La siguiente historia tiene lugar entre el año 1200 y el 1328
Francia Medieval 5 – El Siglo de San Luis, las Cruzadas Menores y el fin de los Capetos
LA 4ª CRUZADA (1199-1204)
Año 1193. Saladino acababa de palmarla en Damasco. Sin duda aquel era el mejor momento para intentar una nueva cruzada, pero los monarcas europeos estaban enfadados unos con otros. Se organizó un ejército liderado por Bonifacio de Monferrato, junto a otros nobles como Balduino de Flandes y Simón de Montfort. Faltaban barcos, así que decidieron contactar con el duque de Venecia Enrico Dándolo para que les dejara 50 galeras a cambio de cederle parte de las conquistas que realizaran.
De hecho, la primera misión que les encomendó fue que recuperaran para él el territorio dálmata de Zara, conquistado tiempo antes por el rey húngaro Emérico. Muchos no aceptaron porque había una prohibición de luchar contra otras tropas cristianas, pero un grupo de soldados se animó y tomó Zara en el 1202.
Pero la cosa se iba a desmadrar a partir de aquí. Resulta que el hijo del emperador bizantino Isaac II, Alejo IV, envió desde Alemania un mensaje a los cruzados diciendo que su tío, Alejo III, había sacado los ojos a su padre y le había echado del poder. Si le ayudaban a recuperar el trono les daría muchas pelas y muchos soldados para conquistar Tierra Santa. Era mentira, pues los bizantinos en esa época estaban en números rojos.
Los cruzados llegaron a Constantinopla, la asediaron, el usurpador Alejo III huyó y se restableció a Isaac y a su hijo en el trono. Pero la población de la ciudad estaba muy en contra de tener allí a los cruzados, y aprovechando el revuelo, un tal Alejo V Ducas se cargó a los emperadores y se hizo con el trono en el año 1204. Esto fue una excusa cojonuda para que los cruzados volvieran a asediar la ciudad, y durante diez largos días, Constantinopla se convirtió en una urbe en llamas, con edificios destrozados, las calles llenas de sangre, lugares importantes saqueados… No tuvieron respeto por nada, ni siquiera por las iglesias.
Como ya conté en los vídeos del Imperio Bizantino, aquí se produce una enorme división entre el Imperio Latino, que estaría dirigido por Balduino de Flandes… y el Imperio de Nicea, dirigido por los bizantinos supervivientes. Por su parte, el imperio latino se fragmentó en principados feudales: Bonifacio de Monferrato se quedó con el Reino de Tesalónica; Otón de la Roche fue duque de Tebas y Atenas; y Godofredo de Villehardouin fue príncipe de Morea. Pero la gran beneficiada de todo esto fue Venecia, quien pasó a controlar casi todas las islas del Egeo en el Ducado de Naxos, y por tanto el comercio marítimo de la zona. ¿Pero… y Tierra Santa? ¡A quién le importa Tierra Santa! Los nobles consiguieron su objetivo: tierras y riquezas, lo demás daba igual.
CAPETOS VS. PLANTAGENET (1204-1214)
A principios del siglo XIII el Reino de Francia estaba divido. El rey capeto Felipe II Augusto tenía el control de sus dominios reales, mientras que la familia de los Plantagenet, que habían sido vasallos suyos, eran poderosísimos y se habían hecho con el control de media Francia. En 1199 el rey de Inglaterra, el Plantagenet Ricardo Corazón de León, murió de un flechazo mientras asediaba el castillo de Chalus-Chabrol, siendo sucedido por su hermano Juan sin Tierra.
Felipe aprovechó esto y decidió que era el momento de recuperar sus feudos, y en Normandía se apoderó de la gran fortaleza Gaillard tras casi 10 meses asediándola. En los años siguientes pudo ocupar el resto de Normandía.
En el año 1208 la cosa empieza a ponerse chispeante, y el Juan Sin Tierra, el ambicioso emperador alemán Otón IV y el Conde Fernando de Flandes entre otros se unieron contra Felipe Augusto, y la llamada Guerra Anglo-Francesa de 1213 estalló. Felipe se alió con las clases más populares, siendo especialmente importantes las milicias comunales. También fueron importantes las campañas en Flandes de su hijo Luis el León, futuro rey.
