La República Romana y la conquista de Italia

ANTIGUA ROMA 2: La República romana y la conquista de Italia

La siguiente historia tiene lugar entre el año 509 a.C. y el 275 a.C.

Después de que el Senado romano expulsase al último rey, Tarquinio el Soberbio, este se alió con el lucamón etrusco de Clusium, Lars Porsena, y juntos decidieron atacar a la recién creada República Romana. Gracias a los griegos de Cumas, los romanos vencieron en la Batalla de Aricia (506 a.C.). De esta guerra se habla de dos héroes legendarios, Horacio Cocles, que aguantó el avance etrusco sobre el único puente que llevaba a Roma, y Mucio Escévola, que fue capturado pero impresionó tanto a Lars Porsena que acabó negociando la paz.

EL SISTEMA POLÍTICO DE LA REPÚBLICA ROMANA

Con paz en la zona del Lacio, los romanos pudieron poner en marcha todas las reformas para democratizar un poquito sus instituciones. Ya no iba a haber un rey, sino dos cónsules gobernando a la vez. Estos eran elegidos anualmente y tenía el poder de vetarse entre ellos. Con esto ninguno podría acaparar el poder absoluto. La cosa es que sí que esta gente contemplaba el cargo de Dictador, que duraba seis meses no prorrogables y solo para casos de extrema gravedad.

El caso es que estos cónsules tenían bastante poder: dirigir al ejército, alistar tropas, convocar al Senado y las asambleas, nombrar sacerdotes, proponer leyes, promulgar edictos…

Tras los cónsules, la siguiente magistratura más importante fue la del Pretor. Durante los primeros años de la República los cónsules fueron llamados pretores, pero luego se dividieron. También fue una magistratura anual, al principio de dos y luego de 8. Sus competencias eran más judiciales, como nombrar jueces, aunque también podían sustituir al cónsul si este estaba fuera. En el futuro, los ex cónsules y ex pretores podían llegar a gobernar las provincias del imperio bajo el cargo de procónsules o propretores.

Después estaban los Censores. Este cargo elegido cada 5 años se encargaba de hacer el censo, hecho cada lustro. Elaboraban la lista de senadores, quién podía ser o no, y hasta les vigilaban para que se respetaran las tradiciones y no hubiera abusos de poder o corrupción.

También estaban los 4 Ediles, 2 Ediles Curules patricios y 2 Ediles Plebeyos. Eran una especie de alcaldes-policía que también organizaban juegos y espectáculos de su propio bolsillo. Y también se encargaban del aprovisionamiento de trigo de la ciudad, la Annona. Finalmente estaban los Cuestores, quienes administraban el tesoro público de la ciudad y los archivos.

Todas estas magistraturas van a tener la potestas, es decir, el derecho de convocar y presidir el Senado, multar, realizar edictos… Y tanto los cónsules como los pretores van a tener además el imperium, es decir, el poder de mandar al ejército, arrestar a gente, juzgar, hacer comicios y auspicios fuera de la ciudad… Además ninguno cobraba por estos cargos.

Ahora toca hablar de las asambleas. La más importante era el Senado. Sus 300 miembros eran elegidos por los cónsules hasta el año 318 a.C., donde se decretó que fuera una atribución de los censores. Sus atribuciones eran ratificar decisiones de las otras asambleas, fijar el presupuesto, declarar guerras, control de cultos, crear comisiones judiciales… Sólo podían reunirse si los cónsules les daban permiso.

Tras el Senado había tres asambleas populares. Los Comicios Curiados de los que hablé en el anterior episodio seguían existiendo, pero con muy poco poder hasta casi desaparecer.

Los realmente importantes eran los Comicios Centuriados, donde votaban en el Campo de Marte las 193 centurias en las que estaba dividida la población romana según el censo, en función de su riqueza. En estos comicios se elegían a los magistrados superiores: cónsules, pretores y censores. También votaban guerras, alianzas, condenas a muerte, al ostracismo, votaban leyes… Esto de las centurias es importante porque estos comicios servían también para organizar el ejército.

