Historia de ITALIA EDAD MODERNA 9: Dominio Austriaco y la Invasión de Napoleón (Italia siglo XVIII)

La siguiente historia tiene lugar entre el año 1720 y el 1815 d.C.

ITALIA MODERNA 9: EL DOMINIO AUSTRIACO Y LA INVASIÓN NAPOLEÓNICA

EL DOMINIO AUSTRIACO DE ITALIA (1720-1755)

Este era el mapa de Italia en el año 1700. ¿Veis que Milán, Nápoles, Sicilia y Cerdeña eran parte de la Monarquía Hispánica regida por los Habsburgo?

Pues eso iba a cambiar tras la Guerra de Sucesión Española, en la cual, como ya conté, todas estas posesiones españolas pasaron a formar parte del Archiducado de Austria, también de la familia Habsburgo, mientras que en España comenzaba a reinar Felipe V, de la familia Borbón. Bueno, todas pasaron a Austria menos Sicilia, que fue para el Ducado de Saboya.

Luego ocurrió la Guerra de la Cuádruple Alianza, y al final, en 1720, los austriacos intercambiaron con los saboyanos Sicilia por Cerdeña, y también concedieron al duque Víctor Amadeo II el título de rey de un nuevo reino: El Reino de Piamonte-Cerdeña.

También vimos que, en 1734, aprovechando el desmadre de la Guerra de Sucesión Polaca, el infante Carlos de Borbón, hijo del rey de España, duque de Parma en aquel momento, decidió reconquistar el Reino de Sicilia, y tras la Batalla de Bitonto lo consiguió. Así nació un nuevo reino en Italia: El Reino de las Dos Sicilias. Bueno, realmente el nombre este se lo pusieron más tarde, pero ahora mismo da un poco igual.

Lo que no cambió fue que el Gran Ducado de Toscana siguió existiendo, igual que los Estados Pontificios. También seguían existiendo la pequeña República de Lucca, la República de Venecia y la República de Génova (que incluía la isla de Córcega). Aunque en 1736 se constituyó como reino, siendo el primer y único rey un aventurero alemán llamado Teodoro von Neuhoff. Finalmente, Módena, Parma y Massa siguiendo siendo ducados hereditarios como hasta ahora. Ah, y España seguía dominando el Estado de los Presidios.

Otra cosa que también conté fue que en 1737 murió Juan Gastón de Medici sin heredero, el duque del ducado de Toscana. Debido a esto, el trono de este lugar fue a parar a Francisco Esteban de Lorena, de la Casa Lorena, una rama de la familia imperial de los Austrias. De hecho, este tipo acabaría siendo emperador del Sacro Imperio, pero no nos adelantemos.

Los problemas para la Casa de Austria llegarían en 1740, con la Guerra de Sucesión Austriaca, que duró 8 años. Resulta que en 1740 murió el emperador Carlos VI, quien había dejado como heredera a su hija María Teresa I de Austria, la esposa del recién nombrado duque de Toscana Francisco Esteban. A pesar de la Pragmática Sanción de 1713 que su padre había promulgado y que permitía reinar a una mujer, algunos se levantaron contra aquello.

Así, Prusia, Francia y España entre otros, atacaron a los alemanes y a los austriacos para colocar en el trono del Archiducado de Austria a Carlos Alberto de Baviera.  

El rey Carlos Manuel III de Piamonte se puso de lado de María Teresa, por lo que sufrió repetidos intentos de invasión de España y de Francia. El rey guerrero logró rechazar estas invasiones gracias a las montañas, a su ejército y a la ayuda inglesa. En 1745, con la adhesión de Génova al frente enemigo, los franco-hispanos lograron invadir el Piamonte y Milán, pero pronto llegaron los austriacos con refuerzos y les echaron de allí.

Como los gobernadores españoles, los austriacos instalaron la sede de gobierno del norte de Italia en el Palacio Real de Milán.

Durante esta contraofensiva, los austriacos ocuparon Génova, y aquí se cuenta la historia del Balilla, un muchacho llamado Giovan Battista Perasso, quien, según la leyenda, arrojó una piedra a un funcionario austriaco y se convirtió en héroe nacional. La revuelta que empezó el muchacho, ocurrida en 1746, acabó con los genoveses expulsando a los soldados austriacos. Estos intentaron de nuevo recuperar Génova en 1747, pero el asedio les salió mal y se retiraron.