El chaval venció al ejército inglés de Juanito en la Batalla de La Roche-aux-Moines (1214), y poco después Felipe Augusto aplastó al ejército de Otón IV, a los flamencos del conde Ferrand y a los ingleses liderados por Guillermo de Salinsbury, el Espada Larga, en la Batalla de Bouvines en julio de 1214. La lucha, ocurrida en un puente sobre el río Marque, provocó la espantada de sus enemigos y fueron capturados el conde Ferrand, el Espada Larga y una veintena de nobles más.
Tras el tratado de paz de SHINON Chinon con Juan sin Tierra, Francia recibió los territorios ingleses al norte del Loira, es decir, el Condado de Maine (Men), el Condado de Anjou, la Touraine (Touren o Turena) y el Condado de Poitou. Además, por otras razones también se hizo con el control del Condado de Amiens; con los Condados de Valois y Vermandois; y finalmente con el Condado de Auvernia y el de Boloña o Boulogne. El inglés retuvo en Francia solamente lo que se conoció entonces como Guyena, en la región de Aquitania.
Gracias a esta victoria, el rey de Francia se hizo tremendamente poderoso. Quería evitar la parcelación propia del sistema feudal y mandar sobre todo el territorio francés, por lo que hizo reformas administrativas. Creó el cargo de Preboste, un funcionario público elegido por el rey, generalmente un burgués, para administrar un dominio señorial. También tenía prerrogativas judiciales y recaudaba impuestos. Para controlarle estaban los bailes reales o bailíos, un representante de la autoridad real en los dominios, cargo muy parecido al del missi dominici. Felipe también eliminó el cargo de Gran Senescal, ya que se había convertido prácticamente en el segundo al mando, tenía demasiado poder y eso no podía ser.
Finalmente hay que destacar la estupenda labor que hizo Felipe Augusto poniendo a París bonica. Vamos a empezar este recorrido por la Abadía benedictina de Saint-Germain-des-Prés, fundada por Childeberto I pero fue en esta época cuando construyeron la torre grande.
Luego está el palacete del Louvre, y en una de sus torres fue encerrado Ferrand de Flandes. A Felipe Augusto le encantaban los torreones, y si tenían forma redondeada más, que así se evitaban ángulos muertos. Muy cerquita encontramos el Palacio de la Cité, o La Conciergerie, la residencia del rey. Es verdad que la corte era itinerante todavía, pero pronto París sería la capital oficial de Francia. Esta iglesia es la Catedral de Sainte-Chapelle, la Santa Capilla, construida por San Luis para albergar reliquias sagradas cristianas. Podéis flipar y mucho con sus vidrieras de colores.
La Fortaleza del Gran Chatelet fue levantada por Luis VI el Gordo. El Hotel Dieu de París no era un hotel sino un hospital, el primero que tuvo esta ciudad, pero en el vídeo no se ve una mierda. Este es su aspecto actual. Lo que sigue es la Catedral de Notre Dame. Todavía no estaba del todo construida, su estado era más o menos este. Aún le quedaba bastante sí, las obras iban muy despacito.
En unos años se vería así. Y de la Prisión de la Bastilla olvidaos hasta el próximo episodio. La Torre del Temple fue una fortaleza construida por los caballeros templarios. El Puerto de Greve fue el más importante de París, desde allí salían y entraban las mercancías desde mogollón de sitios de Europa. Había una plaza, un mercado, y el Ayuntamiento se instaló allí. Y a todo esto habría que añadir, como ya dije en el anterior vídeo, la fundación de la Universidad de Sorbona de París.
LA CRUZADA CONTRA LOS CÁTAROS (1209-1244)
Mientras tenía lugar la guerra gorda entre Francia y el resto de peña en el norte… al sur, en la zona de Occitania, también estaban pasando movidillas. Hablo de la Cruzada Albigense o Cruzada contra los Cátaros, que duró como 30 años.
Vale, ¿quiénes fueron los cátaros? Se dice que fue un resurgimiento medieval de doctrinas maniqueas provenientes de Persia, como las sectas pauliciana y la de los bogomilos de Bulgaria, ya hablé de ello en los vídeos de Persia y de Bizancio, y que surgió a raíz sobre todo de la Reforma Gregoriana.
