Los Plantagenet y el Imperio Angevino

La siguiente historia tiene lugar entre el año 1154 y el 1272

INGLATERRA MEDIEVAL 5: Los Plantagenet y el Imperio Angevino

LOS PLANTAGENET (PARTE 1) (1154-1272)

En el capítulo anterior vimos cómo el hijo de Godofredo de Anjou y Matilde, Enrique II, llegó al trono inglés, y con él dio comienzo la Dinastía Plantagenet, que regiría el destino de Inglaterra durante los próximos 245 años.

Durante el periodo de la anarquía, muchos barones se habían quedado con sus castillos y ya no respondían al rey, y los reinos de Escocia y Gales habían conquistado algunos territorios de Inglaterra. La 1ª tarea del nuevo monarca fue darse de leches con todos ellos para recuperar lo que se pudiera. Se dice de Enrique II que era un rey despiadado con los barones que fueron contra él, y echó a muchos de sus feudos para poner a amigotes suyos que le fueran leales.

Gracias a su doble herencia y a su matrimonio con Leonor de Aquitania, una noble muy bien posicionada, Enrique II obtuvo el control del llamado Imperio Angevino, que ocupó todo esto que veis en el mapa. Desde Escocia a los Pirineos era suyo, lo que le convertía en uno de los reyes más poderosos de Europa en aquel momento. El problema es que no era un reino en absoluto centralizado. Cada territorio tenía sus propias leyes, instituciones y monedas.

Enrique II hablaba francés, y para el inglés necesitaba interprete. Y es que la mayoría de su reinado lo pasó tanto en Ruan, en Normandía, como en Anjou, más concretamente en su capital, Angers, algo que hicieron muchos de sus predecesores y también sucesores. No querían estar mucho por Inglaterra porque decían que hacía frío. Y claro, también porque estaba Manchester.

Leonor de Aquitania es un personaje importante y también muy interesante. Tenía mucha experiencia en política, era la ex reina de Francia, y era muy amante de la cultura y la poesía. Enrique tuvo con ella 4 hijos. El mayor era Enrique el Joven, quien se casó con la princesa Margarita, la hija del rey Luis VII de Francia. Gracias a ello, el rey inglés logró acceso al territorio de Vexán.

Luego nacerían Ricardo Corazón de León, Godofredo, y Juan Sin Tierra. También tuvo varias hijas que se casaron con peña muy potente. Y finalmente tuvo muchos hijos bastardos con la hija del rey de Francia, Adela, que era una niña y fue un escándalo tremendo en la época porque la tenía de concubina… y luego también tuvo de amante a una abadesa llamada Rosamunda Clifford.

Otra preocupación de Enrique fue la Justicia. La ley feudal decía que era el señor de cada feudo quien resolvía los casos que afectaban a sus vasallos, pero Enrique buscaba tener más poder de decisión sobre algunas cuestiones, y se crearon tribunales reales de jueces que actuaban en cada condado, siendo los sheriffs los encargados de llevar a los condenados a la justicia. Años más tarde, en 1188, Ranulf de Glanvill redactó el Tratado de Glanvill, un tratado sobre derecho inglés.

En 1162 es importante hablar de Tomás Becket. El arzobispo de Canterbury Teobaldo de Bec murió, y Enrique II puso en ese cargo a su canciller, Tomás Becket. Los dos se llevaban de puta madre, pero en cuanto Becket se convirtió en arzobispo… algo cambió en él de forma radical, y no se sabe bien por qué. Dejó de lado su estilo de vida ostentoso y se hizo bastante austero, y no solo eso. Enrique quería que la Iglesia de Inglaterra estuviera sometida a sus designios, poder nombrar a voluntad cargos eclesiásticos. Sin embargo, Becket le dijo que ni de coña.

En aquellos años, los crímenes que cometiera un religioso eran juzgados por un tribunal eclesiástico, no por uno civil. Eran penas más bajas, porque no tenían permitido ejecutar a nadie o los castigos físicos. La cosa es que más o menos 1/6 de la población pertenecía a alguna orden religiosa, y el rey no podía juzgar a esa peña. La 1ª de las disputas entre Enrique II y Becket fue por esta razón. Y más tarde, Becket se negó a entregar al rey las rentas de la Iglesia. Ahí ya se lio entre los dos.

