GILLES DE RAIS, el mayor asesino en serie de la Historia Medieval
Este tipo se llama Gilles de Rais, y fue un noble francés amigo y compañero de armas de Juana de Arco. Parece simpático, ¿verdad? Pues no. Fue un temible asesino en serie.
Se cuenta que el tipo llegó a asesinar a más de 100 niños y adolescentes en extraños rituales satánicos. Pero espera… ¿qué hay de cierto en todo esto? Bueno, pues empecemos la historia por el principio.
Gilles de Rais nació en el Castillo de Champtocé, por la zona del Loira, en 1405. Más o menos en medio de la Guerra de los Cien Años, un conflicto que enfrentó a Francia e Inglaterra. Si queréis conocer en profundidad qué mierda pasó en esta guerra, en este vídeo os lo cuento todo. Pero ahora centrémonos en nuestro protagonista de hoy.
Gilles de Rais tuvo una vida complicada. A pesar de pertenecer a una familia noble, sus padres no se querían mucho, pues su matrimonio fue pactado entre familias rivales. Pero da igual, porque ambos murieron pronto, y Gilles y su hermano menor René quedaron bajo la tutela de su abuelo materno, Jean de Craon, un tipo sin escrúpulos y de conducta violenta, especialmente con los chavales.
Todo esto hizo que Gilles saliera como saliera. Bueno, qué os voy a contar. De adolescente el chaval secuestró a su prima Catherine de Thouars para casarse con ella, lo cual hizo en 1420. Y es que encima, además, también secuestraron a la suegra, Beatrice de Montjean, para obtener una serie de castillos que él y su abuelo reclamaban por el tema de la dote.
Gilles fue introducido en el mundo militar de la mano de su abuelo, y poco a poco fue cogiendo protagonismo. Primero estuvo a las órdenes del duque de Bretaña Juan V, y más tarde, hacia 1430, se hizo amigo de Carlos VII, el delfín de Francia. Lo de delfín era el título del príncipe heredero, no es que fuera un cetáceo odontoceto.
En aquella época, Gilles conoció a la famosa Juana de Arco, una joven campesina que decía que tenía visiones de Dios y que quería luchar contra los ingleses.
Parece que Gilles y Juana se llevaron bien desde el primer momento, y entre los dos convencieron a Carlos VII para que les diera un ejército con el que ir a liberar la ciudad de Orleans, que estaba bajo asedio inglés.
En solo ocho días estos tipos lograron levantar el asedio. Entraron triunfales en Orleans y fueron recibidos como salvadores de Francia. Gilles luego luchó en otras batallitas más, como en el asedio de París de 1429. Tras sus éxitos fue nombrado por el ahora rey Carlos VII como Mariscal de Francia, que era una distinción dada por los reyes a los generales más valerosos.
Aún así, su esposa y su hija Marie, se piraron de su lado y Gilles de Rais se quedó solico.
En 1431, su amiga Juana de Arco fue arrestada por los borgoñones y fue llevada a Ruan, centro de operaciones de los ingleses en Francia. Tras un breve juicio, Juana fue declarada hereje y condenada a muerte en la hoguera. Se cuenta que Gilles de Rais intentó llevar a cabo un plan para rescatarla, pero nunca pudo ser llevado a cabo.
Pero bueno, Gilles de Rais, con casi 30 años, se retiró de la vida militar y empezó a disfrutar de su fortuna. O a despilfarrarla, más bien. Banquetes, fiestas, orgías, prostitutas, cocaína… Bueno, cocaína no porque no existía, pero seguro que le hubiese dado.
Entre sus extraños caprichos se cuenta que tenía una colección de órganos porque se ponía cachondísimo con el sonido de estos instrumentos combinado con cantos gregorianos.
También se cuenta que financiaba obras de teatro relacionadas con el sitio de Orleans y otras batallas donde él participó donde él quedaba como el puto amo.
Para 1437, Gilles de Rais ya estaba prácticamente arruinado. Para remediar su situación parece que el hombre tiró por el camino del esoterismo, y trató de buscar mediante la alquimia y la magia negra un modo de fabricar el oro que tanto le faltaba.
Se contaba que eso podía conseguirse a través de la Piedra Filosofal, una sustancia alquímica legendaria capaz de convertir metales básicos como el plomo, en oro o plata. A veces, esta piedra filosofal también funcionaba como un elixir de la vida eterna.
Así, pronto comenzó a juntarse con nigromantes y hechiceros, siendo importante su relación con un alquimista italiano de nombre Francois Prelati.
