El Virreinato de Nueva España en el siglo XVII

La siguiente historia tiene lugar entre el año 1600 y el 1700 d.C.

Ahora toca hablar del Virreinato de Nueva España durante el siglo XVII.

Este fue un siglo caracterizado por bastante paz interna, crecimiento económico, apogeo de las artes, y por la lenta expansión hacia el norte.  

Eso sin contar con la guerra de España contra las Provincias Unidas de los Países Bajos, Francia e Inglaterra, lo que afectaría en los Virreinatos en la forma de ataques navales piratescos por el control de ciertos territorios. Empecemos.

La Guerra con los Chichimecas había acabado gracias a la actividad de los indios de paz, sobre todo gracias a los otomíes evangelizados. De hecho, una ciudad fundada en esos años fue San Luis de la Paz, en Guanajuato, llamada así en honor a la paz que lograron.

Con todo bastante más tranquilo, los españoles empezaron a colonizar la zona del Bajío.

De aquí podemos hablar de Miguel Caldera, hijo del capitán castellano Pedro Caldera y una mujer Chichimeca de nombre María. Este tipo es famoso por haber sido capitán y haber fundado San Luis Potosí. Allí fueron trasladadas 400 familias tlaxcaltecas, y su principal actividad económica fue la minería. Le pusieron el nombre de Potosí en honor a aquella famosa mina de plata encontrada en Bolivia.

Es famosa la Ruta de la Plata, una ruta que comunicaba Ciudad de México, la capital, con las minas del norte, especialmente las de Zacatecas. Por ahí pasaban de forma mensual las caravanas de mulas cargadas con la plata del quinto real, es decir, lo que iba para el rey de España.

Esta ruta era una parte del Camino Real de Tierra Adentro, o Camino a Santa Fe, una ruta comercial de 2500 kilómetros que llegaba hasta Santa Fe, en lo que hoy es Nuevo México, en los Estados Unidos. Está considerada como la mayor ruta comercial terrestre del mundo en esa época.

Mientras tanto, el conquistador Juan de Oñate seguía conquistando Nuevo México. En 1598 pidió a la tribu Acoma, que vivían en Acoma, suministros. Estos se negaron y ambos bandos comenzaron a pelear. Oñate ganó y realizó una masacre en el pueblo, y se cuenta que a los guerreros capturados les cortó el pie izquierdo.  

En 1601, Oñate realizó una expedición a las grandes llanuras americanas en busca de la mítica ciudad de Quivira. No la encontró. Su última expedición, de 1604, fue la que hizo al valle inferior de río Colorado. Y tras eso, acabó juzgando y exiliado de América por su crueldad con indígenas y colonos.

El rey Felipe II murió en 1598, y pasó a gobernar Felipe III.

En estos años España vivía el conocido como Siglo de Oro, un periodo de florecimiento de las artes y la literatura. Algunos dicen que el inicio de este periodo está marcado por la publicación de Don Quijote de la Mancha en 1605, escrito por Miguel de Cervantes.

Otros autores famosos serían Francisco de Quevedo, Luis de Góngora, Pedro Calderón de la Barca y Lope de Vega en literatura y dramaturgia… y Bartolomé Esteban Murillo y Diego Velázquez en pintura. Esto ya lo veremos mejor en los vídeos dedicados a la historia de España peninsular.

El caso es que esta prosperidad y apogeo de las artes no solo se quedó en España, sino que también llegó a los virreinatos americanos. Iremos viéndolo a lo largo del capítulo.  

El primer virrey de esta época fue Juan de Mendoza y Luna, que comenzó a reinar en 1603.

Su reinado empezó de forma desastrosa, pues una terrible inundación en agosto de 1604 inundó todo Ciudad de México. Se planteó trasladar la capital a Tacubaya, pero era un movidón muy caro, así que se prefirió comenzar una serie de obras para el desagüe de las lagunas que rodeaban la ciudad.

También empedró las calles de Ciudad de México y construyó un acueducto al estilo romano desde Chapultepec para el abastecimiento de agua potable. Esta agua potable llegaba hasta diferentes fuentes, y allí los aguadores eran los encargados de recoger esta agua para llevarla en tinajas a las diferentes viviendas.

Hablando de Chapultepec, es famoso el Palacio de Chapultepec, que muchos virreyes usaban como residencia de descanso y diferentes eventos. Lo que vemos ahora es una remodelación del siglo 18.

Otro acueducto famoso de la época es el Acueducto del Padre Tembleque, la obra de ingeniería hidráulica más importante construida en el Virreinato de Nueva España. Este larguísimo acueducto abastecía de agua potable a diversas localidades como Otompan, actual Otumba, Zempoala y otras más.

Luis de Velasco, tras haber sido virrey de Nueva España y del Perú, volvió a convertirse de nuevo, con 73 años, en virrey de Nueva España. Como ya conté, este tipo se caracterizó por ser fiel a su política de protección a los nativos y el apoyo a la industria.

