LA EXPANSIÓN DE ARAGÓN POR EL MEDITERRÁNEO (1276-1410)
Como ya vimos, Jaime I el Conquistador murió en el año 1276. Su hijo Jaime el Mallorquín fue nombrado rey de Mallorca, y con él se inició la línea de los reyes privativos de Mallorca. Es decir, eran reyes con mucho poder y cuyos hijos heredaban, pero estaban bajo el poder de la Corona de Aragón. Y al mando de esta Corona de Aragón iba a estar el primogénito del conquistador: Pedro III el Grande, que fue nombrado rey de Aragón, conde de Barcelona y rey de Valencia.
Pedro III el Grande dedicó la mayor parte de su reinado a la expansión de la Corona de Aragón ya no hacia el sur, sino por el Mediterráneo. Gracias al matrimonio con Constanza II de Sicilia, empezó a reclamar la corona del Reino de Sicilia. Y es que recordemos que, años atrás, Carlos I de Anjou, el hermano del rey francés, se apoderó de todo el sur italiano incluida Sicilia, y mató a su rey, el padre de Constanza, Manfredo I.
Pedro III estaba preparando una invasión a Túnez porque se le había antojado tratar de tomar parte del Norte de África, pero justo entonces ocurrieron las Vísperas Sicilianas, en 1282. Se trató de una sublevación tochísima de la población de Palermo contra Carlos I de Anjou y los franceses en general. La tradición cuenta que el inicio de esta rebelión fue porque un grupo de soldados franceses empezaron a molestar a una chica y su novio se lio a cuchilladas y la cosa fue escalando hasta acabar en el rey angevino teniendo que salir del país por patas.
Realmente no se sabe si esto es cierto, pero el caso es que estos sicilianos rebeldes enviaron una embajada a Pedro III de Aragón ofreciendo la corona de Sicilia a él y a su esposa, la legítima heredera. Por esto, Pedro III cambió el rumbo de su flota y llegó a Sicilia, donde fue coronado rey de Sicilia en la ciudad de Palermo ese mismo año, 1282. Así, Sicilia pasó a formar parte de la Corona de Aragón, y así se quedaría hasta 1713. Que son 430 años.
El reino de Carlos I de Anjou se dividió entre Sicilia, en poder de Aragón, y el Reino de Nápoles. Aunque no lo había perdido todo, no iba a rendirse. Por ello, mandó a sus tropas acampadas en Mesina contra el aragonés. En la Batalla nava de Nicótera, la flota angevina fue destrozada por la aragonesa liderada por el almirante Roger de Lauria. En esta batalla, su hijo y heredero, Carlos II de Anjou el Cojo, fue capturado y encerrado en Sicilia.
El papa Martín IV, aliado de los Anjou, excomulgó a Pedro III y le depuso como rey de Aragón. Este papa ofreció la corona aragonesa al segundo hijo del rey de Francia, Carlos de Valois, y declaró una cruzada contra Aragón. Esta guerra duró entre 1284 y 1286, y los franceses intentaron invadir Aragón por los Pirineos.
En 1285, el rey de Francia Felipe III el Atrevido conquistó Gerona, aunque tuvo que retirarse pronto por la llegada de la flota aragonesa al mando de Roger de Lauria. Esta flota destrozó a la francesa en las islas Formigues. Mientras tanto, las tropas de tierra lograban una gran victoria contra los franceses en el Barranco de las Panizas. Los franceses no sólo se retiraron, sino que su monarca murió de camino debido a una epidemia de peste entre sus tropas.
Pedro III había ganado, pero estaba enfadado con su hermano Jaime II de Mallorca y su sobrino Sancho IV de Castilla, quienes no le había ayudado una mierda. De hecho, parece que Jaime el Mallorquín había conspirado con los franceses, y fue tachado de traidor. Por ello, Pedro III envió a su hijo Alfonso el Franco a por él a Mallorca. Así pues, el hijo comenzó la conquista de Ibiza primero, y del Reino de Mallorca después.
Justo cuando Alfonso terminó de conquistar Mallorca y de haberlo convertido en un reino tributario, le llegó la noticia de que su padre, el rey de Aragón, había muerto de una enfermedad pulmonar. Era 1285, y ese mismo año Alfonso fue coronado en Zaragoza como Alfonso III el Franco. Su hermano, Jaime el Justo, fue nombrado rey de Sicilia.
Por cierto, otro que justo murió ese año fue Carlos I de Anjou, y su hijo Carlos II el Cojo fue nombrado rey de Nápoles, aunque siguió preso 4 años más y Nápoles fue gobernado por el regente Roberto de Artois.
Ahora Alfonso III preparó una expedición para conquistar la isla de Menorca, gobernada en aquel entonces por un almojarife, o reyezuelo almohade de nombre Abu Umar. Si bien era vasallo, parece que estaba conspirando con Túnez y dando refugio a piratas que entorpecían el comercio, así que había que acabar con él.
El 17 de enero de 1287, las tropas cristianas desembarcaron en Mahón, día que se convirtió en el Día de Menorca. Por cierto, el nombre de la salsa Mahonesa viene de esta ciudad de Mahon.
Bueno, volviendo a la historia, las batallas se sucedieron y los musulmanes terminaron atrincherándose en el Castillo de Sent Agáyz, o Santa Águeda, donde se rindieron. Ahora los habitantes de la isla pasaron a ser siervos del rey aragonés y algunos fueron vendidos como esclavos en mercados del Norte de África. Luego la isla fue repoblada con catalanes, aragoneses y valencianos. Sobre la antigua mezquita, Alfonso III ordenó construir la Iglesia-Catedral de Santa María de Ciudadela, de estilo gótico.
En 1286, Alfonso III tuvo una rebelión de la nobleza aragonesa que se coaligaron en la Unión de Aragón e invadieron Valencia. Resulta que se sentían desplazados por la ambición mediterránea del monarca, donde no podrían pillar tierras nuevas y cercanas. Para contentarles, al año siguiente, el rey les concedió el Privilegio General de la Unión, por el cual daba más privilegios a estos nobles y no podría actuar contra ellos sin permiso de las Cortes y del Justicia. El Justicia de Aragón fue un cargo judicial que se encargaba de dirimir los conflictos entre el rey y la nobleza. Tras el rey, este Justiciazgo fue la institución más importante y prestigiosa de la Corona.
En 1288, Alfonso III fue contra Sancho IV de Castilla por, al igual que su tío, no prestar ayuda a su padre. Para joder al castellano, nombró rey de Castilla y León a Alfonso de la Cerda, un tipo que se disputaba el poder con Sancho. Le coronó en una ceremonia en Jaca y éste le prometió que le regalaría Murcia, pero como no ganó, pues nunca se cumplió. En los años siguientes hubo batallas fronterizas entre ambos reinos, pero sin importancia.
En 1289, Alfonso III dejó en libertad a Carlos II de Anjou el Cojo y se firmó el Tratado de Tarascón, de 1291, que levantó la excomunión del rey aragonés y se reconocían los derechos de la corona sobre Mallorca. Sin embargo, Alfonso III debía renunciar al Reino de Sicilia y hacer que su hermano Jaime el Justo también renunciara a ella. Alfonso hizo caso al papa, pero su hermano se agarró al trono siciliano como una lapa, y por ello ambos hermanos entraron en guerra. El destino hizo que Alfonso III muriese de pronto en 1291 y no hubo guerra.
El trono de Aragón fue a parar a este hermano, Jaime II el Justo, rey de Sicilia, pero para aceptar el cargo tuvo que renunciar a la isla como decía el papa. Así tuvo lugar la Paz de Anagni, de 1295, entre Francia, Aragón, Nápoles y la Santa Sede. En este acuerdo, Jaime II el Justo restituía a su tío Jaime el Mallorquín en Mallorca, y devolvía Sicilia al papa, que se lo iba a entregar a los angevinos, es decir, a los Anjou. A cambio se olvidó la excomunión, la cesión de Aragón a Francia y además, el papa le prometió un poco en secreto la cesión de las islas de Córcega y Cerdeña.
Y todo parecía bien, pero no. Los sicilianos no querían de nuevo a los Anjou en la isla y la volvieron a liar pardísima, y proclamaron rey al hermano pequeño de Jaime el Justo, Federico II. Jaime II tuvo entonces que confrontarle, pero hasta 1302 no hubo una paz definitiva. Esa fue la Paz de Caltabellotta, donde todos reconocieron a Federico II como rey de Sicilia, pero a su muerte iría a parar a las manos de los Anjou. Algo que… no ocurriría.
Podemos detenernos un poquito en Mallorca. Ahora Jaime II de Mallorca volvía a reinar y allí se construyó el Palacio Real de la Almuidana. Fue un gran palacete construido sobre el antiguo alcázar musulmán de la ciudad de Palma de Mallorca.