Aquí llegamos al año 1164, año en el que Enrique II promulgó las Constituciones de Clarendon, gracias a las cuales el rey asentó su supremacía y autoridad sobre la Iglesia. Muchos del clero se sometieron al rey, pero Becket no. Por ello, el rey ordenó su arresto. Tomas Becket fue apresado acusado de varios delitos como malversación o tratar de apelar al papa sin permiso del rey. Sin embargo, el arzobispo logró finalmente escapar y se exilió a Francia, bajo la protección del rey Luis VII. Allí, en Francia, mantuvo relación con el papa Alejandro III, al que el emperador Federico Barbarroja había echado de Roma. Por ello no fue de mucha ayuda.

En 1166, Enrique II pasó a controlar Bretaña. En 1169, comenzó la conquista de Irlanda, que duraría varios siglos. La historia comienza con el considerado mayor traidor de la historia de Irlanda, un rey exiliado de Leinster llamado Dermot MacMurrough. Éste pactó con el conde de Penbroke, Ricardo FitzGilbert de Clare, conocido como Strongbow, y le dijo que si le ayudaba a recuperar su trono irlandés le casaría con su hija Aoife (ife) y le haría heredero del reino. Lograron tomar Dublín, y al año siguiente Dermot murió y Ricardo fue coronado rey de Leinster. Enrique II decidió intervenir y llegaron a un acuerdo amistoso. Ricardo seguiría controlando Leinster pero como feudo. Y así fue como empezó la conquista inglesa de Irlanda. Hasta 1600 no la controlarían por completo.

En 1170, el hijo de Enrique II, Enrique el Joven, fue coronado rey aunque con su padre todavía vivo. Se supone que esto debía hacerlo el arzobispo de Canterbury, Becket, pero lo hizo el arzobispo de York, y claro, fue como echar más leña al fuego al conflicto religioso.

Ante las protestas de Becket, finalmente, el papa Alejandro III ordenó poner un Interdicto a toda Inglaterra como castigo. ¿Y qué es un interdicto? Pues una movida que prohibía en toda Inglaterra realizar ritos y servicios de la Iglesia. Ni misas, ni bodas, ni comuniones, ni funerales. Enrique II le dijo: “Venga, Becket, vuelve a Inglaterra y hablamos”. Becket volvió y nada más llegar empezó a excomulgar a varios obispos. El rey se hartó y dijo algo en plan: “Es que nadie va a quitarme de encima a ese cura de los huevos”, y 4 caballeros que querían ganarse el favor real, se tomaron aquella frase de forma bastante literal y decidieron ir a Canterbury y cargarse a Tomas Becket.

El asesinato conmocionó a toda la Cristiandad. Becket fue canonizado y convertido en un símbolo de la independencia de la Iglesia frente a los estados, y el rey tuvo que renunciar a sus pretensiones de controlar a la Iglesia de Inglaterra y hacer penitencia pública. Todos los obispos presentes tuvieron que golpearle con una vara 5 veces, y cada monje de Canterbury tres golpes. Y eran 80 monjes. El rey volvió a su castillo calentito.

Y bueno, gracias al Compromiso de Avranches de 1172, lo acordado en Clarendon se rebajó, y la Iglesia siguió manteniendo sus propios tribunales. Uno de los más famosos prelados fue Hubert Walter, legado papal en Inglaterra.

Todo parecía ya tranquilo, pero no. La mayor movida que tuvo Enrique II fue el levantamiento de su esposa e hijos contra él. Esa fue la Gran Revuelta, que comenzó en 1173. En aquellos años, Enrique el Joven iba a heredar Inglaterra, Normandía y Anjou. Godofredo Bretaña. Ricardo, el hijo favorito de Leonor, se quedaría con Aquitania. Y Juan se quedó sin nada, de ahí que le llamaran Juan Sin Tierra.

Sin embargo, Enrique el Joven era un chaval ávido de poder y riquezas, y empezó a llevarse mal con el padre. En cambio, su hijo favorito era Juan, y le regaló 3 castillos muy buenos: el de Chinon, el de Loudon y el de Mirebeau. Aquello enfadó tanto al joven Enrique que se piró con el rey de Francia Luis VII y comenzó esta Gran Revuelta, además con la ayuda de su madre y sus hermanos Ricardo y Godofredo. 