Fue un periodo de bastante paz interna, aunque en 1609 estalló la revuelta del esclavo Gaspar Yanga, quien se convirtió en el líder de una banda de cimarrones que luchó por su libertad en la zona de Veracruz, en Orizaba concretamente. Él y su gente huyeron a las montañas y crearon un palenque o quilombo, es decir, una aldea de negros huidos. El grupo sobrevivió durante 30 años viviendo de la caza y de asaltar caravanas y haciendas.

Los españoles, tras varias batallas infructuosas, decidieron pactar con Yanga. Así, en 1618 la Corona perdonó a esta gente y les dejaron establecer una colonia libre, llamada San Lorenzo de los Negros. Actualmente, este lugar es conocido como Yanga.

Aparte, Luis también financió las expediciones de Sebastián Vizcaíno al Japón del Shogunato Tokugawa, y en 1611 Vizcaíno se entrevistó con el emperador Go-Mizunoo. En 1613 destaca la Embajada Keicho, en la que un samurái viajó al Virreinato y luego a la península para establecer relaciones diplomáticas con España. Si queréis saber más, tenéis este artículo/vídeo sobre la Historia de Japón.

Mientras tanto, los españoles afianzaban sus posiciones en Filipinas, en el sur de las Islas Célebes, y en el norte de la isla de Formosa, conocida ahora como Taiwán.

En 1611, en Manila, el arzobispo Miguel de Benavides fundó la Universidad de Filipinas, o Universidad de Santo Tomás, la universidad europea más antigua de Asia. Allí se podía estudiar derecho canónico, teología, filosofía, lógica, gramática, artes y leyes, y más adelante medicina y farmacia.

Al mismo tiempo, en la Universidad Santo Tomás de Aquino de Santo Domingo, se menciona como catedrático desde 1627 a Tomás Rodríguez Sosa, un religioso y liberto mulato, pues era hijo de un español y una esclava negra. Fue uno de los primeros mulatos en obtener un título universitario en América.

Francisco García Guerra era el arzobispo de México cuando fue nombrado también como el virrey nº12 de Nueva España. Duró un año ya que se mató al caerse de una carroza.

El siguiente virrey sí que duró bastante más. Ese fue Diego Fernández de Córdoba, marqués de Guadalcázar, que estuvo en el poder desde 1612 a 1621. Durante su mandato fueron fundadas varias ciudades, como Lerma, Córdoba y Guadalcázar.

En Ciudad de México se empezó a construir un complejo sistema de alcantarillado que mejoró el saneamiento de las calles y que ayudó con el problema de las recurrentes inundaciones. Aparte, se continuó con las obras de acueducto, entre muchas otras obras públicas, como la construcción del Colegio Real de Zacatecas.

Una obra que podemos destacar es el Fuerte de San Diego en Acapulco, una obra para defender el puerto del ataque de piratas y proteger el arribo del galeón de Manila. Y es que, a partir de 1620, el tema de los ataques de piratas y corsarios, tanto neerlandeses como ingleses, va volver a hacerse muy común, especialmente en el Caribe.

Sobre todo, porque en 1621, los holandeses estos crearon la Compañía de las Indias Occidentales, dedicada a expoliar las posesiones españolas y portuguesas en América.

Unos años antes, en la isla de La Española, entre 1605 y 1606, habían ocurrido las Devastaciones de Osorio. En ellas, el rey Felipe III dio la orden al gobernador de allí, Antonio de Osorio, de despoblar el oeste, centro y norte de la isla para que toda la población se concentrara en Santo Domingo para controlar mejor así el tema del contrabando.

Y es que, muchos hacendados de esas zonas, con la complicidad de las autoridades locales, preferían el comercio ilegal, por el que sacaban más dinero, que el oficial. Además, también estaban entrando Biblias protestantes, lo que no molaba nada a la Corona ni a la Inquisición.

Aprovechando estos despoblamientos, muchos piratas se hicieron primero con el control de la Isla de la Tortuga y más tarde con el oeste de la Española, territorio que mucho después se convertiría en Haití.

El mayor golpe pirata de esta época fue el del almirante Piet Hein, quien, en 1628, cerca de Cuba, logró capturar unos barcos españoles que transportaban plata.

Otro corsario neerlandés fue Joris van Spilbergen, quien trató de saquear las Filipinas en 1617. El choque con la armada española liderada por el mariscal Juan Ronquillo del Castillo es conocido como la Batalla de Playa Honda. Fue una batalla naval 10 contra 10, y España perdió un barco mientras que los piratas tres, incluyendo la nave almiranta, el Sol de Holanda. Finalmente, los neerlandeses acabaron huyendo.

En 1619 murió Ana de Riederer, la virreina, y Diego se quedó tan jodido y melancólico que quiso dejar de vivir en la parte del palacio que había compartido con su amada.