En esta época vivió Ramón Llul, un filósofo, teólogo, poeta y misionero de Mallorca que tuvo importantes cargos en la corte real. Escribió un montón de obras y también se le atribuye la invención del nocturlabio, un instrumento de navegación usado de noche.
Además, en el año 1300, se fundó el Estudio General de Lérida, lo que en el futuro sería la Universidad de Lérida.
Jaime II, en el año 1296, empezó una invasión de Murcia aprovechando la minoría de edad de Fernando IV de Castilla y los conflictos entre sus regentes. La primera ciudad importante en caer fue Alicante, un importante puerto con la imponente Fortaleza de Santa Bárbara, castillo desde el cual se puede divisar toda la bahía.
Luego conquistó Elche, Orihuela, la ciudad de Murcia y finalmente Cartagena. La guerra de desgaste entre ambas potencias por el territorio duraría unos pocos años hasta que se vio la necesidad de firmar una paz.
Debido a la Sentencia Arbitral de Torrellas, de 1304, y el Tratado de Elche, de 1305, Jaime II el Justo firmó la paz con Castilla y le devolvió la mayor parte de Murcia, menos los territorios al norte del río Segura, y Alicante, Orihuela y Elche fueron integradas dentro del Reino de Valencia, y allí se quedarían.
Durante este tiempo, cada vez más campesinos migraban a estos nuevos territorios en busca de una vida mejor, lejos de los abusos de la clase nobiliaria, que les coaccionaban para conseguir su adscripción a la tierra para evitar fugas y tenerlos medio-esclavizados. En las grandes ciudades fue surgiendo el poderoso grupo de la Burguesía, que ya empezaba a tomar el control de muchos barrios y a, con el apoyo del rey, rivalizar con la nobleza.
En 1302, Carlos de Valois invadió Sicilia en apoyo a Carlos el Cojo y contra Federico II de Sicilia. Tras una breve guerra, Jaime II logró derrotarles y se acordó una tregua entre las partes. Con la ya mencionada Paz de Caltabellota, de 1302, Federico II fue reconocido como rey de Sicilia y a su muerte, el trono pasaría a los Anjou, y Jaime II se casó con Blanca de Anjou, hija de Carlos II de Anjou el Cojo.
Por cierto, en estos años, en 1307 concretamente, el rey de Francia Felipe IV el Hermoso, comenzó a perseguir a los caballeros de la Orden Templaria y quemó en la hoguera a su último maestre, Jacques de Molay. Esto es importante porque los reyes de Aragón siempre habían tenido muchísima amistad con estos templarios. Debido a una bula papal, Jaime el Justo se vio obligado a detener a todos los templarios de su reino y confiscar sus bienes, algo que, por otro lado, no le vino nada mal.
De todas formas, luego parece que los liberó, los indemnizó y permitió que alguno se integrase en la recién creada Orden de Montesa, a cuyos miembros este rey cedió el Castillo de Montesa, en Valencia.
Este es un buen momento para hablar de los Almogávares, unas tropas guerrilleras de infantería ligera originarias de la Corona de Aragón que destacaban por su aspecto andrajoso y que fueron muy bestias y muy salvajes. Estas tropas participaron en varios conflictos por el Mediterráneo. Por ejemplo, fueron enviados por Aragón a Sicilia durante las Vísperas Sicilianas, y también combatieron contra los invasores franceses. Sin embargo, los aragoneses acabaron muy hartos de ellos por todos los disturbios que provocaban, especialmente tras la paz, ya que se quedaron aburridos sin nada más que hacer saquear y liarla parda. Por ello, Jaime II y Federico II decidieron deshacerse de ellos mandándolos a una misión al Imperio Bizantino.
Resulta que el emperador bizantino Andrónico II necesitaba tropas para luchar contra los otomanos, así que los almogávares fueron para allá liderados por el antiguo templario Roger de Flor. Esta fue llamada la Gran Compañía Catalana de Oriente. A su llegada a Grecia combatieron contra genoveses, dejando 3000 muertos, y luego contra los turcos otomanos de Asia Menor, matando a más de 13.000. Esta gente tenía fama de no hacer prisioneros y arrasaban con todo. Una batalla a destacar fue la Batalla del Monte Tauro, que ocurrió en 1304. Su grito de guerra se hizo muy conocido: “Desperta Ferro”.
El emperador bizantino estuvo tan contento que incluso nombró césar, o sucesor, a Roger de Flor. Su hijo Miguel lo vio fatal, e invitó a Roger y sus almogávares a un banquete en Adrianópolis en 1305. Lo que pasa es que todo era una trampa, y unos mercenarios alanos provocaron una matanza, y Roger fue asesinado. Los almogávares supervivientes se enfadaron tanto que empezaron a arrasar pueblos y aldeas bizantinas sin ningún tipo de compasión. Luego también se cargaron a los mercenarios alanos.
Habiendo completado su venganza, los almogávares fueron contratados por Gualterio V de Brienne, Duque de Atenas, para luchar contra los griegos bizantinos. Pero tras un par de luchas, el duque se negó a pagarles y en la Batalla del río Cefiso, de 1311, tomaron el control del ducado en nombre del rey de Aragón, por lo que este Ducado de Atenas pasó a formar parte de la Corona, que fue ampliado poco después conquistando el Ducado de Neopatria, parte de Tesalia. Este control aragonés en Grecia duró hasta 1391, casi un siglo.
Pero bueno, volvamos a Aragón. En 1309, Aragón y Castilla se aliaron contra el Reino Nazarí de Granada porque Jaime II quería expandir la fe católica. Mientras Castilla atacaba Algeciras y Gibraltar, Jaime II hacía lo mismo con Ceuta y Almería. Toda aquella campaña fue un error y Aragón sufrió un batacazo tremendo, perdiendo cientos de soldados. Además, también luego murió su esposa Blanca y Jaime II se casó con María de Lusiñan, con la que se llevó como el culo. Y para complicar todo más, su primogénito Jaime iba a casarse con una hija del rey Fernando IV de Castilla pero después de la boda huyó con un caballo y se metió a monje.
Tras estos hechos, Jaime II estaba ya hasta la polla de todos, pero encontró el amor en una noble llamada Elisenda de Moncada. Ambos compartían el mismo fervor religioso y juntos fundaron el Monasterio de Pedralbes, situado en Barcelona y construido en estilo gótico.
Lo último que hizo Jaime II el Justo fue ordenar a su hijo Alfonso conquistar Cerdeña, cuya toma empezó en 1323 y duró dos años. La isla se la había cedido el papa, pero las repúblicas italianas de Pisa y Génova no lo vieron nada bien para sus intereses comerciales. Tras la Batalla de Lucocisterna, e 1324, los pisanos se rindieron y fueron capitulando ciudades como Cagliari. Los sardos aceptaron la dominación aragonesa, pero surgirían muchos problemas.
En 1327, Jaime II el Justo murió. Su segundo hijo Alfonso IV el Benigno reinó los siguientes 9 años. Se había casado con Teresa de Entenza, con quien tuvo a su sucesor Pedro el Ceremonioso, pero la mujer murió pronto. Por ello, en 1329 se casó con Leonor de Castilla, hija del rey Fernando IV, y a quien su hermano había dejado plantada en el altar para meterse a monje.
En estos años empezó una crisis aguda en Cataluña especialmente, debido a las malas cosechas y al bloqueo de la flota genovesa, enemistada con Aragón por haber conquistado Cerdeña, donde tenía intereses comerciales. Esto provocó una serie de hambrunas que afectó a la población catalana, tanto la rural como la urbana.
El Reino de Valencia, en cambio, empezó a ganar mucha relevancia. Los nobles valencianos estaban contentos con el Fuero de Aragón, pero el rey quería extender el Fuero de Valencia para todo el reino. En una actitud conciliadora, Alfonso IV implantó el Fuero de Valencia a todo el reino valenciano, pero los que no quisiesen renunciar al fuero aragonés podrían mantenerlo.
En estos años comenzó en Barcelona la construcción de una catedral gótica, la Catedral de la Santa Cruz y Santa Eulalia. Parece que el inicio fue en 1298, durante el reinado de Jaime II, aunque se cree que las obras se plantearon como una reforma de la antigua catedral románica.
En 1328 comenzó la construcción también en Barcelona de la Catedral de Santa María del Mar. Se cuenta que se acordó que el lugar sería propiedad de los feligreses de la zona del puerto y de la Ribera, ya que estos fueron los únicos responsables materiales del templo, pues sufragaron las obras con su dinero o con su trabajo. Y es que mientras que la catedral gótica fue asociada con la monarquía, la nobleza y el alto clero, esta otra iglesia fue construida por las clases más humildes, para ellos mismos.
En 1337, Federico II de Sicilia murió, y no respetó el acuerdo de Caltabellota por el que dejaba Sicilia a los Anjou, y su hijo Pedro II heredó el trono siciliano, pero no duró mucho. Los nobles no le soportaban y encima estaba venga a guerrear con Roberto I de Nápoles. Le sustituyó su hijito Luis I el Niño, que sólo tenía un año.
