Desde que los seres humanos empezamos a construir ciudades, vimos la necesidad de crear grandes murallas a su alrededor como protección. ¿Por qué? Porque los habitantes de ciudades vecinas podían intentar robarte cosas. ¿Por qué? Porque la gente es muy hija de puta, tanto en aquella época como ahora, lo que pasa es que las formas de robar han ido evolucionando.
Y de evolución voy a hablar, pero de cómo fueron cambiando y perfeccionándose las armas de asedio, las armas con las que intentar sortear estas defensas amuralladas.
Oriente Medio
Los primeros en desarrollar armas de asedio fueron los temidos Asirios. A ellos les debemos dos técnicas de asedio diferente. Por un lado… ¿cuál es la manera más sencilla de sortear una muralla alta? Pues con una escalera. Así que eso hicieron. Escaleras de madera para colocar junto a las murallas, trepar por ellas y liarse a espadazos en el adarve, también llamado camino de ronda, que es el camino situado en la parte alta de la muralla, por donde los guardias hacen la ronda, por eso se llama así. A veces también usaban rampas de tierra.
Después pensaron… ¿cuál es el punto más débil de la muralla? Efectivamente, el Portón de entrada, que solía ser de madera. Para tratar de destruir este obstáculo, los asirios inventaron el Ariete. Consistía simplemente en un tronco grande y pesado cargado por varias personas que se usaba para golpear portones o paredes y tirarlas abajo.
Los arietes fueron evolucionando y parece que en tiempos del rey asirio Tiglat Pileser III, por el año 730 a.C., ya crearon plataformas con ruedas y marcos de madera para que el ariete colgara de cadenas o de cuerdas formando un balancín o un péndulo. Y a veces se le añadía cabezales de metal. Podemos ver algunas de estas invenciones en el asedio a la ciudad de Laquish en el año 701 a.C. por el rey asirio Senaquerib. Se piensa que incluso también se llegaron a construir torres de asedio, pero luego hablaré de ello.
Antigua Grecia
Durante mucho tiempo, los griegos de la Antigua Grecia desconocieron este tipo de artilugios. Se piensa que fue el mecánico griego Artemón de Clazomene quien diseñó el primer ariete griego inspirándose en los asirios. Parece ser que el primero se usó en el asedio de la isla Samos en el año 440 a.C. También parece que los espartanos usaron algunos arietes contra los persas en la Batalla de Platea del año 429 a.C., en el contexto de la 2ª Guerra Médica.
Poco después, otros griegos crearían armas de asedio colosales. Pero no en la Grecia continental sino en la Magna Grecia, lo que viene a ser la isla de Sicilia. En esos años las colonias griegas y los cartagineses se enfrentaron por el control de la isla en las Guerras Sicilianas, o greco-púnicas.
Se sabe que el tirano de Siracusa Dionisio I asedió Motia (398 a.C.), una plaza fuerte de los cartagineses, y para superar las murallas se usaron por primera vez Torres de Asedio o Bastidas. Al menos en lo que es Europa y el mediterráneo.
Las torres de asedio molaban porque ya tenían escaleras por dentro, y estaban muy recubiertas. Además, en cada uno de sus pisos solía tener pequeñas ventanas para que los arqueros dispararan a los enemigos dispuestos entre las almenas de la muralla, y en su parte superior se podía bajar una plataforma levadiza para que los soldados cruzaran al otro lado.
Se movían gracias a enormes ruedas y eran empujadas por bueyes o caballos, aunque según se acercaba a la muralla se sustituían por gente empujando desde atrás.
Un invento genuinamente griego fue la Artillería, máquinas que tiran proyectiles lejos, que se convertiría en algo esencial en los asedios. Fue en estas mismas fechas, en las Guerras Sicilianas, cuando los griegos usaron las primeras Ballestas de Tensión.
El concepto era el mismo que el del arco, pero con una tensión aún más fuerte que la del brazo humano. La primera sería la Gastraphetes, o arco del vientre, que viene a ser una ballesta de mano y se recargaba con un mecanismo deslizante. La apoyabas en el suelo y hacías presión con el vientre.
Estas evolucionaron en los Oxíbeles, o lanzadardos o katapeltes, usados por los griegos a partir del año 375 a.C. Ya eran ballestas montadas sobre un trípode, y Alejandro Magno usó muchos de estos. Otra que usó era la Lithobolos, que es lo mismo pero para piedras, y ya no era de tensión sino de torsión, que era más potente.
