Francisco Pizarro y la Conquista del Imperio Inca

La siguiente historia tiene lugar entre el año 1524 y el 1542 d.C.

AMÉRICA VIRREINAL 8: PIZARRO Y LA CONQUISTA DEL IMPERIO INCA (1524-1542)

Tras haber visto cómo fue la conquista de gran parte de México y de Centroamérica, ahora toca hablar de cómo Francisco Pizarro conquistó el Imperio Inca.

Creo que lo mejor es empezar por el principio, es decir, haciendo un breve resumen de la historia de las Culturas Andinas Prehispánicas. Ya os digo, esto va a ser un resumen muy resumen, si queréis más info, id a este otro vídeo.

Empecemos por el 3000 a.C. Mientras al otro lado del Atlántico comenzaban a desarrollarse las Civilizaciones egipcia y sumeria, en lo que hoy es Perú encontramos la Cultura Caral, la primera gran cultura de la zona de los Andes. Destaca por sus pirámides escalonadas construidas en el desierto de la provincia de Barranca. Hacia el 1800 a.C., todos sus asentamientos fueron abandonados, se piensa que por fuertes terremotos o los efectos del fenómeno de El Niño como inundaciones.  

Por otro lado, la Cultura Valdivia, en el actual Ecuador, sería la primera en crear cerámica.

500 años después, hacia el 1200 a.C., surgió una nueva cultura potente en el Perú: la Cultura Chavín, con capital en Chavín de Huántar, y que se extendió por gran parte de lo que hoy es Perú. Fue una sociedad compleja con estratificación social, buenos ceramistas y también empezaron con la orfebrería de oro, plata y cobre.

Por el año 700 a.C. surgió, en el centro-sur de Perú, la Cultura Paracas. Estos destacan por sus momias enterradas envueltas en mantas. La textilería se les daba muy bien, y fueron los primeros en crear prendas de gran calidad con lana y algodón.

Hacia el año 200 a.C., Chavín decayó, y muchos pueblos sometidos a ellos se desligaron de su cultura y crearon las suyas propias. Así comenzó el periodo de Desarrollos Regionales, con muchas culturas muy diversas y locales. De aquí podríamos destacar, en el sur, a la Cultura Nazca, famosa por los geoglifos llamados las líneas de Nazca, y también por las pirámides que construyeron en su capital: Cahuachi.

Mientras tanto, en el norte, surgía la Cultura Mochica o Moche. Fue una sociedad teocrática y guerrera que pronto comenzó una expansión para sojuzgar a otros pueblos vecinos. Hacían sacrificios humanos, de llamas, momificaban a sus muertos y tenían rituales con movidas alucinógenas.

De su cultura destaca la construcción de huacas, es decir, pirámides de formas muy diversas. Construyeron avanzadas obras hidráulicas y empezaron a darle caña a la fundición de metales, para orfebrería y también para fabricar armas. Y también son famosos por la cerámica de corte sexual.

Hacia el año 500 d.C. comenzaría el periodo de Horizonte Medio, donde destacaron dos culturas militaristas que se harían con el control de gran parte del territorio andino: Tiahuanaco y el Imperio Wari.

Viajemos al Lago Titicaca, entre Perú y Bolivia. Por el año 500 d.C., en la zona sur, se levantó la Cultura Tiahuanaco. En su capital construyeron pirámides y centros ceremoniales de piedra bastante avanzados. En la Puerta del Sol se cree que se representó por primera vez al dios del báculo, que pudo haber sido el origen del dios Viracocha inca.

Ahora hablemos del Imperio Wari, que se expandió por toda la costa peruana destruyendo a los Nazca y a los Moche. Se cree que fueron los primeros en construir ciudades amuralladas y también en desarrollar los cultivos en andenes, terrazas o bancales. Su dios principal era Pachacámac.

Todas estas culturas colapsaron entre los años 900 y 1000, debido a un periodo fuerte de sequías y también a la invasión de un pueblo proveniente de la actual Bolivia: los Aimara.

Este colapso provocó el Periodo de Desarrollos Regionales Tardíos. Aquí surgieron nuevas culturas pequeñitas por todo el Perú.

Destacan algunos curacazgos, como el Reino Chimú, o Chimor, surgido hacia el año 1100. Chanchan fue su capital, una inmensa ciudad de adobe llena de murallas por todos lados.

En la zona selvática y amazónica del Perú surgió la Cultura Chachapoyas. Y finalmente, en parte de Bolivia surgieron diferentes Señoríos Aimara.

Y ahora llegan los Incas. Su origen es incierto, pero se cree que unos migrantes tihuanacos fueron desplazados por los aimaras y llegaron hasta lo que hoy es Cuzco, donde crearon el Curacazgo de Cuzco hacia el año 1200.

Según su mito de origen, su fundador fue Manco Cápac, y fue guiado por su dios del sol, Inti. Su hijo Sinchi Roca comenzó a expandir su poder por las zonas del valle.  

Fueron pasando diferentes curacas incas, hasta que Inca Roca se hizo con el control del lugar hacia el 1350, y se creó el cargo de Sapa Inca, es decir, el rey.

