodeaba de lujos, en la calle las cosas eran diferentes. Los hispanos de Al-Ándalus las estaban pasando putas. Los musulmanes no les trataban bien y les obligaban a convertirse al islam, casarse con musulmanas, pagar más impuestos, dejar de hablar en latín y mil mierdas más. Entonces, en el 850, llegó un religioso cordobés llamado Perfecto, y empezó a decir que Mahoma era un falso profeta y lo insultó. El cadí de la ciudad, que era como un juez-alcalde, le condenó a muerte. Este hecho provocó el episodio de los Mártires de Córdoba, en la que 48 destacados cristianos desafiaron las leyes musulmanas y se dejaron ejecutar, entre ellos el clérigo mozárabe Eulogio de Córdoba.
De Abderramán II se cuenta que era mujeriego hasta el extremo, y solo se acostaba con mujeres vírgenes. Tenía cientos de concubinas y con ellas tuvo, según algunas fuentes, 87 hijos.
Bajo el gobierno de Muhammad I (852-886) se continuó con las reformas de su padre Abderramán II y con la Guerra Santa contra los reinos cristianos del norte. Pero la mayor movida la tenía dentro de Al-Ándalus, sobre todo a raíz de la decapitación de san Eulogio de Córdoba y otros cristianos. Muchos mozárabes estaban en pie de guerra. En Toledo es donde más hostias hubo (852-859), y más cuando pidieron ayuda al rey asturiano Ordoño I. El hermano del rey, Gatón del Bierzo, fue para allá, pero la Batalla del río Guadalacete (854) no tuvo éxito, aunque lograron retrasar la captura de la rebelde Toledo.
Otro problema gordo fue Musa ibn Musa, el gobernador muladí de la Marca Superior, de la poderosa familia Banu Qasi y hermanastro de Íñigo Arista. Este Musa había condicionado su lealtad al emir a cambio de grandes beneficios, tantos que llegó a creerse “el Tercer Rey de Hispania” el muy flipao. Pero Muhammad I aprovechó una derrota que había tenido contra Ordoño I para echarle de allí y poner a un títere en el 862.
Tras estas sublevaciones se crearon nuevas fortalezas en la frontera. Una de ellas se construyó en un lugar de la Marca Media donde había aguas subterráneas, y por ello se la llamó Magerit o Mairit, que significa eso, “abundantes aguas”. Esa fue la futura Madrid.
Los siguientes emires son poco importantes. Al-Mundir reinó 2 años. Comenzó a combatir contra un rebelde muladí llamado Omar ibn Hafsún, quien se convirtió al cristianismo en el 899 y se atrincheró en el Castillo de Bobastro, en la serranía de Ronda. Durante el asedio, Al-Mundir falleció, y le sucedió su hermano Abdalá I.
Este fue sin duda, el emir con menos poder de emirato, pues solo le reconocían en Córdoba y poco más, ya que el resto de provincias de Al-Ándalus pasaba completamente de su culo. Se cuenta que el tío era bastante rubio y se teñía el pelo y la barba para parecer más árabe.
Por si esto no fuera poco, en el año 909, en el Magreb se creó el Califato Fatimí. Estos fatimíes eran chiítas ismailitas, una rama del islam diferente a la de los Omeya, que eran sunitas. De aquí surgirían nuevos conflictos.
En el año 912, el emir murió y decidió dejar su cargo en manos de su joven nieto Abderramán III. Parece ser que también era rubio-rojizo de ojos azules y se tenía que teñir la barba de negro. Luego hablaré más de ello, pero su abuela era vascona y tenía mucha familia en el Reino de Pamplona. El chaval, con apenas 21 años, tenía su emirato al borde de la disolución, y sin embargo, pudo con todo.
Su primer paso fue someter militarmente a las regiones semi-independientes del emirato. El rebelde más tocho seguía siendo Omar ibn Hafsún, que seguía dando por culo desde su fortaleza de Bobastro y que también controlaba prácticamente todo el territorio al sur del río Guadalquivir.
El emir fue con sus catapultas castillo por castillo de Andalucía decapitando a estos rebeldes. En el 918, Hafsún terminó muriendo, pero sus hijos continuaron con la rebelión. No fue hasta 10 años después, en el 928, cuando por fin rindieron Bobastro y esta fortaleza fue arrasada por completo.
A su vez, emprendió aceifas contra los reinos cristianos, especialmente contra los pamploneses. Es famosa la Batalla de Valdejunquera del año 920, donde estos pamploneses fueron derrotados. Pamplona fue otra vez destruida, quedó en ruinas y prácticamente despoblada, pues el emir se llevó a Córdoba a muchísimos de sus habitantes. Por ello, la capital del Reino de Pamplona se trasladó a Nájera. Y, por otro lado, los Banu Qasi perdieron gran parte de sus territorios a favor de los cristianos, y en esta década su poder menguó tanto que acabaron abandonado sus posesiones y se mudaron a Córdoba.