Finalmente estaría el Políbolos, que significa lanzador múltiple. Y es que intentaba ser una ballesta de repetición, lanzando flechas ahí a saco una detrás de otra, pero al parecer nunca lograron que funcionara eficientemente.
Parece que a todas estas ballestas las llamaban genéricamente catapultas, pero ese término evolucionaría a lo que hoy conocemos como catapulta: la catapulta de torsión. La clásica de toda la vida, la que lanza piedras de forma parabólica. Se colocaban bolaños de piedra en su cuchara, se tensaba las cuerdas al máximo y zas, éstas eran propulsadas a gran velocidad contra el enemigo.
Este tipo de máquinas de asedio alcanzaron su máximo apogeo fue durante el periodo de la Grecia Helenística. Filipo II y sobre todo su hijo Alejandro Magno fueron unos auténticos flipaos de estas armas. Se dice que los ingenieros del macedonio, Diades de Pela y Posidonio, sacaron la idea de la India, y estos a su vez de los chinos.
Es famoso el asedio que hizo Alejandro Magno a la ciudad de Tiro, una de las ciudades-estado fenicias, que estaba situada en una isla amurallada. Como era imposible usar máquinas de asedio en esa situación, Alejandro ordenó a sus soldados crear un puente de tierra para que sus torres de asedio pudieran llegar hasta sus murallas y asediarla. La ciudad tardó unos 7 meses en ser conquistada.
Del periodo de la Guerra de los Diádocos, o sucesores de Alejandro, destaca Epímaco de Atenas, que fue el que construyó una colosal torre de asedio a Demetrio Poliorcetes, el hijo de Antígono Monoftalmos, rey de la Asia Antigónida, cuyo apodo, Poliorcetes, significa “asediador de ciudades”.
Esta enorme torre fue la Helépolis, nombre que se traduce como “tomadora de ciudades”, y es que se trataba de una enorme torre de asedio de unos 45 metros de altura y cubierta con planchas de hierro para evitar que la incendiasen. Sus paredes estaban llenas de troneras desde las que disparaban arqueros, balistas y hasta catapultas pequeñas. El problema es que era lenta de cojones.
Se usó durante el asedio a la ciudad Rodas, en la isla de Rodas, durante el año 305 a.C. Sin embargo, Demetrio Poliorcetes no tuvo éxito ya que los rodios inundaron el terreno frente a la muralla, lo que impidió cualquier avance. Los rodios lo celebraron levantando el famoso Coloso de Rodas. Esta estatua, una de las maravillas antiguas de mundo, se dice que tenía una altura similar a la de la Helépolis.
Lo que pasa es que un terremoto la destruyó 66 años después, y durante 900 años sus restos quedaron intactos en la bahía hasta que legaron los musulmanes y acabaron vendiendo y fundiendo las piezas.
Algo común para evitar las temidas torres de asedio era excavar fosos alrededor de las murallas, muchas veces con agua, aprovechando un río o lo que fuera. Entonces los asaltantes tenían primero que rellenar ese hueco con escombros, paja, tierra o lo que fuera.
Finalmente, y como curiosidad, podría hablar del Espejo Ustorio. Se dice que el inventor e ingeniero griego Arquímedes creó un enorme espejo cóncavo que concentraba rayos solares y se usaba para quemar barcos. Se sabe que la idea estaba ahí, pero parece que nunca llegaron a desarrollarla.
Antigua Roma
Pasemos ahora a la Antigua Roma. Los primeros romanos tampoco estaban demasiado avanzados en materia de asedios, y se limitaban a rodear fortalezas y a esperar que todos se murieran de hambre. Su ejército aún no era profesional y cada soldado solía costearse su propio equipamiento.
También estos primeros romanos usaron escaleras de madera sobre las murallas. Lo típico, vamos. Destaca el asedio de la ciudad samnita de Silvio, del año 306 a.C., ocurrido durante las Guerras Samnitas.
Con el tiempo los romanos fueron absorbiendo mucho conocimiento de la Grecia Helenística, y eso incluía máquinas de asedio. Pero es que además las mejoraron, y los romanos se convirtieron en unos auténticos cracks asediando ciudades. Especialmente después de la 2ª Guerra Púnica, hacia el año 200 a.C. Más o menos en esa época empezaron a tener un ejército profesional donde el estado romano proporcionaba equipo y donde se empezaron a crear mejoras.
Julio César era muy fan de las torres de asedio. Durante la Guerra de las Galias se agenció una de 10 pisos, y con ella y otras muchas, asedió diversas ciudades galas.