Era una secta cristiana de rollo gnóstico que pretendía volver a las esencias evangélicas de Jesucristo. Sólo creían en el Nuevo Testamento y rechazaban todos los iconos, como la cruz, y los sacramentos: bautismo, matrimonio, eucaristía… También veían con malos ojos a los intermediarios entre Dios y los creyentes, la Iglesia, vamos. Su concepción del mundo era dualista: creían que el mundo había sido creado por Satanás, y todo lo visible era obra del diablo, incluso su cuerpo, el cual sentían como una prisión. Sin embargo, existía otro mundo, invisible, espiritual y luminoso, el de Dios, sólo alcanzable a través de meditaciones y esas cosas. Los perfectos eran obispos cátaros sin iglesia, claro, y predicaban de forma itinerante, y la única forma de llegar a este cargo era a través de su único sacramento, la imposición de manos o consolamentum.
Este pensamiento se hizo bastante popular en el norte de Italia y luego en la región francesa del Languedoc, concretamente en la ciudad de Albi, de ahí “albigense”. Cátaro vendría o bien de gato o de Kataros, puros en griego. Como os podréis imaginar, al papa Inocencio III y a otros religiosos forrados hasta el culo no le hacía nada de gracia esta doctrina herética, por lo que se comenzó a perseguirles.
El poderoso conde de Toulouse Raimundo VI y otros nobles occitanos se pusieron de lado de los cátaros y les organizaron para luchar contra los cruzados dirigidos por Simón de Montfort. El Casus Belli fue el asesinato del legado papal Pedro de Castelnau en 1208, supuestamente por orden de Raimundo. Mientras el rey Felipe estaba a sus cosas en el norte, el papa Inocencio III convenció a muchos barones franceses para que lucharan en la bastante autónoma Occitania, y si querían, se podían quedar con esos territorios; y eso se tradujo en la masacre de Béziers, que acabó con toda la población acuchillada. Tras asaltar la amurallada ciudad de Carcasona, posesión de la poderosa familia de Trencavel, se estableció un tribunal, el de la Inquisición Medieval, que se dedicó a buscar, descubrir e interrogar a sospechosos de herejía, para después entregarlos a la justicia civil y que los castigara o quemara en la hoguera.
En el año 1212 tuvo lugar la famosa Batalla de las Navas de Tolosa, el comienzo del fin del dominio árabe de la Península ibérica. Uno de los reyes que participó fue Pedro II de Aragón, quien se puso de parte de Raimundo y de los Trencavel, pues Carcasona era vasallo suyo y no quería que los barones del norte le robaran su pastelico. Sin embargo, Pedro II murió durante la Batalla de Muret del año 1213. Simón de Monfort recibió la ayuda de Luis el León y tomaron gran parte de la zona rebelde, aunque por mucho que la asediaban, Toulouse no caía. El conflicto se alargaría 20 años, luego vemos el final.
También se cuenta, aunque tiene mucho de leyenda, que en el año 1212 tuvo lugar una pequeña cruzada conocida como “la Cruzada de los niños”, en la cual un grupo de chavales decidió ir a luchar a Tierra Santa, pensando que su inocencia de alguna forma les haría intocables a las espadas enemigas, y que los musulmanes se rendirían por compasión y amor. Solo les faltaban ir con fotos de gatitos. La cosa no salió bien en absoluto. Partieron de Alemania y muchos murieron atravesando los Alpes. Los que quedaron llegaron al puerto de Niza, pillaron barcos, algunos se hundieron y los pocos que quedaron lograron llegar a Alejandría. Allí los niños no tuvieron tiempo de predicar amor pues fueron capturados y vendidos como esclavos.
LA 5ª CRUZADA (1217-1221)
En aquellos años, el control cristiano se Oriente Próximo se reducía a una estrecha franja costera y poco más. Inocencio III quería intentarlo otra vez, que esta vez seguro que salía todo bien, y proclamó la 5ª Cruzada (1217-1221).