En Cerdaña se fundó la ciudad de Bonaire, pero los habitantes de la isla, los sardos, se rebelaron contra sus nuevos gobernantes con el apoyo de los genoveses. La guerra contra Génova se desarrolló entre 1329 y 1336, y Alfonso IV reprimió muy duramente a los sardos, llegando en muchos casos a expulsar a la población local para repoblarla con peña de su reino. En ese último año de guerra, 1336, Alfonso IV murió y se firmó una paz que dejó la situación igual que en la que estaba.
Ahora pasamos al reinado del famoso Pedro IV el Ceremonioso. Este reinó 51 años e hizo un montón de cosas. El chaval se crió en Zaragoza y en Ejea de los caballeros, y durante un tiempo fue lugarteniente, o virrey, del Reino de Aragón. Aunque al principio era más continentalista y proaragonista, cuando Pedro de Ribagorza ocupó la cancillería real, Pedro pasó a ser más proclive a los intereses mediterráneos, que beneficiaba a los catalanes.
Pedro IV estaba obsesionado con recuperar la integridad territorial de la Corona como en los tiempos de Jaime el Conquistador, e inició su reinado enfrentándose a su tío y cuñado Jaime III el Temerario rey de Mallorca. El aragonés invadió Mallorca y derrotó a las tropas de su pariente en Santa Ponsa, en 1343. Jaime III se rindió y fue desposeído del trono mallorquín, pero no pensaba dejar las cosas así. Mientras Pedro IV conquistaba Rosellón y Cerdaña en los Pirineos, también propiedad de Jaime, éste vendió el único territorio que le quedaba, Montpellier, al rey francés Felipe IV el Hermoso, y con la pasta que sacó, fue a reconquistar Mallorca. El nuevo choque entre Pedro IV y Jaime III tuvo su punto álgido en la Batalla de Llucmajor, de 1349, en la que Jaime III acabó sin cabeza por la espada de un almogavar. El Reino de Mallorca fue entonces incorporado definitivamente a la Corona de Aragón.
Fue en estos años cuando los almogávares tenían el dominio de Atenas y de Neopatria, aunque pronto fueron perdiendo bastante territorio. Se cuenta que Pedro IV mandó que en la Acrópolis de Atenas quedara una guardia permanente aragonesa compuesta por 11 ballesteros.
Ahora llegamos al año 1347. Pedro IV, al no tener hijos varones, decidió nombrar heredera a su hija Constanza, pero las leyes de la corona excluían a las mujeres de la sucesión. El hermano del rey, Jaime, ambicionaba el trono, y esto le venía de culo. Por ello se alió con la Unión de Aragón y también con la Unión de Valencia, nobles rebeldes, en resumen, y se lio parda en el reino. El rey y su hermano casi casi llegaron a luchar en combate singular, pero la cosa se fue calmando y Pedro IV reculó la decisión de Constanza.
Ese mismo año, Pedro IV se casó en terceras nupcias con Leonor de Portugal, y este Jaime asistió a la boda, pero al día siguiente murió en extrañas circunstancias. ¿Lo envenenaron? Posiblemente.
Otra teoría dice que murió de Peste Negra, una muy peligrosa enfermedad que comenzó a asolar Europa en ese año, siendo la Corona de Aragón uno de los lugares más afectados, especialmente la zona de Cataluña, por la crisis mencionada anteriormente. Las víctimas por esta enfermedad se contaron a millares en este territorio, y fue necesaria una labor de repoblación desde otros lugares de la península para que todo volviera a la normalidad; muchos de ellos castellanos, de ahí que la lengua castellana empezara a penetrar en la Corona Aragonesa. Si queréis los detalles más escabrosos y chungos de esta peste negra, os recomiendo ver el vídeo que le dediqué.
Bueno, pues ahora el medio hermano del rey, Fernando, también quería ser el heredero. Pedro le dijo que “ok”, pero luego pilló un ejército y se lio a matar unionistas aragoneses y demás. Los unionistas valencianos capturados fueron los peor parados. Se cuenta que el líder, el capitoste Juan Sala, fue arrastrado por las calles de Valencia con manos y lengua cortada y luego le dieron a beber cobre fundido. Tras estos hechos, nació el infante Juan el Cazador, por fin un heredero. Y luego tuvo a Martín el Humano.
Año 1351, Aragón declaró la guerra a Génova por lo de siempre, promover revueltas en Cerdeña. Aunque lograron expulsarles de la isla, las revueltas anti-catalanas de los sardos continuarían durante muchísimos años como un constante dolor de cabeza para Pedro IV.
Entre los años 1356 y 1369 tuvo lugar la Guerra Castellano-Aragonesa, mejor conocida como la Guerra de los 2 Pedros, pues enfrentó a este Pedro IV de Aragón con el rey castellano Pedro I el Cruel. Fue un conflicto intermitente encuadrado en otras dos guerras importantes: la Guerra Civil Castellana (1351-1369) y la Guerra de los Cien Años (1337-1453).
¿Cómo empezó esta Guerra de los dos Pedros? Los detalles no se conocen bien, pero se cuenta que en el puerto castellano de Sanlúcar de Barrameda un barco aragonés atacó a uno genovés, siendo estos aliados de Castilla. Parece que esto sirvió como excusa para que Pedro I el Cruel les declarara la guerra, pues ansiaba recuperar los territorios perdidos de Alicante.
Fue una guerra de 13 años con muchos tiros y aflojas y sobre todo muchas guarradas, como tratados incumplidos, mutilaciones de miembros a soldados heridos, quema de cosechas… De 1359 destaca el asedio marítimo de Pedro el Cruel a Barcelona, aunque el Ceremonioso logró solventar la situación gracias a las poderosas bombardas que se agenció. La guerra acabó en 1369, con el asesinato de Pedro I por su medio hermano y rival Enrique de Trastámara. Este Enrique y Pedro IV firmaron la paz entre ambas coronas y el primero casó a su hijo Juan con la hija de Pedro IV, Leonor. Matrimonio que tendrá bastante importancia, pues ambos tendrían un hijo llamado Fernando de Antequera. Ya llegaremos a eso.
Durante este conflicto, el rey gastó mucho dinero, lo que no gustó a la nobleza, y por eso las Cortes de Barcelona instituyeron en 1359 la Diputación del General del Principado de Cataluña, mejor conocido como la Generalitat, una institución compuesta por 12 diputados que se dedicaban a recaudar los impuestos que las Cortes otorgaban al rey y controlaban las cuentas del reino. Berenguer de Cruïlles, obispo de Gerona y tío del rey, es considerado el primer presidente de esta diputación.
Aparte de su fama de impulsivo y violento, Pedro el Ceremonioso fue llamado así porque estaba todo el rato en este plan.
Fue un hombre culto y patrocinó arte y literatura. Terminó de financiar la Iglesia de Santa María del Mar de Barcelona, fortificó el monasterio de Poblet, que se convirtió en el panteón real, y mil cosas más.
Amplió los astilleros de esta ciudad, y se fueron desarrollando nuevos tipos de barcos. Destacan las galeras, con velas y remos, tampoco muy diferentes a los barcos de la antigüedad… pero destacan las Nao, sin remos y con tres mástiles, que evolucionaron de las cocas medievales.
Otras novedades fueron las monedas. Mientras en Castilla empezaban a dominar los reales o la dobla, en Aragón adoptaron los mancusos, los florines y ducados, monedas que imitaban a las de las repúblicas italianas.
También Pedro IV redactó la última de las 4 grandes crónicas medievales catalanas, tradujo obras de Maimónides y encargó al franciscano Francesc Eiximenis la redacción de Lo Crestiá, el cristiano, un importante tratado de teología.
Mientras tanto, el hijo menor del rey, Martín el Humano, se casó en 1372 con María de Luna, y tuvieron varios hijos, entre ellos Martín el Joven. Este Martín se casó con la Reina de Sicilia María de Sicilia en 1390, y gracias a ello, Martín el Joven fue coronado rey de Sicilia.
En 1378 ocurrió un hecho importantísimo en la historia de Europa y del cristianismo: el Cisma de Occidente, que dividió a la Iglesia Católica en dos. Por un lado, estaban los papas de Roma, apoyados por los Anjou, y por otro los antipapas de Aviñón, apoyados por la Corona de Aragón. Este conflicto duraría los siguientes 40 años.
Pedro IV el Ceremonioso murió en Barcelona en 1387 abandonado por todos, y fue sucedido por su hijo Juan I El Cazador. Este no (rey), este. El chaval llevó el título de Duque o Príncipe de Gerona, que a partir de él sería el título del heredero a la Corona de Aragón.