Hacia el 1400, Viracocha Inca comenzó a sojuzgar a diferentes tribus de la zona, pero el gran conquistador inca fue Pachacútec. Con él, en 1438, comenzó el Imperio Inca, también llamado Tahuantinsuyo. La expansión fue muy rápida. Ayarmacas, chancas, aimaras, chimores, chachapoyas, cañaris… Todos cayeron bajo el poder inca.

A todos estos pueblos les impusieron su idioma, el quechua, y también sus dioses. Los principales fueron Inti, el dios del Sol… y Pachamama, la diosa de la tierra. También admitieron dioses antiguos como Viracocha o Pachacámac.

Todas las tierras conquistadas pasaron a ser propiedad del rey inca, y se instituyó la mita. A los conquistados se los deportaba y se les asignaba a un pueblo, para que trabajaran la tierra y pagaran impuestos al inca. Estos fueron llamados los mitimaes. Por otro lado, los piñas eran los esclavos y los yanaconas los sirvientes que atenderían a la familia real y a los nobles, conocidos estos como orejones, porque sus pendientes de oro les deformaban las orejas. Dentro de estos sirvientes estaban las acllas, niñas reclutadas como tributo por las provincias conquistadas que eran educadas en Cuzco para servir al inca, a los nobles y a los dioses. También se dedicaban a la producción textil dentro del recinto asignado, los acllahuasi.  

Los incas no conocían la escritura, pero tenían unas cositas llamadas quipus, unas cuerdas cuyos nudos y trenzado constituía a una especie de escritura y forma de contabilidad.

El Coricancha de Cuzco sería el templo principal, y la mencionada Cuzco la capital. Los incas destacaron sobre todo en arquitectura, y destaca la Fortaleza de Sacsayhuamán, al lado de la capital… Machu Pichu, en un monte cercano… y Oyantaitambo, que era un centro ceremonial donde entrenaba la élite guerrera.

En 1471, comenzó a gobernar Túpac Yupanqui, quien conquistó zonas de Ecuador y fundó una nueva población en lo que hoy es Quito. En el sur se enfrentó a los cañari y a los mapuche, y expandió el imperio hasta lo que hoy es Santiago de Chile.

En 1493 llegó al poder Huayna Cápac, quien comenzó una guerra contra los Chachapoyas y contra tribus de la actual Colombia como los Quimbayá. Lo importante aquí es que tuvo dos hijos: Huáscar y Atahualpa. En 1525, Huáscar heredó el trono de su padre. Atahualpa se enfadó comenzó una cruenta guerra civil contra su hermano que duraría de 1529 y 1532, año en el que llegarían los españoles.

Ahora pasemos a la historia de Francisco Pizarro. Ya vimos que Pizarro estuvo en América desde los primeros años de conquista, con Alonso de Ojeda y después junto a Núñez de Balboa en el Darién. Fue en esta expedición donde los nativos les comentaron que mucho más al sur existía un gran reino lleno de riquezas al que llamaban Birú o Pirú. De ahí vendría el nombre de Perú, aunque parece que los nativos se referían a una zona de Colombia.

El gobernador de Castilla del Oro, Pedrarias Dávila, fundó Panamá y convirtió esta ciudad en la base de operaciones para internarse en aquella misteriosa región llamada Pirú. En 1522, Pascual de Andagoya trató de encontrar riquezas, pero acabó enfermando y tuvo que volverse rápido a Panamá.

Allí, Francisco Pizarro, de 46 años, tenía una rica encomienda a medias con su amiguísimo Diego de Almagro. Los dos se llevaban muy bien. Relación que cambiaría por completo durante la conquista de Perú, pero no nos adelantemos.

El caso es que un día, un religioso llamado Hernando de Luque, les propuso crear una sociedad entre los tres, con intención de investigar los cantos de sirena del sur del continente y repartirse los beneficios de manera igualitaria. Los tres se animaron, intentando escapar de la humedad panameña, así como de los mosquitos y los caimanes. Pedrarias Dávila les dio permiso, pero a cambio quiso una parte para él, y tuvieron que aceptar a regañadientes.

Los tres socios partieron de Panamá en 1524. Pizarro fue a bordo de un bergantín llamado Santiago, con 80 hombres y algunos nativos nicaraguas. Esta 1ª expedición fue un desastre. Pararon en varios sitios donde no encontraron absolutamente nada, solo selva. Llegaron hasta un fortín indígena, y allí tuvieron un violento combate con los nativos. Pizarro acabó herido y Almagro, quien llegó más tarde, acabó perdiendo un ojo.

A pesar del fracaso, los socios crearon la Compañía de Levante y organizaron una 2ª expedición en 1526. Las naves Santiago y San Cristóbal partieron de Panamá rumbo sur. Su primera parada fue Puerto Quemado, donde los nativos les habían atacado, y se vengaron de ellos destruyéndoles el fortín.

Pararon en el río San Juan y enviaron al piloto Bartolomé Ruiz de la Estrada a explorar. Llegó a la Isla del Gallo, al sur de la costa colombiana, y allí comerció con unos nativos que tenían bastantes riquezas. Cuando regresó, muchos hombres de Pizarro habían sido devorados por caimanes o habían muerto de hambre o de enfermedades.

