De Carolingios a Capetos: La invasión vikinga y la división de Verdún

La siguiente historia tiene lugar entre el año 814 y el 1060

Francia Medieval 3 – De Carolingios a Capetos – La invasión vikinga y la división de Verdún

DE LUDOVICO PÍO AL TRATADO DE VERDÚN (814-843)

Tras los grandes éxitos de su padre Carlomagno, Ludovico Pío fue testigo de una progresiva decadencia del imperio carolingio que tuvo como consecuencia guerras civiles a montones y una fragmentación brutal. El chico no estuvo a la altura, pero es que el padre le dejó un sistema bastante mierda. No estaba preparado para nuevas invasiones bárbaras, para los separatismos constantes de los señores locales, ni para cohesionar al 100% a toda la amalgama de pueblos que tenía bajo su imperio.

Para hacer todo un poco más manejable, redactó la Ordinatio Imperii (817), una ley para establecer un sistema que evitase la división de este “imperium romanum”. Al mando del imperio estaría el rey-emperador supremo, Ludovico Pío, y varias de las regiones estarían gobernadas por sus herederos con títulos de reyes menores o virreyes. Su hijo primogénito Lotario I fue rey de Italia y co-emperador, Pipino rey de Aquitania, y Luis el Germánico fue rey de Baviera.

Pero la cosa se iba a complicar. Ludovico se casó con Judith, una ambiciosa noble de la familia germana de los Welf o Güelfos, recordad este nombre porque será importante. Con ella tuvo en el 823 a Carlos II el Calvo, futuro emperador, como ya veremos. Ludovico y Judith querían que el nuevo vástago tuviese también un reparto de territorio, y eso hizo que el resto de hijos se levantara en armas (829).

A lo largo de 3 guerras civiles, los hermanos empezaron a luchar contra su padre y luego entre ellos, y eso fue lo que hizo que su protesta fracasase. Ludovico era un tío muy católico, y decidió no matar a ninguno. Les dejó en sus puestos, pero ahora el heredero supremo sería Carlitos el Calvito, y punto pelota.

Destaca su buena relación con Benito de Aniano, uno de sus fieles consejeros y responsable de un reforma para que todos los monasterios se adhirieran a la regla de San Benito, creada por Benito de Nursia tiempo antes. Os lo imagináis: obediencia, castidad, silencio, trabajo en la huerta, oración… De estos benedictinos también saldría la Orden de Cluny, fundada en el 910 gracias a la donación del duque Guillermo I de Aquitania de una villa en Borgoña para que el papa fundara un monasterio.

Pero volviendo a la historia, en el año 838 murió su hijo Pipino y dos años después fue el turno del padre, Ludovico, quien dejó el imperio al borde de una nueva guerra civil entre el resto de hijos.

LA DIVISIÓN DEL IMPERIO (843-877)

Tras la muerte de Ludovico empieza a reinar de forma absoluta su hijo Carlos II el Calvo, pero la cosa no iba a ser nada fácil. Lotario I, su hermanastro, era un ambicioso hijo de puta que quería el control supremo de todo, y empezó un enfrentamiento contra sus hermanos Carlos el Calvo y Luis el Germánico, quienes juraron en el 842 el Juramento de Estrasburgo, o Argentaria, para llevarse bien un tiempo en contra de Lotario. Este es el primer testimonio escrito en lengua romance en Francia, pues fue redactado en proto-francés y en tudesco o fráncico antiguo. Lotario I fue derrotado en una sangrienta batalla en Fontenoy-en-Puisaye (841), y no tuvo más remedio que ceder y pactar con los hermanos.

Y aquí tuvo lugar el famoso Tratado de Verdún del año 843, por el cuál el enorme Imperio Franco se dividió en tres. La Frankia Occidental para Carlos II; Luis el Germánico se quedó con la Frankia Oriental, las tierras al este del Rin, Germania, básicamente. Y finalmente, Lotario I se quedó con Lotaringia, Lothringen en alemán,o Lorena para los hispanohablantes, una inmensa y larga franja territorial que iba desde Frisia hasta el norte de Italia, que dices, ¿pero qué demonios es esto? Aquel territorio no tenía pinta de durar mucho.

Durante un periodo conocido como Confraternitas (843-855) los 3 hermanos tuvieron una relativa paz entre ellos, más que nada para enfrentarse a amenazas comunes como los musulmanes y los vikingos normandos, término que significa hombres de norte. Y es que estos tipos ya habían saqueado las ciudades de Rouen y Nantes, e incluso llegaron a asediar París en el año 845. Carlos el Calvo tuvo que pagarles 7000 libras de plata y oro para que se piraran.

