Hoy vamos a conocer en detalle la historia de las 7 maravillas del mundo antiguo. ¿Y qué es esto de las maravillas del mundo? Pues fue una lista que hicieron los antiguos griegos en plan: “lugares que hay que visitar antes de morir”.
Parece que la primera lista fue creada por el historiador griego Heródoto de Halicarnaso en las primeras páginas de su Historias, donde habló de 3 construcciones griegas impresionantes en la isla de Samos. Por otra parte, Calímaco de Cirene, un poeta que trabajaba en la Biblioteca de Alejandría durante el siglo III a.C., creó una versión de esta famosa lista en su obra Una colección de maravillas terrestres a través del mundo. Esta obra no ha llegado a nuestros días, pero por referencias de otras obras, parece que habló de 7 mega-construcciones.
La primera lista completa que nos ha llegado a la actualidad es la confeccionada por el poeta griego Antípatro de Sidón, que vivió durante el siglo II a.C. En su Antología Poética habló de 6 maravillas: los Jardines colgantes de Babilonia, la Estatua de Zeus Olímpico, el Mausoleo de Halicarnaso, las Pirámides de Egipto en plural, el Coloso de Rodas y el Templo de Diana en Éfeso. Faltaría el Faro de Alejandría, que sería añadido a posteriori en este listado.
En la época de la Antigua Roma encontramos el libro De Septem Mundi Espectaculi, del arzobispo de Constantinopla Gregorio Nacianceno. Fue escrito por el siglo IV d.C., y ya la lista difiere bastante de la clásica. Añade nuevos los Templos de Tebas en Egipto, las construcciones de la colina del Capitolio de Roma y el Monumento de Adriano.
Finalmente, en la Edad Media, el monje benedictino northumbrio Beda el Venerable redactó De Septem Mundi Miraculis, otra lista también con diferencias. Eliminó las pirámides y dio más importancia a las construcciones romanas. Son el Capitolio de Roma, el Teatro de Heraclea, el Baño de Apolotaneo, y luego ya el Faro de Alejandría, el Coloso de Rodas, la estatua ecuestre en hierro de Belerofonte y el Templo de Artemisa.
De todas formas, la lista de las 7 maravillas no se consolidó en el ámbito popular hasta el siglo XVI (16), cuando el pintor neerlandés Maerten van Heemskrerck, creó siete cuadros representando cada una. Eligió la lista de Antípatro y tiró palante. Desde luego, el tipo no tenía ni idea de historia y de arquitectura, y pintó unas visiones muy fantasiosas e idealizadas de estas maravillas.
Tras esta breve introducción, empecemos con la lista.
LA GRAN PIRÁMIDE DE GUIZA
La gran pirámide de Guiza es la maravilla más antigua de esta lista y también la única de todas que sigue en pie. Para conocer su historia tenemos que viajar al Reino Antiguo de Egipto, concretamente a la época de la 4ª Dinastía de Faraones, y más concretamente al reinado del faraón Keops.
Antes de él, otros faraones ya habían construido las primeras pirámides de Egipto, como la escalonada del faraón Zoser o las tres que hizo el faraón Seneferu. Estas construcciones servían básicamente como tumbas para estos faraones. Keops quería hacer la mejor, la más tocha, y cuenta la leyenda que obligó a todos los egipcios a trabajar en la construcción y que incluso prostituyó a su hija para financiar su construcción.
Así, hacia el año 2570 a.C. aproximadamente, es decir, hace 4500 años, empezó la construcción de esta gran pirámide por parte del arquitecto personal del faraón: Hemiunu. El lugar escogido fue la necrópolis de Guiza, muy cerquita de la actual ciudad de El Cairo.
Su altura era de 146 metros, aunque ahora es más bajita pues antiguamente su cumbre estaba coronada con un piramidón de oro, pero que fue robado. Durante casi 4000 años fue la construcción humana más alta del planeta Tierra, aunque en la Edad Media llegaron los ingleses y la superaron con la Catedral de Lincoln, de 160 m de altura, cuya construcción comenzó en el siglo XI (11) y acabó en el XIV (14).