Una vez reunidos, fueron a explorar la zona de la Bahía de San Mateo, y atacaron el poblado nativo de Atacames, en el norte de la costa de Ecuador, para pillar algo de comida. Tras dos batallas, los nativos se rindieron y procuraron comida a los conquistadores.

Con todo más tranquilo, la expedición vio que de momento no habían encontrado mucho de valor y que lo mejor era volverse. Aquí se produjo la Porfía de Atacames entre Almagro y Pizarro. El primero llamó cobardes a los soldados que querían volverse a casa, y Pizarro, aunque tampoco quería dar la expedición por perdida, les defendió porque se estaba pasando. Y ambos líderes casi llegaron a los espadazos.

Al final decidieron continuar. Se instalaron en la Isla del Gallo y enviaron a Almagro a Panamá por refuerzos y víveres. Sin embargo, un marinero coló un mensaje de auxilio en un ovillo que llegó al nuevo gobernador, Pedro de los Ríos, el sucesor de Pedrarias. Éste se enteró de las calamidades del viaje y envió al capitán Juan Tafur a recoger a todos.

Cuando el barco llegó 3 meses después, los famélicos expedicionarios se alegraron. Menos Pizarro, claro. Él quería continuar la expedición, y trazó una línea en la arena de la playa. Los que quisieran abandonar, que cruzaran. Solo 13 no cruzaron la línea, y esos fueron llamados los 13 de la fama. Entre ellos estaban Bartolomé Ruiz y el griego Pedro de Candía.  

Estos 13 se quedaron en la Isla de la Gorgona durante 5 meses esperando refuerzos de Diego de Almagro y Hernando de Luque. Como tardaron mucho en llegar, Pizarro decidió explorar un poco, y el grupo llegó a Tumbes, en el norte del actual Perú, la primera ciudad incaica que divisaban. Intercambiaron regalos, y Alonso de Molina y Pedro de Candía pudieron hacer un mini tour por la ciudad. Además, parece que le regalaron un nativo para que aprendiera el idioma y más tarde hiciese de intérprete. Este sería llamado Felipillo.

Después, la expedición continuó más al sur. En mayo de 1528 llegaron hasta la desembocadura del río Santa. Allí había una ciudad gobernada por una cacique tallán a la que apodaron Capullana. Tras intercambiar más regalos, la expedición se volvió a Panamá. Ya había podido confirmar que en aquella región había un gran imperio.

El problema era que el gobernador no quería saber nada de un nuevo viaje, y por ello Pizarro viajó hasta la Corte del emperador Carlos para que le diera permiso. Fue en este viaje donde Pizarro se encontró con Hernán Cortés, quien también andaba por ahí reclamando sus derechos. Pero bueno, el caso es que, en 1529, se firmó la Capitulación de Toledo, donde la Corona cedió a Pizarro la gobernación de aquel territorio de Perú si lograba conquistarlo y sus rentas. Y también se elevó a la categoría de hidalgos a los 13 de la fama. Los otros dos socios de Pizarro obtendrían algunas gobernaciones futuras más al sur y algo de pasta como compensación, pero no era nada igualitario, y Almagro estalló en cólera.

En fin, que Pizarro volvió y calmó a sus socios. Les prometió poder y riquezas cuando controlaran el Perú, y enseguida pusieron en marcha la 3ª expedición, que sería la definitiva. Esta vez Pizarro iba a estar acompañado por sus tres hermanos: Hernando, Gonzalo y Juan Pizarro. Todos veinteañeros y bravucones. Especialmente Hernando se llevaba como el culo con Almagro.

En fin, problemas personales aparte, los tres barcos zarparon de Panamá el 20 de enero de 1531. Tras dos semanas de viaje llegaron hasta la Bahía de San Mateo. Desembarcaron en Atacames y continuaron el trayecto por tierra.  

Como en las anteriores expediciones, sufrieron las inclemencias del clima tropical, el hambre y las enfermedades. Pero también encontraron algunos poblados como Coaque, donde los españoles encontraron ropas de algodón y piezas de oro y plata. Pizarro ordenó que se llevaran aquel tesoro en barco para que sirviera de aliciente a más expedicionarios. Fue en aquel lugar donde los soldados vivieron un mes, y pronto empezaron a salirles unas extrañas bubas en la piel. Era alguna enfermedad que desconocían, y muchos murieron debido a ella.

La expedición continuó, y en Pasao encontraron un templo lleno de pieles curtidas de hombres, mujeres y niños, y estacas con decenas de cabezas humanas reducidas.

Pronto se enteraron de la llegada de otro conquistador, Sebastián de Belalcázar, que había llegado desde Nicaragua con 30 hombres. Todos juntos llegaron al Golfo de Guayaquil, en la frontera entre Ecuador y Perú.  

En aquel golfo estaba la Isla de Puná, donde gobernaba el curaca Tumbalá. Este estaba en guerra con el curaca Chilimasa, de la vecina ciudad de Tumbes. De hecho, en la isla había encarcelados unos 600 prisioneros tumbesinos. Pizarro logró que los dos curacas hicieran las paces y le ayudaran a luchar contra los incas, quienes tenían sometidos a ambas poblaciones.