En 1621 el nuevo rey de España fue Felipe IV, apodado el Rey Planeta.

Este nombró como nuevo virrey de Nueva España a Diego Carrillo, quien desde el primer momento intentó combatir la corrupción de la administración, creó la cátedra de cirugía para la Universidad de México, y también luchó contra los efectos de la sequía y hambre que habían azotado al virreinato en esos años. Compró gran cantidad de grano para distribuirlo entre los pobres de la capital, y se opuso a la monopolización del comercio de maíz.

También ordenó el cese de los trabajos de drenado del lago Texcoco porque le parecía una pérdida de tiempo y dinero. ¿Y qué pasó? Que justo en 1623, poco después de dar esa orden, ocurrieron las mayores inundaciones hasta aquel entonces, y su popularidad se fue a tomar por saco.

Y luego tuvo un conflicto gordo con el arzobispo de México Juan Pérez de la Serna, quien comenzó una revuelta popular contra el virrey porque quería arrestar a un alcalde y corregidor amigo suyo, quien estaba alterando el precio del maíz y la carne en beneficio de ambos, ya que el religioso tenía una carnicería en propiedad. De la Serna azuzó a las clases populares contra el virrey, y Carrillo tuvo que huir del palacio disfrazado. Poco después, el rey le echó de su puesto.

El nuevo virrey fue Rodrigo Pacheco y Osorio, marqués de Cerralbo, que gobernó más de una década, del 24 al 35. Se cuenta de él que tenía un carácter conciliador y justiciero, y fue en general un mandato pacífico salvo por varios hechos puntuales.

Para empezar, se tuvo que enfrentar a una flota neerlandesa que pretendía invadir Acapulco. También tuvo que sofocar algunas revueltas de nativos al norte de Nuevo Reino de León, donde creó el Presidio Cerralvo.

Y finalmente, en 1629, la Ciudad de México vivió la peor inundación de su historia, debido a una salvaje lluvia torrencial que no cesó en varios días. Se cuenta que el nivel del agua subió unos dos metros, y el virrey organizó un cuerpo de piraguas para rescatar a la gente de los tejados. A raíz de esto se produjo un éxodo brutal de habitantes a la cercana localidad de Puebla de los Ángeles, ahora conocida como Puebla de Zaragoza o simplemente Puebla, cerca de la antigua Tlaxcala. Allí, por fortuna, no había inundaciones.

El Virrey Lope Díez de Aux y Armendáriz fue uno de los pocos virreyes nacido en América, concretamente en Quito o en Charcas. Llegó al gobierno de Nueva España en 1635, y tuvo que lidiar con los devastadores efectos de un terremoto que destrozó parcialmente las obras de los diques para evitar que la ciudad se inundara. Es evidente que la naturaleza estaba diciendo “ese no es un buen sitio para construir una ciudad, idos a otro sitio”, pero no.

Y es que, por si no fuera complicado tener la ciudad construida en medio de un lago, también destaca el hecho de estar cerca de los bordes de 5 placas tectónicas y rodeado de volcanes.

Este virrey Armendáriz, para combatir a los piratas que venían de Europa, construyó una flota en Veracruz, que luego sería conocida como la Armada de Barlovento.

Y es que España estaba metida en demasiadas guerras. Por un lado, estaba la Guerra de los 30 años, y por otro lado, en 1635 estalló la Guerra franco-española. Ambos conflictos estaban enclavados dentro de la Guerra de Flandes, y básicamente era España contra Francia, Inglaterra y los neerlandeses.

La situación era complicada tanto en Europa como en el Caribe. Los franceses se habían hecho con el control de la isla de San Cristóbal… los neerlandeses con Curasao, Aruba, Bonaire y Tobago, frente a las costas de Venezuela… y Martinica y Barbados entre otras islas… Y finalmente, los ingleses tomaron Barbados en 1625, y Antigua y Monserrat en el 35.

Sin contar con la Isla de la Tortuga, tomada por piratas franceses hacia 1640. Fue aquí donde nació la Cofradía de los Hermanos de la Costa, una especie de asociación pirata. España estaba perdiendo terreno en las Antillas, y eso empezó a preocupar al rey.

También, grupos de colonos ingleses se asentaron en la costa de lo que hoy es Belice y en la costa de Mosquitia, la Costa de los Mosquitos, perteneciente a Honduras y Nicaragua. Esta zona se llama así porque la tribu local se llamaba Miskito, relacionados con los chibchas.

A partir de 1633, estos nativos fundaron la Nación Misquita, o Reino de Mosquitia, quienes pactaron con los británicos asentados allí, en una villa llamada Bluefields. Y también esclavos negros que habían naufragado en la costa acabaron mezclándose con la población local dando origen a los zambos misquitos. Duraron hasta finales del siglo XIX.

Por cierto, etimológicamente no tienen nada que ver con los insectos, es simplemente que los términos se parecían. Y sí, aparte de miskitos, también allí había muchos mosquitos.