Se estima que para construir esta pirámide se utilizaron más de 2 millones de bloques de piedra, cada uno de más de 2 toneladas de peso. En su interior encontramos 3 cámaras principales: la cámara del rey, la cámara de la reina, y una cámara subterránea.
Además, toda la pirámide contaba con un revestimiento de caliza blanca que le daba un toque brillante y liso a la construcción, pero se fue perdiendo con el paso del tiempo. Parece que un terremoto ocurrido durante el siglo XIV derribó parte de este recubrimiento. Otra cosa que se cuenta es que, tras la conquista de Egipto por parte de los turcos otomanos, éstos usaron esta caliza para construir otras edificaciones por El Cairo.
El hijo y luego el nieto de Keops, los faraones Kefren y Micerino respectivamente, fueron quienes ordenaron construir las otras dos pirámides gigantes que encontramos en Guiza. A veces la de Kefren parece más alta porque está sobre un alto, pero es más pequeña, y con la de Micerino no hay duda, es la más pequeña de todas. Como ya dije, la pirámide de Keops es la única de las maravillas que sigue en pie hoy día, y esperemos que así siga por mucho tiempo.
LOS JARDINES COLGANTES DE BABILONIA
Ahora tenemos que viajar a la antigua ciudad de Babilonia, en la actual Irak, pues parece que allí se levantó, hacia el año 600 a.C., una enorme construcción conocida como los Jardines Colgantes de Babilonia.
Y digo “parece” porque realmente nadie está seguro de si esta construcción existió de verdad. Desde luego, en las fuentes babilónicas no aparecen por ningún lado, y nuestro amigo Heródoto tampoco dijo nada de ella. Parece que Antípatro de Sidón es el primero en mencionarla, y más tarde por Beroso, Diodoro Sículo, Estrabón y Flavio Josefo, pero son posteriores a la supuesta existencia de esta maravilla.
Como ya digo, parece que estos jardines colgantes fueron levantados hacia el año 600 a.C. por el rey babilonio Nabucodonosor II junto a su palacio real y junto al río Éufrates. La leyenda cuenta que estos jardines fueron construidos como regalo de este rey a su esposa Amitis, hija del rey medo Ciáxares. El rey buscaba que su esposa recordase las verdes praderas de su tierra y estuviera cómoda y feliz.
Se trataba de una enorme construcción llena de terrazas elevadas cubiertas por plantas y palmeras y árboles frutales, que eran regados por el agua del río Éufrates gracias a un complejo sistema de riego. Hay una teoría que dice que realmente este jardín colgante estaría situado sobre la fachada escalonada del Etemenanki, es decir, el zigurat de la ciudad de Babilonia, otra megaconstrucción de la época.
De todas formas, existen unas tablillas asirias que hablan de que el poderoso rey asirio Senaquerib construyó en la ciudad de Nínive un jardín con terrazas. Y claro, esto habría sido construido un siglo antes, por el año 700 a.C. Los griegos solían confundir mucho lo babilonio con lo asirio. ¿Serán estos los verdaderos jardines colgantes? ¿O quizás fueron los primeros jardines colgantes y Nabucodonosor se copió y creó en Babilonia unos mejores? No se sabe.
Tras la muerte de Nabucodonosor II, el Imperio Neobabilónico entró en crisis y en el año 539 a.C., los persas aqueménidas de Ciro el Grande lograron hacerse con el control del territorio.
No se tiene ni idea de qué ocurrió con estos jardines, pero parece que cuando Alejandro Magno conquistó Babilonia en el año 331 a.C., los Jardines Colgantes ya estaban prácticamente abandonados y parcialmente en ruinas. Y tras la muerte del macedonio y la Guerra de los Diádocos la ciudad fue siendo progresivamente abandonada.