Luego descubrirían que esta paz era fingida, y ambos curacas obedecían a un orejón inca de Atahualpa, quien les dio la orden de que asesinaran a todos los españoles. Por suerte, el intérprete Felipillo se enteró de todo y Pizarro apresó a Tumbalá, lo ejecutó, y entonces se produjo una batalla en la isla. Los españoles se hicieron con el control de la isla, y luego se aliaron con Chilimasa enviándole a los 600 prisioneros tumbesinos.

Todo parecía bien, pero en Tumbes, los tumbesinos asesinaron a tres españoles y los sacrificaron. Luego hubo una batalla y Chilimasa pidió perdón a Pizarro y dijo que aquello había sido cosa del orejón inca. Pizarro no se lo tragó del todo, pero decidió aceptar la paz.

Otro conquistador que llegó a tierras peruanas con refuerzos fue Hernando de Soto, de 30 años, quien será bastante importante en esta historia y también en el siguiente capítulo, cuando hable de su expedición a Florida. Donde palmaría.

Durante su estancia en Tumbes, los españoles se enteraron de que el Imperio Inca llevaba años de guerra civil entre dos hermanos. Huáscar, el rey oficial, quien había sido apresado hacía poco… y Atahualpa, el rebelde, que controlaba sobre todo Quito y la zona norte.

El viaje continuó en mayo de 1532. El clima selvático cambió abruptamente a uno más desértico. Por suerte, encontraron tambos por el camino, es decir, almacenes incas con suministros. Y también muchos pueblos del camino les dieron alimentos de forma pacífica.

Los 200 soldados españoles llegaron hasta Poechos, en el valle del río Chira, y allí lograron que el obeso curaca Maizavilca se uniera a ellos, pues pensaba que Pizarro era el dios Viracocha. Aunque parece que a escondidas le estaba pasando información a los orejones de Atahualpa.

Por la zona, que parecía fértil, Pizarro fundó la ciudad de San Miguel de Tangarará. Luego cambiaría su ubicación y sería renombrada como Piura. Esta fue la 1ª ciudad española fundada en el Perú y de todo el hemisferio sur.

En el pueblo de Cajas, Hernando de Soto conoció a Ciquinchara, un noble inca espía que les informó que Atahualpa estaba cerca, en Cajamarca. Pizarro decidió que sería una muy buena idea viajar allí a ver qué se contaba el rey inca. Por el camino fueron encontrándose pueblos completamente destruidos y casi despoblados, con nativos desollados y colgados de los pies. Aquello era obra de los atahualpistas, que castigaban así a los pueblos que no les habían apoyado en la guerra.

Tras varios días de camino atravesando impresionantes acantilados y desfiladeros, Pizarro llegó a Cajamarca en noviembre de 1532. La ciudad estaba vacía, y cerca de allí, a las afueras, estaba el enorme campamento de Atahualpa. Habría como 50.000 soldados, y ellos eran unos 200.

Hernando de Soto y Hernando Pizarro se adelantaron y fueron al campamento inca. En la famosa Entrevista de Pultumarca, estos dos conocieron a Atahualpa, al cual solicitaron un encuentro. Tras un tenso primer contacto, acordaron que al día siguiente el inca se reuniría con Pizarro en Cajamarca. Luego bebieron licor de chicha y Hernando Pizarro comenzó a hacer cabriolas con el caballo para impresionar al rey.

Pizarro había conocido a Hernán Cortés, y éste le contó que, si tomaba de rehén al rey nativo, tendría todo ganado. El conquistador extremeño decidió que el mejor punto de encuentro era la plaza de Cajamarca, completamente rodeada por muros y edificios, y una torre desde la que colocar artillería.

Atahualpa llegó al día siguiente con todo su séquito muy subidito, en su litera real y rodeado por muchísimos soldados. Se cuenta que Pizarro envió primero al intérprete Martinillo y al fraile Vicente de Valverde, quien le dijo que se sometiera al rey de España y a la fe católica, y para ello le presentó una Biblia o un breviario. El inca parece que abrió un poco el libro, se lo llevó a la oreja, y luego lo tiró al suelo con desdén. Acto seguido les dijo que se fueran o que los mataría.

A la señal de Pizarro, Candía disparó y de pronto salieron los jinetes escondidos al mando de los dos Hernandos. Los caballos y los disparos provocaron pánico entre los indígenas, y todos intentaron huir de la plaza en tropel. El lugar estaba rodeado de un muro, y muchos murieron aplastados por la aglomeración que se produjo, luego el muro se derrumbó y algunos huyeron. Pizarro fue con su espada matando a cualquier soldado que se le pusiera en medio, y logró tomar como rehén a Atahualpa.

Se cuenta que aquel día murieron 2000 soldados incas, y en el bando español solo palmó un caballo. Los conquistadores consiguieron un gran botín de oro, plata y ropas de lana y algodón.

Al prisionero Atahualpa le permitieron seguir teniendo a sus sirvientes y a sus mujeres, y gobernar su imperio, pero no podía salir de su celda. Se cuenta que era muy conversador, y que Francisco Pizarro cenaba todas las noches con él, y que le enseñó a jugar al ajedrez y a los dados. De todas formas, parece que con quien mejor se llevó fue con su hermano Hernando, y que entre los dos hubo bastante amistad.