En Honduras, por cierto, se habían fundado años antes Comayagua y Tegucigalpa, siendo esta última un centro minero bastante importante. Mucho tiempo después, pasaría a ser la capital del país.

Mientras tanto, en lo que hoy es Costa Rica, el conquistador Diego de Sojo fundó Santiago de Talamanca en 1605, pero no duró mucho tiempo. Una rebelión indígena liderada por el rey cabécar Guaycorá echó a los españoles temporalmente de la zona.

Mientras tanto, en Guatemala destaca Pedro de San José Betancur, un religioso que vivía en el Convento de San Francisco el Grande, en la ciudad de Antigua Guatemala. Este Pedro fundó centros de acogida para pobres, indígenas y vagabundos, centros de alfabetización, y en 1656 fundó la Orden de los Hermanos Betlemitas, o de Belén, la primera orden creada en el Nuevo Mundo.

En 1676, la Corona aprobó la fundación de la Real y Pontificia Universidad de San Carlos Borromeo, en Antigua Guatemala, donde estudió Fray Francisco Ximenez, el descubridor del manuscrito maya del Popol Vuh, y quien lo tradujo parcialmente al castellano.

El nuevo virrey fue Diego López Pacheco y Portugal, duque de Escalona. Como curiosidad, este fue el padre de Juan Manuel Fernández Pacheco, creador y primer director de la RAE, la Real Academia Española.

Justo el año de su llegada, 1640, ocurrió la Guerra de Restauración Portuguesa, en la cual, Portugal, ahora dirigido por la casa de Braganza, se independizó de la Monarquía Hispánica.

Los Braganza estaban emparentados con Diego López Pacheco y su familia, por lo que este virrey fue destituido y arrestado por sospechas de traición. Aunque luego le soltaron y le hicieron virrey de Navarra.

Le sustituyó el obispo de Puebla Juan de Palafox, en 1642. Este tipo es una figura algo controvertida, pues mientras por un lado protegió mucho los derechos de los nativos y estos le hacían retratos y le ponían velitas… por otro fue bastante intransigente y mandó destruir muchos ídolos antiguos para evitar el resurgimiento de los cultos mexicas. Muchos de estos cultos seguían existiendo porque a las autoridades españolas, en general, les daba bastante igual lo que hicieran los indios en su tiempo libre.

Palafox intentó poner orden tanto como obispo como virrey, pero duró un suspiro. Aún así, es famoso por haber sido un gran mecenas de la educación y la cultura, creado colegios como el de San Pedro y el de San Pablo, al cual dotó de una extensísima biblioteca pública hoy conocida como Biblioteca Palafoxiana, en Puebla. Fue durante su obispado en Puebla cuando promocionó a músicos como Juan Gutiérrez de Padilla, el compositor más famoso de Nueva España en este siglo.

Palafox también levantó la Catedral de Puebla, y para su construcción tuvo que poner mucho del dinero de su herencia y también subir el diezmo a las órdenes religiosas. Y por esta razón se llevó como el culo con la orden de los jesuitas, y también por el requerimiento de tener licencias para predicar.

Los reinados de García Sarmiento de Sotomayor, fundador de Salvatierra en Guanajuato…, Marcos de Torres y Rueda y Luis Enríquez de Guzmán fueron más o menos tranquilos.

Eso sí, destaca una sublevación de los indios Tarahumaras en el norte del virreinato, en Nueva Vizcaya. Estos nativos atacaron varias misiones, y capturaron y asesinaron a unos cuantos misioneros franciscanos y jesuitas, y saquearon algunas poblaciones. El virrey vio que una campaña militar contra estos nativos era demasiado costosa, y buscó llegar a acuerdos.

En 1653 llegó a virrey Francisco Fernández de la Cueva, quien gobernó 7 años, hasta el año 60. Fue un experimentado militar durante la Guerra de los 30 años, y fue ascendiendo hasta que, con solo 34 años, llegó a ser virrey de Nueva España.

De la Cueva gastó mucha pasta en mejorar los puertos y el comercio con Filipinas, en las obras de desagüe de la laguna, y en finalizar las obras de la Catedral de México. Estuvo muy interesado en el adelanto de las ciencias y las artes, y combatió el bandolerismo y los robos en los caminos virreinales, que empezaba a ser algo bastante problemático.

En 1655, una escuadra inglesa al mando de William Penn conquistó la isla de Jamaica, la cual pasó a formar parte del Imperio Británico, y se convirtió en la base principal del filibusterismo inglés, así como un foco del contrabando británico. El virrey envió a Cristóbal de Isasi a recuperarla, pero fue incapaz.

Durante el gobierno de De La Cueva se apoyó las misiones jesuitas en el norte del virreinato y en California. Y también expediciones para pillar perlas en las playas. No hacía falta ni bucear ni pelear con nadie por ellas, pues los nativos de la zona las cambiaban por cualquier cosa más útil, y también las dejaban tiradas y quemadas en la playa tras haber comido los moluscos que las contenían.