Leonor trató de huir de Poitiers a París disfrazada de hombre, para reunirse con sus hijos, pero fue detenida y el rey Enrique II la tuvo encerrada en diferentes castillos durante unos 16 años, con diferentes regímenes de semi-libertad.

Guillermo I rey de Escocia también se metió en la movida, pero fue derrotado y capturado en la Batalla de Alnwick de 1174. Sí, hay dos batallas con el mismo nombre. Para ser liberado, Guillermo de Escocia tuvo que firmar el Tratado de Falaise, lo que hizo que Escocia se convirtiera en vasalla de Inglaterra. Esto duró 15 años, cuando Ricardo I se la revendió para financiar su participación en la 3ª Cruzada.

Tras 18 meses de intensos combates, Enrique II pudo derrotar a los rebeldes que ayudaban a su hijo y se acordó la Paz de Montlouis, de 1174. Con esto quedó claro que Enrique II era un rey fuerte y poderoso, y en un gesto de concordia, perdonó a sus vástagos rebeldes, pero ordenó ejecutar a los barones que estuvieron maquinando en la sombra.  

Ricardo fue nombrado duque de Aquitania, y ganó fama de guerrero invencible con su asedio al Castillo de Taillebourg en 1178, perteneciente a un noble rival. Godofredo fue nombrado duque de Bretaña. Juan fue nombrado Señor de Irlanda, y Enrique el Joven pasó mucho tiempo viajando por Europa de torneo en torneo, pasando bastante de Inglaterra a pesar de seguir siendo el heredero.

En 1182, Enrique el Joven tenía ganas de mandar, y pidió a su padre más poder. Éste le dijo que no. Luego hubo una ceremonia, y Ricardo tenía que jurar fidelidad a Enrique el Joven, y Ricardo se negó por un feo que le hizo en el pasado. Y aquí estalló una nueva guerra entre los hermanos. Sin embargo, ésta no duró mucho, porque Enrique el Joven enfermó de disentería y murió poco después.

Ahora Ricardo sería el heredero al trono inglés y Juan sin Tierra el duque de Aquitania, mientras Godofredo continuó en el poder de Bretaña, aunque parece que durante un torneo se cayó del caballo y se quedó moñeco, así que le sustituyó su hijo Arturo.

Ricardo y su padre se llevaron como el culo, y parece ser que Ricardo, instigado por su madre, planeó destronarle con ayuda del rey francés Felipe II Augusto, pero no hizo falta. Como en la anterior guerra, la enfermedad solucionó el desaguisado, y Enrique II murió en 1189. Se dice que el jamacuco final le llegó cuando se enteró de que en la conspiración también estaba metido su hijo favorito, Juan.

Tras esto, Ricardo I Corazón de León heredó todo el extenso reino de su padre. Fue coronado en la Abadía de Westminster, y se cuenta que los judíos no tenían permitido asistir a la ceremonia, pero algunos de ellos insistieron en ir a ofrecer regalos al nuevo rey y por el camino fueron agredidos. La gente les tenía un poco de tirria por los altos intereses que cobraban en sus préstamos, y estos ataques se expandieron por todo el país. Especialmente por York, donde muchos se refugiaron en una torre de madera de una fortificación ante una turba de haters. Éstos prendieron fuego a la torre y todos los judíos refugiados acabaron suicidándose. Ricardo parece que logró poner algo de paz, pero tampoco hubo mucho castigo hacia los responsables.

Ricardo I quería paz en Inglaterra porque iba a estar muchos años ausente. Era el año 1190 y se disponía a partir a Tierra Santa para luchar contra Saladino, quien había conquistado Jerusalén unos años antes. Como venganza, se había organizado la 3ª Cruzada, conocida como la Cruzada de los Reyes, porque aparte de Ricardo también participó el rey de Francia Felipe Augusto, entre otros. Para pagar el viaje y demás, Ricardo tuvo que subir la hostia los impuestos de Inglaterra, y eso generaría bastante descontento.

