La siguiente historia tiene lugar entre el año 3000 a.C. y el 622 d.C.
CALIFATOS MUSULMANES 1: La Arabia Preislámica
Empezamos año nuevo y también nueva serie. Durante las próximas semanas vamos a conocer qué pasó en Arabia, Mesopotamia, Persia, Egipto y Asia Menor durante la Edad Media. Pero en este vídeo nos vamos a centrar en la Península Arábiga antes de la llegada del Islam. Porque sí, los árabes no siempre fueron musulmanes. La religión de Alá no surgió hasta el año 622 con Mahoma, del que hablaré en el siguiente vídeo. Antes de esa fecha las cosas eran muy diferentes.
Primero fijémonos en este vasto territorio casi desértico. Por un lado tenemos el Mar Rojo, y el mar de Adén conectados por el estrecho de Mandeb. Por otro el Golfo Pérsico y el Golfo de Omán, separados por el estrecho de Ormuz… y que dan al Mar Arábigo. Por toda la costa del Mar Rojo se extiende la llanura de Tihama, cuya región norte es llamada Hiyaz, y es importante porque aquí está La Meca.
El centro está compuesto por la gran meseta del Neyed, con los desiertos de An-Nafud al norte y el de Rub-al-Jali al sur. Vivir en estas zonas era tarea complicada. No como en la parte este o en la sur, territorio muy fértil gracias a las lluvias monzónicas y los oasis, de ahí que los romanos la llamaran la Arabia Feliz, o Arabia Felix en latín. Es aquí donde está el actual país de Yemen, y de ahí destaca la región del Hadramaut. Después de este repaso geográfico, vamos con la historia.
ARABIA EN LA EDAD DEL BRONCE (3000-1000 a.C.)
Remontémonos al año 3000 a.C. más o menos. La península arábiga era una zona desértica donde vivían muchas tribus de lengua semita. Sí, tanto el árabe como el hebreo son lenguas de origen semita, vienen de la misma raíz. Estas lenguas se llaman “semitas” porque, según la Biblia, cuando pasó el Gran Diluvio, los hijos de Noé se repartieron y repoblaron el mundo, y uno de ellos, al que le tocó Arabia, fue a Sem. De ahí Semita.
Varios de estos pueblos semitas emigraron desde Arabia, y aquí encontramos varias ramas. Los semitas orientales fueron llegando a Mesopotamia por el año 2500 a.C. y comenzaron a convivir con los sumerios. Uno de estos semitas se hizo tan poderoso que levantó el Imperio Acadio hacia el 2300 a.C., y ese fue Sargón de Akkad. También en este grupo estarían los Eblaítas.
Los semitas occidentales se instalaron en Levante, y fueron los Cananeos, que incluye tanto a fenicios como hebreos; y los Amorreos, de quienes saldrían los Arameos o Siriacos. El arameo sería lengua franca en todo Oriente Próximo desde el año 1000 a.C. o así, fue muy importante. Incluso se piensa que fue la lengua en la que habló Jesucristo, y un montón de pasajes de la Biblia y del Talmud fueron escritos en esta lengua. “aryogumoney”
Por el año 2000 a.C. algunos semitas levantaron el Reino Asirio, y por el 1900 a.C., tribus amorreas tomaron el control de Babilonia, que empezó a despuntar especialmente con el rey Hamurabi. Aquello, en ambos casos, sería el inicio de dos grandes imperios que culminaría con la Neobabilonia de los Caldeos, otros semitas.
Finalmente, los semitas del centro y sur serían los que se quedaron en Arabia, y esos fueron los que se llamarían árabes. Estos son los que nos interesan ahora. Esta gente ha pasado muy inadvertida en la historia porque se mantuvieron relativamente aislados y no hicieron nada relevante, estaban ahí en el desierto con camellos todo el día. La gran mayoría eran nómadas, pastores y cosas así. Eran los llamados Beduinos. Estos tíos se montaban campamentos móviles y trasladaban rebaños de animales, como camellos y dromedarios, buscando buenos pastos y oasis en los que descansar y comerciar. De estos animales obtenían todo lo que necesitaban: leche, carne, piel, transporte… Y muchas de estas tribus también se dedicaban al saqueo y al pillaje, en plan bandas de forajidos.
Sin embargo, sí que en el sur de la península arábiga comenzaron a formarse algunos reinos de importancia. Es famoso el mito del Reino de Thamud. Su origen pudo haber estado por el este de Yemen, pero sus gentes acabaron mudándose al norte y desapareciendo.