Y con todo esto llegamos al año 929. Abderramán III habría logrado grandes victorias y recuperado el control de gran parte del territorio de Al-Ándalus. Se vino muy arriba y se hizo nombrar “príncipe de los creyentes”, proclamándose califa independiente de Bagdad. Así nació el Califato Omeya de Córdoba.
REINO DE ASTURIAS: DE ALFONSO II A ALFONSO III (791-910)
Toca retomar la historia del Reino de Asturias por donde lo dejamos. Año 791, Alfonso II el Casto logró por fin sentar su culo en el trono asturiano, y nadie le echó de allí en 51 años. Fue llamado el casto porque parece que durante todo ese tiempo no tuvo sexo ni siquiera con su esposa Berta.
Alfonso II instaló la capital del reino de Asturias en la ciudad de Oviedo, donde ordenó construir su palacio real. Además, se instauró el derecho visigodo con el Liber Iudiciorum.
Se cuenta que, durante su reinado, en el 813, un ermitaño de nombre Pelayo vio una estrella sobre una colina como indicándole algo. Avisó entonces a Teodomiro, obispo de Iria Flavia, lo que hoy es Padrón, en La Coruña, y en esa zona, según el mito, encontraron el sepulcro del Apóstol Santiago el Mayor.
Este obispo avisó al rey Alfonso II, y este hizo un peregrinaje desde Oviedo hasta aquel lugar y allí ordenó la construcción de una capilla para venerar sus restos, que se transformaría en Iglesia, y ese sería el origen de la Villa Sancti Iacobi, o Santiago de Compostela, nombre que, según se cree, significaría “el campo de la estrella”.
Claro, tener a un apóstol de Jesusito hizo que aquel lugar se convirtiera en un potente centro de peregrinación para toda la cristiandad. Alfonso II es considerado el primer peregrino en caminar hasta Compostela, creando el camino primitivo de Santiago, que partía desde Oviedo.
No obstante, como ya comenté, hay muchas dudas de que Santiago esté enterrado ahí, y quien realmente estaría sería Prisciliano, un obispo galaico ejecutado en el 385 por hereje. Pero, aun así, esta ruta se fue ampliando más y más y gracias a ello llegaron a Asturias muchos monjes e intelectuales de Francia y de otras partes que enriquecieron el reino un montón.
Tal fue el nivel de contacto con los francos, que Alfonso II se independizó de la Iglesia mozárabe de Toledo y pasó a depender de la Carolingia, y ambos reinos empezaron a tener muy buenas relaciones.
Es en esta época cuando comienza el auge del arte prerrománico asturiano. El rey llenó Oviedo de multitud de bellos edificios en este estilo, diseñados por su arquitecto personal Tioda, pero muy pocos han sobrevivido. Destaca la Basílica de San Julián de los Prados, o Santullano, en Oviedo… o la Iglesia de Santa María de Bendones, famosa por sus celosías de estuco en las ventanas.
Y también en Oviedo destaca la Iglesia de San Tirso, aunque lo que vemos ahora es una reconstrucción prácticamente total.
Fue en el año 808 cuando Alfonso mandó forjar la Cruz de los Ángeles, un relicario de estilo lombardo.
A lo largo de estos siglos la lengua fue cambiando. La romanización había impuesto el latín vulgar por toda Hispania, y este latín se fue mezclando con las lenguas autóctonas de las zonas, de rollo celta en su mayoría, especialmente en el norte, y eso fue dando lugar a las lenguas ibero-romances. En el Reino de Asturias se originó la lengua astur-leonesa. El primer testimonio de esta lengua lo encontramos en el Documento de Kessos, o Nodicia de Kessos, al menos en un estadio todavía primitivo.
En la zona de Galicia se iría originando el Galaico-Portugués. En Cantabria el montañés, y en Bardulia o Castilla, el Castellano.
En el año 800 encontramos la primera prueba de la existencia del nombre de Castilla. Referida a un pequeño territorio al norte de la actual Burgos donde supuestamente había muchos castillos. Se atribuye a un documento escrito por el abad Vitulo. Luego también hay muchos documentos en el monasterio de Valpuesta, en la provincia de Burgos, como los Cartularios de Valpuesta, que están escritos en latín pero con partes ya en un castellano primitivo. Muchos dicen que ese lugar es la cuna del castellano, surgido al mezclarse el latín vulgar con sustratos de otras lenguas más antiguas de la zona.
Un siglo después nos encontraríamos con las Glosas Emilianenses, unas anotaciones manuscritas en un códice en latín. Estas anotaciones estarían escritas en latín, pero también en un castellano arcaico, denominado romance riojano precastellano, la variedad más occidental del romance navarro-aragonés. Y hasta habría dos anotaciones en euskera medieval, el primer testimonio escrito de esta lengua que no sea epigráfico; porque sí que hay alguna lápida en la zona de Aquitania con supuestamente nombres vascos, pero textos… eso ya es otra cosa.
