La expedición de Magallanes y Elcano

La siguiente historia tiene lugar entre el año 1519 y el 1522 d.C.

Ahora toca hablar de la expedición marítima más importante desde el primer viaje de Colón a América. Estoy hablando de la Expedición de Fernando de Magallanes y de Juan Sebastián Elcano. Estos tipos fueron los primeros no sólo en encontrar ese tan deseado paso hacia la Especiería de las Islas Molucas, sino que con la tontería acabaron dando la primera vuelta al mundo. Bueno, eso último debería ir en singular, ya veréis por qué.

Primero presentemos a nuestro protagonista principal. Fernando de Magallanes era un portugués que había formado parte de la Armada Portuguesa en el Índico como soldado, y participó en batallas importantes como Kerala o Diu, victorias que dieron a Portugal la hegemonía de aquel océano. También participó en una expedición a Malaca en 1509, y estuvo en las Islas Molucas, conocida como las Islas de las Especias. Sin embargo, fue acusado de comerciar ilegalmente con esclavos y cayó un poco en desgracia.

La cosa es que, durante estos viajes, aprendió mucho de aquellos mares lejanos. Junto con el cosmógrafo Rui Faleiro trató de convencer al rey portugués Manuel I de buscar una ruta hacia las Indias Orientales por el suroeste, pero el rey pasó de él como de la mierda. Entonces Magallanes hizo como Colón: viajó a España y propuso el plan al emperador Carlos. Y este dijo: “Venga, va, aprobado, dale caña”.

En las Capitulaciones de Valladolid, de 1518, se acordó que Magallanes sería gobernador y adelantado de todas las tierras que descubriese, pero que un quinto iría para la corona. Y Magallanes aceptó.

Este loco viaje comienza el 10 de agosto de 1519, en el puerto de Sevilla. 239 tripulantes repartidos en 5 naves zarparon de allí rumbo a Brasil (4 naos y una carabela: la Trinidad fue la nave capitana, y luego estaban la San Antonio, la Concepción, la Victoria y la Santiago).

El segundo al mando era Juan de Cartagena, capitán de la San Antonio, y protegido del obispo Fonseca, el que estaba al mando del Consejo de las Indias. Y es que Fonseca no se fiaba mucho del portugués y Cartagena estaba también ahí para proteger los intereses españoles, un cargo que era conocido como veedor. Antonio Pigafetta, el cronista, era quien escribiría la crónica del viaje. Y en la Concepción estaba de maestre, o segundo de abordo, un treintañero llamado Juan Sebastián Elcano, oriundo de Getaria, en el País Vasco. Éste había participado como capitán de barco en algunas operaciones militares en Argel y luego en Italia.

Otros personajes que acompañaron a Magallanes fueron familiares suyos, como Álvaro de Mezquita, su primo hermano, o Duarte Barbosa, hermano de su esposa. Además, también estaba Enrique de Malaca, un esclavo indonesio que Magallanes adquirió en su estancia en las Indias Orientales.

La primera parada fue Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz, donde la flota se avitualló y se preparó para partir hacia el Atlántico. Pasaron por las Islas Canarias y por las Islas de Cabo Verde, y luego ya se internaron en alta mar.

Pronto se tuvieron que enfrentar a una terrible tormenta de la que salieron ilesos de milagro. Se cuenta que en esa tormenta vieron los famosos Fuegos de San Telmo, un fenómeno electroluminiscente producido en la atmósfera y en las zonas altas de los barcos… que muchos en la tripulación interpretaron como una señal divina.

Tras 2 casi infinitos meses de travesía por el Atlántico, la flota de Magallanes por fin llegó a la costa americana. Concretamente arribaron a la Bahía de Santa Lucía, hoy la Bahía de Guanabara, donde más tarde se fundaría Río de Janeiro, en Brasil. Allí realizaron intercambios con los pueblos tupíes. A cambio de objetos europeos, como espejos, peines o ropas, los nativos les daban comida fresca.

De ahí pusieron rumbo sur. Días después descubrieron un gran canal que se dirigía al interior del continente. ¿Era ese el tan ansiado paso que estaban buscando? No. Pronto se dieron cuenta de que aquello solo era una ensenada gigantesca, la del Río de la Plata, concretamente. Su gozo en un pozo. Por suerte nadie acabó devorado como Juan Diáz de Solís, hay que ver el lado positivo. En fin, ahora había que continuar hacia el sur, hacia territorio inexplorado.