Participaron el príncipe austriaco Leopoldo VI y el rey de Hungría Andrés II, quienes llegaron a Acre para reunirse con el rey de Jerusalén Juan I de Brienne. El plan iba a ser asediar la portuaria ciudad egipcia de Damieta. Costó, pero finalmente la ciudad cayó en poder de los cruzados. Las tropas del sultán al-Adil I, el anciano hermano de Saladino, se tuvieron que retirar, y se ve que la angustia le provocó un infarto y se fue al otro barrio. Su hijo Malik Al-Kamil le sustituyó.
Los cruzados perdieron casi un año discutiendo cómo se repartirían la ciudad, y luego pusieron rumbo a El Cairo, la capital. Sin embargo, Al-Kamil había reorganizado su ejército, y encima las inundaciones del río Nilo hicieron que las tropas cristianas acabaran unas ahogadas y otras enfangadas hasta el culo. Se tuvieron que retirar, devolver Damieta y terminar la cruzada en 1221.
Durante esta cruzada, uno de los religiosos que acompañó a los soldados fue San Francisco de Asís, fundador de la orden Franciscana. El tipo soñaba con convertir a los musulmanes, y acompañado por fray Iluminado, se agenció una barca y fue al campamento de Al-Kamil. Los soldados enemigos querían decapitarles, pero Al-Kamil les dejó que contaran su movida, y luego, como les cayó bien, les dejó marchar con un cuerno de marfil tallado que funcionaría como una especie de pasaporte en su reino. Dicen que a partir de ese encuentro el emir empezó a tener dudas de fe, aunque nunca se convirtió.
EL REINADO DE SAN LUIS (1222-1270)
Los ingleses de Enrique III todavía seguían dominando partes del suroeste francés, y eso había que remediarlo. El ahora rey Luis VIII el León intentó recuperarlo y aunque tuvo algunos éxitos, como recuperar Poitou y La Rochelle (1224), pero su intento de asedio a Burdeos fracasó. Además, los pro-cátaros habían recuperado Toulouse, y el rey francés se metió en la movida, y aunque logró conquistar Avignon y otras partes de sur francés, se empezó a sentir pachucho y la palmó.
Su hijo con la reina Blanca de Castilla, Luis IX, fue coronado en 1226. Tenía 12 años en ese momento, y su madre fue la regente junto al legado papal y cardenal Romain de Saint-Ange. Lo malo es que muchos nobles no soportaban ser gobernados por un niño y una extranjera, por lo que se rebelaron en 1227 en la revuelta de los barones. Aunque por suerte para él, acabaron rindiéndose tras unas cuantas batallas.
Luis fue apodado “San Luis” debido al gran prestigio que adquirió durante su reinado, que hizo que incluso fuera canonizado. Era atractivo, fuerte, pacífico y humilde, y se ganó al pueblo gracias a sus duras leyes contra señores y obispos que abusaban de su poder. Prohibió las guerras privadas que asolaban Francia y reformó la justicia introduciendo la presunción de inocencia y un montón de movidas novedosas que hicieron los procesos más justos.
Con él, Francia vivió un gran apogeo en todos los ámbitos. El arte gótico se expandió por todas partes. Tenemos la ya mencionada Santa Capilla, la Catedral de Chartres; la Catedral de Reims; la Catedral de Amiens, o la Catedral de Beauvais. En las ferias de Champagne se reunían periódicamente todos los mercaderes de Europa, y eso hizo que la moda francesa influyera al resto del mundo occidental. En literatura destacó Chrétien de Troyes (Cretién de Truá), considerado por muchos como el padre de la novela medieval occidental. Es famoso por haber popularizado el mito bretón del rey Arturo, con Lancelot, Percival y toda esa peña. También muchos trovadores fueron popularizando la leyenda de Tristán e Isolda, entre otras muchas.
En el año 1228 tuvo lugar la 6ª Cruzada, aunque en esta sólo participó el emperador del Sacro Imperio Federico II de Hohenstaufen. Al casarse con Yolanda, la hija de Jean de Brienne, se convirtió en el nuevo rey de Jerusalén, y logró recuperar el control de la ciudad sin derramamiento de sangre, a través de acuerdos con Al-Kamil, con quien se llevó especialmente bien.