Si habéis visto la serie Vikings recordaréis ese asedio liderado supuestamente por Ragnar Lodbrok, que fue brutal, pero eso sí, se tomaron muchísimas licencias. Las torres flotantes no fueron comunes ni útiles al menos en ese asedio concreto, y luego está el hecho de que París parece como de fantasía, parece Gondolin, cuando su aspecto en aquel tiempo sería más parecido a este. Y además en la serie parece que sólo es una isla en mitad del Sena, cuando era muchísimo más amplia. Y luego lo del rodillo espachurrahumanos… buff, flipada total, y la copiada de la cadena bizantina más de lo mismo. Lo del uso de ballestas en esa época entra dentro de lo posible, eso sí, y en unos siglos las prohibirían por ser un puto peligro para la especie humana. Y para acabar parece que en la serie han mezclado dos asedios y dos reyes diferentes. Luego lo iremos viendo.

Otra amenaza fueron los bretones. Ludovico les había conquistado tiempo atrás, y puso de gobernador a un bretón llamado Nominoé. Se rebelaría dos veces contra el francés, y su hijo Erispoé lograría en el 851, tras la Batalla de Jengland o Juvardeil, proclamar el efímero Reino de Bretaña, aunque parece que fue más una regalía del rey francés.

Lotario I murió en el 855, y hubo reparto entre sus 3 hijos, lo que causó una división brutal en Lotaringia. Luis II recibió el norte de Italia y el título de emperador, Lotario II obtuvo la Lotaringia norte, y Carlos los territorios de Borgoña y Provenza. Pero este Carlitos no duró un asalto y le conquistaron en un abrir y cerrar de ojos.  Lotario II murió en el año 869 sin herederos legítimos mientras Luis el Germánico se encontraba pochillo. Carlos el Calvo aprovechó el momento y puso rumbo a Metz para tomar el control de Lotaringia, y cuando Luis se recuperó exigió su parte del pastel y todo quedó repartido entre los dos hermanos en el Tratado de Mersen del 870.

En el 876 murió Luis el Germánico y sus tres hijos se repartieron el reino. Para Luis III el Joven Sajonia, Franconia y Turinga; para Carlomán Baviera y para Carlos el Gordo la zona de Suabia. Al final sería este último quien lograría no sólo unificar Frankia Oriental sino prácticamente todo el maldito imperio de Carlomagno tras la muerte del calvo. Pero por poco tiempo eso sí.

Y es que Carlos el Calvo estaba ya cansado de la vida, y en su último año antes de palmar decidió promulgar en el 877 la Capitular de Quierzy, que regulaba el gobierno en su ausencia. Debido a esto, los cargos de condes y demás vasallos que murieran mientras él no estaba en palacio pasaban a los hijos de los difuntos, aunque de forma provisional ya que cuando el rey volviese tenía que confirmar a un nuevo conde. Dicen que este fue el nacimiento oficial del Feudalismo en Europa Occidental, aunque la costumbre de heredar patrimonio ya venía de lejos.

EL OCASO CAROLINGIO (877-986)

Año 885. Los vikingos volvieron a sitiar París y Carlos el Gordo quedó como un puto inútil. El gran defensor de la ciudad fue el conde de París Odón, o Eudes, que ganó tanta popularidad gracias al rechazo del ataque vikingo que fue proclamado nuevo Rey de Frankia Occidental. Este conde pertenecía a la familia de los Robertinos, muy poderosa en la zona, y una de sus ramas serían los Capetos, llamados así por ser los protectores de una reliquia sagrada, la capa de San Martín de Tours. Este personaje salía en Vikings, por eso dije que habían mezclado cosas de dos asedios diferentes.

En el 893 fue coronado rey Carlos III el Simple, aunque hasta que no murió Eudes 5 años después no pudo gobernar. Este nuevo rey puso algo de paz a tantos asaltos vikingos. Un grupo de ellos dirigidos por Rollo o Rolf seguían haciendo de las suyas, y Carlos el Simple decidió dejarles, en el 911, unas tierras en la zona de Rouen que pasaron a conocerse como el Ducado de Normandía. Ese año, Rollo juró fidelidad al rey franco bautizándose y, según algunas crónicas no demasiado fiables, casándose con su hija mayor, Gisela de Frankia. Otra cosa que se mezcla en la serie.

Por otra parte, en el Reino Franco Oriental murió Arnulfo de Carintia y pasó a reinar su hijo Luis IV el Niño, el último carolingio que gobernaría allí. Su muerte hizo que las familias nobles de la zona, repartidas en varios grandes territorios (Sajonia, Franconia, Baviera, Suabia, Turingia, Lorena), lucharan por el control de todo. Sin embargo, tuvieron que hacer todos piña ante la amenaza de invasores del este, los húngaros primero y después los eslavos.