Por todo el norte del virreinato empezaron a crearse estancias, haciendas o ranchos. Podían ser plantaciones o granjas de ganado, y en ellas solían trabajar muchos indígenas.

Mientras tanto, en la zona sur, el régimen de la encomienda iba declinando, y muchos nativos vivieron en las repúblicas de indios, donde tenían más libertad que en la encomienda. Las tierras de cultivo alrededor de estas repúblicas eran comunales, pero repartidas entre las familias por un cacique indígena o un cabildo español, al que tenían que pagar impuestos, ya fuera con dinero o con parte de la producción, como maíz, frijoles o gallinas. Dependiendo de lo que hubiese.

También podían acudir a los mercados de las ciudades de españoles a comerciar con sus productos.

Otros nativos vivían en las ciudades o en otras zonas rurales poseyendo tierras o negocios de todo tipo, y generalmente vivían en las afueras. Muchos oficios urbanos fueron ocupados por indígenas, pues estos eran el 60% de la población.

En Ciudad de México, por ejemplo, hubo un cabildo español y 2 indígenas, que gobernaban sobre los 5 barrios nativos de las afueras.

Y conforme pasaba el tiempo y las ciudades se expandían, las repúblicas de indios fueron desapareciendo y todos acabaron conviviendo en las mismas poblaciones. Había indígenas más adinerados en zonas antiguamente españolas, y españoles más empobrecidos viviendo en las antiguas barriadas indígenas.  

Pero por supuesto, las mejores tierras fueron para las encomiendas o haciendas de españoles o criollos con poder. También éstos se quedaron con la propiedad de las actividades más lucrativas del virreinato, como la minería y actividades mercantiles varias.

El nuevo virrey, Juan Francisco de Leyva, fue todo lo contrario a su predecesor; solo hay que ver la cara de villano que tiene. Él y su mujer se dedicaron al tráfico de influencias, a la venta de cargos, y mil corruptelas más, a lo que habría que añadir mala gestión en general y escandalosas fiestas llenas de derroche.

Y la gota que colmó el vaso fue que uno de los hijos del virrey se cargó de un espadazo a un criado nativo. Fue todo un escándalo, y la población apedreó a la familia al salir de una misa.

Luego por su culpa también ocurrió la Rebelión de Tehuantepec, ocurrida en 1660. Los indios zapotecas se hartaron de las pesadas cargas tributarias y empezaron a protestar muy fuerte. El líder de las protestas fue arrestado y azotado, y acabó muriendo, y aquí ya se lió pardísima, y estalló la revuelta en sí. Al final, la rebelión fue poco a poco apaciguándose gracias a la intervención del obispo de Oaxaca, Alonso de Cuevas Dávalos.

Ante el desastre de su gobierno, en junio del 64, el virrey Leyva fue cesado y expulsado del virreinato tras un juicio de residencia en el que se enfrentó a 178 cargos por mal gobierno.

El obispo de Puebla, Diego Osorio, enemigo acérrimo del anterior virrey, fue virrey interino 4 meses mientras se buscaba un sustituto. El puesto fue a parar a Antonio Sebastián de Toledo y Salazar, quien gobernó entre el 64 y el 73; casi una década.

Este virrey puso fin a la corrupción en la administración, o al menos gran parte. También hizo mucho por acabar con el tráfico de esclavos, el cual se redujo enormemente. Y finalmente invirtió mucho dinero en revertir los efectos causados por la erupción del Popocatepetl, que aunque no mató a nadie, sí causó bastantes destrozos.  

También financió la reconstrucción de la ciudad de Santiago, en Cuba, pues en 1662 fue arrasada por una expedición de 900 ingleses que pretendían invadir la isla. Para evitar nuevas incursiones, renovó el Castillo del Morro, o de San Pedro de la Roca, situado en la entrada de la bahía.  

No confundir con el Castillo de los 3 Reyes del Morro, que es el baluarte defensivo de La Habana. Fortaleza que también fue reforzada. Además, se crearon barcos más ligeros y más rápidos, que se encargarían de patrullar y proteger los convoyes.

En 1667 comenzó a atacar el Caribe el pirata francés conocido como El Olonés, cuya base de operaciones estaba en la Isla de la Tortuga. Se dice que llegó a comandar una flota de hasta 50 navíos, pero durante una de sus incursiones para atacar Panamá, una tormenta le hizo naufragar y los nativos de la zona se lo cargaron.

San Agustín, en Florida, también fue atacada por piratas, concretamente por el inglés Robert Searle, también conocido como John Davis. Aunque no logró nada, el virrey decidió reforzar las defensas y construir el Castillo de San Marcos en 1672.

Por cierto, es importante saber que, en 1665, llegó al trono de España el rey Carlos II, apodado el Hechizado, quien sería el último de los reyes Habsburgo de la Monarquía Hispánica.