Bordeando la costa de lo que hoy es Argentina llegaron hasta un lugar que parecía tranquilo, y allí tocaron tierra. Ese lugar fue llamado Puerto de San Julián, y allí pasaron varios meses durante el frío invierno.

Pronto Magallanes tuvo que enfrentarse al amotinamiento de 3 de sus 5 naves. Los conspiradores veían que el paso a las Indias no existía y se desesperaron, querían volver a casa. Magallanes luchó contra ellos y venció. A uno de los capitanes rebeldes, Luis de Mendoza, capitán de la Victoria, logró matarle… y al otro, Gaspar de Quesada, capitán de la Concepción, lo ejecutó y lo descuartizó. 40 marineros rebeldes, incluido Elcano, fueron perdonados por ser necesarios para la expedición.

Otro de los cabecillas rebeldes, Juan de Cartagena, y un sacerdote también rebelde, fueron abandonados en la costa de aquel lugar al que Magallanes bautizó como Patagonia.

Este nombre se piensa que fue porque tuvo contacto con los nativos de la zona, los tehuelches, y como vio que tenían pies grandes les llamó patagones. Debían de ser tipos bastante altos. Otra teoría dice que lo que vio fue una huella gigantesca, y dedujo que los habitantes de aquella zona eran gigantes.  

El caso es que, al principio, la relación entre el marino portugués y los nativos fue buena, y se hicieron intercambios de objetos. Sin embargo, Magallanes decidió raptar a dos patagones como obsequio al emperador Carlos. Sin embargo, uno logró huir y otro, durante el viaje, se negó a comer y murió de inanición.

El 3 de mayo de 1520, más al sur, en la desembocadura del río Santa Cruz, la nave Santiago se estrelló contra unas rocas y acabó hundida. Los supervivientes tuvieron que ser redistribuidos en los demás barcos.

Y por si no fuera poco, el piloto de la nave San Antonio, Esteban Gómez, decidió derrocar a su capitán, Álvaro de Mezquita, familiar de Magallanes, y abandonó la expedición para regresar a España.

Y atentos ahora porque Magallanes ya había llegado casi al final del Cono Sur. Allí, el día 21 de octubre de 1520, logró dar con un estrecho que unía el Océano Atlántico con el Océano Pacífico. Ese fue llamado como Estrecho de Todos los Santos, aunque ahora se le conoce como Estrecho de Magallanes. Atravesar aquel estrecho fue una tarea complicadísima, pues estaba todo petado de rocas y también aquello parecía un intrincado laberinto lleno de puntos muertos.

Por cierto, ¿alguna vez os habéis preguntado por qué a la gran isla al sur de Argentina se la llama Tierra del Fuego? Pues porque mientras Magallanes y los suyos pasaban, veían por la costa un montón de hogueras encendidas por los nativos que vivían allí.

Tras un mes de travesía, Magallanes y su tripulación lograron salir de aquel estrecho y llegar al Océano Pacífico. Por fin alguien había descubierto el paso hacia la India.

Aquellas nuevas aguas que navegaban eran conocidas por aquel entonces como Mar del Sur, nombre dado por Vasco Núñez de Balboa. Sin embargo, Magallanes apreció aquel mar sereno y tranquilo y decidió bautizarlo como Océano Pacífico, porque era eso, muy pacífico.

Bueno, pues ahora tocaba atravesar todo aquel basto océano. El Pacífico se caracteriza por tener bastantes archipiélagos, como ya vimos en los videos dedicados a la historia de Oceanía y del Sudeste Asiático, pero la mala suerte hizo que en tres meses no encontraron absolutamente nada.

En ese tiempo, los marineros de la flota fueron muriendo de hambre y de escorbuto. El escorbuto es una enfermedad causada por la falta de Vitamina C, presente en la fruta fresca y las hortalizas, y eso en los barcos no había. Era una enfermedad muy común entre los marineros. Provocaba cansancio, inflamación y sangrado de encías, hemorragias cutáneas, anemia… Vamos, que era una putada. Los marineros acabaron peleándose hasta para cazar ratas del barco para comérselas.

Un buen día lograron ver una pequeña isla. Era el atolón Puka Puka. No había una mierda en ella y siguieron el viaje. Luego encontraron otra, la Isla Flint, y tampoco había nada allí. Los pobres marineros estaban ya desesperados.