Hay quien dice que su destrucción ocurrió en el año 125 a.C., cuando la zona estaba ocupada por los Partos. La ciudad fue incendiada y casi todas sus grandes obras acabaron destruidas.
Posteriormente, Seleuco I trasladó la capital de su Imperio Seléucida a la ciudad de Seleucia del Tigris y con esto ya Babilonia perdió toda su importancia. Y de sus jardines nunca más se supo.
EL TEMPLO DE ARTEMISA EN ÉFESO
Ahora pasamos al Templo de Artemisa en Éfeso, o Artemision. Para ello, obviamente, tenemos que viajar a Éfeso, que era una ciudad en la costa oeste de lo que hoy es Turquía que fue fundada por el siglo X a.C. por griegos jonios procedentes de Ática.
Esta ciudad de Éfeso formaba parte hacia el año 560 a.C. de un reino llamado Lidia. Ese año comenzó a reinar su último monarca, el rey Creso, a quien se le atribuye la creación de las primeras monedas de oro.
Hacia el año 575 a.C., este rey Creso conquistó Éfeso y haciendo uso de su enorme fortuna, mandó construir este santuario a la diosa Artemisa. Parece que la intención era ganarse la lealtad de aquella ciudad haciendo que le vieran como alguien piadoso y amigo de los griegos.
En el interior de esta construcción se encontraba una estatua suya de más de 2 metros de altura, de madera y con adornos de plata y oro. Artemisa era en la mitología griega, la diosa de la fertilidad, la caza, la vida agreste… y era hija de Zeus y hermana de Apolo. De todas formas, los efesios de aquella época adoraban a una diosa llamada Cibeles que luego se sincretizó con Artemisa.
El templo fue diseñado por el arquitecto griego Quersifrón, o Quersifronte de Cnossos. Se cuenta que el tipo quería suicidarse porque la obra estaba saliendo mal, pero según la leyenda, Artemisa se le apareció en sueños y le dio ánimos para que la acabase.
Sin embargo, llegaron nuevos problemas. Durante esos años, en el 547 a.C., los persas aqueménidas conquistaron todo el Reino de Lidia y mataron a Creso. Pero aún así las obras continuaron, aunque se complicaron y se tardó más de un siglo en terminar la obra. En Bilbao también pasa mucho esto.
Una vez acabada, el Templo de Artemisa de Éfeso se convirtió en un punto de peregrinaje muy importante, siendo visitado constantemente por mercaderes, viajeros e incluso reyes. Todos pagaban tributo a Artemisa con joyas y otros objetos de valor. Tal fue la riqueza que contenía el templo que se dice que llegó a funcionar como banco: custodiando depósitos, cambiando moneda o hasta concediendo préstamos.
Según la descripción de Plinio el Viejo, este Templo construido prácticamente entero en mármol blanco era 4 veces más grande que el Partenón de Atenas, y el doble de alto, lo que lo convertiría en el templo griego más grande de todos los construidos.
Se estima que sus medidas eran 114m de largo, 54 de ancho, y poseía 127 columnas de casi 20 metros cada una. También se cuenta que estaba rodeado de bellos jardines en referencia a la relación de Artemisa con la naturaleza.
En su interior estaba la estatua de Artemisa o Diana Efesia. Diana era el nombre romano de Artemisa. Una vez al año se sacaba en procesión por la ciudad.
En el año 356 a.C. un tipo llamado Eróstrato incendió el templo y todo acabó derrumbándose. ¿Por qué lo hizo? Pues para llamar la atención, básicamente. Porque decía que si destruía aquella maravilla su nombre pasaría a la posteridad. Aunque Eróstrato fue ejecutado e intentaron borrar su nombre de todas partes, el historiador Teopompo lo conservó y gracias a ello, este pirómano logró su objetivo.
Como curiosidad, se dice que el incendio se produjo mientras nacía Alejandro Magno, y que la diosa Artemisa no pudo impedirlo porque estaba asistiendo el parto de este importante personaje histórico.