En 1673 llegó a virrey de Nueva España Pedro Nuño Colón de Portugal, un tataranieto de Cristóbal Colón. Ni un año duró, pues la palmó rapidito. Le sustituyó Payo Enríquez de Rivera, el arzobispo de México, quien gobernó entre 1673 y 1680.

Este virrey fomentó nuevas obras públicas, sobre todo hospitales, caminos y saneamientos.

También construyó y mejoró diversas fortificaciones por toda la costa, para evitar los ataques de los corsarios.

Fundó Payo Obispo, hoy Chetumal, y Paso Alto o Paso del Norte, hoy Ciudad Juárez/El Paso, y que comenzó siendo la Misión de Guadalupe. Este lugar se convirtió en el centro de la colonización española hacia el territorio de Nuevo México. Los nativos de la zona fueron llamados indios mansos porque no pusieron mucha pega a la presencia de aquellas nuevas gentes.

Fray Payo fue un virrey amante de la cultura, e impulsó la carrera literaria de la monja Juana Inés de la Cruz, un exponente del Siglo de Oro novohispano, y quien también escribió poemas en náhuatl. Vivió gran parte de su vida en el Convento de San Jerónimo en Ciudad de México, y sus obras más importantes son Amor es más Laberinto, El Divino Narciso y Los Empeños de una Casa. En el convento tenía una biblioteca extensísima y hasta un laboratorio de química.

Bernardo de Balbuena era un autor toledano afincado en Nueva España, famoso por escribir el poema Grandeza Mexicana.

Otro autor relevante es Juan Ruiz de Alarcón, un escritor novohispano que impulsó distintas variantes de la dramaturgia; y viajó a España donde fue colega de Tirso de Molina. Sus obras más famosas son La Verdad Sospechosa, Las Paredes Oyen y Los Pechos Privilegiados.

Más autores. Juan de Torquemada escribió Monarquía Indiana, donde recopiló mucho del saber de aztecas y otros pueblos prehispánicos a través de sus códices, sus pinturas, su tradición oral y de los relatos de otros cronistas.

Por otro lado, el criollo mexicano Baltasar Dorantes de Carranza, escribió Sumaria Relación de las Cosas de Nueva España, donde denunciaba que los conquistadores habían proporcionado a la Corona un reino muy rico, pero ahora los hijos de estos conquistadores, grupo del que él formaba parte, estaban empobreciéndose y perdiendo encomiendas y derechos en favor de los nuevos inmigrantes llegados de España, quienes obtenían más altos cargos.

En 1680 comenzó a gobernar el virrey Tomás de la Cerda y Aragón.

Fueron tiempos complicados. En el norte del virreinato, las incursiones de los indios apache pusieron complicadas las cosas a los españoles y a los nativos pueblo. Unido a las continuas sequías, la gente que vivía en aquella región se moría de hambre.

Encima el gobernador de Nuevo México, Juan Francisco Treviño, prohibió a muchas de estas tribus realizar sus rituales, bailes y demás, y les acusó de practicar la hechicería, reprimiéndoles fuertemente.

Todo esto provocó la Gran Insurrección de 1680, o Rebelión de Popé, ocurrida entre los nativos pueblo de Nuevo México y liderados por el caudillo Popé, cuya base de operaciones estuvo en Taos. Aquí, unos 25.000 indios de diferentes poblaciones y etnias (zuñis, moquis, jemez, keres, pecos, tewas, tanos, picuríes…) decidieron unirse para atacar el centro de poder español en la zona, Santa Fe, donde se encontraba el Palacio de los Gobernadores de la región.

Allí masacraron a unos 400 colonos, 30 misioneros y unos pocos soldados. Las fuerzas españolas se atrincheraron en el palacio y lograron hacer retroceder a los indios hasta poder escapar de la ciudad. Estos españoles tuvieron que refugiarse en el fuerte de El Paso del Norte, un poco más al sur, y que ahora hace frontera entre México y los Estados Unidos.

Popé se alzó como el líder de la zona, pero no le duró mucho. Obligó a estas tribus a retornar a cómo eran antes de los españoles, y eso incluía sacrificar al ganado, a los caballos, y no plantar todos los productos traídos por los españoles, que no eran pocos.

Popé prometió que, renunciando a esto, los dioses acabarían con la sequía, pero no fue así. Al final, estos pueblos se vieron renegando a muchas cosas que habían mejorado su estilo de vida, y aunque no se sabe bien qué ocurrió, se cree que al Popé este se lo cargaron sus propios aliados.

Pocos años después, en 1692, los españoles regresarían a la zona para reconquistar Nuevo México al mando de Diego de Vargas, y lo consiguieron, siendo éste nombrado gobernador. Y fundó Santa Cruz de la Cañada. Esta vez, los religiosos no intentaron imponer el cristianismo a los pueblo, quienes pudieron seguir practicando su religión tradicional durante bastante tiempo más. Y también se nombró a un defensor público para defender las causas legales de los indios ante los tribunales.