Francia volvió a tratar de invadir el Piamonte en 1747, pero las tropas sardas les asestaron un duro golpe en la Batalla de Assietta.

Tras 8 años en guerra, en 1748, se firmó la Paz de Aquisgrán. En este tratado, María Teresa I retuvo el trono austriaco. En Italia también hubo consecuencias: Módena fue ocupada por los Habsburgo austriacos mientras que Parma, Piacenza y Guastalla pasaron a manos borbonas, es decir, que volvían a España.

Uno de los mayores beneficiados en este tratado fue Carlos Manuel III, rey de Piamonte-Cerdeña, ya que recuperó parte de Saboya, de Niza, y se quedó con una buena tajada de Lombardía.

Pocos años después, en 1755, la isla de Córcega, que estaba completamente revolucionada, constituyó la República Corsa. Pasquale de Paoli fue el primer dirigente de esta república, la cual duraría 15 años; y tras esto, Córcega pasaría a formar parte de Francia, y lo sigue siendo a día de hoy. Por cierto, este Paoli está considerado el padre de la patria corsa y fue él quien adoptó la cabeza de moro como bandera de Córcega.

Las grandes potencias europeas de la época se volverían a enfrentar en la Guerra de los Siete Años, ocurrida entre 1756 y 1763, porque Francia e Inglaterra decidieron pelearse por Silesia, América del Norte y la India. Pero eso es otra historia y, además, para la historia de Italia no es importante. Afortunadamente, y gracias a que la guerra ocurrió en el extranjero, Italia vivió el periodo de paz más largo de su historia moderna, que duró hasta la invasión francesa a finales de siglo.

Y es que, en 1789 estalló la revolución francesa, donde los revolucionarios franceses agarraron a su rey Luis XVI de Borbón y le cortaron la cabeza. Poco después empezaron las Guerras Revolucionarias Francesas, unas guerras entre las fuerzas revolucionarias francesas y diferentes coaliciones de reyes europeos que no querían que estas nuevas ideas antimonárquicas cuajasen y acabasen cortándoles la cabeza.

Aquí apareció el famoso Napoleón Bonaparte, quien acabó conquistando toda Italia. En unos minutos lo veremos.

EL FIN DE LA REPÚBLICA VENECIANA (1700-1797)

La Serenísima República de Venecia ya no era tan serenísima. Aunque gran parte de sus habitantes seguían viviendo entre lujos… con sus óperas, cafés, juegos de cartas, y periódicos… la situación era cada vez peor, sobre todo para sus colonias ultramarinas. Las iban perdiendo todas poco a poco.

En el año 1714 comenzó la 2ª Guerra de Morea, o 7ª Guerra turco-veneciana, que duró 4 años, y que sería la última guerra entre estas dos potencias.

Si en la anterior guerra Venecia había recuperado gran parte de Morea, o del Peloponeso, en esta lo iban a perder todo de nuevo a manos del Imperio Otomano. Las tropas turcas sitiaron Corinto y se cargaron a la guarnición de allí y masacraron a los civiles griegos, un hecho trágico que inspiró un poema de Lord Byron. Los venecianos se retiraron y resistieron en Corfú.

Las islas jónicas serían lo poco que lograrían retener en esta guerra.

Un personaje veneciano famoso de esta época fue Canaletto, un pintor aficionado a pintar paisajes y escenas en la ciudad de Venecia. Y también de Inglaterra pues vivió allí durante una década. En los vídeos de arte hablaré más en detalle de él.  

Otro personaje veneciano a destacar es Antonio Vivaldi, uno de los más grandes compositores de música clásica del Barroco, y cuya influencia se extendió por toda Europa. Su obra más conocida es el grupo de cuatro conciertos llamado Las Cuatro Estaciones.

Carlo Goldoni es un dramaturgo famoso ser uno de los padres de la comedia italiana teatral. A finales de siglo se construiría el Teatro La Fenice, que se convertiría en uno de los teatros de ópera más famosos del mundo. Allí, en el siglo XIX se estrenarían obras como Rigoletto, de Giuseppe Verdi.