Una técnica común para superar grandes murallas eran las rampas de tierra. Eso sí, levantar una rampa de tierra es lento y peligroso, y los romanos tenían unos parapetos que protegían a los soldados, como resguardos móviles de mimbre o madera llamados Pluteo o Manteletes.
Los romanos fueron famosos por su técnica del testudo, la formación de tortuga que creaban los soldados alineando sus escudos. Pues buen, hicieron algo similar, pero con una plataforma con ruedas. Se la llamaba Tortuga o Muscolo.
Era un cobertizo de madera (o a veces incluso de ladrillo) que protegía a los soldados al acercarse a una fortificación para evitar las flechas o que te lanzaran aceite hirviendo y esas cosas. Dentro de él podía tener un ariete con el que derribar un portón con protección o rampas para evitar un foso.
También los arietes fueron comunes entre los romanos. De hecho, se les llamó así por Aries, que significaba carnero en latín, ya que en la punta de piedra o hierro solían esculpir la cabeza cornuda de este animal. Luego Vitrubio hablaba de la Tortuga-ariete, pero parece que nunca se llegó a construir, simplemente fue un diseño ida de olla total.
Durante la época de los emperadores Vespasiano y de Tito se emplearon torres de asedio gigantescas en el asedio de la ciudad de Jerusalén, la cual fue conquistada en el contexto de la 1ª Guerra Judeo-Romana. Esta guerra acabó con la caída de la Fortaleza de Masada en el año 73 d.C., donde se concentraba la resistencia judía. Fue un asedio jodidísimo pues aquella fortaleza se encontraba en lo alto de una meseta.
En cuanto a técnicas navales se usó mucho el Corvus, que era una escalera o puente con pinchos en la parte inferior… que caía sobre la embarcación que estos romanos querían abordar y ya no se desenganchaba. Los romanos podían pasar cómodamente al otro barco con sus espadas y liarse a cortar extremidades. Se usaron por 1ª vez durante la 1ª Guerra Púnica contra Cartago.
En los asedios marítimos se usaron las Sambucas. Se trataban de escaleras gigantes y articuladas que eran montadas sobre una base rígida flotante, que podía ser un barco o varios barcos juntos. En ocasiones se ponían escudos en torno a esa escalera para proteger a los trepadores de las peligrosas flechas de los defensores.
Y finalmente vamos a pasar a la Artillería romana. Las armas más rudimentarias de este tipo fueron unas enormes ballestas conocidas como Balistas o Arcobalistas. Las más grandes, para poder ser recargadas rápido y tensar con mucha fuerza el arco, usaban sistemas de poleas. Y podían cargarse con flechas, sí, pero en general se arrojaban piedras y cosas así.
Fue un arma muy querida durante la época del Imperio Romano, lo que pasa es que, aunque era precisa, no tenía demasiado alcance. Para hacerla más versátil, durante la época del emperador Trajano, decidieron ponerla sobre carros tirados por caballos y así nació la carrobalista.
La versión más canija de esta balista es el Escorpio. Se llamó así porque, al igual que los escorpiones, era como un aguijón mortal y muy preciso. Era básicamente la versión romana de la Oxíbeles, y bueno, se empleaba más contra grupos de soldados que contra fortificaciones, pero se solía colocar sobre torres de asedio como si fuera una torreta. Se usaron sobre todo en las guerras perso-romanas de mediados del siglo IV.
Finalmente, al igual que pasó en Grecia, toda esta artillería de tensión, doble resorte y brazos horizontales se convirtió en las catapultas clásicas. Un nombre para estas armas fue Onagro, que era también un tipo de asno que usaban los sumerios para tirar de sus carros antes de la domesticación del caballo.
Le pusieron ese nombre porque lanzaba piedras como las coces de este animal. Se podría describir como una catapulta a pequeña escala, y se dice que fue usada por el Imperio Romano hacia el año 350 d.C. contra los godos, y parece que les acojonaba mucho.
Edad Media
Durante la Edad Media en Europa, muchos reyes y señores feudales se dedicaron a levantar castillos y fortalezas por doquier. Lógicamente, para asediarlas, sus enemigos siguieron usando catapultas, arietes, torres de asedio etc. Cosas que ya he explicado.
Apenas cambió su concepto en todos estos años, aunque algunos avances hubo. De la Balista surgió el Espringal, que viene a ser un concepto muy parecido sólo que dentro de una estructura de madera. De todas formas, se usaron muchas ballestas de mano y también las arbalestas, que son ballestas más grandes que las normales y que contaban con un sistema de poleas para tensar la cuerda.
La catapulta tradicional de la antigüedad parece que fue usada durante el asedio vikingo a París del año 885, y resultó ser muy inefectiva.