En 1683, los piratas Nicolas Van Horn, Michel de Grammont y Laurens de Graff, apodado Lorencillo por su baja estatura, realizaron un violento ataque nocturno a Veracruz. Los habitantes de la ciudad se refugiaron en las iglesias mientras los piratas estos saqueaban la ciudad, y les dejaron 3 días encerrados sin comida ni agua, y mucha gente de inanición. Estos piratas dejaron la ciudad destrozada, con 400 muertos, y se llevaron decenas de rehenes y un botín estimado en 7 millones de pesos. 

Dos años después atacaron Campeche, y también Jalpa y Cunduacán. Debido a estos ataques, se empezó la construcción de los Baluartes de San Francisco de Campeche, con una muralla que rodeaba la ciudad.

Poco después, a Veracruz llegó un misterioso personaje que se hacía llamar “El Tapado”, que decía que era visitador general y gobernador de la Nueva España. Las autoridades pronto sospecharon que era un pirata de Lorencillo, por lo que fue arrestado y enviado a la capital para ser ahorcado. En el cadalso, poco antes de su ejecución, hubo un eclipse, y mucha gente pensó que era una señal de que era inocente. Pero lo ahocaron igualmente.

En ese mismo año, llegaba a Baja California el misionero Eusebio Francisco Kino, quien se ganó la amistad de los nativos del lugar y procedió a su evangelización. Así se creó la primera misión en Baja California, la de San Bruno. El problema es que la sequía ocurrida durante esos años fue un gran problema, y el almirante Isidro de Atondo y Antillón, al mando de la expedición, sometió a votación el volverse a casa, y esta opción fue la ganadora.

Años después, otro misionero, Juan María de Salvatierra, continuaría la obra del padre Kino en esta región, y fundarían la misión de Loreto. Y ya en 1699, el jesuita Francisco María Píccolo fundó la Misión de San Francisco Javier de Viggé Biaundó.

Mientras tanto, el padre Kino se dedicó a crear misiones entre las tribus del desierto de Sonora y por parte de Arizona (la llamada Pimería Alta), aunque evangelizar a estas tribus fue muy complicado, pues su nomadismo les hacía reacios a vivir en poblados. Aun así fundó más de 20 misiones, realizó importantes labores de cartografía y antropología de tribus de la zona, y fomentó la agricultura y ganadería en aquellos lares, introduciendo nuevas técnicas y nuevos cultivos.

Melchor Portocarrero fue virrey durante 2 años y luego fue nombrado virrey del Perú. Como curiosidad, era conde de la Monclova, primer propietario del terreno donde hoy está el Palacio de la Moncloa, donde reside el presidente de España. Y en su honor se fundó Monclova, en Coahuila.

Durante su mandato se creó el Mercado de El Parián, ubicado en lo que hoy es el Zócalo de Ciudad de México. Aquí se comerciaba sobre todo con las mercancías llegadas desde Filipinas y Asía en general. La mayoría de productos asiáticos eran bienes de lujo solo al alcance de unos pocos, aunque mucha gente común acudía los días de mercado para contemplar los objetos exóticos que allí se exponían.  

Ahora hablemos del virrey Gaspar de la Cerda, quien ocupó el poder casi 9 nueve años, del 88 al 96. Este es famoso por parecerse a Mr. Bean pero con peluca.

Este virrey se enteró de que los franceses, al mando de René Robert Cavelier de la Salle habían bajado desde Canadá, desde los Grandes Lagos, y se habían recorrido todo el Misisipi hasta llegar al Golfo de México en 1682. Y a todo ese territorio ahora en posesión de Francia lo llamaron La Luisiana, en honor al rey francés Luis XIV.

Además, corría el rumor de que Cavelier se habían asentado en algún lugar de la costa de Tejas, o Texas. Debido a esto, el virrey envió una expedición liderada por Alonso de León “el Mozo” para echarles de allí.

Por 1689, en la costa tejana, los españoles descubrieron las ruinas de un fuerte francés, el Fuerte de St. Louis, que llevaba abandonado bastante tiempo, destruido por nativos.

Alonso de León tuvo el encargo de construir presidios y poblaciones en Texas, como la Misión de San Francisco de la Espada, o de los Tejas, de ahí el nombre del futuro estado. Dicen que, en la lengua de los nativos de la zona, “tejas” significa “amigos”. Pocos años después, su población se trasladaría a lo que hoy es San Antonio. 

Y con esto se creó la gobernación de Nueva Extremadura, que ocupaba lo que hoy es Coahuila y Texas. Durante la época borbónica, el territorio sería dividido y Texas sería llamado Nuevas Filipinas. De todas formas, las sequías y los constantes ataques de los nativos de la zona acabaron por hacer a los españoles abandonar estas poblaciones durante bastante tiempo.