Pero el 6 de marzo de 1521 llegó el milagro. La flota llegó hasta la isla de Guam, perteneciente al archipiélago de Las Marianas, aunque esta tripulación las bautizó como Islas de los Ladrones, porque los nativos se les subieron a las naves y les robaron un montón de cosas.

Luego recuperaron muchas cosas asustando a los nativos con las armas de fuego, y pudieron intercambiar cosas de forma civilizada. A cambio de hierro, los marineros lograron aprovisionarse de víveres, como cocos, plátanos, higos o pescado.

Tras diez días de vacaciones, Magallanes y los suyos pusieron rumbo al oeste, y llegaron a las Islas Filipinas, a las que llamó Islas de San Lázaro. Como ya conté en los vídeos del Sudeste Asiático, toda aquella zona se había llenado de pequeños sultanatos musulmanes, rajanatos hindúes, y cacicazgos indígenas que luchaban entre ellos. En esa zona destacan el gran Sultanato de Brunei, el Sultanato de Maguindanao, el Rajanato de Cebú, y el Reino de Tondó, de origen hindú.

El caso es que Magallanes y los suyos exploraron varias islas: Samar, Limasawa, Homonhon… Pronto entablaron conversaciones con un pequeño rey local, el rajá Calambu. Esto fue posible gracias a que Magallanes llevaba a su esclavo Enrique, que sabía el idioma. El rajá les guio hasta la Isla de Cebú, y allí fue recibido por otro reyezuelo, el rajá Humabón.

Los dos acabaron llevándose muy bien. Magallanes le convenció para que él y toda su familia se bautizaran, mientras le enseñaba todo el armamento que tenían. Pistolas, espadas, armaduras, cañones… Ah, y el portugués levantó una enorme cruz.

Pronto el rajá le hizo una propuesta: “Oye, mira, en una isla de aquí al lado, Mactán, hay un cacique llamado Lapulapu que me cae como el orto. ¿Podrías ir allí con tus armas y pegarle cuatro tiros?”. Magallanes dijo que le parecía bien, que él se encargaba.

Así pues, el 27 de abril de 1521, Magallanes cogió a 50 hombres y fueron a la Isla de Mactán para cargarse a Lapulapu, quien tenía un ejército compuesto por más de 1000 nativos. La cosa no podía salir bien, pero Magallanes siempre fue ambicioso y testarudo.

El cabrón decía: “Yo puedo, yo puedo con todos esos cabrones”. Pero no pudo. La marea baja hizo que él y sus soldados tuvieran que caminar casi 1 km por el agua, y cuando llegaron a la playa para luchar, estaban todos agotados.

Una vez en tierra empezaron los tiros y los espadazos, pero eran demasiados nativos y todo se fue de madre. Los españoles caían como moscas, y uno de los que cayó herido por una lanza fue el propio Magallanes. Éste ordenó la retirada, pero ya era tarde. Los nativos fueron a por él y le reventaron a lanzadas.

Esa fue la breve Batalla de Mactán, y Magallanes había muerto. Los demás españoles se retiraron y se largaron de allí. De nuevo en Cebú, se eligió como nuevo líder de la expedición a Duarte Barbosa. El problema es que duró muy poquito. Resulta que el rajá Humabón les invitó a cenar en un gran banquete que había preparado.

Sin embargo, todo aquello  era una trampa, y el rajá asesinó a Barbosa y a treinta de los marineros españoles que habían acudido al acto.

¿Por qué Enrique hizo esto? Se cuenta que porque el esclavo de Magallanes, Enrique, contó al rajá le querían conquistar. Y parece que esto lo hizo porque aunque Magallanes dijo que a su muerte, él sería libre, Duarte no le concedió esta manumisión y Enrique se vengó de esta forma.

Enrique se quedó con el rajá y aquí acabó su viaje. Algunos afirman que Enrique fue la primera persona en dar la vuelta al mundo, pero hay dudas sobre esto porque no sabemos realmente ni dónde nació ni por qué zonas viajó antes de esta expedición. Si nació en Cebú, sí sería el primero en haber dado la vuelta al mundo, pero si es de Malaca, y todo apunta a esto, se habría quedado a poco de completar la circunnavegación.