En 1234 Luis se casó con Margarita de Provenza y fueron bastante felices. Años después ocurrió la Disputa de París, en las que se acusó al Talmud judío de blasfemo y se quemaron todos los ejemplares. En 1242 hay que destacar la Guerra de Saintonge, una disputa entre franceses e ingleses por este condadito de aquí. El conflicto acabó con la victoria francesa en la Batalla de Taillebourg (1242), dejando a Enrique III sin nada que hacer en esa zona.
Hacia el año 1244 terminó la Cruzada Albigense con la toma de las fortalezas cátaras de Montségur y la de Quéribus, situadas ambas en lo alto de unas montañas. Los cátaros acabaron rindiéndose, pero les quemaron igual. Según cuenta la leyenda esta gente estaba en posesión del Santo Grial, el cual trasladaron antes de que les pillaran, y que pudo haber acabado en algún lugar de Inglaterra.
1244 fue un año crítico. Los tártaros corasmios saquearon Jerusalén y luego los ayyubíes de as-Salih Ayyub se hicieron de nuevo con su control, y ya los cristianos no la recuperarían. Encima los mongoles del khan Halagu llegaban a Oriente Próximo con ganas de matar y destruir. El tipo redujo a cenizas las últimas fortalezas de la secta de los asesinos, arrasaron Bagdad y pronto sería un gran peligro para todo el mundo. El papa Inocencio IV pidió ayuda al rey francés y San Luis decidió meterse en una nueva cruzada junto con sus hermanos Carlos de Anjou, Alfonso de Poitiers y Roberto de Artois.
San Luis llegó a Chipre para buscar una alianza con los mongoles en contra de los ayyubíes. ¿Pero creéis que se podía pactar con los mongoles? Ni de coña. Llegaron muy chulitos y lo único que querían eran regalos y joyas, y Luis les dijo que se fueran a tomar por culo. Nada, iban a tener que jugar a la vieja usanza, a lo loco.
El objetivo era Egipto, centro del poder musulmán. La ciudad portuaria de Damieta cayó en manos cristianas y el sultán Ayyub falleció por enfermedad en el año 1249. Los cruzados se confiaron y trataron de llegar a El Cairo, pero Roberto de Artois se internó temerariamente en un pueblo llamado Mansurah, y los enemigos les aniquilaron en las callejuelas. El rey tuvo que volverse a Damieta, pero por el camino les dieron por el culo y le capturaron a él y a sus hermanos. Para ser liberados tuvieron que pagar mucha pasta y devolver Damieta. Y justo en esa época los esclavos mamelucos asesinaron al sultán ayubí y tomaron el control de la región.
Como ya dije, San Luis se caracterizó por su afán pacifista, y realizó pactos con muchos monarcas. Uno fue con el rey de Aragón Jaime I el Conquistador, el Tratado de Corbeil de 1258, por el que el francés abandonó su soberanía sobre Cataluña y Rosellón, que virtualmente seguía perteneciéndole a él, a cambio de que Jaime renunciara a los feudos del Languedoc. Al año siguiente firmó el Tratado de París (1259) con el rey de Inglaterra Enrique III, quien renunció a Normandía, Anjou, Maine y Poitou, para quedarse solamente, en la zona aquitana, con Guyena.
Además la Curia Regia medieval se transformó en el Parlamento de París, una asamblea que representaba judicialmente al rey en asuntos feudales frente a sus vasallos. También funcionaba en ocasiones como órgano consultivo y como legislativo, para crear ordenanzas y esas cosas.
Por otro lado, en el año 1266, el hermano del rey, Carlos de Anjou, logró derrotar a los sicilianos de Manfredo I en la Batalla del Campo de las Rosas (1266), coronándose rey del Reino de Sicilia con el apoyo de los güelfos, quienes apoyaban al papado. Pero el partido contrario, el de los gibelinos, amigos del Sacro Imperio, no vio nada bien esto y estalló una guerra entre el sobrino de Manfredo, Conradino Hohenstaufen y el francés angevino-capeto. Tras la Batalla de Tagliacozzo (1268), cerca de Mesina, Carlos de Anjou derrotó al Conradino y lo ejecutó, imponiéndose como el puto amo, y trasladando la capital de Palermo a Nápoles.