Finalmente tendríamos a Giacomo Casanova. ¿Conocéis la expresión de ser un casanova, como sinónimo de seductor? Pues viene de este tío. Casanova era un escritor, libertino y aventurero, y se pasó la mayor parte de sus días viajando por diferentes ciudades de Europa seduciendo a mujeres de la alta sociedad y frecuentando mesas de juego. En Francia acabó ingresando en la Masonería. De nuevo en Venecia acabó arrestado, pero consiguió fugarse de prisión y acabó trabajando en la corte del rey francés Luis XV. Tras esto volvió a huir por acusaciones de fraude y acabó en la Prusia de Federico II, en la Rusia de Catalina la Grande, y en la España de Carlos III, donde fue arrestado por haberse acostado con la mujer de un alto cargo.

Más adelante pudo volver a Venecia a cambio de trabajar como espía para la Inquisición, y en sus nuevos viajes conoció en París a Benjamín Franklin, a Wolfgang Amadeus Mozart, y al escritor Goethe. En fin, si queréis conocer su vida, leed La historia de mi vida, su autobiografía, aunque pinta a que tiene muchos inventos.

En este siglo 18, Venecia decayó muchísimo. No sólo por la competencia de su archienemiga Génova, sino también porque el Gran Ducado de Toscana abrió el puerto de Livorno, en el mar Tirreno, que fue un gran puerto comercial que unía Italia con Inglaterra. Otros puertos que le hicieron competencia fueron Ancona, bajo poder de los papas, y Trieste, de los austriacos, puerto libre desde el año 1719 y que se comía gran parte del comercio que venía de Alemania.

A finales de siglo, hacia 1784, Venecia entró en guerra con los piratas del Bey de Túnez, quienes empezaron a saquear barcos y puertos. Una flota veneciana al mando de Angelo Emo bloqueó Túnez y bombardeó Susa, Sfax, La Goleta y Biserta. Estos éxitos militares no impidieron que la flota veneciana, tanto militar como mercantil, se convirtiera una sombra de lo que fue.

Para 1796, la quiebra de la República hizo que no pudieran siquiera defenderse de ataques externos. Apenas les quedaban 13 barcos y unas pocas brigadas de mercenarios de origen dálmata.

Ese año, Napoleón Bonaparte conquistó Piamonte y derrotó a los austriacos asentados en el norte de Italia. Al año siguiente, Napoleón atacó Venecia. El último dogo, Ludovico Manin, pidió en el Consejo Mayor la rendición de la república, pues de lo contrario sería destruida por los franceses. La capitulación fue aprobada, y Napoleón tomó el control del lugar.

Tras más de 1000 años de existencia, la República de Venecia fue desmantelada en octubre de 1797 entre diversas revueltas de la población, las cuales fueron reprimidas con dureza por los franceses. Así terminó la historia de la mayor potencia marítima de Europa.

EL GRAN DUCADO DE TOSCANA (Parte 2) (1737-1801)

El Gran Ducado de Toscana era otro estado en plena decadencia. El duque Juan Gastón pasaba de gobernar, y tras su muerte sin heredero en 1737, la familia Medici dejó de gobernar este lugar para pasar el testigo a Francisco Esteban de Lorena, duque de Lorena y Bar, con el nombre de Francisco II de Toscana.

En un principio se fue a Florencia a vivir, pero tres años después le pilló la Guerra de Sucesión Austriaca, y su esposa María Teresa I de Austria fue nombrada archiduquesa de Austria, mientras que, en 1745, Francisco fue nombrado como emperador Francisco I del Sacro Imperio. Así que los dos se fueron a vivir a Viena y se desentendieron por completo de la Toscana.

Bueno, algo sí que hicieron. A distancia, el gran duque y emperador trató por todos los medios disponibles de remilitarizar la Toscana, y volver a convertirla en la potencia que fue antaño, pero no lo logró. El temor a que el emperador impusiera el servicio militar obligatorio solo hizo que muchos florentinos se piraran a vivir a los Estados Pontificios.

