LAS COMUNAS DE NORTE ITALIANO (1005-1190)
Como ya conté, desde la llegada de Otón I al trono germano, todo el norte de Italia pasó a ser parte del Sacro Imperio Romano Germánico. En estos tiempos, aunque había cierto respeto mutuo, la relación entre los papas y los emperadores empezó a ser cada vez más tensa, especialmente por el tema de quién era superior a quien en rango.
En este siglo XI surgieron diversas reformas en el mundo eclesiástico para devolver al cristianismo a sus orígenes, a algo más puro. Durante estos años mejoró la vida social, las ciudades se recuperaron de su estancamiento, hubo aumento demográfico y se multiplicaron las manifestaciones culturales. Así surgieron universidades como la de Parma o la de Bolonia, considerada la más antigua en el sentido estricto de lo que conocemos como universidad.
El papa Nicolás II es famoso porque, aparte de aliarse con los normandos de Roberto Guiscardo, aprobó un decreto para que los papas fueran elegidos solo por un colegio de 54 cardenales, sin ninguna interferencia externa. El emperador sólo podía confirmar la elección nada más. Este colegio cardenalicio funcionaba como el antiguo Senado romano. De hecho, el órgano de gobierno del papado se sigue llamando Curia Romana.
La jerarquía es la siguiente: los cardenales son arzobispos u obispos cercanos al papa, sus consejeros más íntimos. Bajo ellos están los arzobispos u obispos no cardenalicios, y bajo ellos los presbíteros o sacerdotes. Finalmente estarían los diáconos, que son como los auxiliares de los últimos.
Aparte, en los monasterios estaban los abades, los frailes y los monjes.
Otra de estas reformas fue la Reforma Gregoriana, iniciada por el papa Gregorio VII en el año 1073. Según su Dictatus Papae, el papa era el jefe supremo de la Iglesia y tenía derecho a deponer a obispos, reyes y emperadores.
Esto molestó que te cagas al emperador Enrique IV del Sacro Imperio, y en el año 1073, comenzó la Querella de las Investiduras. Papa y emperador se enfrentaron por ver quién podía colocar a dedo a los cargos eclesiásticos, y el sobrao de Enrique declaró a Gregorio VII como falso papa, y solicitó que le echasen. Gregorio reaccionó excomulgándole. Ante esto, los príncipes alemanes le dijeron al emperador: “Mira, nosotros no queremos movidas con el papa, si en un año no habéis hecho las paces… tú te vas fuera”.
Debido a este ultimátum, Enrique IV tuvo que ir a ver al papa al Castillo de Canossa, en el norte italiano, donde vestido de penitente se humilló implorando perdón.
A pesar de que al final hicieron las paces, tiempo después, Enrique IV volvió a la carga y ocupó Roma, exiliando a Gregorio VII y nombrado antipapa a Clemente III. Gregorio pidió ayuda a los normandos y estos ganaron y echaron a los germanos, sí, pero la liaron pardísima en la ciudad: asesinatos, violaciones, saqueos…
No se solucionó nada, y este conflicto religioso continuó con otros emperadores y papas hasta el año 1122, cuando se firmó el Concordato de Worms, y después el de Letrán, firmado por el papa Calixto II y el emperador Enrique V. Aquí se acordó que el emperador no tendría influencia en la organización del clero y que la Iglesia sería autónoma de su poder. En resumen:
Por otro lado, el control germano era bastante débil al sur de los Alpes. Los emperadores habían creado la Marca de Verona (sucesora del Ducado de Friuli) y el Margraviato o Marca de Toscana (sucesora del Ducado de Tuscia).
De esta Marca de Toscana tenemos que hablar de Matilde de Toscana, o Matilde de Canossa, también conocida como la gran condesa. Ella fue la persona más poderosa de todo el norte de Italia durante la Querella de las Investiduras, y estuvo aliada con el papa Gregorio VII. De hecho, el castillo donde ocurrió la humillación del emperador era suyo.
Para contrarrestar el poder de los emperadores, se casó en segundas nupcias con Guelfo el Gordo, heredero del Ducado de Baviera. La casa Welf era más aliada de los papas que del emperador.
De todas formas, la marquesa se hizo amiga del emperador Enrique V, aceptó sus voluntades y éste la nombró vicaria imperial y vice-reina de Italia.