Unos años después fue el propio Alejandro Magno, ya crecidito, quien llegó al lugar. El notas estaba conquistando aquellos territorios, y ordenó la reconstrucción del templo. Esta reconstrucción, llevada a cabo por el arquitecto Dinócrates, acabó en el año 323 a.C., que coincidió con la muerte del conquistador macedonio.
Sin embargo, unos 500 años después, hacia el año 265 d.C., en tiempos del emperador romano Galieno, unos godos locos llegaron hasta allí y arrasaron con todo. Templo incluido. Parece que fue reconstruido, o que al menos se intentó, pero nunca recuperó su esplendor.
En el siglo IV d.C., todo el Imperio Romano se convirtió al cristianismo, y esto hizo que el templo, o lo que quedaba de él, perdiese bastante interés para los efesios. Muchas de sus estatuas y adornos fueron llevadas al palacio imperial de Constantinopla. Las ruinas quedaron enterradas hasta que fueron redescubiertas en 1869.
Actualmente existen planes para una tercera o 4ª reconstrucción muy cerquita del emplazamiento original.
LA ESTATUA DE ZEUS EN OLIMPIA
De obras arquitectónicas alucinantes pasamos a esculturas igualmente alucinantes. Aunque el Templo de Zeus de la ciudad de Olimpia es impresionante, no es una maravilla, pero sí lo es la enorme estatua al dios Zeus que estaba en su interior.
Durante los tiempos de la Antigua Grecia, la ciudad de Olimpia fue célebre por acoger los famosos Juegos Olímpicos y Olimpiadas.
Hacia el año 470 a.C. se levantó en la ciudad un enorme templo, obra del arquitecto Libón de Élide, y dentro se ubicó la estatua a Zeus. Fue creada hacia el año 430 a.C. por Fidias, el escultor más famoso de la Antigua Grecia, quien también hizo la escultura de Atenea Pártenos, ubicada en el interior del Partenón de Atenas.
La estatua de Zeus Olímpico es una escultura crisoelefantina, es decir, construida con marfil y oro para adornos y el manto que le recubría, aunque su estructura interna parece que era de madera.
Medía unos 12 metros y ocupaba prácticamente todo el ancho del pasillo del templo. Estaba ubicada en la cella, la parte más sagrada del templo griego.
Zeus aparecía sentado en su trono y con una corona de olivos. En una mano sostenía una Niké, es decir, una escultura alada representado a la victoria (eso significa Niké en griego antiguo), y en la otra un cetro rematado por un águila.
Aunque la estatua no ha llegado hasta nuestros días, como todo lo que hizo Fidias (menos una jarra), sí que existen muchas descripciones detalladas de cómo era, como las encontradas en algunas monedas. También se conservan los cimientos del templo y más cosas que aportan mucha información sobre la maravilla.
La República Romana conquistó toda la Hélade en el año 146 a.C., y en el año 27 a.C. la República se convirtió en un Imperio de la mano del emperador Augusto.
Hay una leyenda que cuenta que el emperador Calígula ordenó decapitar la estatua de Zeus para poner la suya en su lugar, pero cuando los soldados romanos entraron en el templo escucharon una risotada fortísima del dios griego y salieron despavoridos.
En el año 380 d.C., el emperador Teodosio I convirtió el cristianismo en la religión oficial del Imperio Romano. Una década después, empezó a cerrar templos paganos, y uno de ellos fue el Santuario de Olimpia. Sobre qué ocurrió con la estatua no se sabe bien.
Unos dicen que la estatua ardió junto con el templo de Olimpia en un incendio en el año 425. Por otro lado, según el historiador bizantino Georgios Kedrenos, la estatua de Zeus fue trasladada a Constantinopla y colocada en el Palacio de Lauso, que era un palacete muy famoso en Bizancio por su vasta colección de estatuas heroicas y mitológicas. Sin embargo, en el año 475, se produjo un incendio y gran parte de estas obras acabaron convertidas en cenizas. Incluida Zeus.