Este rey es conocido por estar muy interesado en la cultura, las artes y por el Humanismo que ya empezaba a respirarse en Italia y que desembocaría tiempo después en el Renacimiento. En 1393 instituyó los Juegos Florales en Barcelona, que era como un concurso de trovadores y poetas. Lo adaptaron de Toulouse y éstos lo adaptaron de una antigua celebración romana.
Pero a pesar de ser un hombre de cultura, su reinado fue bastante desastre y un caos financiero tremendo, con corrupción por todas partes. Como gobernar no le interesaba lo más mínimo, mientras él se iba de caza, de ahí su apodo, dejó la tarea de gobernar a su esposa Violante de Bar.
Fijaos el punto de desmadre que Juan I tuvo que empezar a vender castillos para poder llenar un poquito las arcas. Intentó que las Cortes de Aragón le dejaran algo de pasta, pero la Diputación del General le dijeron que ni de coña porque se lo gastaba todo en sus fiestas cortesanas y en sus mierdas. Juan I entonces tuvo que pedir préstamos a banqueros de Florencia, lo cual terminó por causar la ruina económica en la Corona de Aragón.
En 1391, toda esta pobreza fue el catalizador para persecuciones de judíos muy violentas por Cataluña, Valencia y Baleares, los llamados pogromos.
Otro de los errores de Juan I el Cazador fue abandonar la neutralidad en el tema del Cisma de Occidente y posicionarse a favor del antipapa Benedicto XIII, mejor conocido como el papa Luna o Pedro de Luna, que era aragonés. Por cierto, la expresión de “mantenerse en sus 13” viene de este tipo, que resistió tenazmente contra sus enemigos.
En 1396, Juan I se cayó de su caballo durante una cacería y se quedó moñeco. Corren rumores de que pudo haber sido asesinado, pero no se sabe. Al no tener descendientes masculinos, fue sucedido por su hermano Martín I el Humano, de 42 años de edad. Fue llamado así porque también tuvo mucho interés por las Humanidades y la literatura. Se dice que tuvo una biblioteca enorme, heredada en gran medida por su hermano.
Martín I estaba casado con María de Luna, siendo los Luna una familia noble muy rica de Aragón. Ambos vivían en el Reino de Sicilia, tratando de apaciguar ese territorio para su hijito Martín el Joven, quien estaba casado con la Reina de Silicia, María de Sicilia.
Cuando se enteró de la muerte de su hermano, Martín el Humano envió a María de Luna a la península para que, con un consejo de regencia, gobernara hasta su llegada. Y cuando llegó se encontró un panorama algo caótico.
En Aragón, los Luna peleaban contra los Urrea; en Valencia se enfrentaban las familias de los Soler, los Vilaregut y los Cetelles. Y en Cataluña también había movida esporádicamente. Estas guerras entre familias se conocieron como banderías, y el carácter irresoluto de Martín el Humano poco hizo para pacificarlas. La que tenía bastante carácter y firmeza era María de Luna, pero la pobre murió en 1406 y Martín el Humano se quedó muy solo y muy jodido.
Martín I el Humano se dedicó a apoyar al antipapa Benedicto XIII, también conocido como el Papa Luna. De hecho, en 1403, le rescató de un asedio que le hicieron y le acogió en Peñíscola, donde Martín tenía un castillito donde solía residir. Gracias a ello, obtuvo su apoyo en sus pretensiones sobre Sicilia en contra de los Anjou, quienes apoyaban al papa de Roma.
Y mientras tanto, en 1407, los sardos, instigados por los genoveses, volvían a revelarse contra el poder aragonés. Martín el Joven fue a por ellos sin esperar a su padre, y venció en la Batalla de Sanluri, de 1409, pero poco después enfermó de malaria y se fue al hoyo; según el mito por sus excesos sexuales con una lugareña sarda. Sea como fuere, con esto decimos adiós al único heredero de la Corona de Aragón.
Rápidamente, Martín I el Humano se casó con Margarita de Prades, boda que ofició el dominico valenciano Vicente Ferrer. Ah, bueno, y Martín I fue coronado también rey de Sicilia durante los siguientes dos años.
Y es que, en 1410, la mala suerte hizo que Martín muriese de pronto sin hijos y sin especificar un heredero claro, lo que abrió un problema sucesorio de primer nivel. Durante dos años hubo un interregno en el que hasta 6 pretendientes se disputaron el trono. El Compromiso de Caspe, de 1412, lo veremos en un siguiente capítulo sobre Aragón.
EL REINO NAZARÍ DE GRANADA (1238-1492)
El Reino Nazarí de Granada fue el último reino musulmán de la Península Ibérica, y duró 254 años en pie. Hasta la conquista de los Reyes Católicos en 1492, el mismo año de la llegada a América.
Esta historia empieza con un tipo llamado Muhammad ibn Nasar, también conocido como Alhamar, el Rojo, por el color de su barba. Pertenecía a la familia de los Banu Nasr (nasar), de ahí lo de Nazarí. Esta familia de origen árabe había vivido en la taifa de Zaragoza hasta 1118, cuando se produjo la conquista de Alfonso I de Aragón. Entonces huyeron de allí y se asentaron en una pequeña ciudad de lo que hoy es la provincia de Jaén: Arjona.
Hacia 1228 tenemos a Al-Ándalus dividido en los 3ºs reinos de taifas. De aquí destacan la extensa taifa de Murcia, dominada por Ibn Hud, y las taifas de Valencia y Niebla. Ibn Hud perdió apoyos y la población de Arjona se rebeló contra él y así, en 1232, nació esta nueva pequeña taifa con Alhamar como líder.
Entonces Alhamar logró tomar Guadix, Jerez de la Frontera, y hacia 1233 tomó Úbeda, Porcuna y Jaén, ciudad a la que trasladó la capital. Sin embargo, pronto tuvo que someterse a Ibn Hud, pero éste fue asesinado en 1237. Eso, unido a la expansión del rey Fernando III, le obligó a moverse más al sur. En 1238 tomó Almería, Málaga y Granada, y fue en esta ciudad donde se asentó definitivamente creando un nuevo reino: El Reino Nazarí de Granada.
El rey Fernando III logró conquistar Arjona en 1244, y dos años después cayó Jaén. Ambos monarcas firmaron el Pacto de Jaén, por el cual Granada se convirtió en vasallo de la Corona de Castilla y anualmente le entregaría 150.000 maravedíes, además de ayuda militar en las siguientes campañas.
También en este pacto, las fronteras del Reino de Granada quedaron delimitadas y cambiarían muy poquito en los siguientes dos siglos. La frontera entre ambos reinos fue conocida como la Banda Morisca o Frontera Granadina, y se extendía más de 1000 km.
Lo cierto es que la capital, Granada, era una ciudad bastante bien protegida por su orografía. Las montañas de Sierra Nevada actuaban como una barrena natural contra posibles asaltos, y fue una de las causas por las que este reino duró tanto tiempo.
Alhamar fue el primer sultán de este reino o sultanato con el nombre de Muhammad I. Pronto empezó a organizar una estructura estatal, pero primero necesitaba un palacio. Primero se instaló en el palacio local que había pertenecido al rey Badis ben Habús, el llamado Palacio Dar Al-Horra, y situado en el barrio del Albaicín.
Sin embargo, pronto se le quedó pequeño. Por ello decidió construir un gigantesco palacio sobre una fortaleza que ya dominaba una ciudad que estaba situada en el Monte de la Sabika. Esa fue la Alhambra de Granada, El Castillo Rojo, una enorme fortificación en lo alto de un cerro lleno de palacios, jardines, fuentes y estanques.
La antigua fortificación se transformó en la Alcazaba, donde encontramos la Plaza de Armas o la Torre de las Armas. A partir de esta alcazaba se desarrolla el recinto amurallado lleno de torres defensivas. Más adelante, en este recinto se construirán el Palacio de Comares y el Palacio de los Leones. Así como una mezquita, unos baños, una ceca, un barrio para los sirvientes, un cementerio real y varios talleres.
Al lado de La Alhambra encontramos El Generalife, una villa o almunia con jardines donde residían los sultanes de Granada durante el veranito. Su construcción comenzó en la ladera del Cerro del Sol durante el reinado de Muhammad II.
La estructura del reino se componía de un sultán, que era como el rey, y un hachib, que era su mano derecha o consejero. También estaba el cargo de visir, como un primer ministro, con poderes militares, políticos y administrativos. También existía la figura del secretario regio, que era como un jefe de la administración y de la burocracia. El cargo de wakil era una especie de tesorero real, que protegía el dinero y llevaba la contabilidad.
Luego había dos grupos de nobles. Los autóctonos eran antiguos terratenientes de la zona, que poseían extensos señoríos. Los foráneos, es decir, nobles huidos de zonas conquistadas por cristianos, tuvieron que integrarse dentro de la corte con diferentes empleos, o malvivir si no tenían suerte. Algunos acabaron enrolados en el ejército permanente, donde cobraban un salario regular. Había otro cuerpo de mercenarios que era solo temporal, donde podía alistarse cualquiera para una determinada campaña.