Tras la muerte por gota de Matilde de Toscana en 1115, por todo el territorio noritaliano emergieron ciudades-estado comerciales cuasi-independientes. A estas ciudades se las denominó como Comuni, las comunas. Se trataba de antiguas ciudades amuralladas muy ricas que siguieron sobreviviendo tras la caída del imperio romano e invasiones posteriores, cuyos ciudadanos establecieron una especie de autogobierno democrático.
Una fue la ya nombrada Venecia, y otras fueron Génova, Pisa, Lucca, Florencia, Bolonia, Parma, Milán, Pavía, Siena… y bueno, si habéis jugado Assassins Creed II os sonarán también Forlí o San Gimignano, con sus famosas torres. Luego hablaré más del tema de las torres.
Estas comunas italianas tomaron partido por diferentes bandos. El bando que apoyó a los papas fue conocido más adelante como el de los güelfos, mientras que los que apoyaron a los emperadores fueron los gibelinos.
En general Florencia, Milán o Mantua apoyaron a los papas, mientras que Forli, Pisa, Siena o Lucca se unieron al Sacro Imperio porque querían quitarse de encima la influencia de los Estados Pontificios. De todas formas, no era raro que muchas cambiaran de bando dependiendo de las circunstancias.
El sistema de gobierno variaba de ciudad en ciudad, pero generalmente las comunas estaban gobernadas por dos, tres o hasta 20 cónsules elegidos anualmente, que se juntaban en un órgano de gobierno llamado Señoría. La idea era que nadie tuviera mucho poder como para perpetuarse en el poder, y a la vez poder defenderse del emperador o de condes feudales locales que buscaban ampliar sus territorios. A pesar de todo, dentro de cada ciudad aparecieron diferentes facciones que apoyaban a bandos entre ricos comerciantes o familias con poder, y eso empezó a joder la estabilidad. A veces era normal peleas de bandas de ballesteros por las calles que acababan con edificios incendiados.
Entonces surgieron las Consorterie, que eran asociaciones de autodefensa. Cada Consorterie tenía una torre fortificada que podía alcanzar hasta 80 metros de altura, y se usaba para defender ciertas zonas, como campos de cultivo. Por esta razón, en muchas de estas ciudades italianas comenzaron a florecer cientos de torres por todo el lugar. Dicen que en Florencia hubo como 150, aunque quizás donde más hubo fue en Bolonia. Esa ciudad debía de parecer antiguamente una puta selva de torres. Muchas veces, comerciantes o familias adineradas competían por ver quién la tenía más grande. La torre quiero decir. Era símbolo de estatus, de poderío. Las hacían básicamente…
Y es que la gente de esta época era muy pielfina, y cualquier agravio contra el honor ya requería de una vendetta, es decir, una venganza sangrienta.
Algunas personas que no eran nobles estaban hartas de estas luchas de poder, y crearon unas fuerzas políticas llamadas Popolos. Parece que el popolo se fundó a partir de gremios y otras asociaciones de carácter económico. Se contrataron compañías armadas propias para la defensa de sus intereses, y sus líderes mercenarios son los llamados condotieros.
Incluso en la misma Roma surgió un Senado que buscaba fundar una idílica república romana alejada del poder de la Iglesia y los papas. Allí destacaron dos familias aristócratas poderosas, los Frangipani y los Pierleoni.
En 1138 llegó al poder del Sacro Imperio Conrado III, el primer emperador de la Dinastía Hohenstaufen. Su hijo fue Federico I Barbarroja, que reinó entre 1155 y 1190. Este tipo decidió acentuar su política en el norte de Italia para controlarla mejor, y esto lo hizo a través de las Dietas de Roncaglia, unas leyes por las que las comunas tenían que someterse a él.
Esto provocó que varias de estas ciudades se rebelaran con el apoyo del papa Adriano IV y después de Alejandro III, quien excomulgó a Barbarroja, lo que equivalía a una declaración de guerra.
Esta guerra duró unos cuantos años. En 1162, Barbarroja fue capaz de asediar y conquistar la ciudad de Milán, la cual destruyó bastante. En 1167 logró hacerse con el control de Roma, pero justo ese año, se creó la Liga Lombarda, una alianza de 26 de estas ciudades-estado italianas. Algunas fueron Milán, Cremona, Mantua, Bérgamo, Bolonia, Padua, Vicenza, Verona, Génova, Módena, Parma o Venecia.