EL MAUSOLEO DE HALICARNASO
¿Alguna vez te has preguntado por qué a los grandes monumentos funerarios se les llama “mausoleos”? Pues hoy vas a saber por qué.
En el año 387 a.C. terminó la Guerra de Corinto entre los Persas aqueménidas de Artajerjes II y los espartanos y atenienses. Con la Paz de Antálcidas, toda la costa oeste de Asia Menor, lo que hoy es Turquía, y que formaba parte de las polis griegas, pasó a estar bajo el control de los aqueménidas.
Poco después, Artajerjes II nombró un sátrapa, o gobernador provincial, para que controlase en su nombre la región de Caria, al suroeste de Turquía. Ese fue Hecatomno de Milasa. Milasa era la capital de la región en esos años. Pero el importante es su hijo, pues heredó su satrapía en el año 377 a.C. Este nuevo sátrapa de Caria fue Mausolo. Residía en la ciudad de Halicarnaso, actual Bodrum, en la costa de lo que hoy es Turquía. Y el tío básicamente reinaba como un soberano prácticamente independiente. Tenía mucho poder el tío. Algunos incluso le consideraban como un rey.
Nada más llegar al poder, Mausolo ordenó la construcción de un lujoso palacio residencial y una muralla potente para rodear la ciudad.
Pero también quería ser recordado tras su muerte, y soñaba con ser enterrado en un enorme y espléndido edificio. Por ello, su esposa y hermana, Artemisia II de Caria, contrató a dos arquitectos griegos, Sátiro de Paros y Piteo, para que crearan un enorme mausoleo para su maridito. Ese sería el Mausoleo de Halicarnaso.
La construcción del mausoleo empezó hacia el año 353 a.C., bajo el mando de los arquitectos Piteo y Sátiro de Paros.
Se estima que su altura fue de casi 50 metros de altura, y toda la blanca fachada estaba llena de relieves y estatuas creadas por los mejores escultores griegos que el sátrapa pudo encontrar: Briaxis, Leocares, Escopas y Timoteo. Cada uno encargado de decorar una fachada distinta.
La edificación tenía 3 partes: la inferior era una base cuadrangular de 19m de alto, seguida por la parte central, el pteron, rodeada por 36 columnas jónicas entre las que se colocaron estatuas. Finalmente tenemos la parte superior, de forma piramidal, con 24 escalones adornados con estatuas. En lo alto se podía observar una cuadriga de mármol y bronce con las figuras de Mausolo y Artemisia en plan épico.
El problema fue que poco después de iniciarse las obras, Mausolo murió, y Artemisia tuvo que continuar con el proyecto. Se dice que este sátrapa fue incinerado y parte de las cenizas fue a la cámara subterránea mientras que el resto los cogió Artemisia, las echó a una copa de vino y se las bebió.
Este Mausoleo de Halicarnaso es la 2ª maravilla que más duró en el tiempo. Sobrevivió a Alejandro Magno, a los bizantinos, a los árabes… pero finalmente un terremoto ocurrido entre 1402 y 1406 acabó derribando toda la estructura.
Durante los años posteriores, parece que los Caballeros de la Orden de San Juan, también conocida como la Orden de Malta, utilizaron algunos restos del mausoleo para reparar el Castillo de San Pedro de Halicarnaso, o Castillo de Bodrum, para protegerse de los turcos otomanos. Estos acabaron tomando la ciudad en el año 1522.
En algún momento entre estos hechos y el siglo XX, los ladrones de tumbas lograron penetrar dentro de la cámara funeraria de los sátrapas Mausolo y Artemisia y la saquearon enterita. Y finalmente en 1857, el arqueólogo Charles Thomas Newton descubrió los restos y empezó a investigar la construcción. Actualmente, quedan muy pocos restos de este impresionante edificio.
EL COLOSO DE RODAS
La segunda y última estatua de la lista de las maravillas del mundo antiguo es el Coloso de Rodas, situado en la isla de Rodas, en Grecia. La ciudad de Rodas fue fundada hacia el año 408 a.C. por una federación de varias ciudades-estado griegas.
