La siguiente historia tiene lugar entre el año 1518 y el 1566 d.C.
BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, LAS ENCOMIENDAS Y LAS LEYES DE BURGOS
Antes de seguir con mas viajes, exploraciones y conquistas, vendría bien detenernos brevemente en el sistema político-social que se iría desarrollando en los nuevos territorios conquistados por los españoles.
El Régimen de la Encomienda regularía durante bastante tiempo la relación existente entre los españoles y los nativos. El gobernador real de La Española Nicolás de Ovando fue quien formalizó este sistema, que tenía algunas similitudes al sistema feudal vasallático, aunque iría poco a poco evolucionando. Por cierto, creo que no lo dije, pero a estos territorios controlados por España en esta primera etapa se los llamó Virreinato de las Indias o Virreinato Colombino.
Los encomenderos, o jefes de las encomiendas, eran elegidos por la Corona a través del virrey o gobernador… entre peña distinguida por sus servicios durante la conquista. A estos se les asignaba un territorio y se ponía a diferentes nativos bajo su mando, a modo de vasallos.
Básicamente los españoles se comprometían a dar educación, evangelizar, a proteger a los nativos y a entregar un salario, y a cambio estos debían prestar un servicio laboral al encomendero, como extrayendo oro, trabajando en las plantaciones, pescando o fabricando ropa dentro de la encomienda o territorio del encomendero. En algunas islas también tenían que trabajar como buceadores buscando perlas.
De este trabajo, un tercio iba para el trabajador, un tercio para el encomendero y un tercio para la Corona, la cual lo invertía básicamente en costear las guerras contra Francia por conquistar Italia.
Aunque mucho de ese oro también se quedaba en América para construir algo muy necesario: infraestructura. Casas, granjas, caminos, colegios, iglesias y edificios públicos como audiencias y cabildos, hospitales, y más adelante, universidades.
En estas encomiendas se instaba a los nativos a convertirse al cristianismo, se les enseñaba el castellano, y se fomentaron los matrimonios interraciales para que todos tuvieran hijos mestizos.
Esto permitió una rápida aculturización, es decir, la asimilación de los elementos culturales de los castellanos, lo que hizo que se creara una simbiosis cultural durante el periodo virreinal.
Se cuenta que muchos religiosos lo que hacían era enviar a un nativo ya españolizado a parlamentar con los nativos de una aldea y les explicaba la doctrina cristiana. Los taínos muchas veces se mostraban participativos y contaban que en su religión también existía un diluvio universal y la historia de un arca que salvó la humanidad. Esto sirvió para que muchas tribus antillanas aceptaran a los colonizadores de buen grado.
Pero ya sabemos que no todo fue paz y amor, y en muchos casos hubo tiros y espadazos. Algunos nativos no querían saber nada de esto, y en vez de presentarse en la plaza mayor para ponerse al servicio del encomendero… huían a los bosques.
Otros fueron forzados a trabajar; ya dije que técnicamente la esclavitud estaba prohibida, pero en la práctica, el trabajo era obligatorio, aunque fuera remunerado.
Y luego otros nativos se adaptaron a todo esto con gusto, porque se sintieron atraídos y fascinados por la tecnología, las armas, la ropa, las ciudades nuevas que estaban construyendo… Era todo algo nunca antes visto. También tenemos que entender que muchos de este último grupo que se adaptó rápidamente a lo europeo ya eran esclavos o prisioneros de guerra antes de la conquista, por lo que cualquier cambio ya era mejor que su situación en aquel momento.
De todas formas, hubo conquistadores y encomenderos que cometieron abusos contra la población local. Todo esto fue denunciado por muchos clérigos, como fray Pedro de Córdoba, el primer inquisidor de América… o frailes dominicos como Bartolomé de las Casas y fray Antonio de Montesinos.
La reina Isabel la Católica trató de poner orden, aunque murió en 1504. En su testamento pidió que se tratara justamente a los nativos, pues eran súbditos y vasallos de la Corona, es decir, ciudadanos libres, y debían ser respetados.