Parece que estas anotaciones aclaratorias las hizo un monje o varios monjes del Monasterio de San Millán de la Cogolla, en La Rioja. Tienen hasta un letrerito diciendo que estas son las primeras frases en lengua vasca jamás escritas.
Luego existe una leyenda que habla de un tal Jaun Zuria, o Señor Blanco, que era eso, un señor blanco y rubio que fundó el Señorío de Vizcaya. Según esta historia, este vascón luchó contra los astures en la Batalla de Padura, en el año 840, y les expulsó de su territorio hasta el Árbol Malato, estableciendo la frontera de Vizcaya. A Padura se le cambió el nombre por Arrigorriaga, o piedras rojas, por la sangre que quedaron en las rocas tras la batalla.
Históricamente este señorío de Vizcaya no se creó hasta varios siglos más tarde y todo esto parece un invento creado durante la Edad Moderna. De hecho, el nombre de Arrigorriaga parece que vendría de las rocas de las minas de la zona, que tendrían vetas rojizas.
Con Alfonso II terminó la relativa paz entre musulmanes y cristianos. Sus victorias en batallas como la de Lutos (794) o en la de Anceo (825) afianzaron su presencia en Galicia, León y Castilla. Incluso parece que en una de sus incursiones llegó hasta Lisboa, y que por el camino repobló una abandonada Oporto.
En el año 842, Alfonso II murió. Su sucesor fue Ramiro I, que, aunque reinó unos escasos 8 años, estuvieron bien aprovechados.
Su reinado empezó con la rebelión de Nepociano, cuñado de Alfonso II, quien aprovechando que Ramiro estaba fuera, decidió ungirse como rey. Ramiro I fue a darse de leches con él en Cornellana, y allí las tropas de Nepociano se negaron a combatir y el tipo fue capturado, cegado y encerrado en un monasterio.
Poco después de estos hechos, Ramiro I fue informado de que venían los vikingos a liarla. Estos vikingos que venían de los mares del norte, empezaron a causar estragos en ciudades costeras de toda la península. Llegaban en sus drakar, se liaban a hachazos con los locales, les robaban todos los objetos valiosos y se piraban a toda leche.
En el caso del Reino de Asturias sólo se reportaron 2 pequeños ataques: uno en Gijón y otro en La Coruña. Luego fueron a por Lisboa, Cádiz y Sevilla, en poder de los musulmanes, donde causaron muchos estragos.
Los tipos fueron capaces incluso de remontar el río Ebro, llegar a Pamplona y secuestrar al rey García Iñiguez. Muy loco todo.
Gracias a que los vikingos jodieron mucho a los musulmanes, los asturianos tuvieron varios años de tranquilidad. Ramiro I aprovechó el momento para repoblar la ciudad de León, que luego sería muy importante. Lamentablemente, pocos años después, los musulmanes la arrasaron por casi por completo.
Se cuenta que durante estos años ocurrió la Batalla de Clavijo, donde los cristianos lograron una gran victoria contra los musulmanes, pero todo apunta a que se trataría de un invent gigantesco. Supuestamente habría ocurrido en Clavijo, La Rioja, en el año 844. Según la leyenda, el mismísimo apóstol Santiago apareció en mitad de la batalla y se puso a dar espadazos contra los musulmanes. Este fue el origen de Santiago Matamoros como representación iconográfica de este apóstol.
Durante el reinado de este Ramiro I se desarrolló el llamado arte ramirense, que es el apogeo del prerrománico asturiano. Sin duda, la obra más famosa de este estilo es el Palacio de Santa María del Naranco, situado en las afueras de Oviedo. Sirvió de Aula Regia, o Salón del Trono de este monarca, aunque después fue transformado en iglesia. A 100 m de distancia encontramos la Iglesia de San Miguel de Lillo, que también forma parte del complejo.
Ramiro I se casó con una noble vasco-navarra llamada Urraca, y tuvo a Ordoño I, quien fue coronado nuevo rey de Asturias en el año 850.
También parece que Ramiro I tuvo un segundo matrimonio con una tal Paterna, y con ella supuestamente tuvo a Rodrigo de Castilla, considerado oficialmente como 1º conde de Castilla desde el año 855. Pero esta Castilla todavía sería un pequeño condadito rodeado de otros muchos. Burgos, Lantarón, Cerezo, Álava, Lara, Amaya, Castrojeriz… En el futuro se unirán para conformar el Condado de Castilla.
Como ya digo, el conde más poderoso era este Rodrigo, y parece que a él se le debe la repoblación de Amaya, capital del antiguo Ducado de Cantabria. Su idea era seguir expandiéndose, y por ejemplo, conquistó Álava y también se convirtió en el 1º conde de Álava, un condado que parece que también integraba lo que hoy es Vizcaya.