El ejército centuriado tuvo muchos cambios. Al principio cada centuria eran 100 hombres, pero luego cada legión pasó a estar compuesta por 60 centurias de 50 soldados. Todos los ciudadanos varones tenían que alistarse, y dependiendo de su renta tendrían un armamento mejor o peor, según las 5 clases sociales creadas por Servio Tulio. Pero algunos soldados pobres perdían dinero si se ausentaban de sus campos de cultivo durante el periodo que durase la guerra. Para paliar esto se creó una ayuda económica llamada estipendio.

Finalmente estaban los Comicios Tribales, donde la población, dividida en 4 tribus urbanas y 31 rústicas, elegían a los Ediles Curules y a los Cuestores, entre otros cargos, y también votaban leyes.  

Aunque esto de los Comicios y Asambleas pueda parecer muy democrático, en la práctica no lo era tanto. Si una persona vivía lejos de Roma y nadie le avisaba de que había sesión el martes, lógicamente no podía ir a votar. Bueno, votar, esa es otra. Se votaba por centuria, tribu o curia, no por persona. Y durante los primeros años votaban primero las centurias más adineradas, y cuando tenían mayoría se dejaban de votar. Y claro, la corrupción o el clientelismo podía hacer de las suyas con pocas dificultades.

Toda la historia de Roma va a estar marcada por multitud de conflictos bélicos. El primero gordo fue la 1ª Guerra Latina (498-493 a.C.), que enfrentó a Roma con sus vecinos y la ciudad acabó siendo la líder de la llamada Liga Latina, un conjunto de ciudades de esta etnia. (Batalla Lago Regilo)

Casi a finales de esta guerra, en el 494 a.C., los plebeyos más ricos se hartaron de no poder participar en política. No podían tomar decisiones de cosas que a ellos les afectaba en gran medida, y encima los patricios acaparaban todo el ager publicus, es decir, toda la tierra cultivable. Eso era una putada, y encima muchos tenían que servir en el ejército, lo que les hacía perder ingresos por no poder cultivar su tierra y claro, eso traía deudas, muchas.

Así que todos estos plebeyos, unos más ricos, otros más pobres, hicieron las maletas y se fueron a un monte cercano a Roma y crearon su propio estado. Tenían sus magistraturas y hasta una tríada de dioses para ellos: Ceres, Libera y Baco.

Las hostias entre patricios y plebeyos fue brutal, pero los primeros no podían mantener su estatus sin los segundos, así que a cambio de su vuelta les prometieron una participación más amplia. Aquí se crea la magistratura de el Tribunado de la Plebe, para defender los derechos de esta clase. Estos 2 tribunos de la plebe eran elegidos por la Asamblea de la Plebe (Concilum Plebis) de forma anual, solo entre la clase plebeya, y ojo al dato, porque podían vetar cualquier decisión de los cónsules. Además también elegían otros cargos como Ediles Plebeyos.

En los años siguientes, los derechos de la clase plebeya irían aumentando. Por ejemplo, tenemos la Ley de las XII Tablas (450 a.C.), redactada por legisladores patricios y plebeyos, los decemviri. Se habla de derecho penal, como casos de homicidio; se clasifican los hurtos, y se regulan las indemnizaciones, multas, herencias… En este código no se contemplaba el matrimonio entre las dos clases, pero eso cambiaría unos poquitos años después, tras unas protestas un tanto violentas.

Ya en el año 376 a.C. dos tribunos de la plebe (Cayo Licinio Calvo Estolón y Lucio Sextio Sextino Laterano) crearon las Leyes Licinio-Sextias. Gracias a esto, uno de los dos cónsules sería plebeyo, y otras magistraturas se abrieron también a esta clase, como el Senado, la pretura urbana… y también limitó en 125 hectáreas el terreno que podía tener una persona. Los patricios tardaron 10 años en aprobarlas, pero se consiguió.

La última gran reforma llegó en el 287 a.C. con La Ley Hortensia del dictador Quinto Hortensio, que hizo que las decisiones de la asamblea plebeya tuvieran valor de ley para todos. Con el tiempo, ya no sería importante la cuestión de nacimiento, y los ricos, tanto patricios como plebeyos, formarían los llamados Optimates, opuesto a la clase más pobre, los Populares.