Debido a esto, el rey Fernando el Católico y el cardenal Cisneros convocaron una Junta extraordinaria en Burgos en el año 1512 para hablar profundamente de esta cuestión. Así nacieron las Leyes de Burgos, u “Ordenanzas Reales para el buen regimiento y tratamiento de los indios”, aprobadas en 1512.
Aquí se prohibía la esclavitud en América, y se decretó que los nativos eran hombres libres y racionales, con todos los derechos de propiedad de sus casas y tierras, y no podían ser explotados ni recibir ninguna clase de castigo físico. Si un encomendero no trataba bien a sus nativos era multado.
Aunque eso sí, debían trabajar en favor de la Corona, y esto justificaba la encomienda. Había que pagarles un salario justo, respetar su descanso y su modo de vida, aunque se insistía en su evangelización.
También había que respetar a las parejas de nativos, y si por ejemplo uno quería casarse con alguien de otra encomienda, podía solicitar un traslado.
Los encomendados trabajaban seis meses en el campo de los españoles y otros seis en sus propios campos. De ahí que al final hubiera como dos regímenes legales: la república de Indios y la república de españoles.
Esto en la práctica no les hacía súbditos iguales 100%, y obviamente, especialmente durante el principio de la conquista, muchos encomenderos pasaron de cumplir estas reglas, y hubo un esclavismo camuflado. No en todas las encomiendas, ya que una parte respetó las leyes, pero otra se hizo la longuis.
Por cierto, no todos los españoles en América eran conquistadores o encomenderos y tenían poder sobre grupos de nativos. La gran mayoría eran colonos que buscaban una buena vida y se dedicaban a la agricultura, a la artesanía, a trabajar en talleres o a tener negocios en las ciudades y pueblos, como tabernas o tiendas.
Los menores de 14 años, tanto españoles como nativos, no trabajaban. En el caso de estos últimos, vivían con los demás nativos de su familia en su poblado, y a cada poblado de estos se asignó a un sacerdote cuya tarea era hacer de profesor. Les enseñaba a leer y escribir castellano, cosas básicas random, y por supuesto, la vida de Jesusito. También estos sacerdotes se encargaban de perseguir idolatrías.
Por cierto, esto de la persecución de idolatrías no tiene nada que ver con la Inquisición. La Inquisición en América se instaló como tal en 1569, y en contra de lo que muchos creen, tenía prohibido perseguir herejías de los nativos. Lo único que vigilaban era a los españoles que se instalaban en el nuevo mundo, por si eran luteranos, judíos o musulmanes. Se estima que en todo el tiempo que esta Inquisición estuvo activa, se estudiaron unos 5500 casos y se ejecutaron a 70 personas. Ninguna indígena.
Los caciques nativos, su familia y descendencia fueron respetados, y su cargo fue equiparable al de un hidalgo español. Podían actuar como encomenderos de su territorio y tener vasallos nativos trabajando para ellos. Eso sí, les prohibieron tener más de una mujer. Recordemos que en la sociedad taína los caciques eran polígamos, pudiendo llegar a tener hasta 30 esposas.
Luego está el tema de los negros africanos. Como ya conté en el vídeo de historia de África precolonial, los mismos imperios africanos vendían esclavos a los europeos, especialmente a los portugueses. Los españoles estuvieron al margen de este negocio hasta que tuvieron que empezar a comprar esclavos negros para paliar la crisis demográfica de los nativos taínos y caribes debido a los estragos de la viruela. Uno de los que recomendó esta medida fue Bartolomé de las Casas, por cierto. Aunque más adelante ya se retractó y dijo que ambas formas de esclavitud eran igualmente malas.
Ahora bien, ¿qué condiciones tenían los africanos en este sistema? Pues en los primeros años no muy buenas. Aunque por ley no se les podía dar un mal trato, no tenían libertad para moverse por donde quisieran, y solían ser vigilados por un capataz. Los peor tratados eran los que trabajaban en las plantaciones de azúcar del Caribe, y los que mejor vivían formaban parte del servicio doméstico de algún terrateniente, como criados o empleados del hogar.
