Los Etruscos y la Monarquía Romana

ANTIGUA ROMA 1: Los Etruscos y la Monarquía Romana

LOS PRIMEROS PUEBLOS ITÁLICOS

Esta península con forma de bota situada en el centro sur de Europa es Italia. Se sabe que ya desde el Neolítico, estas tierras acogieron a muchas gentes diferentes que comenzaron a instalarse allí y formaron aldeas, y más tarde culturas con rasgos comunes como la Cultura del Vaso Campaniforme, luego la Cultura de las Terramaras y más tarde gentes de la Cultura de los Campos de Urnas.

Por ejemplo el norte estuvo habitado por los ligures, de los que apenas se sabe algo. En la zona de la actual Toscana estaban los etruscos. Se cree que esta gente pudo haber venido de Oriente, quizás de Anatolia, que eran Lidios emigrantes. Otra teoría dice que eran autóctonos de la Toscana, descendientes de la Cultura de Villanova, a su vez relacionados con los campos de urnas.

Lo más aceptado actualmente es que tanto autóctonos como emigrantes se mezclaron. Eso explicaría su idioma pre-indoeuropeo y a su vez sus costumbres parecidas a los griegos. Eso sí, el alfabeto etrusco se sabe que proviene directamente del fenicio. Y el alfabeto latino, el nuestro, vendrá de este.

Una de las primeras grandes culturas de Italia fue la Nurágica, que habitó en la isla de Cerdeña durante la Edad del Bronce. Los nuragas construyeron los mayores monumentos megalíticos de Europa. Se trataba de unas enormes torres cuya función aun en día está en discusión. También había templos y tumbas para gigantes. De estas tribus saldrían los corsos y los sardos.

Pero los pueblos más importantes van a ser los de origen indoeuropeo: los latino-faliscos, los osco-sabinos, los ecuos, los volscos, los umbros, los vénetos… Toda esta gente forma lo que conocemos como pueblos itálicos o ítalos.

LOS ETRUSCOS

Ellos se autodenominaban los “rasena”, pero todo el mundo los conoce como etruscos. Fueron buenos comerciantes por vía marítima, de hecho construyeron grandes barcos, y también destacaron por su orfebrería y comercio con estaño o hierro. Sus casas eran de arcilla, y reservaban la piedra para sus templos, muy del rollo griego. Tenían ciudades amuralladas y ordenadas en estilo damero.

Los arúspices eran sus sacerdotes, y básicamente se dedicaban a adivinar el futuro mirando rayos o tripas de animales sacrificados. Muchos de sus dioses, como Tinia, Uni o Menrfa acabarían sincretizados en dioses griegos, que a su vez darían lugar a los dioses romanos: Júpiter, Juno o Minerva.

Los griegos que visitaban Etruria flipaban un poco, porque las mujeres allí gozaban de una igualdad y autonomía como no se conocía al otro lado del mar adriático. Podían participar en política, en los juegos, hacer fiestas, heredar… y claro, las sociedades de alrededor, bastante patriarcales, se escandalizaban.

Su expansión por Italia comenzó alrededor del año 800 a.C. Desde la Toscana, los etruscos se hicieron con territorios como el Lacio, la Campania o el valle del Po al norte, en lo que actualmente conocemos como la región de Lombardía. Pero ¿cuál era el problema? Que en el sur estaban las colonias griegas como Cumas, Tarento o Siracusa, y el norte estaba tomado por las tribus celtas. Por otro lado estaban los Fenicios, que estaban tomando Cerdeña, y ya se habían instalado en Cartago.

Entre las ciudades más importantes de Etruria están Veyes, Caere, Populonia, Clusium y Perusia, pertenecientes a la Liga Etrusca, una especie de alianza entre las ciudades estado de esta gente. Con la expansión crearon otras ciudades como Alalia en Córcega, o Spina y Mantua en el valle del Po. Al principio, como Roma, fueron una monarquía, gobernada por el Lucumón, pero más adelante se convertirían en una República. Pero eso ya sería tiempo después. Y ya para el año 280 a.C. no quedaría nada de esta gente, serían absorbidos por los romanos. En dos episodios lo veremos.

LA FUNDACIÓN DE ROMA Y SU MONARQUÍA

Año 753 a.C., la fecha de la fundación de la ciudad de Roma supuestamente de mano de los gemelos Rómulo y Remo. Según la leyenda, relatada en parte en la Eneida de Virgilio, un troyano llamado Eneas huyó de la Guerra de Troya y llegó a Italia. Fundó Lavinio y su hijo Ascanio fundó Alba Longa. Los famosos Rómulo y Remo serían los descendientes de estos.

Lo único seguro es que su fundación tuvo lugar a orillas del río Tíber, en una colina conocida como Palatino. El Palatino no era la única colina, había otras seis. Fue en esa zona donde diferentes tribus latinas, etruscas y sabinas se fueron uniendo hasta conformar la Liga de los siete montes. A esta gente se les llamaría a partir de ahora romanos.

En la sociedad romana había diversas clases. Había una clase aristocrática, los gentiles, o patricios, familias descendientes de algún antepasado mítico. Muchos de ellos acababan en puestos de poder, como el Senado. Por otro lado estaban los plebeyos, las clases más pobres, carentes de derechos, que se dedicaban al comercio, a la artesanía, a la ganadería… Eran hombres libres pero no participaban en política, y tampoco podían casarse con patricios ni formar parte del ejército. Durante la República la cosa iría cambiando. También había clientes, gente bajo la protección de un patricio, y finalmente estaban los esclavos, gente ni libre ni con derechos. El esclavo liberado se llamaba Liberto.

