El Origen de los Borgia: Alfonso y Rodrigo Borgia

La siguiente historia tiene lugar entre el año 1455 y el 1498 d.C.

ITALIA MODERNA 3: LOS BORGIA (parte 1)

EL ASCENSO DE LOS BORGIA (1455-1498)

En este capítulo toca hablar de la familia Borgia y de todas sus intrigas familiares por Roma y sus alrededores. Luchas de poder, incesto, asesinatos… esta historia lo tiene todo, aunque también os digo que hay mucha leyenda negra. Desde luego, los Borgia no eran templarios que buscaban el fruto del Edén para dominar las almas de las personas como en Assassin’s Creed II.

Empecemos desde el principio. El origen de la familia Borja viene de una localidad cercana a Zaragoza llamada Borja, localidad famosa por su arte, como por ejemplo el Ecce Homo de Borja, restaurado por nuestra querida Cecilia. 

En 1238, con la conquista de Valencia por Jaime el Conquistador, esta familia se trasladó a esta región, concretamente en la localidad de Játiva, y acabó abriéndose un hueco en la pequeña nobleza local.

Pasaron las décadas y llegamos a principios del siglo XV. Aquí conocemos al primer Borja famoso: Alfonso de Borja. Alfonso era un sacerdote de poca cultura que aspiraba a algo grande, pero apenas tenía recursos. Eso cambió cuando conoció al famoso predicador Vicente Ferrer. Ambos se llevaron tan bien que Ferrer logró que le admitieran en la Universidad de Lérida hacia 1408. Luego Alfonso tuvo un papel destacado en el final del Cisma de Aviñón, que ya comenté en capítulos anteriores, y acabó al servicio del rey aragonés Alfonso V el Magnánimo.

En 1429 fue nombrado obispo de Valencia y, cuando el rey conquistó Nápoles, Alfonso de Borja acabó de vicecanciller del lugar. Allí se empezó a relacionar con el papado y la Curia Romana, hizo contactillos, y terminaron por nombrarlo cardenal. Se llevó muy bien con el papa Nicolás V, famoso por haber creado la Biblioteca Vaticana. Durante estos años se restauraron muchísimas obras antiguas y también multitud de lujosos edificios nuevos. Este ambiente favoreció a Alfonso, quien empezó a interesarse por este naciente movimiento humanista y renacentista.

En 1453 cayó Constantinopla, y dos años después, en 1455, fue cuando Alfonso de Borja fue nombrado pontífice, con el nombre de Calixto III. Lo de Constantinopla es importante, porque se piensa que este hispano fue elegido papa por los éxitos hispánicos durante la Reconquista. Pensarían que con solo poner a un hispano de papa la situación cambiaría, pero no. No cambió nada y los turcos otomanos siguieron con su expansión.

Durante estos años, gran parte de la familia Borja se trasladó a vivir a Roma, y este papa repartió mazo de cargos entre sus más allegados. Si algo caracterizó a Calixto III fue su nepotismo. Y aquí empezó la historia de los Borja en Italia. El apellido Borja se latinizó (o italianizó) y pasó a ser Borgia.

Calixto III revisó el juicio a Juana de Arco, ocurrido 20 años antes, y la declaró inocente. Después de eso decidió emprender una cruzada contra los turcos otomanos, aunque ninguno de los reyes europeos estaba por la labor. El único éxito fue que el militar húngaro Juan Hunyadi logró rechazar el avance otomano en el Sitio de Belgrado, de 1456.

Ahora es importante hablar del sobrino de Alfonso: Rodrigo Borgia, sin duda la figura más conocida de esta familia. Su madre era Isabel de Borja, hermana del papa, y su padre era Jofré de Borja, de la misma familia, pero de otra rama. Ya empezamos ahí tonteando con el incesto, mal asunto.

El joven Rodrigo fue llamado por su tío a Italia y le puso a estudiar Derecho Canónico en la Universidad de Bolonia. Tras doctorarse en 1456, Rodrigo tuvo diferentes cargos eclesiásticos y luego fue gobernador de la Marca de Ancona, obispo de Gerona y Obispo de Valencia.

Su primer gran éxito fue dirigir a las tropas pontificias en el sitio de Ascoli, donde un rebelde llamado Josías, había tomado la ciudad. Gracias a su rápida victoria, Rodrigo fue visto como alguien bastante capaz. Tras esto recibió de su tío el papa el puesto de cardenal y también de vicecanciller apostólico de la Curia Pontificia, un puesto administrativo bastante importante, y donde destacó como un buen gestor y administrador.