Los nobles eligieron un rey para que les gobernara a todos, y el elegido fue el duque de Franconia Conrado I. Sin embargo, el tipo fracasó estrepitosamente al rechazar a los invasores. Es por ello por lo que se eligió otro rey: Enrique I el Pajarero, de la casa sajona o dinastía otoniana. Su hijo y sucesor Otón I logró detener a los húngaros y coronarse emperador en el año 962, siendo el fundador del Sacro Imperio Romano Germánico, que explicaré en los próximos meses. Lo importante aquí es saber que durante el próximo siglo estos emperadores dominarían los Estados Pontificios y podían poner y quitar papas a voluntad, y que esta monarquía va a ser electiva.  

Volvamos a Frankia Occidental. En el año 922 se produjo una sublevación de nobles y éstos coronaron al hermano de Eudes, Roberto I, pero murió y pusieron a su yerno Raúl I de Borgoña. Carlos el Simple tuvo que huir a la región de Champaña para pedir ayuda al conde Herberto II de Vermandois, pero éste le encerró en un castillo de Somme hasta su muerte.

Tras la muerte de Raúl llegó Luis IV de Ultramar, llamado así porque su madre era británica y cuando llegaron los robertinos se tuvieron que pirar.Con Luis IV se reinstauraron los carolingios en el poder, pero quien realmente gobernaba era Hugo el Grande, el poderoso conde de París, un robertino que tenía al rey bien controladito desde el cargo de dux francorum, como su segundo al mando.  Pero Luis IV se hartó del Hugo este y se alió con Hugo el Negro, Guillermo de Normandía, el arzobispo de Reims y otros nobles. Hugo por su parte encontró una alianza con el ambicioso conde Herberto de Vermandois.

El rey franco fue capturado en el 945 por los normandos, y se lo entregaron a Hugo el Grande. Sin embargo, las quejas del rey de Germania Otón I y del de Edmundo de Inglaterra hicieron que fuera liberado. Amenazaron con excomulgar a Hugo y al final todos hicieron las paces.

Luis de Ultramar se cayó de su caballo en el año 954 y se quedó moñeco. Su hijo de 13 años Lotario heredó el reino. Su madre, la viuda Gerberga, sí, se llamaba así, llamó a Hugo el Grande para que fuese su tutor, y él aceptó y no puso muchas pegas.  

Lotario creció, Hugo murió y el hijo de éste último, Hugo Capeto, sería el nuevo dux francorum. El arzobispo Adalberón de Reims era el más poderoso del imperio, y él quería que Frankia se uniera al Sacro Imperio Romano Germánico. Lotario no estaba muy por la labor de perder sus derechos reales, así que Adalberón empezó a hacer buenas migas con Hugo Capeto, y como tenía algún antepasado carolingio podía acceder al trono franco sin muchas dificultades.

En sus últimos años de reinado, Lotario hizo coronar a su hijo Luis V el Holgazán como nuevo rey, y sería el último de los carolingios. En su mismo apodo se puede notar que el tipo no era muy espabilado que digamos, y se desnucó al caerse de su caballo igual que su abuelo; son sus tradiciones, qué le vamos a hacer. Pocos días después, ante la falta de herederos válidos, los nobles coronaron a Hugo Capeto en el año 987. Aquí comienza la Dinastía Capeta.

LOS PRIMEROS CAPETOS (987-1095)

Hablar de Capetos significa hablar de feudalización a tope, pues fue en esta época donde se concretó este sistema. Durante estos años surgieron principados igual o más importantes que los dominios reales. Por ejemplo tenemos los condados de Anjou, el ducado de Borgoña o el ducado de Normandía, liderada esta por los normandos, que apoyaban a los Capetos. Los condados de Blois y de Flandes preferían a los carolingios, mientras que los ducados de Bretaña o Aquitania, y los de más abajo, pasaban un poco del tema, ya que los dominios reales se limitaban apenas a algunas zonas dentro del ducado de Vermandois… y el poder del rey no llegaba muy lejos. Eso sí, el rey controlaba grandes ciudades como París u Orleans, y de ahí que se le llame a la zona “la isla de Francia”.

Casi todos los condes, y sus delegados, los señores, residían en motas castrales, que son como castillos de madera. Sin embargo, a partir de esta época tiene lugar un auge en construcciones de castillos de piedra, lo típico de la Edad Media. Desde estas construcciones los nobles ejercieron su poder, hereditario en muchos casos, y contrataron militares a caballo, los caballeros feudales, quienes pasarían a formar parte de la baja nobleza.

Los primeros años de Hugo no fueron sencillos pues muchos nobles carolingios apoyaban el derecho sucesorio de Carlos de Lorena, hermano de Lotario. Para tranquilizar a los carolingios, a Hugo no se le ocurrió mejor idea que poner a uno en el arzobispado de Reims, a Arnoul, y este abrió las puertas de la ciudad a Carlos de Lorena.