También los griegos y los egipcios tuvieron relaciones con el Reino de A’ad, cuya capital era Ubar. También estaba situado por la misma zona, y algunos dicen que Thamud y este reino eran lo mismo. Según la leyenda, su civilización se jodió por una lluvia de meteoritos y tormentas de arena.
De hecho, de aquí surge el mito de Iram de los Pilares. Es como la Atlántida, pero en el desierto, y fue popularizado por el libro de Las Mil y Una Noches. Se cuenta que el gobernante de esta ciudad de altos pilares, Shadad, desafió al profeta Hud, y Alá se tragó la ciudad con una tormenta arena. Si habéis jugado a Uncharted 3 sabréis de lo que hablo.
Los sumerios tenían tratos comerciales con un lugar llamado Magan, que se piensa que estaba por el actual país de Omán y Emiratos Árabes Unidos. Poco se sabe de ellos aparte de que tenían fama de construir buenos barcos y tener mucho cobre y diorita.
Para acabar esta parte, en lo que ahora es Qatar estaría el Reino de Dilmún, que según el mito, allí fue donde estuvo el paraíso perdido en la tradición sumeria, que luego pasaría a la judeo-cristiana como el Jardín del Edén.
ARABIA EN LA EDAD DEL HIERRO (1000-100 a.C.)
Hacia el año 1000 a.C., en Mesopotamia, Asiria combatía con sus vecinos para hacerse con el control de todo el territorio. En Levante los Fenicios se forraban y el Reino de Israel, de religión judía, tomaba forma.
Fue en estos años, cuando en Yemen surgió supuestamente el Reino de Saba. Digo supuestamente porque la mitad de lo que se sabe de ellos es más un mito que otra cosa. Se piensa que su capital era Marib, cerca de la moderna capital yemení de Saná. Allí se han encontrado restos de un lujoso palacio llamado Mahram Bilqis, también conocido como de Awwam, con un recinto con palmeras y piscina para tomar el solecito.También se han hallado restos de templos, como el Templo de Barran, del que sólo quedan estas columnas. Según la tradición árabe, se piensa que fue el mismísimo Sem, el hijo de Noé, quien fundó el reino. Y les fue muy bien.
Sin duda, el episodio más conocido de este reino fue cuando su Reina Makeda (según los etíopes) o Bilqis (según la tradición islámica) visitó el Reino de Israel e hizo muy buenas migas con el rey Salomón. Ya conté que, según la leyenda, ambos tuvieron un hijo, Menelik I, y que acabó reinando en la actual Etiopía, lugar que en algún momento conquistaron los sabeos, y dejaron al chavalín cuidando el Arca de la Alianza. “claro, claro” Al parecer tuvieron sus más y sus menos con el reino etíope vecino de Damot, que se piensa que fueron los predecesores del Reino de Aksum.
La economía de Saba se basó en el cultivo de especias, que lo petó gracias a un sistema de irrigación bastante puntero, que consistía en grandes túneles subterráneos que acumulaban el agua de las montañas y los pantanos, destacando de entre todas ellas la Presa de Marib. Luego se dedicaban a comerciar con estas especias y también con perfumes, incienso, mirra y muchas más cosas. Parece que también con café sacado de Etiopía. Crearon rutas comerciales por tierra, con camellos, y por mar con barcos. Todo esto inundó al Reino de Saba de gran cantidad de riquezas y prosperidad.
Por todos los caminos de estas rutas comerciales caravaneras surgieron ciudades potentes. Especial mención serían algunas de la región del Hiyaz, como Ukaz, Taif, Yatrib (la futura Medina), Yambo y, cómo no, La Meca. En estos lugares vivían árabes, muchos de ellos judíos, y se dedicaban a la agricultura, la artesanía y el comercio. Se fueron creando grandes ferias y mercados que permitieron contactos más amplios con otras regiones. La Meca, de hecho, a pesar de estar en mitad de puto desierto, se benefició muchísimo por ser una encrucijada comercial entre Yemen, Siria, Mesopotamia y Egipto. Fue como el corazón comercial de Arabia.
Continuando con los sabeos, estos tenían un alfabeto conocido como Musnad, o alfabeto árabe meridional, que parece hecho con los pokemon estos que son letras. También adoraban multitud de dioses, aunque destaca Almaqah, deidad solar, y luego estaría su contraparte femenina, Sams. Pero quizás el dios supremo de su panteón sería uno llamado Attar, relacionado con Venus y también conocido como Dhu-Samani.