El emperador Francisco murió de un derrame cerebral en 1765, y su hijo mayor, José II, fue nombrado sucesor imperial. Mientras tanto, el segundo de sus hijos, Leopoldo, fue coronado como nuevo duque de Toscana con el nombre de Leopoldo I. Este tipo reinó un cuarto de siglo, desde 1765 a 1790, y con él la Toscana se convirtió en uno de los estados más punteros de Europa.  

Aunque en un principio fue un tipo impopular, sus reformas político-sociales basadas en ideales ilustrados lograron que el Gran Ducado recuperara un nivel de estabilidad que hacía décadas que no veía.

Racionalizó la economía y la administración, y se simplificó el sistema tributario, y puso fin a los privilegios fiscales. Se eliminaron gastos absurdos, se confiscaron tierras a los nobles y al clero, se abolieron los gremios, y se creó un nuevo código penal más humanitario y racional.

Por ejemplo, se abolió la pena de muerte y la tortura, se crearon instituciones para rehabilitar delincuentes juveniles, hubo vacunaciones contra la viruela y se crearon nuevos hospitales como el Hospital Bonifacio.

También en 1774 se creó una ley sobre dementes, para hospitalizar, cuidar, y evitar el trato inhumano a enfermos mentales.

Leopoldo también trabajó en la redacción de una constitución basada en el respeto por los derechos políticos de los ciudadanos, y en una armonía entre el poder ejecutivo y legislativo. Sin embargo, el proyecto no salió adelante.

A la muerte de su hermano José II sin descendencia en 1790, Leopoldo I fue nombrado emperador del Sacro Imperio con el nombre de Leopoldo II, aunque sólo duró vivo dos años. Entonces, su hijo Fernando III ocupó el trono toscano.

Fernando III vivió tiempos complicados. En aquellos años tuvieron lugar las Guerras Revolucionarias Francesas, y acabó siendo expulsado del ducado en 1799. Luego fue repuesto, pero volvió a ser expulsado en 1801 debido a la invasión de Napoleón Bonaparte en las Guerras Napoleónicas. Así, el Gran Ducado de Toscana fue disuelto y reemplazado por el Reino de Etruria, un estado satélite de Francia dirigido por la casa Borbón-Parma. Este estado también absorbió el Estado de los Presidios. 

DE LA ILUSTRACIÓN A LA INVASIÓN NAPOLEÓNICA (1750-1815)

Y llegamos al capítulo final de Italia en la Edad Moderna. Como ya conté, la segunda mitad de siglo 18 en Italia fue más o menos pacífica, y esto hizo que la economía se recuperara y que la población aumentara. Se estima que la población italiana pasó en este siglo de 5 millones a 16 millones.

Es en estos años cuando empezaron a entrar en Italia algunas ideas de la Ilustración. Este era un movimiento intelectual que abogaba por construir un mundo más humano y próspero con los elementos de la razón, la tolerancia y la eliminación de privilegios. Los principios de libertad, igualdad y fraternidad debían concretarse en reformas políticas como constituciones y la separación de poderes entre la Iglesia y el Estado, así como en la reducción del poder de los nobles feudales, que todavía seguían dominando gran parte de Italia. Y es que, más o menos 2/3 de las tierras estaba en propiedad del clero o de nobles. La clase burguesa había decaído mucho durante esta Edad Moderna.

Para que estas ideas ilustradas calaran más en la población, y aprovechando que en los siglos anteriores se había conseguido alfabetizar a la gran mayoría de la población, a partir de 1750 se fundaron una serie de periódicos, como Il Caffé, nacido en Milán por los hermanos Verri. En ellos se divulgaban las enseñanzas de Isaac Newton, John Locke, Voltaire o Montesquieu. La idea era que se abrieran debates nuevos y se llegara a reformas, como estaba ya pasando en el resto de Europa.

Mientras Leopoldo I, el duque de Toscana, ponía en práctica diversas reformas ilustradas que aumentaron la prosperidad de su territorio, en otras regiones de Italia hubo mucha resistencia.