Su hijo Diego Rodríguez Porcelos fue nombrado 2º conde de Castilla, pero no de Álava, pues ese cargo fue a parar a Vela Jiménez, posiblemente de la Dinastía Jimena de Pamplona.
Aun así, Diego levantó el Castillo de Pancorbo y allí resistió varios ataques de los árabes. Además, fundó una ciudad importante: Burgos, en el año 884. A su muerte, el condado de Castilla iría a parar a Munio Núñez, quien estaba fortificando su castillo de Castrogeriz. Gonzalo Téllez acabó como conde de Lantarón y Cerezo, una franja fronteriza entre Álava y Burgos. Munio Vélaz fue el 3º conde de Álava, y parece que también controlaba Vizcaya.
En fin, que como veis, el territorio que hoy es Castilla acabó dividido en varios condaditos. Y me he dejado Burgos para el final, pues su conde a partir del año 899 fue Gonzalo Fernández, de la familia de los Lara, porque eran del pueblo de Lara de los Infantes. Su hijo Fernán González será importante, pues en unos añitos reunificaría todos estos condaditos en el Condado unificado y hereditario de Castilla.
Y hablando de condes importantes, podemos destacar a Gatón del Bierzo, quien se cree que era cuñado de Ordoño I, aunque otros dicen que era hijo suyo. Este Gatón se encargó de conquistar esta región del Bierzo y de repoblarla. Acabó gobernando en un condado que se extendía por gran parte de lo que hoy son las provincias de León y de Zamora, y llegó a tomar la ciudad de Astorga en el 854. Hay una población llamada Villagatón, que como os podréis imaginar, es en la que este conde residió y tuvo su palacete.
Justo en ese año, 854, en la ciudad de Toledo ocurrió una sublevación muy gorda contra el nuevo emir Muhammad I. Ordoño I envió a este Gatón a echar una mano a ver si podían conquistar la ciudad capital de los antiguos visigodos, y ocurrió la Batalla de Guadalacete (854). Lamentablemente para los cristianos, todo acabó en derrota y Gatón y sus tropas se tuvieron que volver al norte.
Lo más importante de reinado de Ordoño I fueron sus conflictos con Musa ibn Musa, gobernador musulmán de la Marca Superior. Este tipo decidió fortificar la ciudad de Albaida, hoy conocida como Albelda de Iregua, en La Rioja. Ni a los asturianos ni a los pamploneses les convenía esto, así que fueron juntos a por Musa. El tío era muy poderoso y ya les había vencido en la 1ª Batalla de Albelda (852). Pero ahora sería diferente. En la 2ª Batalla de Albelda, del 859, las tropas combinadas de Ordoño I y de García Iñiguez derrotaron a Musa y destruyeron su fortaleza. Muchos dicen que el invento de la batalla de Clavijo con el Santiago Matamoros y demás, sería una reimaginación de esta batalla.
En el año 866 llegó al trono asturiano Alfonso III el Magno, quien marcó el apogeo de este reino y que duró en el trono 44 años. Se casó con una noble navarra de nombre Jimena Garcés, que se piensa que podría haber sido hija del rey pamplonés García Íñiguez, pero no es seguro.
En esta época vemos un gran crecimiento de la capital, Oviedo. Se dice que las murallas de la ciudad se construyeron por orden de Alfonso III, y también levantó nuevos edificios como iglesias y esas cosas.
Fue un crack en lo político-miliar, ya que aprovechando la crisis de Córdoba logró recuperar todo el territorio al norte del río Duero, y empezó a hacer wololós cristianos desde Burgos hasta Oporto. Durante una operación de conquista, se dice que Alfonso III llegó incluso hasta Sierra Morena, mientras Muhammad I estaba entretenido con diferentes sublevaciones que le habían salido dentro de Al-Ándalus. No pudo conquistar nada pero al menos volvió a Asturias con un pedazo botín de cagarse (881).
Su padre, Ordoño, había comenzado el tema de las Repoblaciones de los territorios fronterizos, y Alfonso III continuó con ello. Había mucho trabajo, pues gran parte de las comarcas ganadas a los musulmanes se habían quedado casi sin población, y hubo que repoblarlas con gentes venidas de todas partes del reino asturiano: gallegos, astures, cántabros, vascones… Todos juntos empezaron a reconstruir caminos, granjas, molinos, canales de riego y todo lo necesario para poder vivir. Además, para atraer a la gente a esos lugares se usó un sistema de presura, es decir, que estos terrenos baldíos pasaban a ser propiedad de primero que llegase allí y los roturase, es decir, que empezara a cultivar.
Por cierto, en unos documentos de Alfonso III sobre repoblaciones aparece por 1ª vez el nombre de Vizcaya, como una región dentro de Castilla.