Durante su ausencia, nombró dos regentes: Hugh de Puiset, obispo de Durham, y Guillermo de Mandeville, conde de Essex, aunque murió poco después y le sustituyó Guillermo de Longchamp. Y todo esto supervisado por su madre Leonor de Aquitania. Esta decisión molestó a su hermano Juan y pronto empezó a conspirar con el rey de Francia para hacerse con el trono. Hubo algún que otro conflicto armado, pero pudo controlarse.

Por el camino a la cruzada, en Sicilia concretamente, su madre le presentó a la princesa Berenguela de Navarra, hija del rey de Navarra Sancho VI, y se la llevó a la cruzada. Ricardo conquistó Chipre a los bizantinos y luego vendió la isla a la Orden de los Templarios. Fue allí donde se casaron. Súper romántico todo.

Una vez en Tierra Santa, comenzó su enfrentamiento contra Saladino, y en poco tiempo consiguió recuperar la ciudad de Acre. Se cuenta que Ricardo estaba pachucho y estuvo durante el asedio lanzando flechas desde una camilla. Una vez con Acre en su poder, ocupó el palacio real y arrancó la insignia del duque Leopoldo de Austria, quien también había participado en la conquista, porque decía que un duque no podía igualarse a un rey. Este hecho será importante más tarde.

El rey francés acabó volviéndose a su casa, pero Ricardo decidió seguir a tope en la cruzada. Puso en sitio la ciudad de Jaffa y logró conquistarla también. Se cuenta que un día ordenó ejecutar a unos 2000 prisioneros musulmanes porque Saladino se retrasó con el pago de su rescate. Ganó muchas batallas contra el líder ayubí, pero nunca pudo recuperar la ciudad de Jerusalén. De todas formas, gracias al valor que demostró en estas batallas, se ganó el apodo de Corazón de León.

En 1192, Ricardo y Saladino pactaron una tregua de varios años. La idea del rey era volver a Inglaterra para frenar las conspiraciones de su hermano Juan, quien había logrado entrar en Londres arropado por sus ciudadanos y ser nombrado regente. Ricardo no lo tuvo nada fácil para volver a Inglaterra. Primero su barco encalló cerca de Aquilea, en Italia, y tuvo que continuar su viaje atravesando el Sacro Imperio.

Él y los suyos se disfrazaron de peregrinos, pero en una taberna cerca de Viena acabó siendo reconocido y fue capturado por el conde Leopoldo de Austria. Éste lo acusó de estar implicado en la muerte de su primo durante la cruzada, Conrado de Monferrato, para que no fuera rey de Jerusalén. Pero claro, también estaba cabreado por haber quitado su insignia de Acre.  

Ricardo pasó varios meses encerrado en el Castillo de Durnstein, en Austria, hasta que el papa Celestino III se enteró y excomulgó a Leopoldo, porque eso de encarcelar a cruzados épicos estaba muy mal visto. Por tanto, Leopoldo le soltó y se lo entregó al emperador Enrique VI del Sacro Imperio. ¿Y qué hizo éste? Pues lo encarceló en el Castillo de Trifels dos años. ¿Por qué? Por haber apoyado a su rival político, el duque Enrique el León, quien estaba casado con Matilde, hermana de Ricardo. El emperador fue excomulgado, pero le daba igual, y exigió un rescate a la madre, Leonor de Aquitania. 100.000 marcos de plata fue lo que pagó.

Ricardo I por fin pudo volver a su casa en Inglaterra en 1194. Llegó como un héroe, y perdonó a su hermano Juan y le nombró su heredero. Pero con quien no hizo las paces fue con el rey Felipe Augusto de Francia, quien le había conquistado partes de Normandía. Ricardo I pidió ayuda a su suegro Sancho VI de Navarra y a Balduino IX de Flandes, armó un buen ejército, y empezó a darse de leches contra el rey francés.

Una de las fortalezas que levantó a modo de protección fue el famoso Castillo de Gaillard, en Normandía, uno de los más impresionantes de Europa en aquellos años.