Algunos huían al monte y montaban comunidades llamadas Palenques, y eran conocidos como Cimarrones, pero tenían mala fama porque recurrían al robo, a la extorsión y al bandolerismo, y los españoles tenían que realizar macro-redadas para poder poner algo de orden en la zona.
Aún así, pronto la cosa fue cambiando. Pasaron a recibir un salario con el que, eventualmente, podían comprar su libertad, algo que, por cierto, no era complicado. O también podían enrolarse en el ejército para conseguir la manumisión y riquezas, e incluso algunos acabaron como encomenderos o terratenientes.
Muchos de estos antiguos esclavos negros incluso llegaron a ser militares de cierta fama, como es el caso de Juan Garrido, quien participó en la conquista de México. Otros ejemplos de conquistadores africanos serían Juan Valiente, quien colaboró en la conquista de Chile… Juan Bardales, quien tomó parte en las conquistas de Panamá y Honduras… o Juan Beltrán de Magaña, quien perdió la vida luchando contra los mapuches. Y no penséis que esto fueron excepciones, porque no, hubo muchísimos. Especialmente hubo un cuerpo de soldados negros durante la época de Pizarro en el Perú que dieron bastante caña a los incas.
Tiempo después, el Virreinato incluso se dedicó a acoger esclavos negros huidos de las 13 colonias británicas y les hizo libres, y muchos de ellos defendieron las fronteras de la Florida Española de las tropas británicas. Cuando llegue al tema del Fuerte Mosé os contaré más cosas de esto, que es bastante interesante.
Por cierto, ya hablé de los mestizos, que eran hijos entre españoles blancos y nativas americanas, pero luego estaban los criollos, blancos nacidos en América cuyos progenitores eran ambos europeos… los mulatos, que eran los hijos nacidos entre españoles blancos y africanos… los castizos eran hijos de mestizos y españoles… y por último, estarían los zambos, la descendencia entre nativos americanos y africanos.
Pero volvamos a las Leyes de Burgos. ¿Solucionó esta nueva ley los problemas entre encomenderos y nativos y todo fue feliz y bonito? No. Aunque las cosas fueron a mejor, se siguieron cometiendo abusos por toda la América conquistada. Como ya dije, imponer la autoridad a casi 7000 de km a distancia es muy complicado, y hubo bastante resistencia por parte de muchos encomenderos. De todas formas, como ya digo, según fueron pasando los años, las condiciones mejoraron, especialmente durante el reinado del emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio.
Una cosa curiosa es que existía una movida llamada el Requerimiento, que era un discursito que los conquistadores tenían que leer a los nativos que se encontraban… que decía que “ahora formáis parte de Castilla por la gracia de Dios, asumidlo y someteos como hombres libres… o habrá guerra y os someteremos como prisioneros”. De todas formas, este Requerimiento apenas se usó, porque era la forma mas sencilla de que te cosieran a flechazos.
El caso es que a las tribus que se rendían pacíficamente y no daban mucho problema es verdad que se las trataba mejor. Sin embargo, para los prisioneros de guerra sí que se legalizó el trabajo forzoso y una semi-esclavitud, pero según la ley debía ser algo tolerable. Tiempo después, el rey Felipe II empezó a prohibir los malos tratos y abusos también a estos prisioneros de guerra.
Una cosa curiosa es que este rey fue el primero de mundo que estableció la jornada laboral de 8 horas. Eso fue en la Ley VI de la Ordenanza de Instrucción de 1593. La ley decía que obreros y trabajadores tanto de España como de América trabajarían 4 horas por la mañana y 4 por la tarde, intentando evitar insolaciones por el sol y demás. Los que trabajaban en las minas tenían una jornada recortada de 7 horas, porque el trabajo era más duro.
Finalmente, como también conté, dentro de los parámetros de humanidad no entraban los caníbales. Y en América, caníbales había bastantes. Los caribes de las Antillas, los anasazi de Norteamérica, los chichimecas del norte de México, los mexicas, diferentes grupos de mayas yucatanenses, los tupinambás de Brasil, los guaraníes del sur, los mapuches o los patagones. Con ellos, digamos que ciertas normas se podían transgredir sin mucho problema, se solía hacer mucho la vista gorda.