Paralelamente a Saba, encontramos otros reinos. El Reino de Qataban o de Awsan fue famoso por su comercio de mirra y olíbano. También adoraban a un dios llamado Amm. “amm” Pero hacia el año 800 a.C. fueron conquistados por Saba.
Luego está el Reino Mineo o de Ma’in, un conjunto de ciudades-estado surgido hacia el 700 a.C. Estuvieron muy influenciados por sus vecinos los sabeos, y lo poco que queda de esta cultura son las ruinas de una de sus capitales, Yathil, actual Baragish. Más al este de Yemen, ocupando también parte de Omán, surgió el Reino de Hadramaut. Y sin más, duraron bastante tiempo en la zona.
SOCIEDAD Y RELIGIÓN EN LA ARABIA PREISLAM
Ahora habría que explicar un poco a la sociedad de esta época. Tanto árabes nómadas como sedentarios se agrupaban primero en familias, luego en tribus, o qabilas, como se llamaban, y que solían tener unos 3.000 miembros… y después en grupos de tribus o clanes. Todos estaban unidos por una solidaridad de sangre que se transmitía por vía paterna, un descendiente común, en resumen, aunque a veces se lo inventaban.
Aun así, entre familias se daban de hostias, pero sobre todo entre tribus rivales. De aquí surgen las temidas razias, que eran como incursiones de saqueo muy violentas en las que se liaban a espadazos, robaban todo lo que podían cargar y luego se piraban. Había una especie de noción de honor para guerreros llamado Muruwwa, que se podría traducir como virilidad.
El papel de la mujer en la sociedad tribal árabe era ya, desde antes del islam, de subordinación al hombre. El varón era el heredero, el varón podía ser polígamo y el varón podía repudiar a la esposa.
Todos los miembros de una misma tribu eran iguales entre sí, y no había propiedad privada (salvo algunas excepciones, como en el caso de los esclavos). Tampoco tenían ni jefe ni leyes escritas, pero imperaba la ley talión y la vendeta. Lo que sí existía era el Sayyid, un anciano que era dueño del Ilm, el conocimiento que le permitía alcanzar el consenso con los miembros de su tribu en los problemas que surgieran. Se le nombraba con un ritual o pacto llamado Baya.
De todas formas, hay variaciones. Muchos beduinos sí que tenían líderes, y eran los llamados Jeques. Pero, por ejemplo, en La Meca, los viejos valores beduinos, nómadas y familiares fueron evolucionando con la llegada de mercaderes enriquecidos. Aquí destaca un grupo tribal conocido como los Quraisíes o Coraichitas, es decir, los tiburones. Uno de sus miembros más conocidos fue Qusai ibn Kilab. Lo de “ibn” significa “hijo de”, como el von alemán, el ben hebreo etc. También existe el “bint”, que es para las mujeres.
Ya que estamos, podemos hablar de por qué los nombres árabes son tan jodidamente largos. Y es que son una mezcla de 5 elementos. Primero va el Kunya (kunia), que es un prefijo de respeto que indica de quién eres padre (abu) o madre (umm). Por ejemplo, Abu-Yusuf significa “padre de Yusuf”. Luego va el Ism, el nombre propio de la persona, que puede ser simple, como Alí, o compuesto, como Abd al-Rahman. El Nasab es un patronímico, una lista genealógica de ancestros como padre, abuelo, bisabuelo… y se construye con el ibn o ben + el ism del aita.
Luego va el Nisba, un adjetivo que puede ser lugar de nacimiento o tribu… Por ejemplo, al-Baghdadí sería “el de Bagdad”. Ese “al” del principio sería el artículo definido “el”. Finalmente está el Laqab, que es el apodo básicamente. Al-Mansur sería “el victorioso”, de ahí Almanzor.
“Abu Karim Muhammad al-Jamil ibn Nidal ibn Abdulaziz al-Filistini”
“Padre de Karim, Mahoma, el guapo, hijo de Nidal, hijo de Abdulaziz, el palestino”
El caso es que este Qusay ibn Kilab, hacia el año 500 d.C., se dio de hostias con una tribu rival, la de los Juza, y su tribu se hizo con el control de la ciudad, La Meca, y la convirtió en un gran centro de peregrinación al reunir muchos ídolos venerados por los árabes. Los metió todos en un cubo negro de piedra, probablemente hecho con roca de un meteorito, al que llamó Kaaba, que sigue siendo venerado hoy en día. De este señor sale la familia de los Hachemíes, de donde vendría el famoso Mahoma. También la familia real de Jordania dice descender de esta gente. Otra cosa que se piensa es que el árabe actual provendría del dialecto que hablaba este clan de los Quraysíes.