Al día siguiente, Hernando de Soto llegó a Cajamarca acompañado por 10.000 nativos que entregaron a Pizarro un montón de joyas y orfebrería de oro y plata. Eran incas huascaritas, y veían a los españoles como gente del cielo que había venido a liberarles de la crueldad de Atahualpa.

Atahualpa, por su parte, se dio cuenta de la importancia que el oro y la plata tenían para los españoles, y decidió intentar que le liberaran ofreciéndose a entregarles una sala llena de metales preciosos, hasta donde alcanzaba su mano alzada. Esa sala fue conocida como el Cuarto del Rescate. Pizarro aceptó, pero la recolección del oro fue lenta.

Entonces el inca le dijo al conquistador que fuese al santuario de Pachacámac, que allí había mucho oro. Al parecer, Atahualpa odiaba a este dios preinca porque el oráculo de allí no acertó en varios de sus vaticinios. Hernando Pizarro fue pallá, subió a la pirámide, y quemó el ídolo de madera que representaba al dios. Los incas fliparon y dijeron que habría una gran catástrofe. Pero como no la hubo, los nativos poco a poco fueron aceptando el cristianismo. Aparte, los españoles se hicieron con todo el oro de allí.

También Hernando Pizarro fue a la ciudad de Jauja, perteneciente a los huancas, a pedir la sumisión de uno de los generales de Atahualpa: Calcuchímac. Este no opuso resistencia y aceptó ir a Cajamarca.

Otro destacamento, que incluía españoles, una tropa de soldados negros y cientos de nativos aliados, fue enviado a Cuzco, la capital incaica. Este grupo llegó a la ciudad y la liaron bastante. Pillaron todo el oro de los templos y se pusieron pedísimos. Luego hicieron que el general Quizquiz les sacara todo el metal de la ciudad.

Allí los españoles también liberaron a Huáscar, el legítimo rey, y ordenaron que le llevaran a Cajamarca. Se dice que, por el camino, partidarios de Atahualpa, parece que por orden suya, mataron a su madre y a su esposa, y a él le agarraron y le tiraron por un acantilado.

En marzo de 1533, Diego de Almagro llegó a Cajamarca con refuerzos. Unos 150 hombres en total. Como estos no habían estado en la captura de Atahualpa, les tocó mucho menos en el reparto del oro, y eso quebró aún más la amistad de Almagro con Pizarro. Hernando de Luque, el tercer socio, quien se había quedado en Panamá, murió poco después. Todo el pacto se iba poco a poco resquebrajando.

Por un lado, Almagro quería ejecutar al rey inca y conquistar territorios al sur, para obtener riquezas. Sin embargo, tanto Hernando de Soto y Hernando Pizarro le habían cogido cariño a Atahualpa, y se opusieron a su ejecución.

Francisco Pizarro decidió que lo mejor era eliminar al inca, y por ello envió a su hermano a España a llevar el Quinto Real, mientras que a Soto le envió a comprobar si las tropas del general Rumiñahui iban a atacarles. Porque resulta que el intérprete, Felipillo, se enamoró de una de las prometidas de Atahualpa y el inca se enfadó mucho con él. Por ello, Felipillo empezó a decir que el inca les iba a tender una trampa pronto.

El caso es que, sin los españoles amigos de Atahualpa, Pizarro y Almagro abrieron un proceso contra el rey inca. Le acusaron de conspiración, poligamia, incesto, fratricidio, regicidio, tiranía y herejía. Y acabó siendo ejecutado por garrote vil en julio de 1533.

Tras esto, los españoles nombraron sapa inca a un hermano de Atahualpa: Túpac Hualpa, también conocido como Toparpa, quien fue un mero títere.

Los españoles tenían el control del norte del Imperio Inca y el apoyo de los incas huascaristas, así como varias etnias diferentes que querían ser liberadas del yugo incaico. Ahora el objetivo era tomar Cuzco y apresar al general Quizquiz.

Por el camino, los españoles pararon en Huamachuco. Esta ciudad era un centro religioso que rendía culto al dios Catequil, y sus habitantes odiaban a Atahualpa porque tiempo atrás había profanado su templo, destruido su ídolo y asesinado a los sacerdotes. Por todo esto, los huamachucos se aliaron con los españoles.

El viaje continuó. Pasaron por Andamarca, Huaraz, Recuay, Cajatambo, Oyón… y más tarde pusieron rumbo a Jauja, donde parece que los atahualpistas estaban reuniendo un ejército.

La gente de Jauja, los huancas, recibieron a los españoles como libertadores, y les chivaron donde estaban las tropas atahualpistas. Unidos a la lucha, se produjo la Batalla de Jauja o de Huaripampa, donde todos juntos masacraron al ejército del inca.

Los españoles se hicieron con el control de Jauja y Pizarro decidió levantar allí un asentamiento español. Les moló aquel lugar. Era muy verde y bonito, los huancas eran amistosos, había muchos recursos… La expresión “vivir en el país de Jauja” se originó aquí, significando vivir de puta madre, con abundancia.

Por cierto, fue en Jauja donde murió Toparpa, parece que enfermo. Se piensa que fue el general inca preso, Chalcuchímac, quien logró envenenarle. El caso es que había que elegir un nuevo rey, y los nobles huascaristas eligieron a Manco Inca, otro de los hermanos de Atahualpa, quien había sobrevivido a la matanza que Atahualpa realizó en Cuzco, y que llevaba un tiempo escondido. Ahora reaparecía de nuevo con un ejército.