El papa de Roma Clemente XIII, condenó textos de Montesquieu, Rousseau y otros textos ilustrados que iban contra el dogma católico en una encíclica titulada Christianae reipublicae salus. En Milán, los nobles no tenían ninguna intención de perder sus privilegios políticos y sobre la tierra, aunque los austriacos lograron que se aprobaran algunas reformas en aquella zona.

Por ejemplo, en 1757 se aprobó un nuevo registro de propiedades y se redujeron los privilegios eclesiásticos. Se abolieron los gremios y se reestructuró todo el sistema tributario.

También, según la convicción ilustrada de que era necesario que la población estuviese educada mínimamente para poder alcanzar el bienestar moral de las masas, se diseñaron planes de escuelas públicas de enseñanza básica.

En el Reino de Nápoles también hubo una serie de reformas llevadas a cabo por Carlos el Borbón, o Carlos VII de Nápoles, y su esposa María Amalia de Sajonia, una princesa alemana.

Ambos emprendieron un plan de renovación urbanística, y mejoraron las edificaciones públicas, y entre muchos edificios, crearon el Real Albergo del Poveri, o Palazzo Fuga, una de las construcciones europeas más grandes del siglo XVIII, que sirvió mayormente como hospicio, albergue u orfanato, aunque en la práctica aquello parecía más bien una prisión.

Otro palacio que construyeron fue El Palacio Real de Caserta, uno de los mayores palacios reales del mundo, diseñado por Luigi Vanvitelli, lugar que se convirtió en la residencia oficial del rey. Este palacio inspiró el Palacio Belgioioso de Milán, construido en 1772.

Otro palacio importante a destacar fue el Palacio Real de Portici. También destacan el Teatro de San Carlos, donde se representaban óperas, y el Museo Nacional de Capodimonte, donde Carlos cobijó las obras de arte heredadas de su familia.

En 1738, Carlos de Borbón fundó la Insigne y Real Orden de San Jenaro, una orden militar que llevaba el nombre del patrono de Nápoles. Jenaro de Nápoles fue un mártir cristiano que murió durante la persecución de los emperadores romanos Diocleciano y Maximiano.

En esta época también el rey ordenó comenzar las excavaciones de las poblaciones que habían sido sepultadas por la erupción del Vesubio en el año 79. Así salieron a la luz las ciudades romanas de Pompeya y Herculano. Otro hallazgo relacionado con los tiempos romanos fue la ciudad romana de Pestum, que llevaba años cubierta por la maleza.

En 1759, Carlos de Borbón fue nombrado rey de España, y tuvo que irse de Nápoles con bastante tristeza. Allí dejó como rey a Fernando I, o Fernando IV de Nápoles, su tercer hijo, quien solo tenía 8 años. La regencia fue para el ministro principal del reino: Bernardo Tanucci.

Fernando I gobernó durante casi 60 años, pero reinar no le interesaba mucho, le daba pereza, y prefería practicar deportes al aire libre, la caza, y disfrutar de los placeres de la vida. Al final, su hermosa y hábil, pero cruel esposa María Carolina, se hizo con las riendas del poder. Esta mujer trató por todos los medios por rebajar la influencia española en Nápoles y cambiarla por la austriaca.

Así, patrocinó a muchos artistas germano-suizos, como a la pintora Angelica Kauffmann o el paisajista Jacob Philipp Hackert, quienes fueron maestros de pintura de sus hijos. Por cierto, durante esta época se construyó la Academia de Bellas Artes de Nápoles.

En aquellos años, la situación en Italia se agravó por una hambruna bestial que jodió a toda Italia en 1764. Hubo miles de muertos en Nápoles o en la Toscana. La culpa recayó en la corrupción de las agencias públicas que regulaban el suministro y el precio de trigo, por lo que los gobiernos italianos empezaron a implantar el libre comercio de grano.

En la Universidad de Nápoles hay que destacar a un profesor de economía llamado Antonio Genovesi, que inculcó en muchos napolitanos las nuevas ideas que llegaban de otras partes de Europa. Habiendo visto el horror de la hambruna del 64, abogaba por una reforma radical. El problema era la improductiva nobleza feudal y sus aliados, los juristas.