La ciudad de Alessandria, fundada en 1168, fue la plaza fuerte de la Liga Lombarda, y su nombre fue puesto en honor al papa Alejandro III, que era el papa que esta liga apoyaba. Esta ciudad resistió diversos embates del emperador barbudo.
Aún así, Barbarroja nombró como antipapa a Pascual III y se hizo coronar emperador por él.
Tras 5 campañas con sus idas y venidas, este emperador acabaría derrotado en la Batalla de Legnano, de 1176. Luego hubo una tregua de 6 años, y finalmente se firmó el Tratado de Constanza, de 1183, por la que las ciudades italianas reconocían a Federico I como su emperador, pero él también reconocería su autonomía propia, que las hacía de facto independientes. En 1190, Barbarroja fue a participar en la 3ª Cruzada, pero acabó ahogándose en un río antes de llegar.
LAS REPÚBLICAS DE PISA Y FLORENCIA (1005-1200)
La República de Pisa fue la 3ª gran república marítima nacida en las costas de Italia, tras la de Amalfi y la de Venecia. Surgió por el año 1005 en la región de la Toscana, en la confluencia de los ríos Arno y Auser.
El auge de Pisa comenzó hacia el año 1050, cuando se convirtió en un centro comercial y naval de primer nivel. Pronto el almirante pisano Jacopo Ciurini logró hacerse con el control de la isla de Córcega, y luchó intensamente contra el Emirato de Sicilia y diferentes grupos de piratas sarracenos. Gracias a sus victorias, Pisa se hizo con el control comercial de todo el mar Tirreno.
Se suponía que Pisa pertenecía al marquesado de Toscana, territorio situado dentro del Sacro Imperio, pero Pisa ya iba por libre. De hecho, el emperador Enrique IV les dio derecho para nombrar sus propios cónsules y mantener su Consejo de Ancianos.
En 1063 comenzó la construcción de la Catedral de Pisa, una joya del arte románico pisano. Fue diseñada por el arquitecto italiano Buscheto (busketo), y aunque comenzó teniendo planta de cruz griega, luego se cambió por la latina, y se incluyó una cúpula en el cruce de los brazos. Un siglo más tarde se añadió el Baptisterio, sustituyendo a uno más pequeño que había en el mismo lugar. Y por supuesto, hacia 1173 se comenzó a levantar el campanario, la famosa Torre Inclinada de Pisa. Lógicamente, no estaba previsto que fuera inclinada, sino que fue cediendo por el terreno pantanoso donde se construyó. Y así se quedó.
Pisa participó con tropas en la conquista de Jerusalén durante la 1ª Cruzada, ocurrida en 1099, y empezó a hacerse un hueco por los mercados de Oriente Próximo y el Imperio Bizantino. En ciudades como Antioquía, Tiro, Acre, Jaffa, Trípoli o Alejandría, los pisanos obtuvieron privilegios comerciales e inmunidad fiscal, aunque a cambio debía contribuir a la defensa de estas ciudades en caso de ataque enemigo.
En los años siguientes nacieron nuevas repúblicas. En 1096 nació la República de Génova, la cual se convertiría en la mayor competencia de Pisa, y la que finalmente acabaría destronándola; eso lo veremos más adelante. En 1115 surgió la República de Florencia; en 1119 surgió la República de Lucca, y en 1125 la República de Siena.
También podríamos destacar Ancona, en la región de Marcas, Amalfi, al lado de Nápoles, posiblemente la primera de todas, Gaeta, en el sur del Lacio, Noli, al oeste de Liguria, y Ragusa, la actual Dubrovnik, en Croacia.
Hablemos ahora un poco de los inicios de la República de Florencia, una ciudad interior a orillas del río Arno. Como ya dije, surgió hacia 1115 y duró 450 años. Fue formada cuando la marquesa Matilde de Toscana murió y los ciudadanos constituyeron una comuna.
El poder ejecutivo de esta comuna florentina pertenecía a un colegio de 12 cónsules, elegidos cada año. Y cada dos meses, dos de ellos eran elegidos como los líderes de la comuna. El poder legislativo estuvo en manos de un consejo llamado la Signoria (siñoría, o Señoría), formada por 150 personas elegidas entre los residentes más ricos de la ciudad.