El resto de la expedición volvió a huir cagando leches y se refugiaron en la Isla de Bohol. Solo quedaban 108 hombres. No eran suficientes para gobernar las tres naves, así que decidieron quemar la Concepción, que estaba bastante hecha mierda, y distribuirse en las otras dos. Así lo hicieron, y pusieron de líder a Juan López de Carvalho, aunque no duró una mierda, y fue sustituido por Gonzalo Gómez de Espinosa, quien sería capitán de la nao Trinidad. Por su parte, a Juan Sebastián Elcano le hicieron capitán de la nao Victoria.

Tras eso visitaron la ciudad de Brunei, capital del Sultanato del mismo nombre, y ahí se encontraron por primera vez en el viaje con gente de religión islámica. Fue allí donde compraron especias como canela, jengibre y cañas de azúcar, así como porcelana china y goma. Después de tantas penurias, al fin lograban encontrar la dichosa ruta a la Especiería del Lejano Oriente.

En noviembre de 1521, los dos barcos llegaron a las Islas Molucas, mejor conocidas como las Islas de las Especias. Allí atracaron en la isla de Tidore, donde conocieron al rey del lugar, un tipo bastante simpático llamado Almanzor. Se reabastecieron de comida y cargaron la bodega de los barcos con una especia llamada clavo. El clavo sirve para dar sabor a la comida, para hacerte cigarrillos aromáticos, para fabricar incienso y también para aliviar el dolor de muelas. Los expedicionarios compraron tanto que todo el viaje salió rentable por mucho. Y es que era la especia más cara y aquel lugar era el único donde se plantaba.

Cuando iban ya por fin a salir de vuelta a España, se descubrió una vía de agua en la Trinidad, por lo que tendrían que repararla, y eso llevaría muchos días. Se acordó que la mejor opción era que el Victoria se adelantara y partiera ya.

Cuando la Trinidad completó las reparaciones, su capitán Gonzalo Gómez de Espinosa trató de volver por el Pacífico, pero no encontró vientos favorables y trató de volver, pero acabó engullido por una tormenta y los pocos supervivientes acabaron apresados por los portugueses, hasta que fueron liberados en 1527.

La Victoria, capitaneada por Elcano, siguió su rumbo hacia España, pero pronto se toparon con Rajah Ache, o Rajah Matanda, un temible comandante que era nieto del sultán de Brunei, y su madre gobernaba en Manila.

Ache decidió atacar su nave para llevarlo como trofeo a sus familiares, pero perdió la batalla naval y acabó capturado. Solo fue liberado tras el pago de un rescate. Durante esta aventura, Elcano se quedó con un musulmán de la zona llamado Pazeculán, al que podían usar de intérprete.

Elcano ahora tenía que atravesar todo el Océano Índico y circunnavegar el continente africano. El problema era que no podían atracar en ningún puerto controlado por Portugal para que la cosa no acabara en una movida diplomática de la leche, ya que estarían violando el tratado de Tordesillas.

De todas formas, al volver a quedarse sin comida ni suministros, decidieron arriesgarse y atracar en el Archipiélago de Cabo Verde el 9 de julio de 1522. Allí se abastecieron, y parece que las autoridades se dieron cuenta de que, al pagar con clavo, venían de las Molucas, por lo que casi les detienen. Elcano decidió zarpar a toda leche y no les pasó nada.

Finalmente, el 6 de septiembre de 1522, tras haber recorrido cerca de 80.000 km y de pasar alrededor de 3 años fuera de casa, los 18 supervivientes que quedaban de la expedición lograron regresar a Sanlúcar de Barrameda. Había costado muchísimo, 216 hombres perecieron durante el viaje, pero acababan de completar la primera circunnavegación del globo terrestre. Esto marcó un hito en lo que ha llamado la 1ª Globalización, en la cual muchas regiones del mundo dejaron de estar aisladas y muchos habitantes de lugares lejanos pudieron intercomunicarse en una red comercial que abarcaría todo el globo.

Gracias a su hazaña, el emperador Carlos le concedió una renta anual de 500 ducados y un escudo con dos ramas de canela, tres nueces moscadas, doce clavos, y una esfera del mundo con una frase en latín “Fuiste el primero que la vuelta me diste”.

Elcano no pudo disfrutar mucho de su éxito pues murió 4 años después, en 1526, durante la Expedición de García Jofre de Loaísa a las Molucas. Iban tranquilamente en su barco Santa María de la Victoria, otro barco diferente al Victoria, y unos dicen que murió de escorbuto y otros que ciguatera, es decir, una intoxicación por comer un pez grande del trópico.