En cargos intermedios estaban los funcionarios y los alfaquíes, sabios de la ley musulmana, así como jueces y demás. Cada pueblo o ciudad tenía su cadí, o alcalde. La población llana se dedicaba mayormente a la agricultura, pero también mucho al comercio y a la artesanía. El barrio artesano por excelencia en la ciudad era el Albaicín, situado justo debajo de La Alhambra.
La economía se centraba sobre todo en la agricultura de hortalizas y frutas, azúcar y frutos secos. También había ganadería, pesca, cerámica artesanía textil de seda, extracción de recursos mineros y, por supuesto, comercio exterior. Sus barcos mercantes viajaban por puertos de Valencia, Cataluña, Mallorca, Norte de África, Génova y muchos otros lugares.
Los esclavos ocupaban el escalón más bajo de la sociedad, sobre todo si eran cristianos, y los castellanos crearon a los Alfaqueques, que eran mercenarios dentro de las órdenes religiosas cuyo trabajo era infiltrarse en el Reino Granadino para liberarlos.
El territorio del sultanato se dividió en tres coras o provincias. Una era la Cora de Takurunna, en lo que hoy es la provincia de Málaga; otra la Cora de Elvira, que coincide más o menos con la provincia de Granada; y finalmente estaría la Cora de Bayyana, que sería la provincia de Almería actual. A su vez, cada Cora se subdividía en distritos llamados Taha. A su vez, cada Taha se componía de una ciudad grande y de varias alquerías, es decir, pequeñas comunidades rurales.
En el año 1262, Muhammad I se alió con el rey castellano Alfonso X el Sabio para tomar la Taifa de Niebla, pero una vez tomada, Granada se convirtió en objetivo para los castellanos. Era el último territorio musulmán que quedaba por conquistar. Por ello, Muhammad I decidió empezar a entablar amistad con unas gentes que habían tomado gran parte de lo que hoy es Marruecos: los Benimerines.
En 1273, Muhammad I se desnucó al caerse de su caballo, y el nuevo sultán fue su hijo Muhammad II. El primer gran problema que tuvo que afrontar fue la sublevación de los gobernadores de Málaga y Guadix, de la familia Banu Asqilula, quienes se habían aliado con Alfonso X de Castilla. Alfonso necesitaba pasta para su Fecho del Imperio, y Muhammad II le untó bien de dineros a cambio de que dejara de apoyar a estos dos gobernadores. Sin embargo, Alfonso X le tongó. Aunque el nazarí le pagó, el castellano no cumplió su palabra.
Por esta traición, Muhammad II les dijo a los benimerines que atacaran sin compasión. Estos entraron en la península ibérica en el año 1275, al mando de su emir Abu Yusuf Yacub. Se asentaron en Algeciras y Tarifa, plazas cedidas por Muhammad II. Abu Yusuf logró volver a hacer amigos a Muhammad II y los Banu Asqilula y todos juntos atacaron a Castilla. Su primera gran victoria tuvo lugar en Écija, en 1276.
Sin embargo, la cosa cambió en 1278. Al morir el gobernador de Málaga, éste cedió la ciudad a los benimerines. Muhammad II se enfadó y se alió con Alfonso X para reconquistarla, la cual tomó al año siguiente. Y justo después de lograrlo, traicionó al castellano para volverse a pasar al lado de los benimerines.
En 1284 murió Alfonso X el Sabio, y Muhammad II aprovechó para acabar definitivamente con los Banu Asqilula, quienes conservaban las plazas de Comares, la cual recuperó pronto, y Guadix, que se resistió. Para tomar esta última pidió ayuda a los benimerines, pero en 1286, Abu Yaqub murió y estos benimerines decidieron centrarse más en el Magreb, que tenían algunas rebeliones internas.
Por esto, Muhammad II les exigió la entrega de las plazas cedidas en la península: Algeciras, Tarifa y Ronda, y los benimerines respondieron “Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita”, y volvieron las hostias.
Así, en 1292, Algeciras y Tarifa fueron tomadas por los castellanos, y Guadix y Ronda acabaron en manos nazaríes. Muhammad II les dijo a los castellanos: “oye, ¿nos devolvéis Algeciras y Tarifa?” y los castellanos dijeron: “nooo”. Así que el nazarí volvió a aliarse con los benimerines y aquí se produjo el famoso asedio de Tarifa, con el apoyo de rebeldes castellanos, y con la defensa de Guzmán el Bueno y el asesinato de su hijo por el infante Juan. Si queréis conocer esta historia en detalle, echadle un ojo al capítulo de Castilla.
En definitiva, el asedio fue un fracaso y los benimerines se retiraron de la península y en 1295 cedieron todas sus plazas a los nazaríes.
A partir de entonces, Muhammad II se dedicó a consolidar su reino, aprovechando las luchas internas de Castilla. Cuando murió en 1302 fue sucedido por su hijo Muhammad III el Depuesto.
En estos años, los nazaríes se aliaron con Aragón y trataron de conquistar plazas a los castellanos, como Quesada o Bedmar, en Jaén. Luego también Muhammad pactó un vasallaje al rey castellano Fernando IV, lo que provocó las protestas de la nobleza nazarí.
El sultán también envió tropas al Norte de África para ayudar a los benimerines en sus luchas dinásticas internas, pero les traicionó, se alió con sus enemigos, el Sultanato ziyánida de Tremecén, y se apoderó de la ciudad de Ceuta. Este éxito militar fue posible gracias al caudillo Abu Said Faray, de la familia de los nazaríes y que era un tipo muy poderoso en el Reino de Granada.
Muhammad III cabreó a todo dios: benimerines y aragoneses se aliaron, y luego se unieron los castellanos y parte de la nobleza nazarí. El hermano del sultán, Nasar, conspiró contra él y provocó su abdicación y destierro en 1309. Esto de las conspiraciones y conjuras palaciegas va a ser una constante demasiado habitual en este sultanato, y terminaría destruyendo el reino.
Nasar no duró mucho en el trono. Ceuta fue recuperada por los benimerines y los castellanos iniciaron el asedio de Algeciras de 1309, mientras los aragoneses de Jaime II el Justo sitiaban la ciudad de Almería. Una liada impresionante. Tras batallas y pactos varios, finalmente los aragoneses se retiraron y los castellanos dejaron Algeciras, pero tomaron Gibraltar.
Nasar se dio cuenta tarde de que sus mayores enemigos estaban en casa. Los nobles nazaríes contrarios a su gobierno se alzaron contra él y, tras la Batalla de Archidona de 1314, le echaron del poder para poner a Ismaíl I, un primo de la familia, hijo de Abu Said Faray, que ya dije que era un tipo poderoso.
De este Ismaíl se dice que era un musulmán muy estricto, y que prohibió todo consumo de alcohol y las actuaciones de cantantes y bailarinas esclavas en las reuniones de varones. También obligó a los judíos a llevar un distintivo y les subió mucho los impuestos.
El expulsado Nasar se atrincheró en la ciudad de Guadix y provocó rebeliones. Ismaíl I luchó contra él con ayuda de los castellanos. Aunque pronto, por una bula papal turboreconquistadora, cambiaron de bando y fueron a conquistar el Reino Nazarí de Granada.
¿Lo conseguirían? Definitivamente no, pues en 1319 ocurrió el Desastre de la Vega de Granada, donde, durante un combate con el general granadino Ozmín, el infante Pedro de cayó del caballo y murió y al infante Juan el de Tarifa le dio un chungazo y otro al hoyo. Y luego, Nasar murió en 1322 sin herederos, y se acabaron los problemas.
Los siguientes años fueron de paz y tranquilidad relativa. Hubo algunas batallas, donde estos nazaríes usaron cañones, un invento que poco a poco iba petándolo en Europa. Pero todo se fue a la mierda en 1325, cuando Ismaíl I fue asesinado violentamente en su palacio de la Alhambra.
Su hijo Muhammad IV fue el nuevo sultán, pero era menor de edad, y tuvo varios regentes. Justo en esa época, Don Juan Manuel, nieto de Fernando III y literato famoso, había sido nombrado Adelantado mayor de la frontera de Andalucía, y empezó a atacar a los nazaríes. Las tropas castellanas destrozaron a las del general Ozmín en la Batalla de Guadalhorce, de 1326. Una nueva derrota ocurrió en la Batalla de Teba, en 1330.
Desesperado, el pequeño sultán pidió ayuda a los Benimerines, y el emir Abu al-Hasan Alí fue a la península y tomó Algeciras y Gibraltar en 1333. Sin embargo, Muhammad IV fue asesinado por su hermano Yusuf I, quien se apoderó del trono. Y con este rey y con el siguiente entramos en la mayor época de esplendor y apogeo de este Reino Nazarí de Granada.