La sociedad florentina se fragmentó en familias poderosas que se dedicaron a luchar entre sí. Era habitual que cada familia construyera su torre-fortaleza dentro de la ciudad, que funcionaba como sede de aquel grupo, y también servía como símbolo de estatus y de poder.
Estas luchas también ocurrían entre las propias ciudades-estado de la Toscana. Florencia, Pisa, Siena, Lucca, Arezzo y Volterra no se llevaban demasiado bien entre ellas, y batallaron por el control de tierras circundantes y de otras ciudades más pequeñas que estaban alrededor.
En el año 1137, los barcos pisanos destruyeron la República de Amalfi, dejando la ciudad en ruinas. Esta república ya no haría competencia ni a Pisa ni a Florencia. Hacia 1200, Pisa comenzó la conquista de Cerdeña, aunque la resistencia sarda se haría notar. Los pisanos jamás pudieron tomarla entera. Y en breves llegarían los genoveses a tocar los cojones, pero eso es tema para otro capítulo.
EL REINO NORMANDO DE SICILIA (1072-1194)
Ahora continuemos con los normandos. En 1072, Roger I de Altavilla fue nombrado conde de Sicilia, mientras su hermano Roberto Guiscardo se quedaba como duque de Apulia y Calabria. Y es importante saber que, de momento, este condado de Sicilia estaba como vasallo del ducado.
Estos dos hermanos estuvieron durante 30 años luchando contra el Emirato musulmán de Sicilia. En el año 1085 Roger I logró hacer que Siracusa se rindiera, y después, tras muchas batallas, en el año 1092, el normando por fin pudo conquistar toda la isla, destruyendo así el Emirato de Sicilia. Había costado.
Roger I logró evitar revueltas de la población con una política de tolerancia religiosa y étnica, pues la mayor parte de la población siciliana eran árabes y griegos. Muchos emires locales conservaron sus puestos y se permitió la fundación de monasterios griegos, aunque se prohibió la celebración de la misa usando el rito bizantino debido al cisma de oriente.
Por cierto, uno de los primos de Roger fue Bohemundo de Tarento, al cual le dieron un principado en Tarento para que no protestara. Este tipo es famoso por haber luchado en la 1ª Cruzada. Acabó instándose en Tierra Santa como Príncipe de Antioquía.
Con la muerte de Roberto Guiscardo en 1085, el Ducado de Apulia pasó a su hijo Roger Borsa, y el Condado de Sicilia pasó al hijo de Roger I, Simón, de 8 añitos, pero murió pronto y seguidamente lo heredó su hermano Roger II de Altavilla en el año 1105.
Roger II era también un niño cuando se convirtió en conde de Sicilia, y la regencia de su madre Adelaida del Vasto duró hasta 1112. Durante esos años, Roger II fue casado con una princesa del Reino de León, Elvira Alfónsez, hija de Alfonso VI.
El duque de Apulia pasó a ser su primo Guillermo II, pero murió en 1127, y entonces Roger II recibió TOODO el ducado de Apulia, uniendo así todas las posesiones normandas en Italia, exceptuando el principado de Capua, que estaba en manos de la familia Drengot.
Roger II, sintiéndose ultrapoderoso, pidió al papa a ver si le dejaba ser nombrado rey, y tras tres años haciéndole la pelota, lo logró. Anacleto II era un antipapa, es decir, que luchaba contra el papa oficial por ocupar la silla de San Pedro, y a cambio del apoyo de Roger II contra los alemanes, le dio lo que tanto quería: el poder convertirse en rey de Sicilia. Y luego, los siguientes papas, también lo reconocieron.
La unificación del reino de Sicilia provocó muchas rebeliones, como la de los barones de Apulia que no quisieron someterse… o la del Ducado de Nápoles, que veía peligrar su independencia. El emperador germano Lotario III y el papa Inocencio II viajaron hasta allí para poner orden, y pusieron a un enemigo de Roger II, Ranulfo de Alife, como duque de Apulia.
Pero claro, en cuanto el emperador se fue, Roger II se alió con Sergio VII de Nápoles contra el Ranulfo este. La Batalla de Rignano, de 1137, dio la victoria a Roger II y encima Sergio murió si herederos, por lo que Nápoles también se integró dentro del reino siciliano normando, y con esto hubo paz.