Ricardo I tuvo mogollón de victorias, como la de Freteval de 1194, que le permitió recuperar parte del territorio perdido en Francia, y el rey francés tuvo que retroceder. Sin embargo, durante esta campaña, en 1199, Ricardo acabaría muriendo. Había sitiado el Castillo de Chalus Chabrol y estaba paseando por delante de sus murallas. Se cuenta que un niño con ganas de vengarse de él le disparó con una ballesta en el hombro, y la herida se le gangrenó, lo que le causó la muerte. Pero parece ser que Ricardo perdonó al niño y le dio dineros antes de palmarla. Otras fuentes dicen que al chaval lo desollaron vivo.

El nuevo rey de Inglaterra pasó a ser Juan I, o John Lackland, mejor conocido como Juan Sin Tierra. Ha pasado a la historia como el peor rey Plantagenet, y es que fue un rey que tomó bastantes malas decisiones, aunque el país ya arrastraba problemas de antes.

Arturo de Bretaña, hijo de su hermano Godofredo, duque de Bretaña, decidió que él podía ser mejor rey, así que estalló una guerra por el poder entre los dos. Los ingleses apoyaron a Juan y los franceses a Arturo.

De 1202 se cuenta la valiente hazaña de Juan en el ataque sorpresa al Castillo de Mirabeau, donde el rey francés retenía a su madre, Leonor de Aquitania. Capturó a 200 caballeros enemigos y a Arturo de Bretaña, quien acabó ejecutado. Este acto hizo que muchos nobles retiraran el apoyo a Juan, y Felipe Augusto logró conquistar el Ducado de Normandía, Anjou y Maine. En 1203, Juan huyó de Ruan a Inglaterra, el único territorio que logró retener, aparte de una pequeña parte de Aquitania, lo que se llamó Gascuña. Con la muerte de su madre, Leonor, el resto fue conquistado.  

Esta derrota hizo que muchos vieran a Juan como un rey débil, y aunque estuvo todo su reinado tratando de recuperar el ducado, no lo consiguió. Reinó desde Inglaterra, pero al estar privado de los ingresos de Normandía, tuvo que subir un montón los impuestos para poder sufragar los gastos de estas campañas, e incluso se inventó nuevos impuestos, y eso cabreó a mucha gente. De todas formas, el arzobispo de Canterbury Hubert Walter y William Marshal (o Guillermo el Mariscal), uno de los nobles más poderosos del reino, le aconsejaron que dejara la invasión porque no iba a ganar. Constó convencerle, pero lo lograron. Se centró en Inglaterra y se cuenta que viajaba con todo su séquito por todo el país resolviendo litigios y cosas así.

Juanito también tuvo muchas movidas con la Iglesia. En 1205, Juan quiso nombrar como arzobispo de Canterbury a Juan de Gray, pero el consejo del clero de allí eligió a un tal Reginald, y viajó a Roma para que el papa Inocencio III le confirmara. Pero el papa dijo que ni uno ni otro, que el elegido era el cardenal Stephen Langton. Juan dijo que ni de coña, y no le dejó entrar en Inglaterra, y el papa puso un interdicto en 1208. Juan no hizo ni caso y acabó excomulgado. De todas formas, parece que 5 años después ya hicieron las paces, se aceptó a Langton como arzobispo y Juan se sometió a Roma.

Por estos años, un fugitivo llamado Robert Hod se escondió en los bosques de York y se le estuvo buscando. Dicen que de él vendría el mito de Robin Hood, el bandolero oculto en los bosques de Sherwood que robaba a los ricos para dárselo a los pobres. Aunque luego, un siglo después, también tenemos a otro bandolero que pudo haber inspirado las diferentes baladas de este personaje. Desde luego, la popularidad de la figura de Robin Hood llegó con la novela de 1819 Ivanhoe, escrita por Walter Scott.

Y a modo de curiosidad, en 1209 nació la Universidad de Cambridge.

Mientras tanto, los reinitos de Gales se sentían amenazados por los ingleses, y entonces llegó Llywelyn el Grande, rey de Gwynedd. Este tipo consiguió la lealtad de muchos señores galeses, y en el Concilio de AberdYfi, de 1216, fue proclamado como el 1º Príncipe de Gales. 