Los primeros éxitos de este rey tuvieron lugar en lo que hoy es Portugal. El conde Vimara Pérez conquistó Oporto en el 868 y estableció como nueva frontera el río Duero, aunque 10 años después logró tomar un poco de territorio más al sur. Este Vimara fue nombrado 1º conde del Condado de Portucale, germen de lo que en el futuro sería Portugal. Y es que el nombre antiguo de Oporto sería Cale, o Portus Cale, Puerto Bello, de ahí saldría el nombre de Portugal.
Una década después, el emir de Córdoba Mohamed I planeó atacar Oporto, pero las tropas de Alfonso III y las del conde Hermenegildo Gutierrez lograron derrotar al emir y expulsaron a todos los musulmanes de la zona. Gracias a esto, tuvieron bastante tranquilidad para repoblar con gallegos Oporto, Coímbra, Braga, Viseo y otras poblaciones.
En los siguientes años, el enemigo a abatir fue el príncipe omeya al-Mundir, quien se dedicó a lanzar ataques constantes contra León, Astorga y el Bierzo. Alfonso III les derrotó en la Batalla de Polvoraria y capturó a al-Mundir. Su padre, el emir Mohamed tuvo que pagar mucha pasta para que se lo devolvieran.
Hubo unos pocos años de tregua, pero Mohamed decidió construir una flota enorme para atacar Galicia por mal. Sin embargo, una tormenta la destrozó entera. Luego ambos reyes tuvieron batallas por el centro de la península y finalmente, en el 884, firmaron de nuevo la paz.
En el año 901, un rebelde omeya de nombre Ibn al-Qitt fue proclamado mahdi, que dentro del chiismo viene a ser como un mesías que traería paz y justicia, algo así. El caso es que este al-Qitt declaró la yihad a Zamora y todos sus seguidores se pusieron a asediar sus murallas. Las tropas de Alfonso III fueron para allá y lograron impedir que la tomaran. Sin embargo, aquella batalla fue tan sangrienta y hubo tantos muertos por ambos lados, que se llama a ese hecho como el Día de Zamora o la Jornada del Foso de Zamora.
Gracias a sus éxitos militares, Alfonso III mandó forjar la Cruz de la Victoria, que se convirtió desde entonces en el símbolo de Asturias. También destaca la Caja de las Ágatas, y son famosas algunas de sus iglesias, como la Iglesia de San Salvador de Valdediós y la Abadía de San Adriano de Tuñón, en Asturias. También en esos años se escribió la Crónica Albeldense, que resume la historia de Roma y de Hispania hasta aquel momento.
Los últimos diez años del reinado de Alfonso III fueron bastante caóticos. Se alió con el reino pamplonés para luchar contra el Banu Qasi Mohamed ibn Lope, pero lo que más ilu le hacía era intentar reconquistar Toledo, la antigua capital visigoda. Fue para allá en el 906, pero fue imposible porque se enteró de que su hijo García I quería arrebatarle el trono. El rey fue poco a poco perdiendo terreno, y en una parada en Zamora, en el año 910, acabó muriendo. El extenso Reino de Asturias que consolidó acabaría desapareciendo al repartirlo entre sus tres hijos. Uno de ellos, García I, trasladó la capital a León, siendo ese el origen del Reino de León. Pero eso lo veremos más adelante.
DE LA MARCA HISPÁNICA AL REINO DE PAMPLONA Y LOS CONDADOS CATALANES (795-1004)
Pasemos ahora a la historia de la parte noreste de la península ibérica. Desde la invasión omeya, lo que hoy es Navarra, Aragón y Cataluña pasó a formar parte del Valiato primero y después del Emirato de Córdoba.
Al norte estaban los francos carolingios, y es especialmente importante el rey Carlomagno. En el 778 trató de conquistar Zaragoza, pero no pudo, y destruyó Pamplona. Por el camino de vuelta, fue emboscado por los vascones y tuvo lugar la Batalla de Roncesvalles.
Carlomagno huyó, pero volvería poco después. En una nueva campaña, Carlomagno logró tomar Gerona en el año 785, y en el 801, su hijo Ludovico Pío, se hizo con el control de Barcelona, arrebatándosela primero a Sadun y después a Harun. En el 810, los Pirineos medios cayeron bajo su control, y finalmente, en el 812, cayó lo que hoy es Navarra, incluida su capital, Pamplona.
Todas estas conquistas francas enmarcadas en la Cordillera de los Pirineos se convirtieron en una zona colchón a la que llamaron Marca Hispánica. Era una especie de provincia defensiva de los francos. Su organización es un poco caótica, pero la marca se dividió en pequeños condaditos dependientes del monarca carolingio de turno. Al frente de estos condaditos estarían condes francos o autóctonos, pero su puesto no sería hereditario, al menos de momento.