Roma introdujo una moneda propia, el as de bronce. Diez ases eran un denario de plata, que equivalía más o menos a un dracma griego, y 2,5 ases un sestercio. Luego estaban la Mina y el Talento, medidas de volumen. Esta última equivalía a casi 30 kilos.

Finalmente vamos a hablar de nombres y apellidos. Los romanos tenían un praenomen (como nuestro nombre de pila), un nomen (nombre de familia, el apellido) y un cognomen (un apodo, que puede ser no hereditario). Cayo Julio César se llama Cayo, de la familia Julia y apodado César. Algunos dicen que el mote le viene de “cabellera”, porque tenía calvicie incipiente.

LAS GUERRAS CONTRA VEYES Y LA PRIMERA EXPANSIÓN DE ROMA

Sin duda, los grandes enemigos de la Liga Latina fueron las tribus de ecuos, volscos, oscos y umbros que pastoreaban por los montes Apeninos y asaltaban carros por la Vía Salaria. Con el tiempo irían desapareciendo y asimilándose a la idiosincrasia romana. Los verdaderos enemigos de Roma eran los Etruscos. Contra ellos comenzaron tres cruentas guerras conocidas como las Guerras contra Veyes.

La 1ª Guerra contra Veyes (485-474 a.C.) fue un desastre para Roma pues durante la Batalla de Crémera (477 a.C.) fue masacrada una familia patricia entera, la de los Fabio. Bueno, sólo quedó uno que estaba en su casa. Además los etruscos les quitaron la ciudad fronteriza de Fidenas. Pero las cosas no iban a quedar así. Después de 40 años de relativa paz, el asesinato de varios embajadores romanos en Fidenas derivó en la Guerra contra Veyes (438-425 a.C.). Este conflictopermitió a Roma recuperar su querida Fidenas, vender a sus ciudadanos como esclavos, y paz y calma por veinte años.

Pero es que con Veyes a pocos kilómetros de Roma, la amenaza continuaría, así que durante la 3ª Guerra contra Veyes (406-396 a.C.) la asediaron durante más de una puta década hasta que cayó. Con Veyes destruida, Roma se expandió un poco por el Lacio, saliendo de su zona de confort. Un pequeño paso para Roma, un gran paso para la cultura occidental.

Los etruscos seguirían molestando de vez en cuando, pero curiosamente se aliaron con los romanos alrededor del 390 a.C. Y diréis, ¿por qué? Porque llegaban los galos por el norte. En ese año el líder senón Brenno saqueó Roma mientras la gente huía o se guarecía como podía en los templos del Capitolio. Fue un palo bien gordo.

LAS GUERRAS SAMNITAS, LA EXPANSIÓN CONTINÚA

Tras echar a los galos Roma necesitó bastante tiempo para recuperarse. Hubo una reforma urbanística potente y se construyeron murallas alrededor. Las luchas esporádicas contra itálicos y sobre todo con la ciudad etrusca de Tarquinia se sucedieron hasta el año 343 a.C., cuando comenzó la primera de las tres guerras Samnitas que acabarían con el dominio de Roma sobre el centro de Italia.

Por un lado, los romanos se aliaron con los griegos de Capua cuando los samnitas comenzaron a acercarse peligrosamente en las zonas griegas de la Campania, y así comenzó la 1ª Guerra Samnita (343-341 a.C.). Los romanos ganaron y se firmó una paz que no gustó mucho a sus aliados latinos de la Liga, y estalló la 2ª Guerra Latina (340-338 a.C.). La victoria romana hizo que la Liga se fuese a tomar por culo y que todo el territorio latino del Lacio pasara a ser Roma en el año 338 a.C. Estos latinos se pasarían más de dos siglos reclamando los mismos derechos que los romanos, y lo conseguirían.

Roma tomó ciudades como Cumas, Neápolis, actual Nápoles, Capua, Ancio… Mientras tanto, los etruscos perdían toda la fuerza que le caracterizó en los siglos anteriores. Etruria ya no era la reina del mambo en Italia. Y al otro lado del mar Jónico, un joven Alejandro Magno empezaba a conquistar Persia.