Con Roger II y su reinado de medio siglo, este Reino de Sicilia normando se convirtió en una gran potencia militar y comercial, especialmente gracias a su poderosa flota y a su fuerte ejército. Con las leyes Assises de Ariano, de 1140, este rey centralizó su autoridad y disminuyó el poder de los señores feudales.
Es importante prestar atención a la capital del reino: Palermo. Durante el reinado de los normandos, esta ciudad empezó a convertirse en un centro de comercio y cultura tremendamente importante. Y se desarrolló un estilo artístico muy curioso que mezclaba lo normando, lo latino, lo árabe y lo bizantino. Se le conoce como Románico Sículo-normando.
Destaca el Palazzo dei Normanni, el palacio real normando que luego sería usado por Federico II Hohenstaufen y luego usado como parlamento.
El manto real de Roger II es otro ejemplo del arte multicultural normando.
De su reinado destaca también la construcción de la Catedral de Cefalú, una localidad situada al este de Palermo.
La Catedral de Palermo sería construida unos pocos años después, durante el reinado de Guillermo II el Bueno, aunque fue reformada en multitud de ocasiones hasta el siglo XIX. Otra de las obras durante el reinado de Guillermo el Bueno fue la Catedral de Monreale, ubicada muy cerquita de Palermo.
Finalmente habría que destacar el Palacio de Zisa, concebido como la residencia veraniega de los reyes normandos… o la Iglesia de San Cataldo, en Palermo.
Aparte de Palermo, otras ciudades del reino también tuvieron un gran auge, como Siracusa, Catania, Mesina o Nápoles, sobre todo esta última, que fue un puerto muy importante. De allí destaca el Castillo del Huevo, el castillo más antiguo de la ciudad, que es de época romana. Aunque quizás lo más reconocible sea el Castel Nuovo, pero es de época de los Anjou.
Otra ciudad destacable es Bari, la antigua capital del catapanato de Italia y del breve Emirato de Bari.
Durante los últimos años de su reinado, Roger II guerreó mucho por el norte de África (Túnez sobretodo) y por Grecia, gracias a su poderosa flota comandada por Jorge de Antioquía.
Pero en 1154 murió, y le sucedió su hijo Guillermo I el Malo. Fue un reinado corto pero intenso. El papa Adriano IV se alió con los germanos de Federico Barbarroja y con los bizantinos de Manuel I Comneno y trataron de conquistar su reino, pero no tuvieron éxito, pues Guille les derrotó en Brindisi, aunque perdió todas sus posesiones tunecinas.
Ah, y en 1157 murió Roberto II, el último de la familia Drengot, y con ello, el principado de Capua ya pasó definitivamente al Reino de Sicilia.
El siguiente rey fue Guillermo II el Bueno, que este ya duró bastante más. Su reinado se caracterizó por ser pacífico y estable, y acabó llevándose bien con todo el mundo. En 1177 Guille II se casó con Juana Plantagenet, hermana de Ricardo Corazón de León, con la que tuvo un hijo que murió muy pronto.
Esto fue un problema, pues en 1189 murió sin hijos. Había nombrado sucesora a su tía Constanza, que se casó con Enrique VI del Sacro Imperio, el hijo de Federico Barbarroja.
Sin embargo, su primo Tancredo, conde de Lecce, apoyado por la nobleza siciliana y el papa, decidió dar un golpe de estado y coronarse rey. Pero pronto se ganó muchos enemigos, sobre todo Ricardo Corazón de León, que le exigió que liberase a su hermana Juana. Por ello invadió Mesina y la lio parda por Sicilia.
Al final ambos hicieron las paces, pero en 1191 llegaron nuevos enemigos. Enrique VI y Constanza fueron coronados en Roma como emperadores del Sacro Imperio por el papa Celestino III. Tras eso, reclamaron Sicilia para ellos. El enorme ejército germano tomó Capua, Aversa, Salerno, Nápoles… Tancredo murió en 1194 y su hijo, el pequeño Guillermo III, heredó el trono, pero fue capturado rápidamente y dicen que le cegaron y le castraron.
Con esto acabó el Reino normando de Sicilia y todo el lugar pasó a estar, durante los siguientes 60 años, bajo el control de los emperadores germanos de la Dinastía de los Hohenstaufen.