Sin embargo, encontró la dura oposición de Bernardo Tanucci. Este tipo reformó algunas cosillas, pero tampoco muchas. Abolió los diezmos y también expulsó a los jesuitas del reino en el año 1765, y la corona confiscó todos sus bienes. Esta confiscación permitió distribuir diferentes tierras sicilianas entre campesinos pobres. Además, también se llevaron a cabo nuevos planes universitarios y la construcción de más escuelas públicas.

La cosa es que este político acabaría destituido por el rey Fernando I, o más bien por su esposa María Carolina de Austria, quien era la que mandaba. Esta era, por cierto, hija de la archiduquesa María Teresa de Austria y hermana de María Antonieta. Parece ser que la reina y Tanucci discutieron porque María Carolina defendía la masonería y Tanucci la quería prohibir.

Todas estas últimas reformas estaban muy bien, pero no parecían mejorar la vida de la gente. Siguió habiendo pobreza, bandolerismo y hambre. Muchos ilustrados se desesperaron porque veían que esto de cambiar el sistema parecía utópico. En este contexto los masones ganaron popularidad, y surgieron sectas como los Illuminati, los iluminados de Baviera, de los que ya hablé en detalle en este otro vídeo.

Por Italia aparecieron intelectuales como Giambattista Vico, Domenico Cirillo y Gaetano Filangieri, con ideas de soberanía popular y de unidad. Aquí empieza a surgir el concepto de nación como lo entendemos ahora, y también la idea de una Italia unida. Algo que se acentuó con la invasión napoleónica y los intentos de Napoleón de imponer el francés como la lengua oficial de su imperio. En breves veremos eso.  

Volviendo al Reino de Piamonte-Cerdeña, a partir de 1773, comenzó a gobernar el rey Víctor Amadeo III. Este rey estuvo cerrado a cualquier movimiento ilustrado en su reino, lo que provocó un montón de protestas tanto por el Piamonte como por Cerdeña. Antes de la invasión napoleónica surgiría la república de Alba, pero duró un suspiro.

No todo fue caos en su reinado. Hizo algunas reformas urbanísticas, como la reconstrucción del puerto de Niza, o la construcción de las presas en el Arce. Expandió la ciudad de Turín e invirtió mucho en el alumbrado nocturno de la ciudad, usando lámparas de aceite, una verdadera novedad en la época.

El ejército se reformó y se creó la Legión de Tropas Ligeras, se estableció el primer observatorio astronómico en Turín, y restauró la escuela de pintura y la academia de ciencias. Ah, y amplió el Jardín Botánico de la Universidad de Turín.

También, Víctor Amadeo III trasladó los restos de la mayoría de sus antepasados a la Basílica de Superga, cerquita de Turín, donde todavía continúan.

En 1789 ocurrió en Francia un hecho que marcó la transición entre la Edad Moderna y la Edad Contemporánea: la Revolución Francesa, una revolución liderada por ilustrados, quienes abolieron la monarquía francesa a base de guillotina para implantar una república. No voy a detallar mucho esto, eso ya lo haré en los vídeos de Francia Moderna.

El caso es que este cambio de régimen inspiró a muchos italianos a hacer lo mismo. Sin embargo, los reformadores más moderados se desilusionaron pronto cuando llegaron noticias de las masacres en Francia y de la época del Terror Jacobino. Muchos príncipes italianos, que en un principio veían bien las reformas, se hicieron caquita, y volvieron al absolutismo y a la censura, todo para evitar movidas y acabar en la guillotina.

Por todo esto, algunos estados italianos se unieron a Austria, Prusia o Gran Bretaña contra la Francia Revolucionaria. Esta fue la 1ª Coalición contra Francia, creada en 1792. Aquí toda Europa empezó de nuevo a darse de hostias.  

A partir de 1796, el gobierno del Directorio Francés decidió invadir Italia, y al frente del ejército revolucionario se puso a un joven de 26 años llamado Napoleón Bonaparte. Éste atravesó los Alpes, y penetró en el Piamonte.