Los más importantes fueron el condado de Pamplona, el condado de Jaca o de Aragón, los condaditos de Sobrarbe y Ribagorza, el condado de Urgel, el de Cerdaña, el de Rosellón, el de Osona, el de Gerona, y el condado de Barcelona. A estos últimos se les suele denominar en su conjunto como condados catalanes, porque luego formarían Cataluña, aunque en esta época, el término “Cataluña” no existía. La 1ª vez que aparece el término “Catalania” fue en un poema de 1117.
Bueno, pues desde la creación de la Marca Hispánica, vamos a tener a todos estos condes carolingios gobernando los diferentes condados de la actual Cataluña.
Vamos a detenernos en el Condado de Aragón, con capital en Jaca y que se extendía por el valle del río Aragón y el valle de Hecho. Allí vivían comunidades cristianas de pastores y cosas así, pero los francos impusieron al conde Aureolo. Este murió en el 809, y los musulmanes aprovecharon para tomar la región. Al año siguiente fue nombrado conde un tal Aznar I Galíndez, parece ser que oriundo de allí. Este crearía una dinastía que extendió su poder por los valles de Tena y Aurín.
Su yerno, García el Malo, lo expulsó tiempo después, en el 820, con la ayuda de su yerno Iñigo Arista, pero el condado fue recuperado por el hijo de Aznar: Galindo Aznárez I.
El condadito vecino de Sobrarbe parece que estaba dominado por musulmanes desde la ciudad de Boltaña, pero poco duraría su control. Cuenta la leyenda que, en el año 724, un tal García Jiménez se rebeló contra los musulmanes y vio una cruz roja encima de un árbol, y el nombre de Sobrarbe y su escudo saldría de ahí: sobre arbre, sobre árbol. Esto no tiene base alguna, pero la historia es curiosa.
Se piensa que quien dominaba este territorio era un tal Galindo Belascotenes, y su hijo sería García el Malo.
Y luego tenemos el otro condadito, Ribagorza. Parece que Aznar I Galíndez, 1º conde de Aragón, también tenía el control de Urgel y Cerdaña, y también Ribagorza y Pallars, al menos hasta el año 844.
Fue en el 872 cuando se creó una dinastía condal propia, siendo el 1º conde Ramón I de Pallars y Ribagorza, hijo del conde Lope de Bigorra.
En el futuro, la unión de estos condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza originarían el Reino de Aragón.
Ahora vamos a conocer el origen de Reino de Pamplona, en el futuro llamado Reino de Navarra. Como su propio nombre indica, fue un reino surgido en torno a la ciudad de Pamplona.
Para entenderlo todo bien tenemos que remontarnos al año 600. Parece que, por esa época, los francos merovingios crearon el Ducado de Vasconia o de Gascuña. Ocupaba casi la misma extensión que la provincia de Novempopulania, creada por Diocleciano, entre el río Garona y los Pirineos, y parece que fue un ducado pequeño que, como la Marca Hispánica, sirvió a los francos como estado tapón contra las tribus vasconas. Su primer duque fue Genial de Vasconia, aunque posiblemente su autoridad suprema sería el Ducado de Aquitania.
Allí vivían desde la antigüedad diversas tribus aquitanas, como los auscos, los tarbelos, los sibulates o los bigerriones. Parece que hablaban aquitano, que como dije, sería una lengua muy relacionada con el euskera antiguo, pero no hay nada seguro.
Ahora pasemos al siglo 8. Tras la movida de Roncesvalles, el emir Abderramán II empezó a incordiar mucho a los habitantes de Calahorra y Pamplona por el 781, y a pesar de la defensa de un tal Jimeno el Fuerte, los pamploneses acabaron aceptando vasallaje carolingio por el 812 a cambio de protección contra los musulmanes. Pamplona se convirtió en un pequeño condado gobernado por un tal Velasco el Gascón, que duró hasta el 816, cuando fue derrotado por el emir de Córdoba Al-Hakam I en la Batalla de Pancorbo.
Esta derrota provocó que los vascones pamploneses se rebelaran contra los francos, y fue en el año 824, cuando fue elegido como primer rey de Pamplona un tipo llamado Íñigo Arista, que al parecer había sido el 1º conde de Bigorra, condado pequeño dentro del Ducado de Vasconia. Bueno, en realidad parece que nunca se entituló como rey, sino como prínceps o caudillo, pero bueno. Este Iñigo tuvo el apoyo de los Banu Qasi, dinastía Muladí que gobernaban Tudela y la zona de la ribera del Ebro, y que eran familia suya. Fue medio hermano de Musa ibn Musa.
Ese mismo año, 824, tras la 2ª batalla de Roncesvalles, Iñigo Arista, aliado con García el Malo y Musa ibn Musa vencieron a las tropas de Ludovico Pío aliado con Aznar Galíndez.
Gracias a esta victoria, este primitivo Reino de Pamplona se separó definitivamente del Ducado de Vasconia y del poder franco. Este Ducado de Vasconia o de Gascuña parece que existió hasta el año 1063, cuando llegó Guillermo VIII de Aquitania y lo absorbió, y todo pasó a ser el Ducado de Aquitania.