Según la tradición, todo comenzaría con Abraham. Si recordáis los vídeos que hice sobre la Biblia, Abraham tuvo dos hijos principales: Isaac es a quien intenta sacrificar, y de su linaje surgieron los judeo-cristianos. Pero según algunos árabes, del otro hijo, de Ismael, del que Abraham repudió junto con su madre Agar, vendrían ellos, de ahí lo de “ismaelitas”. Agar e Ismael anduvieron por el desierto y casi murieron, hasta que el arcángel Gabriel les indicó donde había un pozo de agua, el llamado Pozo de Zamzam. Allí crearon un pueblo llamado Becca, que más tarde sería La Meca, y también, con ayuda de Abraham, que se pasó de visita un día, levantaron la Kaaba como santuario.
Los árabes anteriores al islam eran politeístas y animistas. Creían en espíritus de la naturaleza o genios como los Djinn que surgían de los árboles o las piedras, o de remolinos de arena. Pero también adoraban a dioses como tal. Por ejemplo, en la Meca existía una tríada. Manat era la diosa del destino, la vida y la muerte; Uzza era la personificación del alba y estaba asociada a Venus. Al-lat, o Alilat, era la diosa de la vida y del sol. Las tres eran hijas de un dios superior al que llamaron Alá. De todas formas, parece que el término “alá” lo usaban muchos árabes para referirse a cualquier dios, así en general. Como nosotros con dios.
Entre las diferentes tribus el sistema de creencias cambiaba. Había tribus árabes del norte que adoraban a Bel, emparentado con Baal. A Yaribol, dios del sol, las fuentes y la justicia. Aglibol era el dios de la luna, aunque en otras partes era Hubal.
También en los reinos del sur destacaba Attar, dios de las estrellas y simbolizado en Venus. Su padre era el dios luna Qamar, o Sin, o al-Magah por los sabeos, o Wadd por los mineos. Su madre era Sams, la diosa del sol. Aparte de esta tríada celestial tendríamos a Warafu, señor de las delimitaciones de terreno. A Mundihay, señor de la irrigación. A Talab, dios de la lluvia. Y así un montón. Luego cada clan tenía los dioses protectores que le daba la gana.
Estas culturas adoraban ídolos, algo que después prohibiría el islam. Guardaban las estatuas divinas en celdas de grandes templos, los Haram, y los más importantes rituales eran peregrinar a estos santuarios y ayunar. Eso sí que lo conservó el islam. Allí realizaban sacrificios de animales y rituales de adivinación y magia, siendo los Kahin los adivinos. También existía el Hima, un bosquecito rodeando este Haram o Templo que estaba protegido, en plan reserva natural.
Eso sí, antes de que llegara el Islam, también había algunos árabes monoteístas, los Hanif, que no eran ni judíos ni cristianos, pero sí seguían la tradición abrahamica. Renunciaban al culto de astros y de ídolos, y se retiraban al desierto a meditar.
LA LLEGADA DEL REINO DE HIMYAR (100 a.C.-630 d.C.)
Desde el año 550 a.C. los Persas Aqueménidas dominaron Oriente Medio y Próximo, y muchos árabes acabaron formando parte de su poderoso ejército. Por el 330 a.C. llegó Alejandro Magno y todo ese territorio pasó a ser greco-macedonio, y Oriente se transformó en el Imperio Seléucida. Sin embargo, para el año 100 a.C., este imperio griego ya casi estaba en la mierda, y era comido poco a poco por los Partos y también por la República Romana.
En este contexto tenemos a un pueblo árabe conocido como los Nabateos, que eran tribus nómadas de origen incierto que, por el año 500 a.C. o así, se asentaron por lo que ahora es Jordania. Ya en el siglo II a.C. se hicieron muy ricos gracias al comercio y al control de varias rutas caravaneras, especialmente con los seléucidas y otros pueblos.
Su capital fue la famosa ciudad de Petra, construida al estilo griego entre vastos cañones de roca en mitad del desierto. Allí podemos encontrar los restos de un enorme teatro, de un palacio para los reyes, el templo de los leones alados y una avenida columnada, al final de la cual estaba el santuario al dios nabateo Dushara… Luego, en las paredes de roca hay varias tumbas, como la Tumba Palaciega o la Tumba del rey Malco II. Pero quizás lo que más os suene sea el Tesoro, el Jazné, situado a las afueras, que es lo que sale en Indiana Jones y la última cruzada.