Por su parte, su hermano Pedro Luis Borgia acabó como confaloniero de la Iglesia y gobernador de un montón de sitios, lo que le valió el odio de muchas familias nobles romanas.

En 1458 murió el rey Alfonso V el Magnánimo, y como no tuvo hijos legítimos, Aragón, Sicilia y Nápoles se dividieron entre diferentes monarcas, pero dentro de la Corona de Aragón. Nápoles fue para Ferrante I, hijo ilegítimo del fallecido, y el papa Calixto III vio una buena oportunidad para anexarse todo ese territorio aprovechando el poder feudal que tenía sobre él.

Pedro Luis fue nombrado prefecto de Roma y duque de Spoleto, territorio napolitano, lo que causó tensiones con Ferrante. Todo parecía que iba a acabar en una guerra potente, pero justo Calixto III murió de gota. Pasarían 34 años y 4 papas más hasta que Rodrigo Borgia se sentase en el trono de San Pedro. ¿Qué pasó durante estas tres décadas? ¿Cómo demonios Rodrigo Borgia logró ser Papa? Pues ahora lo vamos a ver.

A la muerte de su tío, Rodrigo Borgia ya era cardenal de Roma y también obispo de Valencia, así como vicecanciller de la Iglesia. Tenía muchísimo poder. Pero los Orsini levantaron a la población contra esta familia y parece que Pedro Luis, el temido hermano de Rodrigo, fue asesinado. Los Borgia estaban a punto de largarse de Roma, pero afortunadamente el nuevo papa fue Eneas Silvio Piccolomini, con el nombre de Pío II. Debido a su amistad con los Borgia, este les protegió y todo quedó en calma.

Aunque ambos se llevaron bien, este Pio II reprendió en varias ocasiones la actitud de Rodrigo, ya que se dice que se iba a fiestas con prostitutas, y que se encerraba en suntuosos banquetes llenos de mujeres con las que hacía de todo. Unas orgías tremendas.

Y es que es verdad que había una ley de celibato que decía que los cargos eclesiásticos no podían tener relaciones, pero digamos que no la cumplía ni dios.  

De hecho, algunos clérigos hasta tenían hijos. Por ejemplo, Rodrigo tuvo con mujeres random a Pedro Luis, primer duque de Gandía, y luego a Jerónima y a Isabella, a quien casó con un miembro de la nobleza romana: Pietro Matuzzi.

Luego, con su gran amante Vannozza Cattanei nacerían sus hijos más famosos: Juan, 2º duque de Gandía; César Borgia, Lucrecia Borgia y Godofredo Borgia, o Jofré.

Rodrigo también estuvo muy interesado en el humanismo y el arte, y junto con el papa se dedicó a reformar una pequeña villa de la Toscana llamada Pienza, donde construyó un montón de edificios. Parece que esta villa fue el lugar de nacimiento de Pío II, y de ahí que tuviese tanto interés en modernizarla.

Pío II se pasó sus 7 años de mandato intentando que los reyes más importantes de Europa se lanzaran a una cruzada contra el enemigo turco, pero no había manera. Todos decían que estaban con problemas internos y que ya si eso, otro día.

En 1464, viejo y enfermo, hizo un último llamamiento para que se reunieran con él en Ancona, pero fue poca gente, y encima, en la ciudad hubo un brote de peste. El papa murió enfermo de sus achaques esperando tropas que le hicieran casito, pero apenas llegaron unas pocas. Por su parte, Rodrigo se contagió de peste y, aunque apuntaba que moriría, el tipo acabó curándose.

El siguiente papa fue Pablo II, o Paulo II, un cardenal también amigo de Rodrigo. Pablo II vio que lo de la cruzada no iba a ninguna parte, así que dejó de lado la política y se dedicó a dar fiestas y a rodearse de lujos. También fundó los carnavales modernos. En general, fueron años tranquilos para Rodrigo Borgia, y su fama subió como la espuma gracias a su gran labor burocrática y como embajador de la Iglesia.

En 1471 llegó un nuevo papa: Sixto IV. Este quería reactivar la cruzada contra los turcos, aunque tampoco lograría grandes avances. Si queréis conocer todas las movidas que tuvo con la familia de los Medici id a estos vídeos. Ahora, lo importante que hay que saber de él es que fue quien contrató a diferentes pintores para reformar la Capilla Sixtina, que se llama sixtina por este papa. También construyó el Puente Sixto y muchos otros edificios por toda Roma.