Hernando de Soto se habían adelantado sin permiso y peleó con las tropas incaicas en la Batalla de Vilcas, logrando una gran victoria. Los incas se retiraron y pusieron trampas por el camino y cortaron todos los puentes. Más tarde, Soto acabó acorralado por sus enemigos en Vilcaconga, pero fue salvado por Almagro, quien llegó justo a tiempo.

Pizarro, Almagro y Soto se reunieron y decidieron quemar en la hoguera al general Chalcuchímac, porque sospechaban que estaba pasando información de sus movimientos. Muchos nativos se alegraron de ello, pues este tipo era cruel y tremendamente odiado por muchos pueblos sometidos.

Unos nuevos aliados de los españoles fueron los cañaris, cuyo caudillo era Chilche. Resulta que tiempo atrás, los incas habían conquistado a este pueblo originario de lo que hoy es Ecuador, y acabaron deportados al centro peruano. Más tarde se aliaron con Huáscar, y Atahualpa, en represalia, masacró a la población, y asesinó incluso a las mujeres embarazadas.

El joven Manco Inca, el nuevo rey, se presentó en el campamento de Pizarro para formalizar una alianza entre ambos. Con este inesperado refuerzo de tropas, Pizarro decidió ir a por Cuzco, y cerca de allí se enfrentó al general Quizquiz. Este fue derrotado en la Batalla de Anta, y esto dejó vía libre a los españoles y sus aliados.

Así, Pizarro y Manco Inca entraron en la ciudad de Cuzco. Los españoles se hicieron con el control de los principales palacios y se quedaron con el poco oro que quedaba en la ciudad. Tras esto, Manco Inca, o Manco II, fue nombrado sapa inca, aunque como ya dije, fue un títere en manos de los españoles.

Pronto se organizó un ejército de unos 100 españoles y 5000 guerreros de Manco, y fueron a atacar el campamento de Quizquiz, siendo estos derrotados primero en la Batalla de Capi y después en la 2ª Batalla de Jauja. El general no tuvo más remedio que huir al norte.

Con todo pacificado, en marzo de 1534, Pizarro creó el primer cabido de Cuzco, cuyos primeros alcaldes fueron Francisco Beltrán de Castro y Pedro de Candía. También empezaron a organizarse las encomiendas y el reparto de indios. La ciudad fue saqueada y los capitanes españoles se repartieron los palacios de la plaza mayor. Y coronaron formalmente a Manco Capac como rey inca.

Por su parte, Hernando de Soto, con 20 españoles y 3000 guerreros incas, alcanzaron a Quizquiz y, en la Batalla de Maracaylla, le derrotaron definitivamente.

Diego de Almagro avanzó hacia el norte por la costa y fundó Trujillo por orden de Pizarro, cerca de las ruinas de la antigua ciudad chimú de Chan Chan. Y mientras tanto, Sebastián de Belalcázar decidió, por su cuenta y riesgo, ir a conquistar Quito. Esta ciudad era defendida por el último gran general atahualpista, Rumiñahui, y ambas fuerzas se enfrentaron en la Batalla de Tiocajas. La victoria española fue total, sobre todo gracias al apoyo de los cañaris de la zona. La leyenda cuenta que otro factor para la victoria hispana fue que justo erupcionó el volcán Tungurahua y los atahualpistas se desmotivaron. Rumiñahui decidió retirarse de Quito, llevándose sus riquezas y ejecutando a las acllas, o vírgenes del sol, para evitar que cayeran en manos españolas.

Gracias a esta victoria, Belalcázar y Almagro fundaron Santiago de Quito en agosto de 1534, y más tarde San Francisco de Quito, que juntas acabarían dando lugar a la actual Quito.

Pronto se presentó por allí Pedro de Alvarado, el amigo de Hernán Cortés, quien ahora gobernaba en Guatemala y que quería pillar cacho de la conquista del Perú.  

Desembarcó en Puerto Viejo, y él y sus 500 soldados españoles y 2000 centroamericanos pusieron rumbo a Quito a pie. El viaje fue infernal y murieron muchísimos por la falta de previsión del viaje. Diego de Almagro salió a su encuentro y decidieron negociar. Le pagó 100.000 pesos de oro solo para que se fuera, y Alvarado aceptó. A cambio, dejaría sus tropas al mando de su sobrino: Alonso de Alvarado. Solo por llegar allí, Pedro ganó más oro que en toda la conquista que hizo en Centroamérica.

Los generales Quizquiz y Rumiñahui todavía estaban vivos y dando por culo por el norte selvático. Quizquiz acabó asesinado por Huayna Palcón, un hijo bastardo de Atahualpa. Por otro lado, Rumiñahui acabó capturado y ejecutado en Quito en 1535. Con estas muertes, la conquista del Tahuantinsuyo acabó; aunque ya veremos que todavía quedarían focos rebeldes.

Ahora pasamos a los inicios de la época virreinal. Francisco Pizarro fue nombrado gobernador de toda aquella tierra conquistada, que en un principio fue llamada Nueva Castilla y más tarde Perú.