El rey Víctor Amadeo III trató de hacerle frente, pero perdió en la Batalla de Millesimo y en la Batalla de Mondovi. No le quedó otra que rendirse y aceptar las condiciones del francés. De tanto disgusto, el rey murió de una apoplejía ese mismo año, y fue sucedido por su débil hijo Carlos Manuel IV. El chaval se retiró a Cerdeña, a Cagliari concretamente, donde mantenía el poder efectivo, mientras Napoleón creaba en la zona la República del Piamonte, que luego se renombró como República Subalpina.

Napoleón continuó conquistado el norte de Italia durante 1796, territorio que estaba bajo el poder austriaco. En la Batalla de Lodi, Napo tuvo una gran victoria que obligó a los austriacos a retirarse de Lombardía. Parma y Módena también se rindieron.

Así, los republicanos locales crearon dos repúblicas de estilo francés: la República Transpadana (en el Ducado de Milán), y la República Cispadana (que agrupaba Módena, Reggio, Bolonia y Ferrara). Estas dos repúblicas acabarían unidas al año siguiente en la República Cisalpina. Como curiosidad, la actual bandera de Italia tiene su origen en estas repúblicas. Más tarde, en 1802, la República Cisalpina pasaría a ser la República Italiana.

La República de Génova también fue fácilmente conquistada. La República de Génova fue sustituida por una república popular conocida como República de Liguria, que duró 7 años, pero no dejaba de ser un estado satélite de Francia.

La Italia napoleónica se convirtió en un laboratorio de ideas constitucionales.

Los gobiernos revolucionarios que surgieron en estas repúblicas copiaron la constitución francesa y su forma de gobierno. Por ejemplo, en la República Cisalpina se creó un directorio de 5 miembros.

Una de las reformas más importantes fue que se abolió el feudalismo y se pusieron a la venta tierras colectivas, de la iglesia y de los nobles. Los privilegios fueron sustituidos por la fuerza del mercado. Muchos comerciantes y mercaderes italianos se beneficiaron de un nuevo código comercial y el mayor acceso a mercados del norte europeo.

Las rutas comerciales también mejoraron especialmente en los Alpes, donde los gobiernos revolucionarios construyeron accesos y caminos mejorados.

Como ya conté, en 1797, la República Veneciana fue conquistada por Napoleón, finiquitando la Serenísima República. Meses después, con el Tratado de Campo Formio, el territorio acabó cedido a Austria, y fue renombrado como la Provincia Véneta.

El Gran Ducado de Toscana fue también conquistado, aunque el Gran Duque Fernando III siguió controlando el lugar.

El siguiente paso de Napoleón fue tomar los Estados Pontificios. Los dominios papales fueron desmantelados, el papa Pío VI fue exiliado y acabó muriendo, el Archivo Vaticano fue saqueado por los franceses, y Roma se erigió como una república en 1798. Esta República Romana duraría un año. A ella se le unieron dos pequeñas repúblicas, la República Tiberina y la República Anconitana.

De todas formas, en 1800 un nuevo cónclave se reunió en Venecia, y de allí salió un nuevo papa: Pío VII, quien fue reconocido por Napoleón.

Finalmente, Napo fue a conquistar el Reino de las Dos Sicilias. El rey Fernando I envió a sus tropas contra los franceses, y lograron llegar hasta Roma, desmantelando la república. Sin embargo, el ejército francés, dirigido por Jean Etienne Championnet, contraatacó con éxito y se apoderó del norte napolitano.

Muchos campesinos y ciudadanos fueron llamados a defender el reino de la invasión, y destaca la resistencia de Michele Pezza (mikele petsa), apodado Fra Diavolo. Sin embargo, los franceses tuvieron la ayuda de los napolitanos que apoyaban sus ideas revolucionarias, y básicamente los habitantes se masacraron entre ellos.  

Para inicios de 1799, los franceses se hicieron con el control de todo Nápoles, y Fernando I tuvo que retirarse a Sicilia. Así pues, los napolitanos jacobinos proclamaron la República Partenopea en el Castillo de San Elmo de Nápoles, que básicamente fue un estado satélite de la Francia Revolucionaria, por lo que nunca tuvo el apoyo de la mayoría de la población, que prefería al rey. Entre este grupo están los lazzaroni, las clases más bajas, que eran monárquicas. En general, a estos opositores se los llamó Sanfedisti.   