Durante estos años, los reinos hispánicos estaban en guerra constante. Juan II de Aragón tuvo guerra civil en Navarra y después en Cataluña, mientras que Enrique IV de Castilla tuvo una rebelión nobiliaria y luego se peleó con su hermana Isabel la Católica. Rodrigo Borgia estaba preocupado por la estabilidad de los reinos cristianos, y más los de Españita. Sabía que era buena idea que Fernando de Aragón e Isabel la Católica acabaran juntitos, aunque fueran parientes cercanos, por lo que se cuenta que falsificó una bula papal para permitir este enlace. Gracias a esto, los reinos de Aragón y Castilla se unieron bajo el gobierno de los Reyes Católicos. Su historia la tenéis explicada en este vídeo.

En 1473, Rodrigo dio por concluida su actuación en la península ibérica y en Valencia embarcó en una galera rumbo de nuevo a Roma. Lo que no esperaba era que una tormenta hundiese su barco, aunque Rodrigo logró sobrevivir de milagro y llegó a la costa junto a otros supervivientes.

En 1484, el nuevo papa fue Inocencio VIII. Con este papa se acabaría la calma, pues comenzaría a intentar meter mano al reino de Nápoles. Sin embargo, el plan no salió como esperaba, y las tropas de Ferrante I de Nápoles penetraron en los Estados Pontificios. El papa se hizo caquitas y recurrió a Rodrigo Borgia para que pusiera paz, ya que él se llevaba bien con los hispano-napolitanos. Y así fue, hicieron las paces y Rodrigo quedó como el putísimo amo de las relaciones internacionales.

En agosto de 1492 murió Inocencio VIII y había que elegir un nuevo papa. Los que tenían más papeletas eran el milanés Ascanio Sforza, el genovés Lorenzo Cibo, el napolitano Giuliano della Rovere, y Rodrigo Borgia, que tenía ya 60 años. Se dice que Rodrigo sobornó a varios cardenales, pero lo más probable es que convenciera a Ascanio Sforza, que no iba a ganar ni de coña, para que le diera sus votos, a cambio del puesto de vicecanciller.

Tras la votación, Rodrigo fue elegido el nuevo papa de Roma, y adoptó el nombre de Alejandro VI. Todo esto entre acusaciones de sobornos y simonías varias. Por cierto, mientras esto ocurría, Cristóbal Colón estaba llegando a un continente nuevo que luego sería llamado América, pero eso es otra historia. También en ese año, España expulsó a los judíos, y este papa acogió a muchos de ellos en Roma a cambio de un impuesto bien majo.

También, Alejandro VI acogió a cambio de 40.000 ducados anuales a Jem, el hermano del sultán otomano Bayecid II. El sultán le pagaba al papa para retener a Jem y que no intentara reclamar el trono de Imperio Otomano. Pero años después, el Jem este acabó muriendo en extrañas circunstancias, y dicen que el papa Borgia ordenó darle matarile a cambio de 400.000 ducados que le pagó el sultán.  

Como ya conté, 1492 marca el comienzo de la Edad Moderna, un periodo cuya principal característica es que la gran mayoría de reinos de Europa, como España, Francia e Inglaterra, van a pasar del feudalismo al autoritarismo, que daría paso al absolutismo monárquico. Ya desde el siglo XIV se veía clara esa tendencia centralista de los reyes de acaparar todo el poder político, judicial o de la hacienda en su figura, y debilitar a los poderes regionales o locales. La mayor excepción era el Sacro Imperio Romano Germánico, que seguía a su rollo, dividido en cientos de principados, ducados, condados o ciudades imperiales, donde el emperador no tenía casi nada de poder. El caso de Italia era bastante parecido, pero a diferencia del Imperio Germánico, no había ni siquiera una figura que uniera toda la península.

El Reino de Nápoles dominaba el sur, y era parte de la Corona de Aragón de los Trastámara. Los Estados Pontificios dominaban el centro, pero estaba dividida en señoríos y principados donde el papa apenas tenía autoridad, como el caso de la República de Siena, que era gobernada con gran autonomía por un gobierno de priores elegidos de forma temporal. También existían pequeñas repúblicas como la de Ferrara, Mántua o Módena, además de San Marino.