A diferencia de este ducado franco, parece que el Reino de Pamplona tuvo origen vascón, quienes eran unas gentes muy rurales, pero a su vez, también parece que tuvo una base urbana heredera de la Hispania Romana. De hecho, en los textos no se habla en euskera antiguo sino en navarro-aragonés, una lengua mezcla del latín vulgar y lenguas autóctonas como íbero y seguramente parte de euskera antiguo.
Iñigo Arista pasó su última década de gobierno paralítico por una enfermedad, y fue sucedido en el 851 por su hijo García Íñiguez. Apoyó a Musa ibn Musa en el 843 en su insurrección contra Abderramán II y perdieron. Y en el 859, este García Iñiguez fue apresado por una expedición vikinga que llegó a la zona remontando el río Ebro y no le soltaron hasta que les pagaron 70.000 monedas de oro.
Al mismo tiempo, Musa ibn Musa había logrado grandes victorias contra los cristianos, especialmente contra los asturianos, y había ampliado bastante su territorio. Llegó a ser valí de toda la Marca Superior.
García Íñiguez empezó a tener su poder y terminó aliándose con Ordoño I de Asturias. Ambos dicidieron ir a por él cuando empezó a levantar la fortificación de Albelda, así que en el 859 ocurrió la 2ª Batalla de Albelda, donde los cristianos destruyeron su castillito y la familia de los Banu Qasi quedó basante tocada.
Sin embargo, al año siguiente, su hijo Fortún Garcés fue capturado y pasó 20 años en Córdoba, pero le trataron bien. En el año 882, García Iñiguez murió defendiendo el Castillo de Aibar, y fue sucedido por Fortún, que fue liberado. Parece ser que el tipo era bastante partidario de paz y amor con los Banu Qasi, mientras que la familia rival, la de los Jimeno, prefería una alianza con Alfonso III de Asturias y acelerar la Reconquista.
Pronto la poderosa familia Jimeno obligó a Fortún a que se retirara al monasterio de San Salvador de Leyre.
Así, en el 905, acabó la Dinastía Arista y comenzó la Dinastía Jimena, con Sancho Garcés I de Pamplona, que sí que podríamos considerar ya como rey. Se casó con Toda Aznárez, de la dinastía Arista y tía del emir Abderramán III. Resulta que la madre de Toda, Oneca, acabó casada con el emir Abdalá I, el abuelo de Abderramán III.
Del año 920 es famosa la Batalla de Valdejunquera, una victoria para el emir Abderramán III, aunque eso no impidió la expansión del reino.
En el 922, cuando murió el conde de Aragón Galindo II Aznárez, Sancho ocupó el condado, y casó a su hijo García con la hija del conde, Andregoto Galíndez. Al año siguiente, cruzó el Ebro, y tomó Nájera y Calahorra, en lo que hoy es La Rioja.
Poco después, el emir logró destruir Pamplona. Es ahí cuando el reino cambió de capital y se trasladó a Nájera, y por eso se le suele llamar al reino como Reino de Pamplona-Nájera. La corte se instaló en el alcázar de esa ciudad.
Su sucesor fue su hijo García Sánchez I, aunque quien controlaba el cotarro era su madre Toda. Ella hizo que esta familia de los Jimeno se emparentase todo lo que pudo con miembros poderosos del Reino de León, el condado de Castilla y demás. Se metieron en bastantes disputas en esos reinos, pero eso lo contaré en el capítulo del Reino de León.
El sexto rey fue Sancho Garcés II. Este se tuvo que enfrentar al temible Almanzor, un fiero general musulmán a las órdenes del Califato de Córdoba. Parece que para que no le jodiera la vida más, en el 982, le entregó una hija suya, Urraca, como esposa, y juntos tuvieron a Abd al Rahman Sanchuelo. También se cuenta que más tarde le entregó a un hijo como esclavo.
Durante el breve reinado de su sucesor, García Sánchez II, las tropelías de Almanzor y del Califato siguieron, y Pamplona, en el 998, volvió otra vez a ser destruida. Harto ya de tanta mierda, García se alió con Alfonso V de León y otra gente y en la Batalla de Cervera del año 1000 los cristianos casi casi ganaron a Almanzor, pero finalmente perdieron. Justo ese año, el rey pamplonés murió.
Durante los siguientes 4 años hubo un interregno ya que su hijo Sancho Garcés III era menor de edad. Ya en 1004 fue nombrado rey con el nombre de Sancho III el Mayor, o el Grande, y se hizo tremendamente poderoso. Pero el tema es tan loco que lo dejo para un siguiente capítulo.
Ahora retrocedamos de nuevo al año 840, que tenemos que hablar de los Condados Catalanes. Ese año murió el hijo de Carlomagno, Ludovico Pío, y sus tres hijos se pelearon por el poder. No me voy a enrollar con esto, pero quien se hizo con el control de Frankia Occidental fue Carlos el Calvo.