Ahora pasemos a hablar de Bartolomé de las Casas. Este tipo participó en las conquistas de La Española y Cuba, y como premio le entregaron una encomienda en Cuba, donde tenía nativos trabajando en la siembra y en las minas de oro.
Aunque parece que les trataba bien, se sentía hipócrita criticando ese mismo sistema del que él formaba parte. Por ello, en 1515, renunció a todo, y junto con otros frailes y el permiso de la Corona Hispánica, creó la Protectoría de Indios, una institución cuyo objetivo era crear un grupo de protectores que se aseguraran de que las condiciones laborales de los nativos fueran buenas, y que tuvieran un salario justo. También buscaba que la evangelización y la conquista se realizara con medios pacíficos, evitando la coacción o la violencia.
Algunos de estos inspectores fueron el ya mencionado Bartolomé de las Casas, Juan de Zumárraga o Hernando de Luque. Al principio, los encomenderos no les hacían ni caso, pero la importancia de esta institución iría creciendo más y más con el tiempo.
Hacia 1521, Bartolomé de las Casas empezó un proyecto nuevo: crear una colonia pacífica en Cumaná, en la actual Venezuela, con religiosos y labradores, nada de soldados con armas. Sin embargo, la cosa salió horriblemente mal. Los nativos se cargaron a la mayoría de esta población y Bartolo sobrevivió porque justo se había pirado de allí en barco.
Durante ese tiempo, como ya conté, un encomendado nativo llamado Enriquillo se había sublevado en La Española. Luchó contra el poder establecido y creó una pequeña república indiana junto con otros nativos. Esta rebelión duró unos diez años. En 1534, las autoridades españolas, cansadas de la lucha, pidieron a Bartolomé que hablara con Enriquillo y negociara una paz. Y entre él y el capitán Barrionuevo se acordó que el conflicto acabaría y que Enriquillo tendría permiso para mantener su señorío propio sin recibir ninguna molestia. Y todos aceptaron.
En los años siguientes, la conquista continuó y la Monarquía Hispánica se hizo con todo este territorio, naciendo el Virreinato de Nueva España y un poco más tarde el Virreinato del Perú.
Bartolomé estuvo metido en diferentes proyectos de colonización pacífica en Nicaragua, en Guatemala y en México. Destacan las Capitulaciones de Tezulutlán, en Guatemala, una serie de acuerdos firmados en 1537 con los nativos de la zona para que no fueran encomendados. Así, esa región pasó a llamarse Vera Paz.
Mientras tanto, ese mismo año, el papa Paulo III dictó la bula Sublimis Deus, donde proclamó que esclavizar a los nativos de América era algo ilegal y pecaminoso, y que debían ser tratados como verdaderos hombres. Que no podían ser privados de su libertad ni de sus propiedades.
A su vez, en España, el fraile dominico Francisco de Vitoria, catedrático de la Universidad de Salamanca, también se preocupó por los derechos de los indígenas americanos.
En su obra De Indis dijo lo mismo que en la bula papal antes mencionada, y luego destaca su obra Ius Gentium, o Derecho de Gentes, donde se establecían diferentes límites morales. Decía que era muy poco cristiano las ansias de dominación colonial, que la religión no justificaba ninguna guerra, y hasta cuestionaba el derecho divino de los reyes de cualquier continente a gobernar. Con el Emperador Carlos tuvo bastantes desencuentros por estas cuestiones, aunque Carlitos siempre lo mantuvo a su lado como consejero. Y es que no hay nada más sabio que pedir consejo a alguien que sabes que no te va a dar la razón porque sí… y va a ser crítico con tu forma de pensar.
En fin, que todo este debate sobre la colonización de América hizo que el emperador Carlos aprobara en 1542 las Leyes Nuevas. Se trató de una revisión de las Leyes de Burgos para mejorar las condiciones de los nativos. Se prohibió al 100% la esclavitud de los nativos, y se abolió el régimen de repartimiento y encomienda. También se ordenó que cuando se llegara a tierras inexploradas, un grupo de religiosos debía vigilar los contactos con los nativos para llegar a acuerdos pacíficos.