Juan sin Tierra quería volver a conquistar sus territorios angevinos, y se alió con todos los vecinos de Francia: Otón IV del Sacro Imperio, el conde de Flandes y más peña. Todos se enfrentaron a Felipe Augusto en la Batalla de Bouvines en 1214, y el francés logró una gran victoria. Fue algo catastrófico para Juan, y este hecho es considerado el final del Imperio Angevino, pues por el Tratado de Chinon, Juan perdió para siempre gran parte de sus territorios franceses.

Con la popularidad por los suelos, varios barones del norte de Inglaterra, liderados por Robert FitzWalter, se sublevaron y se llamaron a sí mismos el Ejército de Dios. Marcharon hacia Londres y la conquistaron. El rey Juan terminó acojonado y se vio obligado a aceptar conversaciones de paz en el Castillo de Windsor.

Era el 15 de junio de 1215, y con la mediación del arzobispo Langton, rey y barones redactaron la Carta Magna, una reforma política que quitaba poderes al rey y daba más derechos a los hombres libres, especialmente para nobles y clero. Se prometió una limitación de impuestos, una justicia más rápida, derechos eclesiásticos y protección contra el encarcelamiento ilegal y la expropiación de territorios. Además, se creó un consejo de 25 barones que supervisaría el cumplimiento de esta Carta Magna.

Juan no estaba muy por la labor de acatar esta Carta Magna, y pidió sopitas al papa Inocencio III para que la anulara, éste dijo que OK, y fue entonces cuando estalló la 1ª Guerra de los Barones (1215-1217). Mientras unos rebeldes se apoderaban del Castillo de Rochester, otros se levantaban en el norte apoyados por el rey de Escocia Alejandro II.

Juan había ahorrado mucho dinero y tenía de sobra para pagar un buen ejército, y primero reconquistó Rochester. Estos hechos podemos verlos en la película de Ironclad. Después recuperó Dover sitiando su castillo, y finalmente atacó el norte, desplazando a Alejandro II. Todo parecía guay, pero entonces llegó a la costa de Inglaterra el hijo de Felipe Augusto, el príncipe Luis. Aprovechó para reclamar el trono apoyado por los rebeldes, pues estaba casado con una nieta de Enrique II Plantagenet.

En 1216 desembarcó en Kent y empezó a guerrear contra las tropas de Juan. Una tempestad destruyó gran parte de la flota del rey inglés, y encima contrajo disentería, lo que empezó a debilitarle. Juan terminó muriendo en el Castillo de Newark, en Nottingham, pero eso no significó el fin de la guerra civil.

El ejército real apoyó al hijo de Juan, Enrique III, quien tenía sólo 9 años, y luchó a su favor. La Batalla de Lincoln y la Batalla de Sandwich, ambas de 1217, dieron la victoria al bando real, y esto hizo que el príncipe Luis se volviera a Francia y que Enrique III se convirtiera en el nuevo rey de Inglaterra. Reinaría 56 años.

Lo primero era acabar con la guerra de los barones, y en 1217 firmó la Carta Magna y todo quedó más o menos en paz. Bueno, no la aprobó él porque era un niño, sino su regente, el anciano William Marshal, conde de Pembroke. Muchos de los barones rebeldes prometieron devolver las tierras y castillos que habían conquistado durante la guerra civil, y para 1227, Enrique ya pudo asumir formalmente el reinado de Inglaterra.

El asesor del rey más conocido fue Hubert de Burgh, y Enrique III tenía tanta confianza en él que le nombró conde de Kent. Sin embargo, en 1232, el oponente de Hubert, Peter des Roches, le acusó de envenenar a gente y malgastar dinero público, y el rey encerró a Hubert en la Torre de Londres. Peter fue recompensado por el rey dándole un buen puesto en el gobierno, pero este Peter se aprovechó y comenzó a apoderarse de tierras de otros nobles. Estos nobles protestaron y en 1233 se levantaron contra él liderados por Ricardo, el hijo de William Marshal. Ricardo murió en una batalla y el arzobispo de Canterbury tuvo que poner paz entre ambos bandos.