El tipo parece que era un estafador, y básicamente le sacó los pocos cuartos que le quedaban a Gilles. Prelati le hizo creer al tipo que había visto al demonio rondando cerca, y que podría alejarle con conjuros y mierdas.
¿Y qué incluía esos conjuros? Pues sangre. Sangre y los miembros cercenados de niños de entre 7 y 20 años. Él y sus colaboradores más cercanos se dedicaban a viajar a pueblos y aldeas buscando niños y adolescentes, los cuales se iban con ellos con las promesas de ser sirvientes en su castillo, el Castillo de Tiffauges, al sur de Nantes. También parece que usaba otras residencias, como el Castillo de Machecoul.
Luego los llevaban al sótano y les torturaban, les cortaban en trocitos y finalmente les asesinaban. Se cuenta que Gilles bebía sangre de estos niños y que también la usó para escribir un libro de conjuros.
Supuestamente todo esto formaba parte de rituales mágicos para invocar a demonios que eran capaces de otorgar diferentes dones.
Se dice de Gilles de Rais que esto de matar niños empezó a provocarle placer, y que lo mezclaba con orgías sexuales necrofílicas.
Tras la desaparición de más de 100 chavales en 8 años, empezaron los rumores y pronto las acusaciones hacia Gilles de Rais.
El hermano menor, René, estaba preocupado porque su puto hermano estaba dilapidando todas las propiedades de la familia, así que intervino. Junto con el obispo de Nantes, Jean de Malestroit, empezaron a investigar el tema de las desapariciones y fueron descubriendo todo el pastel.
Parece ser que Gilles vendió uno de sus últimos castillos al tesorero de Juan V de Bretaña, Geoffroy Le Ferron y a su hermano Jean, que era un sacerdote. Más tarde se enteró de que su primo iba a comprarlo, y Gilles trató de impedirlo a su estilo. Presentándose en la iglesia donde Jean daba misa, interrumpiéndola, y secuestrando al eclesiástico. El duque de Bretaña envió un destacamento a por Gilles.
Pronto descubrieron que el tipo se había vuelto completamente loco. Vivía en su castillo a todo tren, rodeado por una grotesca corte de brujos, los cuales hacían concursos de belleza con las cabezas cortadas de los niños ensartadas en picas.
Todos fueron arrestados en septiembre de 1440. El tribunal eclesiástico de Nantes les acusó a todos de brujería, apostasía, asesinatos y cualquier crimen que se os ocurra. En el juicio salieron a la luz todas sus perversiones, algo que conmocionó a muchos en la Francia de la época, pues tenían al tipo por un héroe de guerra.
Gilles de Rais acabó, como no podía ser de otra manera, excomulgado, ahorcado y su cuerpo quemado y luego enterrado.
Y así acaba la historia del asesino en serie más famoso de la Edad Media. Ahora bien. ¿Qué hay de cierto en todo esto? ¿Es todo verdad o hay algo de fantasía?
En principio, más allá de exageraciones, parece que lo de los asesinatos es cierto. Sin embargo, hay algunos investigadores que piensan que todo pudo haber sido un complot de su familia y otras figuras importantes de la época para quitarle todas sus posesiones. Sin embargo, la mayoría de los historiadores afirman que Gilles de Rais era culpable.
Por cierto, ¿os suena el cuento de Barba Azul? Es una obra escrita por el francés Charles Perrault en 1695, posiblemente basada en historias populares de la época. La trama se centra en Barba Azul, un noble rico y viudo con la barba azul que se casa con una jovencita. Un día Barba Azul se va de viaje y la chavala, explorando la mansión del tipo, descubre una habitación secreta donde el cabrón escondía los cadáveres de sus anteriores esposas. Y no de cualquier manera, sino que las tenía colgadas de las paredes, como si fueran cuadros o trofeos.
Barba Azul le hace pillote y va a matarla, pero como la chica sabía que unos familiares suyos estaban a punto de llegar, pidió rezar para ganar tiempo y zas, los familiares llegaron y mataron a Barba Azul.
Muchos dicen que una de las grandes fuentes de inspiración para Perrault fue la historia de Gilles de Rais. Y sí que ambos asesinos son retratados como despiadados y crueles, pero las historias apenas tienen similitudes. Aún así, parece que ambas historias se asimilaron y, de hecho, muchos siguen llamando al Castillo de Tiffauges como el Castillo de Barba Azul.