Durante el mandato de Yusuf I, la guerra con castilla continuó. Es famosa la Batalla del Salado, del año 1340. Nazaríes y benimerines se enfrentaron contra los cristianos de Castilla, Portugal y Aragón. La derrota para el líder musulmán fue tremenda y los castellanos se pusieron finos tomando plazas. La más importante cayó en 1344, y esa fue Algeciras, que fue tomada con un ejército compuesto por castellanos, navarros, franceses, ingleses y alemanes.
El siguiente objetivo para los cristianos fue Gibraltar, cuyo asedio comenzó en 1350. Sin embargo, no consiguieron tomarla debido a un aliado inesperado para Yusuf I: la peste negra, que mató al rey castellano Alfonso XI.
Los castellanos se retiraron de la zona y Yusuf I tuvo tiempo libre para centrarse en embellecer su reino. Su reinado es visto como uno de los de mayor esplendor del reino nazarí. Fue él quien terminó el Palacio de Comares, dentro de la Alhambra, que había sido iniciado por Ismaíl I. Una auténtica joya de la arquitectura andalusí. Allí también levantó la Puerta de la Justicia, la Torre de la Cautiva, el Oratorio del Partal y la Puerta de los Siete Suelos.
También inauguró la Madraza de Granada, la primera escuela islámica de la ciudad, donde se estudiaba teología, matemáticas y astronomía. Y finalmente, en Málaga, amplió y convirtió en alcázar el castillo de Gibralfaro.
Por razones desconocidas, Yusuf I fue asesinado, parece ser que por un esclavo negro mientras oraba en la mezquita aljama de la Alhambra en el año 1354. Su hijo Muhammad V el Viejo ocupó el trono del Reino de Granada durante los siguientes 40 años. Bueno, no es cierto del todo. Su hermano Ismaíl II conspiró contra él y le arrebató el poder durante año y medio, y Muhammad V tuvo que esconderse en Fez, en Marruecos. Uno de estos conspiradores, Muhammad VI el Bermejo, asesinó a Ismaíl II y fue coronado sultán durante unos 3 años.
Los rebeldes pro Muhammad V protestaron y se aliaron con el rey de Castilla Pedro I el Cruel. Entonces el Bermejo viajó a Sevilla para comprar a Pedro I con muchos regalos: 300 jinetes, joyas, diamantes, monedas de oro… ¿Y qué hizo Pedro el Cruel? Pues fiel a su apodo y a sus dotes diplomáticas, lo encarceló y luego le subió a un burro para asesinarle lanzándole una jabalina en el pecho.
Gracias a esto, en 1362, Muhammad V pudo volver a ser sultán del Reino Nazarí de Granada. Esta segunda parte de su reinado fue bastante pacífica. De hecho, se la considera la época más fructífera del reino nazarí, y se levantaron diferentes obras artísticas muy relevantes.
Sin duda, la más importante fue el Palacio y el Patio de los Leones de la Alhambra.
En la ciudad también construyó el Maristán Nazarí, un hospital benéfico. También el Corral del Carbón, que era una alhóndiga que servía como almacén y para el hospedaje de los comerciantes. Mientras tanto, en Málaga reformó las atarazanas para construirse una potente flota.
Por 1368, Muhammad V sometió Algeciras y en 1374 recuperó Gibraltar, que estaba ocupada por benimerines. También en 1384 tomó Ceuta, pero su control sólo duraría 4 años.
Su hijo Yusuf II fue coronado nuevo sultán en 1391, pero al año siguiente parece que su díscolo hijo lo envenenó y se coronó como Muhammad VII (7), despojando del trono a Yusuf III, quien era el heredero legítimo.
Durante sus 15 años de reinado estuvo a la gresca con Castilla, atacando Jaén y Murcia. El rey Enrique III estaba ya hasta los cojones y fue a por él. En la Batalla de los Collejares, de 1406, Muhammad VII recibió multitud de collejas, de ahí el nombre de la batalla. No, es broma, pero sí que fue una derrota muy severa, y el sultán se quedó con una reputación mínima. Por ello fue asesinado en 1408. Y con todo esto se acabó el esplendor del reino y comenzó un lento declive lleno de conspiraciones y asesinatos entre la familia real nazarí y la aristocracia granadina.
Ahora por fin, Yusuf III pudo reinar. Pero con toda la movida, los castellanos dirigidos por el regente Fernando de Antequera estaban a tope ganando terreno. Conquistaron Pruna, Zahara de la Sierra y finalmente, en 1410, se agenciaron Antequera.
Tras esto, Yusuf III tuvo que ir a por Gibraltar, invadido de nuevo por los benimerines. Yusuf III logró frenar a los benimerines y encarceló a Abu Said, hermano de Abu Said Uthman III, el emir benimerín. Lo tuvo encarcelado bastantes años como medida de protección para evitar más ataques.
Tiempo después, en 1420, cuando murió el emir benimerín, Abu Said fue liberado en Marruecos y le hicieron intervenir en las luchas dinásticas por el trono benimerín, lo que provocó que este emirato estuviera débil durante bastantes años y no tocara mucho los huevos.
Pero bueno, Yusuf III murió antes, en 1417, y aquí empieza una espiral de locura dentro del Reino Nazarí de Granada, donde diversos pretendientes van a intentar ser el nuevo sultán. Y cada uno va a durar muy poquito, recuperan el poder, y vuelven a durar otro poquito.
Desde 1417 a 1454 vamos a tener a Muhammad VIII el Pequeño (hijo del anterior) y a Muhammad IX el Zurdo dándose de leches y arrebatándose el poder hasta en tres ocasiones. Y también tenemos ahí por el medio a Yusuf IV, Yusuf V y a Muhammad X el Cojo.
De todo este caos es importante saber que una familia noble comenzó a ganar mucha importancia al obtener muchos puestos de poder. Esos fueron los Banu Sarrach, o Abencerrajes. Estos apoyaron los golpes de estado de Muhammad IX, y este tipo gobernó hasta en 4 ocasiones. Su familia rival sería la de los Zegríes. También estaban los Benegas, liderados por Ridwan Bannigas.
Estos apoyaron a Yusuf IV, nieto de Muhammad VI, y le coronaron sultán, pero duró un año y fue ejecutado por Muhammad IX el Zurdo.
La guerra civil en Granada se convirtió en una constante en esos años. El Zurdo combatió a su primo, Yusuf V, quien le echó del trono un año, porque enseguida se lo quitó Muhammad X el Cojo, y dos años después volvió El Zurdo, en 1447. Reinó 7 años y se metió en guerra contra Castilla, no le fue bien, y murió de muerte natural en 1454.
Entonces sería el turno de Abu Nasar Saad, mejor conocido como Ciriza. Era nieto de Yusuf II y reinó una década en dos periodos. Se tuvo que enfrentar con un rey rival: Muhammad XI el Chico. Fue derrocado y ejecutado rápido junto con toda su familia. Luego también mató a varios abencerrajes y estos huyeron a Málaga donde alzaron como sultán rival otra vez a Yusuf V, pero Ciriza lo asesinó pronto.
Mientras tanto, en 1462, los castellanos lograron tomar Gibraltar. Y meses después Archidona. Se iban poco a poco acercando, aprovechando la caótica situación de Granada.
En 1464, Ciriza fue derrocado por su hijo, Muley Hacén, quien estaba aliado con los abencerrajes. Con él, llegó un breve periodo de tranquilidad al Reino Nazarí.
De este Muley Hacén hay que saber que se casó con una muchacha llamada Aixa, y que tuvo tres hijos: Boabdil el Chico, Yusuf y Aixa. Aunque luego se casó con una esclava cristiana de nombre Isabel de Solís, a la que convirtió al islam con el nombre de Zoraida. Con ella tuvo otros dos hijos: Sair y Nair, a los que dejó quedarse en la corte real. Este hecho provocó muchos celos y tensiones entre su esposa Aixa y su hijo Boabdil.
En el año 1482 comenzó la Guerra de Granada entre este Muley Hacén y la Reina de Castilla Isabel la católica. Todo esto lo veremos más en detalle en el capítulo dedicado a Los Reyes Católicos, así que para no repetirme tanto, vamos a cortar aquí y seguimos con…
EL REINO DE NAVARRA: DINASTÍAS CAPETO Y EVREUX (1285-1464)
Como ya vimos en capítulos anteriores, el Reino de Navarra pasó a formar parte del Reino de Francia de la Dinastía Capeta tras la Guerra de la Navarrería de 1276. En esta guerra, el rey francés Felipe III conquistó este territorio y casó a la reina Juana I con su hijo Felipe IV el Hermoso. En 1285, este Felipe el Hermoso fue coronado rey de Francia y, por lo tanto, también rey de Navarra.
Felipe IV y Juana I reinaron Francia hasta 1305, y en estos años destaca la creación en París del Colegio de Navarra, un centro docente dentro de la universidad parisina para acoger estudiantes navarros. El palacete donde se instaló este centro estuvo activo hasta la Revolución Francesa.