En 1236, Enrique III se casó con Leonor de Provenza. Con ella tuvo a su heredero, Eduardo Zanquilargo, apodado así por su altura, parece que de casi 1,90. Y más tarde tuvo a Edmundo Crouchback. En esos años se empezaron a construir grandes catedrales de estilo gótico, como la Catedral de Salisbury, la Catedral de Exeter, la Catedral de Wells y la Catedral de Lincoln. La Catedral de Canterbury sufrió un incendio y también se aprovechó para reconstruirla en estilo gótico. Y también podemos destacar la nueva Abadía de Westminster, lugar de coronación de los monarcas ingleses. Estaba situada al lado del palacio de Westminster, y justo ahí hoy encontramos el Parlamento Británico.  

En 1254, en papa le ofreció a Enrique III el trono del Reino de Sicilia, y decidió colocar allí a su hijo Edmundo. Pero claro, para conquistar Sicilia hacía falta mucho dinero y todo esto causó la bancarrota de Inglaterra. Los barones empezaban a estar hasta los huevos del rey.

En 1258, el rey convocó a los nobles en Westminster para hablar del asunto de la recaudación de impuestos para financiar lo de Sicilia, y los nobles se opusieron totalmente y le acusaron de no respetar la Carta Magna ni nada. Por ello, 7 de los barones más importantes obligaron al rey a aceptar las Provisiones de Oxford de 1258. Esto es importante, porque esto significaba que el rey cedía parte de su poder a un consejo de nobles y clérigos, quienes tendrían la última palabra en lo referente a impuestos y nombramientos. Estos se reunirían en lo que se empezó a llamar Parlamento. Al principio se reunían sobre todo en Oxford y luego ya en Westminster.

La figura más relevante de este consejo fue Simón de Montfort, hijo de otro Simón de Montfort que os sonará por la Cruzada Albigense. Este Simón era duque de Leicester y cuñado del rey. El momento más bajo para el rey inglés ocurrió en 1259, con el Tratado de París. En él, un poco obligado por los barones, Enrique III renunció a sus derechos sobre la mayor parte de la herencia de su abuelo, es decir, del Imperio Angevino. Como compensación, el rey San Luis de Francia le reconoció como duque de Gascuña.

En 1262 todo cambió. Enrique III habló con el papa y éste declaró nulas las Provisiones de Oxford. Al año siguiente Simón de Montfort se rebeló y logró tomar la ciudad de Londres. Con ello empezaba la 2ª Guerra de los Barones (1264-1267).

Simón empezó con varias victorias que le hicieron pasar a controlar el sureste inglés. En una de ellas, la Batalla de Lewes (1264), el rey y su hijo Eduardo fueron capturados por los rebeldes.

Otro capturado fue el hermano del rey, Ricardo de Cornualles, quien era, por cierto, rey de romanos, o rey alemán. Le encontraron escondido en un molino de viento y los barones le obligaron a salir entre burlas.

Simón de Montfort se puso al frente del gobierno con el cargo de Senescal, aunque era, de facto, el rey de Inglaterra. Convocó varios parlamentos sin autorización real, incluyendo en él a miembros de la burguesía de las ciudades, y también a dos caballeros de cada condado. Pero a muchos nobles no les convencía su forma de gobernar. Para muchos era un reformador fanático y arrogante, y para otros, alguien esencial en la creación de la futura Cámara de los Comunes.  

El príncipe Eduardo logró escapar del Castillo de Hereford y organizó un ejército. Se enfrentó a Simón en la Batalla de Evesham (1265), que fue una masacre total para los rebeldes, y Simón de Montfort acabó palmando. Le cortaron manos y pies y le colgaron los testículos de las orejas, o la nariz, no se sabe bien. Aunque sin líder, la rebelión continuó un par de años más hasta que los realistas lograron la rendición de los rebeldes en el castillo de Kenilworth, y también tras la destrucción del último reducto rebelde en la isla de Ely en 1267. Aquí se promulgó el Estatuto de Marlborough (1268), que restablecía la autoridad real sobre toda Inglaterra.

El príncipe fue a la 9ª y última cruzada en 1270, y casi muere asesinado por un mameluco que le intentó apuñalar. En 1272, durante el viaje de regreso, Edu se enteró de la muerte de su padre, y nada más volver a Inglaterra fue coronado como Eduardo I, el primer monarca inglés desde hacia 200 años que tenía nombre inglés y que hablaba este idioma con fluidez. Ya les costó aprender.