Por otro lado, como los franceses se estaban extendiendo por la costa del Golfo de México, en 1698, el gobernador de la Florida, Andrés de Arriola, fundó el Fuerte de San Carlos de Barrancas, que daría origen a la población de Pensacola, que más tarde tendrá bastante importancia.

El virrey Gaspar de la Cerda promocionó mucho la cultura, y entre sus patrocinios destaca el de Carlos de Sigüenza y Góngora, escritor de Infortunios de Alonso Ramírez, de 1690, considerada la primera novela mexicana. A este Góngora también se le atribuye haber creado el primer periódico de Nueva España, el Mercurio Volante, cuyo primer número salió en 1693. Y si os lo preguntáis, sí, era pariente del famoso Góngora.

El virrey Gaspar es famoso por dirigir las primeras excavaciones arqueológicas en México, para estudiar los restos de la antigua Teotihuacán, abandonada desde el año 900.

También durante el gobierno de este tipo se planteó la prohibición de los temazcallis, baños termales y saunas, muchos de los cuales eran propiedad de indios y mestizos adinerados. Empezó a correr el rumor de que habían visto a un español y a un indio mantener relaciones homosexuales, así como relaciones adúlteras y cosas así… y hubo mucho debate sobre si cerrar estos establecimientos. Por fortuna, el virrey encargó una serie de informes favorables a ellos y el asunto no solo quedó en nada, sino que los baños se multiplicaron.

Una nueva sequía acompañada por una brutal hambruna afectó mucho al virreinato, y esto produjo el Motín de 1692, en la que mucha gente pobre (tanto indígenas, como mestizos y españoles) se levantó en armas por la falta de alimento, y atacó el Palacio Virreinal y lo quemó, junto a otros edificios públicos.

El virrey se refugió en el Convento de San Francisco hasta que se pudo sofocar la rebelión, y tras esto, ordenó ejecutar a los cabecillas sin juicio previo. De todas formas, el virrey dijo: “yo me piro de aquí”.

Así, el obispo Juan Ortega fue elegido nuevo virrey interino, pero duró poco, aunque sería virrey otra vez más adelante, y también arzobispo de México.

El tipo se tuvo que enfrentar al primer movimiento estudiantil de protesta en el Nuevo Mundo. Los estudiantes de la Universidad de México quisieron destruir la picota que estaba en la plaza de armas, el lugar donde se colocaban las cabezas de los ajusticiados, pues la consideraban una manifestación vejatoria del poder monárquico. El virrey se limitó a cambiar la picota de plaza.

Le siguió en el cargo José Sarmiento Valladares, el último virrey que conocemos en este capítulo, y que gobernó entre 1696 y 1702. Sí, el tipo no pudo triunfar en las pasarelas.

Él se encargó de reconstruir muchos de los edificios públicos destruidos tras el motín del 92, como el Palacio Virreinal, que había sido incendiado y estaba en muy mal estado.

Y también es importante saber que se casó con Jerónima de Moctezuma, descendiente del tlatoani azteca Moctezuma II, quien fue virreina.

En estos años pasó algo importante. Si los ingleses habían conseguido tomar la isla de Jamaica y también las islas Caimán, los franceses no iban a ser menos.

En 1697, tras el Tratado de Ryswick que ponía fin a la Guerra de los 9 años, España cedió a Francia el control de la mitad de la Isla de la Española, que pasó a llamarse Saint-Domingue, lo que luego sería conocido como Haití, y cuya capital sería Cap-Français hasta 1770, cuando se cambió por Puerto Príncipe. Mientras que la otra mitad, la mitad española, Santo Domingo Oriental, daría lugar mucho después a la República Dominicana. Con este tratado, prácticamente acabó el filibusterismo en el Caribe.

Por su parte, los españoles terminaron ese mismo año, 1697, con la conquista del Yucatán, al tomar el control de su último reducto, situado en mitad de la selva guatemalteca: Tayasal, o Nojpetén. Esto fue posible gracias a un ataque combinado de las fuerzas españolas lideradas por el capitán general de Yucatán, Martín de Urzúa y Arizmendi, y tropas tabasqueñas y yucatanenses. Tayasal se convirtió en la Ciudad de Flores, capital del departamento del Petén.

Luego, entre El Golfete y el Lago de Izabal, se levantó el Castillo de San Felipe de Lara, que funcionó como fuerte militar, prisión y centro aduanero.

Para acabar el video es importante saber que el rey Carlos II el hechizado murió en 1700 sin descendencia. Había nombrado sucesor a Felipe de Anjou, quien era nieto del rey francés Luis XIV, de la familia de los Borbones. El problema fue que el emperador del Sacro Imperio, Leopoldo I, decidió no aceptar aquello, y decía que por derecho le correspondía el trono a él, así que comenzó la Guerra de Sucesión Española. ¿Quién ganó? Eso lo conoceremos próximamente.