El resentimiento de los samnios derivó en una 2ª Guerra Samnita (326-304 a.C.) que duró más de veinte años. Roma fue derrotada en muchas batallas, la más célebre la Batalla de las Horcas Caudinas (321 a.C.), donde los pobres soldados acabaron acorralados en un desfiladero y tomados como rehenes. Tras esta batalla se decidió dejar la táctica hoplita griega y crear la Legión romana que todos conocemos.

Aquí entra en juego la táctica manipular. Los manípulos eran unidades más flexibles de soldados. En cada legión, comandada por un cónsul, había 30 manípulos de 120 soldados cada una, dividida a su vez en dos centurias de 60 hombres comandada por un centurión. En primera línea estaba la infantería ligera, las vélites, los más pobres, y los equites, la caballería, la clase más rica de la sociedad romana. Después había tres líneas de infantería pesada de jóvenes a más veteranos, los hastati, los príncipes y los triari.

Al mando de cada centuria estaba el centurión y junto a él su segundo, el optio, y el signifer, que era el que llevaba la enseña de la centuria. Roma también tenía una pequeña flota, pero no era muy buena, todavía.  

Además el cónsul Apio Claudio creó la Vía Apia, una carretera que conectaba Roma con Capua y otros pueblos de la Campania. Con ello logró mejorar las comunicaciones y la rapidez para mover a sus tropas. Gracias a ello ganó la guerra y Roma duplicó su tamaño, logrando una salida al mar Adriático. Como curiosidad, este cónsul construyó el primer acueducto de Roma, el Aqua Claudia.   

La 3ª Guerra Samnita (298-290 a.C.) fue el último gran conflicto de Roma contra los pueblos ítalos. Viendo la supremacía de los romanos, los samnitas y los umbros se aliaron con etruscos y galos para recuperar sus territorios. Pero no fueron suficientes para vencer a las legiones y Roma pudo consolidar su poderío por todo el centro italiano.

Por el año 280 a.C., Etruria desapareció para siempre y Roma tomó su control. Ahora eran los putos amos del barrio pero… justo ese mismo año llegó un griego del Reino de Epiro a tocar los cojones. Era Pirro, habían comenzado las Guerras Pírricas.

LAS GUERRAS PÍRRICAS

Las Guerras Pírricas (280-275 a.C.) empezaron por un conflicto diplomático regional. Roma y la colonia griega de Tarento habían pactado nada de barcos en el Golfo de Tarento. Todo correcto. Pero luchando contra los lucanos los romanos enviaron algunos barcos, que fueron hundidos por los tarentinos. Roma le declaró la guerra y Tarento pidió ayuda a Pirro de Epiro, que tenía ganas de ser el Alejandro Magno de Occidente.

La historia en cambio le recordaría por dar nombre a las victorias pírricas. Es decir, ganar una batalla pero con tantas bajas que era casi como una derrota. Él mismo dijo: “Una victoria más como esta y nos vamos a tomar por culo”.

Una de ellas fue la Batalla de Heraclea (280 a.C.) donde los romanos se acojonaron porque no habían visto nunca elefantes. Debieron de flipar mucho. Tras eso Pirro intentó negociar con Roma un reparto de Italia, pero senadores como Apio Claudio dijeron que nanai, y la guerra siguió.

Luego la ciudad de Siracusa pidió ayuda a Pirro contra Cartago y este acudió a Sicilia. Los cartagineses entonces se aliaron con Roma y Pirro, viendo como muchas colonias griegas se apichonaban y desertaban, acabó largándose de allí. Esta guerra acabó con la Batalla de Benevento (275 a.C.). Gracias a los consejos de los púnicos, los romanos lograron derrotar a los elefantes griegos lanzando flechas y hasta cerdos prendidos en fuego. Los paquidermos se volvieron locos y comenzaron a destrozar a las tropas epirotas.

Muchas colonias griegas fueron cayendo en manos romanas, como Tarento o Brindisi, que se convertiría en un puerto muy importante. Para el año 270 a.C. toda la península itálica pertenecía a Roma. Ahora sólo quedaba un gran enemigo amenazando sus fronteras: Cartago.