Durante 4 años, un hispanogodo llamado Sunifredo I fue nombrado conde de Barcelona, Osona, Besalú, Gerona, Narbona y otros condaditos más por la Septimania. Tras él llegaron otros condes, pero lo importante ocurre en el año 878. Resulta que el hijo de este Sunifredo I también llegó a conde: Wifredo el Velloso. Al parecer le apodaron así porque era peludo de cojones.
Este Wifredo fue nombrado conde de Urgel y Cerdaña en el 870. Ese fue su primer cargo. Su hermano Miró parece que recibió Conflent. El conde de Barcelona, entre otros, era un tal Bernardo de Gothia, pero se rebeló contra el rey Carlos el Calvo, y Wifredo y su familia fueron a darle caza.
Gracias a que derrotaron a Bernardo, Wifredo recibió en el 878, el de Barcelona, el de Gerona y el de Besalú. Y más adelante recibiría Conflent.
Justo el año anterior ocurrió algo importante. El rey Carlos el Calvo firmó la Capitular de Quierzy (877). Se considera a este texto el origen del Feudalismo. La idea era regular la buena marcha del imperio, hacerlo todo más sencillo. Se estipuló que los cargos condales iban a ser hereditarios siempre y cuando se mantuvieran fieles a los reyes carolingios. Gracias a esto, Wifredo se convirtió en el último conde de Barcelona en ser designado por la monarquía franca y el primero en legar todo a sus hijos, creando la Casa condal de Barcelona. La residencia de estos condes estuvo en el Palacio Real Mayor de Barcelona, aunque lo que vemos ahora es una reconstrucción dos siglos posterior.
En los años siguientes, Wifredo llevó a cabo la repoblación de la plana de Vich, creándose así el condado de Osona, una extensa tierra de nadie situada entre los dominios carolingios y los musulmanes. Fue allí donde fundó algunos monasterios, como el Monasterio de Ripoll y el Monasterio de San Juan de las Abadesas. Aunque el Monasterio más importante fue el de San Cugat del Vallés, en Barcelona.
Este repoblamiento asustó a los Banu Qasi, quienes dominaban la ciudad de Lérida, y se fortificaron. Wifredo vio esto como una provocación y fue a atacarles, pero fracasó y muchos de sus soldados palmaron. Poco después, en el año 897, el gobernador de Lérida Lubb ibn Muhammad atacó Barcelona y durante el combate, Wifredo el Velloso la palmó.
Sus hijos Wifredo Borrell, Miró, Sunifredo y Suniario, o Suñer, se repartieron los condados. (Wilfredo y Suniario Barcelona, Gerona y Osona; Sunifredo, Urgel; y Miró, Cerdaña, Conflent y Berga). Sí, uno de los condados se llamaba Berga.
De Wifredo II Borrell hay poco que decir. Continuó con la labor repobladora de su padre y se dio de leches contra los musulmanes. Le sucedió su hermano menor, Suniario o Suñer I. Controló Barcelona, Gerona y Osona durante unos 30 años. Fue un conde bastante guerrero y se expandió un poco más al sur del río Llobregat, y empezó a repoblar esa zona, el Penedés.
En el 947 Suñer I se retiró y dejó el control de sus territorios a sus dos hijos: Borrel II y Miró I. Este cogobierno duró hasta el año 966, cuando Miró I la palmó.
Borrel II heredó el condado de Urgel, y se le considera más diplomático que guerrero. Intentó llevarse bien con sus vecinos, con francos y musulmanes. Sin embargo, en el 976, Hisham II llegó al trono del Califato, y él no quería buen rollo.
En el año 985, el condado de Barcelona fue atacado por Almanzor, uno de los generales musulmanes más destructivos del Califato de Córdoba. La ciudad fue saqueada e incendiada. El conde Borrel II tuvo que refugiarse en las montañas de Montserrat, y pidió al rey franco Lotario ayuda rápida porfaplis, porque la situación está muy jodida.
¿Pero qué pasó? Pues lo típico de los carolingios, que se estaban matando entre ellos. Lotario murió, su sucesor Luis el Holgazán también, y la dinastía carolingia se fue a la mierda y llegó al poder de Francia los Capeto entre varias revueltas. Es decir, que no estaban como pa ayudar a nadie.
Viendo la situación, en el año 988, Borrel II aprovechó y decidió romper lazos con los franchutes y dejar de prestarles juramento. Se dice que, a partir de aquí, el condado de Barcelona logró una independencia de facto de los franceses, que nunca fue reconocida. Bueno sí, en 1258 con el Tratado de Corbeil, pero en aquel entonces, el Principado de Cataluña ya estaba integrado dentro de la Corona de Aragón. De lo que no se libraron fue del control del arzobispado de Narbona, de influencia franca.