En la parte norte de la Toscana estaba la República de Florencia de los Medici, de la que ya he hablado. Y en el norte estaba el Ducado de Milán de los Sforza (que dominaban Génova en aquel tiempo) y la República de Venecia de los dogos Barbarigos.

Y es que Italia continuaría dividida hasta muy entrado el siglo XIX, con la llegada de Garibaldi, pero todavía no queda mucha historia por delante. Si no quieres perderte nada, suscríbete y dale a la campanita.

Este papa siguió renovando muchísimos edificios de Roma, especialmente el Castillo de Sant Angelo, la principal fortaleza de los papas. También son importantes los Apartamentos Borgia, un conjunto de seis salas situadas en el Palacio Apostólico Vaticano, junto a la Capilla Sixtina. Muchos de sus murales fueron pintados por Pinturicchio. También celebró muchísimas corridas de toros, una tradición hispana que parece que Rodrigo introdujo en Roma. Tanta importancia le daba al toro, que esta familia usó a este animal como emblema.

Nada más ser nombrado papa, Alejandro VI cedió el arzobispado de Valencia a su hijo César, quien ya era obispo de Pamplona, y al año siguiente le nombró cardenal, con la esperanza de que, en el futuro, fuera su sucesor en el solio pontificio. César fue uno de los 13 cardenales con los que Rodrigo aumentó el colegio cardenalicio, y como no podía ser de otra manera, estos nuevos cardenales eran amigotes suyos.

Por otro lado, Juan, el hijo mayor, fue confaloniero de la Iglesia, capitán general de las tropas papales y además recibió el ducado de Gandía, con lo que acabó bien relacionado con los Reyes Católicos en España. Finalmente, Lucrecia fue casada en 1493 con Giovanni Sforza, señor de Pésaro y sobrino de Ludovico Sforza, gobernante de facto del Ducado de Milán. Su prima era la famosa Caterina Sforza, la condesa de Forli.

De todas formas, dicen las malas lenguas que los hermanos Lucrecia y César Borgia mantenían una relación incestuosa en secreto. Relación de la cual nació Giovanni o Juan Borgia, aunque realmente el padre podría ser cualquiera.

Ferrante I de Nápoles veía todos estos movimientos como una conjura contra él, y encima, los Reyes Católicos firmaron con el rey de Francia Carlos VIII el Tratado de Barcelona. Por él, Francia devolvía a Aragón los condados de Rosellón y Cerdaña mientras Fernando el Católico se desentendía un poco de lo que pasase con su primo Ferrante en Nápoles. Y es que el francés quería Nápoles pues había sido un antiguo territorio Anjou.

En 1494, Ferrante I murió, y Alejandro VI tenía que elegir si apoyar el nombramiento como rey de Nápoles del hijo del fallecido, Alfonso de Calabria, y aliado de España… o apoyar los derechos de Carlos VIII de Francia, aliado con Ludovico Sforza de Milán. El papa Borgia eligió la primera opción, la de nombrar rey a Alfonso II, y además hizo a su hijo Jofré casarse con Sancha, la hermana de Alfonso, y con esto se convirtió en príncipe de Esquilache, un territorio situado al sur de Calabria.

Esta decisión desembocó en la 1ª Guerra Italiana, la primera de ocho guerras que revolverían todo el avispero italiano desde aquí hasta la mitad del siglo XVI. Otro hecho que provocó esta guerra fue que Ludovico Sforza quería la ayuda de Francia para echar del trono milanés a su joven sobrino Gian Galeazzo II. Al ser los Sforza un aliado del francés, el papa anuló rápido el matrimonio de su hija Lucrecia con Guiovanni, y hasta le acusó de impotencia para que aceptara la anulación.

El caso es que Carlos VIII entró en Italia con un gran ejército atravesando los Alpes. Estaba acompañado por el cardenal rebelde y archienemigo de los Borgia, Giuliano della Rovere, quien más tarde sería Julio II, el papa terrible, acordaos de él que será importante. El rey francés atravesó Milán y llegó hasta Florencia. Allí, Piero de Medici tenía tantos problemas con el fraile loco Savonarola que decidió dejar vía libre al francés con sus movidas.