De todas formas, los reyes Capeto que gobernaron también Navarra jamás residieron allí, y gobernaron este territorio a base de gobernadores y lugartenientes, muchas veces con plenos poderes, y muchas veces sin respetar los fueros del reino, lo que generó protestas ciudadanas.
En 1305, Juana murió, y Felipe IV pasó el mando de Navarra al hijo de ambos: Luis I de Navarra y X de Francia (a partir de 1314), también conocido como Luis el Obstinado. Durante su mandato construyó un castillo para la defensa de Pamplona, situado en la actual Plaza del Castillo.
En 1316, Luis murió y fue coronado rey un bebé llamado Juan I, que vivió 5 días solamente. Entonces llegó Felipe V de Francia y II de Navarra, hijo de Juana I y de Felipe IV y hermano de Luis el Obstinado. Cinco años después murió y fue coronado Carlos IV de Francia y I de Navarra. Reinó seis años, hasta 1328, y este fue el último rey de la Dinastía Capeto.
Y es que, al no haber tenido hijos, la rama Capeto se extinguió, y se planteó en Francia un problema sucesorio bastante gordo, que acabaría desencadenando la Guerra de los Cien Años, que si queréis saber qué pasó, os dejo este vídeo donde lo explico todo en detalle.
Ahora lo que nos interesa es saber qué pasaba en Navarra. Francia tenía la ley sálica, es decir, que las mujeres no podían gobernar. En Navarra esto no era así, por lo que una de las hijas de Luis el Obstinado, Juana II, fue coronada reina de Navarra en 1328 gracias al apoyo de la Junta de Infanzones de Obanos. Y aprovechando la situación en Francia, se desligó de este reino y volvió a ser independiente. Felipe VI, nuevo rey de Francia de la Dinastía Valois, permitió esto a cambio de los condados de Champaña y Brie.
Como Juana II estaba casada con el noble Felipe de Évreux, en Navarra nació una nueva dinastía, la de Evreux. Evreux es una localidad francesa situada en Normandía. De todas formas, ambos reyes tenían algunas posesiones en Francia y no vivieron casi nada en Navarra.
Durante estos años, Juana y Felipe mejoraron el Fuero General de Navarra con nuevas leyes y preceptos que buscaban consolidar el poder real frente a la nobleza. También algunas leyes favorecieron a la creciente burguesía urbana, incluyendo a sus delegados en las Cortes navarras. Estas cortes navarras empezaron a reunirse con mucha frecuencia en localidades como Olite, Tafalla, Estella… y en ella estaban representados los tres estados, es decir, la nobleza (como ricos-hombres con grandes patrimonios, caballeros e infanzones), luego estaba el clero, y finalmente representantes de villas importantes con fueros.
Finalmente, también se intentó poner orden en el reino contra las oleadas de robos que había en la época, y contra las persecuciones violentas de judíos.
Se crearon nuevos órganos de gobierno, como el Consejo Real, que colaboró con el rey en tareas legislativas y judiciales; y la Cámara de los Comptos, encargada de la recaudación de impuestos y de la Hacienda regia.
También se reformó la Colegiata de Santa María de Roncesvalles en un estilo puramente gótico. Además, también aparece el primer testimonio en la península del juego de palma, deporte al que parece que este rey era aficionado, y que es el antecedente del juego de pelota que a día de hoy se juega sobre todo en el País Vasco, con el nombre de pelota vasca. No se conoce bien su origen, pero al parecer era un deporte muy practicado en París y en Francia en general.
En el año 1343, Felipe de Evreux volvió a Navarra para ponerse al mando del ejército que iba a ir a Algeciras, a participar en la cruzada contra los benimerines. Sin embargo, durante el asedio, este rey perdió la vida, y Juana II gobernó los siguientes seis años en solitario. Y no fueron años tranquilos pues la Peste Negra causó muchísimos problemas en el reino, especialmente en las juderías navarras. Bueno, y es que la misma reina Juana murió por esta peste en 1349 en su castillo de Breval, cerca de París.
Su sucesor fue su hijo Carlos II el Malo. ¿Por qué se le apodó así? Porque reinado fue desastroso y se metió en unas movidas muy tochas. Hay que entender un poco el contexto. En la Guerra de los 100 años, Francia e Inglaterra se daban de leches, y los Valois sufrieron grandes derrotas, lo que causó mucho descontento popular. El ambicioso Carlos II de Navarra se aprovechó de la situación y comenzó a reclamar su derecho al trono francés. Y también trataba de recuperar los condados de Brie y Champaña.
Dejó a su hermano Luis gobernando Navarra mientras él pasó gran parte de su vida en Francia metido en intrigas políticas. El rey francés Juan II buscaba calmar su ambición y le dio la mano de su hija Juana de Valois, mientras su valido y condestable, Carlos de la Cerda, trataba de mantenerle fuera del consejo real. Enfadado y resentido, en 1354, Carlos II y su hermano Felipe de Navarra tendieron una emboscada a Carlos de la Cerda en una posada de Normandía y le asesinaron.
Juan II de Francia tuvo que firmar el Tratado de Mantes (1354) con Carlos II, por el cual, aunque el navarro renunciaba a algunos territorios cerca de París, recibiría varios territorios en Normandía y muchísimo dinero, convirtiéndose en prácticamente en el mandamás de Normandía.
De todas formas, Juan II sabía que Carlos II estaba negociando con los ingleses, sus enemigos, por lo que ordenó que le arrestaran en 1356. Pero su encarcelamiento no duró mucho, pues ese mismo año, durante una batalla en Poitiers con los ingleses, Juan II fue capturado.
Francia puso de regente al joven delfín Carlos, luego Carlos V, y durante una reunión con los Estados Generales, surgió un nuevo enemigo para el francés. Ese fue Etienne Marcel, líder de la burguesía y aliado de Carlos II de Navarra, al cual consiguió que liberasen. Juntos comenzaron una serie de revueltas contra el poder real francés.
Sin embargo, todos los planes de Carlos II relacionados con Francia acabaron en 1364. Ese año murió el rey Juan II de Francia y el delfín Carlos estaba a punto de ser coronado. Carlos II de Navarra trató de impedirlo, pero fue derrotado en la Batalla de Cocherel. El general al mando del ejército francés os sonará: Beltrán Duguesclín. Por el Tratado de Saint-Denis de 1365, Carlos II renunció a sus pretensiones sobre la corona de Francia y no le quedó otra que centrarse en sus asuntos en la península ibérica.
Allí, Carlos II apoyó al bando de Pedro I el Cruel y a los ingleses en la Guerra Civil Castellana contra su hermano bastardo Enrique II de Trastámara. A cambio de esta ayuda, Carlos II recibiría Guipúzcoa, pero nunca pasó. Cuando Enrique de Trastámara ganó la guerra, tomó represalias contra el navarro. Y mientras los castellanos atacaban Navarra, Carlos V de Francia iba tomando sus territorios en Normandía. El tipo se había ganado tantos enemigos que acabó completamente aislado y le estaban dando por todos lados.
El ejército castellano cercó Pamplona y Carlos II no tuvo más remedio que firmar el Tratado de Briones, de 1379, por el cual Castilla pudo retener durante la siguiente década un montón de importantes plazas navarras que había conquistado. Este conflicto entre Castilla y Navarra se solucionó mediante un matrimonio. Leonor de Trastámara, hija del rey Enrique II de Castilla, se casó con el hijo de Carlos II, el futuro Carlos III. Tras esto, Carlos II vivió los últimos 8 años de su reinado aislado y arruinado.
Por cierto, durante estos años destaca la Compañía Navarra o Compañía Blanca. Era un grupo de mercenarios navarros y de Gascuña que lucharon en el Reino de Albania en 1372. En 1378 lucharon en el Despotado de Morea, lo que viene a ser el Peloponeso, y allí estuvieron una temporada.
Carlos III el Noble comenzó a reinar Navarra en el año 1387. Este tipo fue todo lo contrario a su padre. Decidió pasar de temas expansionistas, llevarse bien con todos, no reclamar nada de Francia y a centrarse en Navarra. Fue un reinado muy pacífico.
Carlos III nació en Nantes y se educó en la corte francesa, y fue un rey muy célebre ya que fue muy impulsor de las artes, y levantó muchas iglesias, castillos y palacios. Entre las obras que encargó destaca la Catedral Gótica de Pamplona, el Palacio real de Tafalla, y el Palacio real de Olite, construido sobre una fortaleza existente y con un diseño aparentemente desordenado. Y esto es debido a las continuas ampliaciones y reformas que sufrió durante décadas. Este palacio real de Olite se convirtió en la sede real permanente de los reyes de Navarra. Allí Carlos III se rodeó de lujos, de arte, y organizaba unas fiestas de la leche.