Las catapultas medievales más avanzadas también se pueden llamar manganas o mangoneles. Eran muy similares a los onagros de la época tardorromana, aunque también llaman mangonel a una especie de honda gigante. Podían soltar proyectiles a más de 400 metros de distancia, pero no eran para nada precisos. Fueron muy usadas por los griegos del Imperio Bizantino. Aunque bueno, lo más característico de estos bizantinos fue el Fuego Griego, un lanzallamas que colocaban en los barcos.
Sin embargo, apareció un arma de asedio nueva mucho más precisa: el Trabuquete o Fundíbulo. Los trabuquetes parece que fueron inventados en China durante el siglo III a.C., pero llegaron a Europa hacia el siglo IV d.C., gracias a los avaros al parecer… y desde mediados de la Edad Media fue el tipo de catapulta más potente y utilizado.
Estos trabuquetes usaban energía mecánica para lanzar proyectiles pesados para así destruir los muros de piedra de los castillos o las fortalezas medievales.
Un buen ejemplo donde fueron usados hasta 13 de estos trabuquetes fue el asedio del Castillo de Stirling en el año 1304. Tuvo lugar en el contexto de las Guerras de Independencia de Escocia, y el ejército del rey Eduardo I de Inglaterra construyó el trabuquete más gigantesco de todos, apodado Warwolf, o lobo de guerra.
Se suele decir que hay dos formas de intentar tener éxito en un asedio, la activa y la pasiva. La activa es planear una estrategia de ataque y lanzar todo lo que tengas contra la fortaleza de marras. La pasiva es simplemente rodear a tu enemigo atrincherado y esperar a que se le acabe el agua, la comida etc. y no le quede más remedio que rendirse.
También se usaron otros métodos, como el tema de la minería. Consistía en tener a zapadores excavando junto a las murallas para… o bien infiltrarse dentro de la ciudad en secreto, pero también para debilitar los cimientos de los muros y después reventarlos con los trabuquetes o catapultas.
Y bueno, finalmente tendríamos que hablar de la guerra biológica. Si recordáis el vídeo sobre la Peste Negra, durante el asedio de Caffa de 1346, los mongoles lanzaron sobre las murallas de esta ciudad cadáveres de sus propias tropas que habían muerto por la peste. Muchos genoveses que vivían allí enfermaron, y acabaron llevando esta terrible enfermedad a Europa, donde se propagó sin control.
Sin embargo, se considera el primer acto de guerra biológica cuando hacia el año 180 a.C. el rey de Bitinia Prusias I lanzó serpientes venenosas a los barcos enemigos del rey de Pérgamo Eumenes II.
Edad Moderna
Al hablar de armas a inicios de la Edad Moderna nos suele venir a la mente la pólvora. La pólvora revolucionó la forma de asediar, ya que a base de cañonazos podías destruir con relativa facilidad las murallas de cualquier ciudad. Es algo que expliqué en el vídeo del famoso asedio de Constantinopla, sucedido en el año 1453 por parte de los turcos otomanos… y que supuso la caída del Imperio Bizantino. Para muchos, la Edad Media acabó con ese hecho, dando paso a un nuevo tipo de guerra.
La espada y la caballería fueron lentamente sustituidas por armas de fuego y mecha que también usaban pólvora, como el arcabuz y después por el trabuco. Ahí tenemos por ejemplo a los combatientes de las Guerras Husitas, que combatían disparando con sus arcabuces en aquellos vagones de combate creados por Jan Zizka. Eran parapetos con ruedas desde los que poder disparar a los enemigos, y como estaban unidos como los vagones de un tren se solían formar círculos defensivos o barreras.
Por todo esto, las ciudades dejaron de tener murallas medievales. Ya eran absurdas. Pero sí que se crearon unas nuevas fortificaciones, pero más bajas y robustas. Estoy hablando de las Trazas Italianas, desarrolladas en Italia durante el siglo XV.
Se crearon en Italia cuando los franceses trataron de conquistarles a cañonazos. Eran fortificaciones en forma de estrella. Destacan los Baluartes o Bastiones, que eran reductos a veces de forma pentagonal que sobresalían del cuerpo principal de la fortaleza.
Al final la única forma efectiva de asaltar una ciudad así era bloquearlas y privarles de comida y ayuda exterior. A veces que se rindieran podía durar un año entero, por lo que el costo de la guerra se encareció una barbaridad.
Durante el siglo XVI este modelo defensivo salió de Italia y muchas ciudades europeas lo usaron. En España destaca la Ciudadela de Pamplona.