Se piensa que estos nabateos controlaron mucho territorio, hasta Damasco incluso, pero cuando llegó Roma hacia el año 106 d.C. acabaron conquistados, y su reino pasó a formar parte de la provincia romana conocida como la Arabia Petrea.
Pero pocos siglos después tuvieron un breve resurgir con el Reino de Palmira de la reina Zenobia hacia el año 273 d.C., aunque llegó el emperador Aureliano y a tomar por culo todo. La reina acabó exiliada en Roma y su reino reintegrado en el Imperio Romano. De la capital, la ciudad de Palmira, destaca por ejemplo una larguísima avenida llamada la Gran Columnata porque eran todo columnas. Recorría prácticamente la ciudad entera y al final de la misma se encontraba el templo dedicado al dios Bel. Templo que, lamentablemente, el Daesh se encargó de dinamitar hace unos años.
Pero ahora volvamos al sur que hay que hablar del Reino de Himyar. Los himyaritas, u homeritas como les llamaban los romanos, eran una tribu de las montañas en Yemen que, hacia el 115 a.C., se arremolinaron en torno a su capital, Zafar.
Empezaron levantando fortalezas y después pasaron a conquistar todos sus territorios vecinos. Y cuando digo todos, es todos. En el año 25 a.C. conquistaron la mitad del Reino de Saba, y la otra mitad en el 275 d.C. También se comieron Qataban en el año 175 con ayuda de Hadramaut, y después acabaron con estos por el año 300. El rey Shammar Yahrish logró así unificar toda Arabia Meridional. Se convirtieron en los putos amos del neirborjud, y también en los principales rivales del Reino de Aksum, un reino cristiano de Etiopía.
Lo cierto es que estos himyaritas no veían mal eso del monoteísmo. Parece que adoraban a la diosa solar Shams y a otros dioses menores, pero que luego pasaron a adorar a uno solo: Rahman, que significaría el Misericordioso, que vendría a ser una especie de Yahvé y con rollito judío.
Tanto es así, que el rey Abu Karib se convirtió al judaísmo en el año 380, y esto fue el origen de un conflicto entre judíos, cristianos y paganos. Más adelante, en el año 519, un cristiano trató de dar un golpe de estado, y en su defensa salió el reino etíope-axumita de Kaleb Elesbaan. La cosa fracasó y en el 522 llegó al poder de Himyar el rey Dhu Nuwas, que era de religión judía, y convirtió a esta religión en la oficial del reino. Se debió de poner a asesinar cristianos y debido a esto bizantinos y aksumitas se aliaron para derrocarle. Nuwas perdió y se suicidó tirándose al Mar Rojo. “meme piscina”
Volvemos al norte de Arabia para hablar de dos pueblos árabes que emigraron posiblemente desde Yemen hasta acabar constituyendo dos estados tapón entre la Persia Sasánida y el Imperio Romano de Oriente.
Los Gasánidas parece que huyeron del sur, de Yemen, debido a la decadencia de esta zona, y se asentaron por Siria hacia el año 250. Era un reino árabe cristiano, pero seguidores del dogma monofisita, que más tarde sería visto como una herejía, porque decían que en Jesucristo sólo había una naturaleza divina.
Los Lájmidas se asentaron por las zonas medias del río Tigris, en el actual Irak, en torno a la capital Al-Hira, que debía de ser la leche en aquellos tiempos, muy bella arquitectónicamente hablando. También fueron árabes y cristianos, pero de confesión nestoriana, que también era considerado herejía. Decían que en Cristo había una doble naturaleza, una divina y una humana.
Los primeros estaban aliados con Bizancio y los segundos con los persas. Es famosa la rivalidad entre dos de sus reyes, el gasánida Al-Harith y el lájmida Al-Mundhir. Su batalla final tuvo lugar en el año 554 en Siria, y en ella murió el gobernante lájmida, algo que vio su hija Halima, de ahí que este hecho sea conocido como la Jornada de Halima.
Pero la guerra entre ambos continuó hasta que Persia decidió enemistarse con los lájmidas por sospechas de traición. En el año 575 los persas sasánidas conquistaron lo que quedaba del Reino de Himyar, y en el 602 tomaron el Reino Lájmida. Los Gasánidas sobrevivieron, pero fue en esos años, por el 638, cuando llegaría el Islam a hacerse con todo. Gasánidas y persas cayeron bajo las espadas de los árabes, recién convertidos éstos a la religión de Alá. Su origen lo veremos en el siguiente capítulo.