Lo primero de todo era establecer una capital. Se pensó en Jauja pero estaba perdida de la mano de dios en las montañas, así que se optó por algo costero. La elegida fue Rimac, o Limac, luego llamada Lima, y ahora fue bautizada como Ciudad de los Reyes. En su plaza mayor, Pizarro ordenó construir el Palacio Virreinal, más tarde transformado en el Palacio de Gobierno de Perú, y también una catedral.

Con la princesa Quispe Sisa, bautizada como Inés Huaylas, hermana de Atahualpa, Pizarro tuvo una hija mestiza: Francisca. Parece que Quispe y Pizarro se habían casado en Cajamarca, cuando ella tenía 18 años de edad y el extremeño 55. Pizarro tendría otro hijo con ella y otros dos con otra princesa inca, Angelina.

Ahora tocaba repartirse las gobernaciones. Según la Capitulación de Toledo, Pizarro se iba a quedar con la gobernación de Nueva Castilla y Almagro con la de Nueva Toledo. Sin embargo, pronto empezaron los problemas sobre quién se iba a quedar con Cuzco, pues estaba justo en línea divisoria. Hubo cabreos, enfados, y casi se desató una guerra civil. Sin embargo, Pizarro convenció a Almagro de que más al sur, en el Collasuyo, había grandes riquezas y una segunda Cuzco.

Diego parece que se tranquilizó y, en julio 1535 preparó una expedición para aventurarse a la zona de Chile. Fue con 500 españoles, 100 africanos y unos 1500 yanaconas. Tras muchos días de trote, recorrieron la costa oeste del lago Titicaca y se adentraron en el actual territorio de Bolivia.

La idea era bajar hasta Chile, pero sin atravesar el Desierto de Atacama, que era inhóspito en extremo. Decidieron ir por los Andes, pero el viaje no fue mejor. Hacía un frío tremendo y muchos murieron por la congelación de sus extremidades.

Poco después tuvieron el primer enfrentamiento con los indios mapuche en la Batalla de Reinohuelén. Viendo que los nativos eran muy hostiles, que no había nada de valor y que el clima era extremo, la expedición decidió volverse. Almagro estaba muy cabreado con Pizarro. Se iba a liar pero bien.

Mientras tanto, la situación en Cuzco se puso tensa. Resulta que Manco Inca, el gobernador títere, decidió rebelarse contra los españoles porque se sentía más un prisionero que un auténtico gobernante. Por ello, fue arrestado a mediados de 1535, y lo maltrataron y lo encadenaron.

Cuando Hernando Pizarro llegó a la ciudad le liberó. Manco Inca le agradeció aquello dándole regalos varios, y le prometió traerle una estatua de oro. Pero era mentira, solo era una excusa para que le dieran permiso para salir de la ciudad. Y Manco nunca volvió.  

Manco pronto contactó con generales y capitanes incas, y les reunió en Calca para comenzar una sublevación. Logró reunir entre 100.000 y 200.000 soldados, y con todos ellos inició el asedio a la ciudad de Cuzco en mayo de 1536. Los españoles eran solo 200, aliados con 15.000 auxiliares nativos.

Los españoles aguantaron como pudieron dentro de los edificios principales mientras los manquistas quemaban los edificios. Todo parecía bastante perdido, especialmente cuando Manco logró hacerse con el control de la Fortaleza de Sacsayhuamán, un lugar estratégico para controlar Cuzco.

Juan Pizarro fingió una retirada de la ciudad, pero luego trató de atacar la fortaleza por detrás, y acabó muerto de una pedrada. Al día siguiente, los españoles contraatacaron y subieron la muralla con escaleras, y lograron arrinconar a los manquistas en las torres del complejo, quienes acabaron rindiéndose.

La leyenda cuenta que un tal Cahuide luchó ferozmente contra los conquistadores armado con una maza de puntas de cobre y una coraza española. Cuando el tipo vio que todo estaba perdido se arrojó al vacío.

Mientras Manco seguía sitiando Cuzco, también envió a su general Quizu Yupanqui a atacar Lima, donde estaba Francisco Pizarro. El ejército inca entró por las calles de la ciudad, pero fueron emboscados por los españoles y el general acabó muerto de una lanzada, lo que obligó a las tropas enemigas a retirarse.

Los huancas y otras etnias desertaron del bando inca para pasarse al español, pues las tropas de Manco habían masacrado sus poblaciones por el camino. También se unieron al contraataque parte de la familia real, los Huaylas, liderada por la curaca Contarhuacho, la madre de Inés y suegra de Pizarro. Gracias a ello, la derrota de Manco Inca fue total.

En abril de 1537, Diego de Almagro logró volver a Perú y decidió tomar la ciudad de Cuzco, porque pensaba que estaba dentro de su gobernación. Apresó a Hernando y a Gonzalo Pizarro y se proclamó gobernador de Cuzco, nombrando sapa inca a Paullu Inca, hermano de Manco II. También fundó una ciudad costera: Villa de Almagro.

Francisco Pizarro envió a la capital a Alonso de Alvarado, sobrino de Pedro de Alvarado. Por el camino fue reprimiendo a pueblos nativos rebeldes, y a los líderes les cortaba los brazos. Luego informó a Pizarro de que ahora el enemigo no eran los incas, sino su viejo amigo Almagro.