El problema es que muchos nativos disparaban flechas nada más ver a gente desconocida, y también muchos encomenderos no vieron bien eso de liberar a su mano de obra. Aplicar la ley fue complicado y llevaría bastante tiempo, y el debate siguió candente. En Perú, por ejemplo, hubo una revuelta muy gorda de los encomenderos y cortaron la cabeza al virrey. Muy loco todo. Al final las encomiendas continuarían existiendo un tiempo más.
Bartolomé de las Casas acabó siendo en 1543 el Obispo de Chiapas, al sur de lo que hoy es México. Allí se dedicó a escuchar las quejas de los nativos de algunos encomenderos de la región. Bartolo, junto a otros clérigos, trataron de hacer valer la ley, a veces con éxito y otras veces sin éxito.
Como administrador se cuenta que fue bastante malo, al menos comparado con otro fraile coetáneo suyo llamado Vasco de Quiroga, quien había montado con éxito pueblos-taller en la zona de Michoacán, donde fue muy apreciado por los Purépechas, quienes le apodaron Tata Vasco. Este tipo también fundó algunos pueblos-hospitales para atender a los nativos, como el de Santa Fe junto a Ciudad de México, o el de Santa Fe de la Laguna, junto al Lago Pátzcuaro.
En 1547, Bartolo, debido a las presiones de muchos encomenderos, volvió a España para luchar por el bienestar de los nativos desde la Corte Real.
En 1550 tuvo lugar la Controversia de Valladolid, convocada por el emperador para confrontar las diferentes ideas en cuanto al trato de los nativos y sus condiciones políticas y sociales. Fue un debate teológico sobre la legitimidad de la conquista española de América, y el trato dispensado a los indígenas.
Los personajes más importantes aquí fueron Bartolomé de las Casas, Francisco de Vitoria y Juan Ginés de Sepúlveda. La postura de Bartolo y de Francisco era que los nativos eran plenamente humanos y que era injustificable someterlos por la fuerza, mientras que Sepúlveda sostenía que los nativos eran menos humanos y había que civilizarlos a toda costa, para que en el futuro pudieran ser independientes.
Las tesis de Sepúlveda no obtuvieron legitimidad para ser publicadas, mientras que las de Bartolomé sí, como podemos ver en su Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias, publicada en 1552. Aquí Bartolo expuso todas las atrocidades e injusticias cometidas durante la conquista con el fin de concienciar y lograr medidas paliativas para las poblaciones indígenas. De todas formas, para conmover, Bartolomé usó muchas hipérboles y exageraciones. En breves hablaré de esto.
El caso es que todo el cuerpo legislativo que salió de estos debates dio origen a las Leyes de Indias, una recopilación de todas las leyes anteriores con mejoras y modificaciones.
Algo interesante de esto, es que el emperador más poderoso de todo el planeta decidiera detener la conquista durante seis años (de 1550 a 1556) para debatir si era moral o no todo lo que estaba sucediendo en América.
Esto no había pasado nunca en la historia de la humanidad. Algunos consideran tanto a las Leyes de Burgos como a las Leyes Nuevas como un precedente de los derechos humanos, mientras que otros dicen que tampoco hay que fliparse tanto.
Y es que, como siempre digo, una cosa es la ley, y otra su aplicación real. Según la leyenda rosa, con estas leyes ya no hubo más abusos y todo fue maravilloso, y según la leyenda negra, todo fue un horror, esclavismo, genocidio, torturas… Y ninguna de estas versiones es cierta.
No todo es blanco o negro. O rosa o negro. Antes de la llegada de los europeos a América, las propias culturas de allí también tenían eslavos, trabajos forzados, emprendían guerras de conquista con sus vecinos, también mataban en honor a sus dioses, también se contagiaban enfermedades… Pero era algo que llevaba pasando en todos los continentes del mundo desde la prehistoria.