El francés, aliado con los Sforza, estaba ya cerca de Roma, y el papa tuvo que enviar un cardenal a negociar. Ese fue Francesco Piccolomini, el futuro papa Pío III. Sin embargo, nada funcionó, y parece que una traición de la familia Orsini hizo que los franceses acabaran secuestrando a Lucrecia Borgia y a la amante del papa, Julia Farnesio, la esposa de Orsino Orsini, un aristócrata importante. Lo único que pudo hacer Rodrigo fue pagar mucha pasta para liberarlas.

Carlos VIII finalmente logró entrar en Roma, mientras el papa se escondía en el Castillo de Sant’Angelo. Allí ambas partes negociaron infructuosamente, pero siempre con respeto, y como el francés vio que la cosa no avanzaba, en enero de 1495 decidió enviar a sus tropas al sur, a invadir Nápoles. Y con él se llevó a César Borgia, el hijo del papa, por si acaso a éste se le ocurría hacer alguna tontería por la retaguardia.

Mientras tanto, los Reyes Católicos decidieron enviar tropas para ayudar a Alfonso II de Nápoles, aunque Fernando el Católico ambicionaba al control total de aquel subreino de la corona. Estas tropas estuvieron dirigidas por un experimentado militar curtido en la guerra civil castellana y en la Guerra de Granada, acabada dos años atrás. Ese fue Gonzalo Fernández de Córdoba, mejor conocido como el Gran Capitán.

Ambos bandos pronto iban a darse de leches, pero poco antes, César Borgia logró escapar del campamento francés. Se cuenta que llevaba muchísimo equipaje, y que eso hizo que los franceses se relajaran, porque pensaban que no dejaría atrás todas sus valiosas pertenencias. Sin embargo, cuando escapó y los franceses abrieron los fardos, solo había piedras.

De todas formas, las tropas francesas entraron con fuerza en el reino napolitano y derrotaron a Alfonso II en varias batallas. Tomaron la ciudad de Nápoles y el rey huyó a Sicilia, donde murió poco después, pasando el trono a su hijo Ferrante II. Todo parecía perdido para los napolitanos, pero ahora con César libre, Alejandro VI tuvo más poder de maniobra.

Así, el Borgia creó la Liga Santa, una alianza entre el papa, los Reyes Católicos, Venecia y el rey alemán Maximiliano I. Y parece que Milán también se unió a pesar de ser amiguito de los franceses, aunque tampoco es que hiciera mucho. También Mántua, Ferrara y Siena se pusieron bajo las órdenes del papa.

Para empeorar la situación para el rey francés, resulta que la población local empezó a estar harto de él y sobre todo de sus tropas, ya que cuando estos soldados se aburrían se ponían a saquear poblaciones y a hacer barbaridades.

Las tropas del Gran Capitán y de Ferrante II atravesaron el estrecho de Mesina y comenzaron la reconquista de Nápoles. Por el norte, la Liga comenzó a atacar a los franceses. Tras varias derrotas, Carlos VIII se vio tan acorralado que decidió salir por patas de Italia. Y así, en 1496, acabó esta primera guerra italiana, aunque todavía hubo dos años de luchas porque algunas tropas francesas resistieron en algunos lugares. Por ejemplo, el puerto de Ostia, muy importante para Roma, que estaba tomado por el francés Menaut Aguerre.

A pesar de la retirada francesa, en Roma, las poderosas familias Orsini y Colonna seguían aliadas con el bando profrancés, aunque la liga fue tomando poco a poco sus fortalezas. Y en Florencia, el fraile Savonarola gobernaba la república con ayuda de los franceses. Decía que quería ver caer al papa español y que el rey francés pusiera orden. De todas formas, en 1498, le retaron a caminar sobre unos fuegos y no fue capaz, por lo que perdió la fe de sus fieles y acabó quemado en la hoguera por los propios florentinos.

Ese mismo año también murió el rey francés Carlos VIII por golpearse la cabeza con un dintel bajo, que ya hay que ser tontolaba, y le sucedió su primo el duque de Orleans, Luis XII, quien continuaría con las luchas por Italia.

El hijo mayor de Rodrigo, Juan de Borgia, apareció asesinado a orillas del río Tíber justo por esas fechas. Algunos especulan que el asesinato fue cosa de su hermano César Borgia, que tenía celos de él y se creía mejor que él para sus cargos de poder. El caso es que César heredó de Juan el cargo de Capitán General de la Iglesia, y renunció al cardenalato, pues la carrera eclesiástica no le interesaba una mierda. Él quería hacer movidas militares, era un tío de acción. Este César y su ejército serán muy importantes en el siguiente capítulo, que va a ser muy movido.