Para conocer el origen de esta construcción tenemos que conocer el contexto histórico, es decir, las Guerras de los Diádocos. Básicamente, tras la muerte de Alejandro Magno, éste repartió sus conquistas entre sus generales, y pronto todos empezaron a luchar por acaparar más poder. Si queréis conocer esta historia con más detalle, arriba saldrá un enlace al vídeo que hice hablando de esto.
Resumiendo un poco, en el año 305 a.C., los rodios estaban aliados con Ptolomeo I, el antiguo general de Alejandro Magno que ahora dominaba Egipto. Otro de estos generales estaba a broncas con él: Antígono I Monoftalmos, o el tuerto, rey del Imperio Antigónida. Éste tenía un hijo llamado Demetrio Poliorcetes, apodo que significaba “conquistador o asediador de ciudades”.
Este Demetrio Poliorcetes tuvo la tarea de conquistar la isla de Rodas, y para tal tarea, construyó una gigantesca torre de asedio denominada Helépolis, que significaba “tomadora de ciudades”. Si queréis saber más sobre la evolución de las armas de asedio a lo largo de la Historia os dejo este otro vídeo por aquí. Los rodios fueron listos e inundaron toda la explanada frente a las murallas de la ciudad usando agua, barro y estiércol. Gracias a ello, consiguieron detener a aquella bestia de asalto.
Pronto llegó una flota de Ptolomeo I, aliado de Rodas, y todos juntos atacaron a Demetrio Poliorcetes, quien tuvo que huir con el rabo entre las piernas abandonando en la isla la mayor parte de su armamento de asedio. Todo esto que Demetrio se dejó, fue saqueado por los rodios para financiar la construcción del coloso.
Y es que este proyecto nació como conmemoración por la victoria sobre Demetrio Poliorcetes. Los rodios decidieron levantar una enorme estatua de bronce en su ciudad dedicada al dios griego del sol: Helios. Fue construida entre los años 294 y 282 a.C. por Cares de Lindos, discípulo del escultor Lisipo. Se dice que el tipo presupuesto mal la construcción y acabó arruinado y suicidándose. El coloso tuvo que ser terminado por otro escultor llamado Laques.
El gran problema del Coloso de Rodas es que, aunque existen algunas descripciones y el tamaño que más o menos pudo tener, no nos ha llegado ninguna representación de qué aspecto tenía. Se estima que pudo haber tenido una altura de entre 30 y 35 metros y pesaría unas 70 toneladas. Su estructura consistía en un armazón de hierro rodeado por placas de bronce.
En muchas ilustraciones se representa a esta estatua a horcajadas, con las piernas despatarradas y abiertas en la bocana del puerto de Rodas, y parece que esto no era así. Lo más probable es que estuviese con las piernas juntas en algún lugar alto de la ciudad, en la acrópolis según las últimas teorías, no en el puerto.
En la actualidad, de este Coloso de Rodas no queda absolutamente nada. Solo 66 años después de su construcción, en el año 226 a.C., hubo un terremoto de la hostia y toda la estructura se vino abajo. Ptolomeo III de Egipto ofreció a los rodios mucho dinero para que volvieran a levantar la estatua, pero éstos no se atrevieron porque un oráculo lo desaconsejaba.
El coloso permaneció tumbado donde cayó, pero fue igualmente admirado durante casi nueve siglos.
Sin embargo, hacia el año 654 d.C., los musulmanes llegaron a la isla de Rodas. Como botín, decidieron desmontar toda la estatua para vender el bronce por piezas. La leyenda cuenta que un judío de Edesa, en la actual Siria, compró casi todo y dijo haber necesitado 900 camellos para cargarlo. Y ese fue el final del Coloso de Rodas.
Ahora existe un proyecto para reconstruirlo. Pero lo quieren hacer de acero y del doble de tamaño, y con pantallas de luz por todos lados. Veremos cómo acaba la historia.