También este rey creó la Orden de Caballería del Lebrel Blanco, un título meramente honorífico para algunos miembros más destacados de la nobleza.
Carlos III y Leonor de Trastámara tuvieron varias hijas y algún hijo. La heredera iba a ser su hija Juana, a la que casó con Juan I de Foix, siendo Foix este condadito de aquí. Y esta relación entre los navarros y los Foix será importante más adelante.
La siguiente hija, Blanca, es aún más importante. En 1402, Blanca se casó con Martín el Joven, hijo de Martín el Humano y rey de Sicilia y heredero de la Corona de Aragón. Sin embargo, el pobre murió pronto y Blanca quedó como vicaria de Sicilia. El problema fue que en 1413 su hermana mayor, Juana, murió, y ahora Blanca era la heredera, por lo que su padre ordenó que volviese a Navarra.
Una vez en casa, Blanca volvió a casarse a sus 35 años, esta vez con Juan de Aragón, o Juan Sin Fe, de 22, hijo de Fernando de Antequera, hermano de Alfonso V de Aragón y futuro rey de la Corona, que se enamoró de ella en su estancia en Sicilia.
En el año 1423, Carlos III instituyó el título de Príncipe de Viana, título que recibirían los herederos al trono navarro. El Principado de Viana sería un territorio navarro para el uso y disfrute de este heredero. El primero en tener este título fue su nieto, el hijo de Blanca y Juan de Aragón, Carlos, el príncipe de Viana, personaje que nunca llegó a ser rey pero que será importante luego.
Otra cosa que Carlos III hizo ese año, 1423, fue unificar los burgos de Pamplona bajo el llamado Privilegio de la Unión. Así, la Navarrería, San Nicolás y San Cernín se unieron en una sola ciudad, con un mismo alcalde y una misma enseña. Esa sería la actual ciudad de Pamplona. A partir de entonces se derribaron las murallas interiores de cada burgo y se empezaron a levantar nuevas murallas defensivas alrededor del lugar.
En el año 1425, Carlos III murió en su palacio de Olite. Su hija Blanca I de Navarra heredó el trono, y gobernó junto a su marido Juan de Aragón, o Juan Sin Fe, siendo este rey consorte, aunque debido a su fuerte carácter, acabaría imponiéndose.
En el año 1441 Blanca I de Navarra murió, y según las capitulaciones matrimoniales entre ella y Juan Sin Fe, quien debía ocupar el trono tras su muerte era el hijo de ambos: Carlos el Príncipe de Viana. Sin embargo, el ambicioso Juan sudó del tema y usurpó el trono navarro. Esto lo hizo interpretando una frase del testamento de Blanca que decía que Carlos sería rey con la bendición de su padre. Pues Juan no dio su bendición y Juan siguió como rey de Navarra.
En un principio Carlos lo aceptó porque no podía hacer otra cosa. Además, ejercía prácticamente de rey de Navarra pues su padre Juan Sin Fe estaba demasiado ocupado luchando en la Guerra Civil Castellana que duró de 1437 a 1445. Juan Sin Fe buscaba recuperar los territorios castellanos que el rey Juan de Castilla le había quitado a él y a sus hermanos. Sin embargo, salió totalmente derrotado tras la Batalla de Olmedo. Y encima, dos años después, Juan Sin Fe se casó con la noble Juana Enríquez, hija de un almirante castellano. Esta mujer era muy enérgica, y empezó a meter mucha mano en el poder de Aragón. Debido a esto, el enlace que fue visto por los partidarios de Carlos como una traición al testamento de Blanca. Por cierto, de esta unión nacería Fernando el Católico.
Carlos se enfadó mazo con su padre y le declaró la guerra, comenzando así la Guerra Civil de Navarra, que duró de 1451 a 1464. La Guerra Civil de Navarra fue una guerra larga, de 13 años, pero donde realmente hubo pocos enfrentamientos armados. Algún asedio de vez en cuando, alguna expedición, sabotajes… Ese tipo de cosas.
Carlos reclutó el apoyo del condestable castellano Álvaro de Luna y del conde de Lerín Luis de Beaumont, de ahí que su bando sea conocido como los beamonteses. Por su parte, Juan de Aragón fue apoyado por el bando nobiliario de los agramonteses.
¿De dónde vienen estos dos grupos de nobles? ¿Por qué se llevaban mal? Tenemos que entender que Navarra se dividía en dos regiones. El norte, la zona montañosa, el Baztán y la zona pirenaica, estaba habitada por gente dedicada al pastoreo y que hablaban en su mayoría euskera. Ahí se afianzaron los beamonteses, familia noble que descendían de Carlos de Beaumont, un primo de Carlos III.
Por otro lado, la zona sur, el Llano que se extendía hacia el Ebro (Tudela, Estella, Olite, Tafalla y demás) era una zona más rica dedicada a la agricultura. De aquí eran los agramonteses, y estaban más abiertos a influencias exteriores.
La primera gran batalla fue la Batalla de Aybar, de 1451. Fue una derrota para los beamonteses y Carlos de Viana y Luis de Beaumont fueron apresados, pero los beamonteses continuaron la guerra por su cuenta.
De todas formas, en 1453, padre e hijo llegaron a un pacto, y Carlos fue liberado a cambio de que dejase de reclamar la corona. Carlos le dijo: “claro, por supuesto”, pero en cuanto fue liberado… prosiguió con la guerra. Pero ahora ya no tenía la ayuda del castellano Álvaro de Luna porque Juan lo degolló.
Así, los beamonteses dirigidos ahora por Juan de Beaumont, iniciaron el sitio de Monreal, y Juan Sin Fe fue a por él. Sin embargo, la intervención del hermano de éste, el rey de Aragón Alfonso V el Magnánimo, calmó los ánimos y otra vez se acordó una paz en la Concordia de Valladolid de 1454.
Sin embargo, al año siguiente, los beamonteses volvieron a la carga y tomaron San Juan de Pie de Puerto. Juan, hasta la polla, tomó una decisión: desheredar al hijo y también a su hermana Blanca, que le apoyaba. Todo iría para la tercera hermana, Leonor, casada con Gastón IV de Foix.
Carlos fracasó en su intento de tomar Tudela y tuvo que pasearse por Francia, Roma y Nápoles para conseguir nuevos apoyos. Allí, Alfonso el Magnánimo dijo que mediaría entre su hermano y su sobrino y pondría orden. Su enviado, Lluís Despuig, maestre de la Orden de Montesa, logró que ambos bandos hicieran las paces mientras Alfonso el Magnánimo decidía el fallo arbitral que pondría fin a esta guerra navarra.
¿Y qué decidió? Pues no se sabe porque justo se murió. Era el año 1458, y tras la muerte de su hermano, Juan Sin Fe fue coronado como Juan II de la Corona de Aragón. Esto jodió los planes a Carlos de Viana, quien tuvo que volver con su padre y pactar la Concordia de Barcelona, de 1459, donde se rindió y pidió conservar su título y su principado de Viana. Más tarde, padre e hijo hicieron una entrada triunfal en Barcelona, y todo parecía bien, pero no.
A escondidas, Carlos de Viana estaba pactando con los castellanos de Enrique IV el Impotente. Este rey ocupó Viana en 1460, pero Juan II pudo recuperar la plaza pronto y encarceló a Carlos y a Juan de Beaumont. Este acto reavivó la guerra civil navarra y también provocó la Revolución Catalana que veremos en su capítulo correspondiente. Pero vamos, los catalanes querían que liberase a Carlos porque les caía bien.
Presionado, Juan II liberó a su hijo, pero los beamonteses ya estaban otra vez revolucionados, y esta vez aliados con los castellanos. Tomaron La Guardia, Los Arcos y finalmente Viana, defendida por Pierres de Peralta. De todas formas, Juan II fue listo e hizo un pacto con los castellanos: su retirada a cambio de La Guardia y Los Arcos.
Carlos de Viana volvía a salir perdiendo, y murió poco después, en el año 1461, de tuberculosis al parecer. Otros dicen que fue envenenado por la reina Juana, pero no se sabe. De todas formas, la guerra continuó aún 3 años más, liderando el bando rebelde la siguiente en la línea de sucesión: Blanca, que siempre había apoyado a su hermano.
Gastón IV de Foix tomó la iniciativa y se lanzó al ataque, porque quería asegurar el trono de su esposa Leonor de Navarra. En este tiempo el bando de Juan II fue recabando apoyos hasta que, en 1464, Blanca apareció muerta.
No sabemos si ella y su hermano fueron envenenados, pero con esto, la Guerra Civil de Navarra acabó. El bando vianista había perdido. En la Concordia de Tarragona se coronó a Juan II como rey de Navarra y ésta se unió dinásticamente a Aragón. El resto de la historia de Navarra, esta parte de aquí, lo veremos dentro del capítulo dedicado a los Reyes Católicos.