El sistema de gobierno de esta Roma recién nacida fue la monarquía (fasces). Aparte del poder político, este rey, o rex, también tenía el poder militar y el religioso, pues era el jefe de los augures, que eran como los sacerdotes-adivinos de la ciudad. Este rey tenía un consejo, el llamado Senado, formado por ancianos patricios, los senex. Y además había una Asamblea Curiada, en la cual la gente que se podía permitir ir a la guerra, los patricios, se reunía en la colina del Capitolio para votar leyes, declarar la guerra o hasta elegir al rey.

Realmente quién podía votar y qué se podía votar está todavía bastante en entredicho, no hay quedado demasiados datos. Lo seguro es que cada una de las tres tribus originarias de Roma (Ramnes, Tities y Luceres) estaba dividida en 10 curias, o barrios, y cada una aportaba 100 infantes y 10 jinetes al pequeño ejército que se habían montado. En total, 3.000 soldados de infantería y 300 a caballo.

(Ramnes serían los seguidores de Remo, los latinos romanos; titíes vendría de Tito Tacio, es decir, sabinos; y los Luceres vendrían de los lucamones etruscos, convertidos en acompañantes del rey)

Como ya digo, según el mito, el primer rey de Roma fue Rómulo. La aldea se fue llenando de gente, pero el rey vio que apenas había mujeres, así que invitó a los sabinos a celebrar juegos y raptaron a sus mujeres y a ellos les echaron. Los romanos se casaron y tuvieron hijos con ellas, y el cabreo de los sabinos llevó a los dos pueblos a una guerra que acabó con las mujeres poniendo paz y orden. De hecho, se formó una diarquía, donde Rómulo gobernó junto con el líder sabino Tito Tacio, que no duró mucho, pero bueno, ahí está.

El segundo rey de Roma fue Numa Pompilio, un tipo muy religioso y muy pacífico. Instituyó el colegio de pontífices y levantó los primeros templos a los dioses romanos. Por ejemplo el de Vesta, la diosa del hogar, en cuyo templo había una llama custodiada por vírgenes que vigilaban que no se apagase. O el templo de Jano, cuyas puertas abiertas indicaban que estaban en guerra.

Después vino Tulio Hostilio, un tipo muy guerrero que se dio de leches contra ciudades etruscas como Veyes o Alba Longa, la cual destruyó. Pero no todo fue destrucción, pues levantó el edificio de la Curia Hostilia, donde se reuniría el Senado por muchos siglos. Como Tulio debía pasar mucho de los dioses, Júpiter, el Zeus romano, le envió una plaga y después un rayo que acabó incinerándole.

Anco Marcio, su sucesor, fue todo lo contrario. A él se le debe la construcción del puerto de Ostia, a pocos kilómetros de Roma. Allí se instalaron las primeras factorías de salazón, un método para conservar los alimentos durante más tiempo. La sal era importantísima para esta gente, de hecho la palabra “Salario” viene de la paga en sal que se le daba a los romanos para que pudieran conservar sus alimentos.

El quinto rey fue Tarquinio Prisco, posiblemente de origen etrusco, pero que fue adoptado por su antecesor. Con este hombre llegaron grandes reformas a Roma, que ya se iba convirtiendo en una ciudad. Para empezar comenzó a construir el Foro Romano, la Cloaca Máxima, un sistema de alcantarillado, y un Templo a Júpiter en la colina del Capitolio. Amplió el ejército a casi 7.000 soldados, amplió el Senado a 300 miembros para meter a gente de tribus etruscas que habían conquistado y finalmente creó unos Juegos deportivos Romanos al estilo griego-etrusco. Para ello construyó el Circo Máximo, para las carreras de caballos.

Su yerno, Servio Tulio, se convirtió en el sexto rey de Roma, y usó todos los botines ganados a los etruscos para construir el Templo a Diana en el Aventino. Se creía que también hizo las murallas de la ciudad, pero parece que aun tardarían dos siglos en construirse. Al igual que hizo el griego Solón en Grecia unos años antes, Tulio instauró una especie de Timocracia. En esta nueva Constitución, los romanos iban a estar divididos en 5 clases según su riqueza. Se creó entonces la Asamblea Centuriada, que funcionaba tanto como censo, como asamblea y como sistema de reclutamiento para las falanges. Además, las tres tribus clásicas fueron sustituidas por 4 urbanas (Palatina, Colina, Esquilina y Suburana) y alguna más rústica en las afueras. Veremos el funcionamiento de esta asamblea más en detalle en el próximo episodio.

Durante su reinado tuvo lugar la Batalla de Alalia (537 a.C.), que enfrentó a las tres grandes potencias mediterráneas de la época. Los cartagineses, aliados con los etruscos, lograron cortar el paso hacia el mediterráneo occidental a los griegos foceos. Esto dejó aislada a la Tartessos de Argantonio, que caería pronto, así como colonias griegas varias.

Servio Tulio fue asesinado por el marido de su hija, Tarquinio el Soberbio, que se hizo con el trono. Como bien dice su nombre, Tarquinio era muy soberbio, y no soportaba que los etruscos fuesen la potencia más pepina de aquellos años. Para perpetuarse en el poder recurrió a corruptelas y hasta asesinatos, y llevó a Roma a librar grandes guerras contra sus vecinos. Pero la gota que colmó el vaso para el hastiado pueblo romano fue cuando permitió que su hijo violase a una patricia esposa de su sobrino llamada Lucrecia, que luego se suicidó.

Un familiar de esta, Lucio Junio Bruto, habló con el Senado y juntos decidieron que había que expulsar al rey. Y eso pasó en el año 510 a.C. Al año siguiente se aprobó una constitución nueva y ahora Roma pasaría a ser una República bajo el mando de dos cónsules: el ya nombrado Bruto y el viudo de Lucrecia, Lucio Tarquinio Colatino. Un sistema democrático que duraría casi medio milenio.