La Fístula Anal de Luis XIV

La siguiente historia… os va a dejar ANOnadados.

Y es que vamos a hablar de anos. De culos. De ojetes. Bueno, de uno en particular: el ojete de Luis XIV de Francia, el Rey Sol.

¿Sabéis qué relación hay entre Calígula, Casanova, Carlos I de España, Lutero y, de nuevo, el mismísimo Rey Sol? Pues que todos ellos padecieron de hemorroides. Una afección bastante molesta, que en muchas ocasiones incapacita al paciente para sentarse… o incluso, en casos más graves, provoca una fístula anal, una especie de inflamación que hace hincharse a la zona alrededor del ano y, en fin, duele que te cagas.

Hoy día operar una fístula es bastante común y sencillo, pero durante siglos tratar esta afección era muy complicado… y a menudo se llevaba por delante la vida del paciente. Como ejemplo de esto, ahí tenéis a Don Juan de Austria, quien se supone murió de una fallida operación de hemorroides rematada por tifus.

Así que, sin más dilación, hablemos del culo más famoso del siglo XVII.

Un Suplicio Real: El Mal que Atormentó al Rey

En 1686, Luis XIV confesaba que llevaba casi una década sufriendo de unas hemorroides que le impedían llevar una vida normal. Cosas tan sencillas como sentarse o caminar eran un suplicio, y no digamos ya montar a caballo.

El caso es que la afección iba cada día a peor y el pobre Luisito había probado de todo, aunque sin mucho éxito. Según varios historiadores, Luis consumió unos 2.000 purgantes y más de 1.500 enemas. ¡Una salvajada! Además de una gran cantidad de medicinas de la época que nada hicieron salvo empeorar su salud.

El Miedo a la Cirugía en el Siglo XVII

Parecía que la única solución sería la cirugía, pero la Corte no se ponía de acuerdo. Y es que hay que ponerse en situación: en el siglo XVII, una cirugía debía ser siempre el último recurso.

  • No había conocimientos de asepsia.
  • No había anestesia.
  • No había antisépticos ni antibióticos.

Solo había mucha sangre y un riesgo altísimo de que todo acabase peor. Así que, en un principio, se descartó la operación.

Remedios Desesperados para un Culo Real

Aunque la Corte intentó llevar el asunto con discreción, entre médicos y boticarios se sabía que aquel que fuese capaz de curar al rey… sería cubierto de fortuna y gloria. Esto provocó que muchos charlatanes hicieran cola diciendo traer el remedio milagroso.

Durante los primeros meses de 1686, el médico del rey, Antoine Daquin, dirigió un equipo para tratar el culito de Luisito. Se le aplicaron:

  • Cataplasmas y ungüentos.
  • Compresas empapadas en vino o azúcar.
  • Hierro candente.
  • Inyecciones de aguas termales de Barèges directamente en el ojete (tras experimentar con cuatro desdichados que fueron enviados allí).

Como comprenderéis, esto no dio ningún resultado. Bueno sí, resultó que el rey Luis, hasta las narices de probar mil cosas y que nada funcionase, se decidió por la operación.

‘La Grande Opération’: Una Cirugía Secreta a Vida o Muerte

El rey Luis, cansado, hizo llamar al cirujano Charles-François Félix, quien llevaba meses dándole la tabarra para que se operase. Félix se jugaba su carrera y su vida: si todo salía bien, alcanzaría la gloria; si salía mal, ya podía correr y esconderse bien.

La decisión de operar se convirtió en un estricto secreto de estado. Muy pocos sabían lo que se estaba preparando.

Los Experimentos del «Doctor Frankenstein» de Versalles

Durante seis meses, Charles-François Félix practicó su técnica… con indigentes de París a los que operaba en secreto en el hospicio de Versalles. Según contaba el párroco de la ciudad, los que morían, que fueron muchos (se habla de unos 75), eran enterrados al alba, sin el repique de las campanas para que nadie se enterase. Un rollo Doctor Frankenstein muy chungo.

Estas prácticas pagadas con vidas ajenas permitieron a Félix dos cosas:

  1. Perfeccionar su técnica de incisión.
  2. Crear un bisturí curvo con punta de plata para operar, que se conoció como «bisturí à la royale» (y que hoy se puede ver en el museo de medicina de París).

El Día de la Intervención: 3 Horas sin Anestesia

La operación tuvo lugar el 18 de noviembre de 1686 a las 7 de la mañana en el dormitorio del rey. Para la ocasión, Luis XIV se encontraba tumbado bocabajo en su cama, con una almohada bajo el estómago y con el culito en pompa.

  • El Cirujano: Charles-François Félix.
  • Asistentes: Otro cirujano, dos médicos, dos boticarios, su hijo el Delfín, el Ministro de Estado y el Confesor Real (por si acaso).
  • Apoyo moral: Su esposa, Madame de Maintenon, sujetándole la mano.

Primero, Félix le dilató el ano. Después, con su famoso bisturí, realizó una incisión en la fístula, drenó todo el pus y limpió el tejido infectado. Todo esto sin anestesia y durante 3 horas.

Se dice que Luis XIV sólo emitió un leve gemido en el momento del corte y que luego aguantó como un machote. Al terminar, simplemente dijo:

«¿Está hecho, señores? Termina y no me llames rey, quiero recuperarme como si fuese un campesino”.

El Éxito y la Curiosa «Moda Real» del Postoperatorio

La operación fue un éxito total. Al poco tiempo, el rey pudo sentarse, caminar y, a los pocos meses, volver a montar a caballo.

Para François Félix supuso el éxito más rotundo. Luis XIV lo recompensó con 300.000 libras, una finca y un título nobiliario. Además, la operación sirvió para dar por fin reconocimiento a los cirujanos, que hasta entonces eran vistos como simples matasanos, al nivel de un carnicero.

La «Maladie du Roi»: Cuando Todos Querían Tener una Fístula

Por toda Francia se celebraron festejos por la recuperación del trasero real. Pero lo más curioso ocurrió en la Corte: muchos nobles querían ser operados de lo que llamaban «La Maladie du Roi» (la enfermedad del rey).

Varios nobles se presentaban ante Félix para que les operase, aunque no padecían de fístula anal. ¡Tan sólo querían que las manos que tocaron el real culo de Luis XIV tocasen el suyo! Incluso se decía que algunos simplemente se ponían vendas en el pompis y se paseaban por Versalles cojeando, fingiendo estar convalecientes.

De un Trasero Real a un Himno Nacional

Como curiosidad final, esta operación de trasero inspiró una canción de la que luego saldría el actual «God Save the King/Queen», el himno de Reino Unido.

El famoso músico Jean-Baptiste Lully compuso un himno para celebrar la curación del rey titulado «Grand Dieu sauve le Roi» (Gran Dios salve al Rey). Años más tarde, en 1714, el compositor Handel escuchó la pegadiza melodía en una visita a Francia. Al trasladarse a Londres para servir al nuevo rey Jorge I, le hizo unos arreglos, se la ofreció como propia y terminó por convertirse en el himno británico.

Así que ya sabéis, aunque digan que nada bueno sale de un trasero, en este caso, muchos salieron bien parados.

Historipedia
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.