El rey San Luis estaba triste por no haber podido recuperar Jerusalén. Además, el nuevo sultán mameluco, Baibars, era un mahometano fanático que quería acabar con todo lo cristiano. Antioquía cayó en su poder y el resto de reinos latinos aguantaban a duras penas. En 1270 se organizó una nueva Cruzada, la 8º ya, y los barcos de San Luis pusieron rumbo a Cartago, a Túnez. ¿Por qué? Porque el califa háfsida de allí, al-Mustansir había prometido convertirse al cristianismo. Sin embargo, cuando llegaron resulta que todo era un troleo épico del tunecino y claro, del cabreo, el pacífico San Luis sitió Cartago.
Sin embargo, una epidemia de peste mató a muchos de sus soldados y también a su segundo hijo, Juan Tristán. Y como el rey se empeñó en cuidar de todos los enfermos, pilló también la peste y la palmó. Su hermano Carlos de Anjou, rey de Sicilia, se enfrentó al sultán tunecino y tras varias victorias logró pactar con él. A partir de entonces en Túnez se podrían construir iglesias cristianas. Pero cuando todo parecía más o menos resulto, resulta que en el viaje de vuelta una tormenta hundió casi la totalidad de sus barcos y murieron en torno a 4.000 personas. Y ya está, esa fue la 8ª cruzada.
El príncipe Eduardo I de Inglaterra fue a echar una mano pero se encontró ese panorama y decidió ir hasta Acre por su cuenta. Dicen que esta sería la 9ª Cruzada, aunque para otros forma parte de la 8ª. Pero nada, tras unas pocas batallas contra Baibars vieron que no había nada que hacer y se piraron.
Pero los problemas no se acabaron para Carlos de Anjou. El rey siciliano no era nada popular en su reino, y en 1282 estallaron las Vísperas Sicilianas, un levantamiento popular en Palermo contra este rey. La revuelta tuvo éxito y mientras los angevinos siguieron dominando el sur de Italia, la corona de Sicilia fue a parar a la hija de Manfredo, Constanza, esposa del rey Pedro III de Aragón, por lo que la isla se integró dentro de este reino, como ya conté en Historia de España.
LA CAÍDA DE LOS CAPETOS (1270-1328)
El hijo de San Luis, Felipe III el Atrevido, fue coronado rey de Francia. Durante su reinado logró heredar el Condado de Toulouse, y además casó a su hijo, Felipe IV el Hermoso, con Juana I de Navarra, emparentada con la casa de Champaña, por lo que el rey francés hizo doble combo épico y pasó a controlar el Reino de Navarra y también el condado de Champaña.
En 1284 se metió en la Cruzada contra la Aragón de Pedro III. Como Pedro había tomado el control de Sicilia sin su permiso, el papa Martín IV le había excomulgado y nombrado rey de Aragón a Carlos de Valois, segundo hijo de Felipe III. El francés quería el nuevo reino, y mandó sus tropas contra Pedro, pero aunque logró asediar Gerona, acabó muriendo de disentería en Perpiñán y la cruzada acabó en fracaso.
El último gran rey capeto fue su hijo Felipe IV el Hermoso. Se rodeó de grandes consejeros, los legistas, y con ellos se creó una administración muy eficaz, que impusieron la soberanía absoluta del rey francés por todo el territorio, mientras el feudalismo entraba en declive.
En 1294 volvieron las hostias con Inglaterra por el control de Guyena. El francés intentó confiscarlo, pero al final lo tuvo que devolver y casó a su hija Isabel con el heredero de Eduardo I.
En Flandes también hubo problemas. Esta región dedicada a la producción textil era bastante autónoma, gobernada por una oligarquía de comerciantes, y a muchos no les agradaba el poder del rey francés. Además, dependía de la lana que llegaba de Inglaterra. El conflicto estalló con los Maitines de Brujas en 1302, donde los patricios pro franceses fueron hervidos vivos. Las tropas francesas fueron derrotadas en la Batalla de Courtrai y Flandes se independizó bajo la dictadura de un gremio artesano conocido como los Uñas Azules.