También el conde de Barcelona Borrell II le pidió ayuda para luchar contra los musulmanes y Hugo, que le caían hostias por todos lados, pasó de acudir, y Borrell decidió suspender por su cuenta su relación de vasallaje en el 987.

Otro noble rebelde fue Eudes I de Blois, quien poseía un castillo en ese condado. Tenía poco territorio, pero se alió con otro enemigo de los Capetos, Herberto IV de Vermandois. Hugo, con la ayuda de su fiel amigo el conde de Anjou, Fulco Nerra, y del duque de Normandía, Ricardo I, logró vencerle en el 996, el mismo año de su muerte.

Le sucedió Roberto II el Piadoso, quien resulta que durante la guerra contra el Eudes este se enamoró de su mujer, la condesa Berta de Borgoña. Su padre Hugo Capeto le dijo que ni de coña se liara con ella, pero como la palmó, el chaval se casó con la chica. Gracias a ello obtuvo parte del condado de Blois y también se hizo con el control de parte del de Anjou, haciendo romper la tradicional amistad con ellos. Ahora las alianzas se invirtieron totalmente.

Para complicar las cosas la chavala era medio prima o algo así, y por incesto el Papa le excomulgó unos cuantos años (998). Acabaron divorciados porque Roberto II no conseguía embarazarla y fue a por otra, Constanza de Arlés, de 17 años, hija del conde de Provenza Guillermo I el libertador, llamado así por haber expulsado a los árabes de la zona. La muchacha al parecer era encantadora, pero de serpientes. Muy vanidosa y arrogante, pero al menos dio hijos al rey, y en esa época eso era lo importante.

Roberto tuvo algunos triunfos a nivel territorial. Hacia el año 1000 murió Enrique I de Borgoña, su tío, hermano de Hugo, y con ayuda de los normandos, Roberto tomó el control de ciudades como Auxerre y Dijón, e impuso a su hijo Roberto el Viejo como duque del lugar.

El año 1000 marca la mitad de la Edad Media. En ese tiempo el papa era Silvestre II, Gerberto de Aurillac, un religioso franco amante de la ciencia que introdujo el ábaco árabe… y trató de que en Europa se adaptara la numeración indo-arábiga, aunque costaría un tiempo. Popularizó el astrolabio, el péndulo, creó máquinas hidráulicas y hasta planeó la construcción de un órgano a vapor para la Catedral de Reims.

Durante esta época tuvo lugar un auge de la religiosidad. Al parecer ya hacía casi un milenio que Jesucristo había muerto, y surgieron movimientos milenaristas vinculados con el juicio final… e inquietud por un posible Apocalipsis o retorno de Cristo para juzgar las almas de todos. Por eso es importante hablar de la Herejía de Orleans de 1022.

El nuevo milenio extendió la idea de una sociedad corrompida, con una Iglesia rica, poderosa y corrupta, algo que no tenía nada que ver con lo que predicaba Jesucristo. Mucha gente normal, campesinos, como Leutrad de Vertus entre otros, decidieron rebelarse contra el poder eclesiástico, los sacramentos como el bautismo o el matrimonio, y se pusieron a romper iconos religiosos.

También es cierto que la mayoría de la gente no sabía en qué puto año vivía, así que parece que más que histeria colectiva sólo hubo casos contados. Sí que hubo algunas broncas públicas con obispos, pero claro, como éstos estaban más instruidos… tenían más labia y se ganaron al pueblo llano, y a estos revoltosos les acusaron de herejía y el rey Roberto II ordenó quemar unos cuantos.

Sus hijos Hugo, Enrique I y Roberto el Viejo se rebelaron contra él, provocando una guerra civil. El rey la palmó en mitad del conflicto, en el 1031, y le sucedió Enrique I, quien gobernaría durante 30 años.

Había acabado la guerra civil pero Enrique decidió meterse en otra, que sino la vida es muy aburrida. Luchó contra el creciente poder del duque Guillermo de Normandía, y tras firmar la paz el tipo, hacia el año 1066, logró conquistar el Reino de Inglaterra. Ah, y parte de los normandos comenzaron a adentrarse bien en el mediterráneo y conquistaron Sicilia y el sur de Italia.

Del matrimonio de Enrique I con la princesa Ana de Kiev salió Felipe I, quien gobernó casi medio siglo. Se supone que cuando un rey gobierna muchos años es porque fue el puto amo. Pues aquí no, esta época fue de declive capeto total, pues los señores feudales tenían mucho más poder. Y también el clero. A finales de su reinado tendría lugar la primera cruzada para recuperar Tierra Santa. ¿Tuvieron éxito o fue un fracaso absoluto? Lo averiguaremos en el próximo capítulo.