Esto es algo que hemos podido ver en los casi 200 videos que forman este canal, pero con estas Leyes de Indias, por primera vez en la historia se intentaba cambiar todo aquello con la ley en la mano.
Mirad los vídeos de España Antigua y Medieval, por ejemplo. El territorio peninsular fue conquistado por cartagineses, romanos, visigodos, árabes, franceses… Esta gente también pilló todo el oro y plata que pudo y otras materias primas forzando a la población local. Y me parece absurdo que Italia por ejemplo nos tenga que pedir perdón. Ni las personas ni los estados de la actualidad tienen nada que ver con los de hace 500 o 1000 años.
La muerte por viruela y otras enfermedades del 80% de la población nativa tampoco puede considerarse ningún genocidio, igual que la Peste Negra no lo es. Era algo que iba a ocurrir tarde o temprano de forma inevitable, consecuencia de un aislamento tan tremendo durante tanto tiempo. A lo largo de la historia, cuando diferentes grupos humanos aislados entraban en contacto, solían sucumbir a las enfermedades de otros; los que tenían la suerte de sobrevivir tenían descendencia y se creaban nuevos grupos humanos.
Por supuesto, como ya vimos, muchas enfermedades de América también afectaros a los europeos, pero claro, al haber tenido contacto con gérmenes y mierdas de otras partes del mundo, se notó mucho menos.
Actualmente entorno al 90% de la población de Hispanoamérica es mestiza, descendientes en su mayoría de colonos venidos de España y de población nativa. Una característica de los genocidios es que el porcentaje de mestizaje es de entorno al 0%. Yo ahí lo dejo.
Pero bueno, volviendo a la historia, en 1566, Bartolomé de las Casas murió en Madrid con 81 o 91 años. Es que no se sabe bien su fecha de nacimiento.
Ahora bien, también tenemos que tener en cuenta que, en sus obras, especialmente en la Brevísima, Bartolomé de las Casas exageró mucho y usó datos falsos para apoyar sus argumentos sobre los abusos a los nativos. El famoso Voltaire fue uno de los que se dio cuenta de que muchos de sus datos y cifras de sus escritos no se sostenían por ningún lao.
El misionero franciscano fray Toribio de Benavente, apodado por los nativos de México como Motolinía, quien también defendió sus derechos, criticó fuertemente la hipocresía de Bartolomé. Decía que Bartolo no distinguía un nativo de otro, y que, a diferencia de sus compañeros, ni siquiera se molestó en comprender su cultura ni aprender náhuatl ni ninguna otra lengua indígena, como ya habían hecho muchos otros religiosos de la época para poder desarrollar mejor su labor evangelizadora.
Parece que esta rivalidad también se enmarcó en una competencia de influencia en la corte entre las órdenes franciscana y dominica.
Incluso el propio Bartolomé reconoció en alguna ocasión no haber presenciado varias de las atrocidades que describía, sino que simplemente recogía testimonios que había escuchado porai.
Incluso parece que cobraba de los indígenas para que les defendiera en los tribunales. Tenía un buen negocio montado, por lo que sería lógico que le interesara exagerar las cosas para ganar los pleitos.
Guillermo de Orange fue un noble alemán protestante que encabezó una rebelión contra los españoles en Países Bajos, lo que daría lugar a la Guerra de los 80 años, también conocida como Guerra de Flandes.
Pues este tipo cogió la Brevísima de Bartolomé y modificó un par de cosillas que tergiversaban por completo las palabras del fraile. También añadió ilustraciones y grabados sensacionalistas de Theodor de Bry que no tenían absolutamente nada que ver con la realidad.
El Guillermo este usó todo esto como propaganda para debilitar al Imperio Español y al catolicismo en general. Para que los católicos tuvieran mala fama y la gente de a pie decidiese pasarse al lado del cristianismo protestante.
Los británicos, que eran anglicanos (otra forma de protestantismo) fliparon con esta Brevísima modificada y la propagaron por todas partes. Este sería el origen de la famosa Leyenda Negra.