La situación acojonó hasta al rey de Inglaterra, y firmó la paz con el francés al año siguiente. Gascuña volvía al poder inglés y una de las hijas de Felipe se casaría con el hijo de Eduardo. Tras eso, Felipe el Hermoso pudo aplastar a los artesanos flamencos.
Otra bronca la tuvo con el papa Bonifacio VIII. A él tampoco le gustaba el gran poder que tenía el francés, y a éste no le molaba que hubiera encerrado en prisión al anterior papa. Pero la movida estalló cuando el rey arrestó al obispo de Pamiers por supuestamente conspirar contra él y pasar oro francés a los Estados Pontificios.
El papa reunió a los obispos en Roma para juzgar a Felipe, y éste decidió, en 1302, acusar al papa de hereje en una gran reunión con representantes de la nobleza, el clero y por primera vez también del estamento ciudadano parisino, lo que luego se llamaría Estado Llano. Con esto nacieron los Estados Generales de Francia. ¿Por qué les metió? Porque básicamente necesitaba todos los apoyos posibles contra Bonifacio VIII. Este le presentó un ultimátum, la bula Unam Sanctam, que afirmaba su derecho a deponerle.
El rey envió un ejército dirigido por su consejero Guillermo de Nogaret a los Estados Papales y en el hecho conocido como Atentado de Anagni se intentó detener al papa. Le encontraron solo y abandonado por todos dentro del palacio episcopal, pero poco después, los habitantes de Anagni decidieron arrepentidos defender al papa y se lio una buena. Bonifacio acabó palmando, estaba mayor el hombre, y la Santa Sede al final tuvo que hacer las paces con Felipe el Hermoso. Se coronó a un papa que le era favorable, Clemente V, quien gobernaría no en Roma sino desde Aviñón.
Este papa es importante, porque él va a ser el que va a aprobar el exterminio de la Orden de los Templarios, a pesar de que no era partidario de ello en absoluto. Resulta que pocos años antes, en 1291, había caído el último bastión cristiano de Oriente Próximo, San Juan de Acre, y echaron la culpa a los templarios, que se dedicaban más a ser banqueros y a lucrarse más que a defender a la peña. De lo que no cabía duda era que tenían un poder de la hostia. La persecución contra ellos comenzó por el año 1307 y siete años después, su Gran Maestre Jacques de Molai fue capturado y quemado en la hoguera. Se dice que los templarios supervivientes pasaron a la clandestinidad y crearon otras órdenes de corte esotérico como la de los Fracmasones o la Orden de Rosacruz. Ah, y los judíos también fueron expulsados.
Poco antes de la muerte del rey ocurrió el Escándalo de la Torre de Nesle. Resulta que su hija Isabel, que en ese momento estaba casada con el rey de Inglaterra Eduardo II, denunció que dos caballeros de palacio se habían follado a las esposas de sus hermanos, los hijos del rey, algo que ponía en peligro la legitimidad de la dinastía. Por ello fueron todos castigados severamente. A las nueras del rey las encerraron porai y a los caballeros pichabrava les despellejaron vivos y tiraron sus genitales a los perros. Como curiosidad, en la época se instaló a las afueras de París el famoso Gibet de Montfaucon, una estructura para ahorcar a la peña.
La muerte de Felipe IV el Hermoso en el año 1314 marca el comienzo de un periodo de crisis, en el que tres de sus hijos se dieron de hostias y acabaron con la Dinastía Capeta. Luis X el Obstinado reinó dos años, pero su hermano Felipe V el Largo se apoderó del trono. Seis años después subió al trono Carlos IV el Hermoso, que vio el derroche en las arcas públicas que había hecho su hermano e intentó solucionar el desaguisado, pero la palmó pronto.
Era el año 1328 y no había herederos válidos, debido a la reaprobación una década antes de la ley sálica, que no permitía mujeres en el trono. Por ello, su primo, Felipe VI, de la rama capeta de los Valois, se hizo con el trono. Esta dinastía Valois pronto se enfrentaría en la Guerra de los 100 años a otro pretendiente a heredar el trono francés: Eduardo III de Inglaterra.