EL FARO DE ALEJANDRÍA
La última de estas maravillas es el Faro de Alejandría, la tercera que más tiempo aguantó en pie.
Para conocer esta historia tenemos que remontarnos a la época de Alejandro Magno. Este rey macedonio se puso a conquistar muchas cosas, y entre estas cosas que conquistó estaba Egipto. En el año 331 a.C., en una bahía del delta del Nilo, ordenó la construcción de una suntuosa ciudad en su honor a la que llamó Alejandría.
Tras la muerte de Alejandro, repartió su enorme imperio entre sus generales. Quien se quedó con Egipto fue Ptolomeo, y con él comenzó la Dinastía Ptolemaica o Lágida en Egipto, la última etapa del Egipto Antiguo y Faraónico. Bajo esta dinastía, la ciudad de Alejandría se convirtió en el principal centro comercial, cultura y de conocimiento del mundo antiguo.
El Faro de Alejandría fue construido entre los años 285 y 247 a.C., durante el reinado de Ptolomeo II. La ubicación elegida fue una pequeña isla frente a la ciudad llamada Isla de Faros. De ahí que, a partir de esta construcción, a cualquier estructura con forma de torre que sirviese para ayudar a la navegación por medios de luces fijas se la llamó “faro”.
Se piensa que el arquitecto fue un tal Sóstrato de Cnido, pero hay muchas dudas al respecto.
La altura estimada de este faro era de unos 100 metros, algo muy loco en aquella época. Y se subía hasta arriba a través de una larguísima rampa en caracol.
La mayor parte de la estructura fue construida con bloques sólidos de piedra caliza, mármol y granito. Y toda la fachada estaba llena de estatuas de bronce desde abajo hasta arriba. Las de abajo eran mucho más grandes, hechas de granito rosa, y representaban a los faraones ptolemaicos y sus esposas.
En su parte más alta, el faro albergaba un espejo diurno para reflejar la luz de sol y una hoguera nocturna que marcaba la posición de la ciudad a los navegantes. Además de una estatua de bronce de 7 metros de altura que representaba a Poseidón, o eso es lo que se cree.
La última faraona del Egipto Ptolemaico fue la famosa Cleopatra VII. Sabemos que en el año 47 a.C. ordenó la primera reparación del faro de la que tenemos constancia.
Durante la Edad Media, esta construcción sufrió varios terremotos. Los terremotos de los años 796 y 951 agrietaron parcialmente la estructura. Sin embargo, parece que el faro aguantó varios siglos más, hasta que los terremotos de 1303 y 1323 terminaron por derrumbar el faro por completo.
Tras la destrucción del faro, parece que los pocos restos que quedaron fueron utilizados para levantar un castillo a las afueras de la ciudad.
El lugar quedó en ruinas y, ya en la Edad Media, llegaron al poder de Egipto los mamelucos. En el año 1468 comenzó a reinar el sultán Qaitbey, y fue éste quien, sobre las ruinas de antiguo faro, construyó hacia 1480 una fortaleza, conocido actualmente como el Fuerte de Qaitbey.
Parece que el Gobierno Egipcio tiene planes para reconstruir el faro tal y como era en la época ptolemaica. Ya veremos qué tal queda.
¿Existen más maravillas del mundo antiguo?
Y con esto hemos acabado la lista, pero seguro que hay algún monumento antiguo construido en la era antes de Cristo que podría estar también aquí.
Yo os dejo algunas:
- Stonehenge.
- La Acrópolis de Atenas.
- El Mausoleo del emperador Qin Shi Huang, incluyendo a los famosos guerreros de terracota
- El Zigurat de la ciudad sumeria de Ur.
- El Zigurat de Babilonia, también conocido como Etemenanki.
- La puerta de Ishtar, también en Babilonia.
- El Templo de Hatsepsut, cerca de Tebas y de Luxor.
- El Templo de Abu Simbel.
- Y quizás la estatua del Hércules gaditano en la antigua Gadir.