Los almagristas lograron una victoria sobre los pizarristas en la Batalla de Abancay, la primera de esta guerra civil entre españoles por el Perú, y Alonso fue capturado.

Francisco Pizarro estaba de chill en Lima y no quería más movidas. Pidió una solución pacífica y al final, él y Almagro acordaron que Almagro podría quedarse con Cuzco, al menos hasta que llegara un emisario del emperador Carlos a poner orden. A cambio, pidió que liberase a sus hermanos, que los mandaría a España y dejarían de ser un problema entre ambos.

Todo parecía volver a la calma, pero no. Hernando Pizarro había estado 8 meses mega jodido en una celda, y quería vengarse de Almagro. Convenció a Francisco para ir a por él y destruirle. Si habían conquistado un enorme imperio, Almagro no sería un problema.

Así, en abril de 1538, se produjo la Batalla de las Salinas, en la cual ambos bandos se dieron de leches. En el bando pizarrista iba un general llamado Pedro de Valdivia que luego será importante.

Los almagristas sufrieron una gran derrota, y Diego de Almagro, viejo y enfermo, huyó y se refugió en Sacsayhuamán, pero pronto fue capturado por Alonso de Alvarado. Poco después, fue ejecutado en la plaza principal de Cuzco.

Francisco Pizarro, que se había enterado poco de lo que había ocurrido, llegó a Cuzco, vio el percal, y acabó con depresión al ver muerto a su viejo amigo.

Se cuenta que Pizarro pagó toda su rabia con Manco Inca, y como no podía capturarle, ordenó ejecutar a varios nobles incas y también a su hermana y esposa, Cora Ocllo, que fue violada por Gonzalo Pizarro y luego ejecutada por flechazos de los cañaris. Su cuerpo fue dejado cerca de Vilcabamba para que lo encontrara Manco II.

Cuando la cosa se fue calmando, Pizarro recuperó la cordura. Se convirtió en el hombre más rico de Perú, le concedieron un marquesado y controlaba 9 encomiendas, con 30.000 nativos bajo su mando. Desarrolló la industria textil, la producción de azúcar, y la minería en Charcas.

Ahora entra en la historia Diego de Alvarado, otro familiar de Pedro de Alvarado. Este era almagrista, y quería denunciar a los Pizarro ante la corona. La Corona puso entonces a un tipo llamado Cristóbal Vaca de Castro como árbitro entre los dos partidos, pero poco solucionó, y en España, Diego retó a Hernando Pizarro a un duelo de espadas. ¿Y qué pasó? Que Diego murió misteriosamente, y acusaron a Hernando de haberle envenenado. Hernando Pizarro fue encarcelado 20 años y luego desterrado de América.  

Almagro el Mozo, el hijo de 20 años de Diego de Almagro y una nativa panameña, recibió una encomienda, aunque más tarde se la quitaron. Mientras tanto, los almagristas en el Perú habían quedado sumidos en la pobreza por obra de los pizarristas, y fueron conocidos como los Caballeros de la Capa, pues se decía que eran tan pobres que tenían que compartir una sola capa para salir a la calle. Los almagristas, liderados por Juan de Herrada, querían venganza, y decidieron asesinar a Francisco Pizarro.

El 26 de junio de 1541, asaltaron su residencia de Lima y le dieron un jarronazo en la cabeza y luego una estocada en el cuello.

¿Y qué fue de Manco Inca os preguntaréis? Pues tuvo algunos encontronazos con los españoles, pero decidió esconderse y refugiarse en Vilcabamba, un lugar oculto en las montañas que aún a día de hoy se tienen dudas de dónde estuvo ubicado.

Así, en 1537, surgió el Imperio Neoinca de Vilcabamba, el último reducto de los incas que duraría 35 años.

Ahora pasemos a hablar de la 2ª Guerra Civil entre almagristas y pizarristas. Tras la muerte de Pizarro, los almagristas alzaron a Almagro el Mozo como gobernador de Perú, y se rebelaron contra la autoridad de Cristóbal Vaca de Castro, del bando realista, el cual justo acababa de llegar a Perú en barco.

Realistas y almagristas se enfrentaron en la Batalla de Chupas. La inexperiencia de joven Mozo hizo que la victoria realista fuera rotunda, especialmente por el coraje de Francisco de Carvajal, que luego también será importante.

Algunos almagristas fueron a Vilcabamba a refugiarse con Manco Inca, y este les acogió, les esclavizó y les obligó a enseñarle las técnicas militares españolas. El Mozo fue capturado por los realistas y llevado a Cuzco, donde fue ejecutado. Fue enterrado en la Iglesia de la Merced del Cuzco, junto a su padre.

Justo ese mes, noviembre de 1542, el emperador Carlos proclamó la creación del Virreinato del Perú, reemplazando las antiguas gobernaciones que tantos quebraderos de cabeza habían dado. Ahora sería un virrey elegido por el emperador quien tendría todo el poder. Ese fue Blasco Núñez Vela. Además, ese año entraron en vigor las Leyes Nuevas, que suprimían las encomiendas y prohibían la esclavitud y los abusos a los nativos. Esto provocaría nuevas rebeliones, pero eso lo veremos en otro capítulo.