Este rey Fernando I, al año siguiente, aprovechando que Napoleón se había pirado a Egipto, logró reconquistar Nápoles con la ayuda del Cardenal Fabrizio Ruffo, restaurando la monarquía borbónica.

Por toda Italia aparecieron movimientos campesinos anti-franceses, como Massa Christiana en Piamonte o Viva María en Toscana. Aprovechando esto, en abril de 1799, la Segunda Coalición, formada por Austria y Rusia, entraron en Italia y lograron apoderarse del norte de Italia.

A finales de ese mismo año ocurrió el golpe de estado del 18 de Brumario, golpe en el que Napoleón se hizo con el poder de Francia como cónsul. Su primer objetivo fue recuperar Italia. En 1800 cruzó los Alpes y derrotó a los austriacos en la Batalla de Marengo.

Las repúblicas del norte fueron reinstauradas, menos el Ducado de Toscana, que fue conquistado y convertido en el Reino de Etruria en 1801. El Gran Duque Fernando III huyó a Alemania, donde fue elector de Salzburgo. En el Reino de Etruria comenzó a gobernar Luis I, el duque de Parma, pero murió rápido y fue sucedido por su pequeño hijo Carlos Luis. De la regencia se ocupó su madre María Luisa de Borbón.

En 1802, Carlos Manuel IV, rey de Piamonte en el exilio, hasta los huevos de todo, abdicó en su hermano Víctor Manuel I, y acabó como noviciado de los jesuitas en Roma. Víctor Manuel I estuvo durante años luchando contra Napoleón para intentar recuperar el reino saboyano, algo que conseguiría tiempo después.  

En 1804, Napoleón Bonaparte creó el Imperio Francés, alzándose él mismo como emperador. Se dice que el papa Pío VII vio la ceremonia como espectador en la Catedral de Notre Dame de París.

Tras su gran victoria en la Batalla de Austerlitz, de 1805, Napoleón consiguió unir gran parte de sus conquistas. Así pues, entró a saco en Italia y en el norte creó el Reino de Italia, con capital en Milán, que formaría parte de su gran imperio napoleónico. Él se autoproclamó rey y nombró virrey a su hijastro Eugene de Beauharnais.

Al año siguiente, Napoleón ocupó de nuevo el Reino de Nápoles y su trono fue a parar a su hermano José Bonaparte, y luego a Joaquín Murat, su cuñado.

Parece ser que el Reino de Eturia acogió a varios enemigos de Napoleón, lo que cabreó mazo al francés, y en 1807, por el Tratado de Fontainebleau, Francia se anexionó Etruria.

El lugar fue dividido en pequeños departamentos y Napoleón puso como gobernador general a Jacques Francois de Boussay (busé), y al año siguiente convirtió a su hermana Elisa Bonaparte en la Gran Duquesa de Toscana.

En 1809, el papa Pío VII se rebeló contra Napoléon, y este conquistó otra vez los Estados Pontificios y arrestó al papa.

En 1811, el hijo de Napoleón, Napoléon II, fue nombrado rey de Roma.

La guerra entre la Francia Napoleónica y el resto de naciones europeas acabó en 1815, con la derrota de Napoleón Bonaparte en la Batalla de Waterloo. En el Congreso de Viena decidió exiliar a Napoleón y devolver las tierras conquistadas a sus antiguos monarcas.

El duque Francisco III de Toscana volvió al poder toscano… Fernando I volvió a ser rey de las Dos Sicilias… Milán y el Véneto volvieron a Austria con el nombre de Reino Lombardo-Véneto… el papa Pío VII pudo recuperar los Estados Pontificios…

También resurgió el Reino de Piamonte-Cerdeña al mando del rey Víctor Manuel I, quien entró triunfal en Turín. Por cierto, en este reino ahora se incluía Génova, la cual habían juntado durante el tratado de paz para crear un estado tapón con Francia un poco más fuerte.

A pesar de la vuelta a la normalidad, todo había cambiado en la mente de los italianos, muchas de estas ideas ilustradas habían florecido, y en la futura serie de Italia Contemporánea veremos a todos estos estados fragmentados convertirse en una única nación llamada Italia.